El Blog del Mapache Ninja

Categoría: Gente infame

       Por aquel entonces se podría decir que era una persona bastante tímida con los desconocidos, así que cuando tuve que buscar un primer curro para los veranos lo hice de cara a encontrar alguno que fuese en algún almacén cargando cajas y descargando camiones y donde no hiciese falta estar de cara al público. Así es como empecé a trabajar en un supermercado de la costa como mozo de almacén en teoría encargado de descargar la mercancía cada día, llevar el transpalet de aquí para allá y cargar pesos muertos, o al menos eso era lo que pensaba yo ya que el encargado tenía otras ideas en mente.

Mi imagen mental



         Para aquel hombre las funciones que debíamos realizar iban más allá de estar metidos en un almacén todo el día, ya que creía conveniente también que estuviésemos de cara al público, así que no se le ocurrió nada mejor para hacerme el primer día de trabajo que meterme en la sección de frutería a atender a la gente pesándole la fruta y verdura que comprasen. Y claro, entre que uno era tímido y era el primer día de trabajo no estaba como para decirle al jefe que no quería estar allí y menos no queriendo perder el trabajo ya que en mi mente estaba ya todo el sueldo gastado.

     Así que ese buen hombre me acompañó hasta la sección de frutería y me presentó a la que se encargaba del puesto:

-Muy bien, aquí te dejo al nuevo chico para que le enseñes cómo va todo esto, sobretodo explícaselo todo bien y no lo vayas a dejar solo para nada.
-Ok, tranquilo, yo se lo explico todo.
(Se va el encargado).
-Bueno, pues yo me tengo que ir a merendar que es mi hora. Te dejo aquí al cargo.
-¿Ein? ¿Me dejas solo? Si yo no se hacer nada.
-Nah, tu pilla esa caja de tomates y los vas colocando en forma de pirámide mientras yo no estoy.
-¿Ein?
-Esa caja de tomates los colocas en forma de pirámide así (coloca los tomates creando una base para una pirámide).
-¿Y si viene alguien a coger tomates?
-Que no compren tomates.
-¿Y si quieren que les cobre?
-Que se esperen a que vuelva.
-¿Y si...?
-Voy a merendar.

Y allí estaba yo, solo, totalmente perdido, colocando tomates en forma de pirámide y esperando que la tipa aquella se atragantase con su merienda y pensando que nada más raro podía pasar el primer día. Por suerte en aquella época de verano todavía no había mucha gente comprando y quizás podría pasar los 20 minutos sin que nadie viniese a comprar.

-Hola.

Vaya, pues no.

-Hola, buenas tardes.

Una encantadora mujer se había acercado a la frutería e iba llenando bolsitas de fruta  y verdura y dejándolas en el mostrador mientras un imbécil hacía una pirámide de tomates en un rincón. Pero lo peor de todo fue cuando la mujer poco a poco se fue acercando hacia mi con una bolsita preparada y dispuesta a llenarla de tomates.

-¿Me dejas coger unos tomates?
-Ehhh...No...No se pueden coger...
-¿Por qué?
-Por...que...Están en forma de pirámide.
-¿Qué?
-Que no se pueden coger los tomates de la pirámide.
-¿Que no se pueden coger los tomates?
-Eso me ha dicho la chica de la frutería, que no los cogiese nadie. Si quiere puede cogerlos de la caja.

Gñe



(Aquí vino una ristra de quejas malsonantes que no recuerdo, tanto hacia mi, como a la chica de la frutería, como al supermercado como a la pirámide de tomates que no tenía culpa de nada insinuando que los tomates de la caja no eran tan buenos como los de mi pirámide).

Cuando la mujer llenó la bolsita de tomates se dirigió a la caja para que le pesase la compra y se la marcase.

-Es que...No sé como va lo de marcar la fruta.*
-¿No sabes como se pesa la fruta?
-No.
-Y estás de responsable en la fruta.
-Sí...Es que es mi primer día...Y la chica me ha dejado solo.

En ese instante en que la mujer se disponía a volver a cagarse en todo apareció la chica de la frutería que volvía de merendar.

-¿Qué pasa?
-El chico este, que no sabe cómo funciona lo de pesar la fruta y está de responsable y encima no me dejaba coger los tomates.
-¿Por qué no?
-Porque dice que están en forma de pirámide.
-¡bah! Es que el chico no se entera de nada.

HIJA DE PUTA



La muy no solo me dejó tirado en el puesto de fruta sin enseñarme nada cuando sobretodo le habían dicho que no me dejase solo, si no que me puso a montar una pirámide de tomates más sagrada que las vacas indias, para  después dejarme delante de la clienta como si fuese un completo gilipollas.
Durante aquellos cuatro meses -en los que por suerte no tuve que estar mucho por la frutería, me pregunto por qué- pude comprobar que su obsesión piramidal no solo tenía como objetivo los tomates, si no que además gustaba de apilar las manzanas, las nectarinas y cualquier elemento salido de la madre naturaleza con forma más o menos apilable. Además, prohibía a los clientes tocar ninguna de sus obras y les obligaba a coger la fruta que tenía en las cajas del suelo.

Así que desde aquí os doy mi consejo para que si alguien en un futuro cercano o lejano os propone que le hagáis una pirámide con hortalizas le respondáis buenamente que la pirámide la haga ella con VUESTRAS PELOTAS.

¡Cómeme la polla!


*No es que fuese completamente gilipollas del todo y no supiese utilizar una pesa, es que cada fruta y verdura se correspondía con un código numérico diferente que estaba apuntado en una hoja que estaba escondida debajo de la máquina de pesar. Así que había truco, eh? No penséis mal.


Publicado: 04:46 24/03/2008 · Etiquetas: desayuno, jodienda, tocahuevos · Categorías: Gente infame


Estaba el otro día dormitando en el sofá del salón por la mañana mientras filosofaba sobre la vida y el destino del ser humano, cuando entre sueños de teutonas cachondas entreoí a un cierto experto en nutrición hablando por la radio y proclamando uno de los tópicos que más hasta los webos me tienen a la hora de hablar de alimentación: “El desayuno es la comida más importante del día”.


"Sí, nena, oh sí...la crítica de la razón pura...oh si nena sisisí...umm Kant cómo me pones." Exacto, así filosofo yo cada mañana en mi sofá

Y es que la jodida frase, que encima ya se ha hecho vox populi me tiene hartito. Llevo aproximadamente unos catorce años teniendo alergia al polvo, no me mata, no me ahogo, no necesito vacunas ni ventolines, no jadeo como un perro cuando hago ejercicio ni nada realmente preocupante, salvo que me levanto hecho una puta mierda cada mañana. Supongo que es lo que tiene estar por la noche durmiendo entre sábanas, colcha y mantas en una habitación con cortinas y alfombra, que por mucho que se limpie a conciencia y se pase el aspirador cada día y se cambie la ropa de cama los putos ácaros trepan malévolamente hasta mis fosas nasales y la lían con mi sistema inmunológico. Sea como fuere, por las mañanas doy asquito, me levanto con la garganta llena de mucosidad,  sonándome como una perra y casi sin poder hablar, por no decir que a causa de estar tragando mocos como un goblin mientras duermo, me levanto con el estómago hecho caldo. Como se puede uno imaginar, la última cosa que quiero cuando me levanto es ponerme a tragar comida junto a un amasijo de mocarrones.


¿Qué tiene que ver este tío con el tema de la entrada? Absolutamente nada. Pero al buscar ácaro en el google me salió esta foto, que de lejos es más simpática que poner una de esos bichos

No me entra, me es imposible probar bocado por las mañanas y no me importa, no lo necesito, no me levanto con hambre, me he acostumbrado a pasarme toda una mañana de trabajo sin tener que probar bocado sin notar flojera ni sentirme desfallecer, mi organismo puede trabajar y rendir perfectamente sin comer nada por la mañana, pero claro, a los señores nutricionistas les dio por decir que el desayuno es la comida más importante del día y la gente los creyó y no hay nada que toque más los cojones que tener aun rebaño de moscas cojoneras alrededor repitiendo como loros cada puta mañana: “¿no comes nada?””Deberías desayunar, es la comida más importante del día” “Yo no podría aguantar, no se cómo lo haces” Pues es muy sencillo como lo hago, yo, mi querido amigo tocacojones, NO soy tú, mi cuerpo NO es el tuyo y no necesito tragar nada más levantarme y volver a hacerlo a media mañana. Quizás el día que tengas que tragarte tus putas tostadas con un buen mocarro pegajoso y sanguinolento te cambie tu concepto de “comida más importante del día”.


Déjame que te ayude a hacerte pasar mejor el desayuno

¿Sabéis lo que es una resaca? ¿El malestar ese con el que te levantas en el estómago y esa incapacidad para pronunciar media palabra durante las horas después de haberte levantado? Pues eso le deseo yo a todos los putos expertos en alimentación que se piensan que todos los cuerpos son iguales.


Mi nutricionista decía que el desayuno era la comida más importante del día...hasta que me lo comí

Y no acaba aquí mi indignación, al igual que no necesito desayunar, necesito comer muy poco, con poca cosa me mantengo y no necesito más (a no ser que me inviten a un buffet libre, entonces si que puedo forzarme y comer con ansias de hámster), y puedo pasar el día igualmente sin tener que comer nada por la tarde, lo único que necesita mi cuerpo es cenar, al llegar la noche sí suelo tener hambre y suelo jalar hasta quedarme bien a gusto. Pero claro, aquí entran en juego de nuevo mis amigos expertos en nutrición y alimentación: “Deberías hacer cenas ligeras”, “No es bueno irse a la cama con la tripa tan llena”, “No comas cosas pesadas por la noche” “Una sopa y una ensaladita es suficiente”. A ver, grandísimos hijos de puta, no desayuno, apenas como y no meriendo y ¿me estáis diciendo que la única comida consistente que quiero meterme durante el día no puedo hacerla porque según vosotros no es buena? Malditos desgraciados, os pondría a cargar piedras con pinchos en ayunas durante una semana, y al llegar la noche os daría una puta sopa de ajo y cuatro hojas de lechuga y cuando me miraseis con vuestra cara desnutrida de pena os miraría y diría “Tenéis que cenar ligerito, ya sabéis, es malo irse a dormir muy lleno”.


No quisieron saltarse el desayuno

Cada persona es un puto universo, cada persona es diferente, cómo podéis generalizar de esa manera tan estúpida y cómo podéis categorizar tan a la ligera a quien tiene un modus operando alimenticio diferente al vuestro. Hay gente que se levanta y necesita comer como una lima y a media mañana meterse un bocata para poder tirar, hay gente que con un café cargadito ya arranca y funciona y hay gente que no necesita nada. No sabéis malditos expertos lo que toca los cojones teneros cada mañana revoloteando en el oído.


Cada personita es un mundo diferente con sus propias necesidades

Y lo mismo podría decir de los sabios consejos de “tienes que dormir ocho horas”. Pues yo digo que depende, depende de la persona si necesita dormir menos o más y depende de la calidad del sueño que tengas.

Yo entiendo que estos consejos van dirigidos al gran grueso de la población y no a los extremos de la campana de Gauss donde seguramente tengo yo mi lugar, lo entiendo y lo acepto, lo que me repatea sobremanera es cuando la gente no es capaz de entender esa variabilidad en la población y los consejos expertos los transforma en dogma de ley divina y cada vez que alguien de su entorno no los cumple los machaca recordándole una y otra vez lo que es la norma general y recordándole qué es lo que debiera hacer para ser uno más entre muchos.


No toquéis los cojones a la gente

En resumen: dejad que la gente coma y duerma cuando le salga de la puta polla cojones.

Publicado: 01:57 07/02/2008 · Etiquetas: morritos, calientes, tristeza, tia buena · Categorías: Gente infame


Por aquel entonces acostumbraba a ir a primera hora de la tarde con un par o tres de amiguetes a hacer un café en lo que por aquí se le llama granja (es decir, una cafetería que además te venden pan, galletitas y mariconadas varias) que hacía esquina en una calle cercana a mi casa. Entre las dependientas que solían turnarse en aquel lugar había una chica rubia muy guapa, guapa de cojones, y que estaba buenorra, no en el sentido de una tía despampanante con tetarras brutales y culo prieto que te enseña el tanga, si no una chica muy maja: rubita como digo, pelo largo (a mi me gustan morenas con el pelo corto)*,  ni mucho ni poco pecho, ni un culo apoteósico pero sí bien hecho y puesto. La chica, que tenía unos labios carnosos y sensuales siempre los llevaba pintados de un rojo chillón, por lo que entre nosotros se acabó ganando el apodo de Morritos Calientes.



No se puede decir que la chica fuese una explosión de simpatía ni muy abierta, más bien se limitaba a hacer su trabajo, un “hola qué os pongo” (cachondos nos pones), servirnos nuestros cafés, cobrarnos y poco más. Seguramente sabía que era guapa y que si íbamos allí cada puñetera tarde se debía más que nada a verla y babear un rato. No creo que nuestra relación de cliente-dependiente avanzase mucho más que cruzar alguna típica gracia o comentario estúpido de tío baboso más respuesta de compromiso con sonrisa de su parte. Pero fuere como fuere, Morritos calientes era un mito para nosotros.



Pero un día, Morritos Calientes desapareció de allí y no volvimos a saber más de ella. Y os estaréis preguntando: “bueno, si era tan guapa, os ponía palotes, y cumplía ¿por qué la incluyes en tu sección de gente infame?” La respuesta es sencilla, hace poco me enteré de su paradero. Para hacer esta entrada más interactiva os daré varias opciones para que intentéis adivinar:

A) Cambió de trabajo a uno mejor pagado y que reconocía su valía como persona mucho más.
B) Cambió de trabajo a uno peor pagado, pero que la hacía sentirse realizada como persona.
C) Reunió el dinero suficiente para pagar la complicada operación de fimosis mortal a la que tenían que someter a su hermano pequeño en USA y fue con él a acompañarlo.
D) Decidió que debía seguir estudiando y se apuntó a un cursillo de acceso a la universidad para mayores de 25 años. Ahora es abogada en un buffet de los más prestigiosos de la provincia.
E) Se lió con un hombre viejo y con dinero (con cochazo incluido) que la sacó de currar, sí, le tiene que chupar el nardo al vejestorio de tanto en tanto, pero es mejor que currar ocho horas en el Woman Secret.
F) Se fue de misionera a la República del Congo, donde vacuna niños con malaria y salva macacos en peligro de extinción de las manos de cazadores furtivos.
G) Murió abrasada al intentar salvar dos bebés, un gato y la pianola de la abuela Getrudis de un incendio (solo pudo salvar la pianola y el gato).

Os doy un momento de reflexión para pensar….

Bien, ¿lo tenéis ya?
Aquí va la respuesta:

Secreto: (Pincha para leerlo)


*mentira, a mi me gustan todas.


Publicado: 01:53 09/01/2008 · Etiquetas: dependiente, cenutrio, gente, infame, mcdonald's · Categorías: tonterías y tontadas : Gente infame


Llevo bastante tiempo subsistiendo a base de comida basura, y durante este largo calvario mis cansados pies me han llevado a multitud de establecimientos de comida rápida, pudiendo descubrir con el tiempo, una subespecie dentro de la especie de los dependientes del McDonald’s: se trata de los Dependientes Cenutrios y sus colegas que van de visita.


Incluso en los McDonald's más lujosos cuentan con su Dependiente Cenutrio

No tengo nada particular en contra de los chicos y chicas que trabajan en el McDonald’s, no me caen especialmente mal, hay algunas chicas muy majas incluso (y eso que el uniforme se esfuerza por mostrar lo contrario), y gente que hasta te llega a atender bien y sin equivocarse, pero después como digo, un peldaño más abajo en la escala evolutiva que los demás compartimos, tienen lugar los Dependientes Cenutrios. Esta subespecie dentro del ecosistema del McDonald’s se compone por muchachitos de diecisiete años para arriba, normalmente muy delgaditos y con uniformes excesivamente grandes (porque da igual que se los den de su talla, al día siguiente ya les irán grandes), con la gorra encasquetada a presión en la cabeza (lo cual destaca las orejas de soplillo y esconde el peinado Cresta-Beckam que todos llevan) y suelen presentar un comportamiento excesivamente nervioso, y no me refiero a ese nerviosismo que presenta alguien cuando se le acumula el trabajo delante de las narices, cuando no controla todavía el puesto que ocupa en el trabajo o cuando sin querer le has echado RedBull al café en lugar de leche antes de ir al trabajo. Hablo de un nerviosismo patológico, un nerviosismo que presentaría un chimpancé con hiperactividad, un nerviosismo que hacen que presten atención a cualquier estímulo de su entorno menos al que importa, esto es, el cliente que tienen delante. Y cuando hablo de estímulos me refiero concretamente a los colegas del chaval, y es que éstos, como si fuese una manada de hienas inseparables se pasan la vida en el local “visitando” a su colega y aquí es donde todo empieza a fallar:

A- Empezarás a pedir y tendrás que repetir lo que quieres tres veces ya que el Dependiente Cenutrio estará pendiente de sus colegas –sentados en una mesa a un metro de la barra-, riendo, saludando con la mano o asintiendo con la cabeza las gracias de su camada. Tienes suerte de que el MacPollo se llame McPollo y no MacCandyman porque estarías siendo empalado por un negro con el torso lleno de abejas en cero coma segundos.

B- Intentarás pedir del tirón y no podrás, puesto que serás cortado varias veces por el Dependiente Cenutrio ya que éste intentará responder a los comentarios de sus compinches o intentará llamar su atención (con elocuentes frases del tipo “¡Rulas!¡Rulas!¡Mira!¡Es la Jenny!”, “No puedo tío, mi viejo me ha castigao”, “Como mola, nen” “A las cinco en el Bar Antón pa unos fusbolines”, o bien, “<palabra ininteligible> tío, <palabra ininteligible> jejeje, <palabra ininteligible> sí hombre!!11! <palabra ininteligible> es la Jenny”).

"Enseguida te traigo tu Whooper" "Ehh...vale"

C- Una vez que hayas conseguido pedir, susodicho Dependiente Cenutrio intentará preparar tu menú, claro está, haciendo mil viajes a lugares innecesarios, yendo a la cocina cuatro veces para buscar “algo”, y parando para darles bebidas y helados a sus colegas cuando el encargado no mire (“tío, tío, dame un Sundae”, “No puedo Rulas, que estoy currando” “engatioquepocotenrollasnenquenotecuestaná”, “jejeje, toma tío”).

D- Cuando te prepare el menú, diez minutos más tarde, viene otra de las fases importantes en el proceso de ser atendido por el Dependiente Cenutrio: El regateo, y es que después de haber estado riendo las gracias de sus colegas y hablando con estos, descubrirás que además, ha apuntado en su máquina lo que le ha salido de la punta del capullo y empezará una discusión de besugos tal que así:
-Las patatas las he pedido normales.
-Ah, ¿en serio?
-Si, bastante en serio
-Pero yo las tengo anotadas Deluxe.
-No te lo discuto, pero te las había pedido normales.
-No, eh, me las habías pedido Deluxe.
-Pudiera ser si no fuese porque llevo años pidiendo siempre lo mismo y nunca las pido así.
-Pues hoy sí eh, que lo pone la máquina.
-Si, pero la máquina la has marcado tú, y obviamente, has errado en tu cometido.
-¿Entonces te las cambio?
-Sería un punto a favor tuyo, sí, teniendo en cuenta que no es lo que había pedido.
-Vale, pero para mí que las habías pedido Deluxe.
-Lo que tú digas.
Y no vale la pena alargar más la discusión por las patatas, porque a continuación vendrá la que corresponde al menú mediano que él te ha puesto grande, a la Fanta en lugar de Coca-Cola y al McPollo que ocupa el lugar del BigMac, por lo que es bueno reservar fuerzas. Obviamente al estar pendiente de sus colegas puedes olvidarte de tener pajitas, servilletas y salsas. Suerte que las bandejas las tienen delante, si no, sería recomendable vestir una parca con muchos bolsillos para llevar el menú a la mesa.


Pues no tiene mucha relación con el tema de hoy, pero buscando "McDonald's" me he encontrao esta foto que me ha hecho gracia. Tomadlo como el proceso de selección de personal, yo que sé

De todas maneras, gracias a mis técnicas deductivas ninja he aprendido con el paso del tiempo a saber colocarme en la cola donde está el dependiente más capaz y rápido de todos, y es tan simple como situarse en la del que más granos tenga en la cara y más jodido tengan su aspecto físico, puesto que esto nos indica que llevan mucho tiempo trabajando y comiendo allí. En cambio, colocarnos en la cola de alguien con un cutis fino y delicado nos puede llevar a un novatillo, o lo que es peor, a un Dependiente Cenutrio.

Publicado: 01:48 02/11/2007 · Etiquetas: viejos, malvados, gente infame, carreful · Categorías: Gente infame
Por si no tenía ya muchas sin acabar, estreno sección nueva en el blog: Gente infame. Todas esas personas que no aguanto y me provocan sarpullidos y úlceras tendrán su momento de gloria en esta sección. Hoy para estrenar la sección hablaremos de los viejos.

Hay que respetar a los viejos, nuestros mayores, nuestro pasado, esas personitas sabias que esperan su fin dando de comer miguitas de pan a las ratas voladoras que son las palomas y dedican horas y horas en su jubilación a mirar las obras de las calles. ¿A todos? Pues no, no señor, nunca es bueno generalizar, los hay que son unos buenos hijos de puta y es que si uno de joven ya es malvado, no por ser octogenario y tener más arrugas que un Shar pei se vuelve uno un santo.

Te pasas el día dando vueltas currando, te has levantado a las tantas y has pateado más que Kwan Chang Kane en Port Aventura, la cafeína ya no hace efecto en ti y llevas sueño atrasado por culpa de los vicios nocturnos al Halo. Has pasado veinte minutos esperando el metro porque un cabrón se ha tirado a la vía del tren y ha retrasado la línea y cuando por fin llega y piensas aliviado que podrás descansar un rato sentado en el asiento del vagón, cuando después de luchar contra otros veinte pasajeros con dientes y uñas para poder sentarte en la única plaza libre se te acerca el abuelo Manuel que se ha pasado el día sentado en el bar jugando al mus y te dice “¿Me dejarías el sitio? Es que estoy muy jodido de las cervicales hijo, y encima tengo un implante metálico en la rótula que con la electricidad estática del suelo del vagón me eriza los pelos”. Hijo de puta, te tiene bien cogido por los cojones, tú has luchado por tu sitio, te mereces ese sitio, estás jodidamente cansado y no puedes con tu alma, pero no le puedes negar tu asiento, quedarías como un cabrón, no se lo merece, porque le has visto correr bajando las escaleras para no perder el tren, pero a la hora de luchar por el asiento no ha hecho nada, lo ha dejado correr porque sabía perfectamente que sin lucha iba a ser tuyo igualmente, pero no le puedes negar el asiento, quedarías como un cabrón. Es un hijo de puta.


Ocho horas de Tai-chí, cinco de voluntaria en la cruz roja, tres en la parroquia, cuatro practicando Ju-jitsu y una enseñando trucos de skate a Jason Lee, eso sí, en el bus tienes que dejarle el sitio

Llueve, llueve mucho y no llevas paraguas. Un pequeño lloviznar rebotando en la chola mola mazo, un pequeño diluvio jode cantidad, pero eres un ninja y te las sabes todas por lo que te vas resguardando debajo de los tejados y los balcones y si todo transcurre bajo la normalidad llegarás a casa poco dañado por la lluvia. Pero no, a lo lejos la ves venir a mil por hora: La Vieja Que Pasea Bajo La Lluvia. Para quien no lo sepa La Vieja Que Pasea Bajo La Lluvia es como un blíster de los click de Playmobil, llevando consigo todo un set de complementos: un paraguas, una bolsa del Carrefur tapando el peinado y un carro de la compra XXL hasta los topes de sacos de patatas (nunca se comen, solo son para estabilizar el peso del carro) y con un apio que asoma por la solapa. En un primer momento piensas que como ella lleva paraguas y tú no te dejará continuar por el lado de la acera  que pasa bajo los balcones. Falso. En un segundo momento piensas que ya que ella lleva paraguas y se ha quedado el lado bueno de la acera al menos apartará el carrito a un lado y no te obligará a bajarte a la calzada –que suele estar llena de charcos de agua-. Más falso aún. La muy zorra no solo se queda el lado bueno y resguardado de la acera llevando el paraguas si no que encima te hace bajar de esta para no tener que apartar ni arrinconar el carrito ni un ápice –no sea que el apio se resienta con el ajetreo-. Obviamente cuando te bajas de la acera, además de mojarte y meter los pies en un charco pasa un coche a mil por hora y te empapa de agua el muy cabrón.


                Son como los Mowai, si les toca el agua se multiplican. No hay apios en el mundo para todas

Pero el enemigo más terrible, el Andore de los viejos, es la vieja que va a la compra, no solo porque te atropelle con el carro, no solo porque cuando vas a coger el producto de la estantería ellas se adelanten y cojan lo que tú querías antes (cuando realmente es igual porque hay mil más igual en la estantería), o porque se hagan las tontas y se intenten colar el turno en la panadería con el típico “Ai, hijo, perdona, no me di cuenta de que estabas tu antes”  cuando en la puta panadería solo estás TU y ELLA. Las viejas que van a la compra son terribles porque pueden llegar a hacer actos de extrema violencia para poder tener la supremacía en la cola. Hará unos años fui a comprar no se qué chorrada a un Mercadota y me puse en la cola de la única caja abierta que había, y que, realmente, tampoco estaba muy llena de gente. A la cabeza de la cola habían unas viejas que habían comprado el pan y ya les tocaba pagar a ellas en cuanto que la que las antecedía acabase. En aquel momento preciso llegó una nueva cajera y se puso al lado pidiendo que parte la cola fuésemos a su caja. Pues bien, estas susodichas viejas –que repito, ya les tocaba- cogieron las barras de pan y las empezaron a lanzar como estrellas ninjas a la cinta de la caja que acababa de abrir gritando “¡Nos toca!¡Nos toca!”. Por suerte ni la cajera ni ningún cliente fue interceptado, pero a las viejas esto les dio igual. Y yo me pregunto, ¿realmente tan alta es la percepción del poco tiempo de vida que les queda para tener que colarse e incluso agredir con barras de pan a la gente? Las maldigo mil veces.


De acuerdo Flanagan, tu cubres el flanco y Chari ataca por la retaguardia dandole el empujón  mientras yo le robo la cartera de Pucca. Si algo falla me tiro al suelo y simulo que la niña me ha roto el coxis. No pueden haber errores esta vez

Los viejos que llevan zapatillas de estar por casa por la calle. No se que tendrá el ser humano que cuando llega a cierta edad, además de salirle pelos en las orejas tiende a perder el sentido del ridículo y del buen vestir y empieza a salir de casa con las zapatillas de estar por casa, las de suela de goma a cuadros y con pelos dentro para mantener el pié caliente. Van a pasear el perro con ellas, compran el periódico con ellas, y pasean por la plaza con ellas. No me molesta particularmente, pero hace poco mi señor padre pretendía acompañarme al mecánico con zapatillas de estar por casa y al igual que en las pelis de miedo los zombis muerden al compañero del prota y éste sabe que poco a poco se va a transformar en uno de ellos yo empecé a ver que mi señor padre se está convirtiendo en el enemigo. Estoy aterrorizado.


Y no, no me olvido de la típica vieja de los gatos que cada noche sale de casa con una bolsa llena de comida y en la esquina de la calle da de comer a todos los felinos de la ciudad. Podría pasarme mucho con ella, pero seguramente me estaría metiendo con la abuela de muchos de los que me leen y yo no soy tan cruel. Dadme años para envejecer y lo seré.


                                 El sentimiento es mútuo vieja, es mútuo

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