Dirigida por Alfred Hitchcock en 1959. Segunda película que veo de este señor (tras La ventana indiscreta) y no puedo esperar a ver la tercera. Parece mentira que grabaciones con montajes de hace 50 años puedan sumergirte y mantenerte en tensión de forma tan alta. Ya no sé con seguridad si de verdad es lo que transmiten estas películas o estoy adquiriendo cierto fetichismo tonto hacia lo maravillosamente rancio alejado del presente. Quizás sea la supuesta maestría de Hitchcock y otros hombres de antaño o quizás sea la personalidad y presentación de la cinta. No lo sé, pero poco importa mientras me divierta.

En esta ocasión me encuentro con un argumento más común. Roger (Cary Grant) es un James Bond cualquiera atrapado en el cuerpo de un hombre de negocios. La mala suerte quiere que le confundan con una persona bastante perseguida y se vea envuelto en un tira y afloja a tres bandas con criminales, autoridades y más autoridades. En ciertos momentos me recuerda a "Quemar después de leer" de los Coen, pero bastante más plana y menos enrevesada. Ciertas cosas se destapan demasiado pronto, aunque si hay otras que tardan un poco más. Roger piensa, corre y mueve ficha, pero siempre se le adelantan, siempre le vigilan. La inteligencia, la persistencia y la suerte sus mejores armas. Cuando tu cara aparece en todos los carteles del país hay que saber pasar desapercibido.

Podríamos decir que pasa por una película palomitera cualquiera de la época. Tiene todos los elementos: disparos, persecuciones, explosiones, infiltración, romance (con una sensual y peligrosa Eva Marie Saint)...

En el momento en el que el protagonista llega a una parada de autobús en no sé qué carretera comarcal ya sabes, hayas visto la película antes o no, la escena que te vas a encontrar. Momento clásico y homenajeado hasta la saciedad. Pero el que no conocía era el más cercano al final sobre ciertas cabezas. No pude evitar una sonrisa pensando en Family Guy y cierto capítulo con Mel Gibson.

En resumen, una película para todos los públicos con la adicción y con los momentazos que el señor director sabía preparar.

Ustedes, señores, no intentarán en serio matar a mi hijo, ¿verdad?

Dirigida y escrita por Luc Besson en 1994. No puedo hacer otra cosa que aplaudirle porque ni sobra ni le falta nada.

Léon (Jean Reno) es un asesino a sueldo, de los mejores. Limpio, rápido y silencioso. Casi nunca ha tenido a nadie en su vida más allá de su mentor y no parece haberlo necesitado. Vive de una forma sencilla y no le gustan las complicaciones. Mathilda (Natalie Portman) es una niña valiente y desvergonzada que ha tenido la desgracia de caer en mala familia, pero aún así resiste y no pierde el espíritu.

El destino quiere que acaben juntos formando una de esas parejas especiales en esto del cine. Una relación de amistad, dependencia y trabajo. Una relación que evoluciona con el paso del tiempo y te atrapa, tanto por la forma de abrirse de Léon, como por el desparpajo de Mathilda (no sé si es que Natalie Portman era mejor actriz con 13 años o es que no la he visto en suficientes películas, pero está espectacular).

La película, mucho más allá de esa relación, es una sucesión impresionante de momentos mágicos de acción y tensión con escenas de violencia explícita acompañados de una gran banda sonora y grabados de una forma magistral.

Ni mujeres ni niños, esa es la norma.

Dirigida por Emile Ardolino en 1987.

Hay veces que deberiamos dejar que las cosas queden en la memoria más lejana. Allí están bien. Ese pequeño rinconcito donde miramos y sonreimos. Y Dirty Dancing no debería haber salido de allí.

Argumento mal ejecutado, avance de la trama a trompicones, situaciones y diálogos pésimos y poco creible en general. No merece la pena ni gastar teclado escribiendo.

Si no me arrepiento de haberla visto es porque las escenas de baile en su estilo son míticas, divertidas y morbosas. Esa pasión por el movimiento y el roce sin verguenza alguna, esa gran banda sonora... Los personajes y relación de Patrick Swayze y Jennifer Grey (en wikipedia me he tenido que enterar que en Friends era Mindy) también tienen su punto. Precisamente por esas dos cosas tiene fama, dudo que por algo más.

El héroe es ágil, fuerte, valiente, gracioso, despreocupado y afortunado. Sospecho que hasta huele bien después de tres horas corriendo por la selva. Si hay un desprendimiento siempre llegará a agarrarse a la última esquina de la roca. Si hay un intercambio de balas contra treinta enemigos las coberturas hacen magia, no hay problema. Si llegado el caso, el héroe no puede valerse por si mismo, una bella mujer conseguirá salvar su vida en el último segundo. Siempre en el último segundo, ni antes ni después.

En la vida real Nathan Drake habría muerto a los dos minutos de empezar Uncharted. Si no hubiera sido una bala incrustada en lo más profundo de su cerebro, habría sido un misil o una granada que le habría desmembrado por tres sitios y hubiera esparcido sus tripas por el suelo, la hierba y los árboles cercanos. Y el héroe dejaría de ser ágil, fuerte, valiente, gracioso, despreocupado y afortunado, y allí quedaría para alimentar a la fauna.

Pero Naughty Dog no vive de eso, y la industria palomitera de Hollywood tampoco, por lo que haremos la vista gorda y dejaremos que se ganen el pan. Además, llegas a cogerle cariño a los personajes. Son simpáticos.

Es genuino el protagonista que no quiere salvar el mundo, solo enriquecerse. Muchos nos sentimos identificados. Yo al menos soy egoísta, incluso más que Drake. Para ello hay que tener pistas y viajar por los lugares más remotos y hermosos del mundo buscando templos y castillos entre selvas y montañas, donde se esconden otros templos, y dentro de ellos secretos, y tumbas, y otros secretos, y más tumbas de nuevo. Y al final del todo, cuando ya estamos hasta los huevos, accedemos al contacto con el objeto más legendario, al que muchos personajes históricos intentaron acceder.

Poco hay que decir sobre Uncharted y sobretodo sobre Uncharted 2 en cuanto al apartado visual, es deslumbrante. Variedad y excelencia. Sudamérica, Asia, ciudades modernas en guerra, ciudades antiguas inundadas, ciudades legendarias, templos, cuevas, poblados alejados de la civilización moderna... Detalles enfermizos de lejos y de cerca. Cada baldosa tiene su grabado, cada mosaico su forma, cada estatua su tacto, cada estructura su desperfecto... Un viaje maravilloso que realmente te invita a apagar la consola, coger la mochila y partir. Cuando Drake despertó y salió de la cabaña, creí haber respirado el aire puro del Tibet.

La mecánica es fácil de resumir. Escóndete, apunta, dispara, de vez en cuando golpea o pilla desprevenido y salta. O simplemente pulsa el botón de saltar, que lo demás ya lo ponemos nosotros, no sea que te hernies. Los juegos incluso en el modo difícil no suponen ningún reto de habilidad. Quizás algún jefe final tengas que repetirlo más de cinco veces, pero poco más. Los puzzles más que quererte hacer pensar parecen querer añadirle minutos de más al juego. Los que tardas en mover las piezas correspondientes.

Un chute peliculero de acción y emoción con situaciones épicas muy chulas y un ritmo acelerado sobre una base demasiado sencilla. Entretiene al respetable.