¿Por qué nos gusta tanto complicarnos? ¿Por qué damos tanta importancia a cosas que no la tienen y no se la damos a las que verdaderamente la tienen? ¿Nos gusta complicarnos con lo simple o siempre queremos más de lo que tenemos?

Sea cual sea la respuesta a cualquiera de estas preguntas, hay algo bien claro: todo, absolutamente todo lo que rodea a tu vida, no tiene más importancia que la que tú quieras darle. Puedes complicarte con lo simple, valorar lo equivocado e, incluso, no apreciar lo que debas.

Pero, hagas lo que hagas, valora siempre los pequeños detalles. Esos gestos que la mayoría de las veces consideramos minucias. Esos gestos simples y tontos, sin más trascendencia que sí mismos. Esos gestos gratuitos, que no buscan nada a cambio... Gestos simples, sinceros, pero que, a su vez, te arrancan una gran sonrisa como pocas cosas en el mundo. Valóralos, siempre. Y nunca, repito, NUNCA dejes de hacerlo.

Sonreir es algo que no sobra bajo ningún concepto...

pD: Sé que esto aquí pinta bien poco, pero oye, es mi blog Por otro lado, sigo recluído en mi año ERASMUS... El blog volverá a la vida en agosto, al mismo tiempo que mi vida de videojugador. I promise