He encontrado un Wavebird y me he vuelto a enganchar al juego de fútbol más divertido de la historia

Hablo por supuesto del Virtua Striker 3 de Gamecube que he podido jugar el la Wii gracias a un Mando Wavebird que he encontrado hurgando en cajones del trastero.
Es curioso que un título al que no pocos se refieren como mierda infecta, por nombrar uno de los calificativos más suaves, sea uno de los juegos que más me ha divertido (y sigue haciéndolo gracias a ese Wavebird) no ya entre los de fútbol sino entre cualquier cosa a la que haya jugado.
Evidentemente para que este juego te enganche tienes que caer de la burra y percatarte de que aporrear botones no sirve de nada y que todo es cuestión de timing y precisión. Sólo así pasarás de un rosario de de faltas, pérdidas de balón constantes y expulsiones en el medio campo a dibujar jugadas espectaculares y buscar la mejor puntuación trenzando pases entre las líneas rivales.
Y si además de eso está la voz del comentarista (rainbow!) y la música, esa puta música que te traslada a la sala de máquinas que hubo una vez un tu pueblo donde te dejabas los ojos y la paga del domingo entre colegas y yonkis (sin tener que ambas cosas ser necesariamente lo mismo), ya no puedo pedir más.

Y no, no voy a decir a nadie que pruebe este juego porque me vendrá diciendo que el árbitro es un cabrón que no hace más que sacarle tarjetas, que no puede cambiar de jugador y que falta el botón de sprint. Así que si alguien llegue a leer esta entrada, que olvide lo más rápidamente posible lo que he contado. No tiene la más mínima importancia, únicamente existe porque a mí me apetecía escribirla.