Debo confesar que siempre he sido un usuario de PCs con tendencia a no moverse. Siempre he creído en las torres con toda la cacharrería dentro conectados a un monitor, teclado, ratón y, preferiblemente, suministro energético (con la única excepción de los Mac, claro, "todo en uno" y si no es todo, al menos buena parte).
Pero el camino hacia la portabilidad era inevitable. Reuniones, conferencias (léase maratones de Powerpoint), y la jugosa ventaja de poder tomar anotaciones para las diversas investigaciones directamente en soporte electrónico sin pasar por la clásica, imperecedera, pero también incómoda y anquilosada libretita de notas con un buen boli Bic. Bic Cristal escribe normal. Y así, como quien no quiere la cosa, uno se ve tentado a facilitarse la vida, a no depender de otros, a ahorrar un par de horas al día de pasar cosas a bases de datos, etc., comprando un ordenador portátil... tan sólo para descubrir en la cosa tan rara en la que se ha convertido este segmento. Puedo permitirme ordenadores sustancialmente más potentes que mi PC casero, obteniendo pantallas de 17", procesadores de 64bits, un par de gigas en RAM, y un disco duro tan grande como mi partición principal. Incluso con tarjetas gráficas DX9 cuya potencia sospecho superior a la que tengo dentro de la torre. Puedo, de hecho, comprármelos sin problemas... salvo por un pequeño problema: tanta potencia tiene un precio, o, para ser más exactos, dos. Por un lado, un peso a mi pobre entender más que exagerado para algo que debe ser portátil al máximo; y, por otro, baterías ridículamente breves. Quizás sea un tipo raro, pero no necesito una pantalla panorámica enorme para ver DVDs o jugar a Half-Life 2 (ni tan siquiera me planteo juegos más actuales y potentes)... no al menos en una reunión de trabajo, preparando unas unidades didácticas, rastreando algunos datos que necesito para la conferencia de la próxima semana, etc. Lo que necesito es poder moverme con el portátil con facilidad, sin notar una carga extra, y sin tener que buscar un enchufe cerca. Ordenador portátil según concepción actual. Pequeño, de larga duración. Portabilidad. No debería ser tan difícil encontrar algo que se amolde a esa premisa, y a ser posible a un precio que no me resulte absurdamente elevado. Porque una cosa es tener dinero, y otra estar dispuesto a depositarlo en un producto que no consideras bien equilibrado en calidad-prestaciones-precio. Y así es como uno descubre que las pantallas de 13 o 12 pulgadas y las baterías que en condiciones ideales duran 5 horas, con tarjetas gráficas entre patéticas y lamentables pero más que suficientes para ver alguna película ocasional y reproducir vídeos comprimidos son más costosos que los trastos de 17 pulgadas con batería que en el mejor de tus sueños llega a las dos horas y media. Claro, la reducción de componentes no es gratis. Dispersar calor en menos espacio no es fácil. Pesar menos de 2,5kg. supone usar materiales ligeros y resistentes. Todo suma, pero nada resta. De este modo es como se tira hacia lo funcional. Hay que asumir las necesidades propias, y no la moto que intentan venderte en cada tienda. Ésa es otra cuestión. ¿Por qué sienten la necesidad imperiosa todos los tenderos de intentar convencerme de que lo que yo necesito es un ordenador de 3,8Kg., 17", y 2 horas de batería? Supongo que les sobra stock. Finalmente, uno asume el coste extra por querer algo relativamente minoritario que, por cierto, he descubierto está destinado a ejecutivos y empresarios. Se ve que los pobres miserables que sólo buscamos ofimática a tamaño reducido y una batería que nos dure una sesión laboral somos anómalos. No me extraña, y, desde luego, no me molesta. Puesto esto en perspectiva, el mercado real de este segmento sin irse a los miles de euros se limita a unos pocos modelos que, una vez discriminados los descatalogados, los de marca poco convincente, los de especificaciones técnicas dudosas, ambiguas, u oscuras, etc., se reduce a tres opciones. Un MacBook. Una larga vida de usuario dividido entre MacOS y Windows, y un precio jugoso ante el modelo más básico y tentador (sí, sin grabadora de DVD, algo que realmente no acabo de necesitar en un portátil) aunque necesitado de más RAM. El descuento a profesores se agradece, pese a lo ridículamente bajo de éste. Un Toshiba U200-141. Una pequeña pieza tecnológica muy tentadora, de 12", bastante batería, más ligero y pequeño que el MacBook y un equipamiento a priori más completo, aunque con una diferencia de precio palpable. Y en esa línea, un Sony Vaio SZ1, que en su modelo más básico va tan corto de RAM como el Mac, algo más escaso de CPU, pero con buen acabado, la pantalla igualada con el de Apple, y sus cositas aquí y allá, estando bastante allá el precio. Habrá que ver por qué camino tirar, teniendo en cuenta la difícil balanza de las necesidades reales que me debe solucionar el portátil y los tentadores extras que no necesito pero a los que resulta tan difícil resistirse. Tocará reflexionar para no arrepentirse demasiado a la mañana siguiente; eso sí, sin resaca (espero). 1 comentarios :: Enlace permanente
Comentarios: (del primero al último) 21:00 16/06/2006
Muy bueno xDD Participa con tu Comentario:
No puedes poner comentarios. Necesitas estar registrado en Vandal Online. Regístrate aquí o Haz Login. |
Blogs en Vandal · Contacto · Denunciar Contenido