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Publicado: 03:08 08/06/2013 · Etiquetas: · Categorías: Economía
El Euro y las políticas de austeridad, al servicio del capital dinero y sus posesores



Inmersos en la interminable crisis, agobiados por las exigencias de la Troika y con la cabeza embotada por la política de demolición del Partido Popular, que justifica en la crisis el dejar un país plegado a sus intereses de clase, se pierden de vista fácilmente varios aspectos de la situación actual.  Aspectos que, sin embargo, son claves para encauzar la salida a la situación actual.

En primer lugar,  todo lo relacionado con la deuda se traduce finalmente en un esquema de prestamismo internacional fusionado de la peor de las maneras con la alta política.  Negándole a los Estados el acceso directo a una financiación fija y barata por el BCE o a emitir su propio dinero, se les ha hecho dependientes de la banca privada, cuyos intereses como es obvio son contrarios a los de los Estados y ciudadanos. A saber, cobrar cuanto más posible por el dinero prestado. Es por eso que hay que mirar con algo más que un poco de escepticismo cuando la UE rebaja el precio oficial del dinero o toma algún tipo de medida de política monetaria. Con el precio del dinero al 0.75% han estado prestando a más de un 5% a las Pymes y a más de un 7% a las familias. Recientemente se ha bajado a un 0.5% como medida para paliar la situación y reactivar la economía pero ante la situación cualquier ciudadano no lobotomizado por el discurso oficial no podrá evitar preguntarse....por que si estando el dinero al 0.75% me lo prestan al 7.25% ahora por bajar al 0.5% va a cambiar la situación? En el caso óptimo de que la banca trasvasase esa bajada del 0.25% a los préstamos, estos bajarían al 4.75% para Pymes y 7% para familias. Pero claro, de darse ese caso óptimo, posiblemente ya estuviesen prestando a intereses mucho menores a estos, y no se da. Lo que pasa, lo que va a seguir pasando, es que la banca privada  ve que puede exprimir a pymes y familias un 5 y 7 y pico % respectivamente y lo va a seguir haciendo, y bajarles el tipo de interés solo  significa aumentar sus márgenes de beneficio.

La solución a este entramado es evidentemente que la UE recupere el flujo del crédito en sus manos y se lo arrebate a la banca privada, y los proyectos de inversión y financiación tengan en consideración otros factores prioritarios antes que la pura y dura rentabilidad monetaria. En la asignación de crédito han de entrar factores esenciales como son la creación de valor añadido, la reindustrialización del continente, la creación de puestos de trabajo estables y el sostenimiento de un tejido social y sostenibilidad ecológica y económica..  Todo este tipo de consideraciones son anatema para el monetarismo y búsqueda de al rentabilidad pura de la actual economía financiera, pero si la UE no quiere ver su continente derrumbarse, depauperado y en manos de los prestamistas ha de apostar firmemente por un modelo de estas características básicas. Llegados a un punto, una economía financiera que preste por ejemplo al 2% para sostener a la economía real y el tejido social, y cuyos beneficios redunden en la propia ciudadanía, es una alternativa que incluso la UE habrá de tomar ante el fracaso absoluto de la gestión de recursos que ha hecho la economía financiera privada.

Y sin embargo, estamos lejísimos de que un cambio de este tipo se dé en nuestra economía. Lo que enlaza, a su vez, con otra de las posibles soluciones a la crisis y que, por las mismas razones, ni se plantea ni se parece contemplar.

Esta es, ni más ni menos,  la salida de las economías hundidas de la eurozona. Básicamente, las economías de Portugal, Grecia, España y en una menor medida Italia o Irlanda, tienen casi imposible ningún tipo de recuperación. Se las insta a pagar religiosamente los intereses de deuda con recortes sucesivos, y al mismo tiempo se las exige crecer. Ambas proposiciones son    incompatibles entre si salvo milagro tecnológico o energético de primer nivel. Si el Estado frena la maquinaria y obliga a la ciudadanía a pagar cada vez más impuestos, a pagar por servicios que antes eran públicos (pero sin bajarles los impuestos por ello) y se legisla a base de tarifazos, decretazos y sanciones e impuestos para poder seguir pagando los intereses de deuda, es evidente que la capacidad de consumo de la sociedad irá decayendo y con ella el consumo, el tejido productivo y comercial y el propio nivel de empleo de la sociedad. Especialmente en países de salarios tan bajos como España, Portugal o Grecia.  Lo que a su vez aumentará el paro, los gastos, etc.  Ya llegados a este punto se toman medidas casi criminales como modificar el sistema de pensiones para desligarlas del IPC y por ello condenar a los pensionistas a una continua devaluación de su capacidad adquisitva. En plena alucinación, se plantea a las empresas que tengan planes de pensiones privados para sus empleados al tiempo que se les ha dado los medios para ir despidiendo a todos ellos para que no adquieran derechos y que se oye cada vez más tambores que resunenan con el despido libre, contratos únicos y demás exigencias de la troika.

En un país en esta situación sería muy recomendable exigir otro tipo de trato o presentar su renuncia a la UE. Evidentemente esto último tiene unas implicaciones muy fuertes, y supondrían una devaluación de la nueva moneda nacional en términos relativos, una serie de problemas a la hora de abastercerse de energía o algunas materias primas y bienes de equipo, etc. Sin embargo el Estado nacional podría  finalmente recuperar sus competencias en cuestión de materia fiscal, monetaria y coger en sus manos el flujo de crédito a través del banco nacional y sus exigencias hacia los bancos privados asentados en su territorio.  Las pensiones o sueldos públicos no estarían en peligro al poder emitir dinero para pagarlos,  se podría hacer una política estatal de crédito con bancos de crédito agrícola o industrial,  exigir ampliar líneas de crédito o simplemente crear una banca pública que encauzase el crédito a objetivos sociales e industriales y no al enriquecimiento de una casta financiera. Respecto a la banca privada se podría optar por una fuerte regulación/legislación manteniendo su ligazón al FROB o de no aceptar simplemente deshacer este vínculo....el ciudadano que quiera meter su dinero en banca privada con promesa de beneficios habría de saber que puede perderlo todo ya que el dinero la banca lo multiplica con inversiones/préstamos y estos tienen un riesgo. Finalmente, el poder aplicar una política fiscal propia permitiría desplazar la presión fiscal hacia quien tiene el dinero (grandes fortunas, grandes empresas,etc) y no hacia una clase media cada vez más agobiada y sin recursos. Adicionalmente y combinado con el control del sistema financiero, se podría controlar la fuga de capitales a paraísos fiscales, las tasas a transacciones financieras, el fraude fiscal generalizado y la contabilidad creativa, etc.  Esto habría de ir combinado con una  quita de deuda por bancarrota por supuesto, y quizás con una política arancelaria para proteger la industria local. Todas estas medidas pueden ser tachadas de proteccionistas, pero es que hay que protegerse cuando en una "competición" internacional has perdido y las consecuencias pueden ser la destrucción de tu país. La competitividad y dinamismo son palabras que suenan muy bien, pero cuando has perdido por tu inserción en la división del trabajo internacional y otros factores (clase empresarial del país aversa al riesgo y la innovación, mentalidad rentista,etc) seguir en una competición que te lleva al abismo es sencillamente suicida.

Sin embargo ninguna de estas medidas se contempla y todas son rechazadas con evidente incomodidad por los legisladores de los países en problemas. Sólo en Grecia la formación de iquierdas  Syriza se atrevió a plantear algo como la salida de la UE si no se renegociaban ciertos aspectos de la financiación. E incluso esto era incompleto, pues el problema grave de la Unión Europea está en la propia configuración de la Unión, totalmente plegada a los intereses del capital financiero y pensada para provecho de los posesores de capital-dinero.

La conceptualización del euro en defensa de estos intereses  es lo que nos permite abordar el por qué de este enroque suicida europeo en torno a las políticas de austeridad.

En Estados Unidos la primera legislatura de Obama no logró remontar la situación económica y siguió (menos intensamente) la deriva europea, y ha sido el cambio de política en su segundo mandato, con un estímulo de hasta 200 000 millones de dólares cada cuatrimestre emitidos por la Reserva Federal, lo que no solo ha revertido la situación sino que está reduciendo a marchas forzadas el déficit público. En Japón una política de austeridad ha llevado a 15 años de recesión hasta que finalmente hacia septiembre del año pasado el Banco Central del Japón adoptó una política monetaria distinta y más expansiva para estimular la economía. ...con resultados casi inmediatos y tasas de más del 3% de crecimiento para un país que había aceptado casi con resignación un estancamiento total con recesiones ocasionales.

Sin embargo  Europa, y pese al fracaso estrepitoso de las políticas de austeridad, reconocido incluso por sus promotores del FMI, sigue aferrada de manera demente a la austeridad. Sus políticos repiten como un mantra que es la única opción, el Eurogrupo o la Comisión idean casi a diario nuevas medidas de austeridad que aplicar a pueblos ya casi desesperados para sostener el algo que no se sostiene.

El euro y la configuración de la Unión se configuraron, en origen, en defensa  y salvaguarda de los intereses del capital-dinero y la economía financiera.  Vamos a repasar algunos de los aspectos que,  visto desde esta perspectiva, explican por qué Europa (o mas bien Bruselas, Eurogrupo y demás instituciones controladas por los lobbies financieros) no da un paso adelante y continúa con su harakiri particular.

En primer lugar, una política monetaria expansiva implica posiblemente un incremento de la inflación. Esto no ha de darse automáticamente, puesto que las propias fórmulas que relacionan el aumento de la base monetaria con la inflación implican otras variables como la velocidad de circulación del dinero y la tasa de ahorro. Efectivamente, por mas que dupliques la base monetaria si esto hace que la gente ahorre y no se traduce en un incremento duplicado del consumo de forma automática (que sería bastante complicado porque muchas necesidades básicas no se cubren por duplicado o triplicado por mas que se tenga más dinero) la inflación no se incrementaría en la misma medida. Pero, aún así, puede haber efectivamente una cierta subida de la inflación. Y el control de la inflación es precisamente una de las obsesiones de la Unión Europea. El por qué es sencillo. Ante subidas de la inflación, el salario de la clase trabajadora/ productiva puede ser actualizado por los convenios colectivos ligados al IPC etc. Los funcionarios y pensionistas ven también su renta actualizada de acuerdo a este IPC, e incluso los autónomos pueden cargar los gastos extra a sus servicios para "mantenerse" en su nivel de capacidad adquisitiva. Sin embargo, las acumulaciones de dinero, improductivas si no se emplean en sacarle el dinero al resto del sistema, sufren directamente la inflación en sus carnes. A la gran empresa o la gran fortuna que tiene una gran cantidad de dinero en el banco, una inflación fuerte le produce una devaluación de su masa acumulada en términos reales. Generalmente con los intereses que logra por estas grandes acumulaciones monetarias es suficiente para contrarrestar este efecto inflacionario, pero es que normalmente cuentan con este tipo de interés para "aumentar" si cabe su dinero (que su dinero produzca mas dinero, gran divisa del capitalismo) y no para simplemente sostener su capacidad adquisitiva y que el gasto del año recaiga sobre el acumulado que se irá reduciendo con los años por tanto. La obsesión de la Unión Europea con la inflación se entiende fácilmente desde este punto de vista, ya que su plegamiento a los intereses de los grandes grupos financieros (que controlan la acumulación) y de las grandes fortunas o societarias o privadas han convertido a la inflación en el enemigo principal a suprimir a costa de lo que sea. Lo que sea, en este caso, parece ser el propio pueblo de Europa, que ve negada incluso la posibilidad de una política expansiva por esta férrea adhesión de la UE a los intereses privados de unos pocos.

La segunda razón es que, como moneda divisa, el euro asegura una capacidad adquisitiva determinada a los posesores de ellos y más a los que tienen grandes acumulaciones de los mismos. En caso de cierta inflación, puede darse una depreciación relativa de la moneda respecto a otras divisas internacionales como el dólar, el yen, u otras pequeñas monedas refugio como el franco suizo por ejemplo. Este es también un tema anatema para la Unión Europea neoliberal que nos dirige. Una devaluación relativa del euro es percibida como un signo de debilidad en una economía global interconectada, y por tanto  se intenta evitar a toda costa. Mientras otros países como Japón o los propios Estados Unidos hacen  en ocasiones maniobras monetarias para devaluar su moneda  y ganar competitividad en los mercados, Europa se adhiere al viejo lema de la "moneda fuerte". Esta moneda fuerte por supuesto perjudica la competitividad respecto al exterior, pero vela por los intereses y capacidad adquisitiva "internacional"  de los grandes propietarios y grupos posesores de capital-dinero.

Llegados a este punto, espero que el lector entienda  mejor algunas de las herramientas con las que se aplican los recortes. La Unión Europea, cacareando continuamente sobre la necesidad de aumentar la competitividad de su economía, podría perfectamente optar por un tipo de políticas que supusiesen una depreciación relativa del euro y por tanto una mayor competitividad exterior de nuestros productos, que medidos en otras monedas pasarían a ser más "baratos" y nuestros salarios mas "competitivos". Al igual que los estados miembro antes de Maastrich, la UE podría adoptar como un todo esta política de devaluación, y esto implicaría una serie de inconvenientes como he relatado anteriormente, pero se lograría en bloque ese aumento de productividad y competitividad. Pero esto perjudicaría, también y en bloque, a todos los grandes fondos y fortunas acumulados en euros, que pasarían a devaluarse frente a otras fortunas en otras divisas. Así que, y siempre con el espíritu de no perjudicar al posesor de acumulación de dinero, han elegido abordar otras formas de "devaluación".

La devaluación, ya no hecha al conjunto de los usuarios de la moneda para no perjudicar a los grandes posesores  y propietarios, ha de hacerse individualmente a los usuarios pequeños, los trabajadores y clase media, en sus asignaciones de dicha moneda. Por ese lado eran imprescindibles para cumplir la agenda aberraciones como la Reforma Laboral en España o las continuas devaluaciones de salarios sufridas en países como Grecia o Portugal.  Si el Euro sigue valiendo lo mismo para gozo de las grandes fortunas y acumulaciones, han logrado con estas medidas que la asignación nominal de dichos euros hacia la clase asalariada se reduzca y por tanto cuadrar el círculo y aumentar la competitividad del sistema sin perjudicar a los grandes propietarios, entidades financieras  y empresas que manejan la mayor parte de la acumulación.  Esta política, salvaguardar al posesor de acumulación ocioso en muchos casos y parásito (a través de intereses y dividendos) siempre en detrimento de la clase trabajadora asalariada, es sencillamente antieconómica y suicida, y de ahí que no esté realmente dando resultado alguno sino todo lo contrario. Si una devaluación monetaria afecta a ricos y pobres respecto al exterior, al menos mantiene un equilibrio relativo en el interior de la economía en cuestión. Lo que se ha hecho, lo que se está haciendo en Europa, es sencillamente salvar a los ricos a través del apuntalamiento del Euro  a toda costa, y sacrificar a la mayoría de la población y sus condiciones de vida y trabajo vía reducciones directas y nominales sobre sus salarios, algo casi impensable hace apenas una década.  Esto, también se puede ver empíricamente, se traduce en unas desigualdades crecientes a lo largo de toda Europa aunque se esté notando más por ahora en países con una desigualdad inicial más grande (como la propia España, Portual o Grecia, recién salidas en términos relativos de tres dictaduras que amasaron la propiedad en bastantes pocas manos) y más sujetos a las exigencias de la troika por ahora, pero con el tiempo se irán trasladando al resto de Europa, incapaz de reaccionar atada como está de pies y manos por los intereses del capital-dinero y la relación de este y sus posesores con el euro.

Por último, hay que entender en este esquema cuál es el papel de las oligocracias locales de los países afectados y por qué aceptan este estado de cosas. Básicamente esto se da por dos razones , en primer lugar   las oligocracias locales son también grandes posesores de capital dinero, euros en este caso,  y por tanto por intereses de clase no les interesa para nada una salida del euro que pudiese suponer pasar a una moneda local que se depreciase y pudiese suponer una caída del 30 o 40% de su capacidad adquisitiva "internacional". Pese a los discursos salvapatrias y envolverse en la bandera, las oligocracias defienden al país solo en cuanto tienen el control de él y siempre que no les toque el bolsillo. En este caso se lo tocaría, y por lo tanto las oligocracias y partidos de derechas que las suelen representar están enroscadas/os en torno al euro como una boa constrictor.  Por otro lado hay un hecho muy evidente y es que hay un punto de coincidencia de intereses entre el capital financiero y el capital industrial tradicional, y este es la reducción del porcentaje de renta que se va a pagar al factor trabajo en detrimento de sus beneficios.  En este sentido, las oligocracias como grandes propietarias y gestoras directas o vía acciones de las grandes empresas de un país (y si es empresa pública se trata de privatizarla para dominarla también) tienen el máximo interés en bajar los sueldos y restringir los derechos de la clase trabajadora. La crisis y la posición europea frente a ella y en torno al euro, por tanto, les han servido estupendamente para modificar estos sueldos y condiciones, especialmente en los países del Sur con una población con menos reflejos y unos marcos laborales donde se sacrificaba salario por estabilidad y ahora le han recortado uno sin ampliarle la otra sino todo lo contrario. Este marco de crisis, por tanto, les viene bien para realizar su proyecto nacional en manos de la oligocracia local, y de paso privatizar y poner en sus manos los restos de un estado del bienestar que nunca estuvo al nivel de otros países pero que les irritaba como obstáculo a su control no solo de la educación de las nuevas generaciones sino también al poder hacer beneficios con salud, pensiones, servicios públicos etc.

Todo este entramado maquiavélico de intereses comunes entre las diversas oligarquías (financiera, empresarial, grandes posesores de capital dinero) y sostenido y mantenido por el Euro y su configuración y control actual (BCE, banca privada) impiden e impedirán un tipo de solución como se está aplicando ahora mismo en Japón y Estados Unidos con considerable éxito. El gran drama para la población europea es que este entramado de intereses está bloqueando la salida de la crisis, y se requeriría una serie de acontecimientos y voluntad política casi imposibles para desbloquear este cerrojazo en el que han convertido Bruselas y sus lobbies la economía y política europea.  Drama aumentado porque, como se lleva años ya viendo, ni Bruselas ni la UE tienen una salida real a la crisis, atados como están de pies y manos y encadenados por el euro a los intereses de unas "selectas" minorías.   En los pueblos de Europa está, y en ellos deben encontrar, la manera de dar la vuelta a esta situación y que sean los intereses de las mayorías las que primen de nuevo sobre la política económica.

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