Con Los Caminantes y la versión en bable de Harry Potter esperando bajo mi cama, Orgullo y Prejuicio y Zombies aguardándome en algún rincón de algún armario de mi novia y con la antología de Zombies esperando por mí en las estanterías de las librerías... me entero de que la segunda parte de esta castiza aventura de zombies llega en 15 días.

Lo que más me llama la atención es que Manel Loureiro se la lleva a una nueva editorial, Plaza & Janes, dejando de lado a Dolmen que fue quien lanzó la primera parte.

Como curiosidad, P&J planea reeditar la primera parte puesto que Dolmen perdió los derechos de la obra.

Así que nada. Con tanto libro envuelto en papel de regalo tocará revisar Apocalipsis Z para refrescar un poco la memoria (nombres de personajes más que nada) y matar las ganas de asaltar en plena madrugada el cajón de los regalos.

Nuevo año, nuevo cartel. Siempre me gustaron mucho los carteles que hicieron para estas jornadas del cómic.

El de este año especialmente porque tiene muchísimos detalles de comics de todo tipo y es hasta un pasatiempo.

Cuelgo también los de años anteriores:

2008 (sin letras)


2007


2006


Son los que tengo. Me jode en el alma meter estos tamaños de imagen en el blog porque lo deforman, pero bueno. Pa lo que escribo y pa la gente que entra...

Bueno, se me olvidaba, qué menos que poner un enlace a la web del evento:

dreamers.com/jornadasaviles/

Todos sabréis que Nuestro común amigo es el libro que siempre acompaña a Desmond Hume. Se ha leído toda la bibliografía de Charles Dickens, excepto ese libro, reservado hasta el momento de su muerte. Lo que quizá no sepáis es que esta idea no era original de Perdidos. No recuerdo en qué serie/libro/película uno de los personajes guardaba ese mismo libro para leerlo una vez llegara el momento de su muerte y decidieron llevarlo al personaje de Desmond.

No obstante, no podemos decir que haya sido una copia realizada al azar. Nuestro común amigo comparte infinitas características con la serie.

En primer lugar destaca el hecho de la eterna lucha de clases donde jóvenes de diferentes clases sociales se enamoran y deciden casarse  ante la contrariedad de los diferentes asistentes.

Pero sin duda, lo que hace honor al título es una estrecha y bien llevada relación entre cada uno de los personajes.

Comienzas yendo de un capítulo a otro con la sensación de estar en historias completamente diferentes, lo mismo que pudimos ver cuando los diferentes flashbacks nos hacían vivir las vidas inconexas de los diferentes supervivientes del accidente.

Pero los capítulos se van sucediendo y las vidas de los personajes se van entrelanzando hasta formar un tejido en el que la historia de cada personaje no avanzaría de igual forma sin el caminar del resto de reparto. ¿Te suena?

De cara al entretenimiento, el libro es recomandable. Determinadas resoluciones, inéditas para la época, pueden resultarnos evidentes a estas alturas de la vida, pero aún así el devenir de los acontecimientos nos mantendrá en vilo desde el principio hasta el final.

No faltan en esta obra las clásicas críticas de Dickens a la sociedad de la época, en este caso centrados en el desamparo de los pobres a pesar de la "falsa" ley existente en la época con la que se ayudaba a los más necesitados.

Y tampoco faltan los largos párrafos "aburridos" en los que la prosa se alarga demasiado sin avanzar en la historia. Si Historia de dos ciudades se centraba demasiado en descripciones de los lugares y escenarios, Nuestro común amigo nos "deleita" con capítulos enteros dedicados a la mofa de las reuniones sociales de la alta alcurnia.

En el Post Escritum (no sé si se escribe así) comentaba una cosa interesante, pero ya no tengo el libro a mano para copiarla.

En resumen, un libro con una historia entretenida y giros de guión interesantes. Tiene demasiadas coincidencias con la serie como para que se encuentren todas en una primera lectura. Por coincidir, hasta la acción transcurre en una isla.

Si vas a la biblioteca y encuentras un papel que ponga: "Propiedad de Desmond Hume" acompañado del logo de Dharma y los números... ASTURmatr estuvo ahí.

Próxima lectura: El tercer policía de Flann O´Brien

La única vez que el pequeño Nicolás se fumó un puro a escondidas con su amigo Alcestes (un niño “gordo que come todo el rato”), la cabeza comenzó a darle vueltas y le dieron ganas de llorar. Alcestes se puso verde. A Nicolás, probarlo nunca le pareció buena idea, pero, como decía Alcestes: ¿Te lo han prohibido tus padres? Como un reloj, la lógica de Nicolás se puso en funcionamiento: “Yo lo pensé y la verdad es que tengo que decir que papá y mamá me han prohibido hacer dibujos en las paredes de mi cuarto, hablar en la mesa sin que me pregunten cuando hay invitados, llenar la bañera para jugar con mi barco, comer pasteles antes de cenar, dar portazos, meterme los dedos en la nariz y decir palabrotas, pero fumarme un puro es algo que papá y mamá no me han prohibido nunca”. Así que lo hizo y terminó vomitando.

Como en la mayoría de sus historias, nadie sale sano y salvo, ni los adultos: su madre prohibió a su padre volver a fumar pipa en casa.La historia no es nueva: está tomada del original El pequeño Nicolás, publicado en 1960 y reeditado ahora por Alfaguara junto a otras inéditas, pero puede servir de prólogo de presentación de un personaje que es casi decano de todos los danieles traviesos, barts simpson y manolitos gafotas que llegaron luego. “Es un personaje al que todos tenemos mucho cariño, desde maestros a editores y libreros. Como Matilda, Charlie [de Charlie y la fábrica de chocolate] o Manolito Gafotas. No es un Harry Potter, pero es un longseller: se ha mantenido vendiendo durante mucho tiempo. Encontrar historias inéditas fue una alegría”, dice Raúl González, director de Alfaguara Infantil y Juvenil, que asegura que su éxito se debe a que los profesores lo han utilizado como material de lectura en clase.

Nicolás mira al cielo
Aunque sus aventuras se dejaron de publicar en 1965, cuando sus autores, Jean-Jacques Sempé y René Goscinny, empezaban a morir de éxito (el activo Goscinny estaba hasta la muñeca escribiendo aventuras para Astérix, Lucky Luke y un par de películas de Tintín), no fue hasta 1977 cuando Nicolás quedó verdaderamente huérfano, con la muerte de Goscinny. “El 5 de noviembre de 1977, Nicolás, Godofredo, Clotario, el Caldo y los demás dirigieron una mirada hacia las nubes. Los personajes de papel, estoy segura, saben que un creador nunca muere...”, escribió su hija Anne en 2004.

Para demostrar que su padre no ha muerto para sus personajes, se reunió con Sempé en 2004 y le mostró dos volúmenes con historietas inéditas que la esposa de Goscinny encontró después de su muerte. A Sempé no sólo le gustó la idea: se prestó a hacer nuevas ilustraciones.

En España, el primer volumen de inéditos se publicó en 2005 en tres libros (La vuelta al cole, ¡Diga! y El chiste), y ahora se publica el segundo en un solo tomo con más de 40 nuevas trastadas de Nicolás y compañía. “¿Su secreto? Son historias divertidas. Se desarrollan en un entorno muy cercano a lo que es el ámbito de la escuela, más probablemente a la escuela de ayer que a la de hoy: no hablan de Playstation ni de multicines, pero sí de cosas muy cercanas al mundo infantil (vacaciones, amigos, problemas)”.

Según Anne Goscinny, ambos autores no hicieron otra cosa que inspirarse en “el olor a tiza” de su infancia. “Cuando era un chaval, mi única distracción era el jaleo” (Sempé). “En clase era un verdadero payaso. Pero, como era bueno, no me echaban” (Goscinny). La magia conseguida por ambos, completa Anne, “evoca el despreocupado placer de ser niño o el recuerdo de haberlo sido. Y en ningún caso es mera nostalgia”.

NdT: Entran ganas de leerse un par de historietas.

Fuente: Público

TEXTO SIN SPOILERS.

No sé realmente cómo me siento.

Llevo entre 3 y cuatro horas leyendo del tirón el final de una majestuosa saga literaria. He alargado con parsimonia la primera mitad del libro a lo largo de una semana con el fin de disfrutar y saborear algo que nunca volverá a pasar. De ahí que el título de esta entrada sea una metáfora y no un spoiler en sí misma (o sí, quién sabe.).

Y no sé cómo me siento porque se entremezclan las ansias de saber más sobre el futuro de los personajes que logran sobrevivir en este reinado del terror; me siento feliz por haber disfrutado un año más un libro tan bueno; y me siento triste por la desaparición definitiva de un mundo que debería continuar.

El mundo mágico creado por Rowling abarca tantos temas, tantos personajes y tantas historias que es una pena que no nos lleve de nuevo a ese universo que tan bien ha sabido recrear. Estos libros tenían algo especial, convertía a los amigos y compañeros de Hogwarts en tus acompañantes, te hacía imbuirte en las sensaciones de los personajes y hacerte sentir lo que los rodeaba. Nada daba más pavor que pensar en que Neville, Luna, Fred, George, Lupin, Tonks, Ron, Hermione (ambos por encima de todos) o cualquier otro pudiera perecer en las batallas contra el Señor Oscuro. Y nada daba más fuerza que sentirlos a todos unidos en pos de una causa justa, ayudando a Harry en ese destino cruel que le haría enfrentarse a la muerte.

Fueron muchos los magos que encontraron en Hogwarts un verdadero hogar. Fuimos nosotros, los muggles, quienes nos refugiamos en ese hogar durante años con la ilusión de descubrir secretos y vivir la magia con esperanza. Ahora sólo queda el recuerdo. Vivir pensando en cómo ha sucedido todo, releerlo, volver atrás en el tiempo inbuídos en nuestro propio Pensadero y ver la historia de nuevo, desde otra perspectiva, pero igual de emocionante, alegre y trágica.

Han sido las Reliquias de la Muerte la que mayores sensaciones me han transmitido. A pesar de empezar como un libro muy diferente al resto, quizás repetitivo en su estructura, ha conseguido ponerme los pelos de punta en determinados pasajes y me ha mantenido los ojos húmedos en momentos clave, a mí, incapaz de verter una lágrima ante nada.

Quizás ahora el Expreso de Hogwarts esté partiendo desde la estación trayendo de vuelta a esos jóvenes aprendices de mago para las vacaciones de Pascua. Esperemos que algún día nos deje volver a nosotros. No pido aventuras, ni enemigos, ni grandes hazañas. Sólo pido que me dejen mirar por una rendijita, ver cómo viven, con qué sueñan, cómo aprenden o cómo se disputan una nueva copa de Quidditch.

No nos alejes mucho tiempo de quienes han sido nuestros amigos durante tanto tiempo.