Cornell's Corner

Publicado: 20:02 10/02/2008 · Etiquetas: · Categorías: Proyecto
En 1808, por París corría la noticia de que alguien había conseguido descifrar los jeroglíficos, que viene a ser el equivalente Napoleónico de que ahora corra la noticia de que alguien tiene fotos de la boda de Carla Bruni con Sarcozy. Un tal Alexandre Lenoir había publicado un tratado con este desciframiento.

Y este mismo tratado es el que había tumbado al pobre Champollion, si bien no era algo complicado, pues siempre había sido un hombre de salud frágil.
Cuando despertó compró el susodicho tratado y comenzó a leerlo. El librillo en cuestión estaba fuertemente influenciado por las ideas de Kircher, así que nuestor amigo, pronto empezó a sentirse aliviado. Y probablemente a reir, porque traducir "Osiris dice:" por "La traición de Tifón termina en el trono de Isis, la humedad de la naturaleza es custodiada por la vigilancia de Anubis", es como poco muy imaginativa.

Lenoir llevaba esta camiseta, con un texto que él mismo tradujo de la pirámide de Keops



Tras el susto, continuó con su aproximación tranquila a la piedra. En 1809 entra a trabajar de profesor asistente en la academia de historia de Grenoble y ahí sigue remirando por encima el problema. Se da cuenta de que los signos no sólo son sonidos, sino que tambien pueden ser conceptos: por tanto, al igual que con el chino o japonés, un ideograma puede tener su significado propio, u otros adicionales usandose sólo su sonido o adapatando su significado original.

Así que, cimentándose en esta deducción, comienza a establecer una cronología de sucesos. Lamentablemente en 1816 tiene que huir: al caer Bonaparte, el debe exiliarse, pues era partidario del régimen. Pasarán unos cuantos años hasta que  comience a atacar en serio de nuevo el problema, en 1819. Un cambio duro para un hombre que se había consagrado a esta tarea, tened en cuenta que las fechas quedan bien en un libro de historia, pero podríais imaginaros 20 años de búsqueda? Podría ser descorazonadora.

En cambio, nuestro erudito particular se encontraba ya listo para traducir: toma cartuchos de otras inscripciones y los desvela: traduce un cartucho de Cleopatra y se sorprende al descubrir que la 'T' de est enombre es distinta de la de Ptolomeo. Que no panda el cúnico! Si en inglés hay dos signos para el fonema 'k': como las letras 'c' y 'k', podrían tener los egipcios dos signos para el sonido 't'? Pues la verdad es que si, en el copto, lengua que dominaba, y que sucedió al egipcio, hay hasta tres letras 't' distintas: tau, theta y ti.

Aun así, descifrar un buen montón de cartuchos no significaba nad apara él: todos esos nombres eran extranjeros, así que aún no podía demostrar que los jeroglíficos formasen un idioma fonético.

Todo cambia cuando en 1822 recibe unas tallas de Abu Simbel. Estas tallas eran lo suficientemente antiguas como para contener nombres tradicionales, así que se puso a ello.
Encontró un cartucho curioso de sólo 4 signos, de los que desconocía los dos primeros, y los dos últimos, repetidos, eran una s, lo cual nos deja con ??ss. Ademas el primer signo era curioso: muy simple, y muy intuitivo.

El palabro de Abu Simbel


Se preguntó si podría representar al sol. Parecía lógico: un dibujo del sol, debe significar sol, pero es más, si las suposiciones de Champollion eran ciertas, debería pronunciarse como la palabra sol, puesto que el egipcio no era un idioma exclusivamente alegórico.

Probar daño no hará, así que volviendo al copto, tradujo la palabra 'sol', que es 'ra'.
Así que tenemos para el cartucho: Ra?ss. Bien, sólo un nombre de faraón parece encajar: Ramsés.
Así que Champollion había conseguido demostrarlo: el egipcio era un idioma fonético.

He de decir que el gusto dramático suele dejarme llevar, salir gritando Eureka a la calle desnudo queda bien para la historia, pero no ayuda mucho a tu vida social. Pues esto es lo que hizo Jean: salir a la calle gritando "Ya lo tengo!", una frase mucho menos pegadiza que la de arquímedes, pero que significa lo mismo. LLego a la oficina de su hermano y...volvió a su mala costumbre de no estar consciente para celebrar su éxitos y perdió el conocimiento; estuvo 5 días en cama.

Aún así, no tardó en devorar y traducir todo texto en jeroglífico o en hierático que pudo obtener, y demostró su siguiente conclusión (que ya rondaba en su cabeza si habeis leido entre líneas): el egipcio antiguo y el copto eran practicamente lo mismo.

En la carta de la imagen es en donde reconoce por primera vez parte de sus descubrimientos.

Gracias por la imagen Sek



Dos años despues, publica su tratado con todas sus investigaciones, lo cual suscita criticas tanto de su maestro DeSacy como de Young (que decía que se había basado en él).

Champollion podía ya decir que era el descubridor del significado de los jeroglíficos ya con todas las de la ley.

Unos años más tarde Rosellini, el fundador de la egiptología italiana, se dirige a París para aprender de Champollion. Allí se convierte en su discípulo y comienzan a organizar una expedición a Egipto: Champollion aun no había ido al país.

En 1828, en julio, tienen la oportunidad de leer los jeroglíficos directamente de la spiedras en las que están tallados. Champollion puede mirar a las pirámides y saberse triunfador de la promesa que hizo 28 años antes.

Lo demás ya es historia, fama y reconocimiento durante el resto de su vida, que, lamentablemente fue poco. Tras acabar las notas sobre su expedición 4 años despues murió de un derrame cerebral en París. Supongo que no era buen síntoma desmayarse tanto. Aún así nos queda como el padre de la egiptología.

Y aquí concluye el relato. Quizá el próximo sea sobre la máquina enigma, o el lineal B, pero alternaré con otro tipo de posts, que ya voy teniendo noticias de otras cosas.


Publicado: 17:11 03/02/2008 · Etiquetas: · Categorías: Proyecto
Worthing es una localidad costera al sur de Inglaterra, en la zona de Sussex, que hasta no hacía demasiado había sido un pueblo de pescadores y granjeros.

Podría parecer que a principios del siglo 19 un pueblo de pescadores sería un sitio destartalado, pero hacia 1800 empezó a recibir visitantes; al parecer los médicos opinaban que el clima costero era bueno para el cuerpo. Mejor que una tarro de sanguijuelas, por lo menos. Esto por sí solo no sería un revulsivo para el desarrollo local, si no fuese porque el rey Jorge III eligió la villa como lugar de descanso de sus hijas, las sobre protegidas princesas, debido a la débil salud de una de ellas, la princesa Amelia.
Así que para 1803 las calles y edificios ya estaban acondicionados para una vida, digamos que más elegante.

Menudos hospitales se cascaban allí



Y es allí donde el llamado en los círculos de Cambridge "el Fenómeno Young", en un hábil juego de palabras, se dedicaba a observar un texto. Hubiera sido más romántico decir que observaba una piedra negra de algo más de un metro de alto, pero no le hubieran dejado traérsela del museo británico.

Asi que ahí estaba Thomas Young observando el texto de la piedra Rosetta, preguntándose como debía atacarla, hasta que algo llamó su atención: en la parte jeroglífica había cartuchos.

Un cartucho es un conjunto de jeroglíficos enmarcados por una línea, y Young y otros investigadores antes que él pensaron que debían  ser palabras inportantes como por ejemplo, el nombre del faraón. De hecho, ya se había localizado la palabra rey en el texto demótico, debido a  su localización y frecuencia, dado que en el texto griego aparecía a menudo.

Un buen presentimiento, porque el cartucho del nombre del faraón Ptolomeo se repetía el mismo número de veces en el texto griego (realmente el número era distinto, pero como había líneas estropeadas, eso no le echó para atrás), aunque los cartuchos eran un poco distintos. No se rindió, y supuso que habría una versión corta y otra con todos los títulos honoríficos del mismo.

Parece que Thomas Young era un hombre con una afinada intuición lógica, pues no sólo dedujo eso, sino que tambien colocó en orden todos los caracteres, con su sonido verdadero.

Esto es especialmente difícil porque normalmente los escribas egipcios cambiaban de orden los jeroglíficos o los colocaban unos encimas de otros por razones de estética y omitían vocales.

Además, todavía pesaba la losa paradigmática de Kircher, que alentaba a pensar que los jeroglíficos expresaban ideas, y no sonidos. Afortunadamente Young pensó, que al ser extranjero, el nombre de Ptolomeo no tenía su correspondiente jeroglífico, así que habrían usado  caracteres que sonasen igual.

Así que Ptolemaios se transformaba en P-t-o-l-m-i-s, con 7 caracteres en jeroglífico.

El cartucho en cuestión



Young tambien tradujo otro cartucho de otra incripción: una del templo de Karnak, que hablaba sobre la reina Berenice, que traducido queda B-r-n-i-k-a-(terminación femenina), lo cual se corresponde con su nombre griego: Berenika.

Así que Young consiguió lo que nadie había logrado hasta entonces: descubrir el sonido de los caracteres jeroglíficos.
Lamentablemente, Young, en su inquieto ansia de saber, se detuvo aquí con su investigación, y continuó ocn otros asuntos. Además, no quiso dar su descubrimiento como revolucionario debido a la importancia del paradigma de Kircher, así que supuso que si él había acertado era porque sólo había trabajado con nombres extranjeros, qu eno se podían corresponder mas que con sonidos y no con ideogramas. Por tanto, su trabajo quedó resumido en un artículo para la enciclopedia británca y paró allí: para él este trabajo fue un pasatiempo.

O eso habría pasado de no ser por nuestro siguiente investigador: Jean François Champollion.

Pero antes de pasar con él, retrocedamos unos años, a la época en la que young comenzaba a trabajar en la piedra.

Como hemos dicho, hubo unos pocos que ya empezaban a darse cuenta de que el texto tenía puntales. Un puntal es una parte de un texto cifrado que se repite un número considerable de veces, y por tanto es un sitio susceptible de ser "atacado" para desencriptarlo.
Silvestre de Sacy, un profesor francés de la escuela de lenguas orientales, era uno de los muchos interesados en traducir el texto que nos ocupa, y en 1802 se encontraba dedicando sus esfuerzos a ello. No consiguió mucho, pero sí que encontró varios nombres propios, entre ellos el de Ptolomeo en el texto demótico. A su vez, uno de sus alumnos, el sueco Johan David Akerblad, localizó todos los nombres propios del texto demótico y además pensaba que el demótico era un lenguaje totalmente alfabético, contrariamente a la doctrina de Kircher.

Poco más de utilidad sacaron, que no es poco (bueno, aparte de que su trabajo ayudó a que Young pensara que muy desencaminado no iba), pero otro de los alumnos de De Sacy, era nuestro nuevo protagonista: Champollion, que adelantó a su compañero de estudios y a su maestro.

Champollion era un consagrado lingüista, que partía ocn una gran ventaja: dominaba el copto, la lengua que aparto a los jeroglíficos de la escena.
Siempre había estado interesado por Egipto desde que uno de los investigadores enviados por Napoleón a "recuperar" las antigüedades del desierto mientras su ejército pacificaba, le mostró su colección (todo legalmente adquirido, seguro). Este investigador no era ni más ni menos que el matemático Fourier, que le mostró a un Champollion de 10 años las extrañas inscripciones de sus objetos egipcios. Ante esta misteriosa lengua que nadie podía descifrar, Champollion se dijo que algún día resolvería el enigma.

Envuélvamelo para llevar, y si eso pásele la factura a esos casacas rojas tan simpáticos de ahí al lado...



Digamos que el joven a parte de un genio (a los 16 dominaba una docena de idiomas), era un apasionado, lo que unido a su frágil salud, le hacía tener la curiosa capacidad de...desmayarse. Y no es coña, cuando le eligieron para la academia de Grenoble por su artículo sobre Egipto a los 17 años lo primero que hizo fue desmayarse.

Después, sintiendo que no estaba preparado aún para atacar los jeroglíficos, decidió aprender unos pocos idiomas más. Acabó hablando latín, griego, hebreo, etíope, sánscrito, zendo, caldeo, palevi, árabe, amhárico, avéstico, sirio, persa, chino y copto. Supondría un pequeño retraso en el tiempo aprenderlos, pero le daría más herramientas para trabajar. Lamentablemente en 1808 le dijeron que un egiptólogo había descifrado los jeroglíficos...y volvió a desmayarse.

Tranquilos que no me he equivocado, he dicho 1808 después de todo lo que he contado sobre Young 6 años después.
Pero también os digo que habrá una tercera parte con el desenlace, porque ya me he extendido demasiado de nuevo...


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