Publicado: 21:41 19/11/2015 · Etiquetas: · Categorías:
—Nobles señores —exclamó—, ¿hay alguien aquí que recuerde a ser Arlan del Árbol de la Moneda? Yo fui su escudero y servimos a más de uno de los presentes.
Comimos en sus mesas y dormimos en sus salas —en la fila superior vio a Manfred Dondarrion—. Ser Arlan fue herido al servicio de su padre —lejos de prestarle atención, el caballero dijo algo a la dama de al lado y Dunk no tuvo más remedio que seguir— Lord Lannister, en cierta ocasión ser Arlan lo derribó en un torneo —el León Gris se miró los guantes, sin intención de levantar la vista—. Era un hombre bueno y me enseñó las artes de la caballería. No sólo la espada y la lanza, sino el honor. Decía que los caballeros defienden a los inocentes. Es lo único que he hecho. Necesito a otro caballero que luche de mi lado. Sólo uno. ¿Lord Caron? ¿LordSwann? (...) —Yo lucharé en el bando de ser Duncan. (...) El príncipe Baelor sonrió casi con tristeza. Dunk vio que entre los acusadores reinaba el desconcierto. El príncipe Maekar espoleó su montura. —¿Perdiste el juicio, hermano? —señaló a Dunk con un dedo cubierto de malla—. Este hombre atacó a mi hijo. —Este hombre —replicó el príncipe Baelor— protegió a los débiles, como es el deber de cualquier caballero que se precie. Que decidan los dioses si tuvo o no razón. Tiró de las riendas para girar el descomunal caballo negro de batalla de Valarr y trotó hacia el sur del prado. Dunk lo siguió a lomos de Trueno y los demás defensores se congregaron alrededor: Robyn Rhysling, ser Lyonel y los Humfreys. “Excelentes caballeros, pero ¿serán bastante buenos?” 0 comentarios :: Enlace permanente
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