El castillo de la pureza

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Publicado: 06:27 22/02/2015 · Etiquetas: injusticia, Japan Studio, Tapado de la generacion · Categorías:


Cuando te topas con un juego que mezcla perfectamente narrativa, jugabilidad y diversión, además de la satisfacción que ello conlleva, caes en la cuenta que estás ante algo muy grande.

Eso es la idea general que te deja Puppeteer a unas cuantas horas de jugarlo. No es sólo que su planteamiento sea perfecto en su propio estilo de juego. Es que tiene innovaciones más allá de lo superficial que podrían sentarle de lujo a desarrollos similares, no obstante que su paso por este mundo ha sido anecdótico y en poco tiempo será si no olvidado, si relegado de la referencia inmediata para retomar algunos puntos donde Puppeteer pone su sello de identidad.

No es un plataformas, no es una aventura al uso, y ni siquiera es algo convencional. Toma prestados muchos conceptos y hace una mezcla muy potente que rompe la cuarta pared. Un plataformas con casi tantos diálogos como Metal Gear (Pero que están perfectamente mezclados con el desarrollo ágil de la aventura y son en tiempo real) donde debes escudriñar cada rincón del escenario como si se tratase de una aventura gráfica (Y donde hay animaciones propias de una aventura gráfica de hace 25 años), con un desarrollo narrativo que te invita a seguir y con una estética cuidada al milimetro, que es un espectáculo en si misma. Con fases de bonus especiales que te evocan bastante a juegos de la década de los 90´s (Cierta inspiración de Donkey Kong Country) Con una banda sonora magistral que te mete de lleno a la aventura o que incluso forman parte de esta (Como el sensacional musical en el fondo del mar o aquel en el bosque lunar). Es un derroche de talento por todos lados.

Habiéndolo terminado por primera vez. No puedo más que sentirme satisfecho. Y puedo sentenciar, sin temor a equivocarme un ápice que es uno de los tres juegos más especiales de esta generación que terminó. Mi segundo juego más memorable en cuanto a su propia plataforma (PS3) y uno que se quedará para siempre en mi recuerdo como tantos otros clásicos. Es algo muy especial.

Hay mucho mitos sobre este título, a saber:

Su estética Little Big Planet. Nada más lejos de la realidad. Su estética puede ser por momentos lúgubre, profundamente creativa y con diseños que te evocan más a una película de Tim Burton con animación stop motion. Con detalles que te abren las cuencas de los ojos como dos platos, como la sombra de Kutaru detrás de bambúes o la niebla del lago lunar. Es personalidad pura, y Little Big Planet peca de un impersonalismo y de una falta de alma abrumadoras.



Jugabilidad muy casualizada, nula dificultad. Si bien lo que hace realmente grande a Puppeteer en su conjunto como un concepto integral, su jugabilidad está bastante depurada y no obstante que es accesible a todo jugador, tiene esquemas bastante rompedores (El uso de calibrus como arma o como medio para desplazarse por los escenarios) o lo bien medido que está el plataformeo, mezclándolo con una gigantesca aventura gráfica y sazonándolo con una pizca de aventura. La dificultad viene aparejada del valor de la rejugabilidad (No es para nada sencillo hacerse con todos los coleccionables, que son numerosos) y de la necesidad de conocer cada detalle, por ínfimo que sea de la aventura, hace que sea obligado plantearse el uso de según que máscara o que habilidad en fases ya superadas.



Muy infantil. Tan infantil como que se narra, entre otras cosas, la historia de un pirata que tenía un harem de mujeres en su isla (Su más preciado botín, poseer mujeres). Y que las mujeres feas, que eran despreciadas por este, y aquellas que habían sido rescatadas y ya no estaban en su compañía le denuncian ante una diosa para que le castigara. Los temas que aborda son de una universalidad conceptual que lo hace accesible para cualquiera, pero...el humor y la narrativa son inteligentes. Y es que bien lo puede jugar un niño o un abuelo, y ambos lo disfrutarán porque un buen argumento, con pinceladas de genialidad es accesible para cualquiera y no está peleado con la madurez. Es más sencillo hacer un producto que busque la risa fácil y el encasillamiento en un grupo de edad determinado. Pero hacer algo que funcione bien para todos, eso si que es complejo.

...

Es una bocanada de aire fresco, muy fresco. Y se nota que hay amor en cada bit invertido en el desarrollo del juego. Un juego que te hace replantearte porque estás en este mundillo y te devuelve a la añorada infancia. Puppeteer es amor por los videojuegos en su más profundo significado.



Si el tiempo es justo, lo rescatará de la instrascendencia y en unos años lo veremos elevado por sobre sus contemporáneos al olimpo más absoluto. Es lo mínimo que se merece para honrarle.

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