A lo largo de la existencia del ser humano, múltiples dudas han asaltado la mente de nuestros congéneres. ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos? ¿Qué coño es la comisión ésta que me ha cobrado el banco? Y, sobre todo, ¿follas o qué?

Gracias a la filosofía, los asesores fiscales, y las turistas borrachas en Benidorm estas cuestiones han sido solventadas en mayor o menor grado (normalmente, menor).

Pero persisten otras cuestiones, como, por ejemplo, ¿qué significa el nombre de este blog? Quizás algunos os habéis planteado esta cuestión en el pasado. Yo no. Y en consecuencia, no me sale de las narices inventarme una explicación. Si quieres lo haces tú, y acabamos antes. Toma blog interactivo.

Por supuesto, si eres un lexicógrafo apasionado y lleno de ambición vital, puedes dejar tu propuesta. La mejor se llevará un premio valorado en nada y absolutamente intangible. El premio puede quedar y quedará desierto. Lea las bases al dorso.

Los blogs de Vandal cumplen hoy su primer año de existencia, y, para conmemorarlo, voy a publicar unos datos de mi propio blog.

Durante este año, el blog ha tenido 12 meses de existencia, cada uno de ellos con una media de 30,41 días. Con excepción de los días en los que se ha cambiado la hora, los días de este año han tenido una clara tendencia a durar 24 horas.

Se ha publicado, además, un ritmo constante de un artículo cada vez que se ha dado al botón de “Enviar consulta” en la página de creación de nuevas entradas en el blog, lo que aporta un 100% de mensajes creados y publicados al crearlos y publicarlos. No dice mucho de la línea editorial, pero estadísticamente es un buen resultado.

En las diferentes entradas se ha ofendido a un total de 29 colectivos humanos o profesionales (de los cuales, ambas características han coincidido en un 37,6%). Los colectivos más ofendidos han sido:  los que más se ofendían, los segundos que más se ofendían, y los terceros que más se ofendían; por ese orden.

Además, se han incorporado nuevas secciones, como, por ejemplo, cualquiera de las siete. Sorprendentemente, todas tienen, al menos, una entrada. Las más populosas son las que más entradas tienen.

Incluyo una gráfica para ilustrar este estudio:


Por último, prometo hacer una entrada en fechas próximas explicando de manera lo más pormenorizada posible el significado del nombre del blog.

Es bien sabido que la época de exámenes suele conllevar cierta tensión. Se estudia mucho, y luego salen bien o mal, vaya usted a saber, de manera no siempre relacionada con el esfuerzo y trabajo depositado. Sigue leyendo para conocer la solución.

Yo también me veo afectado por esta época, pero he encontrado un método muy efectivo para solventar jaquecas antes de que se den. Cojo todos los exámenes de los alumnos y los tiro al aire, bien alto, en mi despacho. Los que caen en el suelo, están suspensos; los que caen sobre la mesa están aprobados; los que caen en la silla tienen notable y los que se mantienen en el aire tienen sobresaliente. Creo que es equitativo.

Así me los quito rápido de encima y puedo hacer cosas más interesantes y productivas, como escribir en un blog de internet.

Voy a ir introduciendo unos pequeños consejos a modo de mini-curso CCC (Cretino Compra Cursos). Por supuesto, están orientados hacia dar rienda suelta a nuestros impulsos psicóticos eludiendo la desagradable pulsión de eliminar a otros miembros de nuestra (u otra) especie, aunque siendo periodo electoral se me ocurren un par de docenas de individuos que podrían desaparecer por el bien de la humanidad.

En fin, como no queremos tener que limpiar sangre, eliminaremos estrés haciendo lo siguiente en días de lluvia. Preferiblemente con elevada tormenta eléctrica y agüita torrencial. En ese contexto, debemos buscar cualquier folleto de comida a domicilio que tengamos en casa (una pizzería sirve, aunque si es comida casi decente mejor). No hay que caer en el error de saltarse los siguientes pasos y llamar sin más. Por favor, continúe leyendo.

Consulte el horario de servicio y el pedido mínimo (suele variar de 6 a 10 euros), y llame cuando queden diez minutos para que cierren; así no habrá excusas. Su pedido en situaciones ideales debería consistir en una cantidad indeterminada de complementos (bebidas, salsas...) que sumen hasta unos céntimos (cifra impar) por encima del coste del pedido mínimo.

Prepare el dinero con atención: rebusque por el sofá y saque todos los céntimos que pueda, será importante dar el dinero justo hasta el último céntimo al repartidor cuando, empapado, se muestre ante nosotros al abrir la puerta. Es importante que el dinero sea justo y no demos unos centimillos de propina; eso es de mal gusto y poco educado.

Dramatización

De esta manera tan sencilla, joderemos a un colectivo profesional al tiempo que el mundo conseguirá aplacar nuestros instintos de serial-killer venido a menos. Es recomendable complementar la experiencia con una copita de vino (sugerencia: un Arzuaga, por ejemplo) mientras estamos sentados en nuestro sillón favorito mirando, calentitos desde el salón, cómo las gotas conforman charcos hasta las rodillas de la gente que corre de camino a su casa.

Nos vemos en el próximo volumen del Manual del sociópata de andar por casa.

En cantidades industriales.


Y aquí no:

Además de un anglicismo que parte de un término absurdo como "blog" que suele castellanizarse en el más imbécil término "bloguero," que tiene cierto sonsonete con voyeur, bollero, florero, cagadero y amlodipino, a partes iguales. Que se note que hay cultura médica a la vez que arte de rimar.

Rescatemos del olvido estas viñetas firmadas por Orue en el 1.545 de El Jueves, que algo había que poner en el blog y hoy no estoy para echar bilis sobre nadie en concreto, así que lo hace otro por mí.

Viene a mí por las noches, plateado y naranja, como el coche con truñing de un criador de vacas de las estepas castellanas. Entonces se pone a saltar en mi dock antes de abalanzarse sobre mí y me absorbe en un mundo de cajas de texto e imágenes, de anclajes y de símbolos de infinito un poco amorfos que se cruzan por todos lados.

Comúnmente, me despierto con sudores fríos entre leptones y ganas de asesinar. Porque él es así.

Demostración empírica.

Después del impresionante documento Hitler en bragas, ahora llega el espeluznante fotomontaje vía Photoshop de Stalin y Mussolini en bragas. Una profunda y sentida revisión de algunos personajes de la II Guerra Mundial.

El Capitán Planeta y los Planetarios es el original y sorprendente nombre con el que se localizó la serie de animación estadounidense conocida originalmente bajo el nombre de Captain Planet and the Planeteers, que se estrenó en 1990.

Muestra uno de los grandes intentos de la decadencia ochentera afectada de puritanismo estadounidense pasado por el filtro bienhechor que tuvo todo lo que se hizo en los años 90 (como la Guerra del Golfo, pero la original, no el remake; o la de los Balcanes; el estrellato de Pérez-Reverte como novelista; o la edición de 1999 de los premios de la MTV, claro) al intentar convencer a los niños que años después serían consumidores de crack de que la ecología es buena y divertida.

Todo ello se consiguió mediante un complejo estudio sociocultural de la estructuración de mitos modernos. Así que cogieron a un tipo musculado, le pusieron calzoncillos rojos, iba medio desnudo y afirmaban que no era homosexual.

Además, para potenciar la integración social había un negro y una china, a los que se sumaba una maldita comunista que en realidad quería ser puta o jugar al tenis, o las dos cosas, y un yanqui alienado por el consumo de series importadas que la BBC realizó en los años 70. Como vemos, se trata de un burdo intento neofascista por el que se excluyeron pueblos como el canadiense, los ewoks o un hindú de casta inferior. Sin duda alguna, esto es consecuencia de los locos planes de Reagan, quien dejó la presidencia en 1989 para volver a hacer películas porno (o eso cree él en pleno ataque de alzheimer mientras se caga en Bush -no sabe si padre o hijo- cuando tiene lucidez por facilitar tanto la investigación científica.)

En la mejor tradición Power Rangers/Square Enix, cada uno de los chavales tiene poderes elementales. Es decir, de educación básica. Eso mola, pero nos conduce a la diatriba de los anillos, que se vincula como preludio de una de las trilogías cinematográficas más importantes del presente siglo: Matrix.

Keanu Reeves, de rostro similar al Capitán Planeta, quiere salvar al mundo de un grupo de cerdos contaminadores. Sí amigos, eso es lo que quería decir el tipo con barba de la segunda peli; si no lo entendisteis en su momento ya os habéis enterado. Contádselo a vuestros amigos.

Cada uno de esos anillos contiene un poder (judicial, fáctico, perruno, ejecutivo y legislativo) y como los capítulos tenían que durar unos veinte minutos se resistían a invocar al Capitán hasta el final, momento en el que ejercía sus alegres funciones de  deus ex machina y lo apañaba todo en un momento. Algo así como la limpiadora de un espectáculo picante, sólo que en más sucio.

Por eso los niños de entonces se pasan la ecología por el forro de los cojones: porque nadie nunca les ha dado un anillo y sí muchas bolsas de colores diferentes.

Porque yo lo valgo.



Ya me he hecho el interesante por hoy.