Stickerbrush Symphony, magia para los oídos.

Ando estos días jugando a Donkey Kong Country 2, uno de esos maravillosos videojuegos de Super Nintendo que quedan en la memoria para siempre y que de vez en cuando apetece volver a rememorar. DKC2 era el segundo de una trilogía, en la que no destacaba ni por el impacto visual que suspuso el primero ni por ser el que más detalle tenía (lastres de ser el del medio), pero en la que salían a la luz sus cualidades por encima de los otros dos. Un gran diseño de niveles, una jugabilidad casi perfecta, y cómo no, la enorme banda sonora original que David Wise creó para la ocasión.

Desde los primeros niveles ya se empieza a apreciar la calidad de composición de las melodías y lo pegadizas que pueden llegar a ser, pero cuando encima de todo entraba en juego la complejidad musical, la calidad de la misma sobresalía ante todo. Bramble Blast, del tercer mundo (y jodido nivel donde los haya) puede presumir de albergar el que es uno de los mejores y más impresionantes temas musicales de la historia de los videojuegos, haciendo que el midi dejara de parecer tal y llegara a un nivel superior de calidad en una época en la todavía que abundaban los tonillos característicos en los cartuchos.

Stickerbrush Symphony es una composición que nunca ha pasado desapercibida para los que la conocen y/o jugaron a DKC2, y además ha sido objeto de remixes y conversiones, que unos más que otros, han dado también que hablar.

Por ejemplo, aquí tenemos la conversión que se hizo a Game Boy para Donkey Kong Land 2. Bastante decente para lo que daba de sí la portátil de 8 bits:



Y aquí la respectiva conversión al port de DKC2 de GBA. Como bien sabemos, GBA tenía un gran procesador, pero el sonido no era su fuerte y la calidad de la composición flaqueó un poco:



Hay remixes, como éste, del álbum DKC2: Serious Monkey Business, que apuesta por otro estilo musical, pero se deja oír muy bien:



O el más famoso, el remix de Super Smash Bros Brawl, más odiado que amado por cambiar todo el ritmo de la composición y apostar por tonos nuevos. Aunque la verdad es que acaba resultando pegadizo:



Pero nada como el original de SNES, el clásico. Único, inimitable e irrepetible, es uno de esos temas que se quedan grabados para la eternidad. Gracias David Wise por esta obra maestra: