Publicado: 16:42 26/05/2015 · Etiquetas: · Categorías: TODO VIDEOJUEGOS
La saga Splatterhouse llevaba flotando en la tierra del olvido durante casi dos décadas, hasta que tras su tercera parte para Megadrive, salió en PS3 y 360. Ante una situación tan excepcional, no podemos alejar nuestra mente de otros renacimientos de sagas vetustas que no han honrado como debieran a sus predecesores (Golden Axe, Duke Nukem...). Más que por su calidad, el título primigenio de 1988 será recordado por sus niveles atestados de terror y vísceras. Salvajismo ilustrado, algo realmente fresco en tiempos en los que la censura solía ganar la batalla a estos "experimentos", y aunque influyó en aspectos como su distribución, no logró hacerlo desaparecer ni mucho menos. Esta revisión de la recreativa de Namco nos ofrece una historia y un estilo de juego muy fiel a ella, pero adaptada de forma magistral a los nuevos tiempos que corren. Si alguien quiere comprobarlo el disco nos ofrece un auténtico detallazo, como son las tres entregas totales de la saga, aparecidas en 1988 (arcade), 1992 (Megadrive), y 1993 (Megadrive). Nada de descargables de pago, aquí se accede a tal contenido de forma desbloqueable, avanzando capítulos de la aventura. Cómo debe ser. La historia a pesar de ser medianamente simple, no quiere decir que sea ni aburrida, ni que se haya metido con calzador. Cada capítulo de los doce totales, nos acercará un poco más a la personalidad de nuestro enemigo principal, a la del protagonista, y como no; a la de la siniestra máscara que al llevar en nuestro rostro provocará que Rick se convierta en el líder de un monstruoso genocidio con tal de rescatar a su bien dotada parienta. Buena prueba de ello serán las fotos que podremos ir coleccionando al encontrar sus trozos en los niveles, y que harán las delicias de los jugadores más salidos. Técnicamente destaca en el sonido. Tanto los efectos, como la banda sonora, gozan de gran calidad. El Heavy Metal consigue provocar un incesto musical en un ambiente salpicado por salsa de tomate y tropezones, sólo que en este caso, el hijo no sale tonto. A pesar de la extremada brutalidad de los combates, se ha suavizado el componente gore a base de unos gráficos similares a los de Borderlands, en los que el realismo le deja el sitio a un filtro gráfico cercano al cómic. Eso sí, los desmembramientos, ejecuciones, hachazos, escopetazos a bocajarro; no faltarán. Jamás ha sido tan gratificante arrancar directamente por la cavidad anal, los intestinos a un ser aberrante y deforme de gran tamaño. Jugablemente debo decir que muestra las dos caras de la moneda. Un sistema sencillo tanto de ataques como de experiencia, se abrazan con un planteamiento de los más lineal. Tira hacia delante y mata todo lo que te salga al paso. Una de las grandes virtudes de Splatterhouse, es que en prácticamente ningún momento se hará monótono. Y eso es excesivamente meritorio en una aventura así, se ha sabido combinar francamente bien la duración, con la simpleza del desarrollo, con la ajustada dificultad (ni es un reto muy marcado, ni es sencillo), y con homenajes a sus entregas pasadas, ya perdidas en el término "retro". No me refiero únicamente a ciertos detallitos gráficos, sino a ciertos segmentos de los niveles que se tornarán en dos dimensiones, como en las aventuras de recreativa y Megadrive. Eso sí, olvidando su alarmante dificultad, aunque manteniendo ese salto tan mediocre que nos respondía el bueno de Rick al pulsar el botón. Además se ha incluido un modo de juego en el que sudaremos para acabar con hordas de enemigos en un escenario de la propia historia principal (previo desbloqueo), y algunos extras como poder seguir la interesante historia de nuestro enemigo, el Doctor West, a través de las páginas de su diario. Ni falta nada, ni sobra nada. Sabor añejo en una aventura que convierte la simpleza, en un auténtico homenaje al género del "hack and slash" más grotesco de la generación. |
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