Un repaso a mi vida videojueguil (1/3)

En ésta entrada (la primera de las tres totales), trataré por primera vez un tema 100% personal sobre videojuegos. Como dice el título, intentaré resumir lo que ha sido para mí ésta forma de ocio, repasando las consolas, videojuegos y anécdotas más influyentes en un periodo de casi 15 años. Todo comenzó aproximadamente en 1995:

Mis padres por aquel entonces estaban juntos, y yo a los 5 años era el rey de la casa. Era muy inquieto, me encantaba toquetear cualquier botón con el que me topaba, en cualquier lugar. Mi padre me metía unas buenas broncas por ello (por ejemplo cuando fastidié el horno por tocar donde no debía), pero si hay alguien al que debo agradecer haber vivido tantas experiencias en un mundillo tan enorme como el de los videojuegos, es a él. Simplemente un día me dió por fijarme en un extraño aparato parecido a la TV en el que se pasaba su tiempo de ocio, pero saltaba a la vista que era muy distinto. Se trataba de un viejo PC (Inves), con sistema operativo MS-DOS, del año 1990, con 40 Mb de disco duro, y unos cuantos Kb de RAM. La torre estaba adosada a la parte inferior del monitor y los videojuegos funcionaban a disquetes, que al fin y al cabo es lo que nos importa ahora. A tan tierna edad, lo que manejaba más o menos con acierto eran las plataformas en 2D. Tetris, Sim City, Civilization, Stratego, Gunship 2000 eran demasiado complejos para un niño tan pequeño como yo, pero gracias a mi imaginación me tragué muchas horas de juego de mi padre. Cuando mejor me lo pasaba era al aparecer el monstruo en el Sim City y destruía su ciudad, o cuando le reventaban el helicóptero en el Gunship y ver como la desesperación se apoderaba del viejales. Eso sí, una década más tarde los disfruté tras un arrebato retro-nostálgico que ya explicaré más adelante.

Aquí podeís ver el monitor, que todavía conservo por su valor nostálgico:





Con las aventuras gráficas Monkey Island e Indiana Jones Fate of the Atlantis disfruté a pesar de no manejarlas, ya que con las coloristas imágenes, y que Freddy (que así se llama mi progenitor) me iba contando la historia, me fui familiarizando con ellas. Pero los primeros a los que me dediqué en solitario fueron los plataformas Dangerous Dave, Prehistorik 2, Mystic Towers, Dark Ages, Secret Agent, Lamborghini American Challenge, Arkanoid RoD (del que mi padre llegó a hacer un 80% de la puntuación mundial según el libro Guinness), PGA Tour Golf, Pang, Bomberman, Snipes y algún otro que hay por ahí y no me acuerdo del nombre (uno de coches en unas básicas 3D en las que había un todoterreno granate que no corría una mierda con editor de circuitos). De algunos de éstos hice análisis hace un tiempo, están en la parte inferior de la lista de destacados, a la derecha. Cómo anécdota de sufrimiento os cuento que por no comerme unas lentejas (las odiaba), me castigaron sin tocar videojuegos durante 6 meses, toda una crueldad. Lo que no se esperaban es que me apunté todos los códigos que hacían falta para poder arrancar los juegos, y cuando me quedaba sólo en casa le daba al vicio. Menos mal. Que recuerdos me trae aquella pantalla negra, muy parecida a la consola de Windows.







Dark Ages, Secret Agent y Mystic Towers, los tres plataformeros, eran versiones shareware (una especie de una duración suficiente como para considerarlo juego completo). El Dangerous Dave no fui capaz de pasar de la octava pantalla de las diez que tenía. Pang, Bomberman, Arkanoid RoD y Snipes fueron mis arcades, los dos primeros conocidos por todos, el Snipes era muy simple, te soltaban en un laberinto 2D y tenías que acabar con unos pequeños personajillos que te lanzaban flechas. Si no se destruían sus "casas", salían progresivamente, lo que en dificultades altas se volvía un infierno de cientos de bichitos. El de golf era complicado, había que calcular unos cuantos factores y ser muy hábil para hacer buenas puntuaciones, pero se me daba bastante bien. El Prehistorik 2 no paré hasta pasármelo unas cuantas veces (incluso antes que Freddy), mientras que el Lamborghini me obsesionó de tal forma con las carreras ilegales y las apuestas que terminé organizandolas por mi pueblo en la realidad (en bici). A los 7 años más o menos sufrí un accidente en la bici y se me clavó el freno del manillar en el muslo, lo que me dejó una cicatriz bastante gorda. Ahora me río cuando estaba en el suelo sangrando, y vino uno de los participantes donde mí. En vez de ayudarme me dijo con la voz entrecortada la palabra "toma", mientras me dejaba caer una moneda de 100 pesetas que habíamos apostado. Si le hubiera ocurrido a otra persona, el juego habría sido perseguido por los supuestos moralistas que piensan que Doom fue el causante de la masacre de Columbine. Aquí otras tres fotillos, una de ellas de una partida al mismo juego de golf, donde se ve una clasificación, os aseguro que es una hazaña ir así en éste título, pero la captura es de hace año y medio en un PC actual (aunque eso no quita el mérito, que conste xD):







A pesar del catálogo del que gozábamos (que triunfó en clase de informática de 2º de primaria al darme permiso el profe para llevarlos), un buen día encontré en uno de los atiborrados armarios de mi hogar una máquina bastante rara, asi que la cogí y le pregunté a mis padres. Mientras escribo éstas líneas la estoy mirando con los mismos ojos de emoción de entonces, resultó ser una consola tipo Pong, de esas que traían en memoria dicho juegos más otras cinco modificaciones de él. Eso sí, la pistola no estaba por ningún lado (se usaba para disparar a un cuadrado a lo Duck Hunt). Mis padres de vez en cuando me acompañaban en la partida, que controlábamos con un mando que se giraba para mover la "pala". A pesar de su sencillez fue divertido, y el último día que jugué con ella estalló el enchufe en el que estaba conectada.

Aquí os la muestro, aunque ya lo he hecho anteriormente:



Para terminar con ésta primera parte de las tres en las que tengo pensadas contaros mi vida de jugón, toca hacer un repaso por una de esas consolas que traen en su memoria unos cuantos videjuegos clónicos de generaciones pasadas. Iba todo contento a jugar con mi mejor amigo por aquel entonces cuando me lo encuentro pegado al televisor echando unas partidas. Jugamos juntos durante un tiempo, suficiente para llegar a mi casa y ponerme pesado con mis papaítos para que me la compraran. En el día de mi cumpleaños me llegó el paquete en el que se encontraba, que desenvolví con gran emoción. Al conectarla en la TV tras sintonizar el canal para poder verlo, sentí mi primer orgasmo videojueguilmente hablando de mi vida.







¡Cuarenta juegos para mí solito! Más o menos era una lista formada por joyas arcade de la NES y unos poquitos de 16 bits. Mis mejores ratos los pasé con el multijugador cooperativo (adivinad con quien) al Battle City, con un Mortal Combat inferior al original, uno de fútbol de vista aérea en cuyo título rezaba la cifra 2004 cuando debíamos estar en 1998, Circus Charlie o Mappy. El Galaga también fue un vicio importante junto a su hermano Galaxian. Luego estaban los míticos Bomberman, Duck Hunt, Pacman, uno de Fórmula 1 que me divirtió unos días y otro de aviones que le encantaba a mi padre, lo volvía loco, en el que había que destruir barcos y aviones disparándolos de forma parecida al Super Thunder Blade de Megadrive. Me divirtió mucho durante dos o tres años, separándose mis padres en ese periodo. Aquí doy por finalizada ésta parte de mi vida jugona, porque la siguiente comienza con la que posiblemente haya sido la adquisición más importante de mi vida, fue en el año 2000...

AÑADIDO: Como información adicional a lo contado, os dejo los anteriores análisis que hice de alguno de mis primeros juegos en probar por si os interesa:

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Continuará.