Cambio mis playmobil por un poco de ácido

Barrio Sesamo nació como un proyecto apoyado por un equipo de psicólogos y educadores como complemento y apoyo a la educación de los niños -Y no me refiero al puto Espinete y al gordo onanista de Dom Pim Pom, ni al gusano (esto no es un insulto, os lo juro) y su compañera de sesiones bukkake de Caponata, si no a lo que era el producto importado de USA, las marionetas-. A través de los sketches de estos muñecos se mejoraba la educación de los niños así como su sentimiento de integración en la sociedad (Cuando en Estados Unidos se incorporó un personaje de color se consiguió que la autoestima  de los niños de color también se incrementase). Estos sketches protagonizados por la primera pareja de marionetas gay, el conde dracula, Coco, Triky y compañía proponían actividades cuotidianas, ejercicios repetitivos, etc, que servían para consolidar el conocimiento de los niños a los que iban dirigidos.

¿A dónde quiero ir a parar con esto? Pues es sencillo si te has tomado un par de orujos: a afirmar que la programación infantil de hace unos años iba destinada a entretener así como a educar, mientras que hoy en día esta ha desaparecido por completo. ¿Alguien recuerda Planeta Imaginario en la 2 los domingos por la mañana? ¿Alguien podría mencionar algun programa de corte actual dónde la palabra "polla" "disco" o algo similiar no sea mencionada?

Cuándo yo era un crio -fisicamente hablando, porque mentalmente sería discutible mi estado de desarrollo actual- todas las cadenas televisivas te proponían una programación infantil en las horas en que indudablemente un niño podía encontrarse ante la pantalla. Los días entre semana antes de ir al colegio podiamos ver gran cantidad de dibujos mientras nuestra madre intentaba disolver el colacao (gran pérdida de masa muscular en los bíceps y tríceps de nuestras madres ha provocado la baticao), al llegar a casa para comer nos esperaba más programación infantil, al igual que a la salida del colegio, aun recuerdo con añoranza mis dibujos de Qbert, Pacman y captain Harlock mientras me merendaba mi Phosquito diario. Los sábados y domingos la cosa mejoraba, puesto que durante toda la mañana teníamos multitud de programas infantiles para tenernos entretenidos (y no, no me refiero al combo mortal de Pressing catch-humor amarillo-gladiadores americanos, aunque tampoco estaba nada mal) y por la tarde lo mismo ¿Quien no esperaba con ansia que acabase el maldito telediario a las 3:30 para poder tragarse algo como Droids, Ewoks, Tortugas Ninja o los más masoquistas los Aurones y cualquier otra tortura que D'Ocon realizaba para los niños? Después obviamente tocaba la película de turno, pero no una cualquiera si no mitos ochenteros como Los Goonies, Exploradores, El chip prodigioso, SOS equipo azul (¿!¿No soy compasivo??!!)...para más tarde encadenar con algún otro combo de dibujos como Club Disney y sus putos osos gumys o la hora Warner. ¿Quien quería crecer con toda esta programación?
Cierto es que las cadenas no podía acertar en todo, puesto que entonces esperpentos como Míriam Diaz Aroca hubiese sido empalada después del primer programa de Cajón Desastre o alguien con un Delorian y un biberón de cicuta hubiese dado buena cuenta de Leticia Sabater en su nacimiento. Aún así fué una infancia feliz para muchos.

Es sábado y no hay colegio, vayamos a hacer el mal por ahí mis queridos drugos


Hoy en día la cosa es bien diferente, el concepto de niño hoy en día ha cambiado de manera radical, al incremento de padres-psicólogos-educadores (aquellos que en todo momento conocen qué es lo correcto para su hijo y que nunca les pegarían ni castigarían aunque le apagasen el pulmón de acero a la abuela), a las revistas que acogen a licenciados fracasados (Antes trabajar en Psicologies y soltar una parida cada párrafo que reconocer nuestra inutilidad y trabajar en el McDonald's) hay que sumarle la nueva programación de las cadenas para enseñar a nuestros hijos cómo deben educarse y comportarse. Por un lado, tenemos los mediodías, rellenos de cultos programas del corazón que nos enseñan a cómo despellejar famosillos de tres al cuarto, y a reconocer que se gana más dinero haciendole felaciones a Miki Molina que sabiendo por dónde cojones pasa el rio Nervión -y ya no digamos sus putos afluentes si es que tiene alguno-, claro está que también tenemos algun programa de cocina, o incluso Fatalities tan sensacionales como programas de cocina que comentan la prensa del corazón a la vez ("mira mamá, sin manos y sin cerebro").
Por la tarde la cosa no cambia mucho, ya que pasamos a la siempre oscura dimensión de los programas de testimonios ¿Has engañado a tu novio con un malabarista vietnamita?¿Te has dedicado a la pornografía mientras estabas en el seminario?¿Has dejado embarazada a más de una quinceañera en el último año? No te preocupes, sea cual sea tu pecado será aplaudido por la plebe y serás elevado a la categoría de reina por un dia (pan y circo). Si somos afortunados, además el programa tendrá alguna sección de prensa del corazón, ya sabéis, por si en el lapsus de tiempo de la una del mediodía a las seis de la tarde ha habido alguna novedad relevante -y si no somos niños tenemos al alacance de nuestro mando la programación de la tarde y la de la noche que, oh, sorpresa, también es del corazón-.

¿Esta es la educación que reciben nuestras futuras generaciones a través del televisor? ¿comiendo tronchos llegaremos a la portada de una revista y no tendremos que trabajar más?¿ que cantando como una perra en un programa de la tele nos espera un futuro mejor que estudiando? ¿Dónde está la ilusión de los niños de antes? Por diós, con doce años yo jugaba como una guarra con mis G.I.JOEs y mis tortugas ninjas, en cambio ahora paseando por la calle -cuando reuno el valor para salir de casa- solo veo niños que quieren ser el más machaca de los Latin kings, hacerse un peinado guai que combine con su jersei Pibull o Lonsdale y cepillarse alguna prepúber de esas que escucha discos de Bustamante y lleva pendientes de aro más grandes que el Ovni de encuentros en la tercera fase. ¿A esto han aprendido los niños con nuestra televisión? ¿A no querer ser niños nunca más? ¿A quien debemos dar las gracias?¿Padres, educadores, gobierno, medios de comunicación?

Pues me niego en redondo, el día que consiga que de mis probetas nazca un hijo sano lo criaré en mi armario lleno de juguetes y comics y no conocerá más violencia que la de los dibujos de Candy Candy, para que cuando sea mayor pueda ser como Schwarzenegger en los Gemelos golpean dos veces, puro de corazón, pero una máquina de crujir canís descerebrados. He dicho.

Barrio Sesamo enseñaba a los niños actividades cuotidianas de manera repetitiva que eran útiles en la vida diaria