El Blog del Mapache Ninja

Categoría: ¿Por qué estudié psicología?

Publicado: 03:32 30/05/2008 · Etiquetas: psicologia, carrera, universidad, profesores, aprovechados, ineptos, petaculos · Categorías: ¿Por qué estudié psicología?


Mis profesores universitarios, qué maravilla de gente, cómo olvidar la formación que me proporcionaron, la huella que dejaron en mí, sus ganas a la hora de enseñar, la ilusión en sus ojos al ver que sus conocimientos no se traspasaban a nadie y se perdían por el desagüe. Si en Star Wars Luke hubiese tenido alguno de mis profesores estaría todavía esperando en alguna cueva de Tatooine para hacer una tutoría mientras Obi Wan estaría haciendo cubatas en alguna taberna de Moss Eisley. Así de grandes eran mis profes. Continuemos con el repaso.


"La fuerza usa Luke" "Pero maestro, no me ha enseñado cómo" "Eso importar no, en biblografía de la asignatura poner, levantar un X-Wing en examen entrar" "Laaaaa leeche, putos créditos variables"

Os doy clase por obligación : Una de las plagas de las facultades son los profesores que se ven obligados a enseñar, aquellos a los cuales la docencia no les interesa y los alumnos les dan asco pero que no tienen más remedio que hacerlo. No se si ocurre en otras facultades y estudios, pero en psicología muchos profesores financian sus estudios e investigaciones a través de la propia facultad, chupando de su presupuesto y utilizando sus medios para llevar a cabo sus trabajos que después publicarán en alguna revista de la disciplina. Y como ya comenté en otra entrada esos trabajos ni tan solo los realizan ellos en su totalidad, puesto que el trabajo de machaca se lo hacen alumnos de manera voluntaria: pasar encuestas, reunir datos, analizarlos, redactar conclusiones…Obviamente sin cobrar y sin ver después su nombre en los créditos del artículo. Una forma de prostituirse a cambio de los favores del profesor, vaya. Más de algún pobre desgraciado conozco que siempre iba de culo para, además del propio curro de la carrera, perder horas analizando datos estadísticos y redactando artículos de esos profesores chupacabras.


"Bueno, ¿me has pasado esas encuestas?" "Aun no, profe, es que la gente me pide cosas muy raras " "Pues deprisita que el artículo es para pasado mañana y no puedo quedar mal"

Pero claro, el profesor a cambio de utilizar los recursos de la facultad y ser una sanguijuela tiene que dar algo a cambio, en este caso, dar clases, y aquí entran en juego estos docentes con asignaturas que no están preparadas, sin ganas de explicar ni aclarar dudas, saltándose todas aquellas que puede, ausentándose siempre de tutorías, etc.
El premio a profesor de esta categoría se lo llevaba uno de ellos, alto como una torre y sonriente siempre como si hubiese puesto en práctica la película Cara a Cara con Concha Velasco, cuyas clases eran la cosa menos inspirada que he visto jamás: Este buen hombre llegaba, conectaba el PowerPoint y pasaba a leer punto por punto lo que traía en su disquete: una ristra de conceptos con definiciones de una línea una tras otra durante dos horas. Ni explicaciones a parte, ni ejemplos, ni pausas, solo leer uno por uno los puntos de su puñetero PowerPoint con su voz grave y monótona, como quien repasa una lista de la compra. Por suerte el hombre este encima pasaba el archivo con el temario por correo electrónico, por lo que ni siquiera era necesario ir a clase (que supongo que era lo que quería, que no fuésemos por allí para no perder el tiempo con nosotros y largarse a hacer sus mierdas de investigaciones).


"Vaya, que pena que no haya venido nadie a clase, tendré que suspenderla" "Profesor, estamos todos aquí""En fin, es una pena, pero como no hay nadie podré dedicar el tiempo libre a otras cosas" "Pero profe, que estamos aquí" "En fin, mañana será otro día..."

Hago más campanas que tú : Sería el siguiente paso del punto anterior: El profesor que ya suda tanto de los alumnos y de sus clases que rara vez se presenta a ellas. El caso más sangrante fue el de una profesora de Barcelona que tuvimos varios años (por lo menos tres de los cinco que duró nuestra carrera) que nos daba clase sobre psicología social –y todas sus variedades- aunque ella trabajaba en otro campo de la psicología –es decir, alguien indicadísimo para el puesto, como si un otorrino diese clases sobre neurocirugía- y que de cada pocas clases que hacía faltaba a más de la mitad, en muchas de ellas por baja por enfermedad, en muchas otras porque sí. Para que os hagáis una idea de su aspecto, podría haber hecho de clon de Helena Bonham Carter en El Club de la Lucha.. Se que suena cruel quejarme de una profesora que por enfermedad muchas veces no podía asistir a clase, pero claro, cuando en tres años haces asignaturas a medias, no te ponen sustitutos y no das los contenidos de la asignatura se te inflan un poco los huevos, y más, si además de esas ausencias justificadas tienen muchas otras que no. Una cosa es ponerse enfermo y otra no tener un suplente que pueda impartir las clases o pasarte una semana yendo a clase sin saber si vendrá o no porque nadie te avisa de ello y nadie sabe nada del asunto.


"Yo me pido las reuniones de cáncer de mama y para ti las clases de psicología social" "no, las clases de psicología te las puedes quedar tú si quieres" "no, insisto, quedátelas tú", "No, yo me quedo cáncer y osteoporosis" "Pues yo no pienso hacer psicología" "Ni yo tampoco"

El punto álgido de este hecho fue un semestre entero en el que faltó y en el que no tuvimos sustituto hasta casi acabando la asignatura que nos pusieron una chica que no tenía ni idea de lo que tenía que impartir y que iba aprendiendo al mismo ritmo que nosotros, ya que descubrimos que la pobre mujer iba a un master de Psicología social un día a la semana y a la siguiente nos explicaba a nosotros lo que había aprendido ella…
Como las clases no llegaron ni a una cuarta parte de las que tendríamos que haber dado y por ley tendrían que habernos dado el aprobado general, al final nos hicieron un pseudo-examen de mentirijillas que aprobó la totalidad de la clase (menos algún cazurro que no se presentó y cosas de esas que pasan).
Aun cuando esta profesora asomaba por la facultad, la cosa no  presentaba un panorama mejor, puesto que para empezar su oratoria en clase era horripilante, empezando frases de hasta tres maneras diferentes y acabándolas de otras tantas de manera inconexa y sin nada que ver con lo anteriormente dicho, dejándote unos apuntes ininteligibles dando a sospechar que daba la clase totalmente fumada, y teniendo en cuenta sus pintas de comuna hippie-okupa no me extrañaría mucho. Además, encontrarla en su despacho a las horas de tutorías era una misión imposible, ya que nunca se presentaba (siempre en el bar metida) y había gente que había llegado a esperar en el pasillo de su despacho hasta una hora entera, por lo que en resumen, que fuese a impartir clase o no daba bastante igual en realidad.


"Estáis seguros de que vendrá a revisar los examenes" "sísísí, dijo que vendría, no puede fallar" "No se, no se, no me acabo de fiar..."

Relájate porque no se enseñarte nada más. Otra de las profesoras maravilla que tuve fue una señora ya entradita en edad  que según corrían los rumores había acabado la carrera no hacía muchos años y había llegado a profesora de alguna manera que no se explicar del todo (bueno, realmente llegó por amiguismos), ya que en un año que la tuvimos lo único que fue capaz de enseñarnos fue la relajación progresiva de Jacobson (que en resumen, es aprender a relajar la respiración y los músculos, útil por ejemplo para aprender a enfrentarse a situaciones estresantes u cositas así de divertidas). La verdad es que no se como se lo hizo, pero durante todo el transcurso de la asignatura (anual y no semestral) es lo único que tocamos, tanto en clases teóricas como en prácticas y llegué a perder la cuenta de  cuántas putas sesiones dedicamos a simulacros de relajación
Supongo que si esta señora tenía consulta particular sería un espectáculo verla resolviendo todos los problemas que se le presentasen haciendo relajarse al cliente como si fuese una hipnotizadora de pollos.
Desde luego, si tocamos algún otro tema en clase no lo recuerdo, por no decir que no recuerdo ni el nombre de la asignatura, es más, si tengo que hacer referencia sobre ella lo hago etiquetándola como “la asignatura de relajación”. Desde luego a todas luces merecedora del premio al mejor alargamiento de temario (que aprendan los del Jes Extender).


"Muy bien, cierra los ojos, respira profundamente..." "Profesor, le estamos operando de apendicitis" "Nota como tus músculos se relajan...""Esto...profesor...El paciente está fibrilando...""Así, perfecto, en total tranquilidad" "...¿Quién se lo comunica a los padres?"

En fin, obviamente no todos los profesores fueron ineptos despreocupados o prepotentes como los que he comentado, hay muchos que sí tenían ilusión por lo que hacían (un par o así) y que sí intentaban enseñar y transmitir sus conocimientos así como ayudar a los alumnos en todo lo posible, pero claro, se supone que todos debieran ser esta forma y no deja de ser desolador ver como muchos de ellos consideran la facultad un simple trámite para sacarse un sobresueldo, pagar sus investigaciones y aprovecharse de los alumnos todo lo posible.


En fin, seguiremos en contacto, humanos.

Publicado: 04:09 01/04/2008 · Etiquetas: facultad, psicologia, profesores, depresion, timo · Categorías: ¿Por qué estudié psicología?


-PROFESORES I-

No se quién me dijo una vez que en la vida de un estudiante siempre hay un momento en que conoce a un profesor especial, un profesor que le hace cambiar la manera de ver las cosas en la vida, que le abre los ojos y le enseña al ver el mundo desde una nueva perspectiva que nunca se había planteado y desde ese momento en que contacta con él uno lo recuerda el resto de su vida como un punto clave en su desarrollo como ser humano. Supongo que el mío debió de ser la profesora de párvulos que me hacía comer los phosquitos llenos de basura que yo tiraba a la papelera a la hora del recreo, porque a parte de ésta (zorra) no recuerdo haberme encontrado con ese profesor mítico.


"Tus ojos son dos luceros, tu mejilla, dos manzanas, qué linda ensalada de frutas, haríamos con mi banana" "Ohhh profesor, es preciosa" "profesor, nos ha hecho descubrir la belleza de la vida""¡Nada volverá a ser igual profesor!"

Y las películas. Esas películas donde el joven universitario con problemas en su aprendizaje y en su vida personal conoce a ese profesor, al principio serio y distante, pero que cuando lo conoce más a fondo se convierte en un guía espiritual como ninguno que hace que el pupilo supere sus problemas. Esa Michelle Pfeiffer que es capaz de luchar contra veinte pandilleros drogadictos para hacerlos encauzar, ese profesor de poesía gay que hace reuniones clandestinas con sus alumnos mientras les enseña el arte de la vida, ese profesor al que le falta un brazo y se transforma en lagarto para convertirse en tu archienemigo, ese profesor que viaja contigo a los años cincuenta para que tus padres se besen en el baile del encantamiento bajo el mar. Yo no he tenido nada de eso (salvo un cura que me metió un puñetazo en la cara por decir que el colegio era una mierda, gracias padre).


"Y hasta aquí el tema de hoy" "profesora no he entendido bien el último punto" "Calla y fóllame tonto"

No puedo negar que los profesores que me encontré durante la carrera también te dejaban marcado de por vida, el problema es que no era precisamente positivamente, si no que te dejaban traumatizado de por vida.

No recuerdo cual de ellos fue el que nos recibió el primer día de clase, ni quién nos explicó el funcionamiento de la facultad, ni siquiera la primera clase que tuve, lo cual demuestra que mucha mella no dejaron en mí. Aun así les guardo el suficiente rencor como para acordarme de ellos por aquí.

El Sheriff que va de chulo : El profesor pedante, el Risto Mejide de la puta facultad, alto, con el pelo corto para disimular su calvicie en la coronilla y perilla para crear un escudo invisible entre él y el alumno. No es el profesor que te marca y te cambia la vida, aunque dentro de su cabeza el tenía el convencimiento de que sí lo era. El típico profesor que te pide madurez mientras que te trata como a un crío y a cada pregunta te humilla y te demuestra lo rematadamente tonto que tu eres comparado con él (no lo digo por experiencia propia, ojo, yo ni pregunto en clase ni me hace falta una pregunta para humillarme soy capaz de hacerlo con la boca cerrada).


Píntale una perilla a esta roca y tendrías un clon más asertivo de mi profesor

El típico que en cuanto cruza el umbral de la puerta se olvida de tu cara, tanto da que acabes de hablar con él, si te lo cruzas por la calle no te saludará, si te lo cruzas en la cafetería de la facultad, no te saludará, si te lo cruzas en cualquier cosa que no sea el estricto  cerco de la clase, ni te mirará, aunque le hayas pisado el escroto al pasar.
Como nota curiosa, el muy cabrón, el primer año de facultad, nos hizo leernos un libraco monumental sobre el funcionamiento de los sentidos, el cerebro, neuronas, neurotransmisores y demás mariconadas que se nos atragantó a toda la clase, primero por su complejidad (muchos éramos de letras), segundo por su longitud (algo así como una versión extendida y con notas a pié de página de El señor de los Anillos) y tercero por el poco tiempo que nos dio para leerlo. La gracia: a pocos días del examen nos dijo que aquel tocho no entraba, que solo lo había hecho leer para hacernos tener algún conocimiento básico sobre el tema. Todos se cagaron en él. Lo que hace más gracia todavía: Yo no me lo había leído porque soy el tío más vago sobre la capa de la tierra.


Este chico se leyó los seiscientos venticinco libros que componían la bibliografía obligatoria, al día siguiente de enterarse que la asignatura se aprovaba solo con asistencia lo encontraron ahorcado en su cuarto

Lo bueno de este profesor, es que iba tan de adulto y nos trataba tan como a críos y sub-seres inferiores es que el día del examen, ante la mirada atónita de sesenta personas sacó una estrella de Sheriff y se la puso en la solapa mientras decía no se qué mariconada de que éramos unos inmaduros y nos tenía que vigilar como en un colegio o algo así. Vivan las incongruencias, nos llamas infantiles y te pones a jugar a pistolitas.


Complicadas y modernas técnicas de recuperación de datos nos han permitido conseguir la imagen mental que tenía de su papel para con nosotros

El vagabundo: Imagínate por un momento un sapo ¿lo tienes? Ok, ahora humanízalo como si evolucionase durante un millón de años, dale una calva y el pelo largo por detrás y ahora aparéalo con el profesor de música de Lisa Simpson y en el resultado tendrás a mi profesor. Buen hombre, por supuesto, con montones de conocimientos, desde luego, pero un muy mal docente, hablando a tan pocos decibelios que un perro necesitaría una trompetilla para captar algo de lo que decía (¿mencioné ya lo inmensamente grandes que eran algunas clases y como se perdía el sonido en ellas verdad? Pues bien, su sonido era el puto Ryoga de las voces). Además el hombre acostumbraba a ir bastante desaliñado, camisa medio por dentro medio por fuera, greñas despeinadas y levantadas y barba de varios días (el típico científico loco que acaba de cruzar una cebra con un orco en su despacho antes de ir a dar la clase).


Ummm, algo así, pero con más pintas de vagabundo, el típico tío del que no te extrañarías viendolo hurgar en tus basuras

Lo bueno: Teníamos una técnica con él que era infalible para hacer descansos entre clase longevos de verdad –eran de dos horas las asignaturas y se hacían cinco minutos de pausa para el cigarrillo- y era enviarle alguien a preguntar algo de la mitad de la clase que llevaba y como no tenía mucha capacidad de síntesis el hombre se podía pasar hasta cinco minutos contestándole la pregunta y claro, hasta que él no se fumaba su cigarrillo no consideraba que el descanso había acabado.
Otra curiosidad de este hombre es que en un par de ocasiones nos lo encontramos rulando por la ciudad como un vagabundo, la primera, en una estación de tren, totalmente desaliñado y dando vueltas al azar por allí, y la segunda en las barracas que se hacen en mi localidad por ferias y fiestas (una especie de macro botellón que organiza el ayuntamiento y lleva grupos a tocar y tal en un descampado chungo). Obviamente cuando le dijimos que le habíamos visto pululando por allí lo negó por lo que o tenía graves problemas de retención de memoria o algo turbio debía estar haciendo por allí.


"¿Oye Pit, te vienes a buscar unas colillas?""Lo siento Joe, tengo que subir a la facultad a dar unas nociones sobre genes recesivos, vigílame el carro de mientras"

A destacar que de todos los años que nos dio clase, el único conocimiento que se ha quedado grabado en mi cabeza ha sido que si a la mosca Drosophila se la rocía con unos gases chungos le crecen un par de alas extras. Apasionante a la vez que utilísimo para un estudiante de psicología.


Si yo quiero, puedo mutarla, hasta ahí alcanza mi poder, buahahahaha

En fin, espero continuar otro día repasando grandes docentes de mi facultad, y si puedo haciendo una crítica de la formación que se nos dio a toda mi promoción de energúmenos.

Publicado: 03:42 26/02/2008 · Etiquetas: psicologia, carrera, universidad, chicas, compañeras, locas, tanguilla · Categorías: ¿Por qué estudié psicología?


-COMPAÑERAS II-

Mozas, ahhh las mozas. Te vuelven loco, y más si ellas de por si también están como una puta cabra, y más si están tan locas como para creer que pueden curar las locuras de los demás. Segunda entrega comentando los especimenes que poblaban mi facultad:

Las “Minovio”: Son aquellas para las cuales el mundo gira alrededor de su maromo, no hay conversa en la que no encuentren el pie para informarte de algún aspecto de su vida en pareja con un completo desconocido para ti. Tanto da si hablas con ellas de la última clase que has tenido,  de si tu perro ha cogido celos del canario o si un ninja ha salido de las sombras y te ha cortado un brazo, siempre encuentra la palabra o puntito para hablar de algo que a su novio le ha sucedido. Lo peor de todo es que no es capaz de utilizar el sujeto “Mi novio”, si no que utiliza su nombre de pila como si hubiese hecho la comunión contigo: “¿Sabes? Pues ahora que mencionas, David se pasó el The ninja a la primera partida” “Pues ahora que mencionas a Carl Jung, David tiene un Hyundai Coupé”…
En serio, hay un pobre tío por el mundo llamado David, que no me ha visto en su vida y conozco más cosas de él que la madre que lo parió.


“Tu nombre real es David Webb, y fuiste seleccionado por la CIA para participar en un proyecto secreto para formar a asesinos expertos, tú eras el mejor de todos” “¿Cómo sabes eso? ¿Formabas parte del proyecto Blackbriar?” “No tío, fui a clase con tu novia”

La hippie: Uno de los mayores rasgos de la población femenina de la facultad a la que iba es que se podía dividir radicalmente en dos grupos: pijas y hippies. Cierto es que también habían muchas chicas normalitas, pero no destacaban mucho, y claro, en un edificio donde solo se daban las carreras de Psicología y Educación social era fácil que se llenase de uno u otro extremo de chicas. De las pijas ya tuve ocasión de hablar, y de las hippies, aunque podría hacerlo largo y tendido me centraré en una de ellas: La Hippie y digo hippie con negrita y mayúsculas porque era el máximo exponente de ellas, algo del palo reina madre de las abejas que solo ponen huevas (seguro que de los huevos que ponía esta chica nacían hippies con perros que hacían bailar el diabolo por la calle), resumiendo era algo así: ropa ancha mezcla de arlequín y funambulista, sandalias o en su caso descalza (porque claro, un suelo que pisan quinientas personas cada día después de haber pasado por la calle con suciedad y mierdas de perro tampoco está tan sucio, ¿verdad?), sin sujetador –cosa que hubiese sido celebrada en cualquier otro caso, pero no en este-, fumando tabaco picado (pro-championship haciendo canutillos), mil pulseras en tobillos y pies, coletillas en plan “que mal rollo tiu” y lo peor de todo, pelos, toneladas de pelos por todos los lados de su cuerpo, sobacos que parecían conejillos de indias, piernas que a primera vista parecían medias de lana, bigotillo incipiente, y más cosas que no me quiero imaginar porque no podré dormir.


No la juzgues por su aspecto, es una chica dulce y de fuertes convicciones y en la perrera me hicieron descuento.

Somos las líderes, la supremacía es nuestra: No nos importa tu opinión, ni tu voto, ni tu parecer, quizás haremos que te escuchamos, quizás parece que te tomamos en consideración, quizás pienses que es la votación de la mayoría la que vamos a llevar a cabo…TE EQUIVOCAS, haremos lo que nos salga de la almeja, así de claro, pero tú nunca lo sabrás y cuando lo sepas, será demasiado tarde.
En toda clase siempre hay un grupo que se toma por su mano el liderazgo y decidirán por todos, quizás alguna sea escogida de manera democrática por votación, pero una vez con el poder se convertirán en el Fidel Castro del grupo y se rodearán de su comité de consejeras que irán con ella a todas partes. ¿Que hay que posponer un examen? Se pondrá el día que a ellas les vaya bien, y a ti te parecerá que te hacen un favor ¿Que hay que escoger una modalidad de examen? Parecerá que te dan opciones, pero escogerán las que a ellas les mola. No tienes voz, no tienes voto.


”Detrás de todo hay una conspiración, alguien dirige desde las sombras” Coño, pues claro, son las tías que iban a mi clase

Lamedoras de culo: La verdad es que lo tenían realmente jodido en mi facultad por el simple hecho de que la mayoría del profesorado era del sexo femenino y claro, chica vs chica, chispas en el ambiente (yo en mi caso vivía como un rey, habían clases a las que no había asistido en todo el semestre y las profes me conocían por el simple hecho de ser uno de los pocos tíos), pero aun así siempre hay un grupo al que se le da bien el rondar a los profesores, esperarles en sus despachos para consultar temas que no hace falta consultar, pedir consejo, reírles las gracias, invitarles a tomar cafés y lo más rastrero y triste de todo: ofrecerse a redactar artículos y trabajos que después el docente publicará bajo su nombre en alguna publicación llevándose todo el mérito.
Claro que llenarse la lengua de mierda a veces tiene sus compensaciones en recomendaciones, enchufes, quedarse currando de becario  y demás ofertas. Una forma de prostitución sin sexo vaya (o con sexo, vete a saber yo no estaba presente todo el día). Y cierto, entre la población masculina también se cometen actos tan poco dignos como estos (y que ya mencioné anteriormente), y todavía más grave sabiendo que éramos cuatro gatos en la clase por lo que el porcentaje era mayor, pero coño, que estamos hablando de las chicas hoy.


"Desde luego que sí, querida Grima, si me escribes ese artículo urgente que necesito para mañana haré lo posible para que el decano Sauron te tenga en consideración para las plazas de becaria en Barad Dur" "Usted es sabio, profesor Saruman, ¿se la puedo chupar ahora?" "mejor espera a que vuelvan mis Uruk-Hai y hacemos una orgía con  Pippin y Merry"

En fin, como ha quedado bastante claro supongo, la población femenina era por lo general y salvando honrosas excepciones (alguna compañera con la que aun conservo contacto y tal) de lo más lamentable, pero uno no puede venirse abajo porque la compañía no haya sido del todo grata durante cinco años, puesto que uno siempre puede encontrar el lado bueno a los momentos de más profunda depresión:

-Tangas vistos durante la carrera: 865
-Compañeras que me han enseñado las bragas al sentarse de manera guai encima de la silla: 15
-Chicas que no han llevado sujetador a clase y tops que transparentaban (combo finish): 562
-Pezones capaces de hacerte saltar un ojo: 1887 (sí, son impares, no preguntéis por qué)
-Pechos botando de manera exagerada al llegar tarde a clasey subir corriendo las escaleras: 58
-Otras cosas susceptibles de ser pornongráficas para mi:16524


Para todo lo demás, Master Card y un buen pajote.


                                    Estas son mis clases de estadística

Publicado: 22:15 13/01/2008 · Etiquetas: chicas, compañeras, psicologia, timo · Categorías: ¿Por qué estudié psicología?


-COMPAÑERAS 1-

Ya había comentado en una entrada anterior que mi clase estaba formada por un 90% de chicas (que es  uno de los motivos principales, si no el que más, por el que escogí esta carrera), y como también había comentado, en vez de convertirse en un sueño idílico el estar rodeado de mozas durante cinco años, se convirtió en un extraño ejercicio de flagelación involuntaria. Dado el volumen de mozas que pululaban por ahí se me hace imposible hablar de ellas una por una, por lo que intentaré hacer grupos más o menos homogéneos a no ser que haya algún caso sangrante que merezca la pena.


                                      LOS COJONES

Miedo al mundo exterior: Ya comenté que la gran parte de estudiantes de psicología lo hacen para comprenderse ellos mismos y para buscar solución a sus problemas interiores…pues bien, este grupo era el mayor exponente de esto que digo, chicas con grandes carencias en sus habilidades comunicativas y sociales con el prójimo. Se caracterizaban por estar pisando la línea de un trastorno autista, las típicas que te cruzabas por los pasillos de la facultad, por la calle…y en vez de saludarte giraban la cara hacia el suelo y hacían como si no existieses, caminando siempre con paso rápido de un lugar a otro por miedo a que alguien intente entablar conversa con ellas, siempre calladas y ausentes en clase, ratoncillos miedosos de biblioteca y obviamente tan fiesteras como un ladrillo.


"En nuestra burbuja nadie se puede comunicar con nosotros" "Sí, sí que podemos, es transparente" "¡¡Aaaaaargh!!¡¡Un Humano!!"

Soy una ninja sideral tomando apuntes: Las verdaderas ratas de biblioteca, viviendo para y por la carrera: nunca faltando a clase –a no ser que tuviesen que asistir a un cursillo,  conferencia o cualquier otra mariconada-, tomando apuntes con cuatro bolis diferentes en la mano, uno de cada color para poder ir remarcando las cosas importantes a medida que toman nota y hacer cabeceras y sub-apartados, tomando palabra por palabra todo lo que dice el profesor, con notas a pie de página, separadores en los apuntes, raudas y veloces a la hora de acabar la clase para ir a la biblioteca a rapiñar antes que nadie la bibliografía recomendada (y ni mucho menos para hacer lo que se acostumbraba de hacer fotocopias del libro y dejarlo a disposición de los demás o compartir las copias si no para quedárselo ad infinitum). Su modus operandi: casa-clase-biblioteca-casa. Ni fiestas, ni salidas, ni quedadas, cada día hay que estudiar y pasar sus apuntes limpios a más limpios. Por norma general eran personas a las cuales no les podías pedir los apuntes (lástima), aunque había una excepción en todas ellas, y era una chica que aunque te los dejaba, se apuntaba en la agenda tu nombre, los apuntes dejados, el número de páginas, etc. No fuese que te los quedases claro…


"Procura no desordenarme los apuntes" "¿Los tienes por fecha?" "No" "¿Por orden alfabético?" "No" "¿Entonces?" "Por el número de kilocalorías que he quemado tomándolos" "wtf"

La tritón: Una de las cosas de las cuales más me arrepiento y más orgulloso estoy en partes iguales es de haber bautizado con un sobrenombre a una chica, y es que los primeros días (meses y años en algunos casos) de clase, al haber tanta cara nueva y tanta chavala, era muy difícil hacerse con el nombre de todas, y es por eso, que para referirme a una de ellas poco –nada- agraciada, la llamé con todo mi amor y cariño “La tritón”. Lo curioso del asunto es que debió de hacer gracia a los demás por lo que entre los chicos, y algunas chicas, las continuamos llamando “La tritón” durante los cinco años de carrera. Obviamente, siempre a sus espaldas, ya que si no la pobre se hubiese cortado las venas y a nosotros los huevos. No se puede decir que esté muy contento de mi hazaña, y menos porque después resultó ser buena chavala. Pero ya se sabe que crueles son los niños…
También bauticé a otra chica con el nombre de “la pintarrajeada”* puesto que siempre llevaba maquillaje –lila- en los ojos y los labios pintados, así como ropitas cucas a juego (bufandas y guantes lilas y esas cosas de las que la señorita Rottenmeier estaría sumamente orgullosa), lo malo o más bien bueno es que el sobrenombre no duró mucho porque por lo visto la chica iba siempre así a causa de los gustos de su madre, y en el momento en que se independizó con su novio empezó a llevar tops marca-pezones, tangas y demás ropas de las que no te permiten caminar erguido al verlas (yupiii).


                         Coñe, si son adorables

Las “estudio por mero trámite”: Posiblemente las que más rabian daban de todas, las que, envueltas en un halo de prepotencia, iban de profesionales de la psicología desde el primer día de clase, porque su madre/padre/tía/perro es psicólogo, porque cuando tenían tres añitos en vez de libros de Teo se leían a Myung y porque ellas lo valen. Todo lo saben, todo lo conocen, van a clase solo para pasar el rato y para preguntar gilipolladas y dar a conocer que a ellas eso que explica el profe ya les suena y la ignorancia del conjunto de la clase no las deja avanzar. Que no te toquen nunca en un trabajo en grupo, puesto que con ellas, tu opinión vale mierda, cualquier perspectiva diferente a la suya es inconcebible (“porque en el texto de León y Montero del artículo de métodos de investigación indirecta publicado en 1985 no ponía eso”), y en su mundo imaginario todo el trabajo lo están haciendo ellas y tú eres una inútil sanguijuela que se aprovecha de sus conocimientos (bueno, en mi caso tenían razón, qué cojones). Lo mejor de todo: cuando al final alguna de ellas suspendía un examen,  un placer que se daba muuuuuy contadas veces, pero sabroso como ninguno.

Las “me importan todas las notas menos la mía”: Y mira que era difícil chafardear los tablones de notas ya que en lugar de nombres los profesores ponían los DNIs en ellos, pero estas detectives de resultados hacían lo necesario para que eso no fuese un escollo en su objetivo. “¿Qué nota has sacado?””Un siete coma seis””Ui, no puede ser, solo hay dos siete coma seis en el tablón y uno es de Pepita y otro el de Clavelina, que ya se los  he preguntado””…puta”. No es que importe mucho que los demás sepan las notas que uno saca o si suspende o aprueba (y más a un orgulloso repetidos de BUP de mi generación, donde repetir cursos daba respeto y status dentro de la clase), pero cuando una desconocida sabe tus medias y tu nota final mejor que tú da un poco de rabia.


"Dime qué nota has sacado!" "Argh, no la he ido a mirar aún" "¡Mientes, te vi mirando el tablón!¡Volved a pasar la proyección!""¡¡Nooo otra vez Druidas noooo!!"

Las pijas: No van a clase, van a la pasarela. Ropas caras, tacones, extremadamente maquilladas y en vez de bolsa o mochila utilizan el binomio “bolso+carpeta” que les da un +5 en la tabla de críticos de Versace. ¿Cómo se lo hacían para subir los 150 escalones con tacones y no morir en el intento? No lo se. Quizás el novio las dejaba en la puerta en su Audi TT, quizás utilizaban polvos flu (o base) para aparecer en la chimenea del rector, o quizás simplemente, dentro de ellas habitaba el espíritu de Conan y aguantaban el dolor como unas campeonas.
Lo mejor de ellas: cuando había cena: “pues tendré que arreglarme un poco” WTF!!!1


"Uis, pues no se qué ponerme para ir a tomar algo, como nunca me arreglo, jijiji" "¿Por qué no pruebas con una bala en la cabeza?"

CONTINUARÁ…

*Sí, soy un cabronazo, qué le vamos a hacer.  Que el Karma haga lo que crea conveniente conmigo.

Publicado: 02:41 02/12/2007 · Etiquetas: facultad, psicologia, edificio, deprimente · Categorías: ¿Por qué estudié psicología?
Música ambiental para la entrada(la he quitado para que no se mezcle con otras):
www.listengo.com/listengo.swf?listanum=3636&len

        No solo en los campus de las facultades que aparecen en películas americanas, si no en todos los que he estado en persona suelen tener una serie de elementos que los caracterizan y los convierten en pequeños paraísos a los que llega el estudiante después de años de andurrear por colegios y institutos como si fuesen premios por sus años de paciencia y “estudio”: amplios edificios con zonas verdes donde tumbarse en las horas de descanso bajo la sombra de un árbol junto a los compañeros de clase, grandes cafeterías bien iluminadas con montones de mesas donde poder tanto tomar el café de media mañana o un sabroso menú al mediodía, amplios pasillos por los que poder hablar en grupo en los cambios de asignatura en los que no tienes que apartarte a un lado para dejar la gente pasar, aulas inmensas con montones de mesas colocadas en pendiente para que todos los alumnos puedan seguir la clase o hacer un sueñecito y tan iluminadas que no necesiten encender las luces en la mayor parte del día. La mía, como no, era diferente.


LOS COJONES

Mi campus había sido tiempo atrás un seminario, por lo que, ya a priori su estructura había sido creada para albergar un grupo de futuros curas dentro de manera relativamente aislada del mundo exterior eliminando así de entrada muchos de los elementos que he citado anteriormente. Pero empecemos por el principio, su ubicación: ¿Os acordáis de Gokuh cuando tenía que entrenarse subiendo centenares de escalones con un caparazón de tortuga a la espalda? Pues bien, para llegar a mi facultad uno tenía que tragarse más de ciento cincuenta escalones y una subida cargado con carpetas y libros por lo que antes de empezar la primera clase uno ya llegaba hecho mierda y con más ganas de meterse en el bar que no en el aula. A todo esto se le tenía que sumar que el edificio de mi facultad se encontraba en el barrio viejo de la ciudad, todo lleno de callejuelas y piedra y que por alguna extraña razón siempre estaba mojado, bien lloviese o bien hiciese un sol del carajo –seguramente para que en la pendiente la gente resbalase y cayese unos cuantos metros atrás como si de una prueba de humor amarillo se tratase.


El rector estubo a punto de contratarlos para tirar a los alumnos cuesta abajo, pero pedían mucho salario y seguro dental

Además, al tratarse de un seminario, parece que al arquitecto le pareció buena idea prescindir de ventanas e iluminación por lo que a lo sumo las clases contaban con un par o tres de miniventanales, o ventanas con cristales opacos que no dejaban entrar prácticamente la luz, por lo que desde primera hora de la mañana ya dependíamos de luz artificial para poder vernos. A veces pienso que en caso de convertirme en vampiro mi antigua facultad seria un buen sitio para resguardarme durante el día. La primera impresión que uno tenía al entrar al edificio era el de oscuridad y sobriedad, así como un pequeño sentimiento de depresión que se iba apoderando de uno poco a poco, máxime cuando al pasar al Hall o sala principal (por llamar de alguna manera a aquel receptáculo minúsculo) uno se encontraba una sala llena de sofás y sillones rescatados de algún vertedero a los que si uno  le hiciese la prueba del C14 llegaría a la conclusión de que fueron depositados en la tierra antes de que la vida inteligente se desarrollase.


Creo que más de una vez me lo crucé por los pasillos en el cambio de clase

Destacaba también, en lo referente a las aulas, además de su oscuridad y atmósfera depresiva, el hecho de que ni estaban inclinadas ni tenían una buena acústica, pasando algunas de medir unos 30 m2 a medir otras 300 dejando a los que se sentaban al final de esta con la única opción de dormir, ya que ni escuchaban al profesor –puesto que el sonido se perdía en el infinito- ni veían lo que se apuntaba en la pizarra, puesto que doscientas cabezas la tapaban.

Curiosidades:

-El patio de la prisión: Y es que no se podía llamar de otra manera al patio que había en mitad del edificio, totalmente rodeado de paredes de dos plantas de altura, con solo dos pequeñas puertas a cada lado, con suelo de piedra, sin una brizna de hierba, sin bancos, totalmente vacío y carente de vida y con focos apuntando a él que se encendían a media tarde para iluminarlo. Solo faltaban los francotiradores apostados a lo alto de los muros para sentirse totalmente en una cárcel. Es más, los patios de las cárceles son mejores, puesto que tienen hierba o tierra, bancos para sentarse y tomar el sol, unos negros haciendo pesas al fondo, unos hispanos hormonados y tatuados que te miran mal en una esquina…lo que se llama ambientillo. En el patio de mi facultad lo único que podías hacer era salir por la puerta de un extremo y entrar por la del lado contrario. Fin de la diversión.


"oye Michael, ¿qué toca ahora?""Creo que psicometría""Mierda, no me he leido el tema"

-La mujer encerrada en el cajero: ¿Nunca os ha parecido llamativo el disponer de cajeros en el campus de vuestra facultad? Pues eso no es nada, en la nuestra teníamos un banco con cajera y todo. En el Hall lleno de sofás tenía su mostrador –con cristal antibalas-, su caja fuerte, sus panfletos de publicidad y su aburrimiento supino, porque como es de suponer nadie iba a subir ciento cincuenta escalones para ingresar dinero en el edificio de una facultad. La mujer, como no, se aburría como una ostra y siempre tenía colgado el letrerito de “vuelvo en cinco minutos” y se pasaba el día en la cafetería de la facultad.

-La pared falsa: Es una de las cosas a las que nunca le encontré explicación lógica, al final de una de las escaleras de la facultad había una puerta corredera sin pomo pintada exactamente como una pared, la cual si se cerraba parecía que el camino no tenía salida. Era norma habitual de la casa si veías a un grupo de estudiantes novatos subiendo por esa escalera el adelantarlos y al llegar arriba cerrarles la puerta para que se pensasen que era un muro y tener que volver a rehacer todo el camino de vuelta. A parte de la utilidad de hacer la novatada nunca le vi otro sentido, aunque a veces pienso que debía de tratarse de alguna trampa más compleja y que si hubiese buscado más seguramente habría encontrado una palanca con la que hacer ceder el suelo cuya trampa de Jabba The Hut y hacer caer a la gente que subía la escalera al foso del Rancor.


Esta imagen corresponde a los planos previos del edificio

-La conserje Depredador: la muy podidamente fea era clavada a un Depredador, rastas incluidas. Lo mejor la gente (digo gente por no decir los tres tontos de turno que éramos) pasando al lado de conserjería y haciendo el Fx del camuflaje óptico del Predator.


¡¡¿Cómo os tengo que decir que el último en salir cierre la luz?!!

-La minicafetería de precios abusivos y la dictadora de la camarera: Y decir minicafetería es mucho porque no se que calificativo dar a cuatro mesas mal puestas y  tres banquetas incómodas. He visto Zulos más amplios. A destacar que el maldito local siempre estaba lleno –normal- y no había un jodido sitio a donde meterse a tomar el café. Además para pagarte un maldito cortado tenías que pedir un préstamo –supongo que por eso teníamos un banco dentro del propio edificio-, no deja de ser curioso que en otras facultades los precios suelen estar más ajustados para ayudar a la triste economía del estudiante, en la nuestra por el contrario se abusaba de estos a saber por qué chanchullo. Y qué decir de la jefa del local, una fascista capaz de romperte la cara si no llevabas el dinero justo preparado para dárselo ipso-facto y que tenía a sus camareras atemorizadas (las cuales eran un sol y me quitaban los grumitos del café).

En fin, una mierda de edificio y de campus, oscuro,laberíntico,estresante, deprimente y estrecho que acababa con los ánimos de cualquiera y que hicieron mis cinco años allí demasiado largos. Por suerte hoy en día han tirado abajo el edificio y lo están rehaciendo de cero (en principio conservaban la estructura para remodelarlo, pero se les derrumbó y se tuvieron que joder para bien de las futuras generaciones).

P.D: El último año allí descubrimos un ascensor que te subía directamente a la facultad sin tener que patear los ciento cincuenta peldaños, loado sea el señor por no habérnoslo enseñado antes. Ahora mis glúteos son de adamantium.

Publicado: 03:51 30/10/2007 · Etiquetas: psicologia, carrera, universidad, pervertido, tanguilla, zurullo · Categorías: ¿Por qué estudié psicología?
Pues no pensaba yo que hiciese tanto tiempo desde que actualicé por última vez mis crónicas estudiantiles y en realidad en breve va a hacer un mes. Supongo que el tiempo pasa rápido en las vidas ociosas y quizás debiera apuntarme a hacer algún cursillo de macramé para ralentizar más el paso de los días.
       En fin, como algunas personas  me han pedido que acabe de explicar cosillas sobre los tíos que iban conmigo a clase antes de saltar al bando femenino haremos un pequeño repasito a algunos los que quedan, aunque la verdad es que tampoco son muy interesantes.

       Corría por la facultad otro hombre de unos cuarenta y tantos años, madurito y con poco pelo que por lo visto era propietario en su ciudad de un centro pedagógico pero como quería ejercer y no solo dar el pego tenía que sacarse la licenciatura de psicología por huevos,  por lo que por allí estaba. Este pataliebre tampoco llegó a juntarse mucho con el grupo de los tíos, solo de tanto en tanto y con los más empollones (supongo que para quedar de estudioso y profesional delante de profesores y tal), y normalmente iba acompañado de tres chicas a todos lados: hacían los trabajos juntos, comían juntos, iban en coche juntos…sobretodo con un par de ellas, por lo que los pensamientos sucios nos empezaron a asaltar a todos y la teoría de que se las pasaba por la piedra empezó a tomar forma. Además no deja de ser curioso como cuándo una chica va con un hombre de cierta edad y tiene cierta amistad con este se puede dejar hacer guarrerías por él como si éste lo hiciese con total inocencia o sin ninguna maldad, como cogerles del tanguilla que les asomaba por el pantalón, tirarles los trastos y decirles guarradas, sobarlas…Cualquiera que hiciese esto con una chica lo más seguro es que en cero coma segundos encontrase una rodilla furiosa clavada en sus santos genitales, pero claro, si tienes cuarenta años y adoptas una figura paternal-coleguilla se te perdona y permite todo con una sonrisilla tonta (“jajaja cómo eres”).


"jijiji, si no fuese porque te conocemos,  y eres tan de la broma, pensariamos que te nos estás insinuando, jijijiji"

       Corría la leyenda además, que este maromo venía de familia con mucha pasta y que de joven había sido como Ford Fairlane, con derecho para entrar en los mejores clubes y en las mejores chicas, que se había corrido unas juergas y unos puteríos tremendos y que había llegado a alquilar discotecas enteras para él cuando no se le permitía la entrada y la verdad es que con su aspecto no era de extrañar que hubiese tenido que tirar de talonario, porque desde luego, tras la pinta de friki que tenía se le veía rebosante de lujuria y a veces también se le iba la cabeza (sacando los pies por la ventanilla cuando iba en coche, pillando cogorzas brutales en las cenas de clase y enviando a su mujer a la mierda y cositas así).


¿menosmola? ummmm, ¡pues tócame las bolas! uaauuu!

Lo último que supe de una de las chicas que iban siempre con el es que este señor la había enchufado a currar en su centro de pedagogía por lo que supongo que aun debe tener intereses en zumbársela en su despacho si es que no lo había hecho ya durante la carrera. De él lo último que supe es que en una tromba de agua donde vivía casi murió ahogado y arrollado por su coche y tuvo que salir a nado de la zona, pero gracias a Dios un fotógrafo que pasaba por allí inmortalizó el momento y salió en la portada de un periódico local que llegó a mis manos y comparto con vosotros hoy:


Sí, sí, os juro que es él, le he tapado la cara con lo más parecido a su fisonomía que he encontrado para que no me denuncie si cualquier día encuentra mi blog

        Otro de los que iban a mi clase era un campeón y se le distinguía entre otras muchas cosas por dos características, la primera de ella era su poder ahorrativo para no gastar un céntimo si no era estrictamente necesario y la otra era el poder mutante de poder cagar en cualquier momento y en cualquier lado. Del primer punto no hay mucho que destacar, salvo que nunca se le veía aflojar pasta para nada, ningún vicio en particular, ningún hobby específico (ni juegos, ni películas, ni música –más que la que grababa-, ni internet, ni porno…) salvo en los momentos en los que tenía que dejarse la pasta bebiendo alcohol, entonces no le importaba mucho dejarse billetes en cervezas, quintos y cubatas. Era un campeón. El punto más extremo en cuanto a su excesivo ahorro era cuando el chico –con toda su buena voluntad- empezó a llevar el coche a la facultad y  la verdad es que aunque tenía sus días de bondad en que nos llevaba a casa de vuelta y no teníamos que coger el tren (cosa que le agradezco en el alma), otras veces, esos puntazos de buen rollo eran contrarrestados por ramalazos de tacañería del palo de no llevar a veces a más de uno en coche para no gastar gasolina -ya se sabe, más peso, más gasto hace de carburante-, no dejarnos abrir las ventanillas en pleno mes de Junio-Julio –ya se sabe, la resistencia del viento equivale a más gasto de gasolina- o no dejar subir mucho el volumen de la radio para que no gastase ¿gasolina? Nunca le llegamos a rebatir este argumento, simplemente, no nos atrevimos.


¿Mi Subaru Imprezza? Bueno, en realidad me lo he cambiado por este modelo que es un poco más rústico pero consume menos

       Su segundo poder mutante, el de cagar en cualquier lado y en cualquier momento era digno de admiración. La gente, por norma general, en los lugares públicos no suele ir a cagar a no ser que no tenga más remedio, porque ya se sabe, una taza que no es la tuya, un lugar agreste, desconocido y muchas veces sucio, sin papel, con gente que entra y sale y te pone nervioso, ruidos del vecino, vergüenza por echarte pedos atronadores y perfumar todo el baño…mil cositas que hacen que te lo pienses dos veces antes de ir y que no lo hagas a no ser que tengas un apretón de órdago. Este chico, en cambio, era diferente, nunca le coartaba una taza del WC desconocida, él se pillaba su periódico e iba a echar el zurullo tan pancho: de buena mañana en la cafetería, antes de alguna clase, después de la clase, en el bareto después de comer, en la estación de tren, en las cenas de clase, en la discoteca…su esfínter era la cosa menos delicada del mundo, nunca se negaba a permitir que el botín abandonase el navío.  El súmmum de esto fueron dos anécdotas que el mismo nos explicó: por lo visto, una vez, en un concierto en el polideportivo de la ciudad le vinieron ganas de cagar y como el WC le quedaba lejos, decidió plantar un hermoso zurullito en las escaleras del centro. Supongo que la gente al salir y los encargados de la limpieza se acordaron buenamente de su familia. La segunda anécdota por lo visto le ocurrió en una estación de tren típica de pueblo, de esas que no tienen ni taquillas ni nada, que solo paran los trenes regionales y que es el propio revisor el que te saca el billete. Al muchacho por lo visto le dio un apretón en el momento en que esperaba el tren y como obviamente no habían aseos no se le ocurrió otra cosa que bajarse los pantalones en el andén y empezar a cagar en la vía, con tan mala suerte que justo cuando soltaba el churro de chocolate pasó un tren de los que no tienen parada –pero pasan a diez por hora por la estación- y todos los pasajeros pudieron observar el bonito espectáculo de la naturaleza de mi colega aliviando su tripita. Por lo visto, el ni se inmutó y acabó su trabajo. Era un campeón.


Para Ewan, el peor lavabo de escocia, para mi colega, un bonito lugar para descansar las posaderas y echar el cagarro

       Y en fin, creo que por hoy ya me he alargado demasiado y en realidad tampoco son personas de las que poder sacar mucho jugo, por lo que por hoy lo dejo aquí y espero actualizar más pronto la próxima vez. Un saludo y mil gracias a los que me leen^^

Publicado: 04:15 08/10/2007 · Etiquetas: carrera, universidad, facultad, psicologia, compañeros, sociopatas, locos · Categorías: ¿Por qué estudié psicología?
COMPAÑEROS continuación

         Otro de los personajes de género masculino que corrían por mi clase era un fanático –o sectario- de la psicología que parecía que había nacido con un manuscrito de Paulov metido en el culo. En apariencia, si uno lo miraba de lejos, era completamente normal dentro de los parámetros universitarios, esto es, un poco nerd en cuanto aspecto: camisa a cuadros con bolígrafos en el bolsillo, pantalones vaqueros subidos ligeramente más allá de la cintura –como nuestros abuelos- y zapatos, así como perilla y patillas finas, finas de verdad, lo que me lleva a la pregunta de ¿Cómo coño tiene la gente habilidad para hacerse esas cosas en la cara? Yo jamás he tenido pulso ni para mear dentro de la taza –espero que esto no lo lea mi madre o se me acabó lo de echar la culpa a mi padre-. Lo que más nos extrañaba a todos era, que de nuevo al igual que el colega del que hablé en la anterior entrada, a la que uno rascaba un poco en su fachada aparecía una ansiedad y una tensión sexual preocupante.
        Por un lado este tío era, como he dicho, un fanático de las clases, no se solía perder una jamás, se pasaba las horas muertas en la biblioteca buscando bibliografía, yendo a comprar libros de psicología que leerse en ratos libres e incluso montando organizaciones de promoción de psicología, trayendo conferenciantes, organizando reuniones y cenas de psicólogos, hablando con profesores, quedando con ellos y otras cosas terribles de este estilo que no explicaré para que podáis dormir. Además era un tío que se indignaba con el pasotismo de los demás, por un lado a mi me masacraba a preguntas “¿En serio que te interesa la carrera? ¿En serio? Es que no haces nada y pasas de todo ¿En serio te interesa?” (Lo cual hubiese terminado si le hubiese respondido en su día un “No, no me interesa una puta mierda”, pero en su lugar le decía que sí y ya le tenia tocándome los huevos otro año más) y por  otro lado le decía a otro compañero (el chico de la fachada dura que hacía flexiones en el lavabo): “¿En serio que quieres a tu novia? No te la quieres ¿En serio la quieres?”. Para mí que el hombre se hacía su película en la cabeza y pensaba que le respondería: “no, no la quiero, te la regalo, te la presento y te la follas”, porque en realidad el tío no había catado un potorro en su vida, y es aquí donde entra el tema de su tensión sexual preocupante.
 

¡Claro que me interesa la carrera! ¿Por quién me has tomado?¿Tu libro sobre psicobiología? Ehmm...sí, mañana te lo devuelvo
   
          Los primeros años de carrera, el chico este empezó a coger la costumbre de buscar el roce de las chicas de la clase –tonto, lo que se dice tonto, no era-, con abracitos y cosas así, el problema fue cuando empezó a hacerlo también a los tíos, primero besitos en la mejilla cuando nos pillaba desprevenidos, abrazos gays, pasar el brazo por encima en clase, caricias en la pierna, comentarios sobre pollas, que al principio uno piensa que el tío es un cachondo mental y tal, pero con el tiempo uno se comenzaba  a preocupar por su ojete cuando se quedaba a solas con el ya que las bromitas cada vez iban a más y eran más numerosas (por cada año de carrera tira 1D100 y suma el resultado a la característica base calentura y mariconeo para hacerte una idea) y su fama de gay/muerto de hambre/me mola la carne y el pescao fue subiendo como la espuma, no solo en nuestra clase, si no en toda la facultad).

        Habían muchas anécdotas sobre su calentura pero por suerte mi bloqueo mental las ha ido olvidando todas menos una que nos explicó el mismo, y es que resulta que el chico este, si no fuese ya suficiente castigo para él con sus ansias sexuales compartir clase con más de cincuenta tías, también compartía piso con un par de chicas (es decir, testosterona para llenar cuatro piscinas olímpicas) y cuando llegaba al piso y estas aun estaban en clase, el chavalote se desplazaba como un ninja a la habitación de estas, les abría el cajón de la ropa interior y al más puro estilo Happosai  se dedicaba a olerlas. Supongo que después se hacía el pajote, pero a nosotros no nos lo explicaba para no dañar –si se podía dañar más- su imagen (aunque nosotros después se lo explicábamos a todo cristo, faltaría más, sabía la anécdota hasta el revisor del tren).


              I cuando arribi a casaa, ensumare unas braginis y una pajotini!

        Otro de los especimenes  que pululaban por la clase era un chico que desde el primer momento renegó de nuestro grupo de machotes (no le culpo, os lo aseguro) y que siempre se dedicó a ir con un grupito de chicas. Lo bueno del asunto es que esto tiene un por qué y es que en ese grupo de féminas cumplía el milenario papel del “amigo de toda la vida” de una de ellas, es decir, que él se la quería zumbar desde que llegó a este mundo y ella lo quería a él como el “típico amigo que escucha mis problemas y me entiende”. Por lo visto el chico la llevaba siguiendo desde que estudiaban educación primaria, la siguió al llegar a bachillerato, eligió las mismas opciones que ella, eligió la misma carrera que ella, elegía las mismas optativas que ella, elegía las mismas prácticas que ella…solo le faltaba escoger la misma marca de tampax para ser como la versión psicológica de Gotrenks.  Lo bueno es que o ella era muy tonta o se hacía la tonta (que va a ser esto), porque la cosa cantaba cosa mala. Y es que el chico hizo un sacrifico digno del cielo, renegar del grupo de chicos, de sus conversas de fútbol, chochos y chorradas para pasar a oír conversas sobre ropa, pollas, reglas y chorradas de chicas.


        Sí, creo que cuando acabó la facultad se hizo guionista de cine

         Las últimas noticias que me llegaron sobre ellos es que la chica se había casado con su novio de toda la vida por lo que solo hay dos opciones posibles: que el chico siga al lado de ella esperando que se divorcie y tener una oportunidad, ser siempre el amigo segundón al que nunca querrá más que un amigo (como mucho le pondrá su nombre a su hijo o a su perro) y seguir así hasta que muera solo en un asilo o bien que se encuentre ya flotando en un riachuelo después de cortarse las venas al darse cuenta que ella nunca le querrá y que dedicó cinco años de su vida a estudiar algo que no le gustaba solo para estar con ella cuando en realidad el quería ser bailarín de claqué en el Moulin Rouge (a mi particularmente me mola más esta segunda versión).

     En fin, a parte del amigo con tensión sexual, el psicólogo pagafantas y los tres mendas de los que os hablé en la anterior entrada queda alguno más del que os podría hablar –como el treinta añero al que le molaban las tetas de las profes, el que se negaba a abrir la ventanilla del coche en pleno julio para no gastar gasolina, el corruptor de menores o el que se murió follando con su novia- pero no se si os interesará otra entrada hablando de compañeros de clase, por lo que seguramente el próximo día os hable de las chicas de la clase. Un saludete.

Publicado: 03:19 04/10/2007 · Etiquetas: psicologia, carrera, estudios, compañeros, universidad · Categorías: ¿Por qué estudié psicología?
 Compañeros, profesores y contenido de las asignaturas creo que son los pilares básicos de la experiencia universitaria, por lo que iré resumiendo mi experiencia estudiantil a partir de estos tres apartados intercalando alguno de interés si lo veo necesario.

COMPAÑEROS (No, no es la serie de la tele)

      Creo que debíamos ser unas 60 personas matriculadas en clase, podría levantarme e ir a mirar la foto de la graduación contarlos uno a uno y dar un número exacto pero no me da la real gana, por lo que pongamos que rondábamos la cincuentena. De toda esta manada de gente creo que solo siete u ocho éramos chicos. ¿Menudo paraíso verdad? Uno se imagina esas series americanas con las animadoras, las chicas con minifaldas, el sol golpeando cada centímetro de hierba del campus donde uno pasa los descansos tumbado, las hermandades, las fiestas con cerveza y los college fuckfest y se le cae la baba. Nada más lejos de la realidad.


                      Menos el negro, la gente de mi facultad era igual

      Si os acordáis, uno de los primeros puntos que traté en la primera parte consistía en que a la carrera de psicología se apunta gente rara, gente que busca solucionar sus problemas, redescubrirse a sí mismo y mil paridas más, por lo que partimos de la base de compartir clase con cincuenta personas neuróticas y con personalidades frágiles y si a esto le sumamos que el 95% eran chicas la mezcla Neurosis+mujer puede resultar muy, muy desoladora (y peligrosa).

     Uno de las características de ser tan poco chico entre tanta chica rara es que tienes la necesidad de hacer piña con los de tu género, ya sabéis, como en las películas de zombis donde los supervivientes tienen que colaborar entre ellos aunque no se soporten para sobrevivir la marabunta de carne putrefacta andante que se disputa comerse su higadillo. Fue así como los chicos que éramos en clase nos arrejuntábamos todos. Esto que a priori parece muy fraternal y bonito tampoco lo era, puesto que cuando hay mucha gente para escoger uno se va con aquellos que comparten tus gustos mínimamente, cuando no hay nadie para escoger te quedas con lo primero que ves y resultó que en definitiva no nos aguantábamos tampoco entre nosotros –porque también teníamos lo nuestro, que cada uno es de su padre y de su madre-y siempre teníamos nuestros roces.


Tranquilos, no huyáis, si os cogemos no os comeremos el cerebro, solo os enseñaremos la relajación progresiva de Jacobson*

     Recuerdo que uno de ellos, aun siendo jovencito (22-23 añitos), el chaval vestía con su americana, su corbata, su chalequito, zapatitos de charol y siempre hablaba de usted como si hubiese acabado de aparcar la máquina del tiempo que inventó en el siglo XIX en el patio de la facultad. El hombre era el típico que todo el mundo querría tener de vecino, pero nadie de coleguilla para ir de fiesta: amante de las sardanas, las habaneras, locutor de programas horripilantes en la radio, amigo de los profesores –hasta el punto de ir a comer a la casa de estos-, pelotilla redomado, organizador de conferencias y eventos y mil cosas más que me hacen suponer que en el instituto debió tener protección policial para poder sobrevivir. Eso sí, al que uno rascaba en la superficie un poquito a base de cervecita y vino podía ver que tras esa fachada se encontraba el típico tío que de lo caliente y salido que iba se podría haber follado a su perro.

     Otro de los muchachotes con los que mejor me llevaba era un chico de mi propia ciudad que se había educado en el colegio más chungo de ésta, rodeado de gente intelectual y culta como gitanos. Obviamente el chaval para poder sobrevivir en ese entorno tuvo que crearse una fachada macarrilla y de tío duro ya que si no, los gitanos le hubiesen puesto mirando a cuenca más de una vez –como me contó que le habían hecho a algún chico en el mismo centro-. La verdad es que el chico era bastante majo hasta que se le giraba la cabeza y enviaba a la peña a tomar por culo o se ponía a hacer flexiones en el cuarto de baño. Aun así aun tengo contacto con él (lo que significa que lo tengo en el msn y no hablo con él desde hace dos años).

     Otro ser curioso que rondaba por allí era un cuarentón que para poder ir a clase cada día se metía 10 kilómetros a pata bajando una montaña, así como una hora en tren. El tío tenía que hacer esto ya que era el encargado de un Camping en mitad de la montaña y como cerraban en invierno y se aburría bastante se apuntó a estudiar psicología. El hombre además era extremadamente pequeño y con barba muy larga lo que le daba un aire místico a lo profesor Miyagui lo cual remataba con una horripilante tendencia a meterte rollos inaguantables durante horas sobre los libros que había leído, lo que habían dicho los profes en clase, o de cosas místicas como Yoga y taichí. Yoga y taichí que practicaba por los cojones, porque un día saliendo de un examen que le había ido mal cogió a un compañero de clase y lo catapultó por los aires de una patada como si fuese Ken -Con razón la carrera la acabó menos gente que la empezó-.


       uarrrrrrgh!!! He vuelto a suspender Procesos psicológicos básicos II !!!

     Alguna vez he recibido algún mail de este hombre invitándonos a barbacoas en su camping…pero a mi eso de perderme en la montaña con un hombre de metro veinte que en cuanto se le giran los cables te voltea por los aires como si fuese una ladilla de Jet-Li no me mola nada de nada. No quiero que mi familia tenga que hacer batidas de búsqueda.

Y van tres compañeros…

*Para el caso es lo mismo

Publicado: 03:02 03/10/2007 · Etiquetas: estudiar, psicologia, Freüd · Categorías: ¿Por qué estudié psicología?
   Creo que el 90% de los estudiantes de psicología recurren a estos estudios buscando solución a alguno de los múltiples problemas comportamentales o/y  adaptativos que tienen. Yo estudié psicología. Supongo que debe ser fácil hacer una regla de tres que me desacredita e invalida en pocos segundos, pero no estamos aquí para eso. Sí, seguramente el otro 10%  quieren ser psicólogos para ayudar a la gente o porque tienen vocación desde pequeños –me viene a la cabeza una tía de mi clase que afirmaba querer ser psicóloga desde que tenía seis años…sí, yo con seis años quería ser actor de películas porno alemanas, claro que sí bonita-, pero no es la norma. En fin, partamos de la base que un gran índice de personas que eligen esta carrera conviven con muchos problemas y son los que llamamos normalmente “bichos raros” que en una búsqueda mística para descubrir “por qué son como son” y “entenderse a ellos mismos” necesitan recurrir a cinco años de estudio antes que comprarse un libro de autoayuda o directamente tirarse por un maldito precipicio dentro de un tonel con clavos.


Doctor Cum Laude en psicología por la universidad de Harvard. Los tirantes le raspan pero crean vínculo terapeutico con el paciente

     La primera vez que me empecé a interesar por la disciplina de la psicología cursaba tercero de BUP y por aquel entonces, después de dar el temario de lógica en filosofía se pasaba a tratar un pequeño módulo titulado Psicología, donde bajo este nombre de engañabobos se trataba la figura de Freüd y la verdad es que bajo esta perspectiva psicoanalítica todo sonaba realmente bien, ya que daba a los problemas de la vida y de la gente un toquecillo mágico que a los diecisiete años se echa de menos.


Tu vida sólo es la sombra del resto de una ecuación no balanceada connatural a la programación de Matrix, eres el producto eventual de una anomalía que a pesar de mis denodados...estooo que sí, que estás enamorao de tu abuela

     Y es que todo se explicaba bajo este paradigma de una manera tan sistemática, simple y ordenada que es rara la persona que no se siente atraída por las teorías que propone: que si el yo, el super-yo, los complejos de Edipo, las etapas fálicas, enamorarse de tu padre, de tu caballo, frustraciones porque de pequeño te vestían de niña…todo tan sexual y tan mágico que es tan atrayente y falso como dar prospectos de “Únete a las fuerzas militares” donde solo salen soldados felices, sonrientes y aprendiendo una profesión de futuro.
     A estas alturas mi limitada mente se imaginaba que ser psicólogo era sentar a alguien en un diván, aguantarle el rollo de por qué asesinó y violó ocho boyscouts, hacerle preguntas sobre su padre y concluir diciéndole que la culpa de todo era de su tía Eulalia que entraba en el baño mientras se duchaba. Y diciendo esto, el paciente se curaba y como profesional uno se colgaba otra medalla en la solapa.
¿La culpa? Pues seguramente del profesor que impartía la asignatura, algún pobre ignorante que lo más probable es que pensase que la psicología era eso, el diván, soltar el rollo y descubrir los traumas en vez de informarse un poco y llamar a ese bloque temático Psicoanálisis, o teorías Psicodinámicas o cualquier cosa menos Psicología, puesto que poco o nada tiene que ver Freüd con el trabajo de un profesional de la psicología hoy en día.
     Y es que uno se para a pensarlo solo un poquito, y entre las chorradas de Edipo, Electra  y la madre que los parió podría colocar a Espinete, el barón Ashler y unas concertistas rusas en tanga y todo continuaría teniendo la misma validez científica, es decir, CERO.


             Se leyó quince veces "Psicopatología de la vida cotidiana"

     Pero en fin, el mal estaba hecho, y en la pre-matriculación para la universidad mi primera opción fue psicología, aprobé con la nota precisa para entrar y acabé rodeado de gente del inframundo.

CONTINUARÁ.

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