Publicado: 19:43 30/12/2009 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Loyal Rebellion
Cuando Luis alcanzó a ver la mansión de las hermanas Lecarde hacían apenas unos minutos que habían pasado 24 horas desde la violenta batalla en el Louvre, una batalla de que ninguno se había recuperado aún del todo y que había socavado en gran medida algunas de sus confianzas y convicciones dejando al descubierto dudas, muchas dudas, y por encima de todo ello un terrible sentimiento de culpa que lo ahogaba y pensaba aplacar a lo largo de aquella noche. Y es que había acudido a dicha mansión apenas unas cuatro horas después de que Loretta y Stella abandonaran el piso de François y Elisabeth tras curarlos a Erik, que a pesar de sus heridas se negó a dormir alegando que había repuesto fuerzas mientras estaba inconsciente, y a él, que a pesar de los esmerados cuidados de la menor de las ancianas aún sentía el intenso dolor de algunas de ellas. Sobre la batalla, Simon y las Lecarde habían tenido la delicadeza de mentir al matrimonio y evitar que hicieran más preguntas de las necesarias, pero aquello le había dejado una tremenda desazón. Debía contar la verdad a alguien, debía confesar su culpa… y sólo con una persona podría sentirse resarcido, alguien para cuya comunicación necesitaba la expresa ayuda de Stella y Loretta. No se sorprendió cuando las puertas se abrieron mágicamente a su llegada, sabía que las hermanas habían leído en su mente las intenciones que albergaba y tomó aquello como una declaración de intenciones de no ponerle ninguna traba, y así lo demostraron al recibirle en el umbral de la mansión. - Has llegado más pronto de lo que pensaba – observó Loretta con una cordial sonrisa - ¿Acaso no piensas descansar? - Mi estado físico puede esperar – respondió el español con premura – no podré descansar hasta que hable de esto con ella. - La línea está abierta y ya le hemos dado el aviso de que la esperamos – explicó Stella – así que síguenos y llegarás a la sala de videoconferencia. - Bien… En silencio, tomaron el camino hacia el ala este de la casa hasta un pasillo terminado en una doble puerta que, de nuevo, se abrió a su paso, allí les esperaba un ordenador sobre un discreto escritorio, una webcam y una pantalla de más pulgadas de las que pudieran verse en cualquier televisión normal. - Pero me surge una duda, Luis… - dijo la mayor de repente – cualquier miembro de la hermandad puede ponerse en contacto con ella, no es necesario recurrir a nosotras específicamente para esto. - Cuando llego a un lugar tengo la manía de informarme de todo lo que me interesa – respondió – y tras pasar por aquí la primera vez le hice unas cuantas preguntas a su nieto… una de las cosas más interesantes que me dijo es que la suya es una de las pocas líneas directas con la mujer a la quiero dirigirme, el resto – frunció el ceño en un claro gesto de disgusto – están intervenidas por la iglesia u otros organismos interesados en mantener controlada la hermandad… ¡y no quiero que nadie más sepa de esto! - Señor, señor… - sonrió la menor – ya no queda inocencia en este mundo ¿eh? - Lo que no queda son burros, oiga Antes de sentarse en la silla frente al escritorio dejó a Stella que lo preparara todo, a los pocos segundos la pantalla frente a él se había iluminado y ahora mostraba un ventanal con una bonita vista nocturna de la plaza del templo de la hermandad de la luz y, por supuesto, la mesa de aquella con quien Luis buscaba hablar. - ¡Vaya por dios! Nunca está cuando se la necesita, esta mujer iba para policía – se burló Stella. - Que no esté en cámara no significa que no me encuentre en la sala, tía Stella – respondió una voz desde los altavoces – Mataba el tiempo revisando expedientes. Poco después de éstas palabras comenzó a escucharse ahogado ruido de papeles y cajones y unos pasos apresurados que precedieron a la aparición en pantalla de la esperada figura, que se sentó con brusquedad tras el escritorio, cruzando las manos sobre él y adelantando ligeramente la cabeza. Era Rose Morris, la líder de la hermandad, aquella con quien deseaba hablar. - ¡Luis! – exclamó ésta sin demasiada sorpresa pero con una sonrisa de evidente interés - ¡Cuánto tiempo! - Hola, Rose. Las miradas se cruzaron por un instante, en aquella tremenda pantalla sentía como si los enormes ojos marrones de la mujer lo aplastaran. - Es curioso que utilices este canal para ponerte en contacto conmigo ¿Qué ocurre? El español suspiró, incapaz de saber por donde empezar. - Tengo algunas cosas que contarte y consultarte – respondió finalmente – y no quiero intermediarios. La líder sonrió. - De modo que has descubierto las líneas directas ¿eh? Bueno… era algo que debía mantenerse en secreto, pero mejor así ¿De qué querías hablarme? Sorprendentemente, Rose no parecía extrañarse ante el hecho de estar hablando con él por esa línea, ni tampoco al saber que tenía conocimiento de los contactos limpios. - Se trata del incidente de anoche, quiero hablarte de él. - La batalla en el Louvre ¿no? – se hundió un momento bajo en su escritorio, más ruido de cajones y finalmente se alzó con un periódico en la mano – Lleva desde anoche mismo siendo la comidilla internacional en todos los periódicos y medios de comunicación. Ediciones extras a manta narrando el suceso, y me consta que se ha decretado un mes de luto en Francia por todas las víctimas. - Los medios sólo pueden informar de lo que vieron desde fuera, pero no de lo que ocurrió dentro. Yo estoy aquí para eso. - ¿Cuántos datos puedes darme? ¿Se sabe algo del responsable? ¿Tiene que ver con el caso de los niños? - Puede que lo tenga, pero el autor no está relacionado, se trataba de Viktor Brauner. - Ahá - De nuevo ni un gesto de sorpresa, ni un cambio en su tono de voz, ni siquiera un alzamiento de ceja – Debisteis librar una serie de batallas muy duras ¿verdad? Brauner no es precisamente un angelito. - En efecto, había una fuerte variedad de criaturas (algunas no las habíamos visto en la vida), un súcubo y toda una tribu de Alraunes. - ¿Nada más? - “¿¡Nada más!?” – preguntó Luis, mosqueado - ¿Te das cuenta de lo que implica todo lo que te dicho? - Estoy segura de que dentro del terreno de las criaturas las pasasteis canutas, pero para ti hubo más enemigos que esos ¿verdad? El Fernández palideció, le costó encontrar las palabras para contestar. - En… en efecto… Claire Simons también estuvo allí. - Y trataste de detenerla, supongo. - Sí. - ¿Lo lograste? - No - ¿Y por qué? Tragó saliva de nuevo, era ahí a donde quería llegar pero, tal vez demasiado tarde, se dio cuenta de que la respuesta a aquella pregunta podía traerle muchos problemas a Erik. - Te lo vuelvo a preguntar, Luis: ¿Por qué? - Pues… po-porque Erik se interpuso. Para su sorpresa, la sonrisa de Rose creció y cambió de cariz, ahora parecía orgullosa e incluso satisfecha. - ¿Erik se interpuso entre Claire Simons y tú para protegerla a ella? ¿Se opuso a su superior y hermanastro? - Er… sí, así es y… me temo que eso… ocasionó un enfrentamiento entre ambos. - Un enfrentamiento… ¿en qué grado? ¿Hubo combate físico? - S-sí… y me temo que fue bastante serio. - ¿Cómo de serio? Se dieron unos segundos de silencio incómodo, el Fernández cerró los ojos con fuerza y vio de nuevo a su amigo convulsionándose en el suelo víctima del Castigo Divino. - Llegamos… llegamos a luchar a muerte… - ¿Pusisteis vuestras vidas en peligro? Con los ojos aún apretados asintió rápidamente; la culpa se abría paso de nuevo, y lo hacía con fuerza. - Erik ha necesitado asistencia médica urgente de Stella y Loretta… recibió de lleno mi Castigo Divino a máxima potencia… Con gesto serio, Rose se recostó en su asiento y miró a Luis con interés. - Quieres… contarme más ¿verdad? - Quiero sacármelo de encima. - Entonces, Luis, no escatimes en detalles; quiero oírlo TODO. Con dificultad, Luis comenzó a narrar la batalla desde el momento en el que atacó a Claire, incluyendo en el relato el pacto que había hecho con ella un rato atrás; tal y como ella le había solicitado no se dejó un sólo detalle en el tintero, contando así durante una hora larga el relato de su batalla con Erik y cómo lo dejó entre la vida y la muerte sin pretenderlo siquiera. - Ya veo – articuló finalmente la líder una vez concluida la historia - ¡Bueno, al menos has sido sincero! No has maquillado ni tergiversado la historia, eso me gusta. - ¿¡Cómo!? ¿¡Es que ya lo sabías!? - Nosotras se lo hemos contado – intervino Stella antes de que la Morris pudiera responder. - Ya veo… así que han escarbado en nuestra mente mientras nos curaban ¿verdad? – dedujo. - No, concretamente en vuestra cabeza no hemos tocado nada, no lo necesitamos – contestó la mayor de las Lecarde. - Antes de que nos encontráramos ya teníamos toda la información que necesitábamos – completó Loretta. - Pero… un momento… si nos encontraron a Simon, Erik y a mí, entonces… sólo hay una persona que… - entonces cayó en la cuenta, pero Rose se le adelantó. - Claire Simons – articuló. - Claire… ¿obtuvieron la información de ella? Pero… ¡Si está siendo perseguida por la hermandad! - Luis… durante tu combate contra Erik él te contó algo que todavía no pareces haberte creído del todo ¿verdad? Respecto al caso Claire, digo… - Respecto al caso Cl… ¡Un momento! ¿¡Entonces era verdad!? Las palabras de su amigo, que como la misma Rose decía aún se negaba a creer, resonaron en su cabeza con una fuerza inusitada. “La mismísima Rose me confirmó que esta misión proviene de la mismísima iglesia” - Pero eso quiere decir que… ¿La hermandad no tiene nada en su contra? La Morris torció el gesto y se llevó la mano al entrecejo. - Eso, Luis – suspiró – es demasiado difícil de explicar. - Pero… los mails… las órdenes de busca y captura… las proposiciones de colaboración a clanes localizados… ¡Todo eso viene de la hermandad! - Lo enviamos nosotros, sí. - ¡Pero colaboráis con ella! - En determinadas situaciones, sí. - Como hoy ¿verdad? Las miradas de las tres mujeres se centraron en él. - ¿Cómo lo…? – preguntó Stella, atónita. - No lo sabía, lo suponía – se explicó, mientras rememoraba las sospechas que manifestó a la joven – algo me decía que era muy raro que acudiera ella sola a aquella batalla sin ningún objetivo concreto ¿¡De qué se trataba!? Rose dudó. Luis estaba preguntando demasiado, y no estaba segura de deber resolver sus dudas. - ¡Yo creía que esta era una misión de la hermandad, y que aunque no lo fuera al menos obedecíamos a tus dictados, Rose! ¡Pero ahora resulta que colaboráis con la misma criminal a la que habéis encomendado a Erik que capture! ¿¡A quien demonios estamos sirviendo!? ¿¡Quién es nuestro jefe!? - Luis, tranquilízate… - ¡¡¡No me da la gana!!! – exclamó, levantándose de la silla. La líder se volvió a recostar en su asiento y miró al español con interés, sin abandonar su semblante serio. - La misión de Claire allí – se decidió a explicar – era la de destruir un cuadro de Viktor Brauner, el mismo que pudieron ver Stella, François y Elisabeth la otra noche: Un cuadro con el poder de destruir todo París. - ¿Un cuadro con el poder de…? - ¿Recuerdas algún lienzo o elemento especialmente grande en el Louvre, Luis? – le preguntó Loretta con una severidad impropia en ella. El muchacho se llevó la mano a la barbilla y pensó por unos instantes hasta que cayó en la cuenta. - Sí… ¡Sí! ¡En el lugar donde estaba el súcubo! - En efecto – confirmó Stella – Sabíamos que el cuadro estaría ahí y que seguramente Brauner aprovecharía el caos creado por las criaturas de la exposición para esconderse y poder terminarlo sin interrupciones. Enviamos a Claire para que lo destruyera, pero mira tú por donde vuestra presencia y la de Simon en la exposición nos dio una ventaja extra, y es que Brauner no había tenido ocasión de esconderlo. - Pero ¿Por qué ella? – se volteó para mirar a las ancianas – ustedes tienen un poder mágico demencial, podrían haberlo hecho solas. - Aprendimos muchas cosas de Brauner en nuestro engaño – respondió la menor de las Lecarde con una humilde sonrisa – pero me temo que a tanto no llegamos. - Para que alguien como nosotros pueda destruir una de sus obras – intervino Rose – es necesario introducirse en el mundo creado en el interior del cuadro y acabar con él desde dentro, es la única forma… pero Claire tiene ciertas… “capacidades” que le permiten hacerlo desde el exterior. - Seguramente la cosa se hubiera quedado ahí, ya que su misión era única y exclusivamente destruir el lienzo, pero… - comentó Loretta. - …se encontró con nosotros – completó el español. - Y es gracias a que lo presenció todo, participó en la batalla y salió exhausta de allí a lo que pudimos averiguar, extrayéndolo de su mente, lo que había ocurrido en el interior – explicó Stella. - Ya veo… Cuantas más preguntas le eran respondidas, mayores eran las dudas que acuciaban la mente del cazador ¿Ahora de repente la hermandad estaba a favor de Claire o qué demonios pasaba? ¿Era ella realmente una enemiga? Había medio matado a Erik… ¿Por aquello? - ¿A quien se supone que debo creer? – preguntó en voz alta, más a sí mismo que sus interlocutoras - ¿Quién es mi jefe? ¿Qué órdenes debo acatar? - Las que tú consideres oportunas, Luis – respondió escuetamente Rose. - ¿Cómo? - Mira… - hizo amago de llevarse la mano al entrecejo, como si ajustara unas gafas invisibles – Mi filosofía en todo esto ha sido siempre que, si no están haciendo un daño directo a la hermandad, sus miembros pueden hacer lo que quieran ¿O crees que de no ser así Erik iba a seguir campando por esos mundos? Él se pasa los estamentos por, hablando en bronce, el forro de los cojones, y obedece las órdenes si considera que éstas son justas ¿Por qué crees que encargué el caso Claire, de todos los posibles candidatos, a él y no por ejemplo a ti o a cualquier otro cazador? Porque sé que es el único que va a cuestionarlo y plantearse si merece la pena o no. - O sea… que ni siquiera tú estás segura de la legalidad de ese caso ¿no es así? La líder asintió. - Sí – admitió – por eso necesito a alguien que no sea fácil de controlar por la iglesia, y tú, Luis, casi acabas con él. - Lo sé – asintió con tristeza – y es precisamente otro de los motivos que me traen por aquí… quiero saber qué es lo que me espera. Rose arqueó una ceja. - ¿Lo que te espera? - He hecho peligrar la vida de uno de mis subordinados, que además es mi hermanastro. Conozco el reglamento y sé que está prohibido y penado, de modo que… quiero saber la pena que me vas a imponer. La Morris bufó y se echó todavía más sobre el respaldo de su asiento. - La pena… ya veo – sonrió irónicamente – ¡sólo tú podrías ser capaz de solicitármela! - ¡No te burles! – exclamó el muchacho – hice algo muy grave y no sé cómo expiarlo ¡y no es sólo por haber inflingido las normas! La mujer ahogó una carcajada. - Ahí viene lo cómico, Luis, que no es por infringir las normas pero me pides que te amoneste según el reglamento de la hermandad, pero honestamente debo reconocer que en el mismo acto llevaste a cabo un cumplimiento y una infracción, así que, técnicamente, se anula lo uno con lo otro. - Pero… ¿¡Estás de guasa!? – estuvo a punto de levantarse de nuevo, pero se contuvo - ¡Luchamos a muerte! ¡Puse todo mi corazón en derrotarlo! ¡Cometí imprudencias que me llevaron a dejarlo frito a base de descargas! ¡No puede ser que no se me vaya a penalizar por algo así! - Y llevas razón – convino ella – Sobre el papel has cometido un delito terrible, pero también es verdad que, bueno… también sobre el papel, esa batalla ha sido un acto de lealtad casi digno de mención honorífica. - ¡Ja! ¡Ridículo! – exclamó el español en voz baja. - ¿A que sí? Pero así son las cosas, no obstante… - sonriendo y alzando las cejas, Rose se volvió a inclinar sobre el escritorio, cruzando ambas manos sobre él y clavando sus ojos en los de Luis – no pienso dejar que te vayas de rositas. Tengo un castigo que, sabiendo cómo eres, será perfecto para ti. - Y… ¿de qué se trata? – se interesó él, tragando saliva. - Te voy a dar una información – contestó ella casi al instante – dicho así te parecerá una gilipollez pero se trata ni más ni menos que información clasificada a la que vosotros no deberíais tener acceso bajo ningún concepto pero que, sin embargo, es de vital importancia para que podáis llevar a cabo vuestra misión con éxito. Ahora bien – su mirada ganó severidad – Tú serás el único que tendrá conocimiento de ella. Ni Simon, ni Erik, ni ninguna otra persona por mucha confianza que te merezca debe acceder a la más mínima palabra; de fallar en ello serías degradado al nivel de aprendiz, despojado de todos tus honores y privilegios, anuladas tus opciones de acceso a la ICPO y rebajado a agente de tráfico en la Policía Nacional Española y para terminar, serías apartado de las dos misiones en las que ahora mismo te hallas inmerso en la hermandad, aunque ello signifique arriesgar la vida de tu hermana y dejar a Kasa dando tumbos en el mundo. Aún sabiendo esto ¿Aceptas tu castigo? - Por supuesto – aceptó él sin dudarlo un instante. - ¿Revelarás la información por muy grave, vital o escandalosa que resulte? - No - Bien, pues entonces ve abriendo los oídos, Luis Rafael Fernández Fernández. Mientras tanto, en casa de los Lecarde, Erik reposaba tranquilamente en la cama, con los ojos moviéndose a velocidad de vértigo mientras trataba de entender algo, línea por línea, del libro que había sustraído de la biblioteca días atrás; estaba tan absorto en su tarea que ni siquiera había caído en la cuenta del tiempo transcurrido, por lo que se llevó una buena sorpresa al ver a Simon aparecer por el umbral de la habitación. - Ey, la cena estará lista dentro de poco ¿tienes hambre? – le preguntó el chico desde la puerta. - ¿Eh? Ah, sí, sí, claro… la verdad es que tengo un poco de – sin darle tiempo a continuar, su estómago emitió un tremendo rugido. - Vale, ya veo que sí – rió Simon – Te traeré la cena en un bocata, que llena más. - ¿Qué ha preparado Elisabeth? – preguntó con curiosidad. - ¿Tan hecho polvo estás que ni siquiera lo hueles? Son salchichas frescas al vino, de pollo. - ¡Bien! Iré yo mismo a prepararme el bocadillo – Dejó el mamotreto en la cama y se dispuso a bajar de ella, pero bastó con girar el torso para que un terrible dolor interno le hiciera abandonar la idea. - Todavía no estás en condiciones de moverte ¿Ya no te acuerdas de lo que te dijo Loretta? – lo riñó el menor – Quedaste frito por dentro, así que todavía necesitarás otro día más para estar listo. - ¡Mierda! – protestó el pelirrojo mientras su hermano desaparecía de nuevo hacia el interior del salón. Se quedó de nuevo en silencio, sólo, y sin el libro en la mano – ahora que lo había soltado le daba pereza volver a abrirlo – sus pensamientos y preocupaciones volvieron a asaltarlo. ¿Qué habría sido de Claire tras la noche anterior? ¿Se habría recuperado de sus heridas? ¿Y a donde demonios había ido Luis? Le oyó mascullar algo de Rose antes de marcharse, pero él estaba demasiado centrado en tratar de descifrar aquel libro. Aquel libro… Miró con odio las tapas del volumen, que cada vez le daba menos sensación de ser realmente útil ¿Y si al final aquello no le conducía a nada? Él estaba dejándose los ojos en sus páginas mientras los 6 niños se hallaban aún cautivos a saber donde, y sufriendo Dios sabe qué. Era frustrante, y le hacía sentirse como un inútil. Pero ¿Y si lo dejaba? ¿Y si abandonaba aquella tarea y luego resultaba que era vital? El dichoso escudo de la portada, idéntico al de la solapa de la chaqueta de aquel vampiro, establecía una relación demasiado obvia pero ¿en qué sentido? Lo volvió a coger, abriéndolo sólo por mirarlo, y comenzó a pasar sus hojas con rapidez sin tener ni idea de qué buscar exactamente, sólo veía caracteres indescifrables, uno tras otro, y textos sin una estructura mínimamente lógica. - Dios… ¿No te piensas separar de ese tocho ni por un segundo? La voz que lo sacó de su enojado ensimismamiento era la de Simon, que había regresado a la habitación con dos bocadillos, cada uno en una bandeja. - ¿Eh? No, no… yo sólo estaba… - “…pasando el rato” – completó el chico, imitando su voz – creo que picártela con dos piedras sería más entretenido – le tendió una de las dos bandejas, la cual contenía más de media baguette convenientemente rellena de salchichas bien calentitas, con el pan borracho en salsa. Como activado por un resorte, el pelirrojo dejó en la cama el libro y agarró con ansia la bandeja, dando un buen mordisco a su cena, tras lo que cayó en la cuenta de algo. - Pero… oye – articuló tras tragar – si se supone que he quedado medio frito por dentro ¿En teoría no debería tomar sólo líquidos? - Según dijeron las Lecarde puedes comer con normalidad, así que tú muerde sin miedo – respondió Simon antes de atacar su otro bocata. Pasaron un rato devorando en silencio, sin más ruido que el de sus propios bocados, hasta que el hermano mayor se detuvo de repente. - ¡Qué! ¿No me digas que ya estás lleno? - No, sólo me preguntaba… - miró de soslayo al muchacho – Simon ¿Le guardas algún rencor a Luis? El aludido alzó una ceja. - ¿Por lo de anoche, quieres decir? - Sí… - ¿Se lo guardas tú? Erik negó enérgicamente con la cabeza. - ¡Ni de coña! Aparte de ser un combate de la hostia lo único que hizo fue luchar por la misma razón que yo, pero con ideas opuestas. El menor sonrió. - Yo tampoco, no tengo razones para… quiero decir, al final sobreviviste ¿no? La única sensación que me ha quedado es la clara impresión de que sois los dos realmente gilipollas. El pelirrojo emitió una carcajada que tuvo que ahogar de puro dolor. - Por este tipo de cosas casi prefiero que seas como eres – dio otro mordisco a su bocadillo, masticándolo con rapidez y tragando instantáneamente – Esto es lo que tiene habiendo sido criado para el combate. - Eso no me vale como excusa – replicó – tiene que haber alguna razón para que hayas querido llegar tan lejos. Erik sonrió y miró por un momento a la ventana, más allá de su hermano. - Creéme… la hay. - ¿Y cual es, si puede saberse? - ¡A ti te lo voy a decir! – contestó sin dejar de sonreír, volviendo a atacar su cena. Tras esto volvieron a quedarse en silencio, cada bocado parecía devolver un poco más las fuerzas al pelirrojo y al mismo tiempo darle aún más sueño, como si le recordara que una persona normal debía comer y dormir para no forzarse hasta su límite. Pasó otro buen rato antes de que alguien más irrumpiera en la habitación. - ¿Está bueno, chicos? Los hermanos dejaron de comer y alzaron la vista, en el umbral de la puerta se hallaba Elise, apoyada en el quicio y mirándolos sonriente. - ¡Delicioso! – respondió Erik – si no fuera porque os dejo sin cena te juro que repetiría. - Por eso y porque tampoco debes forzarte demasiado – contestó la muchacha – come lo justo y duerme, si no puede que tu recuperación se alargue un día más. - René está muy tranquilo ¿no? – preguntó el menor después de tragar – No lo oigo desde hace un par de horas. - ¡Oh! Ya se durmió – la sonrisa de Elisabeth se enterneció – Hoy le ha dado Fran la cena ¡Es muy paciente cuado quiere! - ¡Vaya! Llevo todo el día de acá para allá así que no me di ni cuenta… Súbitamente, la Kischine se adentró un poco más y cerró la puerta, apoyándose sobre ella y mirándolos inquisitivamente. - Decidme la verdad: Esas heridas no os la hicieron las criaturas del Louvre ¿verdad? La pregunta los cogió por sorpresa a ambos, Simon dejó lo que quedaba de su cena en la bandeja y Erik se atragantó. - A juzgar por vuestra reacción… diría que no me equivoco El menor no respondió, y el mayor continuó golpeándose en el pecho hasta tragar y poder responder. - No… no te equivocas… en parte, claro – replicó finalmente – Simon y las Lecarde os han mentido, hubo una batalla más tras derrotar a la Reina Alraune, pero él – señaló a su hermano con la cabeza – no recibió ni una sola herida. - Y… ¿qué ocurrió? - Fue una batalla entre cazadores: Luis contra mí. - Dios… - la mujer agachó la cabeza y negó lentamente con ella, después volvió a mirarlos – sabía que esas quemaduras no podían ser para nada normales, pero no se me pasó por la cabeza que fueran eléctricas ¡Por no mencionar las heridas y golpes que tenía él! ¿¡Qué pasó para que os dejarais el uno al otro en un estado TAN lamentable!? - ¡Ah! – el pelirrojo alzó la mano, haciéndole señal de “alto” – Eso sí que me lo reservo. - Como quieras – suspiró ella – sólo queríamos saber qué os había dejado así, y ya veo que fuisteis vosotros mismos ¡Dios, ya hay que ser imbécil! ¡Y anda que nos decís algo, que se supone que ya hay confianza! - Bueno… la idea era no alarmar a nadie – se excusó el menor – supongo que François no es de los que se van de la lengua, así que… - miró a su hermano antes de continuar. - Sí – asintió Erik – se lo puedes contar sin miedo, pero ya sabes, mantenedlo en secreto ¿ok? - Está bien – suspiró ella de nuevo antes de darse la vuelta – por cierto… Fue por Claire, ¿verdad? - El mayor, que ya estaba comiendo de nuevo, se atragantó de tal forma que Simon tuvo que saltar alarmado para ayudarle - ¡Vale! – rió – ya le pediré el resto de la información más tarde a Loretta… ¡Hala, buen provecho! - La… ¡la puta que la parió! – exclamó el pelirrojo, entre divertido y enfadado, una vez hubo recuperado el aliento. - No se le escapa una ¿eh? – Comentó Simon - ¿Cómo habrá adivinado que ella tenía algo que ver? - Pues supongo que porque – se golpeó con fuerza en el pecho hasta dejar escapar un eructo mal disimulado, y no por falta de intención – fue ella quien me alentó a reencontrarme con Claire para decidir si ayudarla o no y supondrá… - soltó otro regüeldo, que ésta vez sí pasó desapercibido - …que es justo lo único que podría hacer que Luis y yo nos peleáramos. - Ya… - Dio un pequeño mordisco al bocadillo, mascó un poco y después se lo pasó a un carrillo, para poder hablar en condiciones – Me pregunto… qué pasará ahora que sabéis que vuestros intereses son tan opuestos… De vuelta a la mansión Lecarde, Luis había quedado atónito y mortalmente pálido tras recibir la información otorgada por Rose, ésta lo miraba con una seriedad extrema y las hermanas, aunque relajadas, estaban en guardia, esperando cualquier reacción del Fernández. - P-pero… todo eso… todo eso… ¿Es cierto? – preguntó con un hilo de voz. - En efecto – respondió la líder. - P-pero eso es… ¿¡tienes idea de la importancia de TODO lo que me acabas de contar!? - Ni te imaginas hasta qué punto… - ¡Podría cambiar muchas cosas! Podría… ¡Dejaríamos de dar palos de ciego! - No los estáis dando. Ya te he explicado eso, Luis. - ¡Llegamos a un lugar y tenemos que esperar a que ocurra algo! ¡¡¡No me digas que eso no es dar palos de ciego!!! - No lo es. Si por vosotros fuera a saber donde andaríais… - Y… y lo otro… - apretó los puños, una ola de rabia lo invadió - ¿Te das cuenta de cómo me hace sentir? ¿De cómo se sentirían Simon y Erik si se enteraran? - Exactamente como me sentiría yo, Luis: Utilizada. - Y si lo sabes ¿¡Por qué me lo cuentas!? ¿¡No te das cuenta de que podría rebelarme!? Rose sonrió. - En otras circunstancias tal vez, pero con todo lo que te he explicado debes haberte dado cuenta de que es lo mejor para seguir la pista de Alicia. - ¡NI TÚ ESTÁS SEGURA DE ESO! – gritó, golpeando la mesa con ambos puños - ¡LLEVAMOS UNA SEMANA AQUÍ Y ESTAMOS COMO CUANDO LLEGAMOS! ¡¡¡NO HEMOS HECHO MÁS QUE COMBATIR!!! - Debes ser el único que espera resultados inmediatos de esto entonces, Luis. No digo que vayáis a encontrar un indicio nada más pisar cada lugar, pero si estamos en lo cierto puedo asegurarte que cada vez os acercaréis más. - ¡Ja! – su voz se tiño con un tinte de desprecio – Si esto viene del servicio de inteligencia de la hermandad entonces nos alejaremos cada vez más. - Te aseguro que no tiene nada que ver con esa panda de chapuzas, esto lo lleva gente más competente. - Ah ¿sí? ¿Y quienes son? ¿¡Quiénes están metidos en esto!? - Me temo que tanto no te puedo decir, Luis. El español agachó la cabeza con seriedad, pensando; toda la información que acababa de recibir era demasiado fuerte, demasiado importante y demasiado increíble, pero sin embargo era real. Todo aquello suponía… demasiado ¿Cómo diantres iba a callarse algo así? ¿Cómo iba a ocultárselo a sus compañeros de misión? Apretó dientes y puños, era una carga demasiado pesada, una responsabilidad demasiado grande, y ahora… ahora no sabía a quien creer. Sólo le quedaba una cosa por hacer, y aquel era la única ocasión que tendría en mucho tiempo. - Rose - ¿Sí? - Quiero protestar por el castigo que me has impuesto – la miró a los ojos – es demasiado desproporcionado. La mujer apoyó el mentón sobre el dorso de su mano izquierda y lo miró con una enigmática sonrisa. - El castigo ya ha sido aplicado y lo he hecho según tu deseo de ser proporcional a la falta cometida ¿acaso quieres apelar, Luis Fernández? - No – su mirada se volvió dura – sé que es imposible apelar un castigo ya impuesto, pero deseo una compensación. - Ah ¿sí? – la sonrisa de la líder creció - ¿Y qué deseas? - Información - ¿Más? - Sí - ¿Y sobre qué? Luis se reclinó sobre su asiento, apoyando las manos cruzadas sobre la mesa. Sus palabras fueron simples y directas. - Quiero que envíes a mi correo electrónico hasta la última gota de información sobre el Caso Claire a la que la iglesia te permita acceder. Esta vez sí, los ojos de Rose se abrieron de par en par, al tiempo que las hermanas Lecarde parecieron tener algo que decir, siendo convenientemente detenidas por la líder, que ante todo deseaba satisfacer su curiosidad. - Y… ¿Qué es lo que pretendes con eso? – preguntó - ¿Qué te traes entre manos exactamente? - Sólo quiero saber. - No – contestó ella con dureza – Nadie busca solamente “saber”. Me estás solicitando algo que ni Erik, que es el encargado del caso, se ha atrevido a pedir. - Es que yo no te lo pido, Rose: Te lo estoy exigiendo. La mujer sonrió con una mezcla de incredulidad y sarcasmo. - ¿Me estás exigiendo a MÍ? ¿A la líder de la hermandad? - Después de todo lo que me has contado… creo que a eso al menos tengo derecho ¿no crees? - Está bien ¿Y para qué quieres esa información? Créeme, te conviene ser sincero conmigo. - De acuerdo… - el español bufó y después tamborileó levemente sobre la mesa – Quiero saber en qué has metido exactamente a Erik. - ¿Cómo? - ¿Por qué se la persigue exactamente? ¿Qué cuerpos están detrás de ella? ¿Qué países ha visitado? ¿Quiénes son sus víctimas y qué cargos ocupaban? Y lo más importante ¿Es inocente o culpable? - Eso último te puedo asegurar que no estará entre los datos. - No, pero es algo que pienso deducir. - Puede que te equivoques – insistió ella. - Oye, – la mirada de Luis adquirió una dureza y frialdad extremas – Has puesto a Erik al frente de una misión en la que, ya de primeras, a buen seguro se las tendrá que ver con la iglesia tarde o temprano, y es algo a lo que ni de coña quiero que se enfrente sólo. Leeré, analizaré y juzgaré, y entonces decidiré si se repite el incidente de anoche o, por el contrario, sigo el camino que ha tomado mi compañero. Rose agachó la cabeza, parecía dudar muy seriamente. - ¿Qué harás si me niego? - La buscaré por mi cuenta. - ¿Tan dispuesto estás a rebelarte? - ¿Me queda otra opción? A estas alturas de la película no tengo nada claro de quién debo fiarme. Lo único que me queda es mi propio instinto, y pienso seguirlo. La Morris quedó en silencio de nuevo, miró a su izquierda y se movió un poco, encendiendo así una tenue luz que iluminó su rostro y que él identificó como un monitor de PC. - Eres el último al que esperaba ver llegando a estos extremos – comentó finalmente tras unos minutos en silencio – pero supongo que, tras haber descubierto algunas verdades, querrás conocerlas todas, de modo que no me dejas más remedio… - volvió a mirarlo – me pondré en contacto con los archivos de la iglesia y veré cuanta información del expediente Simons pueden enviarme, pero te lo advierto: No prometo nada. - Bien… - Luis se levantó, señalando así su conformidad con la resolución de Rose así como el fin de la entrevista – créeme que con eso me conformo… Supongo que ya no tienes ningún secreto más que contarme, así que me vuelvo al piso. Tengo hambre… Dichas estas palabras se despidió de la mujer, de las dos ancianas y se volteó para dirigirse hacia la puerta. Cuando ya la había abierto y se disponía a salir de la estancia la voz de la líder lo detuvo. - Luis. - ¿Sí? - Supongo que ahora comprendes un poco mejor a Erik ¿me equivoco? Sin mediar palabra, cerró la puerta tras de sí y se marchó, no deteniendo su marcha hasta haber recorrido la mitad del camino de vuelta, punto en el que se detuvo en uno de los puentes del río Sena y miró ensimismado al oscuro cielo nocturno de París. - No, Rose… - dijo para sí mismo, con la vista clavada en el vacío – me temo que no te equivocas… -------------------------- ¡y otro más! Sí, he ido rápido esta vez, pero entre las pseudovacaciones que nos han dado y la enorme cantidad de tiempo libre que tengo sin internet pues... en algo me tendré que entretener xd (PC FUTBOL aparte, claro, ya hablaré sobre eso porque lo estoy redescubriendo y vaya vicio, coño ^^U) El 84 lo tendré terminado pronto a este paso (mañana lo empezaré) así que tal vez no tardeis mucho en tener otro capítulo. Ale, a disfrutar Publicado: 20:39 24/12/2009 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
¡Vuelvo después de dos meses!
------------------------------- Unfair Judgment - ¡No puedes estar hablando en serio! - Créeme Luis, nunca he hablado tan en serio. Los dos cazadores permanecían frente a frente, el uno contra el otro con las espadas desenvainadas, situada Claire tras la espalda de Erik sin saber exactamente qué hacer o cómo reaccionar, cogida de sorpresa ante el hecho de ver a Erik enfrentarse al que presumiblemente era su mejor amigo… por ella. Por su parte Simon estaba atónito, pero expectante para saber si la cosa llegaría a más antes de verse obligado a meterse en medio o no, aunque en su estado él mismo sabía que poca cosa podía llegar a hacer. - Repite eso – lo instó el español, incapaz de creer lo que estaba pasando - ¡Dí que no piensas permitir que la capture! - No voy a repetirlo – replicó Erik con total serenidad – lo has oído perfectamente y sé que no necesitas que te aclaren las cosas: No permitiré que nadie la toque mientras yo esté delante. - ¿¡Pero estás loco!? ¡Tu misión es justo lo contrario! ¿¡Qué razones tienes para eso si puede saberse!? - Razones de peso, te lo aseguro, pero me temo que no puedo hablarte de ellas, no al menos mientras estés tan alterado. No era una observación hecha a la ligera, la rebeldía de Erik había puesto realmente nervioso a Luis, que sin darse cuenta había tensado al máximo los músculos de sus curtidos brazos, que a causa de ello ahora parecían haber doblado su volumen. - O sea, que no tienes ninguna… - con un súbito chispazo la Yasutsuna del Fernández se cargó de electricidad - ¡¡Aparta!! Embistió con violencia a su compañero, lanzando un tajo con el que, esperaba, se moviera para esquivarlo; realmente no era otra su intención, pero la reacción del pelirrojo lo pilló por sorpresa, incendiando la hoja de su Salamander y recibiendo el golpe con ella sin moverse del sitio. - Por… por supuesto que tengo razones – respondió Erik mientras trataba de empujarlo con su arma – Pero sé que en este estado… - finalmente reunió fuerzas, y lo repelió de sólo golpe - ¡No me vas a escuchar! Llamas y relámpagos inundaron por un instante el espacio entre los dos guerreros, cuyas auras se intensificaban cada vez más. - ¡Prueba a ver! – lo desafió Luis - ¡Argumenta! ¡Dime por qué razón debo dejar escapar – señaló a Claire, cuya cabeza asomaba tras el hombro de Erik – a una asesina que ha acabado con la vida de más de diez hombres! - ¡Pues porque no lo ha hecho, joder! ¡ES INOCENTE! Aquellas palabras provocaron diversas reacciones en los presentes, por un lado las manos de Luis se aflojaron momentáneamente sobre la empuñadura de la katana, mientras Claire daba un respingo y, atónita, miraba al Belmont con la boca abierta. Nadie, nunca, jamás, había dicho aquello sobre ella con tanta convicción. - E… Erik… ¿Lo dices… en serio…? - Completamente Luis, que todavía tardó un poco en reaccionar, afianzó su posición. - ¿Pruebas? - Algunas averiguaciones - ¿Demostrables? ¿Plausibles? - Puede - ¿”Puede”? Erik bufó, sabía perfectamente cual era la reacción que iba a provocar en su colega las siguientes palabras. - Tengo algún testimonio y análisis del escaso material que Rose me proporcionó de las víctimas. - O sea: No tienes nada. El pelirrojo calló ante esto, tratando de buscar una respuesta que no alterase aún más a Luis. Pero el silencio actuó peor que cualquier palabra. - Entonces no hagas afirmaciones – alzó la Yasutsuna, cuya carga de energía era todavía mayor - ¡…ASÍ COMO ASÍ! Con violencia, dio un tajo descendente en el aire descargando en el movimiento una onda de energía electrificada, sabiendo lo potencialmente peligrosas que eran estas técnicas en manos de su compañero empujó a Claire fuera del que supuso que sería el radio de acción del ataque y se dispuso a batearlo con su propia Salamander, adecuadamente envuelta en llamas, resultando un choque de energías que le hizo retroceder un par de pasos y por poco caer de rodillas. - ¡¡¡Erik!!! La joven inglesa y Simon se lanzaron inmediatamente en su ayuda, pero éste alzó el brazo, deteniéndolos, y les lanzó una mirada cuyo significado estaba claro: “¡No os metais!” - Por lo menos… - articuló mientras se estabilizaba – por lo menos tengo más que tú. - ¿¡Cómo!? - Dime, Luis – clavó sus ojos en los del Fernández, con una mirada tan penetrante que parecía poder llegar hasta su mismísima alma - ¿Qué pruebas tienes tú de que Claire sea una asesina? ¿Qué indagaciones has realizado? ¡Contéstame! - Se… ¿¡Se supone que debemos tenerlas!? ¡Somos cazadores! ¡Nosotros sólo debemos recibir órdenes y acatarlas! ¡Ellos ya se encargan de las investigaciones por nosotros! - ¡¡Exacto!! ¡A saber a cuantos inocentes habremos llevado ya a juicio! ¡Somos lacayos que debemos acatar ordenes sin cuestionarnos si están bien o están mal, dependiendo de los patéticos investigadores de la hermandad o peor, de la propia iglesia! Luis no contestaba, era más que consciente del desdén por las órdenes de Erik pero nunca le había visto manifestarlo tan abiertamente. - ¡¡Te recuerdo que si por la iglesia fuera, Luis, tú y yo ya estaríamos muertos!! - ¡CÁLLATE! ¡No cambies de tema! ¡Este es el caso Claire Simons, la Iglesia no tiene nada que ver! - ¡¡¡PREGÚNTALE A ROSE SOBRE LA IMPLICACIÓN DE LA IGLESIA EN ESTO, LUIS!!! El grito de Erik fue tan furioso y contundente que incluso el español sintió una punzada de miedo recorriendo su espinazo. Hacía ya tiempo que no veía a su compañero así, poco más de dos años. - Que… ¿Que le pregunte a Rose, dices? – alcanzó a articular cuando al fin recuperó la compostura - ¿A qué viene…? - La mismísima Rose Morris – lo interrumpió el Belmont, hablando entre dientes con una más que evidente ira contenida – me confirmó que esta misión proviene de la mismísima iglesia. - ¡No puedes estar hablando en serio! - ¡Lo hago! ¡La hermandad no es más que una simple intermediaria! Aturdido por la nueva información, el español relajó por completo sus músculos y agachó la cabeza tratando de, al parecer, asimilar el golpe. Parecía dudar. - En las reuniones del templo se ha hablado más de una vez – continuó – de independencia, de desapego, pero ya lo ves… ¡La hermandad de la luz sigue siendo otro de los brazos ejecutores de la Iglesia! - ¡¡CALLA!! – Luis alzó la vista de nuevo, hablaba con renovada convicción, pero sus ojos parecían manifestar algo completamente diferente - ¡No importa si vienen de ellos, es la hermandad quien te ha escogido para ejecutar las órdenes! ¡Y si tú no las cumples lo haré yo! ¡Los Fernández les debemos demasiado! Erik torció el gesto, tarde o temprano esperaba esas palabras que venían a ser la negativa absoluta a la desobediencia. Le irritaba, pero sin embargo no era ninguna mentira. Tras la marcha de Juanjo del clan Belnades la iglesia puso cada vez más trabas a la formación de un nuevo clan, formado tras la escisión del principal. Los Fernández fueron considerados traidores y, como ocurría ahora con Claire, fueron incansablemente perseguidos por la Iglesia poniendo siempre como excusa la por entonces vigente normativa de la luz. Fue Marcus Belmont, su abuelo y líder por aquel entonces, quien puso fin a aquella locura cambiando las reglas y enfrentándose al Alto Tribunal Eclesiástico en pleno. Irónicamente, Luis existía gracias a una traición cuasi idéntica a la que ahora pretendía sofocar. - ¡Y vosotros también le debéis! – continuó, señalándolo con la punta de la Yasutsuna - ¡Si os habéis criado con nosotros es porque la hermandad forzó la situación, ya que la iglesia pretendía que crecierais solos! Estaba claro, el Fernández parecía cegado por su lealtad hacia la hermandad de la luz, y cada vez era más evidente que empezaba a verlo como un traidor. Pero no lo era ni mucho menos; en las palabras de Arikado, que sólo él conocía, estaba la clave. - Te escogió a ti porque eres el más libre y justo de la hermandad. - ¡Si insistes en protegerla, no me dejarás otro remedio que tratarte como un traidor, Erik! – concluyó, haciendo emerger su aura de color azul eléctrico. - Según ella misma me dijo… tu total independencia y despego por la hermandad, así como tu desdén por las normas y las órdenes, te permitirían tomar la decisión correcta. - Eres un jodido imbécil, Luis – respondió el pelirrojo – si me quisieras escuchar sabrías que eres tú quien está traicionando a Rose, y por tanto a la hermandad. - ¿¡Bromeas!? ¡No soy yo quien se ha dejado engatusar por una asesina y está dispuesto a defenderla frente a su propio hermanastro! Era inútil, Luis había rebasado el límite en el que todavía quedaba alguna posibilidad de convencerlo de su error. - La… ¿decisión correcta? ¿Quieres decir que…? - Tú no conoces la verdadera misión que se me ha encomendado, y por lo tanto no puedes entenderlo. - ¿Tu verdadera misión? - Sí… Cerró los ojos por un momento, rememorando aquella lluviosa tarde que precedió a su cita con Claire, a aquellas maravillosas horas que por fin le aclararon las ideas. Su verdadera misión, el verdadero deseo de la líder de la Hermandad, el verdadero deseo de Rose Morris. Aquellas palabras transmitidas por Arikado. - ¿¡Y cual se supone que es tu verdadera misión!? ¿¡EH!? Alzó de nuevo los párpados, incendiando a la vez su aura escarlata, que crepitó brillante y poderosa, en total oposición a la de su amigo y, ahora, rival. - Rose ha dejado en tus manos el destino de esa chiquilla. - Mi verdadera misión es… - Salamander en mano se abalanzó sobre él, al tiempo que el español hacía lo propio - ¡¡¡HACER JUSTICIA!!! Se encontraron justo en el centro del espacio entre ambos, donde sus armas chocaron con una fuerza inusitada, desprendiendo chispas y provocando el impacto una pequeña onda expansiva que logró empujar un par de metros al todavía débil Simon, no así a una atónita Claire, que no podía creer lo que estaba presenciando. La misma onda expansiva los desequilibró lo suficiente como para separarlos justo antes de volver de nuevo a la carga, lanzando Luis un tajo vertical que el pelirrojo evitó desplazándose lateralmente y contraatacando con otro horizontal, pero antes de lograr completarlo recibió en la cara un potente golpe del español propinado con el dorso de su mano desnuda; fue sorpresivo, pero insuficiente para tumbarlo y evitar que contestara con una patada al costado con el que lo separó poco más de un metro, no logrando sin embargo que levantara los pies del suelo. No era suficiente. La verdadera intención de Erik al embestir a Luis no era otra que alejar el combate todo lo posible de la posición de su hermano, debilitado por la pérdida de energía y el combate contra la Reina Alraune, y de la muchacha, claro objetivo del Fernández. Buscando distanciarse un poco más buscó un hueco y lanzó un palmetazo que no logró llegar a su destino, puesto que silenciosamente el español había levantado una barrera electromagnética que lo detuvo en seco, dándole así la oportunidad de responder con un sonoro cabezazo y una patada en el plexo solar que mandó a Erik unos pasos atrás, luchando por no desequilibrarse y caer al suelo. Todo esto no se le escapó a la joven inglesa que, con preocupación, rememoró sus pasados encuentros con el Belmont. - Erik… Erik no es tan débil – articuló. Simon, que se había posicionado a su lado, la interrogó con la mirada. - Esos golpes no son tan fuertes como para tumbarlo – se explicó – ya me he enfrentado a él y sé que no debería moverse ni un centímetro. Algo no va bien… Ajenos a estas palabras los cazadores continuaban su enfrentamiento, el Belmont había logrado evitar dos tajos diagonales consecutivos y girado alrededor de Luis para impactarle con un codazo entre los omoplatos, éste contraatacó girando a su vez y sujetándolo por el cuello para, con fuerza, tratar de tumbarlo en un solo movimiento, pero Erik hizo lo propio y además relajó rodillas e ingles para evitar que la rigidez de su postura lo hiciera dar con sus huesos en el suelo, doblándose para amoldarse al empujón y aprovechándolo para, desde su propio agarre, tratar de tumbar a Luis, que tomó exactamente la misma medida que él. - So gilipollas – articuló éste - ¿Quién te enseñó esa forma de responder a esta presa, eh? - No lo recuerdo – replicó el pelirrojo – creo que fue – lo empujó y soltó para alejarlo de él - ¡un tipo con personalidad! Apenas se equilibró tras el empujón – no demasiado fuerte – de Erik el español lanzó una descarga con su Agnea, que el Belmont detuvo improvisando una barrera con la invocación in situ de una llama; al disiparse ésta Luis observó sorprendido que el Belmont había guardado su espada. - ¿Por qué envainas? ¿Te rindes? - No – contestó Erik adoptando una pose de combate estándar – es sólo que apenas las estamos usando, por lo que sólo disponemos de una mano útil… ¿No crees que es un desperdicio? El español sonrió, lanzó su katana al aire y cargó en sus manos una gran cantidad de energía eléctrica. - ¡¡¡POR SUPUESTO!!! Mientras la Yasutsuna caía y se envainaba en la espada del Fernández, éste lanzaba una poderosa esfera de energía eléctrica concentrada; aparentemente esperaba que Erik no pudiera defenderse de ella, ya que no pudo ocultar su sorpresa al contemplar que éste la disipaba concentrándosela máximo y lanzando un grito con el que la barrió, acto seguido y aprovechando que su rival había bajado la guardia se abalanzó sobre él y conectó un fuerte puñetazo en el abdomen seguido de otro con el brazo opuesto y finalmente una patada con la que lo mandó a volar apenas dos metros, sin embargo y pese a su sorpresa Luis se levantó sin que aparentemente los impactos le hubieran afectado lo más mínimo. - Desde luego… parece que la sensatez hoy no está definitivamente contigo – se burló mientras se sacudía el polvo de los pantalones. - ¿Qué? - Ya de por sí es una locura que quieras enfrentarte a mí, nunca has logrado derrotarme… pero hoy, en tu estado… - forzó una carcajada – habrías hecho bien en apartarte cuando te lo dije. - ¡No me vengas ahora con faroles! – contestó el pelirrojo - ¡Te he golpeado con todas mis fuerzas! - Sí, con todas las fuerzas… que te quedan. Me niego a creer que no te hayas dado cuenta de tu estado actual. Erik apretó los dientes. Lo había calado. - Tu fuerte nunca ha sido la magia, tu propio poder mágico es ridículo en cantidad, y sin embargo a pesar de ello te empeñaste en aprender el conjuro de fuego más poderoso que existe: el Séptimo Círculo infernal. Todos guardaron silencio, incluida Claire, en cuyo rostro podía palparse la preocupación. - Todos conocemos los riesgos de utilizar un conjuro cuyo poder requerido supera el que poseemos ¿verdad? - Sí… - admitió Erik – cuando no se puede aportar más magia, el conjuro toma el poder restante de otra fuente… - Energía vital y energía espiritual… te expones a perder cualquiera de las dos al azar – completó el español – has podido utilizar tu fuego, así que… - Así es, he ejecutado el Séptimo Círculo entregando parte de mi energía vital. Luis frunció el ceño, Simon sintió una gota de sudor frío recorriendo su frente y Claire, en su sorpresa, vio al fin resueltas sus dudas ¡Así que por eso Erik parecía estar tan débil! Incapaz de contenerse, dio algunos pasos hacia él mientras le hablaba. - ¡¡¡IMBÉCIL!!! – gritó - ¡No se puede hacer algo así cuando sabes que te juegas la vida! ¡Los nueve círculos infernales requieren demasiada magia! ¿¡Por qué has…!? - ¡No te acerques más! – se limitó el aludido a contestar - ¡Esto sigue siendo un campo de batalla! - ¡Ella lleva razón! – los interrumpió el español – Yo, que conozco exactamente tus niveles de energía vital, mágica y espiritual sé que lo has hecho es una locura ¡Ni aún pensando que tras la última batalla descansarías deberías haber hecho algo así! Erik guardaba silencio. Era cierto ¡Todo era cierto! Él, mejor que nadie, sabía que aquello lo había debilitado al extremo. Pero sin embargo… - Erik ¡Te lo digo no ya para determinar el resultado de este combate si no como tu amigo! ¡Ríndete! ¡No puedo enfrentarme a ti en ese estado! - ¡¡¡CÁLLATE!!! – respondió a voz en grito - ¡¡NO ME VENGAS AHORA EN PLAN CONDESCENDIENTE CUANDO ESTÁS DISPUESTO A ENTREGAR A LA IGLESIA A ALGUIEN A QUIEN DEBES LA VIDA!! ¡¡NO ME SEAS BUEN SAMARITANO!! - Pero… - ¡Nos hemos acusado mutuamente de traición! ¡Hemos estado dispuestos a decapitarnos! ¡No trates ahora de que simplemente me retire del combate! ¡Hemos llegado demasiado lejos, Luis! ¡¡NO ESPERES QUE ME RINDA!! Luis volvió a su gesto severo, la decisión de Erik estaba clara y, desde luego, era irrevocable. Tenía mucho valor, eso estaba claro y siempre lo había tenido presente, pero nunca pensó que tendría que enfrentarse directamente con él en serio. Por un momento sintió la duda invadir su corazón ¿Por qué debía hacerlo? ¿Por qué debía enfrentarse a su hermanastro sólo por el bien de la hermandad? ¿Y a esa muchacha, que no sólo les había salvado la vida si no que además había estado dispuesta a dar la suya por ellos? “¡No! ¡No!” – se dijo en sus adentros – “¡Olvida todo eso! ¡En las guerras no hay amigos o hermanos! ¡Un traidor es siempre un traidor!” Cerró los ojos con fuerza mientras pensaba todo aquello. En el pasado había enfrentado a amigos que de repente escogieron rebelarse ¿Por qué le dolía en el alma enfrentarse a Erik? ¿Por qué de repente sentía que sus palabras habían horadado en la convicción de la que siempre había hecho gala? “¡El deber es siempre el deber!” - De acuerdo, Erik – aceptó finalmente, abriendo los ojos y mirándolo directamente – Será como tú quieras, lucharás hasta el final. El Belmont, complacido, se dispuso a ponerse de nuevo en guardia, pero aún no había terminado de posicionarse cuando Luis desapareció de su lugar y volvió a aparecerse golpeando al pelirrojo con toda su potencia en el estómago, tumbándolo con ello. Cuando el Belmont, con la mano en el abdomen, alzó la vista, observó que desde su posición no podía ver la mirada del Fernández, pero sí que reconocía aquella característica curvatura descendente de sus comisuras. - Luis… ¿Por qué lo haces si no…? - ¡Cállate y pelea! – lo cortó – Dices estar empleándote al 100% ¿no? Pues yo haré lo mismo. A lo lejos, la joven contemplaba la escena junto a Simon. Él no parecía particularmente preocupado, pero ella por el contrario… - ¡No! – exclamó en voz baja - ¡A esa velocidad no podrá hacerle frente! Exaltado por la provocación y el desafío, Erik se incorporó como pudo y atacó con un puñetazo que, justo en el momento de impactar, se perdió en el espacio del que Luis se desvaneció para reaparecer a su derecha, golpeándolo esta vez con una palmada en el rostro y volviendo a desaparecer para golpearle con un rodillazo, de nuevo en el abdomen. - ¡Tenemos que detenerlos! – decidió Claire mientras echaba a correr al lugar del combate. - ¡Espera un momento! – La detuvo Simon sujetándola por la muñeca - ¿¡De verdad crees que podemos hacer algo!? - ¡Puede que tú no! – contestó ella, clavándole una fuerte mirada cargada de reproche - ¡Pero yo apenas estoy cansada! ¡Me encuentro mucho mejor que cualquiera de vosotros! ¡Yo…! - ¡No hablo de eso! – respondió el muchacho - ¿Es que no los has escuchado antes? ¡No hay forma de que podamos parar esto! - Pero… ellos… Erik… - devolvió la vista a la zona del duelo, donde Luis se desplazaba a velocidad vertiginosa y golpeaba a Erik sin dejarle tiempo ni para respirar – Erik está… No quiso terminar la frase, el mero pensamiento le sonaba estúpidamente egoísta, lo que veía era algo que jamás pensó que llegaría a presenciar. “Erik está…” – completó en su mente – “¡Está luchando por mí!” Mientras tanto el combate continuaba, el pelirrojo seguía encajando golpe tras golpe sin poder hacer nada para evitarlo, pero por más impactos que recibiera y le dejaran sin resuello no caía, de hecho apenas movía las piernas para equilibrarse, negándose en redondo a ceder ante la presión de su adversario. Su rostro ni siquiera reflejaba dolor alguno, si no que incluso sonreía. Aquello parecía otra forma más de rebelión. Entonces sucedió algo, los intervalos de aparición y desaparición de Luis eran de poco más de una centésima de segundo, pero de repente se desvaneció durante un segundo completo para, al mostrarse de nuevo, impactar con un golpe que incluso levantó el polvo y los pequeños escombros del suelo, pero el impacto no hizo que Erik se sacudiera lo más mínimo, y de hecho el español no volvió a desaparecer. - Creo que ya te has exhibido bastante, Luis – articuló el pelirrojo de repente. Y es que un mejor vistazo les permitió comprender la extraña sonrisa del Belmont, ya que para éste último golpe había alzado la mano izquierda al nivel de su pecho y detenido con sorprendente precisión y firmeza el puño de su contrincante. - ¿Cómo lo has…? No pudo terminar la pregunta; con su mano libre Erik le propinó dos puñetazos en el abdomen y otro en pleno rostro que lo mandó a volar una distancia considerable. Luis se incorporó poco a poco, sorprendido ¿Qué había pasado? ¿Cómo había podido recuperar Erik tan rápidamente sus energías? Y más importante que eso ¿Cómo había logrado ser capaz de seguir sus movimientos? - ¿Cómo te las has arreglado? – insistió, recuperando la verticalidad - ¿Cómo has podido detener mi puñetazo? La sonrisa del Belmont creció. - Es cierto, Luis… el Séptimo Círculo me ha dejado agotado, más incluso de lo que ya calculé mientras trazaba el plan, pero no soy el único que ha visto sus capacidades mermadas por extralimitarse. - ¿¡A qué te refieres!? En respuesta, Erik alzó dos dedos, mientras apoyaba con suficiencia la otra mano en la cintura. - Double Weapon Crush. - ¿¡Eh!? La sola mención de aquella habilidad sobresaltó a Simon y Claire, que miraron atónitos a los contendientes. - ¿Double Weapon Crush? – se preguntó el menor de los Belmont en voz alta - ¿¡Luis!? ¡Tiene que ser una broma! La muchacha no dijo nada, pero en sus adentros se alegró de que Erik la hubiera protegido de él. - ¿Tan pronto te has olvidado? – continuó – Hydro Strom – replegó el dedo corazón – y God Wrath – hizo lo propio con el índice - Doble técnica. Doble gasto espiritual, algo de lo que tú, al igual que yo con la magia, no andas muy sobrado. - ¿¡Y eso qué!? – contestó el español, nervioso - ¡Yo utilizo la energía mágica para todo! ¡No se nota si pierdo energía espiritual o no! ¡Y por supuesto no explica por qué has logrado detener mi ataque! - Es que no sólo lo he detenido, compañero, lo he visto – dejó caer el brazo, que hasta aquel momento había mantenido alzado con la mano empuñada – no soy ni de lejos tan rápido como tú, pero combatimos juntos cada noche ¡Estoy más que habituado a tu velocidad! Y si además pierdes parte de ella… - mientras hablaba, cambiaba lentamente de posición adelantando la pierna derecha e inclinándose levemente hacia delante – Como yo, tú también eres un elemental, y cuando necesitas moverte a gran velocidad empleas electricidad para acelerar tus movimientos… poca, pero suficiente como para notarlo cuando careces de ella. - Cierto – admitió el Fernández – no sabía que conocías mi truco ¡Pero no cambia nada! ¡Sigues careciendo de la fuerza suficiente como para poder hacerme daño! Erik, que había terminado de posicionarse flexionando la pierna adelantada, inclinando el torso sobre ella y tensando ambos brazos adelantados con todas sus fuerzas, sonrió de nuevo. - Bueno… afortunadamente eso puede arreglarse. Acto seguido su cuerpo pareció emitir una pequeña onda expansiva que levantó el polvo a su alrededor e inmediatamente después se abalanzó sobre su adversario con una velocidad inimaginable en él, propinándole un derechazo en el estómago que, aparte de desequilibrarlo, lo dejó sin aliento e indefenso, preparado para ser rechazado de un potente empujón. Frenada la acción Simon y Claire pudieron observar lo que Luis constataría unos segundos más tarde alzándose con una marcada mueca de dolor en el rostro: La musculatura de Erik había crecido. No, no se trataba simplemente de que hubiera tensado los músculos, es que éstos parecían haberse desarrollado más, no mucho pero sí lo suficiente como para notarse a simple viste. “Algo nuevo… y algo viejo ¿eh, Erik?” Pensó el español, dándose cuenta de la explicación del cambio de su adversario. - Así que… era verdad que no viniste de casa de las Lecarde con sólo una técnica aprendida ¿no es así? Finalmente ellas te ayudaron a lograr lo que llevas tanto tiempo buscando: el 30%. La técnica de Jonathan Morris. La Forma Ofensiva El pelirrojo sonrió de nuevo - Eres un idiota – prosiguió Luis – si es la primera vez que lo utilizas en una batalla real tu cuerpo cederá antes de que hayamos terminado el combate ¡No puedo creer que quieras llegar tan lejos por esto! - Hazte a la idea de una vez – le respondió Erik sin variar su expresión un ápice – de que éstos son mis ideales, y pienso defenderlos como sea y ante quien sea… Comprendo muy bien los riesgos de usar la Forma Ofensiva por primera vez y en estas condiciones ¡Pero no me dejas opción! A lo lejos, Simon los contemplaba confuso tanto a ellos como a la horrorizada muchacha, que al contrario que él era evidente que sí comprendía de qué iba el asunto. - Oye ¿Qué es lo que pasa? – le preguntó finalmente - ¿De qué va eso del 30% y qué es la Forma Ofensiva? - Su… supongo que tú no has llegado a oír hablar de la Offensive Form – replicó Claire sin apartar la vista de la zona del combate – pero me extraña que no sepas nada sobre el porcentaje. - ¡No fastidies! – protestó el joven – Puede ser un porcentaje sobre cualquier cosa, precisamente por eso te pregunto. Ella tragó saliva. - ¿Has oído hablar de las limitaciones de aprovechamiento muscular? - No Haciendo de tripas corazón, o tal vez porque deseaba aligerar su preocupación respecto al combate, Claire se decidió a explicarle. - En teoría – comenzó – los seres humanos están limitados por su cerebro a utilizar un 10% de su capacidad muscular, nadie sabe a ciencia cierta por qué es así pero es cierto, los cazadores somos una prueba de ello. - Los… ¿cazadores? ¿Nosotros? Claire asintió. - La primera distinción entre los cazadores y los humanos es que poseemos mucha más fuerza que ellos, ya que podemos usar entre un 15 y un 20% de nuestra capacidad total, incluso hay cazadores con una fuerza bruta superior que alcanzan el 25% Tragó saliva, Simon la escuchaba expectante. - Como tu hermano. Pasó unos segundos sin decir nada más, contemplando cómo a lo lejos Luis y Erik parecían tantear la nueva diferencia de capacidades en ligeras escaramuzas. - Eso debería ser suficiente – prosiguió – pero algunos cazadores han logrado desarrollar técnicas que sólo pueden ejecutarse al ir más allá de ese 25%, pero… hace falta muchísima fuerza mental para romper el bloqueo impuesto por nuestra propio cerebro – apretó los dientes y, al instante, estalló en una exclamación - ¡Es contra natura y muy peligroso! No puedo imaginar por qué Erik podía estar detrás de un objetivo como ese… - Tal vez… - articuló Simon tras unos treinta segundos sin abrir la boca – porque sea su forma de honrar a nuestros padres. - ¿Honrar a vuestros… padres? - Hace ocho años… – cerró los ojos, adquiriendo su expresión una seriedad extrema – la hermandad nos comunicó, delante de los Fernández, que se les había dado por muertos. Decidimos honrar su memoria cada uno a nuestra manera. Ahora era ella quien lo escuchaba en silencio. - Mi hermano se convirtió en alguien respetable, un hombre entregado, inteligente, justo y eficaz, como nuestra madre; yo quise convertirme en alguien considerado digno de portar el legado de nuestra familia, y aprendí a manejar el látigo y dominar los poderes sagrados – volvió a abrir los ojos y miró atentamente a su hermano mayor – pero Erik también quería igualar la leyenda que fue nuestro padre… se supone que era un hombre fuerte, el más fuerte de su generación… Tal vez, sólo pretenda alcanzar esa fuerza. Los padres de Simon y Erik… es cierto, lo había olvidado. De pequeña escuchaba a sus propios padres hablar de ellos: la joven hechicera Selene, miembro del tribunal principal de la hermandad, y el guerrero Schneider, hermano de Julius Belmont y un luchador sin igual. Había oído decir que Schneider fue uno de los pocos capaces de alcanzar el 30% - El Holy Cross era mi forma de emular a nuestro padre… tal vez esta sea la forma de mi hermano de hacerlo. Tras estas palabras volvió a callarse. Parecía demasiado serio, meditabundo, incluso algo melancólico. - La Forma Ofensiva… es una de esas técnicas ¿verdad? - Sí – le confirmó ella – Consiste en utilizar una pose de combate que enfatiza las capacidades ofensivas del que la utiliza. Creo que es… una forma de concentración para debilitar un poco más el bloqueo mental y superar ligeramente ese 30%… pero es una locura, llevamos milenios de evolución, nuestros cuerpos están más que acostumbrados a no emplear más de un 25% de su capacidad… Algo así puede provocarle daños muy serios. Ajenos a esta conversación, los dos cazadores continuaban su combate, una lucha perfectamente equilibrada entre la velocidad y la técnica de Luis y la fuerza y la precisión de Erik. Los ataques se sucedían uno tras otro, y no se detuvieron hasta que acertaron a golpearse a la vez en la cara con la fuerza suficiente como para alejarse unos pasos el uno del otro. - Espero que tengas algo más que esto, Erik ¡Porque así no vas a conseguir superarme! – espetó el Fernández. - ¡Cierra el pico y pelea! – contestó el pelirrojo mientras se abalanzaba de nuevo sobre él. No era una forma de combatir nada común en él, ni aún conociendo los movimientos de su adversario el Belmont solía lanzarse así contra su adversario. Erik estaba desesperado por obtener la victoria, o bien… Los antebrazos de ambos contendientes chocaron en un esfuerzo del español por detener un codazo directo a su rostro, de ahí logró adivinar un puñetazo que Erik lanzó con su mano libre y que él detuvo ladeándose y sujetándolo por la muñeca y un rodillazo que bloqueó con su propia pierna. - Te lo preguntaré una vez más ¿Cuánto tiempo crees que resistirás antes de que tu cuerpo ceda a la presión? – insistió en voz baja – ¡Estás arriesgando demasiado! ¡No merece la pena! - ¿Y tú que sabes si merece la pena? ¡No puedes juzgar algo a lo que te opones sistemáticamente! Tras estas palabras el pelirrojo giró sobre sí mismo con tal fuerza que logró liberarse de la presa y contraatacar, en el mismo movimiento, con una patada de movimiento diagonal descendente que impactó en el hombro de su compañero, tras lo que se retiró dando un par de saltitos hacia atrás; Luis trató de aprovechar esto para contraatacar, pero se cruzó con una palmada cargada de energía que Erik lanzó contra su pecho, recibiéndola de lleno y no cayendo al suelo por muy poco. Aquello, debía reconocer, le pilló por sorpresa. La cantidad de energía descargada no era precisamente grande, pero sí mayor de lo habitual en el Belmont ¿Acaso la Forma Ofensiva le permitía también hacer un mejor uso de su aura? No tenía tiempo de cuestionárselo, esta vez su adversario venía con un golpe similar, uniendo ambas manos por los talones de las mismas, giró a su alrededor para evitarlo y respondió con un codazo en la espalda y, tras girar un poco más, un rodillazo en el abdomen, que Erik aprovechó para agarrar su pierna y mandarlo a volar un par de metros. Bastó aquella pequeña escaramuza para confirmar lo que Luis ya sospechaba: Su compañero estaba lejos de encontrarse desesperado por cerrar la batalla, sólo había buscado el momento idóneo para tratar de conectar algunos golpes. Aquello le hizo sonreír por unos instantes, de ser un entrenamiento esa táctica le habría valido para recibir algún premio pero no, era un combate real, y el único premio en un combate real era la victoria. Victoria que obtendría a toda costa. En esta ocasión fue el español el que embistió, esperando el más mínimo indicio de contraataque por parte de su rival para dar una voltereta que dejó a medias saltando sobre sus brazos para pasar por encima del pelirrojo, al que golpeó en la coronilla con una patada mientras caía; éste, sorprendido, se dejó caer un paso hacia delante e inmediatamente después se volteó para responder con un puñetazo en vuelta cubierto por brillantes llamas rojas que Luis evitó inclinándose hacia atrás y empujándolo para crear unos centímetros de espacio y permitirle golpearlo en el costado con una patada lateral, la cual cargó con electricidad para aturdir momentáneamente a Erik y permitirle continuar con un salto con patada en vuelta con la que le dio de lleno en el rostro y, al caer, un puñetazo en el estómago. - Se acabó – sentenció mientras se disponía a finiquitar su ataque con un directo a la cara de su rival. - ¡De eso nada! – respondió el pelirrojo con fiereza mientras lanzaba otro directo, encontrándose ambos puños en mitad de la trayectoria. El choque de ambos ataques hizo saltar chispas y pequeñas llamaradas, los dos contendientes empujaron cada uno hacia el otro durante unos segundos hasta que retrocedieron de un salto y, tras un instante, se volvieron a lanzar al combate lanzando Luis otro puñetazo que Erik evitó agachándose y respondiendo con un gancho que alcanzó su objetivo, mandándolo a volar de nuevo, aunque, tal y como el pelirrojo esperaba, su rival cayó de pie. Llegados a este punto ya era palpable que, para ambos, la batalla se alargaba excesiva e innecesariamente, y así lo manifestaron incendiando sus auras, algo que Simon y Claire también comprendieron a la perfección. - N-no me digas que… - articuló el joven Belmont, conociendo la respuesta de antemano. - ¿Piensan atacarse con sus técnicas? – se preguntó la muchacha. Por parte de los dos contendientes, estaba claro que aquel encuentro se decidiría, dentro de su agotamiento, con el que fuera capaz de concentrar y moldear más rápidamente su energía. - Lo siento – se dirigió el Fernández a su colega mientras todo su cuerpo chisporroteaba – pero puestos a elegir entre detenerte yo o dejárselo a la hermandad, prefiero hacerlo personalmente aquí y ahora. - Eso será – el aura del pelirrojo pasó a arder como una brillante llama roja para acto seguido entrar en su cuerpo, como si fuera absorbida por cada uno de sus poros – si me vences primero. Fueron las últimas palabras que cruzaron, acto seguido Luis Fernández extendió su mano derecha y Erik Belmont creó una cabeza de dragón con sus manos. Aparentemente, el combate se decidiría en aquel mismo instante. - MAXIMUM DISCHARGE!!! - DRAGON BREATH!!! La descarga eléctrica y la llamarada escarlata se encontraron justo en el centro del espacio entre los dos cazadores; las técnicas chocaron, se mezclaron y por segundo crearon una enorme masa inestable de energía para después estallar con una fuerza inusitada, enviando a cada uno a un extremo de la habitación, contra dos esculturas – las únicas que quedaban enteras en todo el museo – que se hicieron añicos, enterrándolos bajo los escombros. A esto le siguieron el silencio absoluto y una insoportable tensión, a la espera de ver cual de los dos guerreros se recuperaría primero – o, simplemente, ver cual se recuperaría – Simon y Claire no se atrevían siquiera a respirar, y no fue hasta pasado casi un minuto cuando al fin una de las dos montañas de escombros se removió, alzándose de entre ellos un jadeante Luis, cubierto de polvo, con sus ropajes destrozados y con algunas quemaduras producidas por la deflagración. Aparentemente, Erik había perdido y, con este pensamiento, la joven inglesa desvió con pesar la mirada al lugar en el que éste había quedado sepultado. El menor de los Belmont por su parte esperaba que su cuñado se moviera, que o bien se lanzara a por Claire o bien se dirigiera hacia el derrotado, pero en lugar de eso permanecía inmóvil, respirando con pesadez mientras sus heridas sangraban y el dolor de las quemaduras lo laceraba. Miraba atentamente al frente, a los restos de la estatua que el cuerpo de su compañero y rival había demolido. “No sé a qué cojones espera, ya ha ganado” – pensó el muchacho sin poder ocultar cierto desprecio hacia el español. Pero no, al parecer Luis era el único que podía prever los movimientos que comenzaron a producirse en el otro extremo de la estancia, donde los restos cayeron a los lados mientras Erik se abría paso entre ellos repentinamente. Su estado no era mejor que el de su colega: Sus ropajes habían quedado reducidos a jirones, aunque la malla negra había resistido sorprendentemente bien, sangraba por heridas de diversa consideración y sus brazos habían recibido algunas quemaduras que se unían a las que ya recibió en su entrenamiento con las Lecarde, así mismo, respiraba tan pesadamente como su adversario. No hubo palabras, sólo una mirada: los ojos cargados de espíritu combativo de Luis cruzándose con los desafiantes ojos turquesa de Erik. - ¡No pensarán seguir! – exclamó Claire en voz baja mientras observaba el deplorable estado de ambos contrincantes. Sí, si que lo pensaban, aunque tardaron en reaccionar y, cuando lo hicieron, su primera reacción fue quedarse a pecho descubierto, despojándose el Fernández de su enjironado chaleco antibalas y metiendo Erik sus brazos en la malla para sacarlos por el cuello de ésta y rebajarla hasta la cintura. La chica no comprendió este comportamiento, pero Simon sí, y de inmediato sintió un miedo atroz. La razón de esto era muy sencilla: Ahora iban en serio. No había terminado de asimilar esta idea cuando el Belmont desenvainó su Salamander y Luis hizo lo propio con la Yasutsuna, recogida de los restos del chaleco, pasando acto seguido a abalanzarse el uno contra el otro armas en mano. Esto hizo reaccionar rápidamente a Simon, que se lanzó a detenerlos en el punto justo de encuentro entre ambos, sujetando con sus escasas fuerzas restantes los mangos de ambas espadas; ante esto, los guerreros lo fulminaron con la mirada. - ¡Parad ya! – les ordenó - ¡PARAD YA! ¿¡Es que no estáis viendo que lo que hacéis es una gilipollez!? ¿¡Es que no veis que vais a cruzar vuestras espadas por algo que podría discutirse tranquilamente!? ¡Ya estáis bastante hechos polvo! ¿¡HABEIS OLVIDADO POR QUÉ NOS METIMOS EN ESTE VIAJE!? ¡DEBERÍAMOS PERMANECER UNIDOS! ¡¡¡SOMOS HERMANOS, COÑO!!! Bajo la mirada de Claire, que los observaba atentamente sin saber cómo reaccionar, temblando, los tres muchachos guardaron silencio. Simon trataba de sujetarlos con todas sus fuerzas mientras que, sobre su cabeza, Erik y Luis cruzaban miradas de nuevo, finalmente parecieron llegar a un acuerdo y, para sorpresa tanto del menor como de la muchacha, lo empujaron a la vez hacia fuera y colocaron las puntas de sus espadas en su garganta. - Ya no hay quien detenga esto, Simon, retírate – le ordenó el Español. - Él tiene razón – corroboró Erik – aquí ya hemos llegado demasiado lejos, no queda nada que discutir, es hora de que hablen nuestros aceros, - ¡Pero…! Antes de que llegara siquiera a argumentar algo ambos guerreros le lanzaron una mirada fulminante, pero en la que a su vez pudo ver una gran carga de tristeza. Sin más, obedeció y se retiró al lado de Claire, que parecía compartir su mismo deseo de finalizar con todo aquello. - Van a… enfrentarse ¿verdad? – preguntó ella con la voz quebrada. Simon asintió, y entonces en la mente de Claire apareció aquella foto que Erik le enseñó en el restaurante, en la que aparecían todos felices y unidos, como una familia. No podía creer que ahora el Belmont se estuviera enfrentando a aquel a quien trataba como un hermano. Era… simplemente era demasiado horrible. El chasquido metálico de las espadas la sacó de sus pensamientos, los dos cazadores habían comenzado a luchar encarnizadamente, atacándose en una violenta escaramuza que se detuvo sólo cuando sus armas coincidieron en el mismo movimiento e iniciaron una lucha de empuje mientras las hojas chispeaban con el roce. Sus miradas, clavadas la una contra la otra, brillaban con el fulgor producido por el roce de los aceros. El encontronazo sólo se solucionó cuando Luis logró hacer retroceder a Erik de un empujón y lanzó un tajo diagonal descendente que el pelirrojo detuvo atrapándolo en pose defensiva y apartando violentamente la katana para abrir su defensa y golpearle con una patada en el abdomen, a lo que el español respondió estocando y, al esquivarlo el Belmont, golpearlo con el canto de la hoja en un ataque horizontal en el mismo sentido de su movimiento, trató de repetir el golpe, pero Erik saltó justo por encima de la Yasutsuna y cayó justo frente a él para propinarle un cabezazo y azuzarle un espadazo en diagonal con el que le abrió un ligero corte en el hombro. Luis contestó a esto con un puñetazo en la cara y saltando para dar una vuelta en el aire y caer con un tajo vertical que hirió al pelirrojo en la pierna derecha. Sabiendo que no se iba a quedar quieto, Luis se alzó justo en el momento en que Erik trataba de patearlo en la cara, evitándolo pero recibiendo a cambio una patada en vuelta con la que le golpeó en pleno plexo solar, obligándolo a detenerse un momento para recuperar la respiración, si bien en esto observó que su adversario respetó religiosamente la pausa e incluso esperó un contraataque. “¿Concesiones en una batalla de este calibre?” – pensó mientras preparaba otra estocada – “¿Te has vuelto loco, Erik?” Lanzó el golpe sólo para ver cómo el Belmont daba un salto, se apoyaba en la Yasutsuna durante menos de un instante y se impulsaba desde ella para caer sobre él con un puñetazo que evitó de milagro, contemplando como éste agrietó el suelo en un diámetro de unos cuatro metros a su alrededor. El español, que permaneció dentro del terreno dañado, descargó silenciosamente una carga de electricidad que se abrió camino a través del suelo y alcanzó de lleno a Erik que, pese a la electrocución, proyectó contra él una bola de fuego que no movió a Luis del sitio, pero sí le obligó a cubrirse y provocó diversas quemaduras, encontrándose al retirar los brazos con su adversario pegado a él, azuzándole un Rising Dragon que no pudo evitar, viéndose impulsado por los aires, pero aquello estaba lejos de poder acercarle a la derrota. Apenas estuvo a la altura límite el lanzamiento concentró energía eléctrica en torno a él hasta crear una esfera incandescente y se lanzó hacia el Belmont, dejando un rastro luminoso tras de sí. - RIDE THE LIGHTING!!! Erik, sorprendido por el movimiento que, sin embargo, presenció en la batalla que ambos libraron contra Barthory en la biblioteca de París, no pudo hacer otra cosa que tratar de contener inútilmente con sus manos el orbe electrificado que lo atrapó y dejó indefenso frente a Luis, que lo tumbó con una carga de hombro para, después, cogerlo en el aire tratar de herirlo con su katana, pero lo sujetaba fuera de la esfera y Erik aprovechó esto para contraatacar con un Dragon Punch que llevó hasta su límite, supliendo la falta de alcance con algo tan poco usual en aquel movimiento como proyectar la energía concentrada fuera de su puño. No logró hacer caer al español, pero sí que encontró hueco para atacarle con una estocada con salto que éste detuvo con su arma contraatacando con un tajo vertical ascendente que, tras ser esquivado, remató con un golpe de canto descendente que golpeó directo en pleno centro de la cabeza de Erik, éste lo agarró del brazo y, en una llave clásica usando su cadera como impulsor, tumbó al español contra el suelo y trató sin éxito de rematar la faena con un pisotón que este evitó rodando a un lado, pudiendo así contemplar en el ya maltrecho suelo la suerte que habrían corrido sus costillas de haber permanecido ahí. Era demasiado peligroso, la fuerza del pelirrojo parecía incluso crecer según su aura se excitaba por el fragor del combate. Con el pensamiento de ser más cuidadoso esperó un nuevo ataque que llegó en forma de una lengua de fuego, en la cual Luis supo ver no otra cosa que un elemento de distracción para el Dragon Punch que evitó echándose a un lado en el momento preciso, aprovechando su posición respecto a la de su adversario para propinarle un potente rodillazo con el que logró hacerlo tambalearse y retroceder unos centímetros; en respuesta, Erik envolvió su Salamander en fuego y energía y lanzó un tajo vertical que Luis tuvo la suerte de esquivar, ya que el movimiento liberó una onda flamígera que calcinó todo lo que halló a su paso. El Fernández decidió contraatacar entonces con tres orbes eléctricas mientras retrocedía de un salto, esperaba que Erik pudiera zafarse de ellas pero en lugar de eso se quedó corto en su huída y las recibió de lleno; por un momento al español le pareció ver una leve mueca de dolor en el rostro de Erik ¿Estaban pasándole factura sus músculos? Luis, por cierto, no fue el único que se dio cuenta de esto, Claire y en menor medida el joven Simon advirtieron también la repentina muestra de cansancio que acababa de dar el pelirrojo. - ¡Tenemos que detener esto YA! – resolvió decidida la muchacha, desenvainando su No Name y enfilando hacia el lugar del combate. - ¡Espera un segundo! – la detuvo el joven Belmont mientras la sujetaba por la muñeca - ¿¡Qué quieres!? ¿¡Que te hagan pedazos!? - ¡Suéltame! ¡Otro error y tu hermano estará muerto! – respondió mientras forcejeaba - ¿¡no te importa o qué!? - ¡Claro que me importa! pero – sujetó el otro brazo de la Simons tras recibir un codazo de esta - ¡Mierda, Claire! ¡Si a mí por poco me dejan sin cabeza tú vas a pillar palos hasta en el carné de identidad! ¡Es su combate y ya son mayorcitos! ¡Y mira que me jode, pero es así! Impotente – porque a fin de cuentas no podía negar que Simon tenía toda la razón – Claire no tuvo más remedio que dejar de luchar y continuar contemplando el combate, en el que ahora Luis adquiría ligera ventaja gracias al cansancio de Erik, al que le costaba contener los envites del español. Sin embargo, el pelirrojo no daba muestras de cejar en su empeño; recuperado a duras penas de una ristra de golpes y cruzando de nuevo su espada con la katana del español lo empujó hacia atrás para, en el momento en que éste embestía de nuevo, clavar la hoja en el suelo y hacer surgir una columna de fuego con la que por poco lo engulle, pero Luis se detuvo justo a tiempo y, una vez disipada la llama, propinó a su adversario un tajo vertical ascendente con el que le abrió una importante herida en el pectoral y abdomen superior derechos y, acto seguido, cargó su mano de electricidad para atacar con una palmetada, a lo que Erik trató de responder con un puñetazo flamígero que no llegó a tiempo, recibiendo de lleno el ataque y cayendo con fuerza al suelo sin poder reaccionar, mientras un creciente dolor se apoderaba de todo su cuerpo. - ¿¡Lo ves!? ¡Te lo dije! – le espetó el español, en la fueron sus primeras palabras desde que desenvainaron sus espadas - ¡Tu cuerpo está empezando a resentirse! ¡No llegarás al final! Erik, tras normalizar su respiración, giró pesadamente en el suelo hasta quedar boca abajo y trató de alzarse con esfuerzo. - No… - alcanzó a ponerse a cuatro patas y se arrodilló, cada movimiento provocaba en los músculos accionados un dolor insufrible – No vendas la piel del oso antes de cazarlo, Luis. - ¿¡Pero qué dices!? ¡Eres tú quien ha hecho eso al usar la Forma Ofensiva pensando que gracias a ella podrías vencerme! ¡Mira tu estado ahora, es lamentable! - Lamentable o no… - se dio la vuelta, su espada había quedado en el suelo pero aún así adoptó una peculiar pose de combate, inclinándose hacia delante sobre la rodilla derecha flexionada, adelantando el brazo derecho y dejando el izquierdo a la altura del abdomen, con ambas manos relajadas pero firmes - ¡Aún no estoy acabado! Con estas palabras hizo llamear de nuevo su aura, como si de un fuego alimentado con combustible se tratara. Luis pudo ver su cuerpo temblar de debilidad a pesar de la seguridad de su posición. - Definitivamente estás loco ¡Llegar a estos extremos por una asesina! - ¿Dónde queda la presunción de inocencia? ¿¡EH!? - Ya hemos tenido esta discusión antes y no pienso repetirla – determinó el español – prepárate, porque no pienso alargar esto más. - Bien… - Erik sonrió – yo también tengo ganas de acabar con esto. Con un potente grito de guerra, el pelirrojo se abalanzó a la carrera sobre su adversario, que lo recibió bajando su espada en un rápido tajo vertical, la sorpresa llegó cuando el filo de la Yasutsuna se encontró con el antebrazo de Erik y se detuvo en seco con un extraño sonido pétreo antes de que éste la desviara a un lado atrasando el brazo para sacudirle un poderoso puñetazo en la cara, en ese momento pudo ver que su katana sí que le había abierto una herida, pero demasiado leve. Con el golpe, inusitadamente fuerte, salió volando y cayó derribado al suelo sin poder estabilizarse, encontrándose al levantarse con que el Belmont estaba de nuevo frente a él, atacándolo apenas se puso en pie sin darle margen de maniobra; curiosamente a y pesar de la aparente debilidad que evidenciaba su temblor, su fuerza era cada vez mayor y sus golpes más difíciles de detener. Tras incorporarse la segunda vez, más rápido en esta ocasión, pudo contemplar cómo el aura emergente del cuerpo de su compañero crecía en cantidad e intensidad, y lo rodeaba haciéndole parecer una escarlatada bola de fuego. Entonces, y aunque no podía creerlo, se dio cuenta de qué era exactamente lo que el Belmont tramaba, y sabía que sólo había una forma de detenerlo si realmente lo llevaba a cabo. Vio venir la siguiente acometida, y para evitar posibles errores e imprevistos saltó ágilmente por encima del pelirrojo y, en mitad de su vuelo, cruzó ambos brazos por encima de su cabeza, a nivel de las muñecas. Erik iba a poner toda la carne en el asador, y él debía hacer lo mismo. Por encima de sus cabezas, fuera de la pinacoteca, comenzaron a resonar truenos, y la luz de los relámpagos se colaba por las pocas rendijas abiertas entre las raíces restantes; mientras, Erik se detenía en el último punto de su ataque y enfilaba hacia su adversario, inclinándose hacia delante todo lo que podía y apoyando una mano en el suelo mientras su energía se expandía y comenzaba adquirir forma. Por su parte, Luis tocó tierra y se estiró todo lo que pudo, alzando ambos brazos cruzados al aire, mientras alrededor de su propio cuerpo parecía desencadenarse una tormenta eléctrica. Las cartas estaban sobre la mesa, ya no había marcha atrás. Repentinamente un rayo se abrió paso, ante todos los atónitos presentes del exterior, a través del edificio, destrozando parcialmente el piso superior y yendo a parar a las manos Luis, que mientras lo recibía observaba a su contrincante y contemplaba cómo sus suposiciones eran certeras. El aura de Erik ya había dejado de expandirse y ahora se moldeaba alrededor de su cuerpo, primero tomó la forma de algún animal cuadrúpedo, de cuerpo robusto y patas cortas pero estilizadas, después comenzaron a nacer cuello y cola y dos extraños bultos emergieron de la espalda mutando en unas reptíleas alas que se desplegaron con una tremenda envergadura, la punta de la cola adquirió forma de flecha y del cuello nació una cabeza mezcla de cocodrilo y lagarto, con cuernos naciendo de detrás de los ojos y otro más pequeño en la punta del morro. Era un dragón, un dragón que rugió silenciosamente una vez completamente formado. Por su parte, Luis recogía la energía de cada vez más rayos que caían por donde mismo entró el primero, su cuerpo brillaba en un incandescente azul eléctrico y en sus muñecas se concentraba una esfera eléctrica que, una vez hubo considerado oportuno, absorbió en su mano derecha para después bajar los brazos y crispar dicha mano, sujetándola con la otra para concentrar cada vez más energía. Simon y Claire contemplaban la escena horrorizados, la energía concentrada por cada cazador era tan abundante, poderosa e intensa que daba la impresión de que ésta misma los reventaría, y de no ser así estaba más que claro que se destruirían mutuamente en el choque. Él no podía creer lo que estaba pasando, y ella tenía la sensación de estar viviendo una pesadilla. Lo que iba a ocurrir allí, la catástrofe que se iba a desencadenar, la tragedia que iba a producirse… era por ella, todo era por ella. - Es… mi culpa – murmuró con lágrimas en los ojos. - ¿Cómo? - Se van a matar… por mi culpa. - ¡No digas tonterías! – le contestó el Belmont tratando de tranquilizarla – No es culpa tuya que sean gilipollas ¡No tienen necesidad de llegar a este extremo! - No… si no hubiera acudido a ayudarlos, ellos no… Van a matarse… ¡por mí! La culpa, la impotencia o tal vez la rabia le hizo adelantarse un paso ignorando una advertencia de Simon que no escuchó, y después otro paso, y otro, y otro… Mientras Erik y Luis había terminado de preparar sus técnicas y ahora se posicionaban para el ataque. Dos violentos gritos desgarraron el aire con furia. - ¡¡¡CASTIGO DIVINO!!! - ¡¡¡FLYING DRAGON!!! Y otro más. - ¡¡¡BAAAAASTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!! El resto fue visto por todos a cámara lenta: Simon, con un “¡NO!” ahogado por el ensordecedor estruendo de las técnicas de su hermano y su cuñado, trató inútilmente a detener a una Claire que, llorando, aterrorizada ante el espectáculo de dos hermanos destruyéndose mutuamente, se abalanzaba al espacio entre ambos tratando de detenerlos. Erik la vio casi al instante y disipó su técnica y su aura, apartando a la muchacha con sus últimas fuerzas antes de recibir de lleno en pleno corazón el Castigo Divino de Luis, que a causa del estruendo de la electricidad y el brillo de su propia técnica había seguido avanzando, ciego y sordo, hacia su compañero. Claire, confusa por el empujón, se dio la vuelta en el momento justo para ver cómo los dedos del español, haciendo la vez de pequeñas dagas, se hundían en el pectoral izquierdo de Erik y comenzaban a descargar en él toda la electricidad acumulada, haciéndolo gritar de dolor mientras se convulsionaba, Simon y Claire trataron de intervenir, pero se vieron rechazados por la energía generada en el propio ataque, que no se detuvo hasta que Luis pudo al fin ver y oír, y se dio cuenta de lo sucedido, momento en el que retiró su mano, y la energía restante mandó al Belmont a volar unos metros más allá, cayendo inerte en el suelo, sin más movimientos que las convulsiones provocadas por la descarga eléctrica. El resto fue todo confusión y gritos. Luis quedó catatónico, mirando al vacío en dirección al cuerpo de su amigo mientras su hermano menor y la joven inglesa acudían a comprobar su estado y, segundos después, Simon regresaba a gritarle cosas que no podía entender, a empujarle e incluso a golpearle con las pocas fuerzas que le quedaban. Aquello no debía pasar, no entraba en absoluto en sus planes. Identificó el Dragón Volador de Erik apenas vio la esfera escarlata que lo rodeaba y preparó un castigo Divino para contrarrestarlo, las técnicas debían chocar y anularse mutuamente, había acumulado la cantidad de energía exacta. Entonces… ¿por qué? Alzó su mano y miró sus dedos manchados de sangre, no tenía ni idea de lo que había ocurrido, sólo había atacado con la esperanza de socavar por completo las fuerzas de su compañero en el choque ¿Se había excedido? ¿Había calculado mal la energía acumulada? ¿Qué había fallado? ¿¡QUÉ!? Desesperado, se zafó del menor de los Belmont y echó a andar hacia donde se hallaban Erik y Claire, las manos de la joven emitían un tímido resplandor blanquecino mientras recorría el cuerpo con ellas, pero no se dio cuenta de lo que era aquello realmente. Sólo tenía una esperanza, un deseo. - Que no esté muerto, por favor – se decía a sí mismo con voz quebrada – que no esté muerto… no puedo haberlo matado, a él no, a él no… por favor tío… Cuando llegó, la muchacha le lanzó una fuerte mirada llena de reproche, allí donde pasaba su mano las heridas parecían cobrar mejor aspecto. Tras unos segundos inexpresivo se arrodilló frente a ella, al otro costado del cuerpo, y la miró fijamente, como esperando algo. - No sabes la suerte que habéis tenido, los dos – le espetó Claire con frialdad – ha sobrevivido. - ¿Está… vivo? - Sí, pero sólo he podido prestarle los cuidados básicos, no llego a más. Se salvará si lo lleváis cuanto antes a una curandera competente. - Entonces ¿¡Se ha salvado!? – preguntó Simon mientras se aproximaba, obteniendo como respuesta la afirmación de Claire. - No creo que despierte aún, ha quedado frito por dentro, pero gracias al cielo es duro… - se levantó y dio la espalda al trío, daba la impresión de querer marcharse, pero repentinamente se dio la vuelta y encaró al español – Luis, ya que tanto deseabas detenerme ahora tienes la oportunidad ¡Vamos! Para sorpresa de todos, desenganchó de un solo movimiento su doble cinturón, dejándolo caer, y extendió ambos brazos, igualmente y ante la total desaprobación de Simon el Fernández se levantó, pasó por encima del cuerpo de Erik y se encaró con ella. - No opondré ninguna resistencia – insistió – así que adelante: Puedes dejarme inconsciente y entregarme a la hermandad. - ¿Por qué? - Porque si así puedo evitar que Erik y tú os enfrentéis a muerte si nos volvemos a encontrar, sea. - Llevas mucho tiempo huyendo ¿y por esto piensas entregarte? Claire endureció su gesto y tensó sus músculos, estaba realmente furiosa, parecía querer golpear al español con todas sus fuerzas. - ¿¡Eres consciente de la suerte que tienes!? ¿¡Eh!? ¡Tienes a tu en tu viaje lado a alguien mejor que un hermano! ¡Alguien con quien siempre podrías contar…! ¡¡¡Y por mí has estado a punto de matarle!!! Si así puedo evitar que esto se repita ¡Me da igual! Quedaron mirándose a los ojos, Simon se levantó dispuesto a ayudar a Claire en caso de que Luis atacase, pero en lugar de eso lo que hizo, para sorpresa de ambos, fue acuclillarse, recoger el doble cinturón y ponérselo a la joven en la mano. - No voy a detenerte – respondió escuetamente – no al menos hoy. - ¿¡Cómo!? - Le has salvado la vida, así que sería injusto capturarte aquí y ahora… deberías escapar mientras puedas. En respuesta, Claire le propinó un potente puñetazo. - ¿¡ERES IMBÉCIL!? ¡¡¡TE ESTOY OFRECIENDO LA OPORTUNIDAD DE ACABAR CON LOS PROBLEMAS DE CIENTOS DE PERSONAS!!! ¿¡Y ME SALES CON ESAS!? SOY UNA ASESINA ¿RECUERDAS? ¡¡¡NO SE TIENEN DEUDAS CON UNA ASESINA!!! Esperaba un golpe en respuesta, o que el Fernández cambiara de opinión, pero en lugar de eso señaló su hombro izquierdo, donde ahora reposaba una quemadura con la forma de una mano. - ¿Qué…? - Esa quemadura… al verla he comprendido qué ha pasado. Te interpusiste ¿verdad? La joven inglesa guardó silencio, lo que para Luis fue un rotundo Sí. - No la tendrías si Erik no hubiera anulado su técnica para apartarte; el cuerpo humano queda a una temperatura extrema tras ejecutarla, pero es mejor eso que acabar destrozado al entrar en contacto con el Dragón… Erik ha preferido recibir de lleno el Castigo Divino antes de permitir que te ocurriera algo. Si es que esto te sirve mejor como razonamiento: no pienso detener a alguien por quien él ha arriesgado tanto. - Entonces… - Siento que hayas tenido que vivir esto – se disculpó sin dejarla terminar – yo no quería hacerle eso – se volteó para mirar a Erik – iba en serio, pero no era una lucha a muerte, sólo quería agotarlo o derrotarlo… Conforme, o al menos aparentemente, la chica sonrió y se colocó el cinturón de nuevo, lanzó una fugaz mirada al cuerpo y se dio la vuelta dispuesta, esta vez sí, a marcharse, pero antes se detuvo una vez más. - Aseguraos de llevarlo ante un buen curandero ¿vale? Y por favor… si volvemos a vernos, no permitas que vuelva a repetirse esto. Dicho esto alzó la cabeza para mirar al boquete abierto por los rayos del Castigo Divino, que parecía pensar en utilizar para irse, pero inevitablemente se dio la vuelta cuando una muy débil risa los sobresaltó a los tres. - ¡¡¡Erik!!! En efecto era él, reía y tosía de tal forma que parecía extremadamente doloroso, pero sonreía y tenía los ojos abiertos, mirándolos a todos. - Va… vaya combatito ¿eh, tío? – tosió – me has… me has dado bien… - ¡Erik! – exclamó ella, corriendo de nuevo hacia el pelirrojo - ¡Estás despierto! ¿¡Cómo es posible!? - Bu-bueno… s-soy duro de… pelar... - ¡Vale ya, tío! ¿¡Cómo puedes hablar tan tranquilo!? ¡Casi te mato! ¡Casi nos matamos! - Sí, pero – sufrió un violento ataque de tos que tuvo que sofocar para continuar - ¿Y lo b-bien… que lo hemos pasado? - Anda, cierra el pico - intervino Simon – que voy a levantarte. Entre los tres, lo movieron con cuidado hasta que quedó convenientemente apoyado entre su hermano menor y Luis, tras lo que Claire se dirigió a él. - Ahora deberías curarte en condiciones o no aguantarás mucho, no he podido hacer gran cosa por ti. - Jejeje… ¡Gra… gracias! La joven se dio la vuelta y sonrió, y tras un escueto “A ti” se despidió y se marchó a través de los destrozos provocados por el rayo. - Bueno… parece que Loretta va a tener faena esta noche – comentó Simon mientras se dirigían hacia la puerta. - Eso parece – corroboró el español. Continuaron avanzando lentamente, deteniéndose sólo para recoger las armas, en silencio, hasta que Erik abrió la boca para decir una cosa más antes de caer inconsciente. - Ahora que sabes… hasta donde puedo… llegar por ella… ¿Me… escucharás? Luis se hizo el sueco y, con su mano libre, empuñó su Yasutsuna y cortó con facilidad las ya podridas raíces que bloqueaban la puerta que daba al exterior, donde fueron acogidos con aclamaciones y vítores por los supervivientes, aunque el Fernández no podía evitar sentir una gran amargura por el peso de la culpa. Entre tanto, otra reunión tenía lugar en el terrado de uno de los edificios cercanos, donde una Claire agotada acudía a ver a dos extrañas figuras que allí le esperaban. - Listo, ya he destruido el cuadro, misión cumplida – informó a las dos sombras. - Sabíamos que serías capaz, querida – respondió con regocijo una dulce pero envejecida voz – de entre todos nosotros eres la única que puede dominar el poder de las pinturas de Brauner sin destruirlas desde dentro. - No lo creo – objetó la muchacha – ustedes dos desprenden un poder enorme y saben mucho sobre Brauner, estoy segura de que podrían haberse encargado perfectamente. - Ya te dijimos esta mañana de antemano que no – contestó la otra voz, también femenina y envejecida, pero mucho más dura – no podemos, tu poder es el único que puede doblegar al de otros vampiros. - ¡Saben demasiado sobre mí! – protestó irritada - ¡Mi padre se encargó de que nadie tuviera acceso a esa información! ¿¡Son de la iglesia!? - No, pero fuimos tus comadronas – respondió la primera voz –Dana era como una hija para nosotras y quiso que nos hiciéramos cargo del parto. - Por eso sabíamos a quien debíamos acudir – continuó la segunda – has salvado París ¿lo sabías? Claire permaneció unos segundos en silencio antes de contestar a aquello. - ¿Y de qué me sirve salvar una ciudad si apenas puedo salvar una simple vida? – preguntó al aire con pesar. - Sí, sabemos lo que ha pasado ahí dentro – comentó la segunda voz. - Estás tan agotada que traes tu mente abierta de par en par ¿sabes? - Entonces ya saben que deben curar a Erik con urgencia ¿verdad? Su vida pende de un hilo. - Sí, ahora iremos a casa de nuestro nieto – resolvió la primera voz. - Y luego nos va a tocar hablar muy seriamente con Luis… - Sálvenle la vida, por favor – pidió escuetamente antes de darse la vuelta y encarar su ruta de escape. - Eh, espera – la detuvo la segunda voz – olvidas tu pago. La muchacha cogió al vuelo un sobre bastante abultado, al abrirlo encontró en él varios billetes de 500, 100, 50 y 10 € - ¿Dinero en efectivo? – preguntó con los ojos como platos. - ¿Cuánto tiempo crees que podrás usar la tarjeta que Erik te dio antes de que te localicen? – espetó la primera voz – su intención fue buena, pero a la larga puedes correr más peligro así; usando efectivo estarás más segura. - También hablaremos con Rose para que relaje la vigilancia en esta ciudad, así al menos por parte de la hermandad podrás estar más tranquila. Agradecida, sonrió y asintió con la cabeza, se guardó el sobre en un bolsillo y se marchó sin mediar palabra, tras lo que las dos sombras miraron en dirección a casa de François. - Bueno, hermana… parece que vamos a estar ocupadas esta noche ¿eh? – comentó la primera voz. - Muy cierto, Loretta. Será mejor que nos demos prisa. ---------------------------------------------- Como lo agarré después de dos meses de inactividad pues de la segunda mitad palante no me convence del todo, pero aún así me alegro de haber podido terminar este capítulo que hace mucho tiempo que deseaba escribir. Espero que disfruteis leyéndolo tanto como yo escribiéndolo. En fin... ya nos veremos manitos, que hoy tengo internet por tiempo limitado, así que estoy aprovechando para actualizar el trasto este a saco (me lo cortaron recién bajado el Service Pack 3 ^^U) y de camino publico ésto. Ah, y tengan todos una feliz navidad ¿ci? ¡A cenar y a por el 83! El día se acaba, y rara vez a esta hora suelo estar tan contento y tan sumamente cabreado al mismo tiempo, y es que esta tarde he tenido triple faena, de la cual he sacado experiencias satisfactorias y cabreantes por igual.
En primer lugar, he ido a casa de un colega a revisar el techo de su baño, ya que le hice un seguro de hogar a su familia y aunque a ellos les bastaría con llamar al tlf de asistencia en hogar han preferido hablar conmigo ya que soy su mediador, para que yo me encargara de dar parte a la compañia. Hasta ahí bien, por un lado pienso "Mi primer parte a la empresa!" y la nueva experiencia - que tampoco es que sea gran cosa, ojo - me anima y me revitaliza y por otro resulta que el problema viene de la tubería del váter de la vecina de arriba, la cual casi nunca está en casa, por lo que aquí tiemblo al pensar que me va a tocar localizarla para avisar y que se ponga en contacto con su seguro... cosa que, me temo, no hará ni queriendo... En fin... no deja de ser una anécdota de curro, y es que lo que realmente da nombre a la entrada viene justo ahora, ya que tras terminar de currar he ido al Cash a ver con qué me encontraba, comprobando que el saqueo de ayer fue fructífero y que, retro al menos, no quedaba gran cosa interesante, pero aún así no me he marchado sin un pequeño botín: Sonic y Sonic 2 para Master System a 1,50 € cada uno, habiéndolos pagado con lo que me han dado por dos teclados de PC que he vendido... bien, esa es la parte buena (sobre todo porque al fin podré desempolvar la Master System II), la mala ha venido al ir a recoger mi PC tras dos meses de larga espera y: - Pasar 2 horas esperando cuando recien llegado me dicen "está casi listo" - Llego a casa y resulta que el bicho no arranca, por un lado mi XP (Original, un HDD que tenía el SO preinstalado de mi antiguo Pavillion) me pide autentificación y por otro el Ubuntu 9.04 no pasa de la pantalla de carga, por la descripción parece ser el famoso problema de incompatibilidad con las tarjetas ATi pero a saber, el caso es que sigo sin PC... Un día más no me importaría, de no ser porque tengo mi flamante torre nueva justo delante de mí. En fín... día de alegrías y de cabreos, pero con una decepción especialmente fuerte con el tema del ordenata. Mañana por la mañana me toca viaje a la tienda, y no veais lo que me jode. Mas me vale esta noche lograr un milagro. Publicado: 18:37 10/12/2009 · Etiquetas: · Categorías: Delirios y Cabreos Pikmin :
Acabo de terminar de trabajar (teoricamente curro sólo por la mañana, pero ir a cobrar recibos es parte del tajo) de modo que por fin puedo sentarme en mi cama y, tranquilamente, hablar de mi primer saqueo en el Cash de Almería que, felizmente, ha abierto esta mañana.
Y es que hacía tiempo que no experimentaba la sensación de comprar GANGAZAS, ni siquiera cuando me hice con el Alien Hominid, y aún así se me han escapado algún que otro título por haber tenido la mala suerte de haber sido atendido después de otro friki que iba con exactamente las mismas intenciones que yo xD. - Logitech Cordless Keyboard for Wii: 8 € El teclado con el que estoy escribiendo esta entrada y que ha sustituído a mi teclado genérico USB del Carrefour al que se le atascan las teclas xd, muy pequeñito, potito y con el mismo tipo de gloss que la propia Wii, hace juego el jodido y todo. - Super Princess Peach: 6 € Completo, con caja y puntos VIP sin rascar, como nuevo, vamos ^.^ Este lo vendí en una de las grandes "recesiones" de mi familia y me alegra haberlo podido recuperar sin apoquinar 24 € en GAME - Dragon Quest VIII: 5 € Este ha sido un mpulso, pero lo cierto es que le tenía ganas y siempre me ha gustado verlo en capturas, además que coño, que es el único RPG que tengo actualmente en la PS2 y estar así es desperdiciar la consola. Rogue Squadron III Rebel Strike: 1 € La bestia parda gráfica de GC ¡1 euro!, la tercera entrega de la gran trilogía Rogue Squadron ¡1 € ¡Cagonlaputaquelosparió! Apenas lo he visto he agarrado a un dependiente y me lo he llevado casi a rastras a la vitirna para que me lo saque junto a... Starfox Adventures: 1 € No profeso mucha simpatía hacia este juego, eso no es un secreto, pero ahora que estoy en plena exaltación zéldica tirar de un wannabe para desempacharse de Link me parece buena idea y además, es el último juego de RARE para sobremesa en GC, hay que tenerlo aunque coger la caja te provoque urticaria, y por el precio de un café no comprarlo es una gilipollez Y la sorpresa del día: Wario ware Twisted: 3 € Cuando he visto el cartuchaco ahí suelto con los demás casi me da un algo, como con los juegos de GC he agarrado al dependiente más próximo y no he parado hasta que me lo han sacado. Joder 3 eurazos y le he metido unos vicios en el bus de infarto, ahora entiendo por qué se dice que es el mejor Wario Ware, casi podría decir que merece ese título, a falta de viciar a fondo el Touched (que por cierto también estaba) Total: 24 €, 19 descontando el vale de 5 € que me dieron al ir a vender unas cosillas. Y bueno, juegos que se me han escapado, que no han sido pocos: Bomberman64, ISS64, Fifa '98 (vers, 64), Final Fantasy VII, CastleVania Curse of Darkness... y había ahí una DreamCast completita que no me he llevado porque se salia de mi presupuesto, y es que me he permitido esto porque con los pagos del mes y todo aún me sobraban pelas y todavía me ha quedado un restillo para emergencias (sin tomar en cuenta los recibos que empiezo a cobrar desde hoy). Gracias a dios y poco a poco, estoy medrando, aunque sea a base de pólizas warrillas. ULTIMA HORA: ¡¡¡ME HAN CONCEDIDO EL PRESTAMO ICO PAL ORDENADOR! Hoy estoy que no cago goder ^.^ Publicado: 17:13 03/12/2009 · Etiquetas: · Categorías: Delirios y Cabreos Pikmin
Pues sí, a menos que se alineen los astros estas navidades y me concedan el Plan Avanza para mi nuevo PC ya tengo escogido mi entretenimiento: rejugar, uno por uno todos los Zelda 3D que poseo, de modo que la cosa quedaría tal que así:
1.- Ocarina of Time Juego que, de hecho, ya he empezado (acabo de entrar en el Mercado de Hyrule) y que aunque a mi juicio ha sido superado por TP sigue conservando su gran magia, a estas alturas (voy a rejugada por año) me lo pasaré en lo que tardo en tirarme un cuesquete, pero es un imprescindible. Versión: Collector's Edition 2.- Majora's Mask Patito feo para muchos, obra maestra para otros tantos, raro de cojones para mí. Aparte de ser la continuación natural de Ocarina está entre mis juegos favoritos, además me resulta con diferencia el Zelda más difícil pero ¡Eh! Ya me lo pasé en el pasado Versión: Collector's Edition (soy masoca, lo se) 3.- Wind Waker No es que me lo vaya a rejugar, es que aún no me lo he acabado, así que a ver si finiquito la puñetera búsqueda de la trifuerza, que es el único Zelda que aún no me he pasado (es que la 2ª mitad es peñazo con ganas oiga) Versión: Pues la Ed. de Colecionista dorada oiga 4.- Twilight Princess Mi favorito, y el broche de oro para la maratón, debo confesar que esta será la primera vez que lo rejuegue al completo, de modo que la majia será doble al redescubrirlo ^.^ Versión: Wii ------------------------------------- Añoro mi ordenata, coño |
Blogs en Vandal · Contacto · Denunciar Contenido