Una pequeña visita a todas las salas de recreativos de mi ciudad:

Recreativos San Antonio (o algo con un nombre similar al estar en una calle llamada, precisamente, San Antonio)
Fue el primer salón recreativo que recuerdo haber pisado teniendo uso de razón, aunque más que una sala arcade se trataba de unos billares-futbolines-bar. Recuerdo haber ido teniendo teniendo quizás seis o siete años tanto con mi padre como con un tío mío y haber podido probar cosas como un juego de carreras con vista aérea y volante similar a Road Champion de Taito y el mítico Out Run, que por aquella época debía ser una novedad.



Vali 25
A estos recreativos recuerdo haber ido con mi padre y mi hermano, eran muy espaciosos, iluminados y bien ambientados aunque no faltasen en ellos los Gitanillos-Pide-Dinero. En ellos recuerdo haber jugado a clásicos como Golden Axe, Cabal, Hammerin' Harry y sobretodo a TMNT the arcade Game en el mítico mueble a cuatro jugadores bastante tiempo antes de que empezase el boom de las Tortugas Ninja en el país.
Si no recuerdo mal, se dice que el local acabó cerrando por trapicheos de droga pero a saber.



Esplai
A esta sala de recreativas recuerdo haber ido ya con amigos siendo más mayorcete. Eran también muy espaciosos aunque la gente que pululaba en ellos era más cuestionable y además de tener muebles arcade a los lados tenía el centro ocupado con ¿billares? ¿Futbolines? Algo así. En esta sala arcade recuerdo sobretodo haber jugado a títulos de la era Neo Geo como Sengoku 2, 3 Count Bout, el bizarro y piratón SF2 Rainbow Edition y sobretodo, lo que más marcado se me quedó en la retina por aquel entonces, Art of Fighting, juego infumable donde los haya, pero capaz de impresionar a cualquiera con sus enormes personajes y el contundente sonido.

Por si alguien está interesado tienen a la venta una máquina de hacer Kebabs

Pinballs Massó
La última de todas las salas de recreativas era bastante minúscula, oscura, mal ambientada, descuidada y con personas de dudoso aspecto rondando en ella y era menos recomendable ir solo. A ella solía ir yo solo los domingos por la mañana cuando me aburría en casa o alguna vez muy contada con amigos por la tarde.
Los juegos que recuerdo haber disfrutado en ella son más dispares ya que tenían desde placas antiguas como Shinobi  y Shadow Dancer a otras más modernas como Tekken pasando por Final Fight, Street Fighter 2 CE, Samurai Shodown  o Spinmasters. Destacando cosas como la recreativa de doble monitor (uno encima de otro) con Two Crude Dudes en ella.

¿Y en vuestra ciudad? ¿Todavía quedan salas recreativas sin cerrar?

Música recomendada para la entrada:


Decía Miyamoto en una entrevista que cuando llegaba a una nueva ciudad le gustaba perderse por las calles antes de comprar un mapa y poder orientarse por ella, decía, que esa sensación de estar perdido en un nuevo lugar era la que intentaba impregnar en Zelda cuando en las mazmorras hasta que no pasaba un buen transcurso de éstas Link no encontraba el plano que le permitía conocer exactamente su localización.

Comparto ese gusto del genio –aunque a mi nunca se me ocurriría hacer un juego de un fontanero bigotudo esquivando bidones lanzados por un gorila, a lo sumo, shurikens lanzados por un mapache- de extraviarme por ciudades que no conozco, esa sensación de estar perdido y el anonimato que comporta el que no te conozca  nadie no tiene precio.
Ya comenté en una de las primeras entradas de mi blog en mi época más depresiva, que me encanta la visión de una ciudad por la noche, con sus luces de los edificios, los carteles publicitarios si los hay, y los coche circulando por sus calles. A las ciudades por la noche les impregna un aura de melancolía y soledad que me fascina, y si hay alguna razón por la que el invierno me gusta es porque anochece más pronto y me permite sentir esa nostalgia de la ciudad de noche durante más rato.

Como mi ciudad, ya he comentado alguna vez, es bastante pequeña y es difícil sentirse anónimo en ella  porque aunque tú no conozcas a la gente que te cruzas es muy probable que ella a ti sí te conozca –el hijo de “tal”, el ex de “cual”, etc- o si más no, te da esa sensación cuando quieres perderte, es por eso que a veces cojo mi coche y voy a pasar la tarde a Gerona, donde realmente me puedo sentir del todo anónimo y libre de ataduras. La verdad es que como ciudad de noche, me parece más interesante Barcelona, todavía más anónima y preciosa por la noche, pero eso comporta más kilómetros, por lo que descartado queda a no ser que tenga un lugar donde dormir que no sea el metro.

Hoy ha sido uno de esos días en los que me apetecía ser anónimo y he ido a pasar la tarde-noche allí, la verdad es que no he podido disfrutar mucho porque en plena carretera estaban haciendo obras y me han tenido literalmente parado durante más de media hora, por lo que he llegado bastante tarde y no me ha dado tiempo a hacer todo lo que quería. De todas formas hoy se me ha ocurrido hacer alguna foto de un par o tres de lugares por los que suelo ir y los dejo aquí en mi blog para disfrute de quien quiera verlos. La calidad de las imágenes es pésima, por un lado, a causa de mi nula habilidad fotográfica, y por otro, porque las he hecho con el móvil, que milagros no permite y algunas las he puesto en link para no deformar la entrada demasiado.

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Esta imagen es de la Rambla de Gerona, normalmente suele haber mucha gente paseando por la cantidad de tiendas que hay en ella, sobretodo los sábados, pero hoy, por alguna razón estaba bastante vacía, alguna pareja paseando, alguna dependienta fuera del comercio esperando que pasasen los minutos que faltaban para recoger y irse a su casa, alguien esperando a que pase algo sentado en un banco...poco más.

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Por esta calle estuve pasando cada día durante los cinco años que estuve estudiando en Gerona, no es una calle por la que suela pasar mucha gente, es solitaria tanto de día como de noche, pero me servía de atajo para recortar un par de minutos cuando iba a clase (siempre llegaba media hora tarde a clase, por lo que había que recortar minutos por el camino por donde fuese). La poca vida que tiene se la da una librería muy grande que hay en la esquina, pero la gente que va a ella suele pasar por la calle principal (que es donde está la entrada). Es una calle estúpida como cualquier otra, pero a mi me gusta.



Este es el llamado puente de piedra de Gerona, por debajo pasa el río y durante el día se pueden ver los peces que hay en él, así como patos peleando a muerte contra gaviotas. Por la noche si le tiras algo de comer a los peces -yo pruebo normalmente con kikos- los verás aparecer y comérselos. Este puente si suele estar lleno de gente, por un lado porque une la parte de la ciudad vieja con la nueva y en verano está lleno de turistas como por el hecho de que conecta la Rambla con el carrer Nou, que está también lleno de comercios. También suele estar lleno de estudiantes que van a la facultad (como yo hacía cuando pasaba por aquí).



Otra foto desde el mismo puente, aquí se pueden ver luces de coches y edificios que tanto me gustan.



Esta es una de las calles más grandes de la ciudad, por algo a cada extremo se encuentran las salidas de la ciudad. Es lo más parecido que hay en Gerona a las grandes avenidas de Barcelona pobladas de gente y coches y que yo tanto echo de menos.

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Esta foto la he hecho mientras conducía de vuelta y casi ha hecho que me mate mientras buscaba el móvil y lo ponía en modo cámara, seleccionaba el flash, la tarjeta SD...pero vale la pena por lo curiosa que es. Se trata de un puente que hay en un pueblecito entre Gerona y mi ciudad que se llama Báscara. Lo curioso del asunto es que el pueblecito es de lo más pequeño y clásico que te puedes echar a la cara -con su tienda de comestibles donde venden de todo y su feria del caballo los domingos y esas cosas que hacen en los pueblos-, pero en cambio el puente está lleno de estos fluorescentes a los lados que lo iluminan como si fuese una pista de aterrizaje alien o algo así. No se por qué, pero cuando paso me dan ganas de activar el condensador de fluzo y tirar unos cuantos años en hacia el futuro.

Como curiosidad, este pueblecito, Báscara, es donde nació la leyenda de la chica de la curva, si buscáis por ahí ya veréis como las primeras noticias de la chica que se aparece haciendo autostop y desparece gritando al llegar a la curva (que es la que hay después del puente) provienen de aquí. Yo empecé a oírlas quizás con ocho o nueve años, por lo que ya ha llovido mucho (incluso tengo un álbum de cromos sobre monstruos y fantasmas de esa época en que se relata y nombran el pueblo). Con los años la leyenda urbana se ha ido extendiendo a la resta del país y ahora rara es la curva donde no hay una chica fantasma haciendo autostop.

Por suerte o desgracia las únicas chicas que me he encontrado por la curva son las que te cobran después de una mamada. Solo asustan cuando te dicen que les debes cincuenta euros.

En fin, tengo alguna fotillo más, pero por la calidad y por lo repetitivo tampoco vale la pena ponerla, solo quería ilustrar un poco la entrada.

Y es que cuando uno quiere estar solo de verdad lo mejor es hacerlo en mitad de la ciudad.

La ciudad del hastío

Una ciudad muerta que te consume, ahí es donde vivo yo. Así son los pueblos grandes y las ciudades pequeñas, que en definitiva no dejan de ser lo mismo, sitios donde no puedes darte un tiempo para poner las cosas en su sitio, donde no se permite la reflexión y la búsqueda de uno mismo.



Pasea, me dijo un buen amigo, tómate largos paseos, tómate cafés en bares mientras te lees un libro, mira la gente pasar, aclara tus ideas. No puede ser, en este lugar no puede ser. En estos meses de verano me he dado largos paseos con mi reproductor de música, pero son paseos estúpidos. ¿Qué sentido tiene pasear cuando en diez minutos has cruzado hasta la otra punta de la ciudad? ¿Qué sentido tiene estar una hora paseando cuando en ese tiempo pasas seis veces por la misma calle y por las mismas tiendas? En un momento dejas de pensar en tus problemas y pasas a pensar si la dependienta de X comercio te va a denunciar por acoso.

Tampoco hay cafeterías desconocidas donde refugiarse y esconderse sin que nadie te conozca y pensar y leer una tarde. En una ciudad pequeña te sientes vigilado, no hay opción para el anonimato.



En una ciudad pequeña tampoco hay trabajo más allá del necesario y funcional para que la ciudad funcione. Puedes ser dependiente, trabajar en un supermercado, en una fábrica o tener algún trabajo genérico y ser abogado, médico o contable. Pero no busques más, porque no lo hay, no hay alternativas originales y aunque tú tengas una idea brillante, llevarla a cabo en una ciudad tan limitada es dirigirte al fracaso.

Necesito irme de aquí, esta ciudad me está matando anímicamente y es en gran parte culpable del laberinto sin salida en el que me encuentro, no voy a encontrar mi futuro aquí. Necesito estar en un lugar donde no me sienta controlado, dónde mis paseos para meditar no se limiten a saludar a vecinos y gente conocida. Necesito una ciudad donde perderme, con cientos de callejuelas para explorar, encontrar bares donde leer, tiendas a montones dónde poder mirar cada tarde sin que la dependienta me mire mal.

Necesito un lugar donde buscar un trabajo que no me obligue a ser parte de la mecánica rutinaria de la ciudad y me hunda con ella en el lodazal de la rutina y el aburrimiento.