Resulta paradójico que a medida que Nintendo va implementando más interfaces de control (digital, analógico, voz, movimiento, táctil…) en sus consolas, va mermando el control del juego al jugador.

N64 supuso la estandarización del control analógico en los videojuegos y con ello nos ofreció un control absoluto de la cámara. Podíamos jugar con una perspectiva casi cenital, una lateral como un plataformas 2D o con una trasera que nos permitía ver qué teníamos enfrente. Visto en perspectiva se puede considerar la cumbre en cuanto a libertad para el jugador.

En Wii agregaron como estándar el control por movimientos y el puntero, lo que supuso muchas más posibilidades de juego, pero empezamos a ver que los juegos ofrecían menos posibilidades de control más allá del personaje. Mario Galaxy apenas dejaba el control manual de la cámara.

Con WiiU hemos llegado al paso siguiente. En Splatoon disfrutamos de un control que une el control analógico, por movimientos y el táctil. Pero ¿dónde nos quita el control?

Mario 3D World es un gran juego, pero se aleja en gran medida de la libertad que siempre ha caracterizado a los juegos del fontanero. Es un "to palante" en la mayoría de los niveles.

Y ya no es un tema de cámara, es de decirnos cómo hemos de jugar, es un tema de "a qué", "dónde", "cómo" y "cuando". Splatoon muchas veces da la sensación de tener un juego que no es tuyo.

Mientras uno espera la partida online no puede hacer nada, ni salir ni cambiar el armamento. Sólo mirar. Tampoco se pueden elegir los compañeros de equipo. Ni siquiera los escenarios, que están preseleccionados según el modo que se elija.

Durante el splatfest, sólo se puede jugar online a este evento y con una prenda preasignada, que según los potenciadores que toquen, puede lastrar a unos y engrandecer a otros.

También resulta molesto que al arrancar al juego y cada dos horas, Mar y Tina interrumpen sin posibilidad de ser interrumpidas para comunicar los cambios en el juego online.