El nitinol es el ejemplo mejor conocido de las llamadas aleaciones con memoria de forma.
La memoria de este metal, se fija "obligándolo" mediante fuertes fijaciones mecánicas a permanecer en la posición que queremos y calentándolo por encima de su temperatura de transición (superior a 200ºC). Al permanecer varias horas en este estado, la estructura atómica cristalina se adapta a esta postura, es decir, adopta una configuración de mínima energía, de forma que luego, si se deforma, al calentar se activa el movimiento atómico y regresa a su posición de mínima energía, que es la memorizada.