Jirachi's Wish

Resultados para etiqueta "Lechuck"

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Introducción.
Creo que todos estaremos de acuerdo (o la gran mayoría) en que Monkey Island 2: Lechuck’s Revenge es mejor que la primera parte. La fórmula sigue siendo la misma, pero se explota mucho más a lo largo de un juego que tiene mayor duración que su predecesor. Aquí nos encontraremos con diálogos tan ingeniosos como el primero y con muchos toques humorísticos a los que LucasArts ya nos tiene acostumbrados con esta saga de piratas. Recordaba muchas más cosas de este juego que no del primero. Tenía en mente usos de objetos clave que sabía dónde debían ir y cómo proceder a lo largo de la historia, así que no me ha sido muy difícil finalizarlo. Recuerdo que en la versión original de PC, justo antes de empezar la aventura, te dejaba escoger el nivel de dificultad al que querías jugar. Algo así como “Normal Monkey” y “Super Monkey”. Creo que la Special Edition está basada en la versión más difícil del juego, pero tampoco es nada que deba preocuparnos demasiado.

Para empezar el juego es mucho más grande que el primero. No en la primera parte pero, a partir de la segunda, el jugador es libre de moverse por las islas principales del juego: Scabb, Booty y Phatt.

Scaab Island.
Scaab es la isla en la que empieza el juego, cubierta por una noche perpetua análoga a la de la isla Mêlée del primer juego. Aquí conoceremos a Largo, un personaje que ha impuesto un embargo a todos los piratas que quieran abandonar la isla en barco. Ese se convierte en nuestro primer objetivo: fletar un barco. Eso siempre me ha llevado a pensar en cómo llegó Guybrush hasta ese lugar y por qué no podía huir de él de la misma forma (un barco clandestino o algo así), pero bueno, nunca supimos la respuesta a eso.
El lugar principal de esta isla es Woodstick, un puerto en el que los piratas viven dentro de los barcos. No sólo como viviendas sino también como comercios. Encontraremos un carpintero, una lavandería, un cartógrafo, un bar y hasta un hotel. Nada más empezar el juego nos llevaremos una grata sorpresa con todo el dinero que posee Guybrush en ese momento. Pero un desdichado encuentro nos obligará a a recolectar objetos como cleptómanos poseídos hasta lograr las herramientas necesarias para huir de ese lugar.

Booty Island.
Es la isla donde se celebra el Mardi Gras, una fiesta de disfraces a la que acuden todos los piratas del Caribe que tengan disfraz e invitación. Booty es un lugar marchoso y alegre que nos encandilará con sus risueños habitantes. De hecho, volveremos a ver algunas caras conocidas, aunque no todas se alegrarán de vernos a nosotros. Uno de los lugares que siempre he recordado con mucho cariño es el concurso de escupitajos. Sí, como lo leéis. En Booty Island hay un concurso en el que se mide la distancia a la que llega tu gargajo. A mí me conocían por el título de “Maestro de la Flema”. Pero si no sabes escupir con estilo es mejor que te abstengas o acabarías haciendo el ridículo, como le pasa a Guybrush en la siguiente imagen:

Phatt Island.
Esta isla está gobernada por un hombre gordísimo que se alimenta a base de comida triturada inyectada directamente a su boca mediante unos tubos de acero. En la zona portuaria encontraremos la biblioteca, a la cual debemos registrarnos aportando todos nuestros datos de contacto. Una vez hecho esto podremos consultar el catálogo y tendremos acceso a toda la literatura habida y por haber sobre los piratas y sus extravagantes costumbres. También en esta isla encontraremos una cascada paradisíaca que oculta un misterio que será revelado a través de un objeto que no es de este mundo. Y es que a partir de ahí empiezan a darse toda una serie de elementos que nos dan varias pistas sobre lo que se oculta detrás de este gran juego que, sin duda, tiene uno de los finales más polémicos que haya tenido cualquier aventura gráfica.

Big Whoop.
Big Whoop es el objetivo final de Guybrush en este juego. ¿De qué se trata? Pues de un tesoro, por supuesto. Oculto en una legendaria isla, que nadie ha visto ni sabe dónde está (aunque en realidad lo sabe todo el mundo). Guybrush se embarca en esta aventura con el fin de conseguir ese tesoro que contiene las máximas riquezas de todo el Caribe. Sin embargo, su viaje no será para nada sencillo. Los piratas que enterraron el tesoro dividieron el mapa de su ubicación en cuatro partes y es, en esta sección del juego, donde se consumirán la mayoría de nuestras horas.

Voodoo for dummies.
Si algo nos enseña Monkey Island 2 es a hacer muñecos vudú. La hechicera del pantano, que ya conocíamos de nuestra primera aventura por Mêlée Island, nos enseña a confeccionar un muñeco vudú para combatir a nuestros enemigos. Con el tiempo descubriremos que hasta el más temido de los piratas puede caer ante esta mortífera arma de combate. Tal y como el nombre del juego indica, volveremos a vérnoslas con Lechuck, que está ansioso por vengarse de su derrota a manos de Guybrush. Sin embargo, más allá de monos hipnotizados y loros parlanchines, se esconde una verdad que atormentará a nuestro querido pirata por el resto de su vida. Y es que al final de esta aventura, LucasArts hace un guiño a la saga de Star Wars creando una de las escenas más traumáticas y violentas que jamás veremos en una aventura gráfica de piratas descafeinados.

Conclusiones.
La Special Edition de Monkey Island 2: Lechuck’s Revenge es mucho mejor que la que hicieron para el primer juego. El manejo con el joystick está mejorado e incluso puedes mover al personaje libremente por la pantalla (en vez de indicarle la posición por cursor). Si bien es cierto que este aspecto técnico carece de la precisión de un Shoot’em up, no podemos quejarnos del pequeño arreglillo que se han currado para esta edición.

Otro punto a favor de la revisión es que han añadido comentarios de los autores. Al igual que podemos hacer cuando visualizamos los extras de una película en DVD y podemos habilitar los comentarios del director, aquí han hecho algo parecido donde podemos oír/leer a los autores de Monkey Island a lo largo de escenas concretas del juego. Es uno de los añadidos más interesantes de la edición especial y los comentarios no son sólo divertidos, sino que nos ayudan a entender un poco mejor qué cosas se les pasaban a esta gente por la cabeza mientras diseñaban un juego de este calibre.

De nuevo no puedo dar una nota objetiva, así que me abstendré de puntuarlo. Es cierto que no he podido disfrutar de este juego de la misma manera que lo hacía cuando era un niño. Antes me parecía un mundo entero y ahora sólo veo limitaciones por todas partes. Me alegra haber podido disfrutar de nuevo de estas aventuras gráficas y es bueno saber que otros niños podrán hacerlo ahora con gráficos más actualizados. Sin embargo, después de haber finalizado ambos juegos al 100%, sigo echando de menos la esencia del Monkey Island que experimenté en mi niñez. Poco a poco me doy cuenta de que el problema no está en el juego. Hay obras atemporales que permanecerán siempre con nosotros y no dudo que éste es el caso de Guybrush Threepwood y sus aventuras. Pero, lamentablemente, para mí sí pasó el tiempo. Tengo la sensación de que parte de la magia que me envolvía entonces se perdió hace tiempo a lo largo de este espinoso camino que recorremos todos. Pero aún así, y a pesar de todo, todavía hay una pregunta que sigue atormentándome todas las noches: ¿Cuál es el secreto de Monkey Island?

NOTA: --/10



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Mi nombre es Guybrush Threepwood. Desde pequeño siempre he soñado en surcar los mares más allá del horizonte, en busca de tesoros y de islas paradisíacas. Para dar forma a mis sueños, decidí que me convertiría en un pirata. Navegué hasta Mêlée, una isla que, por aquel entonces, estaba repleta de ellos. Aspiraba a encontrar una banda a la que unirme o, en el mejor de los casos, crear la mía propia. Desgraciadamente, todo cuanto llevaba conmigo se hallaba enterrado bajo la oscura piel del mar. Dejadme pues, que os cuente el relato de mi historia…

Introducción.
Jugar a Monkey Island después de tantos años ha sido como realizar un viaje al pasado en una máquina del tiempo. La primera vez que lo vi fue en casa de mi primo. Me fijé en esos disquetes cuadrados que se introducían por un lector de discos primitivo y que tenían una capacidad de 1’4MB. ¡Esos juegos cabían en ese espacio tan reducido! Mi primo me lo enseñó y al instante me enamoré de la noche perpetua de Mêlée Island. Recuerdo que pasé semanas suplicándole a mis padres que me compraran un ordenador con el pretexto de que lo necesitaba para realizar los trabajos del colegio. Al final lo conseguí. El ordenador estaba en el despacho de mi padre y para llegar a él debía cruzar la casa entera y acercarme a la habitación de mis padres. Sigilosamente me desplazaba por la noche, cerraba con mucho cuidado la puerta del despacho, y encendía esa máquina del paleolítico llamada 486. Entonces me convertía en Guybrush Threepwood, y tenía las mismas ganas que él o incluso más de llegar a ser el pirata más temido de todo el caribe.

Monkey Island fue la primera aventura gráfica a la que jugué. Después vendría la segunda parte, que me gustó aún más si cabe, y desde ese momento quedé eternamente prendado de las aventuras gráficas de LucasArts. Más tarde llegaron juegos como Maniac Mansion, The Day of the Tentacle, Sam and Max: Hit the Road, Indiana Jones and the fate of Atlantis, etc. Las aventuras gráficas se habían convertido en mi género predilecto, en una época en la que lo único que entendía de videojuegos era dar saltos de una plataforma a otra. Fue durante esa edad (aunque no recuerdo exactamente cuántos años tenía) que los mundos tomaban forma. Fue en ese tiempo cuando descubrí que los videojuegos estimulaban mi imaginación hasta límites insospechados. ¿Quién no se sintió nunca un aprendiz de pirata con el control de Guybrush Threepwood en su ardua búsqueda por desvelar el misterio de Monkey Island? ¿Quién no se sintió más grande y más poderoso en el momento en que Link sustrae la espada maestra de su pedestal y se proclama el héroe del tiempo? La época en la que desconocíamos la mecánica interior de las cosas, cuando el mundo nos parecía vasto y extraño, y podíamos extraer un universo entero de un vaso de agua. Cuando todavía teníamos la capacidad de sorprendernos…

Lo bueno de Monkey Island.
Lo que tiene de genial este juego (y que todos sabemos) son sus diálogos, cargados de humor y sátira desbordante. Empezando por el simple detalle del símbolo Trademark incorporado tras la mención de Monkey o Mêlée Island, hasta la frase final de Guybrush a Elaine: "No pagues nunca más de 20 centavos por un videojuego." Lo que Ron Gilbert consiguió en esa época no fue simplemente innovar, sino que creó un estilo propio que incluso a día de hoy carecen muchos de los videojuegos. Sus trabajos tienen personalidad y carácter, son emblemáticos y sentaron un precedente en el género de las aventuras gráficas. Hoy en día la mayoría de los juegos parecen salir de una fábrica de moldes automatizados cuyos creadores son máquinas que se rigen por unos modelos preestablecidos que resultan artificiales e insustanciales. Con Monkey Island no sucede esto. Es un trabajo hecho a mano, con mucho cariño; es un juego que rebosa originalidad mires por donde lo mires. ¿Alguien habría pensado alguna vez que para llegar a la isla secreta sólo deberías seguir las instrucciones de una receta de cocina? ¿O que un pollo de goma con rueda serviría de polea para cruzar de una isla a otra? ¿O que una cabeza parlante con un collar compuesto de glóbulos oculares pudiera servir de brújula? El juego es tan absurdo como divertido. Los personajes son tremendamente carismáticos y puedes pasarte horas probando todas las preguntas posibles para reírte con sus ingeniosas respuestas. Veamos un ejemplo con algunos de los insultos de los piratas:

1)         ¡Llevarás mi espada como si fueras un pincho moruno!

          Primero deberías dejar de usarla como un plumero.
2)        La gente cae a mis pies al verme llegar

          ¿Incluso ANTES de que huelan tu aliento?
3)         ¡Nadie me ha sacado sangre jamás, y nadie lo hará!
           ¿TAN rápido corres?
4)         Luchas como un granjero.

           Qué apropiado. Tú peleas como una vaca.
5)         ¿Has dejado ya de usar pañales?
           ¿Por qué? ¿Acaso querías pedir uno prestado?
6)         He oído que eres un soplón despreciable.

           Qué pena me da que nadie haya oído hablar de ti.
7)         He hablado con simios más educados que tú.
           Me alegra que asistieras a tu reunión familiar diaria.
8)         ¡No pienso aguantar tu insolencia aquí sentado!

           Ya te están fastidiando otra vez las almorranas, ¿eh?
9)         No hay palabras para describir lo asqueroso que eres.

           Sí que las hay, solo que nunca las has aprendido.
10)       Tienes los modales de un mendigo.

           Quería asegurarme de que estuvieras a gusto conmigo.


Muchos son los personajes que destacan en este juego. Stan, por ejemplo, es un vendedor de barcos con un tick nervioso y un afán de venta compulsivo. Cuando lo vi salir del sarcófago en Monkey Island 2, y ver que el tío seguía con su ritmo frenético, no pude evitar una carcajada. Eso sí era un buen guiño a la saga, aunque por entonces no entendía de estas cosas. (De la segunda parte de este juego hablaré en el siguiente post, cuando me lo haya pasado en PS3).

Special Edition.
En esta ocasión lo he disfrutado mediante la descarga digital de Playstation Network. LucasArts ha remodelado el juego entero y han adaptado los gráficos a los tiempos actuales, al estilo de dibujos animados. El resultado final está bien, aunque es 100% fiel al original (no han introducido ningún elemento nuevo, lo cual tampoco es malo). También han doblado los textos en inglés. El doblaje creo que está muy bien logrado. Es inevitable reírte con la pronunciación italiana de los hermanos del circo, o la dejadez y fanfarronería que desprenden las conversaciones con los piratas. También me pareció muy acertado el doblaje de Guybrush Threepwood, donde enseguida te das cuenta por su forma de hablar de que nunca llegará a ser más que un simple pirata de agua dulce.

La única cosa que no acabó de convencerme fue el manejo del menú a través de la cruceta y el joystick. Enseguida te acostumbras, es cierto, pero no deja de resultar un pelín incómodo.

Conclusiones.
Bueno, no puedo valorar este juego de manera objetiva. Llevo Monkey Island en el corazón desde el primer momento en que lo vi y ahí fueron a parar la segunda parte y el resto de aventuras gráficas de LucasArts. No puedo evitar cierta envidia sana a la hora de pensar que los niños de hoy pueden disfrutar de juegos con mundos infinitamente más grandes y más bien recreados que los que yo disfruté en mi niñez, cuando yo conseguí hacerlo con un cúmulo de gráficos pixelados que me parecían la panacea universal.

Lógicamente, si tuviera que analizar Monkey Island con los conocimientos que tengo a día de hoy, diría que es un juego corto y que tiene mucho espacio desaprovechado. Realmente las dos islas del juego tienen pocos sitios a los que puedas ir. Si uno se para a pensarlo detenidamente, enseguida descubre que hay muchísimo material más que podía haberse explotado. Pero esto no sería un análisis realista, pues estamos hablando de que este juego se creó pensando en los disquetes de 1’4 MB. Viéndolo así es toda una proeza que metieran todo eso ahí dentro.

Por ese motivo no puedo puntuar este juego de ninguna manera, ya que no podría ser objetivo en su valoración. Tengo curiosidad por saber qué opinión les brinda este juego a aquéllos que no pudieron disfrutarlo en su momento y le han dado una oportunidad con estas nuevas ediciones especiales. En una época en que las aventuras gráficas han rozado la extinción y los mundos virtuales se confunden con la realidad… ¿qué os ha parecido este juego? Espero que os haya gustado y lo hayáis disfrutado tanto como yo

NOTA: --/10

Nostalgia.
La noche de Mêlée Island siempre me pareció misteriosa, ¿por qué era siempre de noche en esa isla?
La casa de la gobernadora, al borde de ese acantilado, parecía inalcanzable…
Por un instante, las tres pruebas de los piratas del SCUMM Bar se convirtieron en el objetivo principal de mi vida.
La pitonisa y ese caldero gigante de magia verde efervescente.
Las vistas de la jungla y la playa de Monkey Island desde el terraplén más elevado.
La cabeza del mono gigante, los tótems y los ídolos.
Los caníbales, y el miedo que les tenía
Y el secreto de Monkey Island, guardado en lo más profundo de sus laberínticas entrañas, en el interior de un buque fantasma que surcaba ríos de lava…

¿Qué más necesitas para soñar?



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