Dirigida por Joe Wright en 2004 como una de tantas adaptaciones de la novela de Jane Austen.

La mayor preocupación de una madre genérica de familia modesta del S.XVIII es encontrar un marido para sus hijas. No por felicidad ni por amor, sino por supervivencia, estabilidad y bienestar. Lo que se dice enlaces de interés. La mayoría de las hijas de la Señora Bennet no tienen ningún problema en ver el matrimonio de esa manera, sobretodo si se trata de un supuesto con porte y solvencia.

Sin embargo, hay una que no comparte esa forma de pensar. Elizabeth Bennet es una mente libre, que no se guia por los patrones sociales y que no dudaría en acabar sola si no encuentra a alguien que le aporte algo más que una vida fácil. El ojito derecho de su padre, el patito feo para su madre. Con personalidad, capacidad de diálogo, desparpajo, ingeniosa y completamente desvergonzada. Tantas hipnotizantes cualidades bajo la piel de Keira Knightley, con su rostro angelical y su cuerpo menudo. Sorprendiendo gratamente para la consideración que le tenía.

Por otro lado, entre los diferentes pretendientes y hombres cercanos a la familia por distintas circustancias, se encuentra un hombre de alto nivel, cerrado, serio, desagradable, orgulloso. Al menos en apariencia. El señor Darcy (Matthew Macfadyen) confiesa que no domina la habilidad de entablar conversación con personas que acaba de conocer, y eso es algo que muchas veces nos puede llevar a juzgar a alguien precipitádamente y hacernos perder una conexión más profunda.

A partir de ahí, una balanza de orgullo y prejuicio en continuo movimiento lleva el hilo del argumento con la vida social, el lujo y la diferencia de clases como trasfondo.

Quizás la idea original se resiente un poco con el formato película y personalmente echo de menos más situaciones y diálogos para conocer a algunos personajes. A parte de eso, poco se puede reprochar. Dirección, fotografía y banda sonora que enamoran y no te dejan pestañear, a pesar de ser una historia sin grandes sobresaltos o momentos lo suficientemente críticos. Da pena que se termine. Suele pasar cuando no tienes expectativas y una gran atmósfera te envuelve.