Prelude of Twilight

Publicado: 17:11 27/12/2011 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Not over yet

Cuando Simon, Claire y Luis alcanzaron la puerta principal de Nôtre Dame casi no podían creérselo, había sido un escape accidentado y, especialmente en el último tramo, demasiado peligroso al desprotegerse para llevar Luis en brazos a René  y servir Simon de apoyo a la muchacha. Cuando al fin pisaron suelo firme y la fría brisa de la noche parisina acarició sus rostros el agotado Belmont devolvió su aura a su estado normal y se dejó caer de rodillas, mientras Claire se deshacía de su apoyo y se movía hasta quedar tumbada boca arriba sobre el firme.

- Er... ¿Estáis bien? - Preguntó el español casi burlándose del deplorable estado de sus compañeros.

- Que... te... jodan... - Respondió el chico casi sin aliento.

- Lo... logramos - Claire, también jadeante, empezó a sonreír poco a poco a poco - Lo... ¡Lo logramos! - Repentinamente empezó a reír, era una risa aliviada y eufórica - ¡Lo logramos! ¡Lo logramos! ¡Ahahahahahahah!

El español no pudo hacer otra cosa que sonreír también, el durmiente René era una prueba de su victoria, aunque...

Dejaron pasar un par de minutos en silencio mientras la respiración del Belmont se normalizaba y ella apagaba su risa poco a poco, de repente parecieron compartir el mismo pensamiento: "Erik sigue ahí abajo"

La joven británica empezó a moverse lentamente hasta quedar sentada, su rostro estaba constreñido por el dolor, pero ello no parecía detenerla.

- Alguien tiene que bajar a ayudarle - Lanzó al aire mientras miraba a la puerta abierta de la catedral.

Simon, que parecía haber recuperado un poco sus fuerzas, asintió y se incorporó hasta quedar en pie, sin decir nada llevó la mano a la empuñadura de su látigo y la cerró sobre ella con decisión.

- Supongo que no estaréis hablando en serio - Los interrumpió el español - Claire, tú nunca has combatido junto a Erik, así que no puedes saber cómo piensa, pero... - Clavó sus ojos en el Belmont - Simon, sabes que si bajas ahí te volverá a mandar para arriba de una patada en culo.

- No te... entiendo - Articuló Claire mientras miraba al Fernández a su vez.

- El plan de Erik era librar este combate en solitario desde el principio - Explicó - Por eso preparó una ruta de escape - Se llevó la mano a la barbilla y bajó la cabeza, pensativo y hablando para sí mismo - Lo hace siempre que piensa que puede poner en peligro a sus compañeros, eso significa que de verdad...

Un temblor detuvo sus cavilaciones, los tres cazadores sintieron un potente estallido de energía mágica procedente de las profundidades del lugar.

- ¿¡Qué ha sido eso!? - Exclamó ella, alarmada, mirando al suelo.

- ¡Una explosión! Ese aura... ¿¡Mi hermano!?

- Era el poder mágico de Erik, no cabe duda - Observó el español - Pero también había energía espiritual - Suspiró - Era lo que yo pensaba, planeaba usar el Sekishiki Kisouen.

- ¿Un... conjuro Sekishiki? - Preguntó la muchacha sin terminar de creerlo - Eso es nigromancia ¿Él puede...?

- No expresamente - Respondió al instante - Pero hace unos días las hermanas Lecarde lo llamaron para quedarse con ellas un día entero. Al parecer lo prepararon para esta batalla - Añadió torciendo el gesto.

En lo más profundo de la Catedral del dolor, en el salón del trono donde había tenido lugar la deflagración, el polvo se asentaba lentamente en el suelo, ahora cubierto de lo que antes eran los millares de restos óseos que recubrían paredes y techo. Una única figura se mantenía en pie en mitad de los escombros, avanzando lentamente hacia el fondo de la habitación.

- Así que has sobrevivido... - El pelirrojo caminaba lentamente abriéndose paso a través del polvo - ¡Desde luego eres duro de pelar! Supongo que por algo eres un Lord.

Esperó pacientemente donde antes se encontraba el trono, destruido por Simon hace un rato, mientras la visibilidad regresaba poco a poco, no contuvo la sonrisa al darse cuenta de que sus palabras recibieron como respuesta un gorjeo, casi como un débil gruñido que pretendía resultar agresivo o intimidante.

Cuando la polvareda se disipó encontró ni más ni menos que lo que esperaba ver: Un cuerpo calcinado casi incrustado en la pared frente a él, le faltaba medio brazo derecho y su carne se había convertido en una supurante masa requemada. Por otro lado él mismo tampoco presentaba un aspecto muy alentador: Su cabello se había chamuscado en algunos puntos y presentaba quemaduras de aspecto doloroso en ambos brazos y la mejilla derecha, aunque no parecía darles la más mínima importancia.

- ¿Qué... has... hecho? - Preguntó el cuerpo, que no era otra cosa que lo que quedaba de Guilles De Rais, con voz ronca y débil.

Erik se cruzó de brazos, mirando al vampiro con una mezcla de severidad y suficiencia.

- A grandes rasgos, he vuelto tus armas contra ti usando un viejo conjuro oriental que permite convertir los espíritus en un potente explosivo. Es uno de los muchos conjuros "Sekishiki" - Agregó - Como buen Lord vampírico que eres supongo que lo conocerás.

De Rais emitió una risa débil.

- ¡Nigromancia! - Articuló - Qué... ironía ver a... un Belmont... hacer uso de ella.

El Belmont dejó pasar unos segundos mientras lo miraba en silencio, observando los efectos de su técnica.

- El combate ha terminado - Sentenció - Te he abrasado de dentro a fuera y, como dije antes, he usado mi propio fuego, así que no te regenerarás - Endureció la mirada, sus ojos turquesa resultaban particularmente amenazantes - Ahora vas a responder a mis preguntas, De Rais.

Ahora el Lord rió con fuerza, pero sus carcajadas quedaron inmediatamente ahogadas por una repentina tos y el más insoportable de los dolores.

- Tú... ¿¡Tú!? Tú vas... ¿a interrogarme? - Trató de reír de nuevo, en esta ocasión forzadamente - ¿Por qué iba... a contestar a nada?

- Por esto - Mirándolo con frialdad e incluso con cierto odio, Erik apuntó con su mano derecha al vampiro y le lanzó una lengua de fuego débil, pero lo bastante caliente como para hacerle gritar de dolor - No eres muy amigo de sentir dolor ¿Verdad? ¡Te haré pasar las de Caín como no me respondas!

Guilles quedó jadeando pesadamente una vez disipada la corrosión del fuego, mirando al cazador con odio.

- Así que... vas a conseguir tu... información... torturándome... - Habló entre jadeos - Eso no te... hace diferente... de mí... chico - Terminó la frase con una carcajada sarcástica.

- Es posible - Replicó el Belmont mientras le lanzaba una mirada de desprecio - Aunque desde luego tengo mis razones ¿Cuales son las tuyas, De Rais?

- Haaaaaa... Haaaaaa... - Cerró los ojos con una indescifrable sonrisa - Placer...

Erik sonrió a su vez, soltó una débil risita y se dirigió lentamente hacia su enemigo para, cuando lo alcanzó, agarrarlo del cuello y desincrustarlo del muro.

- No dudo que eres un sádico desviado de la peor calaña - Le espetó mientras lo levantaba hasta dejarlo por encima de su cabeza - Pero dijiste a mi hermano que esos niños formaban parte de un plan. Repetiré la pregunta, De Rais: ¿Por qué los torturaste?

El Lord volvió a reír débilmente a pesar de la presa del cazador sobre su cuello.

- Si te lo... contara... te cagarías de miedo... muchacho...

La respuesta a esto no se hizo esperar, y llegó en forma de un poderoso puñetazo que lo lanzó volando unos cuantos metros.

- No me importa manchar los calzoncillos - Contestó el Belmont - ¡Habla!

De vuelta a la superficie, Simon se había cansado de escuchar la palabra Sekishiki y había exigido una explicación clara y concisa a Luis ¿Qué era? ¿Y por qué era malo?

- A veces me olvido que no has aprendido igual que nosotros - Suspiró el Fernández - Para ser exactos ¿Sabes lo que es el Pesebre? Y por favor, ahórrate chistes sobre belenes - Simon negó con la cabeza - El Pesebre - continuó - es la puerta por la que entran las almas al más allá según algunas culturas, dicha puerta se encuentra en la constelación de Cáncer, y en Asia se la conoce como Sekishiki.

El muchacho asintió, era interesante y, sobre todo, sospechosamente similar a un manga que había leído con su hermano meses atrás.

- Los... conjuros Sekishiki - Continuó Claire - Suelen consistir en la apertura del Pesebre para invocar almas.

- Como por ejemplo el Tetra Spirit - Añadió el español - Pero la verdadera definición es la de todo conjuro que permita utilizar espíritus como armas. El kisouen... es perfecto para Erik - suspiró - Sekishiki Kisouen puede traducirse aproximadamente como "Crematorio de almas" y permite usar los espíritus como material inflamable e incluso explosivo.

- Entonces... - Simon abrió los ojos de par en par - ¿¡Erik ha usado los brazos de De Rais como...!?

- Sí, como bombas - Completó la joven.

El Belmont quedó atónito, dejando de lado el aspecto macabro de aquella técnica mágica ahora le resultaba obvio por qué su hermano había querido luchar sólo. Únicamente le quedaba una duda, y su cuñado ya se ocupó de plantearla por él.

- Es un conjuro muy peligroso - Comentó - A menos que se domine es necesario entrar en contacto con los espíritus para contaminarlos y hacerlos estallar... Espero que haya medido bien la potencia de la explosión.

Los tres se quedaron en silencio, pensativos y con el desasosiego de pensar que aquel conjuro convertía al pelirrojo prácticamente en un Kamikaze. Erik era un luchador sensato, pero seguramente no escatimaría esfuerzos a la hora de acabar con Guilles De Rais.

En esta tesitura algo los interrumpió, eran unos pasos apresurados y un aura potente pero pacífica que se aproximaba desde el acceso principal a la Île de la Cité, los tres miraron en dirección al lugar para encontrar una figura corriendo hacia ellos.

- ¡EEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEHHHH! ¿¡ESTÁIS BIEN!?

Era François, la luz lunar permitía distinguirlo bien a pesar de la noche cerrada e iba convenientemente preparado para la batalla con unas botas altas reforzadas, unos vaqueros de aspecto sólido y una camiseta rematada por dos hombreras articuladas de metal y dos brazales acorazados con sus correspondientes mitones, sujetando en la mano la lanza Alcarde.

- ¡François! - Exclamaron Luis y Simon casi al unísono.

Permanecieron en su lugar hasta que el Lecarde los alcanzó - Claire, aunque no podía moverse mucho, se desplazó hasta quedar relativamente oculta tras el español - y lo primero que Luis hizo fue señalar al pequeño René, aún en sus brazos, mientras exclamaba con alegría "¡Mira quién está aquí!"

- ¡René! - Fran apretó el paso hasta llegar al Fernández y, con alegría, tomó y abrazó a su hijo, riendo y dejando la lanza en el suelo - ¡Lo habéis rescatado! ¡Gracias, tíos! ¡Gracias!

Simon sonrió y miró a su compañero, que sonrió a su vez.

- Si tienes que agradecer a alguien, desde luego no es nosotros - Repuso el español - Si no - Se echó a un lado para descubrir a la joven británica - A ella.

El gesto de François cambió de repente al verla, pero no adoptó expresión de asco, odio o rechazo, si no de sorpresa.

- ¿¡C-Claire Simons!? - Exclamó.

Claire, sin articular palabra, miró alternativamente a ambos cazadores.

- De no ser por ella - prosiguió Luis - Jamás habríamos liberado a tu hijo de la ilusión en la que De Rais lo había atrapado, ni habríamos podido sacarlo de allí, en última instancia yo diría que le debes la vida de tu hijo... y nosotros las nuestras, por supuesto.

La muchacha lo miró con los ojos como platos mientras Fran la observaba detenidamente, estaba herida y cubierta de sangre, y aquella perforación de su brazo tenía un aspecto bastante feo ¿De verdad la peligrosa asesina buscada por la hermandad y la iglesia había arriesgado tanto por un bebé al que no conocía de nada?

- Es... ¿Es verdad eso? - Alcanzó a articular finalmente.

- ¿¡Ah!? - Se sorprendió, no esperaba que le dirigiera la palabra - Yo... bueno... sólo hice lo que debía hacer...

El Lecarde sonrió ampliamente.

- Ya veo... entonces no eres tan mala como te pintan - Repentinamente agachó la cabeza, casi haciendo una reverencia - Te debo la vida de mi hijo ¡Muchas gracias!

Claire dejó caer la testa a su vez mientras buscaba las palabras.

- No... yo no... - Alcanzó a articular con un hilo de voz, abrumada - Yo sólo...

No sabía qué decir, no tenía forma de encontrar las palabras adecuadas, después de dos años de huídas, luchas y traiciones de repente recibía un agradecimiento sincero, su vista se nubló mientras sentía dos cálidas mejillas nacer de sus ojos.

- O... ¡Oye! - François, alarmado, se dispuso a arrodillarse para ver qué le pasaba, pero Luis lo detuvo con un gesto de su mano.

- Está bien, tío - Le dijo mientras miraba a la muchacha - Creo que hemos tocado en alguna fibra sensible. Oye - Volvió la cabeza hacia él - René está vivo y dormido mediante magia, será mejor que compruebes que está del todo bien, eres su padre, conoces sus entresijos mejor que nosotros.

- Vale - Asintió el aludido - Ya lo había pensado de todas formas, me retiro unos metros, ça va?

Luis asintió y lo observó apartarse mientras se sentaba al lado de Claire.

- ¿Estás bien? - Preguntó.

- Por... ¿Por qué has hecho... eso? - Preguntó ella a su vez mientras se secaba las lágrimas con el dorso de la mano.

- Porque mi lema es "Al César lo que es del César" - Respondió - Los agradecimientos a quien los merece.

- ¡Pero...!

Para su sorpresa, Luis le dio una palmada amistosa en el hombro.

- Tengo que pedirte disculpas - Reconoció - Te había prejuzgado como una asesina sanguinaria y sin escrúpulos y resulta que lo que he visto es todo lo contrario. Jamás pensé que arriesgarías tanto por alguien que no conoces ¡Incluso poniendo tu cuerpo en la cuerda floja al detener el tiempo!

La expresión de sorpresa de la joven creció.

- ¿¡Cómo lo has sabido!?

- ¡Obvio! - Rió él - La primera vez podía pasar por otra cosa, pero la segunda... Ahora que estamos tranquilos he podido recapitular y darme cuenta de lo que pasaba - Su rostro se tornó serio - No era el stopwatch, si no cronomancia ¿Verdad? Por eso el sangrado de tu nariz.

- Agoté mi poder mágico - Reconoció ella - pero tenía que hacerlo.

- Deberías tener cuidado con eso - Advirtió, más serio - Moverse fuera de la corriente temporal puede provocar daños irreparables en un cuerpo mal preparado.

- Soy cronomante, así que conozco los riesgos - Replicó - Aún así ¿Por qué la advertencia?

- Porque - La sonrisa regresó al rostro de Luis - Eres de los nuestros, y yo siempre cuido de mis compañeros.

De vuelta a la sala del trono, Erik contemplaba los despojos de su adversario empuñando su Salamander envainada, sabía de sobra que no estaba ni de lejos en condición de atacarlo, pero aún así estaba listo para cualquier cosa.

- ¿Un ritual has dicho? - Preguntó con el ceño fruncido - ¿Con las almas de los niños?

- E...xacto - Corroboró De Rais - El ritual de las... siete almas...

- ¿Para qué es ese ritual? - Incendió su aura, como amenazándolo con abrasarlo de nuevo.

El Lord rió débilmente.

- ¡Responde! - Lo apremió el cazador mientras desenfundaba ligeramente su espada, dejando escapar una pequeña llamarada.

- ¡Poder!

Erik arqueó las cejas.

- ¿Po... der?

- Tú lo has... vivido - Articuló con un hilo de voz - El... poder que generan los... sentimientos negativos... O... ¡Odio! ¡Tristeza! ¡Incompren... sión! Las almas puras de unos... niños... retorcidas para sentir eso por... primera vez ¡Nada genera más... poder que eso!

- ¿Con qué objetivo? ¿Quién recibiría ese poder? - El vampiro rió maliciosamente ante la pregunta - ¿¡Qué pasa, quieres sentir más dolor!?

Guilles seguía riendo con algún ocasional ataque de tos por lo que el pelirrojo, harto, desenvainó y frotó la punta de su espada contra el suelo, enviando una llamarada a aquella extraña parodia de humano, que nuevamente se deshizo en alaridos de dolor.

- Te haré otra pregunta, y más te vale responder - Concedió, asumiendo que no obtendría respuesta a la cuestión anterior - ¿Cuántos Lores han regresado?

Cuando el fuego se disipó De Rais estaba sin aliento, aún así entre jadeos alcanzó a acrecentar su sonrisa.

- Cuántos... hemos... vuelto... - Intentó reír, pero un ataque de tos lo sofocó rápidamente - ¿Te... preocupa?

- Orlox, Barthory - Empezó a enumerar el pelirrojo - Brauner y tú, sin contar a la Muerte ¿Cuántos habéis vuelto? ¿Qué significa esta reunión? - Apretó los dientes - ¿Qué os traéis entre manos, De Rais?

- Ni siquiera puedo... decirte cuántos somos... ahora - Su respiración se normalizaba, aunque el daño pulmonar había convertido su voz en una ronquera cavernosa - Cuando parecía que... estábamos... todos... trajeron a... Brauner...

Erik frunció el ceño ¿Brauner era la última incorporación entonces?

- No... somos los únicos... - Prosiguió - Habemos más... y todos tenemos... el mismo objetivo...

- ¿Cuántos? - Insistió el cazador, obteniendo como respuesta un silencio únicamente roto por la respiración del Lord - ¿¡Cuántos!?

Nuevamente sin respuesta, Erik se dirigió hacia él a paso ligero y una vez a su altura, lo alzó de nuevo agarrándolo del cuello para, en esta ocasión, clavarle su Salamander en sentido ascendente partiendo del estómago y liberar una débil llamarada, una vez hubo terminado extrajo la espada y lo estampó contra el suelo.

- Cuántos... no... puedo... decir... - Balbuceó el vampiro, a quien el último ataque parecía haber dañado gravemente la lengua - Vosotros... no... oportunidad...

Entonces había más... El Belmont se detuvo a reflexionar por un momento ¿Debía continuar con el interrogatorio? En esta ocasión se había excedido y el vampiro no podía ni hablar ¿Merecía la pena continuar?

La siguiente pregunta pugnaba por salir, y llevaba ahí desde que habían entrado en la catedral.

- ¡Alicia Fernández! - Dijo finalmente - ¿¡Qué intenciones tenéis con ella!?

- Esa... chica... - Articuló sin esperar siquiera un segundo - Sangre... Belnades... pu... pura... ¡Poder! - El énfasis en la última palabra sorprendió al Belmont, tanto los niños como su hermanastra parecían tener el mismo papel en aquel "plan" - ¡Poder! Re... Retorno... ¡Oscuridad!

El pelirrojo sacudió la cabeza mientras el vampiro se deshacía en una risa histérica, era imposible entender sus frases, que ahora no parecían ser más que palabras inconexas.

Poder... Oscuridad... ¿Retorno? La sangre de los Belnades ¿Qué tenía que ver con todo aquello?

En la superficie, François, con su hijo dormido en brazos, regresaba junto a Luis, que mantenía su mano derecha sobre la cabeza de Claire, cuyo cuerpo emitía un tímido resplandor blanco mientras sus heridas sanaban poco a poco, Simon se encontraba cerca de ellos, sentado y mirando a las estrellas.

- ¿Qué tal el niño, Fran? - Preguntó el Fernández, desviando momentáneamente su atención hacia su amigo.

- Bien, a Dios gracias - Respondió él - ¿Transferencia de poder mágico? - Observó en relación a lo que hacía Luis.

- Ajá - Afirmó él - Claire conoce algo de magia sanadora y está herida, pero agotó su poder ayudándonos, así que pensamos en esto.

El francés asintió sonriendo mientras contemplaba cómo las laceraciones se cerraban poco a poco, su sonrisa no tardó en disolverse mientras pensaba en lo bien que le hubiera venido a él saber algo de magia blanca.

- ¿Cómo está Elisabeth, por cierto? - Preguntó por su lado Simon, sin bajar la vista aunque con un notable tinte de preocupación en su voz.

- Bien... más o menos - Alcanzó a responder Fran tras unos segundos meditabundo - Las heridas que dejó el atacante eran terribles, se ha estabilizado gracias a los cuidados de mis abuelas.

- ¿Y quién es, si puede saberse? - Intervino Luis - Parecíais conocerla los dos, hablasteis de "ella"

François torció el gesto.

- Es una historia larga y no muy agradable de contar - Repuso - Casi prefiero esperar a que todo esto termine para explicároslo - Dejó pasar unos segundos después de estas palabras, todos pensaron incluso que ya había terminado cuando de repente añadió algo más - Pero tened bien clara una cosa: No descansaré hasta encontrarla y devolverle cada golpe que propinó a Eli.

La conversación parecía continuar cuando de repente algo lo interrumpió, era algo así como una risa leve y burlona que resonó casi en el interior de sus cabezas y los sobresaltó, haciéndolos buscar la fuente.

- Me parece que te voy a ahorrar el trabajo de buscarme - Dijo una voz grave y femenina, aparentemente la misma que se había reído segundos antes - Aquí me tienes, François, si deseas vengar a tu esposa.

Los cuatro cazadores movieron la cabeza a vez, encontrando una figura femenina encapuchada que caminaba tranquilamente hacia ellos, portando en su espalda una extraña lanza negra, cuyas considerables dimensiones eran similares a las del asta del Lecarde.

Claire, que hasta el momento había continuado con la autocuración, se incorporó rápidamente y miró a la figura recién llegada con una mezcla de odio y temor.

- T-tú... ¿¡Qué haces tú aquí!?

En el salón del trono Erik desenvainaba su Salamander, dispuesto a dar fin definitivamente a la existencia de lo que antes era Guilles de Rais y ahora, después de haber sido preguntado por Alicia, sólo escupía un batiburrillo de palabras sin sentido intercaladas con risotadas histéricas.

- Bien, Guilles, se terminó - Dijo el pelirrojo mientras contemplaba el filo de su espada - Creo que ya tienes una ligera idea de lo que sufrieron esos niños antes de que los ejecutaras.

- Tú... ¿matarme? - El vampiro rió de nuevo, aunque esta vez sus palabras parecían guardar cierta coherencia - Idiota... tú... sabes... ¡Nada! Tú... ¡Morirás!

Lo compadeció por un momento pensando que había perdido definitivamente la cabeza, pero entonces algo cambió.

Aún sin el ojo de la verdad empezó a sentir el aura de De Rais, un aura oscura y que transmitía una sensación de pavor que tuvo que esforzarse por controlar. ¿Qué estaba pasando? ¡Aquella presencia era aplastante!

Su instinto le llevó a protegerse con el brazalete de Leon Belmont justo antes de salir despedido hacia atrás, volando unos cuantos metros y sintiendo como si le hubiera caído un árbol encima, lo mejor era que encima la reliquia había absorbido gran parte de la violencia del golpe, pero sobre todo se sorprendió cuando miró hacia donde se hallaba De Rais y contempló algo que lo dejó atónito:

El Lord estaba de nuevo en pié, y su cuerpo parecía crecer mientras sus huesos y músculos desnudos crecían, se regeneraban y reordenaban a una velocidad pasmosa, recuperando su mano y antebrazo y dando lugar a una criatura realmente grotesca.

- ¿Pero qué coño...?

Lo que se alzaba ante sus ojos estaba bien lejos de ser humano, a ojo de buen cubero podía medir dos metros y medio y su cuerpo había pasado de ser el de un elegante hombre joven a una monstruosidad con piernas y brazos anormalmente largos y delgados y un torso huesudo en cuya silueta se dejaban ver las costillas, clavículas y cadera, el rostro, levemente oculto entre las sombras, dejaba entrever unos colmillos sobredimensionados y unos ojos que habían perdido sus pupilas.

De repente el ser rió con una estruendosa carcajada.

- ¿¡Creías que esto había acabado!? - Exclamó con una voz sobrenatural que parecía contener las voces de mil almas torturadas - ¿¡Pensabas que ibas a acabar conmigo!? ¡¡IDIOTA!! ¡¡¡No es tan fácil librarse de un Lord!!!

De vuelta a las puertas de Nôtre Dame, el cuarteto contemplaba a la figura encapuchada, a la cual Simon y Luis trataban de identificar escudriñando entre las sombras, pero François y, sobre todo, Claire, reconocían a la perfección.

- ¿¡Oh!? - Exclamó la mujer con un deje de malévola alegría - ¡Pero si Claire Simons también está aquí! Parece que esta noche mataré muchos pájaros con muy pocos tiros.

El Lecarde miró a la aludida, desconcertado.

- La... ¿La conoces? - Preguntó.

- ¿Que si la conozco? - Respondió ella - Es uno de los cazarrecompensas que lleva dos años haciéndome la vida imposible.

- ¿Quién... diablos es? - Articuló el español por su parte.

Simon no hablaba, pero sí apretó los dientes cuando la recién llegada desplegó su aura, pesada, extraña y poderosa, que hizo hervir su sangre como ya ocurrió con la Muerte y el vampiro que se llevó a Alicia.

- N-Nadie la conoce - Explicó la muchacha, mientras contemplaba a la encapuchada acercarse lentamente - Es una cazarrecompensas que actúa en la sombra... ¡Pero yo la conozco bien! Me dijo su nombre la primera vez que luchamos, es - tomó aire, como si la mera idea de pronunciarlo la atemorizara - ¡Sapphire LaForeze!

La lancera sonrió bajo la capucha mientras los ojos del Lecarde se abrían de par en par, incapaz de creer lo que acababa de escuchar.

- ¿Qué... has dicho? - Miraba alternativamente a ambas, estupefacto - ¿¡Sapphire LaForeze!? ¡¡Tienes que haberlo pronunciado mal!!

Claire negó con la cabeza, agarrando la empuñadura de la No Name mientras la recién llegada alcanzaba un punto donde todos podían observarla bien, evidenciando que portaba un uniforme de batalla con grebas de cuero y brazaletes de plata oscurecidos por la falta de bruñido. Desde aquella posición su sonrisa se acrecentó y, para sorpresa de todos y estupefacción de François, descubrió su cabeza revelando un rostro enmarcado por una cabellera corta, lisa y rubia con leves destellos verdosos, mentón afilado y boca ancha con labios ligeramente carnosos, nariz chata y ojos alargados y oscuros de color indescifrable.

- No se ha equivocado en absoluto, François, soy yo, tal y como puedes ver.

El Francés quedó paralizado, era exactamente el mismo rostro - Algo más envejecido, eso sí - que había visto en las pocas fotos que sus abuelas conservaban en la mansión, la misma mujer que se abrazaba a un hombre de increíble parecido con él y cuyos ojos, color de cabello y constitución atlética compartía.

La misma a quien siempre creyó caída en combate hasta que Loretta le reveló la horrible verdad.

- Ma... ¿¡Madre!?

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Bueeeno... voy algo justito de tiempo, pero aún así no quiero cerrar el Episodio sin dejar un comentario, y es que, sielosanto ¡100 Episodios! Ni yo mismo me lo creo, cierto es que hace ya años que debería haber llegado a esta marca, pero los contínuos vaivenes de humor y ganas de escribir en general me hicieron apartarme del fic hasta que, antes de darme cuenta, no tenía maldita gana de seguir escribiendo.

Pero me pegué un empujoncito y seguí, quería llegar hasta el 100 al menos para demostrarme que podía seguir con ello, aunque todo parón tiene un precio (Debo recuperar calidad de escritura, cojones ¬¬U) ¡Y aquí estamos! Ahora a seguir.

En cuanto al capi en sí, pues creo que el título lo dice todo: La batalla aún no ha terminado, justo cuando Erik se creía victorioso va De Rais y se saca ese pequeño as de la manga, y Sapphire aparece por fin, metiéndose en la boca del lobo con cuatro cazadores dispuestos a repartir camorra ¿O acaso es ELLA la boca del lobo? Habrá que ver.

En todo caso espero que os guste a pesar del atropellado final (Sí, lo escribí anoche muerto de sueño xD, quería terminar para hoy) y a ver si me pongo pronto con el siguiente. Gracias por leer, manitos ¡Au revoir!

Publicado: 18:51 19/12/2011 · Etiquetas: · Categorías:


Tenía que llegar tarde o temprano, después de tenernos meses hambrientos de Mario Kart – Mención especial a aquellos inicios agónicos con sólo Mario y Luigi derrapando en una pista flanqueada por cerezos en flor – finalmente la séptima entrega de la saga ha aterrizado en 3DS como tercer y último miembro del trío de juegos de velocidad de estas navidades.

Análisis Mario Kart 7

Publicado: 17:54 13/12/2011 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Big Battle (parte 2)

- ¿Estará bien?

Claire, con René en brazos, se unía a Luis y Simon, que apenas empezaban a revisar el mapa, entre todos los garabatos y rallajos ininteligibles para ellos dos había una ruta de escape perfectamente explicada y marcada, casi como si el pelirrojo ya tuviera en mente lo que acababa de ocurrir.

- Despreocúpate - Respondió el Fernández levantando apenas la vista del legajo - Erik es mayorcito y nunca se mete en una batalla que no sepa que va a ganar.

- Sí, pero... - La muchacha, que ya se había unido a los dos cazadores para memorizar el mapa, desvió su mirada de nuevo al portón, a través de él podían sentir el aura del Belmont, ardiente pero cansada al mismo tiempo.

- Pero nada - Interrumpió inmediatamente Luis - Llevo con él toda la vida, es menos inconsciente de lo que parece y además - Desvió la vista de nuevo, mirando esta vez al bebé - Lo creas o no los niños pueden sentir y absorber nuestros sentimientos, aunque esté durmiendo tu intranquilidad no le hará ningún bien.

Volvieron a quedarse en silencio para regresar a la trazada, debían memorizarla bien para no tener que detenerse a consultarla en plena carrera. Iban a escapar de la guarida de un vampiro superior, sabían que no sería tarea fácil.

- Corregidme si me equivoco - Comentó el Belmont unos segundos más tarde - pero ésta ruta es completamente diferente a la que hemos tomado para entrar ¿No?

- Sí - Confirmó la muchacha - Parece que este sitio tiene muchos caminos, habrá que andar con cuidado.

- Toda una madriguera - Completó Luis - Me recuerda a la sede de los Belnades, pero a lo bestia.

Entre tanto, al otro lado del portón Erik y De Rais se sostenían la mirada el uno al otro, de hecho era lo único que habían hecho en los últimos segundos, esperando a que cualquiera de los dos hiciera el menor movimiento. Permanecieron así hasta que, repentinamente, el Lord sonrió.

- A lo mejor crees que has hecho un buen movimiento dejándolos escapar con el niño y quedándote tú aquí para retenerme - Dijo de repente - ¡Iluso! Si no se pierden acabarán pudriéndose en alguna de mis trampas.

- No me malentiendas - El pelirrojo hablaba con cierto desdén - ¿Retenerte? - Cerró su puño derecho con fuerza - ¡Voy a aplastarte!

En respuesta a estas palabras el vampiro envió de nuevo sus manos fantasmales, Erik evitó un intento de aplastamiento, un puñetazo y con una poderosa patada rechazó un nuevo golpe.

- Me pregunto cuándo se acabará tu suerte - Articuló De Rais - Os he observado, durante el combate siempre han tenido que protegerte de mis golpes ya que no puedes verlos, y en un momento dado has dicho que la suerte era uno de tus poderes - Acrecentó su sonrisa, adquiriendo cierto aire de superioridad - Me pregunto cuándo se te agotará ¡Será divertido!

Con estas últimas palabras lanzó un desgarro oscuro del que el pelirrojo se protegió usando su brazalete, al descubrir su vista encontró uno de los puños espirituales a punto de golpearle, pensó en saltar, pero en lugar de eso lo detuvo con ambas manos.

- Suerte... - Masculló el Belmont - Sí, podríamos decir que el hecho de que ahora pueda detener tus golpes es cuestión de suerte, pero te equivocas otra vez, sólo... - preparó un Dragon Punch - ...di... - concentró su energía de tal forma que su brazo pareció llamear por un instante - ¡...Con las personas adecuadas!

Rechazó el apéndice con tal fuerza que dio la sensación de que al Lord le costó recuperar su control, al volver a concentrarse en el pelirrojo vio que éste se señalaba la frente.

- Esto no es cuestión de suerte, De Rais.

Erik apuntaba con su dedo a un extraño símbolo que había aparecido en su frente, un ojo alargado abierto de par en par que parecía mirar más allá del mundo material.

- ¿Un tercer ojo? ¡Interesante! - Exclamó el nosferatu - Se puede sentir algo de magia en él ¿Un sortilegio para poder ver el mundo espiritual?

El pelirrojo sonrió ¿Sortilegio? Sí, en cierto modo sí que podría llamársele así, sea como fuere el tiempo de charla se había terminado, de modo que sin previo aviso se lanzó hacia el vampiro desenvainando, por primera vez desde que empezó la batalla, su llameante Salamander.

La respuesta de De Rais no se hizo esperar, cuando Erik se encontraba a medio camino entre ambos lanzó de nuevo uno de los puños fantasmales que el Belmont evitó sin ningún problema, luego el otro con el mismo éxito y, finalmente, tuvo que recurrir a sus propias garras para detener la espada flamígera, si bien fue un encuentro breve, ya que en el momento en que chocaron la hoja refulgió, estando a pique de calcinarle el brazo. Guilles se retiró alarmado ante esto, escapando además de una lengua de fuego que el joven generó al realizar un tajo ascendente.

- ¿¡No sabía usted que tenía una espada como ésta, señor sabelotodo!? - Se burló el muchacho mientras lo perseguía en su embestida.

- ¡JA! - De Rais se protegió con una explosión oscura que hizo retroceder a Erik un par de metros, distancia suficiente como para poder recuperar el equilibrio, aunque aprovechó la coyuntura para provocar un desgarro del que el chico no se pudo proteger, recibiendo una herida leve en el pectoral derecho.

El contraataque no quedó ahí, por supuesto, apenas había sentido el cazador el desgarro cuando tuvo que voltearse para golpear con su espada uno de los dos apéndices espirituales y rodó hacia delante en previsión de ser golpeado por el otro y también para volver a pegarse a su adversario. Estaba a punto de lanzar un nuevo golpe cuando una sensación inesperada lo alcanzó: Dolor.

Dolor de cabeza.

Lanzó el puño como iba a hacer en un principio, pero la desconcentración le hizo disolver la energía con la que había envuelto el ataque y su puño desnudo encontró la inmediata oposición de la fría mano de De Rais, lo que le hizo retroceder de un salto. Había algo que debía comprobar.

El dolor era intenso, demasiado, y para rematar el Lord no se lo puso nada fácil y trazó un garrazo en el aire del que se defendió como pudo, un segundo después comprobó que ya no veía las manos fantasmales. Sintió una punzada de pánico durante una fracción de segundo, pero inmediatamente pensó que el vampiro no se había equivocado al clasificar su tercer ojo - el cual ya no adornaba su frente - Era en efecto un sortilegio, un hechizo que las hermanas Lecarde le enseñaron aquel día - junto a otras tantas cosas - con el fin de darle las armas necesarias para hacer frente a Guilles De Rais: El ojo de la verdad, que permitía ver y sentir el mundo espiritual.

Por supuesto el ojo de la verdad tenía un defecto, y es que se alimentaba constantemente de sus reservas de poder mágico, el cual no le sobraba precisamente ¿Era eso lo que se sentía al agotarlo? ¿Un tremendo dolor de cabeza? Tampoco era tan raro, razonó, considerando que el poder mágico se generaba en el cerebro.

Mientras tanto Simon, Claire y Luis ya habían avanzado bastante en su escape de la catedral, finalmente el español había decidido adoptar la formación ideada por Erik pero no porque llevara razón, si no porque Simon, con los sentidos sobreexcitados gracias al fuego de la purificación, tenía la agudeza auditiva y visual suficiente como para detectar posibles trampas aún en el frenetismo de la carrera, y había funcionado hasta el momento, con el joven haciendo saltar mecanismos con el látigo y avisándolos de aquellas en las que no bastara con eso.

En un momento determinado Claire redujo ligeramente el ritmo de su carrera, algo que Luis notó al instante.

- ¡Te veo venir! - La avisó el Fernández desde atrás - Ya te he dicho que Erik sabe cuidarse sólo ¡Nada de volver atrás!

- ¡Lo sé perfectamente! - Respondió ella con irritación - ¡No se trata de eso, joder! Mi cuerpo se está... resintiendo.

Era una verdad a medias, la joven británica había sentido algo que la había preocupado: El aura de Erik parecía haberse descompensado, le llegaba con levedad, por lo que no podía determinar cuál era la causa del desequilibrio, pero...

Luis lo había sentido también, y conociendo mejor que nadie los entresijos del aura de su amigo sí que sabía lo que fallaba: El poder mágico se había agotado por completo "¿Es eso mínimamente posible?" Se preguntó a sabiendas de que Erik jamás había sido capaz de realizar un conjuro correctamente más allá de la 7ª puerta infernal.

Sin embargo no era lo único que le preocupaba, el agotamiento de Claire también era alarmante contando sobre todo el hecho de que ella había combatido tan poco como él ¿Tendría algo que ver con la "Mirada de la Emperatriz" o con la forma en la que había rescatado a René?

Un chasquido y el grito de "¡CUIDADO!" de Simon lo sacaron de sus cavilaciones, de repente se encontró con que el suelo se abría a sus pies, estiró la mano para agarrarse a algo, pero quedando el borde lejos de su alcance no pudo más que respirar aliviado cuando el látigo del Belmont lo atrapó por la muñeca.

- ¡Era una puta trampa retardada! - Oyó quejarse a Simon mientras lo izaba - ¿¡Estás bien!?

- ¡Sin problema! - Contestó es español mientras que, para facilitar la faena, apoyaba sus pies en la pared y se disponía a escalar - Justo a tiempo ¡Gracias!

Mientras Luis se recuperaba de la caída, Erik mordía el polvo víctima de uno de aquellos - ahora invisibles - gigantescos golpes, el pelirrojo había perdido su factor equilibrante y el dolor de cabeza, que se calmaba poco a poco, no ayudaba demasiado.

- Creía que podías ver mis puños - Se burló De Rais desde su posición - ¿Qué pasa? ¿¡Te has quedado ciego de repente!?

Antes de que pudiera reaccionar el Belmont sintió como si le cayera encima un gigantesco bloque de hormigón, aplastándolo.

- ¿Qué... tiene de bueno un combate ganado? - Rió con debilidad - Si te dejo pegarme un poco todo será más divertido.

- ¡¡No te lo crees ni tú!!

Erik sintió como la presión sobre su cuerpo se elevaba y, previendo que el vampiro se disponía a aplastarlo de nuevo, rodó a un lado mientras sentía un fuerte golpe donde él se encontraba hacía unos instantes. Una vez de pie no se dio tiempo ni a respirar, inmediatamente describió un arco con su brazo derecho creando una cortina llameante desde la que embistió, recuperando en la carrera su Salamander, que ahora yacía en el suelo.

Durante la carrera se echó a un lado por puro instinto, y al momento una fuerte corriente de aire pasó a su lado indicándole que acababa de esquivar - por muy poco y de pura suerte - un nuevo ataque fantasmal de su adversario, que viendo su fallo continuó con un desgarro oscuro del que el muchacho no alcanzó a protegerse del todo, viendo abrirse en su pectoral izquierdo un garrazo de tamaño considerable.

- ¡No te rindes nunca! ¿¡Verdad!? - Exclamó mientras saltaba hacia De Rais espada en mano. Salamander se inflamó con rapidez y Erik cayó blandiéndola con el fin de asestar un tajo directo, su ataque se vio sin embargo frenado por una andanada de flechas oscuras que le obligaron a encogerse para minimizar el daño todo lo posible.

Al caer el Belmont se encontró dolorido, los proyectiles habían dejado heridas en sus muslos, antebrazo derecho y hombros, y no pudo aterrizar en condiciones, al alzar la vista encontró además que había quedado justo frente a Guilles De Rais, que lanzó directamente su mano engarfiada contra él, dispuesto a clavar sus uñas negras en su cuello.

Pero Erik reaccionó, en un momento dejó caer su espada y, al mismo tiempo que la mano del Lord se enganchaba su cuello, él hacía lo propio con el antebrazo del vampiro.

- Qu... ¡¡¡Suelta!!!

El cazador sonrió.

- ¿Por qué?

- ¿Crees que por sujetar mi brazo evitarás que te arranque la cabeza? - Preguntó De Rais con nerviosismo.

- Depende - Respondió el Belmont - ¿Quién crees que le arrancará antes lo suyo al otro?

El Lord apretó los dientes, mirando a su enemigo con odio.

- Tengo una teoría - Continuó - Tienes un repertorio enorme de ataques a distancia porque en el cuerpo a cuerpo eres un tirillas, no es que sea algo malo, pero considerando que los vampiros no chupáis sangre por ciencia infusa yo diría que es un fallo bastante gordo - el vampiro respingó, la mano de Erik empezaba a calentarse peligrosamente, quemaba.

Los dos contendientes se miraban el uno al otro, Erik sonreía, Guilles se debatía entre el odio y el nerviosismo, y empezaba a oler a carne quemada...

- ¿Vas a cortarme la cabeza de una vez? Tengo prisa...

La mano del vampiro se asía con fuerza al cuello de su contendiente, pero éste ni reaccionaba, por el contrario Erik había desplazado su mano hacia el codo de De Rais y empezaba a humear peligrosamente.

- Parece - resolvió finalmente - que así no puedes matarme ¿Verdad?

Al término de estas palabras el pelirrojo tensó su brazo y cerró la tenaza de su mano sobre el codo del nosferatu, la carne se calcinó y los huesos cedieron como si fueran una simple cáscara de huevo, inmediatamente De Rais se retiró gritando inhumanamente de dolor mientras se sujetaba el muñón quemado y veía incrédulo como la otra mitad de su brazo quedaba colgando del cuello del joven.

- ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!! ¡¡¡AAAAAAAARG!!! ¡MALDITO SEAS! ¡¡¡MALDITO SEAS, ERIK BELMONT!!! ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAGH!!!

El mentado lo observaba mientras, con tranquilidad, retiraba los restos de la extremidad de su cuello.

- ¿Duele? - preguntó tras esperar unos segundos.

- ¿¡QUE SI DUELE!? ¿¡QUE SI DUELE!? - Respondió Guilles con el rostro constreñido de dolor y odio - ¡¡¡MALDITO CERDO HUMANO, CLARO QUE DUELE!!! ¿¡CÓMO TE ATREVES A BURLARTE!?

- ¿Duele tanto - Erik redujo el ritmo de su habla, asegurándose de arrastrar cada palabra - como las torturas que infligiste a esos niños...?

Aquello calló instantáneamente al Lord, que alzó la vista sólo para encontrar el puño del cazador dirigiéndose directamente a su cara, dos segundos después se encontraba estampado en la pared de la sala.

- ¡¡MI CARA!! ¡¡MI CARA!! - Gritaba de nuevo desde los escombros - ¡¡DUELE!! ¡¡¡TE MATARÉ!!!

Los gritos no eran para menos, cuando emergió de entre los restos el Belmont pudo comprobar que donde antes había un hermoso rostro andrógino ahora quedaban los restos socarrados de una nariz y un labio superior partido y sangrante.

- Seguramente confíes en recuperarte de estas heridas con el tiempo - Dijo al vampiro una vez contemplados los efectos de su ataque - Déjame decirte que eso no va a pasar, te he golpeado con mi propio fuego.

- ¡¡¡CÁLLATE!!!

Erik, que no cayó en la cuenta de que ahora se encontraba a distancia de De Rais, se vio sorprendido por un ataque por la retaguardia de una de aquellas manos fantasmales propinado con verdadera furia, el impulso lo lanzó contra el propio Lord pero, previendo que remataría el impacto de alguna forma puso todo su empeño en frenarse hasta quedar a una distancia prudencial, aunque se vio sorprendido cuando un estallido oscuro estuvo a punto de engullirlo, obligándolo a saltar hacia atrás y entrar de nuevo en el rango de los apéndices espirituales. Apretó los dientes, de seguir así se vería obligado a recurrir de nuevo al ojo de la verdad.

Miró a su adversario, cuyos elegantes ropajes de época estaban rasgados, su hermoso rostro había quedado destrozado y uno de sus brazos era ahora un muñón, su expresión de irritante altivez había dado paso también a la furia y el odio más puros; aquella estampa le arrancó una leve sonrisa, era exactamente lo que quería ver.

De Rais había hecho mucho daño, había convertido al comisario Rousseau en aliado suyo a la fuerza, aterrorizado a toda la ciudad de París y abierto las puertas a la destrucción de ésta, matado a innumerables personas en la masacre del Louvre y destrozado las vidas de 6 familias que esperaban, con el corazón en un puño, el regreso de sus pequeños.

Y ahora, como remate, la imagen de una Elisabeth derrotada y un François estupefacto invadía su mente.

Una oleada de repentino odio lo invadió, para su suerte nunca había tenido que asistir al mal que provocaban los Lord vampíricos, él no era más que un niño cuando Drácula resurgió para sembrar el caos una vez más, si esto era lo que había provocado De Rais ¿Qué no habría hecho el príncipe de las tinieblas?

De repente sintió el aire presionar desde arriba, alzó ambos brazos y, justo en el momento en que el ojo de la verdad volvía a aparecer en su frente, contenía con ellos la palmada de una de las manos fantasmales y veía llegar la otra por el flanco, sin bajar los brazos lanzó su pierna izquierda contra el otro puño y lo rechazó en esa patada para después proyectar la otra mano contra el vampiro.

La respuesta de Guilles no se hizo esperar, éste le azuzó una nueva andanada de flechas oscuras e inmediatamente después lo embistió, Erik no se movió del sitio, solamente cubrió su cara con el brazalete alquímico y dejó que los demás proyectiles llegaran hasta él, al bajar su protección encontró al Lord frente a él, y su reacción fue inmediata.

- ¡¡DRAGON PUNCH!!

El poderoso puño escarlata chocó directamente contra el garrazo oscuro y se vio atrapado por la engarfiada garra del Lord, no obstante, él tenía dos manos.

- ¡¡HOLY FIST!!

El golpe sagrado sí que encontró objetivo en el plexo solar del nosferatu, y al mismo tiempo que lo hacía su otro puño se incendiaba, liberándose de la presa oscura de De Rais, que retrocedió doblado de dolor, sin resuello y con su otra mano inutilizada gracias al fuego del Belmont, su última reacción fue lanzar ambos apéndices espirituales para aplastarlo de una palmada, pero Erik rechazó ambos lanzado sus puños contra ellos.

Las miradas de cazador y criatura se cruzaron de nuevo.

- ¿De dónde sacáis ese sentimiento de impunidad? - Preguntó Erik tras unos segundos en silencio - ¡Es asqueante!

El rostro de De Rais, contraído en una expresión de dolor y odio, de repente se transformó en una sonrisa burlona perlada por una débil y socarrona risilla.

- Sabes muy poco de nosotros, chico - Respondió - Los vampiros tenemos nuestra propia ética, moral y normas, y te aseguro que no tienen nada que ver con las vuestras.

- Eso es una gilipollez - Contestó el Belmont - Sois como nosotros los cazadores: Otra raza entre los humanos.

Mientras hablaba, Erik se sentía confuso, no terminaba de comprender por qué estaba haciendo aquellas preguntas, tal vez sólo trataba de apaciguar su odio antes de permitir que éste lo nublara...

- O... ¡Otra raza entre los humanos! - Guilles se mostraba ahora entre sorprendido y divertido - ¡Imbécil! ¡Los vampiros somos el siguiente escalón evolutivo! ¡Así como los humanos se alimentan de animales nosotros depredamos a los humanos! ¡Somos superiores! ¡Podemos hacer lo que nos dé la gana con ellos!

...Aunque la actitud de De Rais, por desgracia, no ayudaba mucho, sentía su aura incendiarse mientras lo escuchaba.

- ¡Y como hacen los humanos, nosotros también torturamos y matamos por diversión! ¡No te imaginas lo increíbles que eran los grititos y llantos de esos niños! ¡Como de otro mundo! ¡Jamás había disfrutado tanto!

Era lo que faltaba, el aura de Erik se convirtió en puro fuego mientras sus músculos se tensaban al máximo.

- ¡¡¡CÁLLATEEEEE!!!

Más allá, Simon, Luis y Claire se detenían al sentir un aura estallar furiosamente, era la de Erik, y los tres se preguntaron qué podría haber pasado para desencadenar aquella reacción.

Aprovecharon aquel momento para comprobar mutuamente su estado, habían superado multitud de trampas (más de las esperadas) y comenzaban a acusar un desgaste serio, Luis lucía diversos arañazos menores y una herida en el hombro fruto de una flecha perdida que ninguno llegó a ver y Claire, que aún protegía a René en sus brazos, lucía algunas heridas leves a excepción de la de su cabeza, que había vuelto a abrirse en una caída en la que se dobló hacia delante para evitar dañar al niño, quedando ahora su cabello rubio aplastado contra su cara y pegado a ella por la sangre.

Simon por su parte no había sufrido apenas algún que otro rasguño, pero el desgaste provocado por el fuego de la purificación empezaba a agotarlo, y el sangrado de su nariz partida había llegado a su barbilla y aún goteaba un poco.

- ¿Alguien... sabe qué ha... sido eso? - Preguntó el Belmont entre jadeos.

- No sé - dijo ella - Es Erik, pero no puedo imaginar qué...

- No era una técnica - Intervino el español - Parecía una explosión de puro cabreo, jamás pensé que sería capaz. A saber qué ha pasado...

Quedaron en silencio de nuevo, debían continuar y salir cuanto antes, estaban reemprendiendo la marcha cuando Luis los detuvo.

- Espera, Simon - lo llamó - Será mejor que dejes de usar el fuego de la purificación durante un rato, a este paso no durarás mucho más, estás hecho polvo.

- Estoy... bien - Respondió el aludido, aún jadeando - Lo primero es... salir de aquí.

Los otros dos lo miraron escépticos, realmente tenía mal aspecto.

- Bien, si es lo que crees - Pareció aceptar finalmente Luis - ¡Vamos!

Con esta indicación prosiguieron, y tras un minuto de carrera más o menos el Belmont localizó otra trampa, en principio se trataba del mismo mecanismo de lanzamiento de flechas desde las paredes, por lo que Simon se adelantó y lanzó una cruz que activó el resorte a mitad del pasillo, se detuvieron y dejaron que la trampa cumplieron su función antes de seguir corriendo, lo que nadie se esperaba es que apenas unos pasos más adelante una losa se hundiera ligeramente bajo los pies del joven, activando un nuevo mecanismo que los dejó helados.

Frente a ellos emergió del suelo un nuevo muro cerrándoles el paso idéntico al que tenían a su derecha, completamente lleno de agujeros en los que se podían apreciar leves brillos metálicos, empezaban a reducir el ritmo cuando un familiar chasquido penetró en sus oídos, y lo que ocurrió a partir de ese momento se desarrolló casi a cámara lenta.

Claire se dio la vuelta y, casi a la fuerza, colocó a René en los brazos del español mientras Simon, aterrorizado, alzaba una Cross Barrier rezando para que pudiera detener la mortal andanada, tanto él como Luis cerraron los ojos viéndose ya muertos, y cuando los abrieron todo había cambiado a su alrededor, ya no estaban frente al mecanismo, si no que éste yacía hecho pedazos a sus espaldas como si hubiera sido congelado y cortado, se encontraban el uno al lado del otro y se miraron con confusión antes de que unos dolorosos jadeos los alarmaran.

La joven británica se encontraba apoyada en la pared unos metros más adelante, tenía en su mano izquierda una flecha ensangrentada más allá de la punta y una fea herida decoraba su brazo derecho con un reguero de sangre, así mismo el brillante líquido rojo también había brotado de una de sus fosas nasales y jadeaba de puro agotamiento.

- ¡Claire!

- ¡Joder!

Al verla en tan deplorable estado no pudieron hacer otra cosa que asustarse, corriendo hacia ella alarmados y confusos.

- Es... estáis bien... - Articuló ella entre jadeos, mirándolos con alivio - ¡Menos... mal!

- Sí, estamos bien - Respondió Luis - pero ¿Y tú qué? ¿¡Qué coño te ha pasado!?

O más bien ¿Qué coño había pasado? ¿Cómo habían sorteado la trampa? Los destrozos evidentemente había sido cosa de la muchacha pero... ¿Y el resto?

Simon por su parte cogía la flecha y la examinaba, obviamente había causado la herida de su brazo derecho, y había sido una laceración bien profunda.

- No tenemos... tiempo para eso - Repuso en respuesta a la pregunta del español - Tenemos que... salir... de aquí... - Se separó de la pared, pero inmediatamente perdió el equilibrio y tuvo que ser sujetada por el Belmont, que sintió inmediatamente la debilidad de la joven.

- ¿"Tenemos"? ¡Joder, Claire, si estás para que te lleven!

Luis, para quien tampoco había pasado desapercibido su estado, quiso decir algo, pero se vio interrumpido por un estruendo proveniente de las entrañas del lugar.

Abajo, Erik sostenía su espada llameante entre las manos mientras contemplaba a un Guilles De Rais empotrado en la pared, con sus ropas chamuscadas y el delgado pecho, ahora a la vista, completamente hundido. El Belmont temblaba y jadeaba, se había dejado cegar por la ira y asestado un poderoso golpe al vampiro con la Salamander, pero no lo había cortado, si no aplastado con ella.

- Qué... ¿Qué pasa, cazador? - Articuló el Lord entre toses, con una débil risita - Me tienes a tu merced ¿Por qué no acabas conmigo?

Erik negó con la cabeza.

- No... así no es como quiero acabar contigo - La espada temblaba en sus manos, como si aún se dejara llevar por la explosión de violencia que el pelirrojo acababa de aplacar, los recuerdos de su estancia en Saint-Guilhem se apelotonaban en su mente - Te destruiré como el cazador Erik Belmont, no como un demonio cegado por el odio - Agregó con determinación, siendo seguidas sus palabras por una nueva risa de De Rais.

- ¿Qué es... esto? - Preguntó divertido - ¿Una rebelión a tu propia naturaleza? Eso te puede costar la vida, "hermano maldito"

Erik sonrió, había recuperado de nuevo el control sobre sus impulsos.

- ¿Pretendes alterarme o algo así? Sé perfectamente acerca de la naturaleza de los hermanos Belmont desde la corrupción de Richter, soy consciente de lo que soy.

Otra risa más.

- En todo caso, da igual - Resolvió de Rais - La cuestión es que no has acabado conmigo, y te va a pesar.

Terminadas estas palabras, las manos fantasmales del Lord emergieron de nuevo de su espalda y embistieron al cazador, que se echó a un lado para evitarlas.

- ¡Puedes cortarme las manos! ¡Las piernas! ¡Puedes destrozar todo mi cuerpo! ¡¡PERO SIGO PUDIENDO DESTROZARTE!!

Tenía razón, pensó el Belmont mientras usaba su Salamander para rechazar uno de los apéndices, De Rais no era un vampiro que se sirviera de ninguna fuerza física para atacar, realmente destrozar su cuerpo era inútil... a menos que fuera completamente destruido, aunque antes necesitaba obtener algunas respuestas.

No le quedaba más remedio, debía usarlo.

Guilles no podía mover su cuerpo, no le quedaba ningún tipo de ataque salvo los brazos espirituales, debía obligarlo a atacarle con ambos a la vez, o no podría atraparlo.

Evitó una mano, después otra y aplastó un tercer envite con una contundente patada hacha, sentía su poder mágico agotarse de nuevo, por lo que sabía que debía darse prisa.

- ¿Qué pasa? ¿Estás tan hecho polvo que ni siquiera puedes usar las dos a la vez? - Se burló, obteniendo como respuesta el envite de ambos apéndices.

"Ha sido más fácil de lo que pensaba" Pensó mientras usaba su brazalete alquímico, única defensa de la que disponía, para evitar que una de las manos cerraran completamente su presa sobre él - ¡Te tengo! - Exclamó al sentirse atrapado por las garras fantasmales mientras cerraba el ojo de la verdad para ahorrar magia.

- ¡JA! - De Rais dejó escapar una carcajada de triunfo - ¿¡Me tienes!? ¿¡Te ha vuelto loco la proximidad de la muerte, niñato!? - Su voz adquirió un irritante tono desquiciado - ¡¡¡SOY YO QUIÉN TE TIENE!!!

Erik sonrió, aunque no podía negar que al Lord no le faltaba razón no menos cierto era que no tenía ni idea de lo que pasaba por la cabeza del pelirrojo.

- Sekishiki Kisouen: Gunpowder trail - Recitó incendiando levemente su aura.

El efecto fue progresivo, pero imparable, los invisibles brazos comenzaron a teñirse de rojo sin pausa pero sin prisa, volviéndose visibles a los ojos del Belmont, que aún mantenía su sonrisa. No pasó mucho rato hasta que el efecto llegó hasta el propio De Rais.

- Que demo... ¿Qué has hecho? - El vampiro se sobresaltó, alarmado e incapaz de moverse - ¿¡Qué has hecho!? ¡Quema! ¡¡Quema!! - Si hubiera podido mover un músculo seguramente se estaría retorciendo de dolor, pero sólo podía sacudirse patéticamente mientras clavaba sus ojos confusos y aterrorizados en el cazador - ¡Me quema el cuerpo por dentro! ¿¡¡Qué has hecho, hijo de perra!!?

- ¿Qué he hecho, preguntas? - Respondió - Acabo de terminar este combate. Si sobrevives a esto, De Rais, seré yo quien haga las preguntas a partir de ahora.

Guilles no contestó a eso, sólo continuaba agitándose y mirándolo con una mezcla de pánico y odio, no podía creer que él, ÉL, el Lord vampírico francés, el que todo lo controlaba y sabía, se hubiera visto burlado por un grupo de chiquillos y reducido a aquel estado por un simple cazador.

- N...No sé qué preparas - Logró articular finalmente - ¡Pero no te dejaré! ¡TE APLASTARÉ ANTES!

Erik sintió cómo los apéndices trataban de moverse, reaccionando exactamente igual que dos brazos humanos paralizados, pero era demasiado tarde, el espíritu de De Rais ya había sido contaminado lo que, por supuesto, incluía las armas fantasmales. El reguero de pólvora ya había sido extendido.

- Aunque te aseguro que me encanta ver cómo te retuerces de miedo y dolor, creo que ya va siendo hora de acabar con esto - Decidió finalmente - ¡Sekishiki Kisouen: SOUL PYRE!

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No comento mucho porque voy sin tiempo ¡Pero el siguiente es el Episodio 100! (AAAALELUYA)

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