Resultados para etiqueta "PSN" Publicado: 14:30 03/02/2013 · Etiquetas: alegoria, interpretacion, Journey, Journey Collector's Edition, metafora, playstation 3, PlayStation Network, ps3, PSN, Sony, TGC, thatgamecompany, vida · Categorías: Análisis
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Analizar Journey es como pretender meter el agua del mar en el interior de un cubo. De nada sirve leer mucho sobre este juego si no se ha experimentado; tratar de explicarlo con palabras no le hace justicia. Éste es posiblemente el mayor trabajo y la mejor aportación de thatgamecompany (TGC) al sector. Mayor trabajo en cuanto a que han ido un paso más allá de lo que habían hecho hasta ahora y mejor aportación porque este estudio independiente se esfuerza constantemente para demostrarnos en qué consiste la innovación y el valor añadido. Con flOw todo fue muy experimental: se limitaron a jugar con los sonidos y los colores. Con Flower llegaron a la esencia y nos transmitieron todo un mundo de sensaciones que aún noto vibrar en mi interior. Pero no ha sido hasta Journey que han conseguido alcanzar el corazón humano. Y es que el trabajo de esta gente no es otro que el de llegar a lo emocional, más allá del frío raciocinio que lo nubla todo. Sin ir más lejos, el propio logo de la compañía nos transmite esa idea a través de un brazo que extiende su mano como si pretendiera alcanzar aquello que es invisible a los ojos. Es otra manera de decirte: “Nuestros juegos los disfrutarás con el corazón, no con la cabeza”. Y Journey es, a día de hoy, el mejor ejemplo de ello. Lo primero que vemos es el mejor trabajo técnico y artístico que se haya hecho jamás con la arena. Ver la luz del sol reflejada en las dunas del desierto es todo un espectáculo que os dejará boquiabiertos por su embaucadora belleza. Tras una breve introducción tomamos el control del personaje que enseguida nos transmitirá esa sensación de “flow” que tienen todos los juegos de TGC. Nada de complicaciones ni mecánicas articuladas, todo es fluir y dejarte llevar por la experiencia. Enseguida nos topamos con el primer elemento interactivo del juego: un símbolo brillante que hará crecer una bufanda a modo de cinta que se irá extendiendo cuantos más símbolos encontremos. Esto es lo que nos permitirá saltar y cuanto más larga sea la bufanda más tiempo tendremos para prolongar nuestro salto. Con esto sabido empezamos a comprender algunos de los aspectos más profundos de Journey. Y es que, tal y como indica su nombre, se trata de un viaje espiritual que se convierte en una alegoría misma de la vida. Al fondo, en el horizonte, se eleva una gran montaña en cuya cima se proyecta un rayo de luz que se pierde en el cielo. Es un viaje a través del desierto para llegar a esa montaña cuyo símbolo representa nuestra meta en la vida. Llegados a este punto cada uno puede interpretar lo que quiera: desde que simboliza conseguir el trabajo de tu vida hasta pensar que es encontrar el amor definitivo. Desde mi punto de vista Journey es el sendero de la iniciación, que no es otra cosa que la vida vivida sabiamente. La montaña representa la culminación de la obra alquímica, la abnegación absoluta y el desapego tanto de lo material como lo metafísico. ¿Cuál es el sentido de la vida? Durante muchos años he creído que era el aprendizaje, tanto de lo bueno como de lo malo, pero cuanto más crece uno interiormente más cerca está de descubrir que el único sentido de nuestra existencia está en la comprensión. La misma comprensión lleva en sí misma un aprendizaje implícito, que es libre de prejuicios y críticas y nos permite extraer la esencia de las cosas, sin que la mente enturbie la realidad ni la distorsione con sus impresiones. En Journey podemos traducir la bufanda como el cúmulo de “las lecciones de la vida” y que una vez aprendidas nos permiten adaptarnos mejor al torrente incesante que es el día a día. Cuanto más larga sea la bufanda mejor podremos desenvolvernos en el desierto y a lugares más lejanos y más elevados llegaremos. Alguien con una bufanda corta tendrá más problemas para avanzar porque no está tan bien capacitado ni adaptado al entorno. Sin embargo, conseguir esos símbolos luminosos es algo opcional, al igual que lo es decidir si se quiere o no aprender de las lecciones que nos da la vida. Cada vez que finalizamos una zona, nuestro personaje adopta una postura meditativa y conecta con su ser interior que le revela parte de la “historia” del juego. En realidad no es más que un cuento visual que nos explica el origen y el fin de las cosas. Al inicio, por ejemplo, podemos ver cómo el rayo de luz que sale de la montaña esparce el cielo de puntos brillantes y símbolos luminosos que caen a la tierra. Por cada punto brillante nace un ser del reino animal o vegetal, pero por cada símbolo nace un ser humano que almacenará esa luz en su corazón. La “historia” sigue avanzando y se nos muestra cómo los hombres adoraban las estrellas y pretendían alcanzarlas con sus artes porque en su interior refulgía el anhelo por regresar a su hogar primigenio. Pero con el tiempo empiezan a construir ciudades y templos que enseguida les llevan a encerrarse en sus doctrinas para abandonar el camino de la luz e internarse en las profundidades de la tierra. Aquí tenemos una clara alusión al mito de la caverna de Platón (de hecho todo el juego podría interpretarse como tal) donde nos encontramos con las figuras que danzaban cerca del fuego. En esta zona subterránea unas serpientes esqueléticas sobrevuelan el área con su único ojo bien abierto y vigilante ante cualquier intrusión. Si el personaje es detectado por la luz que emite el ojo se verá arrollado por las serpientes y perderá parte de la longitud de su bufanda. Y es que la vida nos castiga, bien porque lo hace alguien o bien porque no podemos evitarlo. Cuando la bufanda se acorta, nuestra capacidad para adaptarnos se reduce y sufrimos. Hemos perdido lo que habíamos aprendido y eso no fue suficiente para superar la prueba. Nuestras creencias se ponen en entredicho y nos sentimos abandonados en esta vasta oscuridad que llamamos sociedad. La sociedad que nos impone lo que nos tiene que gustar, lo que debemos necesitar y lo que hay que comprar. La sociedad del consumo y la imagen, de la eterna insatisfacción con uno mismo y con el prójimo. La sociedad que nos enseñó a olvidarnos de nosotros mismos desde bien pequeños para ser un engranaje más que gire al son de una música compuesta por un ente egocéntrico y esclavista. Nuestro personaje consigue salirse de ahí dirigiéndose al templo, símbolo inequívoco de su afán por liberarse del sufrimiento y alcanzar la redención. Un nivel vertical que tiene múltiples interpretaciones entre las cuales considero el ascenso espiritual la más importante. Aquí entendemos que la vida no es como nos la han enseñado y que muchas de las cosas que aprendimos en el pasado sólo tienen su utilidad dentro del mundo artificial que ha creado el hombre. Ya no somos ni gordos, ni feos, ni pequeños. Nadie está por encima ni por debajo de nadie. Cuando se trasciende el carnaval de la sociedad y has dejado de jugar al juego de las máscaras todo se vuelve esencial y en la esencia uno encuentra el material con el que trabajar y crecer interiormente. Cuando salimos del templo nos encontramos por fin a los pies de la montaña. La arena del desierto se ha convertido ahora en nieve y ante nosotros se extiende la prueba final. Este último nivel es un camino de arduo ascenso hasta alcanzar la cima. Tras abandonar la seguridad y el confort de los muros del hombre, nos vemos abocados a la cruel naturaleza. Aquí encontramos el abismo de Nietzsche, donde aparecen de nuevo las serpientes vigilantes, representantes ahora de los miedos interiores de cada uno. Al llegar a la parte superior, la lucha contra uno mismo nos llevará a través de una tormenta de nieve que desgastará por completo la bufanda del personaje. Todo lo aprendido para desenvolvernos en el mundo y todo el conocimiento teórico del hombre es arrasado por el viento y se disuelve. Al final sólo el hombre, tal y como nació, se ve desnudo escalando la montaña. La tormenta ha cesado pero el ascenso es cada vez más penoso y el cuerpo físico ha llegado a su límite. Lo ha intentado todo: ha luchado contra el hombre, contra la naturaleza y contra sí mismo, pero ahora los pasos se ralentizan y un cansancio extremo lo invade por completo. Nuestro personaje cae y una blancura absoluta lo envuelve. Finalmente muere. ¿Qué simboliza esta muerte? Algunos la han llamado la muerte psicológica y, como comentaba al principio, es aquí donde uno llega a la esencia de la vida tras la renuncia absoluta del “yo”. Y es que no existe la comprensión mientras haya egoísmo, y sin comprensión no hay liberación. Cuando el personaje muere es acogido en la blancura por varios seres espirituales (todos vestidos con ropajes blancos y ornamentos dorados) que lo rodean y se inclinan ante él en señal de reconocimiento. De repente la bufanda crece de nuevo con toda su longitud. Ya no necesita hacerla crecer mediante los símbolos luminosos que representaban el aprendizaje natural del mundo. Ahora es un hombre que ha realizado el acto esencial de la comprensión. No se trata, pues, de simple teoría en la cabeza, sino de experiencias vividas y asimiladas en lo más profundo de su corazón que le permiten percibir la realidad tal y como es. Tras la resurrección, el personaje se eleva por encima de las nubes y un cielo azul, brillante y despejado, le da la bienvenida. La cumbre de la montaña es una zona de picos nevados por donde fluyen grandes cascadas a través de lagos de aguas cristalinas. Es un lugar donde prácticamente es imposible caminar y el viajero se desplaza volando. Encontramos también toda la serie de cintas con escrituras antiguas que hemos ido viendo a lo largo del juego y que funcionan a modo de potenciadores para recargar los ornamentos de nuestra bufanda. No lo he comentado antes pero, a mí modo de ver, los interpreto como las enseñanzas que nos han dejado los grandes maestros y sabios a lo largo de la historia y que en algún momento de su vida también tuvieron que realizar este viaje. Cuando al fin alcanzamos la cumbre, la montaña nos recibe en silencio y con un aire reverencial. La columna de luz se alza ante nosotros y recordamos el primero de los glifos que mostraba los puntos luminosos esparciéndose por el cielo y cayendo a la tierra. Hemos regresado al origen, que a su vez es nuestro final. Dentro de nosotros está esa luz que salió de este lugar y la hemos traído de vuelta aquí. Esta luz, que no es otra cosa que el alma o, si lo preferís, la conciencia del ser humano, ya no es exactamente la misma que había salido de aquí tiempo atrás. Ahora contiene la información viva de las experiencias aprendidas a lo largo de este viaje. Se extrajeron del mundo, las arrancamos de sus cuerpos ilusorios y las asimilamos dentro de nosotros mismos. Hemos crecido espiritualmente y nuestro ser ha evolucionado. Entramos en la columna de luz y nuestra propia sombra se diluye en un mar de blancura infinita. Fin del juego. Pero la interpretación no acaba aquí, de hecho ahora viene lo más interesante. Mientras se suceden los créditos del juego, podemos ver que del pico de la montaña surge una estrella que recorre en sentido contrario todos los escenarios que hemos visitado hasta llegar de nuevo a la duna inicial en la que empieza el juego. La estrella cae detrás de esa duna y finalizan los créditos. Podríamos pensar que se trata de otro viajero pero un pequeño detalle nos indica lo contrario. Si iniciamos de nuevo la partida veremos que los ropajes de nuestro personaje incluyen ahora un ornamento que antes no estaba. Este adorno denota un rango que simboliza el grado de trabajo interior realizado por esa persona. Esto ocurre cada vez que finalizas el juego y por cada vez que lo hagas se añade un nuevo ornamento a la ropa hasta que prácticamente la cubre por completo. Los rangos indican que el viaje puede volver a vivirse con lo que ciertos filósofos conocen con el nombre de “conocimiento innato”. No es un conocimiento que reside en la mente, sino algo que compone de forma intrínseca la estructura del ser y que se percibe como una intuición constante ante la vida. Eso no significa que no puedas equivocarte o que estés más protegido ante los males del mundo pero, al igual que hacemos al jugar a Journey por segunda vez, sabemos mejor cómo funcionan las cosas aunque debamos seguir investigando para conseguir todos los símbolos luminosos o los glifos perdidos. Como más de uno sabrá, ciertas culturas y religiones de oriente creen en la reencarnación. No quiero iniciar aquí un debate sobre esto y pienso que si habéis llegado hasta este punto entiendo que os interesa la interpretación del juego independientemente de si eso es cierto o no. En cuanto a lo que a mí concierne, me es indiferente ya que mi propósito en este análisis es otro. Así pues, me permito afirmar que TGC se inspiraron en las tres siguientes leyes: el retorno, la recurrencia y la reencarnación. El retorno es lo que hace el personaje cuando regresa al inicio del juego tras haberse convertido en un estrella. No deja de ser lo que se nos mostraba en las meditaciones al final de la primera zona. El alma retorna a la vida porque no ha finalizado su aprendizaje. Esto el juego lo representa con el simple hecho de que nos faltan cosas para tenerlo completado del todo tal y como he dicho antes. La recurrencia no es más que volver a cometer los mismos errores que la conciencia no ha asimilado o, simplemente, volver a realizar los hechos que nos beneficiaron (como conseguir símbolos luminosos que ya habíamos obtenido en la partida anterior). La recurrencia nos sirve como base de experiencia y nos permite enfrentarnos de nuevo a los bloqueos que no fuimos capaces de superar en nuestro viaje anterior. Finalmente está la reencarnación que incluye lo que sería la finalización del juego completo. A diferencia del retorno, la reencarnación es un acto voluntario que realiza el alma con la finalidad de ayudar al resto de seres humanos a salir de la prisión mental en la que están atrapados. Sólo el maestro o el “iluminado” puede tomar esta decisión y el juego lo representa mediante el jugador que ha desbloqueado la túnica blanca. Este ropaje sólo se consigue cuando has obtenido todos los símbolos luminosos, lo que significa haber extraído la totalidad de lo que tiene la vida por ofrecer, haberlo asimilado y comprendido en su esencia. Esto no deja de ser otro paralelismo más con el mito la caverna de Platón en el cual el sabio que había escapado de la cueva tenía la obligación de regresar para ayudar a sus congéneres a pesar de las injurias que fuera a recibir de éstos. Así pues, aquel que se ha convertido en maestro, puede rejugar el viaje de Journey con la finalidad de ayudar a los neófitos a encontrar el camino que lleva a la cumbre. Y es que algo que no he mencionado todavía y que es otro de los muchos atractivos del juego es que se puede compartir tu viaje con otro jugador que esté disfrutando del mismo en ese instante. Me voy a dejar de interpretaciones llegados a este punto porque ya sería rizar el rizo, pero es innegable el hecho de que la relación y la comunicación con los demás también tienen su metáfora en el juego. Conclusiones Tras todo lo dicho es evidente que Journey es para mí una pequeña obra maestra del que considero uno de los estudios más revolucionarios e innovadores de la actualidad. He oído decir cosas como que es una simple demo técnica o que no merece la pena comprarlo por su escasa duración. Parece ser que a algunos les importa más la cantidad que la calidad de los productos, pero es un debate en el que tampoco voy a entrar. Sin embargo, sí afirmaré que no es un juego para todo el mundo. Lo diré claramente: hay gente que, sencillamente, no está preparada para este juego. Esto no es una crítica ni va con mala intención. Sólo pido que se entienda que este juego puede haber llegado “muy pronto” para algunos, lo cual no significa que no puedan disfrutar de toda su magnitud de aquí a unos años. De la música no he dicho nada pero sería una gran falta de respeto no mencionarlo. La banda sonora de este juego es majestuosa. Transmite sensaciones muy potentes como cuando se intenta escapar de las serpientes en la zona de la montaña nevada o como cuando por fin puedes acceder a la cumbre y sientes como un ligero despertar en tu interior te invita a salir volando con el personaje. Simplemente maravillosa. Si este juego te llama la atención no lo dejes pasar: podría ser el viaje de tu vida. NOTA: 10/10 Please, si eres blogger sigue Jirachi's Wish en el nuevo blog de videojuegos: SOL=MARTA. ¡Gracias!
LIMBO es un extraño viaje en blanco y negro que no os dejará indiferentes. La primera impresión que me llevé fue que se trataba de un simple plataformas con un estilo visual muy peculiar pero sin ir más allá de la experimentación y lo anecdótico. No podía estar más equivocado. LIMBO es una pequeña maravilla, una joya en bruto que bien se merece un lugar entre los mejores y más emblemáticos títulos de lo Indie. El juego es una combinación de plataformas y puzles. Al principio se muere muchas veces, porque la idea es la de aprender a resolver los obstáculos a base de perecer en ellos una y otra vez, pero no se hace pesado. Técnicamente el juego es perfecto, pero veamos qué es lo que lo hace tan especial: Escala de grises. El juego se muestra a través de una gama acromática de blancos y negros que parece editado con un filtro de grano de película. A destacar también el uso del campo de profundidad que, al enfocar o desenfocar el entorno, crean una atmósfera y una sensación de proximidad o lejanía de los objetos sobrecogedora. La iluminación también es digna de mención, como ocurre con la luz del cielo que invade la pantalla en la escena en la que el personaje asciende por una cuerda tras haber desembarcado al otro lado de un lago. El apartado visual de LIMBO está exquisitamente refinado. Pero el blanco y negro aburre mucho y enseguida te acostumbras a él, por lo que empiezas a preguntarte por qué no lo hicieron en color. La respuesta es bien sencilla: la muerte. El recorrido está repleto de señales y pequeños detalles sombríos que, al ser mostrados a través de siluetas, transmiten mejor la impresión de la muerte y lo repugnante. Véase, por ejemplo, el momento en el que hay un niño que parece sentado en el suelo y, al acercarnos, éste se derrumba y el niño queda colgado de una soga por el cuello. Funesto, sí, pero muy efectivo, porque juega con las sombras y la imaginación. LIMBO nos transmite sensaciones muy intensas de la forma más sutil e incisiva posible. Va directo a la esencia, sin excesos ni florituras, tanto que incluso en ocasiones puede resultar muy cruel. El sonido. Y digo el sonido porque no hay música. Es de los pocos títulos en los que podrás oír el aire soplar entre las ramas, sentir el peso de tus pies al corretear por la hierba, el fuego crepitar o el agua chapotear sin que la música te impida apreciar esos efectos sonoros. Inmersión hasta la médula sin notas agudas o graves que te distraigan. Es para disfrutarlo con tu sistema de audio surround más avanzado o unos cascos adecuados. El sonido siempre va en pro de la experiencia y la transmisión de sensaciones. Una auténtica delicia. Minimalismo. Todo en LIMBO es esencial, no hay nada accesorio. No hay necesidad de niveles, ni pantallas, ni títulos, ni introducciones. Nada. LIMBO es a las plataformas lo que Flower es a… a lo que sea Flower. Simplemente fluir, dejarte llevar. El juego te entorpece un poco en sus pruebas, pero siempre te permite continuar desde ahí mismo, porque te empuja a seguirlo, como llevado por la corriente eléctrica de la que está hecho. Las transiciones son sutiles, no te das cuenta y ya has salido del bosque para internarte en una fábrica. La mecánica del juego es pura intuición y al minuto te has integrado a la perfección con el personaje jugador (recomiendo el uso del cuadrado por encima del de la redonda en el mando de PS3). Pero esta tendencia no sólo se percibe en la jugabilidad, sino que invade todos los aspectos del juego, incluidos los menús y los créditos del mismo. Es el carácter y la personalidad con la que está hecho todo, que casi parece sacado de una película de Tim Burton (y en este sentido coinciden en varios aspectos). Narrativa visual. LIMBO es tan minimalista que incluso ha sido acusado de no tener ninguna trama o narrativa de fondo. Partamos de la base de que se trata de un plataformas-puzle. Si vamos más allá, os diré que su argumento supera en contenido a la mayoría de juegos de este estilo. He leído bastante sobre él y hay una gran cantidad de opiniones al respecto. Yo, por mi parte, puedo decir que me parece excelente en cuanto a narrativa. El juego está pensado para la interpretación libre, para que cada uno saque sus propias conclusiones sobre el mismo. Sin embargo, te da pistas, muy sutiles, pero que son pepitas de oro cuando las encuentras porque son información clave para entender lo que ocurre. El problema es que fluyen tan bien con el estilo del juego que pasan desapercibidas por completo si no eres muy observador. Me permito señalar algunos detalles como la inspiración en la mitología griega a la hora de usar algunos símbolos. Entre ellos destacan la barca de Caronte que usa el personaje para cruzar un lago que hace las funciones de la laguna Estigia (recordemos que estamos en el Limbo). También hace referencia a la Divina Comedia de Dante Alighieri, con la búsqueda de un ser querido. Basado en la misma obra tenemos el hecho de que el Limbo se ubica en el primer círculo dantesco, la antesala del infierno y donde se suponía iban los niños que no se habían librado del pecado original mediante el bautizo pero que habían conseguido permanecer inocentes a lo largo de sus cortas vidas. El propio juego genera la sensación de bucle infinito del Limbo, el Alfa y Omega unidos por el mismo punto, donde no hay salida y sólo existe la eterna recurrencia hasta que el ser humano ha expiado todos sus pecados. Y por último la escena final, tan sutil como eficaz y tan sencilla como reveladora. Un prodigio de la narrativa visual llevado a su máximo esplendor minimalista. Un consejo para los que lleguen hasta aquí: fijaos bien en la última escena y luego esperad a que finalicen los créditos y aparezca el menú inicial. La espera habrá valido la pena si sois buenos observadores. Conclusiones. Cuando lo vi la primera vez lo juzgué como un juego de 7. Pensé que era otro plataformas más con la originalidad de hacerlo en blanco y negro. Cuando lo vi más de cerca y pude apreciar la exquisitez de su técnica tanto en lo artístico como en lo mecánico, supe que no podía llevarse menos de un 8. Es difícil, hoy en día, poder puntuar a los juegos de este género con notas elevadas. ¿Qué esperamos realmente? ¿Cómo puede sorprendernos un juego que se basa en un motor que está más que agotado? Pero LIMBO lo hace. Y no sólo LIMBO, sino que lo están haciendo muchos de los juegos desarrollados por estudios independientes. Estudios que al no tener la capacidad de los grandes deben exprimirse aún más el cerebro para traernos a casa nuevas sensaciones y experiencias. PlayDead lo hace con LIMBO, al igual que thatgamecompany lo ha hecho con su trilogía y al igual que se hizo con el juego que posiblemente fue el detonante de la genialidad en lo Indie: Braid. Si tuviera que mencionar alguna pega sería quizás su duración, aunque tampoco estoy muy seguro de que me gustara verlo mucho más largo. Incluso este factor se ve influenciado por el minimalismo. ¿Por qué prolongar lo que ya está bien, lo que es perfecto? Porque siempre queremos más de lo que es bueno. Pero juegos como los que he mencionado antes nos enseñan a apreciar la calidad de lo breve. No queremos, en realidad, más duración, sino que lo que pedimos es más juegos de este nivel, con nuevas propuestas e ideas que sigan sorprendiéndonos. Éste es el soplo de aire fresco que necesita la industria y es lo que los grandes estudios tendrán que acabar aportando para que no acabemos todos nadando en un estanque de aguas viciadas (nunca mejor dicho). El valor añadido es ahora, más que nunca, la clave de la innovación y el futuro de los videojuegos (al menos de los de calidad). NOTA: 08/10 PD: El único problema real que tiene este juego es su título, porque revela algo que debería permanecer oculto hasta que la verdad se manifiesta ante los ojos del jugador al final de los créditos. ¿Pero se os ocurre otro mejor? A mí no Please, si eres blogger sigue Jirachi's Wish en el nuevo blog de videojuegos: SOL=MARTA . ¡Gracias!
Después de Flower y la sensación que me dejó, tenía ganas de echarle el guante a flOw. Éste es el primero de la trilogía de juegos incluidos en el Journey Collector's Edition de thatgamecompany. Es un título cortito que con 5 horas o menos ya lo has jugado todo. La gracia de flOw no está en alcanzar la meta de la partida o en conseguir un récord de puntos, sino en disfrutar del viaje. Tal y como ocurre con Flower, uno siempre lamenta el fin de la partida y se siente reacio a introducirse en el vórtice de pétalos o, en el caso que nos ocupa, a ingerir el huevo que dará por cerrado el ciclo de vida del organismo escogido. Al igual que los otros títulos de este estudio (creo que con Journey el funcionamiento es el mismo), el control del juego se basa únicamente en el sensor de movimiento del mando y cualquier otro botón. En Flower nos servía para acelerar y en flOw nos sirve para usar la habilidad concreta del organismo con el que jugamos. Unos giran, otros paralizan, otros salen disparados, etc. Y eso es todo, así de simple. flOw es un juego de fagocitosis en el que eres un microorganismo que puede ir evolucionando según si vamos ingiriendo alimento o vamos devorando a otras criaturas. Al principio se siente raro, como siempre ocurre con los títulos de esta compañía, pero una vez nos acostumbramos al movimiento y entendemos cómo funciona la evolución, enseguida nos veremos inmersos en la vida de este microscópico ser. Precisamente la sensación que da es la de estar observando un pequeño caldo de cultivo a través de un microscopio, con esas formas diminutas y bien definidas pero también con manchas borrosas que parecen estar a otro nivel. Con flOw ocurre exactamente lo mismo: la capa activa es en la que tu criatura se desenvuelve, pero en el trasfondo puedes ver a otros bichos moverse y comerse los unos a los otros. Esto es más importante de lo que parece, porque no sólo el fondo es la siguiente capa a la que nos desplazaremos, sino que todo lo que hayan devorado las criaturas mientras estabas en la capa anterior, habrá desaparecido cuando tú llegues, con la consecuente pérdida de alimento para nuestra criatura. Cada espécimen evoluciona de forma distinta, según su apariencia. La evolución no es necesaria pero hace que el organismo sea más fuerte a la hora de enfrentarse a sus rivales subacuáticos. Pero no todo es la fuerza bruta en este juego, ya que el aspecto final de nuestro bichito dependerá de cómo hayamos ordenado el alimento que ha ido ingiriendo a lo largo de la partida. Se pueden obtener formas muy curiosas, elegantes y vistosas que harán que en más de una ocasión nos dediquemos más al diseño del bicho que a comernos los unos a los otros. Yo os invito a probar este experimento. Si bien es cierto que en un principio os eche para atrás, es un juego que va mostrando sus encantos poco a poco, cuando te has sumergido de lleno en él y descubres todo lo que puedes hacer con sus bichitos. No sólo destaca por su aspecto visual y mecánicas sencillas, sino que la música (más bien sonidos) deja un rastro envolvente de lo más zen y armónico que casi es para dejar el mando y ponerse a meditar (de hecho hay un trofeo que salta a la media hora de dejar el juego en reposo sin tocar el mando). No lo recomiendo, sin embargo, a los amantes de la acción trepidante y gritos incesantes. Tal y como indica el título, es un juego para fluir y dejarte llevar. NOTA: 07/10 ...life could be simple... Publicado: 14:44 29/09/2012 · Etiquetas: Blog, Flower, Journey Collector's Edition, Jirachi, PlayStation Network, PS3, PSN, Jirachi's Wish, thatgamecompany, Tolkien · Categorías: Análisis
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Flower es algo especial, no es un juego como cualquier otro. Hay que acercarse a él con la mente abierta y alejada de los pensamientos e ideas preconcebidas. Lo único que necesitas para disfrutarlo es encender la consola y dejarte llevar... Los primeros segundos me hicieron sentir un poco raro; no acababa de entender del todo el funcionamiento del mando y creía que la velocidad era un modificador del zoom. Después, al poco rato, me vi flotando de flor en flor, y una extraña sensación me invadió. Entonces empecé a volar lentamente, hechizado por la magia que desprende este juego. Sus campos de hierba verde y sus cielos azul brillante me embargaron por completo. Flower es la sencillez hecha juego, y es precisamente esta sencillez la que coge desprevenidos a muchos jugadores acostumbrados a mecánicas complejas o menús enrevesados. Para Flower no necesitas nada de eso, sólo mover el mando y apretar un botón. Justo en el momento en el que tu mente entiende esa simple idea es cuando percibes toda la grandeza que yace oculta tras este título. En ningún otro juego me he sentido tan libre y tan ligero como me he sentido jugando a Flower. Volé a ras del suelo, corté la hierba con el viento y me alcé hacia el cielo seguido de una estela de pétalos multicolores. Una sensación única que sólo este juego sabe transmitir. Si lo que buscas es desconectar un poco de la rutina, Flower te llevará hasta los paisajes más bellos de la naturaleza: sus montes verdes, sus puestas de sol y sus molinos de viento impulsados con energía renovable. Quizás la ruta a la ciudad fue el nivel que se me hizo más duro, pero que no deja de ser acorde con lo que nos topamos de repente: torretas eléctricas, acero y hierro amontonados como chatarra y campos oscuros y ennegrecidos por los desechos metálicos. Todo el juego es una lucha entre la naturaleza y el avance industrial del hombre, que ha acabado con gran parte del verde del planeta. Así pues, no sólo me parece un excelente juego para disfrutar de las corrientes de aire y sentirse uno libre por la bóveda celeste, sino que además nos transmite un mensaje de sostenibilidad y respeto por el medio ambiente que quizás muchos pasarán por alto pero que yo, personalmente, considero de gran valor. Si J.R.R.Tolkien estuviera vivo y jugara a videojuegos, posiblemente Flower sería su juego favorito NOTA: 8/10 Publicado: 12:37 30/03/2012 · Etiquetas: Amy Rose, Collision Chaos, Metal Sonic, Metallic Madness, Palmtree Panic, PlayStation Network, PSN, Quartz Quadrant, Robotnik, Sonic CD, Special Stage, Stardust Speedway, Tails, Tidal Tempest, Wacky Workbench · Categorías: Análisis
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Sonic CD Como veis, últimamente me dedico a finiquitar jueguecillos que tenía pendientes de la PlayStation Network. Esta vez le ha tocado el turno a Sonic CD. Este juego salió por primera vez para esa plataforma conocida con el nombre de Mega CD. SEGA intentó ponerse por delante de Nintendo con esa nueva consola, en una época donde ambas compañías reinaban en el sector, pero al final resultó ser un fracaso. La consola funcionaba con CDs, lo que permitía una capacidad mucho mayor que la que ofrecían los cartuchos y un audio de mayor calidad. Fue a partir de este Sonic que la saga empezó a incluir canciones cantadas y que desde entonces se ha ido convirtiendo en algo obligatorio en casi todos los juegos del puercoespín azulado. Sonic CD es un juego al que le han sucedido cosas raras y ha acabado convirtiéndose en un juego raro. Para empezar sufrió muchos retrasos en su lanzamiento original y al final acabó saliendo un año después de que saliera su supuesto sucesor: Sonic 2. No sólo salió más tarde, sino que además de que lo hizo en una plataforma superior a Mega Drive, descubrimos que sus gráficos son mucho más parecidos a los de la primera entrega que a los de la segunda (siendo ésta también de Mega Drive). Sonic CD es en realidad Sonic 1.5. La sensación que me da es que cogieron a Sonic 1 y le añadieron 7 fases más. No se detecta ninguna evolución gráfica significativa en relación al primero, mientras que sí que existe entre el Sonic 1 y el Sonic 2. Sin embargo la jugabilidad y la mecánica del juego están muy por delante de lo que se movía en aquella época y no es de extrañar que muchos consideren a Sonic CD como uno de los mejores Sonic en 2D. Argumento. La historia de Sonic CD es bastante simple, como la de todos los Sonic. Durante un mes del año, aparece una especie de satélite flotando cerca de un lago y Robotnik no pierde el tiempo a la hora de intentar hacerse con las Time Stones (que vendrían a ser las esmeraldas del caos) que hay en ese lugar. Sonic viajará hasta ese lugar para detener los planes de Robotnik y recuperar las piedras en su lugar. En este satélite, Sonic podrá viajar hacia el pasado o hacia el futuro a través de unos paneles que transportarán al erizo en el tiempo si logra mantener una velocidad constante durante varios segundos. Pasado. En el pasado nos encontraremos con que Robotnik ha instalado unas máquinas que serán las que generarán toda la suerte de enemigos que atacarán a Sonic en el futuro. Destruir esas máquinas nos permitirá librarnos de esos enemigos y crear un futuro mejor. Si se consigue hacer eso, la tercera fase de la zona se realizará en un “futuro bueno” donde deberemos enfrentarnos a Robotnik. También en el pasado aparece un proyector que genera un holograma de Metal Sonic capturando a unos pobres animalillos indefensos. Destruir ese proyector liberará a los animales de su futuro cautiverio. Toca el panel y acelera para viajar al pasado. Futuro. Los paneles que nos llevan al futuro lo harán en dos líneas de tiempo diferente según si hemos destruido la máquina de Robotnik en el pasado o no. Si no lo hemos hecho, el futuro será un lugar devastado o completamente controlado por las máquinas del científico chiflado. Si, por lo contrario, hemos eliminado la amenaza del pasado, el futuro será un lugar mucho más limpio y, a pesar de que algunos escenarios estarán repletos de maquinaria, será tecnología respetuosa con el medio ambiente Por otro lado, todos los enfrentamientos realizados con Robotnik en la tercera fase de cada zona son en el futuro. Lo único que cambia de esta fase es si se trata de un futuro bueno o un futuro malo. Toca el panel y acelera para viajar al futuro. Éste es el primer Sonic donde aparece Amy Rose (que siempre me ha parecido mucho más apropiada como novia de Sonic que no Sally Acorn) y el que será su némesis hasta que aparezcan otros erizos/equidnas: Metal Sonic. Robotnik manda a Metal Sonic a secuestrar a Amy para golpear a Sonic donde más le duele; lo que el doctor ignora es que Sonic pasa bastante de su fémina homóloga. Sonic tiene asuntos más importantes de los que ocuparse. Escenarios. Como ya he comentado antes, Sonic CD es gráficamente muy parecido a Sonic 1, pero eso no impide que incluya muchos otros elementos nuevos. Los niveles están bien ambientados según se trate de la época del pasado, presente o futuro. A modo de curiosidad, me he fijado que todos los nombres de los niveles están compuestos de dos palabras y siempre empiezan con la misma letra, como veréis a continuación. Creo que el potencial del juego, y lo que lo convierte en un juego muy adictivo y con la posibilidad de ser tan rejugado como lo fueron todos los de esa época, radica en el diseño de los escenarios. Es un juego laberíntico, caótico, y en más de una ocasión se nos pondrán los nervios a flor de piel al intentar salir de una zona con decenas de rebotadores, o de lugares cuya salida parece haber desaparecido. Además el juego es de lo más cabroncete con los famosos pinchos, que siempre esperan ocultos al final de una recta por la que Sonic circula a toda velocidad o simplemente asoman desde el techo justo cuando un rebotador te lanza contra ellos inexorablemente. Palmtree Panic. Esta zona es como la típica en la que empiezan todos los Sonic. Quizás es un poco más agreste que la Green Hill de Sonic 1 o la Emerald Hill de Sonic 2, pero no llega a los extremos salvajes y exóticos de la Angel Island de Sonic 3. Tenemos cascadas, palmeras, arbustos y flores de todos los colores. En este escenario encontraremos los típicos túneles que cruzan por el interior de la montaña y que Sonic usa para rodar en ellos y aumentar su velocidad. Estos túneles nos servirán para obtener la velocidad suficiente para viajar en el tiempo. En el pasado el entorno parece más bien prehistórico donde las montañas son mucho más pequeñas y donde crecen brotes de lo que acabarán siendo árboles. En el futuro bueno nos encontramos con lo que vendría a ser una reserva natural tratada con sumo cuidado en la que unas tuberías doradas suministran agua por toda la zona. Las hojas de las palmeras crecen en forma estrellada y en su centro brilla un bulbo de color morado. Es un lugar lleno de colores vivos y llamativos. Por otro lado, en el futuro malo nos encontramos con que Robotnik ha convertido la zona en un desguace tecnológico. El cielo está contaminado, las tuberías transportan un agua rosada debido a los productos químicos que fluyen en ella, la tierra está cubierta de hierros, tubos y otros aparatos mecánicos en desuso, y al fondo del escenario se abre un mar de petróleo. Los colores predominantes son el gris, un añil espectro y el cobre. Collision Chaos. Otro nivel típico en esta serie que son los niveles al estilo Pinball. Nada más empezar el primer acto, Amy Rose nos perseguirá por el escenario lanzando corazones al aire. En ese instante aparece Metal Sonic y se lleva a nuestra querida erizo de nuestro lado. Pobre Amy, con lo mona que es Collision Chaos está cubierto de luces y paneles luminosos, como es propio de los lugares que se dedican al ocio, aunque la mezcla de colores resulta tan psicodélica que bien podríamos pensar que Sonic se ha tomado algo para alcanzar los 200km/h. Pero no lo conseguirá en esta zona, porque aquí topamos constantemente con rebotadores, muelles, zappers y demás parafernalia que nos impedirá acelerarnos en las escasas líneas rectas de este escenario. Afortunadamente, en el pasado el lugar carece de valor ludópata y podremos movernos mucho más relajados sin miedo a salir rebotados a la primera de cambio. En el futuro mejorado, el juego se convierte en algo moderado y podemos ver como toda la estructura está construida sobre un lago de aguas cristalinas. También se mantienen zonas verdes y floridas creando una extraña simbiosis entre la tecnología sostenible y la naturaleza. Finalmente, en el futuro malo, descubrimos que el que se tomó las pastillas fue Robotnik, ¡y no veas cómo! El escenario está cubierto de una noche parda, cuyo cielo está invadido por nubes rojas y toda la contaminación lumínica que desprende ese lugar. La maquinaria se multiplica y las tuberías de hierro, que brillan bajo el efecto de un verde fosforescente, han sustituido al río y al bosque que existía en el pasado. Tidal Tempest. Otra típica, y además odiada. Porque es cierto que estas pantallas de agua son un palo, ¿o no es así? Un erizo que ha nacido para correr no está pensado para meterlo bajo el agua, ¿cierto? Pero en fin, aquí estamos de nuevo con Sonic buceando entre las ruinas de una antigua civilización sumergida. Aparecen las corrientes marinas y los interruptores que abren compuertas, como ya nos tiene acostumbrado el juego en este tipo de niveles. En el pasado la zona se convierte en un lugar cavernoso, abandonado de la mano del hombre, y el agua toma un tinte marrón de la tierra y las rocas sumergidas. En el futuro bueno el laberinto se convierte en una especie de acuario gigante mecanizado donde conviven todo tipo de peces y flora submarina que circula por el interior de unas grandes tuberías transparentes. En el bad ending, por el contrario, nos encontramos con una planta químico-eléctrica subacuática que ha acabado con toda la vida submarina y que cubre las ruinas con un agua rosada que recuerda mucho a la Chemical Plant del Sonic 2. Quartz Quadrant. Se trata de una mina en la que Robotnik extrae cuarzos y otras piedras preciosas. El escenario está cubierto en gran parte por cintas transportadoras que Sonic puede cambiar de dirección según un panel que se halla al inicio de las mismas. En el pasado la cueva es mucho más vistosa, cubierta por el verde de la hierba y el marrón de la madera y la tierra. Un sinfín de estalactitas y estalagmitas cubren el fondo con vistosos cuarzos brillando en sus puntas. El futuro mejorado abandona el aspecto de mina para convertirse en una ciudad de metales azules y dorados que brillan en la oscuridad tras un fondo con edificios utópicos que surgen de entre grandes bloques acristalados. En el futuro malvado la caverna ha sido completamente invadida por la maquinaria de Robotnik. Sobre un mar de magma y metal, la mina se ha convertido en una refinería industrial que fabrica todo tipo de estructuras metálicas y oscuras que invaden el fondo del escenario. Wacky Workbench. En este nivel empezaremos a notar lo puñetero que se va volviendo el juego. Esta zona transcurre en el interior de una diabólica fábrica cuyo suelo reflector envía a Sonic a lo más alto del nivel nada más tocarlo. Esto obstaculiza el avance constantemente y acabaremos por arrojar el mando a la pantalla cuando tengamos que repetir el mismo camino de bajada por enésima vez. Y es que, no satisfechos con hacernos rebotar todo el rato, la fábrica está repleta de cables de corriente que alternan la dirección en la que se activan y que nos harán perder los anillos y las vidas en más de una ocasión. Todo en este nivel parece ir en contra de nuestro erizo que sufrirá lo indecible para finalizarlo. En el pasado la fábrica todavía está en construcción y nos permite ver, en el fondo del escenario, una cordillera de rocas anaranjadas bajo una puesta de sol que había quedado oculta tras la pared metalizada que cubría la factoría en el presente. En el futuro bueno la fábrica parece haberse convertido en una especie de parque fantástico donde nos encontraremos con objetos con formas de estrellas y lunas. Por otro lado, y como era de esperar, en el mal futuro la fábrica es un montón de chatarra oxidada donde las máquinas han quedado deterioradas e inservibles tras el paso del tiempo. Stardust Speedway. Stardust Speedway nos recordará en ocasiones a Star Light Zone de Sonic 1. Como indica su nombre, es uno de los niveles más rápidos debido a que en este escenario encontramos muchos caminos rectos (o más bien curvilíneos pero que mantienen una misma dirección), que nos permitirán acelerarnos hasta límites insospechados. De hecho, con las zapatillas de velocidad, es posible meter a Sonic casi fuera de la pantalla. Las plataformas sobre las que Sonic se mueve están formadas mayoritariamente por lo que parecen trompetas y tubos de trompetas u otros instrumentos musicales por el estilo. En el pasado encontramos que las vías están obturadas por enredaderas y otra vegetación más espesa que se extiende por todo lo largo y ancho del escenario. Al fondo, a la orilla de un lago, las ruinas de una antigua ciudad recuerdan a las construcciones de los griegos o los romanos. En esta zona existen unos paneles amarillos con una bola azul en el centro que, al ser girados, cambian la ubicación en la que Sonic se encuentra, generando dos vías alternativas para llegar hasta el final de la fase. En el futuro bueno recorreremos a toda velocidad un parque temático con luces de norias y montañas rusas brillando en el fondo del escenario. En el mal futuro el cielo está encapotado y se respira un ambiente contaminado y aciago. Al fondo una ciudad violeta, compacta y asfixiante, se extiende hasta el horizonte. Es en este nivel cuando, en la tercera fase, nos enfrentaremos a Metal Sonic y rescataremos a Amy de sus garras metálicas. Metallic Madness. Es como Scrap Brain Zone de Sonic 1, con las mismas ruedas circulares en las que Sonic puede correr alrededor y esas plataformas giratorias y traicioneras, pero mucho más laberíntica y caótica que la original. Tal como indica el nombre, y sobretodo en la segunda fase, puedes acabar tarado si pretendes encontrar la salida de entre toda esa maquinaria perversa. En el acto 2 un rayo láser convierte a Sonic en un erizo del tamaño de una pulga para poder pasar entre el enrevesado mecánico antes de que el tiempo acabe con él. De nuevo, en el pasado, la fábrica está en construcción, mientras que en el futuro bueno, no sólo es una fábrica en pro de la sostenibilidad, sino que además hace las funciones de una ciudad en la que podemos encontrar utópicos parques y zonas verdes, con sus fuentes y pájaros pertinentes incluidos. El futuro malo es más de lo que podemos esperar: una fábrica al borde de la destrucción donde el óxido y la corrupción ha acabado con todos los materiales en un entorno lúgubre. Special Stage. Es el escenario que aparece cuando finalizamos el primer o segundo acto de una zona con 50 o más anillos. Si es el caso, sucederá como en Sonic 1 y aparecerá un anillo gigante que nos transportará a la zona especial. Aquí es donde podemos conseguir las Time Stones que, si bien hay que decirlo, no parece que tengan un papel tan fundamental como han tenido las esmeraldas del caos en los otros juegos de la serie. Por si fuera poco, el Special Stage es de lo más raro que se ha visto (y eso que Sonic tiene escenarios especiales muy raros). El lugar al que Sonic se transporta recuerda a un circuito de karts, aunque con muchos obstáculos de por medio. En él podemos encontrar rebotadores, impulsadores, agua o petróleo (que al tocarlos nos reducirá el tiempo drásticamente), ventiladores que nos propulsarán por el aire, etc. El objetivo de la zona especial es el de eliminar los OVNIs que flotan por el cielo antes de que finalice el tiempo. No acabo de entender qué relación tendrán éstos con el juego, así que sólo me queda pensar en que el satélite que flota sobre el lago es en realidad de unos alienígenas y éstos son los que poseen las piedras del tiempo, aunque nosotros, los humanos (o en este caso los erizos), ignoremos para qué se usan. Versión de PSN. La versión de Sonic CD para PlayStation Network viene de lo más completa. Para empezar disponemos de las dos bandas sonoras: la japonesa y la americana. La banda sonora de este juego es de lo mejorcito y sin duda destaca entre las mejores compuestas para los juegos del erizo. El único inconveniente es que, en caso de escoger la japonesa, las versiones vocales tanto del opening como del ending han sido suprimidas y en su lugar han dejado la versión instrumental. Yo, personalmente, prefiero la versión japonesa para la música mientras juego, pero es cierto que oír Sonic Boom al arrancar el juego por primera vez no tiene precio Otra novedad que incluye esta versión es 3 grados distintos de definición en los que podremos escoger desde el más bien definido (algo así como HD, dentro de sus posibilidades, claro) hasta la versión nostálgica que será con todos los pixeles en su máximo esplendor. Más cosas nuevas: el Spin Dash y el Super Peel-out. El primero ya existía pero lo han adaptado al estilo visual de Sonic 2. A día de hoy sabemos que un Sonic no es un Sonic sin este movimiento, y eso de agacharte y saltar en Sonic 1 nos produce la extraña sensación de que algo no está bien con ese juego. Así pues, para esta versión de Sonic CD, también podemos salir despedidos convertidos en una mortífera bola azul. En cuanto al Super Peel-out, es un movimiento que ya existía en el original (de hecho creo que fue aquí cuando se usó por primera vez) y sigue funcionando a las mil maravillas. A diferencia del Spin Dash, con éste debemos ser más precavidos ya que Sonic es vulnerable mientras corre a toda velocidad. Sin embargo, el Super Peel-out tiene ciertas ventajas por encima del Spin Dash y bajo manos expertas se convierte en una herramienta muy útil. Finalmente, y como gran novedad a destacar, es que han incluido a Tails en esta versión. Así que todos aquellos que quieran descubrir el entramado salvaje que se oculta detrás de los diseños alocados que han creado para este juego, podrán disfrutar del manejo de Tails y sus dos colas para que los lleve volando hasta el más recóndito de los lugares. A tener en cuenta que, en caso de usar a Tails en el juego, los trofeos de PSN no se desbloquearán. Tails Boom! Conclusiones. Sonic CD es un juego extraño pero con un toque de adicción que hará que quieras exprimirlo más y más hasta que ya no le puedas sacar ni una gota. Los niveles son frenéticos, difíciles, alocados, sin sentido y todos ellos son traicioneros hasta la médula. Sin embargo, el juego te permite disfrutarlo de varias formas: por ejemplo puedes dedicarte a buscar la máquina de Robotnik en el pasado, así como el proyector de Metal Sonic, y disfrutar más de la exploración dentro de los escenarios y trabajar duro para moverte bien entre las líneas temporales; o bien puedes optar por el estilo rápido y salvaje y superar la fase en el menor tiempo posible. El juego te permite hacer ambas cosas y la verdad es que, una vez conoces el circuito de memoria, es un gustazo recorrerlo a toda velocidad bajo el poder de las zapatillas rojas a 60fps constantes sin ningún tipo de ralentización en ninguno de los escenarios. Quizás el aspecto más negativo es que los enemigos finales de fase son extremadamente sencillos y no suponen ningún reto. Las fases son demasiado difíciles para acabar encontrándote un enemigo final que apenas dura más de 10 segundos y se convierten en una pequeña decepción. Aún así es cierto que Sonic nunca se ha caracterizado por tener enemigos finales muy difíciles… Para todos aquellos que quieran desconectar de juegos largos que requieran horas y horas de atención, pueden disfrutar de esta pequeña joya de SEGA que no les llevará más de una hora finalizarlo y que puede ser rejugado ad infinitum con el único aliciente de correr y correr hasta llegar a los créditos. Una y otra vez… NOTA: 8/10 ¿Ya pasó? |
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