La semana pasada saltó la polémica con un articulo del prestigioso New York Times en el que se nos informaba que Nintendo de América había decidido no permitir el lanzamiento de un juego para su portátil Nintendo DS. El juego responde al nombre de Imagination is the only escape y nos pone en la piel de un niño judío durante el holocausto nazi. Con esta temática de fondo, no han sido pocas las personas e instituciones que han comenzado una campaña en contra del juego sin, ni siquiera, permitirse el lujo de informarse. El responsable del juego, Luc Bernard, ha tratado de defender el valor didáctico de un juego que ha definido como "una mezcla entre La lista de Schindler y Alicia en el Pais de las Maravillas" y ha tratado de calmar las críticas recomendando que esperen a jugarlo para criticarlo. Pero parece que sus explicaciones están sirviendo de poco. La maquinaria ya se ha puesto en marcha y al igual que ocurriera con Manhunt 2 o No More Heroes, veremos si al final el juego ve la luz y, en ese caso, en que condiciones lo hace.



Esta situación debe hacernos plantearnos algunas cuestiones básicas. El mercado de los videojuegos, a pesar de su enorme crecimiento, de la famosa expansión hacia el público casual sigue siendo visto como un mercado infantil. Situaciones como estas no suelen darse en el cine o la literatura. Y gran parte de esta culpa la tienen los medios de comunicación que un día si, y otro también, cargan de manera indiscriminada contra un sector al que temen de manera sobrenatural. O tal vez sea porque mediante el escandalo y la manipulación puedan obtener mayores cuotas de mercado. Sea cual sea la razón, la situación no deja de ser tan lamentable como preocupante.

Así que ya sabeis, no os creais la mitad de las cosas que os cuenten por ahi. Ni siquiera de las que os cuente yo. Tratad de ver, jugar, probar lo que podais y haceros una opinión propia de las cosas. Y tratad de ser críticos desde la sensatez.

"La estrategia del Océano Azul" es una estrategia empresarial presentada por W.Chan Kim y Renee Mauborgne en el libro del mismo nombre. En el citado libro los autores explican cómo, en contra de lo que muchas veces se presupone, la mejor forma de superar a la competencia es dejar de competir.

Chan Kim y Mauborgne presentan las situaciones competitivas más comúnes en forma de Océano Rojo y Océano Azul. El Océano Rojo hace referencia a los mercados actuales en el que los límites de la industría están perfectamente definidos, existe una competencia féroz entre empresas y la estrategia de una empresa se basa en explotar la demanda existente, teniendo que elegir entre una estrategia de diferenciación o una de bajo coste. En el otro extremo, el Océano Azul simboliza las ideas de negocio desconocidas o no explotadas en las que la competencia se vuelve irrelevante, la estrategia se basa en crear y captar nueva demanda y desaparece la disyuntiva entre la diferenciación y el bajo coste.



Aplicando esta visión a los videojuegos, podemos observar que hay una empresa que ha seguido esta estrategia para volver al éxito: Nintendo. A mediados de los 80, la compañía de Kyoto consiguió revitalizar y expandir el mercado de los videojuegos consiguiendo un Océano Azul que le permitió situarse cómodamente en el liderato del séctor. Pero la entrada de nuevos competidores como SEGA, Sony o Microsoft hizo que las posibilidades de beneficio y crecimiento se redujeran y la competencia se volviera intensa. De esta manera, la situación ventajosa de Nintendo se fué diluyendo generación a genreación y, sobre todo, trás la caída de SEGA no eran pocos los que vaticinaron la reconversión de la compañía en Third Party e incluso la desaparación de la misma.  

Durante la generación de las 128 bits, Sony lideraba el mercado de manera aplastante y Microsoft había conseguido desbancar a Nintendo del segundo puesto del mercado de Hardware. Con motivo del E3 de 2005, Satoru Iwata desveló que la nueva consola de Nintendo, conocida en la época como Revolution, se alejaría del concepto clásico de consola y no competiría directamente con las nuevas consolas de Sony y Microsoft. Nintendo había decidido buscar su Océano Azul, llegando a un público nuevo que no se había interesado anteriormente por los videojuegos.

El resto de la historia es tan reciente como conocido por la mayoría. Nintendo ha conseguido el liderato del séctor con Wii de una manera tan abrumadora como poco imprevisible hace tan sólo unos años. Las cuestiones que surgen ahora hacen referencia al tiempo que tardará la competencia en entrar en el mercado, convirtiendo este Océano Azul en Rojo y en cómo reaccionará Nintendo para mantener esa posición de ventaja. Pero eso son cuestiones que sólo el futuro aclarará.

Cada generación surgen juegos que, por alguna u otra razon, quedan en un segundo plano. Eclipsados por las grandes obras que copan las listas de favoritos de todo el mundo. Juegos que la mayoria olvida con el paso del tiempo. Juegos de los que, seguramente, las nuevas generaciones no oirán hablar jamás.
Estos y otros pensamientos han venido a mi cabeza a medida que rejugaba Shadowman. Tras no jugarlo desde los tiempos de Nintendo 64, tiempos en los que disponía de más tiempo libre y entusiasmo por los videojuegos, hace un par de meses que volví a enchufar el cartucho. Desde entonces y, poco a poco, he ido recuperando las sensaciones de fascinación que me causó este juego desde el primer momento. Un juego oscuro, emocionante y que no ha envejecido nada mal.
Como he comentado al principio, Shadowman no suele ocupar las listas de favoritos de N64. Mario 64, los dos Zeldas, Goldeneye o Banjo son los que, con todo mérito, se llevan los honores. Por eso, cuando por algún golpe del destino vuelven a nuestra memoria, resulta gratificante reencontrarse con juegos como este.
¡Larga vida a Shadowman!¡Porque somos muchos!