Pues tan tranquilo que volvía de la playa y paso por una tienda de videojuegos que llevaba tiempo sin visitar. Digo, ¡hostia! Vamos a echar un vistazo, y a ver si me llevo algo que tengo mono. Y así, en la estantería de los seminuevos, me encontré con un flamante Lost Planet: Extreme Condition por 4,95€. Me habían hablado muy bien de él... y no me lo pensé. Y pa' la saca.

Llego a casa, y no sé si tenía más ganas de ver jugar a España que de jugar yo mismo esta nueva adquisición, porque soy así de impaciente. Y durante esa larga noche vicié Lost Planet. No lo he terminado aún, pero menuda la experiencia y grata sorpresa que me estoy llevando. He probado muchísimos shooters y, los third-person me enamoran, así que no sé cómo no he jugado esta joya antes. Toda una maravilla. Unos dicen que no es la gran cosa... y seguramente tengan razón, pero es mi descubrimiento. Esta generación tampoco ha estado tan mal, y los que pasan desapercibido suelen tener una calidad altísima. Véase Singularity.



De entrada, cabe decir que los gráficos in-game son mucho mejores que los de escenas cinematográficas. De calle, vamos. Pero, aunque la historia cumple, lo que a mí me sorprende es esa ambientación, esa jugabilidad, esa filosofía de juego que Lost Planet trae consigo: ¡Quién me iba a decir que el botín se encontraba en todos y cada uno de los enemigos! Y esa sencillez y fluidez a la hora de moverse, disparar, apuntar.

Los pocos jefes finales que llevo son realmente cabrones. Aunque he comenzado el juego en la dificultad mayor, también hay que decirlo. A nivel sonoro, y poniéndome en la piel de un analista del 2006, el juego cumple con su cometido. A estas alturas, diríamos que no es la Buena Nueva. Pero la banda sonora sí es exquisita, y recomiendo ponerla al máximo de volumen. Sabe cuándo y cómo aparecer, y, sin ser unas composiciones del otro mundo, están a la altura.



Qué más decir. No lo he terminado. Está muy bien y debo recomendarlo. Y como esto no debería ser una crítica muy extensa, aquí termino. Y, por mucha mierda que le llueva al segundo, caerá igual que ha caído el primero, barato y de segunda mano. Así se disfruta más.