Publicado: 23:46 09/12/2006 · Etiquetas: · Categorías: Frikismo
Parece mentira pero aquí está, ya es mía... Madre mía lo que ha costado conseguirla, no recuerdo nunca haber sufrido tanto en un lanzamiento de consola como con este. Y es mía de milagro, porque la generosidad es una virtud tan escasa hoy en día que bien podría considerarse como tal. A las 8 de la mañana estaba haciendo cola en el Corte Inglés de Portal de L'Àngel, ahí ya había gente desde las 7 o así. A las 10, cuando abrían, ya éramos más de 40 y eso ha sido un caos. Solo había 14 Wiis y yo era el número 10 en la cola original, pero claro, ¿quién iba a respetar esa cola? Al abrir las puertas la gente se ha abalanzado como animales salvajes para llegar lo antes posible a la séptima planta. A mí me han echado de la cola tras un fuerte empujón justo antes de subir por las escaleras mecánicas... así que llegué el último. Arriba ya se ha montado un jaleo impresionante, han tenido que venir los de seguridad, gente diciéndose de todo, algunos casi llegan a las manos y no lo han hecho porque les han detenido. Ahora bien, ha habido uno que ha bajado rápidamente a buscar a otro que se había colado y que encima había comprado dos Wiis. Mucho me temo que no iba de buenas... Yo iba con un amigo que sí logró hacerse con una Wii (la número trece), así que después del incidente en ese centro comercial hemos ido a mirar en otras zonas. La Wii estaba agotada en todos sitios, y en dos ocasiones he coincidido con clientes que se llevaban las últimas consolas. Estaba completamente desmoralizado... Finalmente hemos decidido volver a casa y mi colega me ha acompañado en coche. Al despedirme de él, veo que abre la puerta de atrás de su automóvil y me entrega la Wii. Yo flipando le digo que qué hace y me responde que me la da, que le debo lo que le ha costado pero que me la quede yo. Estaba alucinando, pero logré reaccionar a tiempo y, como es lógico, me negué a aceptar su oferta. Él ha insistido en que me la quedara yo, que después de todo él no iba a tener tiempo de probarla hasta más adelante y que para no usarla prefería que la tuviera yo. En definitiva, que mi Wii es la que me ha entregado mi amigo. Increíble, ¿verdad? Parece mentira que después de haber vivido lo que he visto en el Corte Inglés, donde se me ha demostrado una vez más que somos unos seres repulsivamente egoístas y que no nos importa pisotear al prójimo mientras logremos satisfacer nuestras propias necesidades, haya recibido, ese mismo día, un gesto de generosidad tan noble y sincero por parte de mi amigo. Ahí había muchos padres y abuelos haciendo cola para poder comprar la consola para estas Navidades a sus hijos y nietos y, desde luego, no han sido éstos los que se han hecho con ella. Me siento afortunado de tenerla, pero es la primera vez que consigo algo que deseo desde hace mucho tiempo y sigue habiendo un vacío dentro de mí. Quizás es porque mientras hay gente que muere de hambre en el mundo, nosotros nos matamos para hacernos con una consola... |
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