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Publicado: 22:28 13/05/2011 · Etiquetas: · Categorías:
Imagina que te levantas una mañana, te miras al espejo y observas atónito cómo te has transformado en un langostino de cintura para arriba, proporcionado a tu tamaño. Esa misma mañana tienes un examen de Bioquímica aplicada, el cual llevas estudiando semanas, incluso meses, por lo que no puedes ausentarte bajo ningún concepto. Pero claro, tu aspecto de crustáceo te imposibilita salir a la calle. Es entonces cuando empiezas la operación camuflaje. Te enfundas una gabardina, recoges las antenas para encajarte el bombín, te pones las gafas de sol y un bigote de pega.
Sales a la calle, y llegas al campus sin mayor problema. Una vez en el aula te das cuenta de que tus tenazas te impiden coger el boli. Justo en ese momento tus antenas se despliegan tirando el sombrero, tu piel resbaladiza y contornos amorfos hacen resbalar la gabardina, y el perímetro craneal hace caer el bigote y las gafas. Con tu cuerpo de langostino al aire, y ante la mirada atónita de la clase, te decides a dar una explicación, pero pronto te das cuenta de que careces de cuerdas vocales, y todo esfuerzo es en vano. Y ante tal hallazgo, también hilas que tu capacidad intelectual es la de un crustáceo, por lo que todos estos razonamientos son impropios e imposibles, incluso los de la reflexión sobre la propia existencia. Es entonces cuando desfalleces, asfixiado y con la mirada perdida, clamando para los anales de la historia: Xevame a casa. Por: Laguna_28 |
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