Kametani-sensei es un descarado. Se ha salvado de dos denuncias ante el consejo de directores, por lo de nosotros y por lo de ahora mismo, porque conoce todos mis puntos débiles de placer y sabe cómo llevarme a los éxtasis más intensos y prolongados que he sentido. No puedo negar que ese amor-odio que nos tenemos me mantiene regresando a él de vez en cuando. Por eso me da igual que esté ahí, en la puerta, meneándosela mientras nos mira en nuestra pequeña y divertida faena. Le miro a los ojos, sonrío con picardía y saboreo con mi lengua, sé que le pone a mil. Kumi-chan lo ha visto y ha reaccionado diferente, como una conejita asustada. Pero tampoco le importa que nos miren, todas las chicas tenemos algo de exhibicionista.
Estábamos a punto de entrar en camino a un doble orgasmo como un terremoto. Nos colocamos en un 69, ¿qué vista dejamos que Kametani-sensei contemple? ¿Atashi no shiri agitándose y el kuritorisu recibiendo un dulce castigo oral que no proviene de su boca? ¿O las blancas y torneadas piernas extendidas de Kumi-chan con su kawaii manko, abierto hasta distinguir su apetecible túnel pinku empapado en sus mieles, mientras jadea y se contrae más cada segundo con mis caricias de lengua y mordisquitos? Vamos, kousagi, concédele ese pequeño placer a ese baka, dale una vista gloriosa de lo que él sólo puede gozar desde la puerta. Pero no le dejaré acercarse, eres mi presa sexual. Así, pon tu agujerito de frente a la puerta, ¡oh, te ha tomado una foto con el keitai! Eres famosa.
¿Qué sientes? ¿Qué siento? Aaahh, sabía que eras una experta. Una sensación de roce, un toque que contrasta con el calor abrasante que despiden mis labios vaginales. Ah, kimochiii... No puedo quedarme atrás. Azoto tu kuritorisu con todo lo que tengo... debo... AAAAAAAAAAHHHHHH!!
Ya estábamos tan inmersas en mi clímax, que no noté cuando Kametani-sensei se acercó. Ya no se aguantaba más. Me tomó de los cabellos y eyaculó justo en mi cara, me sentía tan extasiada que no pude hacer nada para detenerlo, pero fue mejor, fue el punto final de ese extraordinario viaje de sensaciones. Unas cuantas gotas del abundante semen cayeron sobre la vulva de Kumi-chan, mezclándose con sus jugos.
Recogimos todo y no intercambiamos palabras. Sólo pasamos de largo, sintiendo sus ojos fijos en nosotras. Salimos juntas y les dimos un poco de fanservice los chicos del club de fútbol.
Kumi-chan, daisuki.

Por fin te encontré sola, en una clase vacía de la tercera planta, después del horario de los clubes. No aguanto más, perra, voy a lametearte y violar todos tus agujeros hasta que te dejen de gustar los chicos. Ya eres mi gatita, estás acorralada. Eso te dije con la mirada. Tú lo comprendiste, sin decir nada, sólo te subieron los colores de la cara, acercaste tus manos a tu cuerpo y juntaste tus piernas instintivamente. Tus pezones se marcaron al instante en tu serafuku. Ni siquiera me importó dejar la puerta del salón abierta.
Me acerqué a ti y te tomé del cuello de la blusa hasta el suelo. Inmovilizo tus piernas con las mías. Tu boquita tímida, medio abierta, recibe mi lengua juguetona que ataca por todos los flancos: detrás de tus dientes, en el interior de tus mejillas, peleando con tu lengua, debajo de la misma... Mientras también te acaricio tras las orejas, me pego más y más a tí, y siento tus firmes pezones contra atashi no mune. Se sienten como dos caramelos en los bolsillos de tu blusa. Tengo que arrancártela. Guarra, cómo me pones.
Mi lengua empieza a juguetear con tus botones de placer, qué exquisitos, qué deliciosos y rosaditos, qué erectos están. No puedo evitar hacerte cosquillas en los costados, apretar tus oppai y pellizcarte par hacerte echar esos gemidos que ya me están haciendo sentir cosquillas.
Te levanto tu falda y descubro unas lindas pantsu de color azul cielo. Qué suerte que son frágiles, te las arranco y quedan deshilachadas hasta la altura de tus rodillas. Lo que veo es un hermoso manko semi-peludito, redondito como lo tenéis las muchi-muchi. Ya percibo el olor de la excitación, y la humedad en los interiores momoiro-akai. No te lo haré sentir ahora, haré que me ruegues por ello. Dakara, me pongo a rondar por tus entrepiernas sin tocarte los labios ni el clítoris, tras un minuto te empiezo a lamer tus labios, remato con soplido y una gotita de sudor justo en la entrada de tu ano, y justo ahí te estremeciste de placer. Perfecto, estás lista para el clímax.
Atashi no manko es menos carnoso y con el clítoris más pequeño que el tuyo, pero me gusta así como lo tengo, porque el lunar en mi labio izquierdo es muy coqueto, por eso siempre me lo rasuro, y se me parece al de una niña de 10; eso le encantaba a Nobuhiro-kun, me da que es medio lolicon. Pero vayamos a lo nuestro. Sólo tengo que levantarme la falda un poquito, y ahí está. Es todo tuyo, ahora me haces lo mismo que te hice. Pareces muy experta, así llegamos ambas al mejor orgasmo de nuestras vidas.
Entonces ví a Kametani-sensei en la entrada, con el cierre del pantalón abierto, masturbándose.

Los chicos de mi clase pasan de mí porque dicen que soy una puta. Hipócritas, por qué le hacen caso a Kumi-chan más que a mi, si es más zorra que yo?
La envidio. Envidio sus piernas perfectas, sus oppai, su oshiri... es tan kawaii, quisiera que se me transfiriera mágicamente su belleza y yo atrayera las miradas, y ella no... quisiera humillarla ante todos... quisiera... plantarle un beso con lengua, escondidas las dos en los lavabos. Quisiera que nos lamiéramos y frotáramos hasta el climax. Quisiera formar una pareja yuri contigo. Perra. Me haces mojar.

Después de superar el trauma de Kametani-sensei, a quien no denuncié, pasé por muchas calamidades con chiquillos que no saben lo que quiere una mujer. Yo digo, shimatta, qué cursilerías de respeto y timidez es que tienen los chicos de mi edad, será la cultura? Un hombre de verdad, de los de antes, sabe lo que quiere y va y lo toma por encima de cualquiera que se interponga. Eso es todo lo que una chica saludable quiere sentir, un semental que le encienda su lado perverso, que le haga sentir que es propiedad total de él. Las mujeres siempre nos quedaremos prendadas del hombre que se hace sus propias leyes.
Por eso ahora voy con moteros al salir de clase. Atashi no manko quiere acción!

Traidor. Monstruo.
No dije nada en todos estos días para que nadie se enterara de lo nuestro y no se formara un escándalo. No dije una sola palabra de nuestra relación, de mi desvirgamiento en su coche, de los regalos que me hacía.
Ahora el muy estúpido me dice que quiere terminar con esto, que cree que las cosas no pueden ser, que está metido en un potencial problema.
Si no quiere ser mío, no será de nadie, ni siquiera de la retardada de su novia. Llevaré a cabo la denuncia de pedofilia mañana mismo.

Al fin lo hice. Me armé de valor, eché mis pantsu de Keroppi a la basura y le mostré mi tesoro recién peladito a Kametani-sensei durante la clase de Historia. No sé cómo pude mantener el control en ese momento, con lo sonrojada y excitada que me sentía... salió perfecto, nadie se enteró del instante y Sensei no se enojó, sólo noté un pequeño dejo de sorpresa. Ahora me habla más relajado cuando me pregunta los temas. He compartido el secreto con Hatsuko-chan, sólo ella lo sabe fuera de nosotros dos.
Estoy a mil por hora, paso las noches fantaseando, pero sé que debo tomarlo con calma y ejecutar mi plan sin precipitarme. Continuaré deleitándole la vista de vez en cuando. El siguiente paso será hablar con él... aunque no quiero meterlo en problemas con la dirección del instituto. Es un amor prohibido, por decirlo así, pero si debe mantenerse en secreto, así será. Jamás desearía arruinarle su vida.

Hoy me atreveré a hacer por Kametani-sensei algo que nunca he hecho. Me quitaré las pantsu camino al instituto y le mostraré durante la clase un pequeño regalito, como la chica sordomuda en Babel. Trataré de llamar su atención, sé que él es lo suficientemente hombre como para no perder de vista mi travesura. Si tan sólo pudiera tener en ese momento unas piernas como las de Kumi-chan... pero bah. Me hará caso sí o sí.

Me gustan tanto sus ojos... su firmeza de carácter... su amabilidad... ¿por qué está mal que una chica de 14 años se enamore de su maestro? Lucharé por él.