Acaban los exámenes (culpables de que no me haya pasado por aquí) y después de estudiar hasta cuando debería estar durmiendo, una vez acabados estos, en el momento que me tendría que relajar y ponerme a jugar algo, a dejar de estar agobiado y volver a disfrutar de los videojuegos, no tengo ganas de seguir jugando como venía haciendo antes.

Hasta las semanas en que podía darme el gusto de jugar con mis consolas, venía disfrutando la maravillosa aventura plataformera de Super Mario Galaxy 2, mi regalo de reyes. Poco más de un año después de acabar la primera parte (que completé al 100%) volvía a seguir gozando con los, según metacritic , mejores juegos de Wii; esta vez con la segunda parte.



Pero durante esta última semana no tuve ganas de ponerme con la Wii. Hice lo que hasta hace unas cuantas semanas veía imposible, volví a jugar online. En los últimos meses sólo estuve jugando juegos de aventura, nada online. Sentí (y sigo sintiendo aún) que no hice del todo bien al pagar un año de Xbox Live Gold, ya que lo usé durante los primeros 4 meses y luego apenas me metí alguna que otra vez. Y probablemente no debería hacer más que jugar aventuras, que es lo que más me gusta y de las que tengo tantas por disfrutar aún.

Ahora me veo enganchado nuevamente con el PC en Steam, esta vez no por Counter-Strike, que jugué por última vez exactamente el 31/12/2010, ya que el vicio hacía que me pasara noches en vela jugando, sino por Team Fortress 2, el que yo considero el mejor juego  cooperativo por equipos de la historia y que engancha tanto o más que el primero. A mí que me encanta jugar en equipo -siempre fui de lo peor en el Counter- me parece el juego ideal para colaborar, ya que si no lo haces poco podrás hacer.



Cada vez lo veo más claro, todo depende del momento que uno viva para que le apetezca jugar más a un juego que a otro, estar más tiempo con una plataforma u otra, incluso ver a una consola como la peor/mejor y luego no verlo tan así. O al menos eso es lo que me pasa a mí.