Publicado: 21:55 03/08/2010 · Etiquetas: · Categorías:
La pequeña Miley, a pesar de no haber salido nunca de su pueblo, conocía muy bien la geografía manchega. Por eso, las últimas palabras de Tommy, el apocado y rubenesco cubilete fueron como un halo de esperanza que iluminaron su rústicamente contradictorio rostro. Motilla del Palancar era su próximo destino. Cuando llegase allí, podría acabar con el autor.
Pero si Miley no le llegó a decir a Tommy que estaba buscando la residencia del autor, ¿por qué dio por hecho que Motilla del Palancar era la respuesta a todos sus males? Esa absurda suposición iba a ser la chispa causante de lo que le sucedería en el capítulo siete. El lactobacilo pedernoseño se dispuso a despertar a Rímili Vázquez, pero su bolsillo estaba vacío. No le hizo falta buscarla, pues un alarido le indicó el paradero: “¡¡Aristotélico!!” La chinchilla de Albuquerque tenía el rostro desencajado de terror. Con todo su cuerpo temblando, señalaba al ser causante de tanto horror: el dado que salió de Tommy. El autor sabe que, puesto que es por todos sabido, no es necesario explicar que las chinchillas de Nuevo México le tienen pavor al número cuatro. Da igual que sea en números romanos, por medio de puntos o cualquier otra forma de representar ese número maldito: el pánico se apodera de ellas. Rímili Vázquez era audaz, intrépida y abrazable, eso no lo podemos negar. Pero también es cierto que la convivencia con ella se hacía dura dura. Por ejemplo, no podía tumbarse boca arriba, porque entonces se veía las cuatro patas y corría el riesgo de sufrir un infarto. Por otro lado, tener la casa adaptada para ella suponía un gasto enorme. Mandos de televisión y teléfonos con un botón menos, colecciones de libros incompletas, relojes, etc. Incluso podía ser peligroso tener sillas de las que, miradas al revés, parecen un cuatro. De hecho, Rímili Vázquez no podrá leer estas líneas jamás. Si quiere leer la historia de su dueña, deberá esperar a que salga “La cruzada del lactobacilo: el montaje de la chinchilla de Albuquerque”. En definitiva, una faena. Miley tapó los ojos de Rímili Vázquez y la volvió a guardar en su bolsillo. Aún tardaría un rato en volver en sí. Mientras tanto, el lactobacilo rebuscó entre los papeles del cubilete para saber cómo llegar a su destino. Al cabo de una hora y siete minutos y medio (aproximadamente), Miley y Rímili Vázquez subieron al autocar de Samar con dirección a Motilla del Palancar. 2 comentarios :: Enlace permanente
Comentarios: (primero los más recientes) 16:39 04/08/2010
Si no te importa, usaré tu término en el capítulo 6. Tetrafobia... me gusta. 23:29 03/08/2010
Tetrafobia. Escalofriante patología. Participa con tu Comentario:
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