¡Buenas! Os comento que hace poco abrí un blog un poco más en condiciones ya que no me gusta para nada el formato de Vandal... me he trasladado a Blogspot. Iré publicando aquí las entradas también, pero en forma de enlace hacia la página. De momento, mi última crítica, al excelente juego Max Payne 3.

CRÍTICA A MAX PAYNE 3

Me mataréis. Pero soy de esos que lo compran todo a última hora, cuando ya está barato y va a salir un sucesor. Me parece una filosofía inteligente, porque de momento me va muy bien. Quién iba a decir hacer cuatro años que me he dejado nada más que quince laureles en Bioshock y Lost Planet. De éste primero vengo a hablaros.



Había probado la demo tiempo atrás, y me puso el hype por las nubes. Tenía todas las de convertirse en una obra maestra, en uno de esos juegos que cuesta olvidar. Finalmente, lo he comprado, y no es para menos: menuda maravilla tengo entre mis manos. Vamos a ver, me sitúo en el año 2007. Para mí, un maravilloso año del mundo videojueguil, para otros, no tanto. Había serias competencias, pero de la nada sale Bioshock. Y aquí tenemos una revelación innovadora se mire por donde de mire; teníamos juegos de terror en ciudades con niebla, en las alcantarillas, en universos paralelos, en apocalipsis zombis, y en pollas en vinagre. Pero Bioshock rompe todas esas barreras con una ciudad bajo el agua: espectaculoide, cuanto menos.

Pero no sé cómo calificar el apartado visual y gráfico. Está entre el portento gráfico y el "simple" excelente en todo detalle. Aún viéndolo desde el año 2012 con Gears of War 3 y Crysis 2 en el mercado, me fascina. Sobretodo, esos efectos de partículas, la ambientación, y el cuidado del agua.

La banda sonora. No sé qué decir. Esa mezcla entre el jazz de los 60 y la composición original se adapta más que perfectamente a todas y cada una de las situaciones. Entrar a un bar lleno de sangre y cadáveres y escuchar el tranquilizante sonido de un saxófono es extrañamente aterrador. Pero más que la banda sonora, es ese silencio que predomina en algunas situaciones. Ver una sombra, oír una voz. Silencio, se corta la luz y se enciende de nuevo. No hay sombra, no hay voz. Mi gozo en un pozo, los pelos de punta.



El juego, poco a poco, te va dando libertad. Hay una cosa que me gusta mucho: los Big Daddies. Te los encuentras por ahí, y te ignoran. Es una situación entre el horror y la admiración, pero sabes que tienes que atacarlos. En una mano, el arma. En la otra, los aumentos, alimentados por EVE y ADAM. El EVE, te lo encuentras. El ADAM... está en las Little Sisters, vigiladas por los Big Daddies. Si no hay ADAM, no vives. ¿Se pone interesante, eh? Pues la jugabilidad es excelente, y es imposible liarse con lo equipado en medio de un tiroteo. Aunque normalmente no son tiroteos, pero eso ya lo veréis. Incineración, electrocución, telequinesis, y un largo etcétera: nuestra más interesante ayuda.

Anonadado me hallo por Bioshock. Grandísimo, no sé qué hacéis que no lo estáis jugando, si ya os lo habéis pasado, hacedlo otra vez, y si no, corred insensatos.

Por cierto, si América y Canadá se uniesen, eso sería una americanada, ¿no? (David Navarro)

Pues tan tranquilo que volvía de la playa y paso por una tienda de videojuegos que llevaba tiempo sin visitar. Digo, ¡hostia! Vamos a echar un vistazo, y a ver si me llevo algo que tengo mono. Y así, en la estantería de los seminuevos, me encontré con un flamante Lost Planet: Extreme Condition por 4,95€. Me habían hablado muy bien de él... y no me lo pensé. Y pa' la saca.

Llego a casa, y no sé si tenía más ganas de ver jugar a España que de jugar yo mismo esta nueva adquisición, porque soy así de impaciente. Y durante esa larga noche vicié Lost Planet. No lo he terminado aún, pero menuda la experiencia y grata sorpresa que me estoy llevando. He probado muchísimos shooters y, los third-person me enamoran, así que no sé cómo no he jugado esta joya antes. Toda una maravilla. Unos dicen que no es la gran cosa... y seguramente tengan razón, pero es mi descubrimiento. Esta generación tampoco ha estado tan mal, y los que pasan desapercibido suelen tener una calidad altísima. Véase Singularity.



De entrada, cabe decir que los gráficos in-game son mucho mejores que los de escenas cinematográficas. De calle, vamos. Pero, aunque la historia cumple, lo que a mí me sorprende es esa ambientación, esa jugabilidad, esa filosofía de juego que Lost Planet trae consigo: ¡Quién me iba a decir que el botín se encontraba en todos y cada uno de los enemigos! Y esa sencillez y fluidez a la hora de moverse, disparar, apuntar.

Los pocos jefes finales que llevo son realmente cabrones. Aunque he comenzado el juego en la dificultad mayor, también hay que decirlo. A nivel sonoro, y poniéndome en la piel de un analista del 2006, el juego cumple con su cometido. A estas alturas, diríamos que no es la Buena Nueva. Pero la banda sonora sí es exquisita, y recomiendo ponerla al máximo de volumen. Sabe cuándo y cómo aparecer, y, sin ser unas composiciones del otro mundo, están a la altura.



Qué más decir. No lo he terminado. Está muy bien y debo recomendarlo. Y como esto no debería ser una crítica muy extensa, aquí termino. Y, por mucha mierda que le llueva al segundo, caerá igual que ha caído el primero, barato y de segunda mano. Así se disfruta más.

Hace un tiempo que lo jugué, pero hoy me he puesto a repasar, aburrido, una parte de mis memorias videojugabilísticas. Existe un recoveco entre éstas dedicado a Rogue Warrior: nunca lo olvidaré. Rogue Warrior es a los videojuegos lo que el sexo casual a la vida: te puede provocar el sida.

Sin pasarnos de la raya, y sin más dilatación, comienzo mi mini-crítica. Cuando hablamos de Rogue Warrior hablamos de uno de los soldados más reconocidos de América, aunque prefiero un pedo salpicante de pus anal en la cara antes que un homenaje así. Como deducimos, estamos hablando de un shooter, oséase, un videojuego de disparos. Aunque yo pasé más rato lanzando el controlador contra la televisión que jugando; porque esa es otra, la campaña es más corta que flequillo de calvo.



Por ello, tened los ojos bien abiertos, porque si parpadeáis se os va. Yo, aviso. En referencia a un apartado más técnico y gráfico, cabe destacar que el juego está en tres dimensiones. Y... tiene... texturas. De diferentes colores, entiéndase. No son unos malos gráficos, pero están muy por debajo del nivel de la actual generación y bastante mal aprovechados, ahora ya poniéndonos un poco en serio. Aunque si lo intentas jugar en un PC de carencia, hazte unas gafas 3D con cola y cartón porque así se disimulará un poco y evitarás sangramiento de ojos.

Pero la música mola, dentro de lo que cabe. Y el personaje está bien recreado. Pero si nos intentamos meter en el modo multijugador, vamos a sentir el mayor Forever Alone en mucho tiempo, por razones obvias.



Yéndonos al apartado jugable, hay que dejar algo claro: la IA es mala. Se han dado casos en que (teniendo en cuenta a Rogue Warrior como espía) avanzaba por el mapa y me hacía el pillín, así en plan:
-¡Eh, que te clavo mi cuchillito por aquí!
-¿Dónde estás, mi polizón favorito?
-¡Uy, que te clavo mi cuchillito por allá!
-Ay, ¡qué granujilla!
La inteligencia artificial es tonta. Y las cinemáticas de asesinato, un poquitín caca. Pero debo destacar la fluidez con que se cambia de la primera a la tercera persona, eso está guay. En plan Deus Ex: Human Revolution, aunque a varios milenios luz de distancia de éste.

Pese a todo, Rogue Warrior es un excelente posavasos. Por cierto, una vez concluida mi mini-crítica, no os lo toméis a mal si me he pasado un poco, intento tomarme con humor semejante adefesio aberrante. Sin querer faltar al respeto, he cagado cosas mejor que este juego.

¡Gears of War 3! Esa entrega tan esperada que nos llegó a finales del flamante año videojueguil del 2011. Se trata del épico y más que merecido final de una saga que marcó, marca y seguirá marcando tendencias entre los juegos de disparos en tercera persona.

Si su jugabilidad ya era extremadamente buena y adictiva en Gears of War y Gears of War 2, la secuela final nos ofrece una serie de mejoras excelentes, con una variedad de "fatalities" divertidos y numerosos, un sistema de cobertura mejorado y, además de haber más armas y más originales, son más manejables. Todo esto hace una partida (offline u online) llevadera, intensa y profunda.

Pero no es esto lo que nos llama la atención de Gears of War 3, sino su elaboradísimo guión respecto la primera entrega. Si en Gears of War 2 a los "lágrima fácil" se nos conseguía con un guión de pinceladas dramáticas, en su secuela nos encontraremos con un ambiente triste, desolado y con un guión digno de película. Los personajes que sólo querían matar ahora son muy carismáticos y con una personalidad férrea, y en cualquier momento pueden darnos una sorpresa, creándose giros argumentales que nos tentarán a terminar la historia. No diría que es lo más épico, pero es bonito y justificado (para mí, perfecto).

¿Qué decir de los gráficos? No los había visto mejores en la consola de Microsoft, y me atrevo a decir que rivaliza seriamente a títulos como Killzone 3 o Uncharted 3 de la competidora directa, Sony. Todos esos variopintos lugares que recorreremos y cada minúsculo efecto de partículas por no mencionar el contraste y la fluidez lumínica conseguida: además, la minuciosa elaboración de detalles en rostros y cuerpos se hace notar. Este juego tiene unos gráficos excelentes y envidiables.

Y respecto al apartado sonoro, también veo mejora. Además de una banda sonora menos monótona que en sus precuelas, nos encontramos con temas de distinta complejidad aparcados de buena manera a cada escena jugable o no jugable. En cuanto a los efectos de sonido (FX), cabe decir que completan sobresalientemente la experiencia jugable que el título nos ofrece. Cubiertos tras la piedra, podríamos saber por dónde vienen las balas sólo de oído (o al menos, yo lo hacía así). Cada detalle sonoro, sin aprofundizar, está gratamente cuidado.

Se agradece poder jugar esta maravilla de videojuego, y, sin excepción, todos debemos al menos probarlo. Lo merece.