Las fotografías de la sensual rubia han recorrido el orbe entero y seguramente, han levantado más...suspiros y han hecho correr más...expectación masculina de lo que muchas mujeres podrían aspirar en toda su vida.

En las fotografías se aprecia un aire de excitación, pero al parecer no hay ningún fotógrafo. Y es claro que en todas las tomas sostiene un teléfono móvil -Bastante ladrillo por cierto para ser Scarlett la super estrella- ¿Es una descarada exhibicionista hambrienta de sexo? ¿Son simplemente un regalo "sexy" para algún amigo especial? Jamás lo sabremos.

Sólo puedo concluir que su derrier está perfectamente moldeado a la antigua usanza. Como aquellos que uno intuía soberbios debajo de la tela en películas de los años 50's. Me carcome la impotencia de saber, que jamás podré separar aquel par y ello me sume en la más grande de las melancolías.

PD que no tiene nada que ver con la presente entrada: Hoy he aprendido una nueva palabra; ¡"Celular"! Me parece curiosa porque hace referencia a la forma en que se enlaza la comunicación de los teléfonos móviles. La palabra de la semana junto con "Parcero" -Modismos domingueros regionales de lo más simpáticos

Bienvenido al primer capítulo de una serie de artículos dedicados a lo más selecto de la maldad ficticia de la cultura popular. El turno corresponde hoy, a un joven delincuente de bajo coeficiente intelectual, cuya herencia maligna se remonta directamente a Buford "Mad Dog" Tannen, con un serio problema de actitud, una abuela dominante y posesiva y cuyo destino estará indefectiblemente ligado al estiércol.

Pero ¿Quién es realmente Biff Tannen? Un adolescente de Hill Valley, California, que se siente sexualmente atraído por Lorraine Baines, y que gusta de golpear a perdedores en la escuela del tipo de George McFly. Su futuro, o mejor dicho, su pasado, estará misteriosamente ligado al de la familia McFly, y es que Robert Zemeckis establece una extraña relación directa y proporcional entre los destinos de ambas familias; por un lado, si la familia McFly alcanza el éxito, Biff y su descendencia tendrán un porvenir incierto y si por el contrario, Biff logra triunfar, los McFly fracasarán.

Tal relación es comprensible, tomando en consideración que lo único que impide que George McFly pueda realizarse plenamente y alcance éxitos a corto plazo como conseguir una novia o tener popularidad en su escuela es justamente Biff Tannen y de igual manera, lo que cimienta el éxito de Biff Tannen entre los demás adolescentes es el miedo que siembra en ellos. Así es que si el más patético y pusilánime estudiante como lo es George McFly le planta cara a Biff, la autoridad de éste último se derrumba y pasa al escalafón de George; que es poco menos que un insecto.

Aunada su mística relación con el destino de la familia McFly, una de sus facetas más ocurrentes y divertidas es cuando es virtualmente el dueño de su ciudad natal, y construye excéntricos monumentos dignos de un verdadero megalomano, como lo son el Paraíso del Placer o el museo de Biff Tannen; todo ello producto de su cuantiosa fortuna derivada de apuestas deportivas con ayuda de un almanaque que el viejo Biff del futuro le entrega horas antes del baile anual escolar. El magnate Biff, con una apariencia física extrañamente similar a la de Donald Trumph, asesina a George McFly y logra cumplir el sueño de su vida, casarse con la chica que tanto deseaba, Lorraine Baines.

Y uno no puede dejar de sentir cierta maliciosa complicidad con el simpático Biff, e inclusive animadversión respecto a Marty McFly el Doc Brown quienes intentan poner freno a los planes de éste ¿Os imaginais el futuro prevaleciendo el poderoso Biff? ¿El paraíso del placer hubiere sido aún más grande? ¿Tannen sería el alcalde de la ciudad, o incluso, el gobernador del estado? Un futuro apoteósico sin duda, pero el buenazo de Robert Zemeckis no nos obsequió esa visión del futuro llena del egoísmo y poder de Biff el millonario.

Por ello, y muchas cosas más, Biff Tannen es un villano memorable y entrañable, que nos recuerda que no se requiere inteligencia para alcanzar la grandeza en un futuro improbable, pero posible.