Después de todo lo invertido, después de toda la ilusión creada, después de parecer que en algunos momentos las cosas iban bien, hemos llegado casi al mismo punto en el que estábamos hace un año. Eliminados en Copa por el Alcorcón, eliminados en octavos de Champions y derrotados en los dos partidos contra el BarÇa. Desilusión y desánimo son sentimientos dominantes. No sé qué pasará al final de la Liga, que pinta azulgrana, pero la sensación actual es muy cercana al fracaso.
El partido de ayer frente al BarÇa fue determinante. El Madrid es un equipo en construcción que resulta bueno para andar por casa, pero que no ha sabido superar sus obstáculos importantes y que hoy día está algún escalón por debajo del BarÇa. Así de claro y así de duro. No se puede negar la evidencia.
El BarÇa le superó en el Bernabeu en todos los apartados: juego colectivo, circulación de balón, presión y talento. Y en todas las líneas, en defensa, ataque y sobre todo en creación y organización de juego. El BarÇa con su estilo sabe siempre a lo que juega. El Madrid no lo tiene nada claro. Estuvo a merced de su rival por su escaso juego colectivo, por el mal partido de varios de sus jugadores y por un penoso centro del campo. El centro del campo del Madrid fue prácticamente solo Xabi Alonso, en misión imposible para atender todos los frentes. Gago volvió a ser el jugador inútil de principio de temporada, Van der Vaart inoperante y manifestando sus limitaciones y Marcelo desordenado y caótico, a veces incisivo, a veces perdido. Con este centro del campo no hay futuro.
La defensa tampoco tuvo un gran día con unos centrales a los que faltó cintura y conexión y un Sergio Ramos que jugó todo el partido sobreexcitado y atropellado.
Arriba resultó difícil hacer gran cosa (a pesar de que hubo algunas ocasiones), por la falta de conexión y fluidez de las líneas y la ausencia de creación. Cristiano intentó mucho y se fue diluyendo poco a poco e Higuaín dejó muchas dudas de su entidad para afrontar retos de envergadura.
Pellegrini no ha conseguido mejorar el juego colectivo (el Madrid jugó peor que en el partido de ida), no ha conseguido dar un estilo al equipo y ayer volvió a estar desconcertante en alguno de los cambios, aunque el partido ya estaba prácticamente sentenciado.
El partido de ayer fue la gran oportunidad perdida por el Madrid para dar un golpe de autoridad y sirvió para demostrar a todo el mundo la actual autoridad del BarÇa.
Para competir con el BarÇa hay que trabajar mucho más y mejor de lo que pensábamos hasta hace poco.