Durante el periodo comprendido entre 1940 y 1945, los Nazis tuvieron a Noruega bajo su control. Por aquella época, uno de los programas que las SS tenían en práctica era el llamado Lebensborn (traducido como 'fuente de vida') con el cual pretendían expander la llamada raza aria. Este proyecto fué creado en 1935 por Heinrich Himler, el jefazo de las SS, pensando sobretodo en la caida de la natalidad en tierras alemanas. Según ellos, "ningún niño de raza aria, debería quedar sin nacer" y para ello incluso ofrecian tanto ayudas económicas como materiales a las nuevas madres.
Noruega en este aspecto era un caso especial. Normalmente se prohibía a los soldados alemanes relacionarse con extrangeros, pero en el caso de esta tierra, todo fué muy diferente, ya que Himmler admiraba la sangre vikinga de los Noruegos. Por ello, animaba a los soldados a tener descendencia con mujeres de allí, debido a que incluso se les consideraba mujeres de raza aria pura.
Heinrich Himmler
Desde un principio, a los niños y a sus madres que formaban parte de Lebensborn, se les rechazaba. Pero lo peor fué cuando los alemanes perdieron la guerra, y todo este proyecto se quedó sin fondos. A causa de esto alrededor de 14.000 mujeres fueron utilizadas en trabajos forzosos y muchas de ellas también violadas por los propios Noruegos. Las ansias de venganza del pueblo, llevó a hacer un blanco de esas "putas de los alemanes" y los "mocosos nazis" o "niños de guerra".
Obviamente todo esto no acabó aquí. Los niños acabaron siendo abandonados en orfanatos, donde se les maltrató de todas las formas posibles. A algunos se los encerraron diciendo que eran retrasados mentales, por ser hijo de un alemán. Casi ninguno fué adoptado y la mayoría de niños no abandonaron su orfanato hasta la mayoría de edad.
Durante toda su vida pasearon con la marca del nazismo y del desprecio, siendo acosados en la calle y marginados en la escuela. En algunos casos incluso estos niños han relatado con detalles como los maltrataban. Por ejemplo en el orfanato de Bergen los sacaban a pasear para que la gente los insultara, les escupiera. Niños que fueron obligados a vivir en una pocilga o que incluso fueron rociados de ácido para borrar su olor a nazi.
Incluso el gobierno de Noruega, al finalizar la guerra, consideró el deportarlos más de una ocasión. Primero a Alemania y luego a Australia, pero en ninguno de las dos ocasiones se le fué permitido por los aliados. Poco a poco la cosa se fué enfriando y también olvidando, pero estos niños todavía siguen con los estigmas de toda aquella época y gracias a las denuncias que han hecho, han conseguido que el gobierno les compense con cifras de entre los 2.500 y los 30.000 euros. El año pasado, el Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo descartó el caso al considerar que había pasado demasiado tiempo. Supongo que el maltrato y las secuelas posteriores no fueron tomadas en cuenta, pero lo que es seguro es que ningún niño nace culpable.
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Es una historia triste, pero hazme un guiñito.
¡Gracias!