Prelude of Twilight

Publicado: 18:09 27/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: Reflexiones de un friki
Habitualmente, unir las palabras videojuegos y arte suele traer consigo bastante polémica, así es como se ha podido comprobar habitualmente en éstos, los foros de Vandal.

Y no es para menos, la verdad, no falta razón a aquellos que dicen que, desde el momento en que están realizados por equipos de hasta más de 100 personas, sin ningún tipo de técnica artesanal y buscando siempre el beneficio económico, pierden el derecho a ser llamados arte.

Pero ¿no es irónico que algo tan artificial como esos amasijos de bits y píxels sean precisamente un compendio de las artes más reputadas?

Hoy en día no escapa a ninguno de nosotros el hecho de que los videojuegos están tomando cada vez más influencias del cine, el cómic o la literatura.

Sólo pensemos en Metal Gear Solid como ejemplo más próximo, para bien y para mal esta saga se ha hecho famosa a fuerza de ofrecernos magníficas secuencias de vídeo dignas de ser proyectadas en todos los cines del mundo.

El ejemplo anteriormente mencionado es perfecto para definir en parte lo que pretendo explicar, pero aquí cualquiera puede decir "bueh, eso está implícito en el avance de la capacidad gráfica"

Bueno, dejando de lado el hecho de que Hideo Kojima es un genio a la hora de trasladar la sensación cinematográfica al videojuego, admitiré que podría llevar razón.

Amén de que, al hablar de medios visuales proyectados por el mismo emisor (una TV), pues ésto es algo lógico.

Sin embargo podemos ir más allá, por supuesto, hablemos de la pintura, parémonos a mirar por un momento Kameo, Symphony of the Night, Zelda Twilight Princess o Yoshi's Island (Super Mario World 2) ¿A que son preciosos? son juegos de cuadro, bellos e inspirados mundos que podrían haberse visto en cualquier museo o exposición en una cafetería o local de prestigio.

La Literatura entra en el momento en el que un juego tiene una historia elaborada; no hace falta citar ejemplos, todos los conocemos.

¿Y qué tal el cómic? Reconoceré que el 9º arte es más difícil poner ejemplos ya que va intimamente ligado al cine, pero si nos vamos a Max Payne, XIII o Comix Zone, pues Voilá.

Todo ésto, evidentemente, acompañado de una música a la altura.

Y es que, amigos míos, cuesta creer que haya gente incapaz de considerar los videojuegos como el décimo arte poniendo como excusa su comercialidad ¿Qué son entonces las editoriales o las discográficas? ¿Creeis que trabajan por amor al arte?

El arte es algo tan implícito en los videojuegos que éstos mismos son uno de ellos, la eficiente combinación de las diferentes disciplinas artísticas da como resultado siempre una obra maestra, que habitualmente ha sido concebida con tiempo, trabajo y mucho mimo.

Y sí, ha sido concebido para ganar dinero con él, pero lo cortés no quita lo valiente.

Los videojuegos no son un arte, son el arte, una excelsa combinación de las diferentes disciplinas que traslada a nuestras pantallas e impregna nuestros corazones con esa mixtura de sensaciones que difícilmente podríamos sentir sencillamente en una galería o un concierto.

Publicado: 14:12 26/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Redemption

Esther abrió los ojos sobresaltada, se había vuelto a dormir, se sentía agotada y su cuerpo le pedía descanso por todos los medios.

Pero antes debía hablar con él.

Impaciente, miró el Reloj, habían pasado 3 horas desde que Simon y Erik se fueron a petición suya y empezaba a sentirse bastante sola, así mismo, según avanzaba la noche, se iba sintiendo más y más culpable.

Con el objeto de calmarse se recostó en las cajas y cerró los ojos para dormir un poco más, fue entonces cuando oyó unos pasos. Eran unos andares bastante pesados, arrastrando consigo una gran pena que casi se podía palpar.

La chica se levantó sobresaltada y, iluminado por las farolas del puerto y por la misma luz de la luna, allí estaba, con sus ropas rasgadas y su melena pajiza.

Luis andaba como un fantasma, aparentemente sin rumbo.

La chica tuvo miedo de repente ¿debía detenerlo? De alguna forma, ella era la causante de todo lo sucedido ¿Cómo reaccionaría él?

Mientras cavilaba veía como el joven se alejaba, aquella visión le hizo sentir que lo perdería para siempre si no tomaba la iniciativa esa noche, era ahora o nunca, de modo que corrió hacia él confiando en que el ruido de sus pasos lo alertara, viendo que no era así lo llamó con un “¡Espera!” que le salió del alma.

Luis se detuvo y Esther sonrió, deteniéndose a su espalda, pero su sonrisa se deshizo al darse cuenta de que él ni siquiera había girado un poco la cabeza.

- ¿Qué haces aquí? – Preguntó el joven repentinamente – creí haber ordenado a Erik que te llevara a tu casa…

La muchacha guardó silencio por un momento, buscando las palabras adecuadas.

- Yo les he pedido que me dejasen aquí – respondió finalmente – quería quedarme aquí a esperarte.

- ¿Para qué?

- Para hablar.

Luis giró un poco la cabeza, mirándola de reojo durante unos segundos, pero enseguida volvió la vista al frente.

- No hay nada de qué hablar – replicó mientras reemprendía la marcha – hemos terminado ¿recuerdas?

Viendo que se marchaba, la chica sintió como se le formaba un nudo en la garganta ¿La había jodido? ¿Cómo podía retenerlo? Por una vez era ella quien quería arreglar las cosas ¿Qué debía decir?

Luis se mostraba tremendamente frío y antipático, siempre era así cuando se enfadaba pero nunca en tres años lo había sido con ella a pesar de que le había dado muchas razones.

Pero en ésta ocasión era peor, había despreciado sus problemas sin pararse siquiera a escucharle, aquel error la acuciaba terriblemente, el peso de la culpa la aplastaba más y más a cada paso que Luis se alejaba de ella.

- No… - murmuró mientras sus ojos se humedecían – no hemos terminado…

Milagrosamente, el muchacho se detuvo.

- ¿Qué ha cambiado? – preguntó con el mismo tono frío y distante de antes.

- Todo… - respondió Esther intentando contener las lágrimas.

- ¿Y qué es “todo”?

- Ese todo es… la verdad…

La palabra “verdad” hizo que Luis girara su torso como activado por un resorte, mirándola ahora a los ojos.

- ¿Qué “verdad”? – preguntó con tono expectante.

- La verdad… sobre ti… y sobre los cazadores… - contestó ella con algo de miedo.

El joven se dio la vuelta por completo y deshizo lo andado, colocándose a pocos centímetros de ella, su rostro desencajado por la sorpresa y su tamaño, enorme en comparación con el de ella, hicieron que Esther, asustada, retrocediera un poco.

- ¿Qué te han contado? ¡Contesta! – la apremió él.

Armándose de valor, la muchacha empezó a relatar a Luis, que la escuchaba con la mano en la barbilla, mirándola fijamente, todo lo sucedido.

- …Y eso es todo lo que me ha explicado – concluyó tras veinte minutos – después se fueron los dos…

- Ya veo… Erik… hijoputa, haciéndolo todo a mis espaldas – comentaba él mientras daba vueltas a su ex y asentía con la cabeza – de todos modos… para mí que sepas todo esto no cambia nada.

Aquella última afirmación sorprendió a la chica.

- ¡Pues para mí sí! – Exclamó - ¡Durante éste tiempo he estado pensando lo que no era!

Luis bufó

- ¡Joer! Dime algo que no sepa, anda.

- No… ¡No lo entiendes!

- Entiendo lo que tengo que entender – respondió él sin alterarse lo más mínimo.

- ¿A qué te refieres?

- ¡Me refiero a qué cuando no sabías esto y yo me iba de patrulla o de misión por las noches tú desconfiabas igualmente! – Le espetó - ¡Tuve que hacer malabarismos con mis noches libres de caza para poder estar contigo! ¡Te he demostrado cientos de veces que te soy fiel y cada vez que discutimos es porque crees que tengo un lío por ahí!

Esther agachó la cabeza, apenada y avergonzada.

- Yo… lo siento… - se disculpó con un hilo de voz – pero… sigo sin entenderte…

- Quiero decir… - respondió él algo más calmado – que aunque sepas a lo que me dedico y pueda salir todas las noches a cazar sin preocuparme por ello… tú seguirás desconfiando de mí.

- ¡No! ¡No! – Exclamó ella agarrándolo de los brazos - ¡Eso no es cierto! ¡Yo…!

Luis la cogió de las muñecas y se soltó suavemente de ella.

- No podemos volver… - dijo a Esther mientras la miraba a los ojos – Ya hemos sufrido demasiado… lo mejor para nosotros será seguir cada uno por nuestro lado… sólo te pido que no reveles a nadie nuestra existencia… ¿De acuerdo?

Tras estas palabras le soltó los brazos y se dio la vuelta, caminando hacia la salida del puerto.

Esther se sintió morir, el nudo de su garganta la ahogaba, su corazón parecía a punto de reventar dentro de su pecho y sus ojos ardían, dejando salir las lágrimas que había estado conteniendo todo el rato.

Y mientras, Luis se alejaba de ella, igualmente triste por desaprovechar la oportunidad de recuperar a aquella a quien consideraba perdida, no obstante se decía a sí mismo una y otra vez que era la mejor opción, tal vez intentando auto convencerse de ello.

Cuando la distancia entre ambos era considerable, ella, en un desesperado intento, corrió hacia él, y cuando se encontraban cercanos sacó valor para decir unas palabras más.

- ¿¡Qué pruebas necesitas!? – Preguntó entre sollozos - ¿¡Cómo puedo demostrarte que será distinto ésta vez!?

El muchacho se dio la vuelta, cruzando su mirada con la de ella y llevándose una sorpresa mayúscula.

Aquella era la primera vez en tres años que veía a Esther llorar tan desesperadamente por algo que no fuera rabia o celos, ésta vez sus ojos revelaban amor, y un profundo miedo a perderle.

- ¿Pruebas? – Preguntó – no las necesito…

Lentamente llevó su mano desnuda a la cara de la muchacha y secó con ternura sus lágrimas cristalinas.

- …acabas de darme la única demostración que necesitaba – concluyó.

Ambos sonrieron a la vez, mientras, ya fuera de alegría o ya fuera de emoción, Luis abría el grifo que había permanecido años cerrado, dejando escapar dos gruesas lágrimas.

Emocionados, se acercaron el uno al otro y se dieron las manos.

Y así, bajo la luna perlada, sellaron un amor renacido – que nunca murió en realidad – con un beso que concentraba la eternidad en cada segundo.

Publicado: 13:53 25/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Guilty Feeling

Heridos y cansados, los hermanos Belmont caminaban pesadamente por la playa buscando a Luis, tal y como éste había indicado; en sus cabezas aún retumbaba la explosión que casi acaba con sus vidas y que derrumbó la cueva.

Pudieron escapar del desprendimiento gracias a la prodigiosa fuerza de Erik, que se llevó la peor parte, sangraba copiosamente por la cabeza y cojeaba; Simon por su parte llevaba en la mano el libro que encontraron en el sótano del local, su brazo derecho estaba herido por diferentes sitios y llevaba el frontal de la camiseta empapado de sangre, ya que su herida se había vuelto a abrir.

Pasaron un rato andando cansinamente hasta que divisaron un par de figuras tiradas en la arena, apretaron el paso y en poco rato los vieron con claridad.

Eran Luis y Esther, el joven Fernández había cumplido su cometido.

Contentos por su hallazgo, corrieron como pudieron hacia donde se encontraba la pareja y, una vez allí, pudieron comprobar que, en comparación con su compañero, habían salido bastante bien parados.

El estado en el que se encontraba Luis era bastante lamentable, su chaleco y sus pantalones, totalmente rasgados, revelaban sangrantes laceraciones por todo su cuerpo, su cara estaba cubierta de la sangre que brotaba de una herida en su frente y bajo su nuca la arena se había empapado del líquido rojizo, además su brazo derecho estaba también bastante cubierto de heridas y el izquierdo presentaba una posición antinatural debido a la dislocación sufrida mientras intentaba escapar.

Esther, por su parte, apenas presentaba unas pocas magulladuras.

Asustado, Erik se abalanzó sobre su colega y empezó a zarandearlo temiéndose lo peor, pero afortunadamente éste abrió los ojos.

- ¿Os lo dije o no? – preguntó con un hilo de voz - ¡Desconfiados!

Los hermanos sonrieron aliviados, pero el gesto de tranquilidad de Erik pasó casi al instante a una mueca severa.

- Supongo – dijo a su compañero mientras miraba a la chica – que se lo explicarás todo.

- Prefiero no hacerlo – contestó Luis con debilidad.

- ¿¡Cómo que…!? ¿Pero tú te has visto? ¡Te has hecho polvo por protegerla! – Exclamó Erik indignado - ¡Al menos debería darte una oportunidad!

En ese momento Simon comenzó a alejarse hacia el paseo.

- ¡Eh! ¿A dónde vas? – le preguntó su hermano.

- Voy a avisar a Juanjo y a Adela por teléfono – explicó el chico – habrá que curar a Luis para que se pueda mover ¿no?

- Buena idea – aprobó el aludido.

Los dos amigos guardaron silencio hasta que Simon se alejó lo suficiente, entonces continuaron.

- No quiero – continuó Luis – he pasado 3 años guardándoselo en secreto, antes de seguir así prefiero dejarla.

- ¡No es una obligación ocultarle a qué te dedicas en realidad! ¡Le has salvado la vida gracias a tu poder! ¡Debe saberlo!

- Erik, las leyes de la hermandad…

- ¡QUE LE DEN POR CULO A LAS LEYES! – Exclamó furioso el muchacho - ¡TE HAS DEJADO EL CULO PARA QUE ELLA SALGA SÓLO CON UNOS POCOS ARAÑAZOS!

- Lo he hecho por que he querido – contestó el Fernández con serenidad – recuerda que ya no es mi novia…

- ¡La has rescatado por que la quieres! ¡Y seguro que ella también te esperaba!

- Recuerda… que nuestras leyes prohíben que los humanos tengan conocimiento siquiera de nuestra existencia – continuó Luis con paciencia – no pienso violarlas sólo por una mujer, no sería justo…

- ¡Lo que no es justo es que tengas que pasar un infierno por esas putas leyes, Luis!

Luis fue a contestar cuando Simon regresó de nuevo.

- Les he avisado – informó – están cenando cerca de aquí, así que tardarán poco.

El trío esperó en silencio, de vez en cuando el joven Fernández lanzaba miradas dubitativas a su ex novia, debatiéndose entre callarse o contárselo todo, al cabo de un rato se dio cuenta del libro que Simon aún llevaba agarrado.

- ¿Y eso? – preguntó al hermano menor.

- ¿El qué?

- Ese libro

- Es una copia del Necronomicón – le explicó Erik – no está completa, cubre sólo el pasaje de Nyarlathotep.

Luis echó la cabeza hacia atrás, dirigiendo su vista al cielo nocturno.

- Eso lo explica todo…

- ¿Cómo? – Preguntó Simon con curiosidad – ¿a qué te refieres?

- Kasa Belnades, el muy hijo de la gran puta…

No le dio tiempo a seguir, en ese momento una voz femenina los llamó a los tres desde el paseo marítimo, los hermanos dirigieron su vista hacia allí y vieron que, por una de las rampas que bajaban a la playa, los padres de Luis descendían apresuradamente.

- ¡ESTAMOS AQUIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! – les gritó Simon agitando su brazo sano.

Corriendo, la pareja se aproximó a ellos; presentaban un aspecto más animado que esa misma mañana, tal vez por saber que no habían perdido a su hijo mayor, Adela vestía el mismo traje de falda y chaqueta que la noche del rapto de Alicia y Juanjo iba a ataviado con un traje gris de chaqueta y una corbata color verde oscuro.

- ¿Todo bien? – preguntó el padre, que se había adelantado a su esposa dando grandes zancadas.

- Bueno… - contestó Erik – a la vista está.

- Podríamos haber salido mucho peor – bromeó Luis.

- Peor que tú, difícil – opinó Adela, que ya los había alcanzado con una sonrisa - ¡Me alegra veros con vida! ¿Qué tal la batalla con Kasa?

- De eso será mejor hablar después – intervino Juanjo antes de que su hijo abriera la boca para contestar – lo primero es lo primero.

- Tienes razón – reconoció ella con una sonrisa.

Acto seguido, la mujer colocó cada una de sus manos sobre el pecho de los hermanos, haciéndolas brillar, con esto, el dolor y el cansancio que ambos sentían fue desapareciendo paulatinamente así como se fueron cerrando sus heridas.

- ¡Listos! – Concluyó retirando sus manos – será mejor que volváis a casa y reposéis un poco ¿vale? – los dos hermanos asintieron.

En ese momento, Juanjo llamó a su mujer, asustado.

Con sus manos palpaba incesantemente el cuerpo de su hijo, buscando heridas internas, lesiones energéticas y posibles alteraciones en su aura; Erik dedujo que Luis estaba realmente grave, ya que la expresión de preocupación de Juanjo era palpable.

- Tenemos que hacer algo enseguida – indicó rápidamente a su esposa.

- Lo sé – contestó ella recuperando la seriedad – nos va a llevar tiempo…

- Aquí podrían veros – intervino repentinamente Simon – deberíais ir a un sitio donde sea más fácil ocultarse.

Los cuatro miraron sorprendidos al muchacho, acto seguido Erik asintió y cogió a Esther en volandas.

- Tiene razón – dijo a los padres de Luis – hay que ir a otro lado…

El grupo quedó en silencio pensando en algún lugar en condiciones, al poco rato Adela recordó una pequeña cala pegada al puerto, debajo de una plataforma elevada, los demás aceptaron y entre Simon y los padres cargaron a Luis hasta allí.

Una vez en el nuevo lugar, Juanjo cayó en la presencia de Esther y preguntó a su hijo por ella.

- No necesita ningún tipo de tratamiento – contestó Luis – le inducí al sueño apenas toqué la orilla, de modo que no hay más que esperar a que despierte, cuando lo haga creerá que todo lo que vio durante el trance no era más que un sueño.

- Entonces – contestó Erik enfadado – se quedará con nosotros hasta que despierte y comprenda que no ha sido precisamente un sueño.

- No – intervino Adela – no puede ver nada esto.

- Cierto – corroboró Luis – llévatela a su casa e invéntate cualquier cosa, lo que quieras, pero ni se te ocurra meterme en la historia.

- ¿Por qué? – preguntó Simon.

- Es mejor así.

Erik cerró los ojos con gesto de resignación, los abrió y lanzó una última mirada a los Fernández.

- ¿Cuánto creéis que tardareis en curarle? – preguntó a Adela.

- No lo sé – reconoció ella – horas… tal vez nos lleve hasta el amanecer.

- Está fatal en todos los aspectos – les explicó Juanjo – energía… aura… heridas internas… externas… nos va a llevar mucho.

El muchacho asintió.

- Sé que no es algo que tenga que pediros pero… intentad que quede como antes de que empezara la misión de hoy ¿de acuerdo?

Los Fernández asintieron, Erik les devolvió una sonrisa y se dio la vuelta con Esther en brazos, seguido de su hermano.

En silencio, los Belmont se alejaron del lugar y subieron hasta el suelo de cemento del puerto, una vez allí anduvieron un poco más hasta que el hermano mayor dejó a la chica tumbada sobre un par de cajas que podían servir perfectamente como una improvisada cama.

- ¿No la íbamos a llevar a su casa? – preguntó Simon extrañado.

- ¡No! – Contestó su hermano sin retirar la mirada de la muchacha – antes tenemos que contarle a ésta adorable muchachita a qué se dedica su ex por las noches.

- ¿Pero no te ordenó Luis que…?

- ¡Luis puede decir misa! – le interrumpió Erik – Yo lo he visto deprimirse, desesperarse e incluso llorar por culpa de los estúpidos celos de ésta… imbécil ¡Dime tú qué es más justo! ¿Destrozar la vida a un hombre inocente o demostrarle a una niña consentida el error en el que ha estado estos tres años?

- Hombre, visto desde esa óptica…

- Esperaremos a que se despierte, tú no tienes por qué intervenir, déjamelo todo a mí.

Simon asintió y se apoyó en una pared cercana a esperar.

Pasaron dos horas hasta que Esther despertó, durante ese tiempo los hermanos, turnándose, se acercaban paulatinamente a comprobar el estado de su amigo, que apenas mejoraba con las curas de sus padres.

Cuando la chica abrió los ojos se incorporó sobresaltada, mirando a su alrededor con los ojos como platos.

- ¿Ya te has despertado? – preguntó Erik antipáticamente desde su espalda.

- E… Erik ¿Qué haces tú aquí? – Preguntó ella sorprendida - ¿Dónde… estoy?

- En el puerto – respondió él

- ¿Y que hago yo aquí? - El muchacho se encogió de hombros – He tenido… un sueño muy raro… Era Luis… vestido de forma rara… peleaba con otro tío que se parecía mucho a él… usaba una espada… echaba rayos por las manos… después explosiones… y agua por todas partes… y… - se llevó la mano a la cabeza, que parecía dolerle – y… no me acuerdo… de nada más…

- Bueno – intervino Simon – tal vez te sirva de algo saber que no ha sido un sueño.

Esther miró alternativamente a ambos hermanos, después esbozó una ligera sonrisa.

- Por cierto ¿Qué hacéis vestidos así? Parece que venís de un carnaval… Sigo soñando – concluyó - ¿verdad?

- No – respondió Erik mientras se acercaba a ella – compruébalo tú misma.

Acto seguido le dio un fuerte pellizco en el brazo, ella se quejó y se apartó violentamente de él.

- ¡Oye, que eso duele!

Los tres permanecieron en silencio unos segundos, Erik clavaba sus ojos en los de la muchacha, mientras que su hermano, apoyado en la pared, miraba a otro lado con despreocupación.

- ¿Dime, sabes cuanto tiempo llevas desaparecida?

Esther negó con la cabeza.

- Una semana – le informó – si contamos la noche en la que cortaste con Luis.

- ¿U… una semana? – Preguntó ella con incredulidad - ¡Venga ya! Me peleé con Luis y vine a ver a una amiga que vive por Nicolás Salmerón, pero entonces… ¡Ah! – La chica se levantó de su asiento y se encaró con Erik - ¡Vas a intentar que le perdone! ¿No? ¡Habéis montado ésta farsa para que me reconcilie con él! – se cruzó de brazos, segura de sí misma – Vale, está currada, lo admito, pero ésta vez no me vais a convencer.

Erik aparentaba tranquilidad, pero Simon advirtió que tenía los puños apretados y dirigía a la chica una mirada que mezclaba rabia y desprecio; parecía a punto de explotar.

- ¿Crees en lo sobrenatural? – preguntó él repentinamente.

- ¿Estás de coña?

- No me lances evasivas y contesta

- Puesss – la chica dudó – creer, lo que se dice creer, sí que creo, pero más bien opino que son leyendas.

- ¿Crees en las criaturas sobrenaturales?

- que… ¿Qué?

- Vampiros, quimeras, zombies, superhombres… ¿crees en todo eso?

- ¿Pero de qué coño estás hablando? – preguntó ella cada vez más confusa.

- De ésto

Erik se alejó un par de pasos de ella, puso el puño a la altura de su pecho y lo abrió, dejando escapar una pequeña llama que mantuvo viva sobre la palma de su mano.

- ¡Eh, buen truco! – exclamó ella - ¿Cómo lo haces?

El joven pelirrojo bufó, se alejó otro paso y cerró el puño para acto seguido flexionar el brazo, su antebrazo emitió un brillo rojizo durante unos instantes y pasó a despedir una enorme e intensa llamarada, Esther se quedó boquiabierta.

- ¿Te parece esto un truco? – le preguntó irritado mientras tensaba los músculos, avivando así el fuego.

- Si – respondió ella en sus trece, aunque sorprendida – y muy bien hecho además.

- Joooooooooodeeeeeeeeeeeeeeeer – murmuró Erik mientras apagaba el fuego.

- Parece que tendremos que ir más allá – opinó Simon – a ver si esto también le parece un “truco”

Simon se separó de la pared y empezó a hacer brillar su propio cuerpo cada vez con más intensidad, llegando a un punto en el que daba la sensación de que había amanecido sólo en ése lugar.

- Ni esto ni lo que te ha enseñado mi hermano son trucos – le explicó mientras mantenía el resplandor activo – son nuestras habilidades.

- Exacto – le apoyó Erik – y lo mismo puede decirse de los rayos que viste lanzar a Luis.

Esther retrocedió asustada.

- Vosotros… ¿Qué sois? – preguntó temblando.

- Cazadores – respondió secamente el hermano mayor – y si te tranquilizas un poco podremos explicarte unas cuantas cosas acerca del tío al que le destrozaste el corazón la semana pasada.

- ¿Y qué quieres explicarme?

- Antes que nada siéntate – le pidió amablemente.

La muchacha le hizo caso y volvió a su asiento en las cajas donde había estado acostada anteriormente, viendo esto, Erik sonrió y adoptó una postura más amigable.

- Como ya te he dicho, somos cazadores, humanos con ciertas capacidades superiores innatas, desde que alcanzamos cierta edad somos instruidos en el arte del combate y, en algunos casos, la magia… ¿pillas por donde voy?

- Si – admitió ella – pero todo esto suena a película de aventuras de las malas.

- Bien… - continuó Erik ignorando la última frase de Esther – formamos parte de una hermandad que recoge, organiza y mantiene a todos los cazadores Europeos, recibimos un sueldo de ellos a cambio de salir a cazar prácticamente todas las noches, nos pagan casi quinientos euros por noche.

- Y… ¿qué cazáis? – preguntó la muchacha que se debatía entre creerle o no.

- Seres de la oscuridad – respondió él con rapidez - , principalmente vampiros, que son los que más abundan, nuestro objetivo es evitar que invadan el mundo humano.

- Que lo… ¿invadan?

Erik resopló.

- Si conoces la leyenda, sabrás que los vampiros infectan, salvo excepciones, a todo aquel que muerden, cada noche un vampiro puede morder a 5 personas, y si tenemos en cuenta que su población es un tercio de la total registrada… pues imagínate hasta donde podría llegar la cosa si nosotros no existiéramos.

- Comprendo – aceptó finalmente la muchacha - ¿Y os entrenan para eso desde qué edad?

- Varía – respondió – pero el entrenamiento suele empezar entre los 4 y los 7 años y dura unos 10 más o menos, a partir de ahí para nosotros es opcional continuar…

- ¿Y salís todas las noches a…?

Erik asintió con tristeza.

- ¿Entiendes a donde quiero llegar? – le preguntó – durante estos tres años has desconfiado de Luis sin motivos reales, simplemente te has encerrado en tu paranoia…

- Pero… yo… no podía saber nada de…

Erik la interrumpió, comenzaba a encenderse otra vez

- ¡En lugar de preocuparte por él te dedicabas a pensar que tenía líos por ahí! ¡Le llamabas incluso cuando nos encontrábamos en mitad de un combate y a la mañana siguiente te enfadabas si no te había contestado!

- ¡Yo no sabía todo eso…! – intentó defenderse Esther sin demasiado éxito.

- ¡INCLUSO SABIENDO QUE ES POLICÍA Y QUE PUEDE PASAR NOCHES ENTERAS FUERA TE DEDICABAS A CONTROLARLE COMO UNA ESTÚPIDA MIENTRAS ÉL SE JUGABA EL CULO POR DARTE TODOS TUS CAPRICHOS…!

- ¡El no tenía la obligación de…!

- ¡…Y PARA TERMINAR DE JODER LA MARRANA VAS Y LE MONTAS EL ESPECTÁCULO JUSTO LA NOCHE EN LA QUE SU HERMANA DESAPARECE!

Esther palideció

- ¿¡Qué!? ¿¡Que Alicia QUÉ!?

Su reacción hizo que Erik se tranquilizara, más calmado y algo avergonzado por su enfurecimiento, continuó hablando con un tono de voz más normal.

- La raptaron esa misma noche – explicó – mientras estaba en una cita con mi hermano, lo derrotaron y se la llevaron, aún no tenemos noticias de ella.

La chica, atónita, miró a Simon.

- Es… ¿es eso verdad?

Desde su sitio y sin pronunciar palabra, el hermano menor asintió.

- Tuvimos que salir corriendo al enterarnos de la noticia – continuó el pelirrojo – a Simon lo ingresaron en Torrecárdenas y fuimos a ver como estaba, por eso nos encontrábamos todos allí…

Esther se llevó la mano a la frente mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, recordaba que, entre gritos, Luis le había dicho algo entre gritos aquella noche, pero no le había hecho ningún caso.

¿Cómo había podido ser tan… estúpida? ¿Tan egoísta?

- Y aún hay algo más que debes saber – añadió Erik poniéndole una mano sobre el hombro – pero necesito que me acompañes y lo veas por ti misma.

- Erik, creo que ya es suficiente – intervino Simon – ya lo ha comprendido, si vas a mostrarle lo que yo creo…

Los dos hermanos cruzaron miradas, los ojos severos del mayor lo decían todo.

La muchacha debía ver las consecuencias de su estúpido comportamiento.

Erik pidió a Esther que lo siguiera y se encaminaron al borde de la plataforma de cemento donde estaba la cala en la que se encontraban los Fernández, una vez allí pidió a la chica que se asomara al borde.

- Siento hacer esto – mintió mientras ella se arrodillaba en el borde, temerosa de lo que podría ver – pero es necesario.

La joven asomó la cabeza, en parte empujada por la curiosidad que le suscitaba una tenue luz que emanaba de allí, sin embargo el espectáculo no era tan acogedor como aparentaba en un principio.

Allí, tumbado sobre la arena, yacía el cuerpo de Luis, iluminado por la luz que manaba de las manos de sus padres, que luchaban con todas sus fuerzas por curarlo.

Aquella visión fue un shock para ella, la arena se había teñido de rojo por la sangre vertida por las heridas del muchacho y su cara cubierta de sangre seca, sus ropajes rasgados y su hombro dislocado completaban un cuadro desolador.

Esther retiró la vista horrorizada, con los ojos empapados por las lágrimas.

- No han avanzado mucho – comentó Erik con aire sombrío – aún deben estar restaurando su aura.

- No… No estará…

El muchacho negó con la cabeza.

- No, pero por poco, ahora mismo lo están curando… se encontraba en un estado deplorable.

- Pero… ¿¡Cómo!? – preguntó ella con la voz quebrada - ¿¡Qué lo ha dejado así!?

- Como ya te hemos dicho antes, lo que viste no era un sueño… Kasa Belnades te raptó y te usó como cebo para intentar matarle… falló… no sé cómo fue el combate pero tuvo que ser terrible… después debió intentar sacarte de allí protegiendo tu cuerpo de cualquier golpe en la cueva inundada… lo último fue una bomba en la salida… es un milagro que estemos todos vivos, la verdad…

Tras unos segundos de silencio, roto por los sollozos de la chica, Erik le puso la mano en el hombro y le conminó a volver a donde se encontraban, ella aceptó.

- No puedo creerlo… - decía a Erik mientras se dirigían a donde habían estado antes – Le monté un espectáculo horrible… me pasé por el forro su problema… y aún así… aún así…

Fue incapaz de continuar, iniciando un silencioso llanto; de alguna forma, el muchacho se arrepentía realmente de haberle mostrado aquello, se sentía un poco culpable…

- Pero… - continuó Esther - ¿Por qué no me contó nada? Se habría evitado muchos problemas… ¿Por qué no me dijo nada?

- Porque tenemos unas normas – respondió Erik rápidamente – unas leyes que nos impiden mezclarnos con humanos para que no descubran lo que somos en realidad… he intentado convencerlo cientos de veces de que te lo cuente pero no me hace caso… dice que prefiere intentar sostener la situación… supongo que tendrá más motivos, pero no me los ha contado.

Poco a poco la muchacha se fue calmando, aunque aún tenía los ojos llorosos cuando se reunieron con Simon.

- Ahora deberíamos ir a tu casa – sugirió el hermano mayor – debes sentirte débil y tus padres estarán preocupados…

- No – contestó ella secamente, sentándose en las cajas – voy a hablar con Luis.

Los hermanos la miraron atónitos.

- Quiero llegar vivo a mañana – le respondió Erik – siempre tendrás tiempo de hablar con él.

Pero ella volvió a negarse.

- Volved vosotros, yo me quedo.

Simon y Erik se miraron y volvieron a mirarla a ella.

- ¿Qué hacemos? – preguntó el menor.

- Yo estoy hecho polvo, – resolvió Erik – nos sentará bien dormir un poco.

Dicho esto, se despidieron de Esther, que, mirando al mar, esperaba que, en cualquier momento, Luis apareciera para poder hablar con él.

Publicado: 11:33 24/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Inversión

Luis se subió despreocupadamente la cremallera del chaleco, cerrándolo, y lanzó una mirada compasiva al cuerpo inerte de Kasa.

Aún incluso después de haberlo derrotado, era incapaz de creer lo que había visto, incapaz de creer que la mente de alguien pudiera degenerar así sólo por obtener un poco más de poder.

- Es absurdo… - se dijo a sí mismo en voz baja.

Lentamente, se encaminó hacia donde estaba Esther, la sacaría de allí y volvería a entrar a buscar el libro, si es que se encontraba allí, con la ayuda de Simon y Erik, se encontraba pensando en ello cuando una débil risa llamó su atención.

Era Kasa, que se negaba a morir.

- Creía… que había acabado contigo – le dijo Luis, que se había detenido.

- Aún no he dicho mi última palabra – contestó débilmente Kasa Belnades.

- ¡Ah! ¿No?

Lentamente, el agonizante hechicero se llevó la mano al bolsillo interior de la chaqueta, sacando el controlador de tres botones con el que, antes de comenzar el combate, electrocutó a Esther.

- No seas loco – le advirtió Luis – antes de que vuelvas a pulsar ese botón te habré rematado.

El Belnades se volvió a reír.

- No es el segundo botón el que quiero pulsar…

- ¿Cómo?

- Mira a tu alrededor…. A las paredes… y al techo…

Haciéndole caso, Luis echó un vistazo, lo que le hizo darse cuenta de algo en lo que antes no se había fijado.

En paredes y techo había repartidas unas cuantas cajas metálicas de aspecto extraño, el chico se quedó perplejo.

- ¿Qué son…?

En realidad no quería saber la respuesta.

- Cuatro años de policía… ¿y no eres capaz de… imaginártelo?

- Dios santo, no me digas que…

Kasa se rió una vez más.

- Bombas – contestó – y apenas apriete… éste botón – continuó colocando su dedo pulgar sobre el tercer botón del remoto – explotarán… en una secuencia programada… nadie saldrá vivo… de éste lugar…

Tras éstas palabras quiso volver a reírse, pero le interrumpió un ataque de tos en el que acabó esputando sangre, una vez recuperó la compostura, le dedicó a Luis un escueto “Adios” y apretó el botón.

Luis corrió a desatar a Esther mientras a su alrededor volaban pedazos de metal fruto de las deflagraciones en cadena que, poco a poco, demolían la sala; cuando llegó hasta ella, la abrazó protegiendo su cabeza con una mano mientras con la otra tiraba de las ataduras, intentando romperlas; al mismo tiempo pensaba en los hermanos Belmont, preguntándose si habría bombas también en el sótano.

Tras varios intentos, logró liberarla de sus ataduras justo antes de que las bombas colocadas en el techo comenzaran a estallar; asustado, alzó la vista y vio como un amasijo de hierro y escombros se precipitaba sobre él, rápidamente se apartó dando un salto hacia atrás, y en ese momento una explosión en el suelo abría un agujero que parecía dar a una galería inundada, ya afectada por las explosiones; el joven, viendo la puerta de entrada totalmente bloqueada, tapó la boca y la nariz de la muchacha para evitar que le entrara agua y se lanzó hacia la única escapatoria visible.

La caída fue larga y la zambullida algo dura, sin tiempo de pararse a pensar dado que las explosiones aún se sucedían, Luis, cargando dificultosamente con Esther, comenzó a buscar, entre la oscuridad, una salida entre las rocosas paredes.

- Nada que hacer – se dijo tras un rato de búsqueda infructuosa.

Sin resignarse a morir allí, colocó la mano sobre la cabeza de la chica durante unos segundos, la retiró y se sumergió con ella, quedando su cabeza cubierta por una suerte de burbuja. Inmediatamente y apurando el tiempo que era capaz de bucear a pulmón, empezó a palpar con la esperanza de hallar algo, pero de nuevo sin éxito, toda la gruta parecía increíblemente sólida.

Y mientras, los escombros del piso superior seguían cayendo, amenazando con golpearles en cualquier momento.

Fue en un momento de desesperación cuando encontró un agujero en lo más profundo de la zona, sin dudarlo salió corriendo a tomar aire y volvió a sumergirse, momento en el que se dio cuenta de que la burbuja que cubría la cabeza de Esther había reducido ligeramente su tamaño.

Debía darse prisa.

Nadando lo más rápido que le permitía su maltrecho cuerpo y aprovechando el peso de su equipo para favorecer el descenso, alcanzó con rapidez la oquedad y la cruzó, pasando así a una gruta bastante más larga y completamente inundada, viendo esto aceleró el ritmo y al poco rato dio con algo que parecían escaleras excavadas en la roca, en ese momento una tremenda explosión reventó la pared a su lado, lanzándolo contra el extremo opuesto golpeándose de mala manera el brazo derecho, con el que sujetaba a Esther, y sintiendo como su hombro se desencajaba, quiso gritar, pero no tenía ni tiempo ni derecho a manifestar dolor.

En ese mismo momento la nueva salida abierta comenzó a absorber agua, llevándoselos a los dos tampoco; Luis, con la mente obnubilada por el dolor, fue incapaz de luchar contra la corriente que lo movía a su merced, golpeándolos contra todo mientras él se esforzaba por mantener el cuerpo de la chica protegido, usando el suyo propio como amortiguador, cubriéndose así de heridas; en un momento dado, dándose cuenta de que así no saldrían de allí jamás, decidió nadar con las pocas fuerzas que le quedaban, aprovechando la corriente para hallar así una hipotética salida, pero con tan mala suerte de que no tuvo en cuenta las dimensiones del lugar, y al poco rato sintió un golpe tremendo en su cabeza.

Las pocas fuerzas que le quedaban le abandonaron casi por completo, el agua a su lado se teñía de sangre, aunque la oscuridad reinante le impedía verlo.

Se había golpeado contra un saliente en el techo rocoso de la cueva.

Negándose a perder la consciencia, hizo un desesperado esfuerzo por continuar, de repente la corriente cesó y, agotado, se dejó hundir. En un último ademán elevó su mano libre, sencillamente no quería acabar así.

Fue entonces cuando sucedió el milagro.

¡Aire!

¡Aire fresco!

Una suave corriente de aire acariciaba su mano, invitándolo a salir.

Sacando fuerzas de no sabe dónde, dio un empujón con sus pies y sacó tanto su cabeza como la de Esther a la superficie; desesperado, tragó una bocanada de aire que sintió que le devolvía la vida.

En ese momento escuchó dos voces que le llamaban, inmediatamente abrió los ojos – no se acordaba de que los tenía cerrados – y miró a su alrededor, descubriendo de paso que se hallaba en una cueva bastante amplia cuya salida daba directamente a mar abierto, probablemente a pocos metros del puerto; desde allí podía ver la luna brillando en aquel cielo despejado.

Cerró los ojos y sonrió: lo había conseguido.

De nuevo sintió aquellas voces llamándole insistentemente, una de ellas comentó “no estará muerto ¿no?” a lo que la otra, con un leve deje de preocupación, contestó con un “espero que no”

Aún incapaz de reconocerlas, Luis volvió a abrir los ojos y busco a los emisores, hallándolos a unos metros en la pared de la izquierda, sobre una especia de cornisa natural de la cueva, a la altura del nivel del agua.

Al verlos volvió a sonreír aliviado, eran Simon y Erik.

Los hermanos no presentaban buen aspecto, empapados y cubiertos de laceraciones, el menor sangraba por una herida en su brazo izquierdo que se sujetaba con la mano derecha y el mayor presentaba dos heridas importantes, una en la pierna derecha y otra en la cabeza, que también sangraban abundantemente.

- Creo… que nunca me he alegrado tanto de veros, par de cabrones – comentó Luis.

Simon sonrió y Erik le pidió que alzara su brazo libre, al hacerlo, el hermano menor le lanzó su látigo, agarrándolo por la muñeca y pidiéndole a Luis que se agarrara a él, a lo que accedió sin problemas, tras esto, los dos Belmont empezaron a tirar de él.

- Tiene un aspecto horrible – comentó Erik a su hermano – tenemos que sacarlo de aquí ya.

- Esperemos que no pase nada más – contestó Simon echando un vistazo rápido a la salida – ¡vaya primera nochecita!

Mientras se sujetaba con fuerza a su atadura, Luis echó la cabeza hacia atrás, agotado, mirando al techo y preguntándose cómo sería su vida ahora que iba a separarse de Esther.

Fue entonces cuando vio algo que le heló la sangre.

- Parad… - pidió a los hermanos - ¡¡¡PARAD!!!

Simon y Erik, confusos, se detuvieron.

- ¿Qué pasa? – preguntó Simon.

- ¿A santo de qué nos pides que nos paremos?

Luis apuntó con su mano libre a un punto del techo sobre él, siguiendo los hermanos su dedo, para encontrarse en el techo una extraña caja incrustada en la roca, con dos cilindros conectados a una especie de cajetín en el que parpadeaba una pequeña bombilla roja.

- No me jodas… - dijo Erik soltando el látigo.

- Escuchadme los dos – les avisó Luis – debéis soltarme y salir de aquí.

- De eso ni hablar – se negó Simon, que dio otro tirón al látigo.

- No te dejaremos aquí

- ¡No seáis imbéciles! – exclamó Luis - ¡esa cosa puede estallar en cualquier momento y atraparnos a los cuatro! ¡Yo estoy demasiado agotado para moverme en tierra y vosotros no podéis cargar con nadie! Dejadme aquí, me las arreglaré.

Dicho esto el muchacho hizo un rápido movimiento, deshaciéndose de su atadura, y volvió a mirar al techo.

- Le queda poco… - comentó mirando la lucecita, que parpadeaba ahora a más velocidad – salid de aquí y buscadme por la playa, intentaré escapar buceando.

Los hermanos le miraban atentamente, sabían que podían perecer allí, pero al mismo tiempo se negaban a dejar solos a Luis y Esther.

De nuevo, el tempo de parpadeo de la bombilla aumentó.

- ¡¡¡CORRED!!! – gritó finalmente el Fernández.

Obedeciéndole, los hermanos Belmont echaron a correr por la cornisa hasta la boca de la cueva mientras Luis se volvía a sumergir en el agua mientras la bomba comenzó a emitir ensordecedores pitidos.

Segundos después, una ensordecedora explosión inundó el puerto de Almería.

Publicado: 09:27 23/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
The Follower of Darkness

- ¿Qué demonios significa esto?

Luis retrocedió ante la vista de tan bizarro espectáculo, una sombra que parecía viva brotaba de la espalda de Kasa y se agitaba violentamente como una crepitante llama; de repente el cuerpo del hechicero caído empezó a levantarse, recuperando la verticalidad empujado por aquel imposible fenómeno.

- ¿Sorprendido? – Preguntó Kasa riéndose mientras volvía a colocarse de pie - ¿Es que creías que te irías de aquí sin más?

El muchacho apretó los dientes mientras llevaba su mano derecha al mango de su espada, la energía que ahora emitía su enemigo era tan intensa como estremecedora.

No se había dado cuenta, pero estaba temblando de miedo.

Kasa esbozó una sonrisa demente, casi demoníaca, y alzó sus brazos hasta colocarlos en cruz, en ese instante la sombra cobró vida y golpeó violentamente a Luis, que se estrelló contra la pared metálica, abollándola, cayendo posteriormente al suelo.

“No” – pensó – “Nunca he oído hablar de un poder similar” – se levantó con dificultad, el golpe había sido tremendo, le costaba moverse – “¡Es imposible controlar los elementos a voluntad, como si fueran extensiones de tu propio cuerpo!”

- ¡Qué! ¿Te ha gustado? – le preguntó Kasa mientras caminaba lentamente hacia él.

Decidido a acabar con aquello de una vez, Luis desenvainó y embistió a su enemigo, la sombra volvió a atacarle, pero la esquivó sin dificultad, logrando colocarse frente a Kasa, cuya expresión no varió ni un ápice.

- ¿Qué crees que puedes hacer con eso? – preguntó burlonamente

- ¡ESTO!

Luis asestó un tajo diagonal que su adversario no se molestó en esquivar, si no que dejó que la espada lo atravesara, pero entonces Luis se dio cuenta de que no había tenido ninguna dificultad para cortarlo, no había chocado con huesos, músculos u órganos.

De repente, el supuesto cuerpo de Kasa explotó en una nube de humo, y el joven se apercibió de que algo le agarraba los pies.

Era esa maldita sombra otra vez, que lo levantó a pulso y lo colgó cabeza abajo; Kasa Belnades se materializó delante de sus narices, sonriéndole burlonamente.

- ¿Jugamos? – le preguntó.

Acto seguido empezó a zarandearle, estrellándole contra las paredes, el suelo y el techo de la habitación con una fuerza que cada vez iba a más, obligando al muchacho a gritar de dolor, para acabar tirándolo de cualquier manera al lado del sillón donde se encontraba sentado Kasa al recibirle.

Allí, sin haberse movido ni un ápice, estaba Esther; ésta, que de alguna forma había sentido el golpe, ladeó la cabeza ligeramente, clavando sus vacuos ojos en el destrozado muchacho.

- No… no me mires… así… - le pidió inútilmente Luis – yo no soy… así… - sus ojos se llenaron de lágrimas de impotencia, no sólo Esther había descubierto su secreto, si no que encima Kasa lo estaba humillando delante de ella – yo… yo soy…

Sin darle tiempo a terminar, un enorme apéndice de la sombra cayó sobre él, haciendo cada vez más presión hasta darle la sensación de ser aplastado; haciendo acopio de fuerzas, Luis hizo estallar un cúmulo de energía eléctrica, haciendo retroceder la extensión que le atacaba, y se levantó como pudo, mientras su ex novia lo seguía con la mirada.

- Te sacaré de aquí – le dijo Luis, aún a sabiendas de que ella realmente no le escuchaba – te sacaré de aquí y podrás vivir feliz tu vida, lejos de mi mundo.

Acto seguido recogió su guante, que reposaba en el sillón, y se lo calzó; al ver esto Kasa no se estuvo quieto y le azuzó pequeñas lanzas sombrías que Luis destruyó casi a la vez con sus descargas.

Aquel guante, imbuido con la ira de Dios, parecía ser lo único capaz de contener aquella magia blasfema.

- Kasa… - Luis empezó a avanzar hacia su adversario, algo más confiado ahora que sabía que tenía alguna posibilidad – ¡tienes que decirme cómo has conseguido ese poder!

El Belnades se rió

- ¿Tanto te ha impresionado que quieres disponer de él?

- ¡No me toques los huevos! – exclamó Luis ofendido - ¿Qué tipo de magia es esa? ¡Contesta!

- ¿De verdad quieres saberlo?

Luis seguía aproximándose a él, mareado por las heridas y agotado por el dolor, su única posibilidad era conocer el poder de su adversario para poder contrarrestarlo.

- Esto – contestó Kasa – no es magia amigo mío, es algo superior, algo que muchos han intentado dominar sin éxito.

- Dispara.

- Éste es el poder que recibimos los iniciados en la servidumbre de Nyarlathotep.

Luis se detuvo en seco.

- Es… una broma ¿verdad? – preguntó esperando que, en efecto fuese sólo una fantasmada de Kasa.

- Pues no…

- ¿¡Me estás diciendo que te has iniciado en el aprendizaje del Necronomicón!?

Kasa asintió sonriendo maliciosamente y Luis retrocedió atemorizado, aquello explicaba aquella energía invasiva y asfixiante, tan sumamente decrépita y arcaica que resultaba imposible de identificar.

- No puede ser… estás loco… estás loco… ¿cómo se te ha ocurrido…? – decía atemorizadamente mientras retrocedía - ¿¡Pero tú te das cuenta de lo que puedes desencadenar!?

- ¿Y qué es lo que puedo “desencadenar”? – preguntó Kasa despreocupadamente – Yo no soy como esos irresponsables humanos que se creían los amos del mundo porque pudieron invocar a uno de los dioses primigenios que más adelante los devoró… yo soy un cazador… un hechicero… somos los más aptos para esto, somos… ¡Superiores a los humanos!

- ¡IMBÉCIL! – Gritó Luis, que era incapaz de creerse lo que estaba oyendo - ¡NUESTRO DEBER ES PRESERVAR EL EQUILIBRIO! ¡PROTEGER A LOS HUMANOS! ¡Y A TI NO SE TE OCURRE OTRA COSA QUE ENTREGARLE TU ALMA A UNO DE LOS DIOSES PRIMIGENIOS DEL NECRONOMICÓN! ¡A NYARLATHOTEP NI MÁS NI MENOS!

Ante las palabras del Fernández, Kasa se echó a reír como un desquiciado, cuando paró, devolvió a Luis una sonrisa cargada de maldad.

- ¿Proteger a los humanos? – preguntó - ¿para qué? ¡Vivimos en la sombra! ¿No estás harto de cumplir con tu deber a escondidas de los ojos de quienes hace tres o cuatro siglos nos veneraban? ¡Mira a lo que te ha llevado esa obligación! ¡A hacer creer a tu novia que le eres infiel!

Luis palideció, más allá de que Kasa estuviera enterado de la marcha de su relación, le sorprendía, y al mismo tiempo asustaba, el que estuviera dispuesto a rebelarse contra los estamentos de los cazadores de aquella manera.

Pero, así y todo, su objetivo seguía sin estar claro.

- ¿Y qué es lo que pretendes? – le preguntó Luis recuperando la compostura - ¿Dominar a los humanos? ¿Demostrarles que somos superiores?

- ¿Qué? – Kasa volvió a reírse - ¡No! ¡Sabes tan bien como yo que esos estúpidos se dejan impresionar por cualquier pazguato! ¡No tengo ningún interés en dominarles! ¡Yo simplemente quiero poder!

Aquello le sobrepasaba, Luis comenzó a enfurecerse otra vez ¿Poder? ¿Para eso había entregado su alma a Nyarlathotep, el que se arrastra en la oscuridad? ¿Para eso estaba asimilando las enseñanzas del pasaje de la cabra de las mil crías?

- ¡Que absurdo! – el chico empuñó su Katana con ambas manos, preparándose para atacar - ¡Cometer semejante pecado sólo para volverte más poderoso! ¡No eres más inteligente que los humanos si tu único objetivo es ese!

Dicho esto se lanzó al ataque, esquivando todos los golpes que Kasa, haciendo uso de la sombra que controlaba, le lanzaba repetidamente, inmediatamente logró reducir lo suficiente la distancia entre ambos como para hacer uso de su arma, incluso en un determinado momento logró abrir una pequeña herida superficial en la mejilla de su enemigo, pero el dolor por los ataques recibidos era demasiado grande, afectando a sus movimientos que se vieron, en gran medida, ralentizados, y pronto se vio rechazado, siendo despedido a su punto de partida.

- ¿Pecado? – Preguntó Kasa - ¿Qué pecado? ¡No me digas que tú eres uno de esos cristianitos mojigatos que ven a Yahvé como único dios y consideran el Necronomicón un libro blasfemo!

- Capullo… – contestó Luis levantándose – el Necronomicón es un libro blasfemo per se, la más maligna obra oscurantista jamás escrita… ¡el mero hecho de abrirla con el objetivo de aprender algo de ella es un pecado mortal!

Kasa no contestó esta vez, si no que lanzó sus brazos al frente haciendo así que la sombra atacara a Luis con virulencia, éste la esquivó como pudo y, en su nueva posición, procedió a rechazarla con su espada, ésta vez cargada con la electricidad filtrada por la Agnea.

- ¡NO SEAS ESTÚPIDO! – le gritó desde su posición de defensa - ¡ERES UN BELNADES! ¡HACE POCO ME ACUSABAS DE HABER HECHO CAER BAJO A TU CLAN! ¿TIENES IDEA DE LAS CONSECUENCIAS QUE VA A TRAER ESTO?

Pero su enemigo no se detuvo, si no que aumentó la intensidad, derribando a Luis y, acto seguido, lanzando una gran masa oscura contra él con el objetivo de aplastarlo contra el suelo; cuando Kasa la retiró, Luis estaba intacto, protegido por una barrera eléctrica.

- Parece que no me queda otra opción – concluyó el joven levantándose – No me dejas más remedio que acabar con esto con las malas.

Luis relajó su respiración y alzó ambos brazos al cielo, cruzándolos a la altura de las muñecas, Kasa lo miró confuso.

- Entregarse al Necronomicón es una falta demasiado grave, una blasfemia imperdonable… voy a evitar que continúes con tu locura antes de que llegues a hacerle daño a alguien más.

Por fuera del techo abovedado de la sala se podían escuchar truenos ensordecedores, la Agnea brillaba ahora con una intensa luz azul y el rostro de Luis mostraba una expresión tranquila y severa al mismo.

- ¿Vas a evitar que siga…? – Preguntó escéptico Kasa - ¿Cómo?

- Como tú mismo has dicho, la piedra de mi guante contiene la ira de dios… tú has blasfemado contra el género humano, contra el gremio de cazadores y contra tu propia alma, entrando así en pecado mortal… he intentado convencerte pero es imposible… no me dejas más remedio que aplicarte el castigo correspondiente a tu falta.

Un rayo atravesó el techo, abriendo un gran agujero en él, y cayó sobre las muñecas unidas de Luis, ahora sus manos emitían una intensa luz blanca acompañada de chispazos eléctricos, dicha luz se extendió por todo su cuerpo.

- ¡Vas a ir al infierno por tus pecados! – gritó - ¡CASTIGO DIVINO!

Como un rayo, Luis embistió a Kasa que, inútilmente, intentó usar su sombra para crear una barrera protectora, que el chico atravesó sin dificultad alguna para, acto seguido, herirle de gravedad con una gran descarga eléctrica blanca que lo derribó casi al instante, haciéndole caer entre fuertes convulsiones.

La sombra que lo rodeaba y protegía se disipó casi instantáneamente, siendo devorada por aquella luminiscencia blanca.

Luis buscó su chaleco y se lo puso despreocupadamente, para él, el combate había acabado definitivamente.

Había vencido a Kasa Belnades.

Publicado: 22:24 22/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: Reflexiones de un friki
Estaba yo aquí escribiendo el episodio 22 de Twilight Rhapsodia mientras escuchaba música cuando de repente me he parado a reflexionar...

Me he acordado de la gran cantidad de gente que, a día de hoy, desprecia los MIDI, cuando es algo con lo que hemos convivido durante todos nuestros años de videojugadores.

En mi Playlist tengo temas de juegos con OSTs tan dispares como CastleVania Adventure, Guilty Gear XX, Super Mario64 y Zelda Twilight Princess junto a algunas canciones de Anime.

Como ya podreis imaginar pues hay de todos los gustos, desde el MIDI casposillo de NES hasta la maravillosa música orquestal de Curse of Darkness, y como cada vez que cargo el Windows Media ordeno la lista de forma aleatoria pues es raro cuando no paso de "A Town called Cordova" a "Stalker"

Y no me molesta para nada.

Personalmente, me llaman mucho la atención aquellos que, pese a disponer un juego de una orquestación maravillosa, critican su música por ser MIDI, echan pestes de ella y suspiran por una versión orquestal aunque la diferencia entre la versión sintética y la orquestada sea mínima.

Esto es algo que, dicho sea de paso, me molesta con los CastleVania, detesto a los h4rd (lo siento pero es que no puedo decirlo de otra forma) que ponen a parir la OST de los títulos de DS sólo porque son MIDI y se cummian vivos pensando en la banda sonora del futuro CastleVania: Dracula X chronicles o de un hipotético CV Next Gen.

No le veo ningún sentido a esas actitudes.

En fin manos, que yo también quiero unos oidos biónicos que sangren provocándome insoportables dolores cada vez que juego a Twilight Princess o Super CastleVania IV...

Bueno... pensandolo mejor... casi que prefiero no tenerlos :/

Publicado: 21:25 22/02/2007 · Etiquetas: · Categorías:
O bueno, más bien SERIE de cabeceras, como ya podreis imaginar y estando el fanfic en plena publicación voy a aprovechar y colocar diversas cabeceras con diseños de los personajes más importantes, desde Simon hasta Kraus Van Helsing.

Tengo la intención de que sean varias y, lo más importante: Rotativas, así no tendré que cambiarlas manualmente que es un poco coñazo

PD: No, no está mal coloreada, es que es así

Publicado: 16:38 22/02/2007 · Etiquetas: · Categorías:
No es, ni mucho menos, la definitiva, pero mientras me curro una decente con esta podría, más o menos, salir del paso hasta que acabe la semana ^^

Publicado: 16:46 21/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Confrontation

- ¿¡Qué!? ¿¡Que tú…!? ¿Es que te golpeaste la cabeza cuando tropezaste antes? ¿¡Tú has visto a ese bicho!?

Erik no le escuchó, en lugar de eso siguió avanzando hacia el esqueleto y desenvainó su espada, dispuesto a luchar, al mismo tiempo que se rodeaba de una tímida aura rojiza; el monstruo comprendió sus intenciones y atacó inmediatamente con un tajo vertical que el muchacho, en lugar de esquivar, detuvo con su propia arma, hundiéndose ligeramente sus pies en la roca por la fuerza del impacto, para después rechazarlo y contraatacar, pero el monstruo interpuso su escudo, con el que además le golpeó, desequilibrándolo.

Erik no tardó mucho en recuperar la estabilidad y esquivar otro tajo, en ésta ocasión horizontal, con el que la criatura pretendió partirle en dos; aprovechando su posición agachada, tomó impulso y salto hasta estar por encima de la cabeza del esqueleto, cayendo sobre él en picado intentando clavarle su salamander, fue un intento fútil, ya que se vio obligado a rebotar y volver al suelo, vista la dureza de su cráneo.

- ¡Vale, ya has visto que tú solo no puedes! – le gritó Simon desde la puerta - ¡Deja de hacer el tonto y deja que te eche una mano joder!

Pero Erik se negaba a recibir ayuda, y mucho menos de Simon, cuyas heridas, por muy bien que Luis las hubiera protegido, podían volver a abrirse. Decidido a ganar volvió a la carga, ésta vez embistiendo frontalmente y atacando furiosamente con su espada, pero el monstruo se defendía bien y usaba su enorme escudo como principal apoyo, finalmente y tras cinco minutos de forcejeo, el chico volvió a ser rechazado de un golpe de escudo; pero lo peor estaba por llegar, la criatura empezó a avanzar hacia él, cada vez más rápido, embistiéndole.

Erik se volvió a poner en pie y adoptó una posición defensiva con la espada, de repente el monstruo desapareció, y volvió a materializarse detrás suya, mientras que él, al mismo tiempo, sentía un tremendo golpe cuya fuerza lo lanzó a donde se encontraba su hermano, estrellándolo contra la pared.

- ¡Eh! ¿Estás bien? ¡Erik!

El joven pelirrojo se volvió a incorporar, únicamente para encontrarse al monstruo con la espada y el escudo bajados, confuso, se puso en guardia, y la columna vertebral del gigantesco esqueleto empezó a emitir un brillo cegador.

Instantáneamente Simon se puso entre él y su hermano, y desde el punto donde el brillo era más intenso, la criatura lanzó un rayo de energía concentrado, el muchacho extendió los brazos.

- DEFFENSIVE CROSS

Una cruz luminosa, casi de su mismo tamaño, se formó delante suya, protegiéndolos del impacto de aquel chorro energético, Erik respiró aliviado, el esqueleto finalizó su ataque y la cruz defensiva de Simon, que volvió a caer sobre sus rodillas agotado por el esfuerzo, se desvaneció.

- Si nos hubiera alcanzado… - dijo a su hermano entre jadeos – nos hubiera desintegrado… a los dos… ten mucho… cuidado…

Erik asintió y volvió de nuevo al ataque, en ésta ocasión, más que el monstruo, su objetivo era el escudo; en plena carrera blandió su espada en el aire, que se envolvió instantáneamente en fuego, y golpeó con ella directamente el escudo del esqueleto, que retrocedió un paso por la violencia del golpe del muchacho.

- ¡Empiezo a estar hasta los cojones de esto! – exclamaba mientras atacaba sin descanso con su espada llameante - ¡Me cargaré tu escudo aunque me deje la vida en ello! ¡Te vas a enterar!

Pero el escudo ni siquiera se mellaba, el esqueleto logró recuperar el equilibrio y contraatacar de nuevo, sorprendiendo a Erik que le esquivó por muy poco; el segundo ataque de la criatura fue tan potente que arrebató su espada de las manos al joven guerrero.

- ¡A LA MIERDA! – gritó furioso - ¡YA ME HE HARTADO!

Con sus propios puños, Erik volvió a centrar sus fuerzas en el escudo de la bestia, sus golpes iban a más y, para sorpresa de Simon, que aún estaba recuperando el aliento, su objetivo comenzaba a abollarse, aunque seguía sin mostrar ni una sóla grieta.

Finalmente, Erik empujó con ambas manos al esqueleto que retrocedió tres pasos, y lo embistió con su brazo derecho emitiendo una intensa luz escarlata.

- ¡ESTO SE ACABÓ! – gritó - ¡DRAGON FIST!

Con todas sus fuerzas, el muchacho golpeó con su brillante brazo derecho el escudo del monstruo, que salió volando contra la pared y se estampó en ella, desmontándose por completo; el escudo, que había salido volando por otro lado, había quedado destrozado.

- Al final lo has conseguido ¿eh? – le dijo Simon que, aún cansado, andaba hacia él con su espada en la mano – ha sido impresionante.

Cuando llegó a él le dio una palmada en el hombro, y le tendió su arma, que Erik cogió y envainó.

- Gracias – respondió sonriendo – pero me has echado un cable bastante oportuno, no está nada mal para tu primera misión.

Los dos hermanos se sonrieron, acto seguido dirigieron sus miradas a los restos del esqueleto.

- ¿Qué crees que lo movía? – preguntó Simon con curiosidad.

- Magia – contestó Erik sin pensar siquiera – es la única forma de reanimar esqueletos, cuanta más magia haya sido usada en ellos más poderosos son… lo que éste custodiaba debe ser muy importante o muy peligroso…

- O ambas cosas.

- Espero que no.

Tras ésta conversación se dieron la vuelta, encaminándose hacia la habitación que era su objetivo, cuando, antes de alejarse siquiera un metro, un ruido como de crujido de huesos les hizo volver su mirada de nuevo al montón de huesos, sobresaltados, y cuando lo hicieron no podían dar crédito a sus ojos.

Los huesos parecían encerrados en un remolino, girando y uniéndose poco a poco, formando de nuevo a la misma criatura que Erik había derrotado hacía menos de 5 minutos.

- ¡No puede ser coño! – Exclamó Simon - ¡Si está muerto pues está muerto! ¡Que lo has desmontado joder! ¿¡Cómo puede estar reconstruyéndose!?

- Muerto está – le contestó Erik – por eso no podemos matarlo, tenemos que ir más allá.

- ¿Cómo que más allá?

- Un vampiro no puede volver a existir en cuerpo porque se volatiliza – explicó a su hermano mientras ambos contemplaban cómo el esqueleto terminaba de montarse – no tenemos que matarlo, tenemos que destruirlo.

Justo después de terminar de hablar Erik, el cráneo de toro se montó sobre el esqueleto, que cayó de pie pesadamente al suelo, rugió de nuevo, y las cuencas vacías de la calavera se iluminaron con un demoníaco fulgor rojo sangre.

Los dos hermanos se pusieron en guardia, sabiendo que se enfrentaban a un enemigo realmente peligroso; Erik fue a darle instrucciones a Simon pero, antes siquiera de que pudiera abrir la boca, el monstruo le atacó con una furia terrible, obligándole a retroceder esquivando sus rápidos tajos.

Simon, sorprendido por la rápida reacción de la criatura, tomó la determinación de atacar por la retaguardia, así que corrió hasta situarse a la espalda del esqueleto, dio un salto y lanzó su látigo hacia su espada, que en ese momento había alzado mientras rugía, y atrapó su huesudo brazo por la muñeca, tirando de él hacia atrás al caer al suelo.

Pero la bestia, fuerte y difícil de dominar, luchó contra la atadura, levantando y zarandeando al muchacho, que se negaba a soltar su arma; Erik aprovechó ese momento para contraatacar usando su salamander, de nuevo envuelta en llamas, y lo hirió varias veces, haciéndolo rugir de dolor, hasta que Simon liberó su presa, cayendo de mala manera al suelo y haciendo que el monstruo se fijara en él. Alarmado por esto, Erik lo atacó varias veces sin conseguir invertir la situación, y cuando el muchacho se levantó de nuevo ahí estaba, grande y amenazante, mirándolo con aquellos ojos incandescentes.

- ¡Haz algo! – le gritó Erik desesperado - ¡Te va a matar!

Simon reaccionó con relativa rapidez, logrando rechazar el poderoso espadazo del esqueleto con un golpe de látigo, para acto seguido atacar mientras en su mano izquierda una bola de luz comenzaba a crecer; cuando se dio cuenta de que sus golpes había logrado abrir la guardia de la criatura, lanzó la luminaria, ya de un tamaño que doblaba al de su puño, con el objetivo de acabar de una vez por todas con aquel gigante, pero cual fue su sorpresa al observar, no sin cierto terror, que la bola de luz se disolvió en el aire sin llegar a tocar a su enemigo.

- ¡Claro! – exclamó Erik – Has agotado todas tu energías iluminándonos antes, por eso no quería que tomaras parte en esto.

Pero no, Simon sabía que era más que eso, las heridas de su combate en la playa, cuyo dolor se había acrecentado desde que entraron en la discoteca, consumían sus fuerzas sin que él pudiera evitarlo, además se vio obligado a usar la cruz defensiva a máxima potencia para proteger a su hermano del rayo energético de aquella criatura.

Resignado, vio al monstruo elevar triunfante su espada, dispuesto a darle el golpe de gracia, la formación de aquella bola le había debilitado momentáneamente sin que pudiera hacer nada para evitarlo y ahora era incapaz de moverse eficazmente; cerró los ojos, y fue entonces cuando se produjo un pequeño milagro.

Un aura comenzó a invadir su cuerpo, era un aura ajena, cálida y que le resultaba vagamente familiar, sintió sus fuerzas retornar y cómo el dolor de sus heridas desaparecía, volvió a abrir los ojos y contempló la espada del esqueleto a punto de cercenarle la cabeza, entonces alzó la mano derecha con su látigo empuñado, y detuvo el golpe del monstruo con la empuñadura de su arma, fue a contraatacar cuando sintió algo rebotar en la pared, a pocos centímetros de su cabeza, y golpear a la criatura en el esternón, tumbándola.

Era Erik, que le lanzó una acentuada sonrisa que él le devolvió.

Sí, él también lo había sentido, y estaba de nuevo en la plenitud de sus fuerzas.

El monstruo volvió a levantarse, lanzó un furioso y atronador bramido, pero ninguno de los dos se inmutó, sintiéndose protegidos y arropados por aquella energía cálida y sobrenatural, que incluso parecía envolverles con un sentimiento maternal; antes de permitir que el esqueleto hiciera cualquier movimiento, Erik unió ambas manos, cruzando los dedos para formar una boca cerrada con la que apuntaba a su enemigo, de entre las palmas surgió un resplandor cuyo color bailaba en un espectro que iba desde el naranja al escarlata, miró a la criatura y sonrió confiadamente.

- Buenas noches bicho… - abrió las manos, dejando que una inmensa llamarada saliera de ellas, envolviendo a la criatura - ¡DRAGON BREATH!

El fuego consumió instantáneamente al esqueleto, del que no quedó absolutamente nada, y lo hermanos sintieron como aquella energía les abandonaba, dejándoles una agradable sensación de amparo y sus heridas totalmente curadas. De repente y sin motivo alguno empezaron a llorar, embargados por una intensa emoción que encogía sus corazones, la melancolía nubló sus mentes, y Erik se dio la vuelta para mirar a los ojos a su hermano pequeño.

Al verle la cara, Simon se dio cuenta de que él sí que comprendía lo que estaba sucediendo, pero al mismo tiempo no se lo podía creer.

Permanecieron así no se sabe cuanto tiempo, hasta que finalmente Erik se secó las lágrimas y, con la voz aún quebrada, miró con seriedad a su hermano.

- Vamos – le ordenó – tenemos una misión que cumplir, hay que seguir adelante.

Simon asintió y se encaminó junto a él a la habitación a la que al fin pudieron acceder.

La estancia no era demasiado grande, tal vez unos 3 o 4 metros cuadrados, y en el centro se encontraba un atril con un libro cerrado, Erik se acercó a verlo, las tapas eran de algún tipo de piel de animal y no tenía ningún tipo de grabado o escritura en éstas o en el lomo, con curiosidad, Erik lo abrió, las páginas eran de pergamino y el texto, escrito en español, había sido trazado con una curiosa tinta verde metalizada de aspecto ponzoñoso, finalmente el muchacho clavó sus ojos en el texto y empezó a leer rápidamente pasa sí mismo, apenas había llegado a la cuarta línea cuando palideció; Simon que se había dado cuenta de ello, se acercó, pero Erik le devolvió una aterrorizada mirada que lo detuvo.

- No te acerques – le ordenó – tú no debes leer esto.

- ¿Qué? – preguntó sin comprender - ¿Por qué?

Erik buscó en el texto alguna línea que tal vez pudiera ser de referencia a su hermano, finalmente la señaló con el dedo y la leyó en voz alta:

“Por que no está muerto lo que yace eternamente, y con los evos aún por venir, incluso la muerte puede morir”

Al escuchar estas palabras Simon palideció también, cualquiera que se hubiera criado en el hogar de unos hechiceros hubiera reconocido esa oración.

- No… no me digas que…

Erik pasó las páginas frenéticamente, intentando no leer ninguna frase en concreto, apenas antes de llegar a la mitad del libro se topó con una página en blanco, que precedía al resto de las hojas, también sin corromper.

- Está sin terminar, es una copia incompleta…

- ¿Qué parte del libro ha copiado?

El joven pelirrojo volvió a alzar la vista y, mirando a su hermano a los ojos, pronunció 6 simples palabras que significaron un mundo para los dos.

- La cabra de las mil crías

Publicado: 09:34 19/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Waiting in the Darkness

Con el objeto de reservar fuerzas ante posibles sorpresas, los hermanos Belmont habían dejado de hablar y reducido la marcha, alargando así un descenso que ya de por sí se estaba haciendo eterno.

Pasaron 20 largos minutos desde el fin de su conversación hasta que se dieron cuenta de que las paredes metálicas habían desaparecido para dar paso a una pared húmeda y mohosa que parecía ser una cueva natural, así mismo, el ambiente estaba enrarecido y una extraña sensación de desorientación se apoderaba de ellos. Hacía rato ya que la luz había desaparecido, pero no importaba, sus ojos, especialmente los de Erik, se habían adecuado con rapidez a la oscuridad, pero eso no significaba que pudieran dejar de estar alerta.

Finalmente, y tras otros cansinos 15 minutos, llegaron a lo que parecía el final de la escalera, y una cueva encharcada se extendía ante ellos, dudaron unos segundos, pero finalmente fue Erik quien se decidió a avanzar, sólo para acabar tropezando y cayendo en un bache lleno de agua salada.

- Sería mejor que nos iluminásemos un poco como buenamente podamos – sugirió Simon aguantándose la risa a duras penas mientras su hermano maldecía en voz baja a todo el santoral – No creo que sea buena idea moverse a oscuras por aquí.

Acto seguido el muchacho elevó la mano derecha con la palma mirando hacia arriba y de ésta surgió una pequeña bola de luz, lo suficientemente potente como para permitirles ver bien a unos 4 metros por delante suya.

- No deberías hacer eso – le regañó Erik mientras escurría su exagerada mata de pelo – ahorra fuerzas, no sabemos lo que hay aquí.

- Si no llevamos luz puede que la palmemos sin llegar a saberlo.

Erik se calló, era evidente que a su hermano menor no le faltaba razón, de modo que se levantó y, manteniéndose junto a él, comenzó a avanzar.

Fue entonces cuando una sombra negra pasó rápidamente ante ellos, haciendo que ambos echaran su mano a sus respectivas armas.

No se habían dado cuenta, pero aquella cueva se había llenado, tras su llegada, de extrañas y amenazantes presencias.

De repente algo se abalanzó sobre ellos, emitiendo extraños chillidos parecidos a los de una rata, Erik lo rechazó de un puñetazo y, cuando la criatura dio contra el suelo, pudieron observarlo con detenimiento, era una especie de subhumano, como un bebé raquítico, donde debían estar los ojos había dos grandes cuencas vacías, no tenía nariz y su boca mostraba pequeños dientes puntiagudos, tenía la piel oscura, casi negra, y sus manos tenían más bien aspecto de garras.

Rápidamente aquello se levantó y volvió a atacar al pelirrojo que, implacable, desenfundó su espada, partiendo por la mitad en el mismo movimiento al ser, que e convirtió en una nube de humo antes de tocar el suelo.

- ¿Qué demonios era eso? – preguntó Simon a su hermano aún sobresaltado.

- Ni idea – reconoció Erik – es la primera vez que veo algo semejante.

El muchacho tragó saliva; si su hermano, cuya ávida afición a la lectura le había convertido en una enciclopedia viviente, no tenía ni idea de qué era aquella criatura, entonces…

- Se ha disuelto en el aire – caviló Erik – incluso los vampiros dejan residuos físicos, éste no – se llevó la mano a la barbilla, pensativo – No sé que naturaleza tendrá esa cosa, pero no puede pertenecer a nuestro mundo.

- ¿Cómo que “nuestro” mundo?

Erik le lanzó una mirada de soslayo

- Ésta es sólo una de las múltiples dimensiones existentes, el mundo de los humanos y las criaturas orgánicas – explicó – aunque eso es sólo una de mis teorías – concluyó con una sonrisa.

Simon bufó, comenzaba a exasperarse, con la mano aún en alto sujetando la pequeña bola luminosa se echó la izquierda a la espada corta colgada de su cintura, listo para entrar en combate en cualquier momento.

- Sigamos – sugirió Erik – Si hay más de esos quedarnos quietos sería un error.

El chaval asintió mostrándose conforme y ambos hermanos reanudaron la marcha, mientras avanzaban los ruidos emitidos por las demás criaturas, ocultas en la oscuridad, aumentaban la ansiedad de Simon, que estaba tenso y mantenía los dientes apretados.

- Tranquilízate – le sugería su hermano mayor en voz baja – no atacarán si no sienten tus intenciones… cálmate.

Pero no era tarea fácil, los ruidos provocados por aquellas infrahumanas criaturas, la opresiva oscuridad y el incesante gotear de las filtraciones de agua salada en paredes y techo eran más que suficiente para alterarlo; se detuvo un momento y miró alrededor, después cerró los ojos y acompasó su respiración, gracias a éste ejercicio empezó a calmarse, fue entonces cuando una sombra pasó detrás de ellos.

Y otra.

Y otra.

Y varias más.

Erik, que había agudizado el oído tras sentir el primer movimiento, llegó a contar más de 30 criaturas moviéndose a su alrededor, entonces decidió que, si querían continuar, debían luchar de nuevo, y se dispuso a dar instrucciones a su hermano.

- Escúchame – indicó a Simon – cuando yo te lo ordene, apaga la luz.

- ¿¡Te has vuelto loco!?

- Hazme caso… – dejó pasar 15 segundos mientras sentía el movimiento a su alrededor, pasado ese tiempo los sonidos cesaron - ¡Ahora!

Creyendo que había llegado su fin, Simon cerró su mano derecha, apagando así la única fuente de luz de la que disponían, oyó a aquellas cosas lanzar sus ensordecedores chillidos de roedor y, un segundo después, una luz anaranjada, muchísimo más intensa que la suya, inundó la estancia desde varios focos.

Eran fuegos, decenas de pequeñas luminarias incandescentes les iluminaban y revelaban con total claridad la posición de aquella pequeña horda de infraseres que corrían hacia ellos para atacarles.

Cuando estuvieron prácticamente encima suya, los hermanos, en un sorprendente acto de perfecta sincronización, desenvainaron a la vez sus espadas, cubriendo en un solo movimiento una circunferencia completa para, después, mantenerse espalda con espalda, protegiéndose el uno al otro.

Aquellas pequeñas criaturas eran en grupo mucho más peligrosas que lo que imaginaban, más pequeñas que los vampiros de la pista de baile, eran así mismo más ágiles, moviéndose como pequeños monos que les herían superficialmente clavándoles sus garras y dientes afilados; finalmente consiguieron acabar con ellos tras más de 15 minutos de frenética batalla con la inestimable ayuda del fuego de Erik y el látigo de Simon.

- ¡Al fin! – exclamó Simon apoyado en sus rodillas – Esas luces han venido de maravilla ¿Quién las habrá encendido?

Erik sonrió orgullosamente, su hermano comprendió.

- Ahora toca pasar a cosas más serias – decidió el mayor, envainando su espada – vamos a ver a donde lleva esto.

Continuaron caminando, más relajados, apoyados ésta vez por los fuegos flotantes que crepitaban a su alrededor, calentando e iluminando la gruta; gracias a éstas luces veían por fin el final de la cueva, que se estrechaba quedando cerrada por un portón de piedra grisácea. Al llegar allí Erik lo examinó cuidadosamente, dándose cuenta de que había varias runas y otros símbolos mágicos que sólo Luis o cualquier hechicero en condiciones hubiera podido descifrar.

Decidido hasta llegar hasta el final, el joven pelirrojo empujó la puerta, que al abrirse dejó escapar una fuerte corriente de aire que apenas duró un par de segundos; tras un instante de duda la empujó una vez más hasta abrirla del todo, cuando Simon le dio una palmada en el hombro.

- ¿Pasa algo? – preguntó Erik escudriñando la habitación recién descubierta entre la oscuridad.

- O… oye… - titubeó – algunos de los símbolos de esa puerta me suenan de los libros de magia que estudia Luis…

- Ya ¿y?

- Pues que creo que si se colocan en una puerta sirven para mantener algo sellado - Erik guardó silencio ¿no habría sido tan estúpido como para…? – y me parece que la hemos cagado.

Expectante y temeroso a la vez, Erik se dio la vuelta para encontrar, materializándose detrás suya, un esqueleto de más de dos metros de altura, ataviado con una sólida armadura y equipado con una gran espada y un brillante escudo, por cabeza tenía el cráneo de un toro, de cuernos grandes y afilados.

- Parece que Luis no es el único que va a divertirse esta noche – comentó Erik sonriendo mientras desenvainaba su espada salamander – Me da que si queremos entrar ahí tendremos que acabar con ese bicho.

La bestia emitió un rugido sobrenatural, Simon desenrolló inmediatamente su látigo pero su hermano lo retuvo.

- Éste es de los que a mí me gustan – le dijo mientras se adelantaba – yo me encargo de él.

Publicado: 12:26 16/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Slash

Kasa soltó la espada recién cogida y retrocedió dos pasos, sorprendido y asustado de ver a Luis prácticamente intacto.

- Tu… tu…

- Ahora te voy a mostrar lo que un “guerrero artificial” puede hacer – le dijo mientras avanzaba hacia él – ¡voy a hacer que te arrepientas de haberme menospreciado!

Instantes después, en un movimiento rápido, Luis se colocó cara a cara con Kasa y, sin darle tiempo a reaccionar, le propinó un fuerte puñetazo en el estómago, seguido de un codazo en el plexo solar y, por último, un gancho con el que lo hizo caer.

Cuando dio con su espalda en el duro y frío suelo metálico, su adversario, frotándose la barbilla, retrocedió un poco arrastrándose mientras lanzaba a Luis una mirada cargada de rencor y odio.

- ¡Levántate! – Le ordenó el Fernández - ¡por más asco que me des no pienso atacar a un adversario caído!

Kasa apretó los puños y se levantó rápidamente, cuando al fin estuvo totalmente de pie Luis lo agarró del cuello de la camisa y le dio un cabezazo que lo desequilibró sin llegar a tumbarlo.

- ¡Y ahora escucha! – Continuó – ¡Soy el hijo mayor de Adela y Juan José Fernández! ¡Cazadores que, en su tiempo, eran la luchadora y el mago más poderosos del clan Belnades! ¡Durante más de 20 años he sido entrenado por ellos en el arte del combate cuerpo a cuerpo así como la defensa y el ataque mágicos! – se detuvo un momento para volver a coger por el cuello a su Kasa que, por la sorpresa y el desconcierto, aún no había logrado reaccionar - ¡EL APELLIDO NO IMPORTA UNA MIERDA! – Gritó - ¡LO ÚNICO REALMENTE IMPORTANTE ES EL TALENTO Y EL ESFUERZO! ¡MIS PADRES HICIERON LO IMPOSIBLE PARA LLEVAR A LO MÁS ALTO AL CLAN BELNADES Y YO ESTOY HACIENDO LO MISMO POR LOS FERNÁNDEZ! – Lo soltó dándole un empujón para, acto seguido, avanzar lentamente hacia él - ¡Un imbécil como tú no pinta nada en un clan de hechiceros tan prestigioso! ¡NADA!

Kasa por fin reaccionó y reafirmó su posición, adoptando así mismo una posición de guardia y su anterior confiada sonrisa.

- Ah ¿no? – Preguntó sonriendo – Estás loco si crees que los conjuros que he usado contra ti son los únicos que tengo en mi arsenal – de repente señaló a Luis, acentuándose su sonrisa mientras su cuerpo se rodeaba de una tímida aura – Prepárate porque vas a ver a un verdadero Belnades en acción.

Luis dio un salto hacia atrás y adoptó una posición estándar de combate con las manos ligeramente abiertas; lo que esperaba estaba a punto de suceder, tendría que luchar en serio contra Kasa Belnades.

De repente y sin previo aviso, Kasa hizo con la mano un movimiento similar a cuando le lanzó la ráfaga de aire frío, pero ésta vez mucho más exagerado, y a su alrededor surgieron de la nada cinco o seis lanzas de hielo que se lanzaron a toda velocidad contra él; Luis destruyó tres con sus propias manos y esquivó las otras, que se estrellaron contra la pared, haciéndose añicos y derritiéndose, quiso contraatacar, pero antes de que pudiera hacerlo una ráfaga de viento le golpeó, derribándole, una vez en el suelo tuvo una corazonada y giró a la izquierda, sintiendo un tremendo golpe a su lado que abolló el suelo.

Se levantó y miró a Kasa, que sonreía confiadamente y tenía los brazos cruzados, de nuevo quiso contraatacar, pero, al igual que antes, fue derribado por otra ráfaga de viento.

- Magia de viento… – se dijo – el muy hijo de puta juega duro…

Se levantó y se mantuvo arrodillado, cerró los ojos para no concentrarse en Kasa, entonces oyó el soplido del aire moviéndose, lo dejó acercarse y saltó en la dirección en la que estaba Kasa.

No le alcanzó, había acertado.

Abrió los ojos y estiró su pierna derecha mientras encogía la izquierda, cayendo con una potente patada hacha sobre el hombro de su enemigo, que no le pudo esquivar, pero le colocó la mano en el abdomen y lo rechazó con un chorro de fuego que le quemó superficialmente, lo que hizo le hizo agradecer infinitamente todos los años dedicados a endurecer y curtir su cuerpo y al mismo tiempo maldecidse por haber abierto la guardia de una forma tan estúpida.

Debía reconocer que había subestimado a Kasa Belnades.

Cuando cayó al suelo rodó instintivamente, una bola de fuego cayó a su lado y otra, casi simultáneamente, le alcanzó, explotando al contacto con su piel y lanzándole un poco más lejos.

- ¡Que! ¿Hace calor? – Se burló Kasa - ¿Demasiado incluso para un sureño?

- Que te jodan – contestó mientras se levantaba.

No tenía tiempo de analizar la situación, Luis se veía obligado a esquivar frenéticamente las bolas de fuego que Kasa le lanzaba a gran velocidad, tras ser golpeado un par de veces tomó una decisión: o todo o nada.

Decidió dejar de esquivar y empezó a correr hacia su enemigo, desviando sus proyectiles a golpes, finalmente consiguió acercarse lo suficiente como para golpearle, pero Kasa volvió a levantar una barrera, y Luis volvió a rebotar, pero ésta vez, en lugar de ser lanzado lejos y caer al suelo, se mantuvo firme y no retrocedió más que unos centímetros, volviendo a la carga enseguida, pero se vio obligado a esquivar unas afiladas estalagmitas que surgieron repentinamente del suelo saltando hacia atrás.

De nuevo lejos, cada vez tenía más claro que Kasa sólo podía atacar decentemente desde la distancia, siendo sus hechizos cercanos simples defensas.

Pero no podía seguir así, el combate se estaba alargando innecesariamente y debía sacar a Esther, que según aumentaba la virulencia del combate estaba a merced de un peligro cada vez mayor, de aquel sitio, de modo que decidió intentarlo una vez más, y se lanzó directamente al ataque. Kasa intentó detenerle con unas bolas de luz combinadas con electricidad pero la determinación de Luis era demasiado fuerte y, aún recibiendo el impacto de todos los proyectiles, no se detuvo hasta volver a colocarse frente a frente con su adversario, que de inmediato volvió a levantar su barrera protectora.

De nada le sirvió ésta vez, Luis lanzó un golpe arrollador que rompió el muro invisible e impactó directamente en el rostro del Belnades; ahora era su turno, e inició una intensa lluvia golpes de la que era imposible escapar y, como colofón final, Luis pinzó el abdomen de Kasa con los cinco dedos de su mano izquierda y lo atrajo hacia sí.

- Ahora Kasa – le dijo con los dientes apretados – voy a terminar de demostrarte que estabas en un gran error.

- ¿De qué hablas? – preguntó éste, que había agarrado el brazo de Luis intentando liberarse inútilmente de su presa.

- Mi dominio de la electricidad no depende de la Agnea – contestó – es una habilidad natural que poseo desde ni nacimiento.

- ¿¡QUE!?

Luis apretó los dedos, hundiéndolos en la carne de su presa, mientras su cuerpo empezaba a rodearse de chispas eléctricas.

- Vas a experimentar el dolor que le has provocado a Esther… ¡Multiplicado por 1000! ¡¡¡MAXIMUM DISCHARGE!!!

La electricidad expelida por la mano de Luis directamente a las heridas sangrantes provocadas por sus dedos recorrió todo el cuerpo de Kasa, cuyos gritos inundaban la sala. Tras cinco segundos Luis soltó su presa y lo dejó caer al suelo, inerte.

- Sé que me oyes – dijo mientras se alejaba en dirección a donde se hallaba presa Esther – así que escúchame – se dio la vuelta y miró a su adversario caído - te he dejado con vida sólo porque ella está viva también, siendo como eres un hechicero conocerás la magia blanca y podrás curarte a ti mismo así que será mejor que lo hagas, por mi parte, voy a desatarla y sacarla de aquí.

Dicho esto se dio la vuelta y volvió a encaminarse a donde se encontraba su ex novia, pero un extraño mal presentimiento se apoderó de él y, sin saber por qué, miró al suelo detrás de él.

Una extraña sombra, emisora de una energía sobrenatural, saltó sobre él, instintivamente la golpeó con su puño pero ésta, en lugar de dispersarse, se adhirió a su brazo y comenzó a introducirse en él; sintiendo Luis que su extremidad iba a reventar, concentró una gran cantidad de energía eléctrica en el antebrazo y la hizo estallar, obligando a la oscuridad a salir, alarmado y deduciendo que intentar combatir aquel fenómeno con sus puños no era buena idea se abalanzó sobre su espada, que se encontraba a su lado, y corrió a coger su Agnea, pero se detuvo ante un hecho que le puso los pelos de punta.

Aquella sombra antinatural, emisora de aquella extraña y arcaica energía, provenía de un único punto situado cerca de la esquina de la habitación, donde se encontraba un debilitado Kasa Belnades.

Y de él, de su espalda, brotaba aquella blasfema oscuridad.

Publicado: 11:56 15/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Revenge

- ¿Kasa Belnades?

- Correcto

La figura del sillón mantenía su siniestra sonrisa mientras miraba a Luis atentamente con su ojo izquierdo; su apariencia era la de un hombre de negocios, trajeado, de porte elegante y sofisticado, todo planchado y hecho a medida, con un pelo de color pajizo elegantemente peinado de modo que caía sobre la mitad derecha de su rostro. Por algún motivo, éste hombre le resultaba a Luis extrañamente familiar.

- Sé bienvenido a mi local – dijo Kasa extendiendo los brazos - ¿Te lo has pasado bien ahí abajo?

- Déjate de formalidades y dime donde está Esther – contestó secamente Luis.

- No te gusta perder el tiempo ¿eh? – Preguntó Kasa con sorna – está bien, ya que quieres verla te la mostraré.

Sin ninguna prisa y siempre con su sonrisa en la boca, el joven sacó del interior de la chaqueta de su traje un pequeño control remoto de sólo 3 botones, accionando el superior, con lo que la columna metálica que se alzaba detrás suya se abría como un armario, dejando a la vista a la joven.

Esther, que estaba de pie con las manos atadas a dos pequeñas barras metálicas que ascendían hasta poco más arriba de su cintura, tenía un aspecto bastante desmejorado, aún vestía la ropa que llevaba la última vez que la vio y miraba al vacío con ojos vidriosos; al ver aquello Luis se alarmó y se enfureció aún más si cabe.

- ¿QUÉ LE HAS HECHO BASTARDO? – gritó mientras hacía el ademán de correr hacia su interlocutor.

- ¿Yo? – preguntó el Belnades – oh, nada, simplemente le he inducido un trance, lleva así cerca de cuatro días, desde que me cansé de oírla lloriquear.

Tras oír esto, Luis, incapaz de contener su ira, se lanzó a por Kasa corriendo.

- ¡¡¡TE VOY A DESTROZAR!!!

Pero éste alzó una mano y Luis chocó contra una especie de muro invisible que lo hizo rebotar.

- ¡Ah! ¡Qué poca consideración! – Protestó Kasa con desdén mientras se levantaba de su asiento – De todas formas no me extraña de alguien que porta en sus venas sangre pecadora.

Luis se levantó y se quitó la gabardina, el golpe lo había despejado.

- Es irónico que te atrevas a insultarme cuando tú te alías con vampiros para conseguir tus fines – contestó mientras se crujía los huesos de la mano.

- Bueno… obviando ese detalle… dime Luis ¿Sabes por qué te he hecho venir aquí? – preguntó Kasa mientras avanzaba hacia él.

- ¿Por qué quieres que te rompa los huesos uno por uno? – contestó Luis con sorna.

- Te he hecho venir – prosiguió haciendo como que no lo escuchaba – porque quiero que experimentes lo mismo que tú me hiciste sentir hace tres años: ¡el dolor de perder algo que te pertenece y la humillación de la derrota!

- ¿De qué mierda estás hablando? – Preguntó el joven Fernández - ¡Si yo a ti no te he visto en la vida!

- ¿No? Permíteme refrescarte la memoria entonces.

Kasa apartó con su mano derecha el cabello que el tapaba la cara, revelando así su verdadero rostro a Luis, que retrocedió impresionado.

Era… idéntico a él, como un espejo.

Con una salvedad: donde debía estar el ojo derecho había una horrible cicatriz que bajaba hasta la mejilla.

- Tú eras… - articuló Luis – aquel ladrón…

La mente de Luis retrocedió tres años atrás cuando, en una noche de patrulla, interceptó a un ratero en la biblioteca municipal, se enfrentó a él y le hirió con un machete que llevaba siempre para enfrentamientos cuerpo a cuerpo.

- A causa de ésta herida – continuó – no sólo perdí mi ojo derecho ¡si no que además se me identificó como al ladrón! ¡Caí en desgracia dentro de la hermandad y sufrí la humillación de reconocer ante el patriarca del clan que había sido derrotado por un Fernández! – A éstas alturas estaba ya tan furioso que gritaba - ¡Y LO PEOR DE TODO ES QUE A CAUSA DE ELLO EL CLAN BELNADES HA PERDIDO PRESTIGIO! ¡POR TU CULPA, LUIS FERNÁNDEZ!

Luis apretó los puños.

- ¿Mi culpa? – Preguntó con una sonrisa de incredulidad – No fui yo quien quiso robar en los archivos privados de la biblioteca, si no hubieras opuesto resistencia seguirías entero.

- Bueno… - Kasa se soltó el pelo, dejando que éste cubriera de nuevo la mitad derecha de su rostro – eso importa poco porque hoy, a fin de cuentas, voy a vengarme – su sonrisa hizo que Luis se pusiera en guardia - ¡A por él! – ordenó a los cuatro guardaespaldas.

Los cuatro se lanzaron a la vez a por Luis que, decidiendo reservar energías, adoptó la estrategia de eliminarlos a base de descargas eléctricas, cuando terminó, Kasa le dedicó un lento y poco entusiasta aplauso.

- ¡Ah… La electricidad! Motor de nuestra sociedad actual y una de las magias elementales más poderosas.

- ¿A dónde quieres ir a parar?

- La electricidad tiene un efecto curioso en los diferentes tipos de humano – continuó Kasa de nuevo sin escucharle – a un vampiro le hace el mismo efecto que la luz solar o el fuego, y nosotros los cazadores nos hace poco más que cosquillas, pero… ¿cómo reacciona un humano?

- Espera – le pidió Luis imaginando lo que iba a suceder - ¿qué vas a hacer?

- ¿Quieres comprobarlo? – le preguntó Kasa con expresión de lunático.

- ¡NO!

Demasiado tarde, el Belnades volvió a sacar de su chaqueta el remoto y presionó el segundo botón, en ese momento Esther, que hasta ese momento había estado catatónica, empezó a gritar dolor; sus gritos y el zumbido de la electricidad taladraban los oídos de Luis que, con lágrimas en los ojos, le suplicaba a Kasa que parara.

Y, milagrosamente, Kasa obedeció.

- Sólo quería hacerte una pequeña demostración... de lo que le sucederá a ella si no haces lo que te digo.

- ¿Cómo? – preguntó Luis esperándose lo peor.

- Pues… que si no quieres ver una ejecución a la americana en directo harás mejor en obedecerme sin rechistar ¿has comprendido? – dejó pasar unos segundos, después apuntó el mando a donde se encontraba Esther – No te oiiiiiigooooooo – canturreó.

- Si… - contestó Luis de mala gana.

- Bieeeeeeen – se congratuló Kasa con expresión de victoria – empecemos… ¿Qué tal si me das tu espada?

Luis dudó, acto seguido se la lanzó, cogiéndola su enemigo al vuelo y desenvainándola.

- Interesante… - opinó Kasa fascinado por el filo de la katana – así que ésta es la famosa espada japonesa que te ha dado tantísima fama… dicen que eres invencible con ella… lo que significa… - la blandió torpemente en el aire, lo que para Luis evidenciaba que, desde luego, no era un experto en el cuerpo – que sin ella… ¡no eres nada!

Tras estas palabras, en un rápido y caótico movimiento colocó la punta de la espada a la altura del ojo izquierdo de Luis, y fue bajando lentamente para finalmente, darle un tajo a la altura del bícep y tirar la espada, como si fuera cualquier trasto, lejos de sí.

- Ahora quiero ver el guante de tu mano izquierda, quítatelo – le ordenó - ¡VAMOS!

Obedeciendo, Luis se quitó dicho guante y se lo lanzó, Kasa lo recogió y miró con curiosidad, centrándose en la piedra azul engarzada en la placa metálica del dorso.

- ¡Una Agnéa! – Exclamó sin ocultar su sorpresa – la piedra alquímica que oculta la ira de dios dicen… a esto debes sin duda el que te hayan llamado como el gran pájaro relampagueante… vergonzoso – dijo antes de lanzar tras de sí el guante – ahora quítate ese chaleco antibalas, no necesito que me lo des

Luis obedeció, desabrochándose y quitándose su chaleco antibalas modificado, revelando así su curtido torso cubierto de cicatrices.

- A fin de cuentas sólo eres un hombre – comentó Kasa con desprecio – un guerrero artificial sin ningún talento real, indigno de pertenecer al clan Belnades e incluso al gremio de los cazadores… voy a hacerte un favor y a demostrarte lo patético que eres… aquí y ahora…

Kasa Belnades apuntó con sus cinco dedos a las piernas, los brazos y el cuello de Luis, haciendo aparecer cinco aros de una luminosidad purpúrea que parecían tirar de su presa hacia el suelo como grilletes etéreos.

- ¿Aros de contención? – preguntó Luis mientras intentaba mover uno de sus brazos.

Kasa se rió.

- ¡En efecto!, así no podrás salir corriendo patéticamente mientras te muestro cómo es la auténtica magia – Luis apretó los dientes, dirigiendo a su adversario la peor de sus miradas – y por cierto, te dije que la chica está en trance, pero olvidé avisarte… de que puede ver y oír todo lo que está pasando, aunque su cuerpo no le obedece.

Luis se quedó atónito con ésta noticia, eso significaba que ella ya había descubierto lo que él era en realidad.

- ¡Hijo de puta! – murmuró entre dientes - ¿¡Por qué has hecho eso!?

Kasa le cogió de la barbilla con fuerza, una sádica sonrisa afloraba en su rostro.

- Para que vea cómo te humillo.

Dicho esto Kasa comenzó a golpearle indiscriminadamente por todo su cuerpo mientras se reía, por su parte, Luis no variaba su expresión ni un ápice y lo miraba desafiante, dispuesto a no darle la satisfacción de mostrar dolor alguno. Después de un rato su enemigo pareció cansarse y dio una pequeña vuelta por la sala, para volver a encararlo cuando terminó.

- Ahora – le dijo con una sonrisa de triunfo en el rostro – voy a mostrarte lo que tú jamás podrás alcanzar – alzó la mano derecha, que se iluminó con un resplandor blanquecino y emanaba aire frío – ¡voy a mostrarte cómo es la verdadera magia!

Tras éstas palabras dio una sacudida con la mano, Luis sintió mucho frío y, acto seguido, pequeños cristales que se clavaron en su cuerpo, dejándolo parcialmente insensible, sin embargo, se resistió incluso a tiritar.

- Qué ¿has aprendido? – preguntó Kasa mientras su mano izquierda adoptaba un color rojo vivo.

- Que te folle un elefante con gigantismo – se limitó a responder Luis.

De nuevo, el Belnades atacó, ésta vez envolviéndolo en una gran llamarada, el chico apretó los dientes y resistió, pero cuando la llama se disipó cayó al suelo, aparentemente agotado.

- Y por supuesto – continuó Kasa – no podía despedirme sin mostrarte ese elemento que tú finges dominar – ésta vez le puso las manos sobre los hombros, Luis alzó la cabeza débilmente y le escupió en la cara.

Kasa, enfadado por ésta provocación, apretó sus manos y propinó a Luis una tremenda descarga eléctrica, que le hizo gritar. Se mantuvo así cerca de unos minutos y acto seguido se retiró triunfante, con el objetivo de decapitarle con su propia espada. La estaba cogiendo cuando una voz se rió de él a su espalda.

- Pues vaya mierda de hechicero

Kasa se dio la vuelta, ahí estaba Luis, de pie, y con una expresión confiada que no tenía antes, le miraba fijamente.

- ¿Y tú eres un miembro del clan Belnades? – Continuó – eres ridículo, éstas anillas de contención no retendrían ni a un niño de cinco años.

Dicho esto, Luis hizo fuerza primero con un brazo, luego con otro, con las piernas y con el cuello, y los aros de rompían y desintegraban uno tras otro.

- C… ¿¡COMO!? – Preguntó Kasa asustado – ¡pero si ya casi te había matado!

Luis se rió.

- ¿A que soy buen actor? – preguntó mientras se preparaba para atacar - ¡Ahora vamos a poner los puntos sobre las íes!

Publicado: 11:02 14/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Opposing Bloodlines

- Estoy esperando…

El rostro del vampiro había vuelto a su forma humana y mostraba una mezcla de desprecio y temor, pero no parecía tener intención de decir una sóla palabra a pesar de que Luis mantenía su amenaza.

- ¡No tengo una mierda que decirle a un sucio humano como tú! – exclamó con desdén el vampiro.

En respuesta a esto, Luis alzó su mano izquierda contra la pared y apuntó con sus dedos a ésta, instantes después hubo un fogonazo y una nube de polvo que, cuando se disipó, dejó al descubierto un tremendo agujero.

- ¡No tengo todo el día so capullo! Dime cómo encontrarlo y saldrás de aquí de una pieza – le apremió apretando los dientes en un gesto de ira e impaciencia.

El vampiro, lívido, señaló un punto de la pared, al lado de la mesa del DJ.

- Cómo me estés engañando me hago un collar con tus colmillos.

Rápidamente Luis avanzo hasta el punto y empujó con fuerza, abriendo ligeramente lo que parecía una pequeña pero pesada puerta por cuya rendija escapaba una blanca luz artificial.

- ¡Venga! – Indicó al vampiro - ¡sal de aquí cagando leches! ¡VAMOS!

Segundos después, el chupasangre había desaparecido por la misma puerta por la que ellos entraron, y Luis se dirigió hacia Erik que, arrodillado junto a su hermano, intentaba convencerlo de que se fuera.

- Simon ¿Estás bien? – se interesó el Fernández.

- Lo siento…

La disculpa de Simon pilló por sorpresa a Luis, que tenía pensado echar una reprimenda al joven por su insistencia a pesar de su estado.

- No te preocupes – lo disculpó con una sonrisa – era de prever, esa herida está siendo bastante difícil del curar.

- No podemos dejar que continúe así con nosotros – saltó de repente Erik – voy a sacarlo de aquí ¿Podrás seguir sólo?

- Claro, sin problema.

Fue entonces cuando Luis sintió algo extraño, el aire… no, el ambiente, las energías que poblaban la sala se estaban viciando, cómo si una nueva masa energética las comprimiera para hacerse sitio, era una energía tan maligna que dejaba en pañales la opresiva aura de Erzhabeth, y lo más extraño de todo, deba la sensación de ser antigua, primitiva…

Y para terminar de asustarle, la herida se marcó por encima de la ropa de Simon con un resplandor púrpura, o al menos a él le pareció verlo.

Entonces comprendió.

- Reacción entre energías – articuló repentinamente, haciendo así que los dos hermanos le entendieran – Aquí hay un emisor de energía oscura que sabe que estamos aquí y nos es hostil…

Rápidamente, Luis se agachó y colocó su mano sobre el torso de Simon, ésta emitió un leve brillo azulado y acto seguido la retiró.

- ¿Te duele? – preguntó al muchacho

Simon, sorprendido, se tocó la zona donde se encontraba la laceración.

- No, ya no – contestó como si no acabara de creerselo.

- Tío ¿desde cuando sabes hacer magia blanca? – preguntó Erik igualmente anonadado.

- Desde nunca – respondió – lo que he hecho ha sido aislar la herida de su pecho para que la energía que se está apoderando del ambiente no le afecte – se detuvo unos segundos, cavilando – esa no es una herida normal…

- ¡No jodas! – sarcasmeó Erik.

Los dos hermanos se levantaron, Simon, algo condolido, volvió a enrollar y enganchar su látigo en su cinto, Erik por su parte clavaba sus ojos en la puerta recién abierta.

- ¿Camino abierto? – Luis asintió.

Apenas un minuto más tarde se volvieron a poner en marcha; Erik, que era el que poseía la mayor fuerza física de los tres, empujó la puerta hasta abrirla del todo, ante sus ojos se mostraba un lugar bastante aséptico, no muy típico de los sucios lugares que solían frecuentar los vampiros, focos halógenos iluminaban la estancia y suelo y paredes estaban forrados con algo parecido al aluminio; frente a ellos se abrían dos caminos con dos sendas escaleras, una de ellas ascendía y la otra, de la que emanaba un ligero olor a salitre, se hundía en las entrañas del edificio. Luis se colocó delante y meditó el camino a tomar.

- Vosotros iréis por esa – indicó a los hermanos señalando la escalera descendente de la izquierda – siento un aura corrupta emanar desde arriba.

Sin rechistar, Erik asintió y se encaminó a la escalera descendente con su hermano, pero antes de bajar dirigió la vista a Luis y le preguntó:

- ¿Lo matarás?

Sus profundos ojos turquesa se clavaron en los ojos marrones de Luis, éste, sin retirar la mirada, contestó sin vacilar.

- Si Esther ha sufrido algún daño serio, las torturas de la inquisición se van a quedar en simples caricias.

- ¿Y si no?

- Que los Belnades se encarguen de castigar su falta.

Dichas éstas palabras, Luis tomó las escaleras ascendentes y los hermanos las descendentes, tal y como habían acordado.

Mientras bajaban, Simon recordó cómo Luis había pronunciado con desprecio el apellido Belnades, la curiosidad le pudo y decidió consultar a su hermano.

- ¿Qué sucede entre los Belnades y Luis? – preguntó mientras bajaban.

- La verdadera cuestión – le corrigió Erik – es qué pasó entre los Belnades y los Fernández.

- ¿Afecta también a sus padres? – volvió a preguntar Simon, ahora con más curiosidad que antes.

Erik asintió.

- No estoy muy enterado – reconoció – pero por lo que sé la familia Fernández era hasta hace 20 o 30 años la más poderosa y prestigiosa del clan, se decía que llevaban en sus venas la más pura sangre de la fundadora, Sypha Belnades.

- ¿La que luchó contra Drácula junto a nuestro antepasado Trevor?

- Exacto – le confirmó – el caso es que Adela y Juanjo hicieron algo que ofendió a los jerifaltes del clan – continuó – no he llegado a saber qué es, hace tiempo que dejé de intentar sonsacárselo a Luis pero…

- ¿Qué?

- Debió ser algo grave, ya que según tengo oído casi los expulsan de la hermandad y los destierran del país.

- ¿Y qué pasó al final?

- Los expulsaron – contestó escuetamente Erik.

- Estás de coña

- No

- Pero…

- ¿Has visto el hueco que hay al lado de la chimenea? – preguntó Erik a Simon – ahí se hallaba el blasón de los Belnades, Luis lo arrancó y lo destrozó delante de mis narices cuando se enteró de lo sucedido, desde ese día los odia a muerte.

Simon se quedó atónito, no tenía ni idea de todo eso, él pensaba que los Fernández seguían perteneciendo al clan Belnades.

- O sea… que ahora son linajes enfrentados – concluyó.

Erik asintió con cierta tristeza.

Varios pisos más arriba, Luis entraba en una sala en la que, sentado en un sillón, un joven trajeado, con una pierna cruzada sobre la otra, le invitaba a entrar con una sonrisa burlona, rodeado de cuatro guarda espaldas.

Dos miradas de odio se cruzaron, dos espíritus chocaban entre sí con inusitada violencia.

Solamente uno saldría de allí… con vida.

Publicado: 21:40 10/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Elemental Tactician

Desde la azotea del edificio, los hermanos contemplaban la puesta de sol mientras vigilaban la zona, Luis llegaría en un rato y debían informarle de cualquier cambio que se produjera, aunque la tarde estaba resultando ser bastante aburrida.

- ¿Cómo se supone que vamos a entrar? – preguntó Simon a su hermano mientras contemplaba la puerta de la discoteca, fuertemente vigilada por dos robustos hombres altos y trajeados.

- Por la puerta, por supuesto – contestó Erik despreocupadamente – no creas que hemos venido a infiltrarnos, esto no es Metal Gear hermanito.

- Ya, pero aún así…

- ¿Qué?

- Esto es un antro vampírico ¿no? ¿Cómo se supone que nos las vamos a arreglar con toda la jauría que hay ahí dentro?

- La pregunta es – articuló una voz a su espalda - ¿Cómo se las van a arreglar ellos?

Simon y Erik se dieron la vuelta, era Luis, ataviado con una gabardina negra que cubría la ropa de combate que había llevado noches atrás.

- ¿Se puede saber por qué no lleváis nada por encima? – Preguntó enfadado – de noche todos los gatos son pardos pero aún está atardeciendo y no pasaríais precisamente desapercibidos entre la gente.

Razón no le faltaba, Erik no llevaba su elegante ropa habitual, si no una camiseta ceñida negra sobre la que descansaban dos hombreras metálicas, su espada salamander con doble cinturón y unos pantalones vaqueros, también negros, rematados con unas perneras de armadura de color plúmbeo; Simon por su parte vestía un chaleco vaquero de mangas deshilachadas sobre una camiseta blanca de cuyas mangas sobresalía la cota de anillas, los guantes negros, unos pantalones vaqueros azules con un cinturón negro del que colgaba el látigo que le había entregado su hermano y una espada corta recuerdo de su madre, también, y siguiendo la recomendación de su hermano, vestía unas botas de estilo militar de media caña reforzadas con placas metálicas externas.

- ¡Bah! – Erik miró su reloj – no le des importancia, de todas formas dentro de poco vamos a entrar ahí y nuestras pintas serán lo último que deban importarnos ¿no te parece?

- Pues también es verdad.

Luis se unió a su compañero mirando la puesta de sol mientras Simon continuaba observando el lugar, aquel era literalmente su “bautismo de fuego” y estaba nervioso, pero también excitado por el odio que sentía hacia los vampiros y por la proximidad de la batalla, sentía su sangre bullir en las venas, permaneció un rato más observando cuando de repente Luis se colocó a su lado, con su katana desenvainada.

- Vamos allá – se limitó a indicar.

Después dio un salto limpio y se colocó a la espalda de uno de los porteros, atravesándolo limpiamente con la espada, lo que lo mató al instante, convirtiéndose en un montón de cenizas, su compañero reaccionó pero era demasiado tarde, y antes de poder acercarse a Luis un cuchillo se clavó en su frente, teniendo el mismo efecto en él que el ataque del joven Fernández sobre su compañero.

Todo esto había sucedido tan sumamente rápido que a Simon no le dio tiempo a darse cuenta de que el segundo atacante había sido su hermano, y no fue hasta que éste le puso la mano en el hombro cuando se dio cuenta de que estaba a su lado.

- ¿Nervioso? – le preguntó sonriente.

- Un poco – contestó Simon, que sentía cómo sus deseos de luchar se anteponían a la tensión que le provocaba el miedo.

Dicho esto los dos hermanos descendieron hasta donde se encontraba Luis, esperándolos con una mano apoyada en la puerta, listo para abrir.

- ¿Listos? – les preguntó él cuando se reunieron.

- Siempre – contestó Erik agarrando el mango de su espada.

- Simon, es tu última oportunidad ¿estás seguro de que quieres colaborar en esto?, las batallas multitudinarias son demasiado peligrosas para un novato.

Halagado por la preocupación de Luis y al mismo tiempo ofendido por su desconfianza, el muchacho dio un paso al frente.

- ¡No he venido hasta aquí para largarme ahora!

- Bien – repuso Luis – pero no me responsabilizo…

- Lo sé.

- Será tu primera lucha real – le explicó Erik – recuerda que debemos apoyarnos mutuamente, mantén tus 5 sentidos alerta ¿entendido? – Simon asintió.

- Pues vamos allá.

Luis abrió violentamente la puerta y entró el primero, con paso decidido se colocó en el primer lugar y se dio la vuelta una última vez para darles indicaciones.

- Antes que nada, no sabemos nada de la estructura de éste lugar así que manteneos alerta, es importante que me dejéis ir sólo delante, Simon deberá cubrir la retaguardia, será la mejor posición para tener espacio para manejar el látigo.

Los dos hermanos asintieron y ocuparon posiciones, delante de ellos se extendía un pasillo particularmente estrecho que giraba a la derecha, tras doblar la esquina se encontraron con otros dos vampiros, similares a los que guardaban la puerta de entrada.

- ¡Eh! – Exclamó uno de ellos - ¿A dónde vais? ¡Esto es sólo para socios!

- Tenemos pase preferente, imbécil – respondió Luis mientras metía la mano en el interior de la gabardina.

- ¡Ah! ¿Si? – Preguntó el otro con sorna – Nunca os he visto por aquí ¡mostrádmelo!

En un gesto rápido, Luis sacó de la gabardina un bulto metálico negro y se produjeron dos detonaciones, los guardianes cayeron al suelo hechos cenizas.

- No sé por qué pero imaginaba que llevabas la gabardina por eso – comentó Erik.

- He venido aquí a por Esther y no pienso andarme con sutilezas – Luis guardó el bulto (una pistola semiautomática) – venga, andando.

Sin dilación se encaminaron a la puerta, podían oír ligeramente la música proveniente del local principal, por lo cual dedujeron que aún quedaba algún pasillo o sala de por medio. Con precaución, Luis abrió lentamente la puerta para comprobar que, en efecto, no se equivocaban, el siguiente obstáculo era una sala de monitorización, donde un hombre de color, más o menos delgado y rapado al cero controlaba las pantallas con atención. Simon pensó que sería mejor pasar desapercibidos, pero lejos de ayudar a su intención, Erik salió al paso andando con fuerza y armando un gran estruendo con cada paso, el vigilante se alarmó y se levantó de su silla, encarándolos y encañonándolos con una pistola.

- ¡¿Qué coño estáis haciendo aq…

Antes de que terminara, Erik, que había avanzado hacia él sin que el arma de su adversario llegara a intimidarle, le sacudió un tremendo puñetazo en la cara y otro en el estómago, estampándolo contra la consola de monitorización por la fuerza del golpe, para finalmente cogerlo de la cabeza y propinarle un terrible rodillazo con el que lo eliminó, dejándolo en el mismo estado que los otros vampiros.

- ¿Vamos? – preguntó a Simon y a Luis como quien no quiere la cosa.

Ambos asintieron y avanzaron hasta la siguiente puerta, el volumen de la música era atronador tras ella, y así lo comprobaron al abrirla.

La pista de baile, llena hasta los topes de vampiros desbocados, bailando sincopáticamente, se abría ante ellos; Luis se volvió a colocar delante y buscó la zona del DJ, para acto seguido indicar con un brusco gesto de cabeza a sus compañeros que le siguieran y abrirse paso hasta allí como buenamente podían.

Cuando llegaron a su objetivo, Luis, sin mediar palabra, desenvainó su espada y cercenó la cabeza del pincha, acto seguido cogió el micrófono que éste tenía y tomó aire.

- ESCUCHADME TODOS – los vampiros le ignoraban mientras la atronadora música seguía sonando; Luis, furioso, dio un tremendo golpe a la mesa del pincha, destrozándola y apagando así la música, toda la jauría de chupasangres se dio así la vuelta, centrando su atención en los tres tipos que habían interrumpido la juerga - ¡HE VENIDO AQUÍ CONDUCIDO POR UN HUMANO LLAMADO KASA BELNADES! SI NO QUEREIS ACABAR COMO EL INÚTIL QUE ESTABA SENTADO EN ESTA SILLA SERÁ MEJOR QUE ME DIGAIS COMO LLEGAR HASTA ÉL

Se produjo un breve silencio y acto seguido el aire se llenó de gritos e improperios, algunos vampiros mostraban amenazantes sus colmillos intentando intimidarlos – Simon comenzaba a ponerse nervioso – y, en un determinado momento, uno de los que se encontraban más próximos a ellos saltó y se lanzó hacia Luis con la intención de atacarle, pero éste, rápidamente, desenfundó la pistola que guardaba en su gabardina y lo eliminó de un solo disparo, haciéndose después el silencio de nuevo.

- ¡EL QUE AVISA NO ES TRAIDOR! – volvió a gritar con fiereza – ESTOY DISPUESTO A ACABAR HASTA CON EL ÚLTIMO DE VOSOTROS.

Y de nuevo el silencio, pero ésta vez la situación era diferente, el rostro humano de los vampiros había cambiado para pasar a ser algo más inhumano y demoníaco; asustado, Simon empuñó su látigo, enrollado y enganchado en su cinturón, con el objetivo de prepararse, pero Erik le sujetó el brazo.

- Aún no – le indicó – el primer golpe ha de darse desenvainando.

El muchacho tragó saliva, debía haber ahí 100 o más vampiros, y ellos eran sólo tres.

- No te preocupes, sólo limítate a vigilar todos los flancos, y sobretodo no dejes que te cojan o será tu fin.

¡¡¡SOLO!!! – pensó Simon - ¡Como si fuera tan fácil!

Apenas habían pasado dos segundos desde las últimas palabras de Erik cuando la jauría se abalanzó sobre ellos, un oportuno “¡Ahora!” de Erik le sirvió de señal para desenrollar su látigo de un tirón y comenzar a luchar, en vistazos rápidos durante la batalla pudo ver cómo su hermano manejaba la espada con la mano derecha y usaba la izquierda, envuelta en fuego, para defenderse de sus adversarios, Luis por su parte manejaba su brillante Katana a dos manos, y todo vampiro que le tocase se volatilizaba instantáneamente, víctima de una brutal descarga eléctrica.

Según avanzaba la lucha se sorprendió a sí atacando con una violencia desaforada, sin saber cómo había desenvainado su espada pequeña y la blandía casi simultáneamente con su látigo al que, sin saber cómo, había reforzado con su propia energía, dándole un poder del que, por sí sólo como toda arma común, no disponía. La batalla iba bien y la masificación empezaba a deshacerse, entonces fue cuando sintió un dolor terrible, como si su torso se abriera en dos por la herida que lo cruzaba.

Vencido por éste dolor, se arrodilló y, por su boca abierta cayó un hilo de sangre.

Erik se apercibió de esto y corrió a socorrerle justo cuando algunos de los vampiros lo cubrían, lo levantó y lo llamó por su nombre, pero Simon, con la mente nublada por el dolor, era incapaz de responder.

- Por dios Simon ¡dime algo! – le suplicaba su hermano que, con una sóla mano, se defendía como podía de sus atacantes.

- ¡Erik! ¡¿Qué pasa?! – gritó Luis desde la otra punta de la habitación.

Erik fue a contestar cuando Simon, que había recuperado la movilidad, se apartó violentamente de su hombro y continuó la batalla.

- Puedo… seguir… - decía mientras continuaba luchado – estoy… bien…

Poco a poco las cenizas se iban amontonando en el suelo hasta que un solitario vampiro, peinado al estilo búho, quedó en una esquina arrinconado entre la pared y la afilada espada de Luis.

- ¿Nos lo dices o tenemos que acabar también contigo? – le preguntó Luis como quien no quiere la cosa, apretando la punta de su Katana contra la garganta del superviviente.

Mientras, en el centro de la sala, Erik comprobaba horrorizado que la venda que cubría el torso de Simon se hallaba ahora empapada de sangre.

Publicado: 21:29 09/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Equipment Discussion

Tras despedazar el papel en sus manos, Luis se abalanzó sobre su escritorio abriendo todos los cajones uno por uno hasta que del último sacó un pliego de papel que extendió sobre la cama, desvelándose como un mapa de la zona portuaria, no tardó mucho en localizar el lugar del desafío, ya que sólo había una blood disco en esa zona, apresuradamente lo volvió a doblar y lo colocó en el bolsillo interno de una gabardina negra que colgaba en un perchero al lado de la puerta, en ese instante entró Erik.

- Te acompañaré – articuló sin más.

- No – negó Luis mientras se calzaba sus pantalones grises de combate – es algo personal, tú no tienes nada que hacer aquí.

- ¡Luis, no jodas! ¡Ese lugar está atestado de vampiros! ¡Necesitarás asistencia!

Luis guardó silencio durante unos instantes, después clavó su mirada en la de Erik y le respondió tajantemente:

- Vale, pero Kasa es mío.

Erik asintió y se dispuso a darse la vuelta para salir del cuarto cuando una tercera voz intervino.

- Yo también voy con vosotros.

Los dos compañeros buscaron con la mirada al tercer individuo y se encontraron con Simon, bastante más serio de lo habitual.

- Simon – espetó Erik – esta es una misión demasiado arriesgada, no podemos llevarte allí, además, sigues herido.

- No quiero ir arrastrando en esto a un bulto inútil – comentó Luis como si tal cosa mientras se ajustaba las botas – tú te quedas aquí.

- ¡Oye, estas heridas – respondió Simon golpeándose el pecho – no me las hice quedándome quieto! ¿Sabes?

De un solo movimiento, Luis se levantó, empuñó y desenfundó su katana y clavó ligeramente la punta de ésta en el cuello del muchacho.

- ¡Mira niño – exclamó – me suda la polla que lucharas con todas tus fuerzas y que sobrevivieras! ¡No protegiste a Alicia y con eso me basta! ¡Da gracias a que no te maté en el hospital!

Para su sorpresa, Simon no se movió un milímetro, ni se alteró; estando los dos enfrentados, Erik agarró el canto de la espada y la bajó, ésta, con sólo rozar el pecho de Simon en la bajada, cortó el cuello del pijama, las vendas y le hizo un pequeño corte en la piel. Erik miró a los ojos de su hermano y vio una determinación que nunca antes había manifestado.

- Yo me haré cargo de él – informó a Luis.

Con la katana aún agarrada y en posición de combate, el Fernández clavó sus ojos furiosos en los de Erik.

- Si algo falla por su culpa… os tajo el cuello a los dos.

- No fallará nada – contestó Erik mientras ponía la mano en el hombro de su hermano – voy con él al sótano, habrá que darle equipamiento.

Luis se relajó y asintió, cuando se hubieron alejado un poco continuó vistiendose, mientras se debatía entre el desprecio que le provocaba Simon tras en incidente de su hermana y el respeto por no haberse movido siquiera cuando podía haberle degollado.

Cuando llegaron a la puerta del sótano, Erik cogió el picaporte e hizo una serie de movimientos con él, tras lo que sonó un chasquido muy peculiar, el hermano menor tragó saliva, en 10 años de estancia en esa casa nunca había entrado ahí. Cuando cruzaron el umbral de la puerta Simon se sorprendió de que todo estuviera tan bien iluminado, el color blanco predominaba y no había humedad, tras bajar el pequeño tramo de escaleras se encontró con una estancia enorme, al menos el doble de la extensión de la casa, el suelo era de parket y estaba dividido en varias secciones, casi todas con diversos aparatos y máquinas para el entrenamiento físico, aunque también había una vacía con un tatami elevado y otra con artefactos de cristal que no supo identificar, al fondo de la sala una serie de taquillas alineadas de color oscuro destacaban sobre la blanca pared de azulejo.

Cuando llegaron, Erik paseó enfrente de ellas mirando las puertas una a una, finalmente se detuvo en la que estaba más a la izquierda, la abrió y sacó lo que parecían unos guantes de motorista, que le lanzó a su hermano.

- Pruébatelos

Simon le obedeció, era de cuero negro y bastante cómodos, los nudillos llevaban un refuerzo metálico y los dedos quedaban al descubierto. Cuando hubo terminado y alzó la vista encontró a su hermano abriendo las puertas una a una y dejando su contenido, armas, armaduras, cotas de malla, ropajes varios, protecciones varias y algunos pergaminos, al descubierto; el joven se quedó con la boca abierta y se acercó un poco más a las taquillas, que estaban todas comunicadas entre sí, dando lugar a un gigantesco armario.

- Pero… ¿Qué es todo esto? – preguntó Simon atónito.

- El tesoro de los Fernández – contestó Luis desde el fondo de la sala – reliquias, rollos de pergamino con hechizos antiquísimos, fórmulas alquímicas, armas y armaduras de gran poder… - continuó mientras se acercaba – todo obtenido como recompensas por nuestro cumplimiento del deber en nuestras misiones.

Los dos hermanos se dieron la vuelta, Simon no escondió su hostilidad y dirigió una mirada antipática a Luis, Erik, por el contrario, le preguntó si ya estaba listo.

- ¿Qué equipación le vas a dar a Simon? – preguntó el joven Fernandez a su compañero.

- Algo estándar – contestó Erik – según como se le dé la cosa esta noche decidiré a partir de hoy.

Luis asintió mostrando su conformidad.

- Escucha, saldremos de aquí al atardecer – informó – ese lugar es impenetrable de día, tomaos vuestro tiempo – Erik asintió con la cabeza, tras lo que Luis se dio la vuelta pero, antes de empezar a andar, miró a Simon un segundo – Escucha – se dirigió a él – Antes has conseguido imponerme algo de respeto – guardó un breve silencio, el muchacho estaba en guardia y no articulaba palabra – espero que ésta noche mantengas el nivel ¿de acuerdo?

De nuevo, Simon no se movió ni le contestó, ligeramente afligido por esto, Luis se dio la vuelta y se encaminó de nuevo a la salida del sótano, cuando se le oyó cerrar la puerta de la escalera, Erik agarró una fina pero aparentemente resistente cota de anillas y se la dio a Simon.

- No voy a decirte nada respecto a no haberle contestado a Luis – le dijo de repente – de hecho te comprendo, pero ten en cuenta que ésta noche seremos un grupo de caza y tendremos que protegernos los unos a los otros, el odio no es bueno entre compañeros.

- Eso – contestó Simon mientras se probaba la cota de anillas – díselo al que me ha puesto su espada en la garganta, yo sólo he ofrecido mi ayuda.

Cuando terminó de colocársela separó los brazos y se dio lentamente la vuelta para que su hermano juzgara, le quedaba algo ancha, pero Erik lo prefirió para que no le restara movilidad, después de un rato dubitativo mirando a un rincón donde estaban colgados tres látigos perfectamente enrollados, Erik cogió uno de cuero negro brillante, con una empuñadura tallada de forma que los dedos de la mano encajaban a la perfección, y se lo lanzó a Simon, que lo cogió al vuelo.

- Creo que te irá bien, por si acaso pruébalo – le sugirió.

Simon dio un salto atrás y comenzó a golpear con el látigo en todas direcciones con una agilidad y un estilo impresionantes, dejando sorprendido a su hermano que, tras la corta exhibición, le dedicó un aplauso y una enorme sonrisa.

- ¡Increíble! – Exclamó - ¡Increíble!, incluso estando en estas condiciones eres magnífico ¿Qué tal el látigo?

- Muy ligero – respondió Simon mientras lo examinaba, estirándolo en algunos puntos – me gusta.

Erik sonrió.

- Lo llevarás esta noche – le dijo – junto con los guantes y la cota de anillas, ponte unos buenos vaqueros y esas botas reforzadas que te pones de vez en cuando, esta noche hay juerga y tenemos pase vip.

Publicado: 09:47 08/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Troubled Times

Desde la oscuridad de su habitación en la casa de los Fernández, Simon miró melancólico el amanecer, ya había pasado una semana desde la fatídica noche y le habían dado el alta esa misma madrugada en el hospital, pero sus heridas seguían doliendo, especialmente la que le hizo aquel joven vampiro, que cruzaba su torso de parte a parte, le costaba creer todo lo que había sucedido; aún una semana después, tenía la sensación de, sencillamente, haber visto una película horriblemente larga.

En la cama de al lado Erik dormía plácidamente, tomándose un merecido descanso después de toda una semana en vela, cuidándole y vigilando constantemente su estado, que se agravó la cuarta noche, en la que el dolor de las heridas llegó a dejarlo inconsciente. Al otro lado de la pared sentía moverse a Luis, que tras la discusión con Esther había caído en una profunda depresión y apenas hacía nada que no fuera estar sentado con la cabeza gacha y, ocasionalmente, comer o beber un poco de lo que fuera; Simon no pudo evitar preguntarse si había llegado a pegar ojo. De repente la puerta de la calle se abrió y pudo escuchar los susurros de Juan y Adela, no pudo distinguir de qué hablaban, pero desde luego era algo serio, le sorprendía que hubieran resistido el golpe con tanta entereza y no pudo evitar acordarse del comentario que le hizo Erik poco antes de salir del hospital, diciéndole que “Con el pasado tan trágico que han tenido, lo más normal es que sean fuertes”, sin embargo él no tenía ni idea de cómo era dicho pasado, lo único que sabía es que en el lado derecho de la chimenea estaba la marca de un blasón que parecía haber sido arrancado por la fuerza, y poco más.

Se encontraba en éstas cavilaciones cuando la puerta de la habitación se abrió, era Adela, tenía un aspecto triste y cansado, pero a pesar de todo sonreía y, al igual que Juanjo, no le culpaba de lo sucedido.

- ¡Ah! – Exclamó sorprendida - ¿Estás despierto?

Simon asintió con la cabeza.

- Sigo sin poder pegar ojo – contestó con tristeza.

- ¿Qué tal las heridas?

- Duelen, algunas más que otras, pero… - Simon suspiró - ¿Qué tal va la investigación?

- Avanza – respondió Adela – lentamente pero se van sabiendo más cosas.

Se sucedió una incómoda pausa, Simon no sabía qué decir, se sentía fatal por lo sucedido por más que los demás intentaran quitarle hierro, finalmente, el silencio se rompió cuando Erik se despertó, miró con los ojos medio cerrados a Simon y Adela y levantó la mano ligeramente para saludar.

- Voy a preparar café – articuló ella finalmente - ¿Queréis una taza?

Simon asintió, mientras que Erik contestó con un sonoro bostezo que venía a significar algo así como “sí por favor”. Cuando la mujer se fue, cerrando la puerta tras de sí, los dos hermanos cruzaron sus miradas.

- ¿Tú no deberías estar durmiendo? – preguntó Erik con voz soñolienta.

- Lo mismo te digo – le contestó su hermano – llevas toda una semana sin pegar ojo, no creo que con las tres horas escasas que llevas roncando hayas podido descansar suficiente.

Erik sonrió.

- ¡Es que yo soy un portento, hermanito!

Simon sonrió tristemente

- A veces me pregunto si no será verdad que realmente soy un inútil…

Erik se levantó de un salto de la cama y empezó a vestirse, calzándose unos pantalones vaqueros azules bastante descoloridos.

- ¡Bah! No le des más vueltas – aconsejó despreocupadamente a su hermano – hiciste lo que pudiste… - en un momento se había puesto también una camiseta de tirantas negra y unas deportivas de color marrón oscuro – venga, vamos a desayunar.

Simon se vistió con desgana y salieron de la habitación, Erik se retrasó un poco para tocar en el cuarto de Luis y decirle que dejara de “rumiar su desgracia” y saliera a desayunar. Cuando los dos hermanos llegaron al salón el olor del café recién hecho pareció devolver un poco los ánimos a Simon, segundos después apareció Luis, ojeroso y sombrío, se sentó al lado de Erik y volvió a agachar la cabeza, mirando su taza de café con leche, con dos cucharadas de azúcar, como a él le gustaba, pasaron un par de minutos antes de que su compañero de armas le diera una potente palmada en el hombro.

- ¿Te vas a animar o qué? – Preguntó con una mezcla de simpatía y disgusto - ¡Ya manda huevos que el depresivo seas tú y no yo! ¡Venga hombre!

Una tímida sonrisa afloró en el rostro de Luis, que levantó la taza y bebió un sorbo de café, que hizo que su expresión se iluminara un poco más.

- ¿Cómo va la investigación? – Se animó a preguntar al final - ¿Os a enviado la hermandad algún dato importante?

Juanjo, que estaba terminando de masticar el mordisco que le había dado a su tostada, tragó y, con el semblante serio, informó en voz alta.

- Apenas tenemos nada – admitió – un aumento de la actividad vampírica en toda Europa, lugares de poder con excesiva actividad paranormal y algunas conjeturas.

- ¿Conjeturas? – volvió a preguntar Luis con el ceño fruncido.

- Si… - contestó Adela – pero por el momento no es nada importante, no os preocupéis.

Después de esto Simon pidió a los Fernández que le explicaran con detalle el tema de la actividad vampírica, tenía el pálpito de que podía ser un dato importante, la conversación se prolongó hasta más o menos las ocho de la mañana y, cuando ya estaban recogiendo la mesa, sonó el teléfono móvil de Luis, éste corrió a la mesa donde lo dejó la noche anterior cuando llegaron y miró la pantalla.

- ¿La casa de Esther? – se preguntó en voz baja.

Al oír esto todos guardaron silencio, Luis descolgó y se pegó el móvil a la oreja.

- ¿Si?... sí, soy yo… si, yo también estoy encantado de oírles… ¿qué? ¿Qué si está conmigo? Eso sería más bien un milagro… no, no la he visto desde hace una semana… ¿Qué? ¿Ustedes tampoco? No es posible… no, después de discutir salió del hospital y no he vuelto a saber nada de ella… no, ni siquiera me ha llamado… bien… siento no poder serles de ayuda… de nada… hasta luego…

Cuando colgó todos estaban expectantes, mirándole.

- Luis… ¿No será lo que nos estamos imaginando? – preguntó Simon casi sin querer oír la respuesta.

Éste, con la mano en la barbilla y un evidente gesto de preocupación, seguía mirando atónito la pantalla del teléfono.

- No se sabe nada de ella desde la noche en que discutimos – comentó blanco como el papel.

- Es broma… ¿Verdad? – preguntó su madre con una sonrisa de incredulidad en la cara.

- No – Luis negó con la cabeza – Se notaría si estuvieran mintiendo o la estuvieran tapando, esto es serio – inmediatamente se metió en su habitación y empezó a revolver su armario, de él sacó unos pantalones de pinza de color gris oscuro y una camisa a rayas azules verticales.

- Un momento – le detuvo su padre - ¿A dónde crees que vas?

- A buscarla – contestó Luis rotundamente mientras se abrochaba los pantalones.

- ¿Ya te has olvidado de lo de la otra noche? – le dijo Erik con gesto severo - ¡Que la jodan!

- Yo aún la amo – le contestó, más preocupado por abrocharse los botones de la camisa que de enfadarse con él – y me preocupa, Esther es una chica muy casera y después de nuestras peleas siempre se va con sus padres, esto es muy raro…

Cuando Luis terminaba de hablar sonó el timbre, Adela fue corriendo a abrir pero allí no había nadie, sólo un sobre sellado con cera en el rellano, lo cogió y lo observó con detenimiento, el sello era de un color rojo verdoso y estaba compuesto de una estrella de David con una B que se cruzaba con algunas líneas.

- ¿Una carta de los Belnades? – se preguntó mientras la abría.

Juanjo, al oírla, se apresuró a colocarse a su lado y la leyeron juntos, según lo hacían iban palideciendo progresivamente, y cuando terminaron Juanjo se aproximó a su hijo y se lo entregó.

- Lee – le ordenó con un hilo de voz – va dirigida a ti.

Luis, intrigado, cogió la carta y la leyó en voz alta.

- “Hola Luis Belnades.

Generalmente no escribiría a alguien indigno de nuestro apellido como eres tú, pero tengo algo que quieres. Por si no te acuerdas de mí te diré que mi nombre es Kasa, y que nos vimos, tal día como hoy, hace 3 años, en un encuentro en el que me arrebataste algo que no podré recuperar jamás. Sé que lo que está en mi poder te interesa, y que harás lo que sea por recuperarlo, así que te espero en la Blood Disco que hay al lado del puerto, me da igual si vienes sólo o no, de todas formas tú eres el único al que quiero ver.

PS: Por si crees que voy de farol, te adjunto algo que te convencerá de lo contrario”


Pegado con fixo al papel estaba un anillo de plata con rubíes y diamantes incrustados que él le había regalado a Esther cuando cumplieron un año de noviazgo que llevaba grabado en el reverso la inscripción “I’ll love you forever E.G.”, Cuando Luis lo arrancó y comprobó que, en efecto, era real, empezó a temblar de furia, con el rostro desencajado por la ira, apretó el papel hasta romperlo en sus manos y de su cuerpo saltaban descargas eléctricas que destrozaban su ropa. La palabra “Furioso” no hubiera bastado para definir cómo se encontraba.

Kasa Belnades… iba a encontrarlo como fuera.

Y cuando lo hiciera, lo mataría sin ninguna contemplación.

Publicado: 11:59 07/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Grief and Sadness

Por la puerta de la habitación apareció un hombre que aparentaba tener unos 40 años bien llevados, sus rasgos eran suaves y estaba pulcramente afeitado, vestía una camisa azul de manga corta y unos pantalones vaqueros que parecían nuevos, estaba sudoroso y parecía bastante cansado, en su rostro se dibujaba una expresión de preocupación que se disolvió en una ligera sonrisa cuando sus ojos se cruzaron con los del doctor Salas.

- ¡Antonio! – exclamó mientras alargaba la mano al doctor – cuanto tiempo.

- Hacía meses que no te veía por aquí, Juanjo - respondió el doctor Salas estrechando y sacudiendo la mano tendida por su colega - ¿Qué tal todo?

Juan José Fernández, que así se llamaba el recién llegado padre de Luis, se encogió de hombros y suspiró.

- Pues no muy bien – contestó con el gesto ensombrecido – si no es mucho preguntar ¿podría dejarnos a solas? He de hablar con ellos – pidió haciendo un gesto con la cabeza hacia su hijo.

El doctor aceptó sin problemas y salió de allí, no sin antes indicarles que, si sucedía algo o había algún cambio, usaran el llamador que estaba instalado al lado de la cama en la que reposaba Simon; cuando desapareció pasaron un par de minutos en silencio, hasta que Luis lo rompió.

- ¿Y bien? – se limitó a preguntar.

- Nada – contestó su padre negando con la cabeza – nada de nada, ni el palmeral, ni en las almadrabillas ni en el zapillo.

Luis bufó

- Eso no nos ayuda

- No – reconoció Juanjo – pero he estado examinando el lugar donde encontramos a Simon.

Aquellas palabras hicieron reaccionar a Erik, que se dio la vuelta e interrogó con la mirada al hombre, sin decir una sola palabra.

- Para un sensitivo es fácil – continuó – en aquel lugar había una energía residual tremenda, si Simon tuvo que luchar contra lo que demonios fuera lo que le atacó no me extraña que acabase en ese estado.

- La cuestión es… ¿luchó? – preguntó Luis, que no se dio cuenta de que ofendió a Erik con su comentario.

- Si – sentenció su padre – y lo hizo desesperadamente me atrevería a decir, de otra forma no habría tanta energía suya allí – se llevó la mano a la barbilla y empezó a andar por la habitación – me atrevería a decir que la proporción entre energías residuales era de 40, 30 y 30 por ciento.

- ¿Ese cuarenta es de mi hermano? – preguntó Erik.

Juanjo asintió con la cabeza.

- O sea, que hubo más de un atacante – dedujo Luis.

- En ese caso no me extraña el resultado – habló Erik.

- A mí me hubiera extrañado que hubiera podido con uno sólo – sentenció el Joven Fernández mientras Erik lo fulminaba con la mirada – Simon es demasiado débil.

- La cuestión no es esa – intervino Juanjo viendo que Erik, encendido, abría la boca para contestar – y de todas formas si hubieras estado allí pensarías lo contrario, había una cantidad de energía tremenda.

- Ya – respondió Luis enfadado - ¡Pero eso no nos ha ayudado a encontrar a Alicia! - Juanjo bajó la cabeza, lo peor de todo el asunto es que Luis llevaba razón - ¡Y nosotros estamos aquí hablando sin hacer nada por buscarla joder!

Tras callarse Luis se hizo el silencio en la habitación, sólo cortado por la acelerada respiración del muchacho, que había hundido su cabeza entre las manos y parecía a punto de llorar. No fue hasta pasados cinco minutos cuando otro sonido, ésta vez proveniente de la cama, los hizo reaccionar.

Era un gemido de dolor.

Simon había despertado.

Apresurado, Erik se abalanzó sobre la cama, mirando a la cara a su hermano pequeño, que abrió los ojos lentamente.

- ¿Donde… estoy? – preguntó con un hilo de voz.

- En Torrecárdenas – respondió Erik – te encontraron en la playa hecho polvo, llevas unas tres horas aquí.

- ¿Y Alicia? ¿Dónde está? – volvió a preguntar Simon, temeroso de oír la respuesta.

Erik negó con la cabeza con gesto apenado, Luis volvió a hundir su cabeza en las manos y Juanjo, que tenía la cabeza gacha, soltó un escueto “no está” con voz quebrada.

La cara de Simon se contrajo de dolor y rabia y empezó a llorar, mientras se culpaba una y otra vez, Erik, intentando calmarlo, le decía que no era su culpa, pero Luis, furioso, intervino.

- ¡Claro que lo es! ¡Nunca hemos tenido peor idea que confiarte su seguridad! – Gritó sin levantar la cabeza - ¡Eres una vergüenza!

- ¡Luis, ya vale! – le exigió Erik.

- ¡NO! – Gritó - ¡EL ESTÁ AQUÍ Y ELLA NO!

- ¡Simon no tiene la culpa! – le contestó el pelirrojo, que empezaba a alterarse.

- ¡SI QUE LA TIENE! ¡SI HUBIERA ATENDIDO MÁS EN LOS ENTRENAMIENTOS…!

- ¡CALLATE! – Gritó Juanjo con voz potente - ¡Sus heridas son la prueba de que ha luchado casi hasta la muerte! ¡Deberías pensar en eso al menos!

Luis, que ya se había levantado encarado hacia la cama, se paró en seco y se dio la vuelta lentamente hacia su padre, tenía los dientes apretados y unas gruesas lágrimas corrían por sus mejillas.

- ¿Me estás pidiendo… que no tenga en cuenta que se ha tomado los entrenamientos como un simple juego? ¿Quieres que ignore el hecho de no está ni de lejos al nivel que Erik tenía a su edad? ¿ES ESO LO QUE ESTÁS DICIENDO?

Juanjo, sin abrir la boca, asintió, mientras tanto Erik intentaba consolar a Simon, ignorando la escena, no pasó mucho tiempo hasta que padre e hijo se enzarzaran en una violenta discusión que sólo fue interrumpida cuando una quinta figura apareció por la puerta de la habitación.

- ¿Qué está pasando aquí? – preguntó con voz autoritaria.

Era una mujer de mediana edad, sus rasgos eran idénticos a los de Juanjo pero, por supuesto, feminizados, tenía el cabello marrón recogido en un discreto y elegante moño, vestía camisa blanca bajo un chaleco marrón a juego con una falda lisa hasta las rodillas, del mismo color que el chaleco, su expresión, como su voz, era severa, Luis y Juanjo se quedaron atónitos al verla.

- Mamá… ¿Cuándo…? – preguntó Luis casi sin palabras.

- Salí apenas me llamó tu padre y me explicó lo que pasaba – la mujer recorrió la habitación con la mirada mientras su expresión y su voz cambiaban por completo - ¿Cómo está Simon?

- Mal, Adela – contestó Erik – física y anímicamente, tal y cómo cabía esperar.

La mujer se acercó lentamente a la cama, cuando estuvo lo suficientemente cerca como para mirar a la cara al joven Belmont, éste la volvió al otro lado, avergonzado de sí mismo.

- Lo siento – masculló el muchacho entre dientes, volviendo a llorar.

- ¿Alicia no…? – fue a preguntar ella.

Juanjo, que se había colocado a su lado, negó con la cabeza mientras unas tímidas lágrimas silenciosas caían por sus mejillas, ambos se abrazaron y ella rompió a llorar, mientras que él, conteniéndose, le susurraba palabras de consuelo hasta que Luis, que tras la aparición de su madre se había mantenido al margen, volvió a hablar, ésta vez, bastante sereno.

- Simon, necesitamos que nos cuentes lo que ha pasado, punto por punto.

Todos se quedaron mirándolo, incluido el muchacho.

- ¿Para qué? – Preguntó Simon, muy dolido – soy un inútil, lo que diga no puede tener ninguna utilidad.

- Al contrario – le contradijo su hermano – debemos saber lo que sucedió y quienes fueron los atacantes, así al menos sabremos por donde empezar.

Algo animado por las palabras de Erik, Simon narró con todo detalle lo sucedido, omitiendo el uso del Holy Cross, cuando llegó al momento de la aparición de Orlox se le hizo un nudo en la garganta que tardó un poco en disimular, según contaba los últimos detalles, se dio cuenta de que Juanjo y Adela estaban blancos como el papel, Erik, que se había dado cuenta de ello, le preguntó a Simon si le importaba que le dejaran sólo un rato, él asintió y se fueron todos a la sala de espera de la planta, que estaba vacía.

- Díganme… ¿Qué sucede con ese tal Orlox? – preguntó Erik a los Fernández

Adela, que estaba sacando un café de la máquina que allí había, le contestó, sin darse la vuelta.

- Erik, tú has oído hablar de los señores de la noche ¿verdad?

- Los 5 vampiros más sangrientos y poderosos que jamás ha conocido la humanidad – continuó Juanjo - ¿Te suena el nombre de Nosferatum?

- Si, claro – contestó Erik – el vampiro que bebía la sangre de sus víctimas usando los incisivos.

- Su nombre también es usado para definir al vampiro en sí mismo – continuó Luis.

- Bien respondido – juzgó Juanjo – veréis, es común que un vampiro tenga dos identidades paralelas, la vampírica y la que usa para relacionarse con los humanos, pues bien – se asomó a la ventana, encendió un cigarro, le dio una gran calada y se dio la vuelta, apoyando los codos sobre el alfeizar – Orlox era la identidad “humana” de Nosferatum.

- Pero Nosferatum no existe desde hace más de dos siglos – argumentó Erik - ¿Queréis decir que ha vuelto?

Adela dio un pequeño sorbo a su café.

- Basándonos en las palabras de Simon… si.

- ¿Pero para qué iba a querer Orlox precisamente a nuestra Alicia? – preguntó Luis.

- Más que eso – Juanjo dio otra calada a su cigarro - ¿Qué pinta la luna roja en todo esto?

Erik arqueó una ceja, según todo lo que había leído la luna roja simbolizaba las acciones sangrientas de un vampiro y sólo aparecía si éstas se producían.

- La luna roja es un elemento importante de los rituales de nigromancia – explicó Luis a su confuso compañero – es increíblemente poderosa y es vital para algunos conjuros, por ponerte un ejemplo, para algunas de las invocaciones descritas en el Necronomicón, es crucial.

Se hizo el silencio de nuevo, los cuatro se habían entregado a la deliberación, fue entonces cuando unos potentes taconazos, que daban la sensación de ser los pasos de alguien bastante enfadado, inundaron toda la planta, aquello sacó a Luis de sus pensamientos y, por algún motivo, le hizo mirar la hora.

- ¡La una y media! – Exclamó – ¡Esther me mata!

Y justo en ese momento una chica joven aparecía por la puerta de la sala de espera, era bastante bonita, de ojos grandes y almendrados, su pelo rizado marrón estaba tocado con un pequeño lazo a modo de pillapelo por la parte trasera de la cabeza, vestía una camiseta de tirantas ancha de color azul oscuro a rayas negras horizontales y un short vaquero con una sudadera anudada a la cintura, estaba que echaba humo.

- ¡¡¡LUIS!!!

Como activado por un resorte, el joven Fernández se puso de pie de un salto.

- ¡Dios! – Exclamó - ¡Lo había olvidado por completo!

- ¡Ya! – Le contestó ella - ¡Como siempre! ¡Tu misión acababa a medianoche! ¡Podías haberme avisado al menos, te he localizado porque fui a comisaría a preguntar!

- Perdona – interrumpió Erik – No estoy en contra de que las parejas discutan, pero estas berreando en mitad del pasillo y hay gente que quiere descansar, si vas a echarle la bronca a Luis hazlo en la escalera.

Esther agarró al chico del brazo y casi lo arrastró hasta el rellano de la escalera, más allá de los ascensores.

- Mira Esther – comenzó a decir Luis – No estoy de humor y ha pasado de todo esta noche, mañana lo discut…

- ¡CALLATE! – Gritó ella - ¡DEJA DE DARME LARGAS!

Luis se quedó atónito, nunca había gritado a su novia y no iba a hacerlo, pero no era, ni mucho menos, el momento de tener una pelea.

- ¿Cómo que largas? – Preguntó él - ¿Tienes idea de la noche que llevo? ¡Si hubiera quedado en ir a mi casa igualmente se me habría olvidado avisar!

- ¡Eso son tonterías! – Replicó ella - ¡Una hora! ¡HE ESTADO ESPERANDOTE UNA PUTA HORA! – gritaba ahora señalando su reloj.

- ¡Y yo llevo una hora aquí esperando a ver si alguien localiza a mi herma…!

- ¡Hay otra! ¿Verdad? – Le volvió a cortar ella, ahora con lágrimas en los ojos – es eso ¡tú ya no me quieres!

- ¡Pero será posible! ¡Si tuviera la oportunidad la rechazaría! ¡Te lo he dicho cientos de veces!

- ¡Mentiroso! – Esther estaba al borde de la histeria - ¡Dime la verdad!

Luis se puso una mano en la cintura y apretó el puño de la otra, no sabía si golpear a la pared o al suelo.

- ¿Quieres la verdad? – preguntó

- ¡SI! – gritó ella con la voz ya quebrada por el llanto.

- Bien… bien, te la diré ¿estás segura de que quieres oírla?

Esther asintió nerviosamente.

- ¡¡¡ERES LA ÚNICA JODER!!! ¡¡¡LA ÚNICA MUJER A LA QUE HE AMADO EN TODA MI PUTA VIDA!!! ¡¡¡ESTOY HASTA LOS COJONES DE DECIRTELO!!! ¿POR QUÉ COÑO NO QUIERES ESCUCHARME?

- ¡No me grites! – le pidió ella entre llantos.

- ¡¡¡NO ME MONTES ESPECTÁCULOS!!! – Exclamó Luis, desesperado - ¡¡¡ES LA CUARTA VEZ EN ÉSTE MES Y YA NO SÉ CUANTAS VECES DESDE HACE TRES AÑOS!!! ¡¡¡SI TE HUBIERAS MOLESTADO EN ESCUCHARME SABRÍAS QUE MI HERMANA HA DESAPARECIDO Y QUE SIMON ESTÁ HECHO POLVO EN UNA HABITACIÓN DE ÉSTA PLANTA!!! ¡¡¡PERO NUNCA ME ESCUCHAS!!! ¡¡¡NO SABES POR LO QUE ESTOY PASANDO AHORA!!!

Una vez hubo terminado Luis, Esther le dio una sonora bofetada, éste, que no podía creérselo, se llevó la mano a la mejilla donde aún sentía el impacto del golpe.

- ¡Basta! – Exclamó Esther entre sollozos - ¡Se acabó! ¡Hemos terminado! ¡NO QUIERO VOLVER A SABER NADA DE TI!

Y se marchó escalera abajo, llorando, dejando en el rellano a un Luis Fernández que se caía a pedazos, con la cara aún ardiendo por la bofetada, teniendo la sensación de vivir una grotesca pesadilla.

Aquello, simple y llanamente, no podía estar pasando.

Publicado: 11:18 06/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Endless Sorrow

Tras comprobar que no había ningún peligro más acechando, Luis desactivó la cúpula azul que protegía al grupo de muchachas, que tras ver que el peligro había pasado comenzaron a acribillar a preguntas al pobre chico, mientras tanto Erik daba vueltas de un lado a otro, absorto en aquel extraño presentimiento que lo acuciaba.

- ¡Oye! – Lo llamó Luis sacándolo de su embelesamiento - ¿Me ayudas a contestar o qué? ¡Que yo no puedo con todas!

- ¿Eh?... ah, si, si, voy – respondió Erik aún en la inopia mientras se dirigía hacia ellos.

De repente su móvil sonó en el bolsillo izquierdo de su pantalón, Erik lo sacó y arqueó la ceja al ver el número de que le llamaba

- ¿Dígame?... si, soy yo, si… si, en efecto, es mi hermano… ¿por qué lo pregunta?... ¿Cómo?... Oiga, bromas aparte por favor… ah, que no es una broma, ya, claro, disculpe, es que es difícil de creer, y dígame ¿Quién les avisó? ¿Era una chica bajita, delgada y con pelo negro? ¿Estaba ella con él?... ¿Qué? ¿Qué no había nadie con él? Ya veo… bien, iré para allá enseguida… Gracias por avisar

- ¿Ha pasado algo? – preguntó Luis

Erik colgó el teléfono y dirigió a Luis una mirada lívida, estaba pálido como un muerto y tenía la boca ligeramente abierta, cuando éste la apremió a contarle qué pasaba, el joven Belmont reaccionó al fin, pero parecía que le iba a dar algo.

- Han encontrado a Simon cerca de la playa del Palmeral – informó – cubierto de heridas de pies a cabeza, inconsciente, al borde del coma.

- ¿Y mi hermana? – preguntó Luis expectante.

- No estaba con él ni en los alrededores – contestó Erik mientras se llevaba la mano derecha a la boca.

A Luis se le cayó el alma a los pies ¿Alicia desaparecida? ¿Simon destrozado? ¿Qué había pasado mientras ellos estaban de misión?

- ¿De donde era la llamada? – preguntó tras recuperarse de la impresión.

- Del hospital Torrecárdenas – Informó Erik antes de darse la vuelta para salir corriendo – Yo salgo enseguida para allá, tengo que saber cómo está Simon.

- ¡Oye, espera! ¿Vas a ir corriendo?

Sin detenerse, Erik extendió la mano en señal de despedida y siguió corriendo, dejando a Luis con el corazón en un puño por su hermana.

Finalmente y después de casi una hora de carrera, Erik llegó al hospital agotado, con los pies doloridos y maldiciendo la idea de haber corrido llevando zapatos, desesperado y sin recuperar el aliento fue directo al mostrador de información a preguntar por Simon, tras pasar diez minutos dando diversos datos y discutiendo con la recepcionista alguien le dio una palmada en el hombro, al darse la vuelta encontró al médico que llevaba tratándolos más de 5 años, el doctor Antonio Salas.

- Señor Salas ¿Qué hay?

El médico esbozó una tierna sonrisa en su arrugada cara, no era muy alto pero su porte era imponente, y aquel recortado bigote le daba un aspecto bastante respetable.

- Has venido por Simon, supongo

Erik asintió.

- Así es, me llamaron hace un rato por el móvil

- Lo tenemos en observación – indicó – si quieres sígueme y vamos a verle, iba a comprobar su estado ahora mismo.

En silencio, los dos se dirigieron a la sala de observación, allí, tras dos biombos que a su vez sujetaban una cortina blanca se encontraba Simon, encamado y cubierto de vendas casi por completo.

- Conociéndote, si lo hubieras visto recién llegado aquí te habrías derrumbado – opinó el doctor Salas – nunca había visto nada similar.

Erik corrió y se colocó al lado de su hermano, examinado meticulosamente su cuerpo por encima de las vendas, no sabía qué hacer ni qué decir.

- ¿Qué tipo de heridas tiene? – preguntó al final.

- Cortes – respondió simplemente el doctor.

- ¿Cortes? Cómo que… ¿Qué tipo de cortes?

El médico negó con la cabeza

- No puedo asegurártelo, en todo caso los verás cuando le cambiemos las vendas, además tiene un montón de contusiones, es cómo si le hubieran pegado una paliza, y tiene una herida que me preocupa…

- Explíquese – le pidió Erik.

- Se trata de un corte que cruza su tórax en diagonal, desde el hombro izquierdo al costado derecho, cuando le hicimos la cura y le limpiamos las heridas aún no había dejado de supurar.

Erik asintió con la cabeza, sin embargo le desconcertaba lo que el doctor Salas acababa de contarle, tampoco sabía cuanto tiempo había pasado, pero como mínimo después de una hora la herida al menos debería haberse secado.

Tras un cuarto de hora salieron del cubículo donde estaba Simon, Erik se sentó en una de las pocas sillas libre que habían y recorrió el lugar con la mirada, llevándose una sorpresa cuando vio a Luis aparecer a toda prisa desde urgencias, casi siguiendo la misma ruta por la que le había llevado el doctor Salas, el chico del pelo pajizo se detuvo un momento y miró nerviosamente a ambos lados, hasta que finalmente localizó a su colega y corrió, tropezando con un par de viejas y un celador con cara de malas pulgas, hasta donde se encontraba.

- ¿Cómo está Simon? – preguntó súbitamente incluso antes de detenerse.

- Mal - contestó Erik con un evidente gesto de preocupación – pero no sabré nada seguro hasta que no vea sus heridas.

- A todo esto ¿Cómo es que no estás con él?

- Lo van a subir a planta en unos minutos – contestó – he preferido dejar el paso libre… Dime ¿llegaron las ambulancias?

- Si, y los de homicidios también, treinta y cuarenta y seis minutos respectivamente – protestó – mi padre iba como jefe de la unidad esta vez.

- ¿Se lo has contado?

- Sólo lo que sé – confesó – me ha dicho que peinará las playas del palmeral y el zapillo a ver si encuentra a Alicia, yo me he venido en uno de los seta.

Erik asintió y volvió la cabeza al cubículo en el que se encontraba Simon justo para ver cómo ya lo sacaban de él para llevárselo a planta, rápidamente, Luis y él los siguieron, y una vez se encontraron en la habitación se sentaron, esperando pacientemente a que algún médico se acercara por allí, Erik se volvió a hundir en sus pensamientos.

- Oye ¿estás bien? – le interrumpió Luis.

- No mucho – reconoció Erik – demasiado para una sola noche, estoy mentalmente cansado, además…

- ¿Qué?

- No, nada, déjalo… creo que se me está yendo la pinza

Ambos volvieron a quedar en silencio hasta que aparecieron por la puerta dos enfermeras junto a Don Antonio Salas, éste saludó cordialmente a los dos muchachos y las enfermeras comenzaron a retirar las vendas del cuerpo de Simon, según su torso se descubría y se iban viendo las heridas a Erik se le iba cayendo el alma a los pies.

No había ni una sola laceración que no tuviera un aspecto horrible, todas parecían infectadas a pesar de la meticulosa limpieza y desinfección a la que las habían sometido, y además estaba aquella enorme herida que cruzaba su torso de esquina a esquina y que aún supuraba; horrorizado, Erik se dio la vuelta hasta que acabaron y se fueron, a los pocos minutos el doctor Salas volvió a entrar.

- ¿Y bien? – preguntó al joven pelirrojo.

- Horrible – opinó Erik – sencillamente espantoso, esas heridas no son normales.

- Son heridas de espada – intervino Luis – pero esas infecciones… y la herida esa tan grande…

- Parece que pensamos lo mismo – concluyó el Doctor Salas - ¿Qué pensáis hacer?

- Por el momento esperar – contestó Luis – mi padre está en el lugar donde encontraron a Simon, tal vez él tenga respuestas

- Y las tengo – respondió una voz desde la puerta de la habitación.

Publicado: 10:35 05/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Night Struggle

Luis se dio la vuelta sobresaltado, a lo lejos un hombre de mediana edad caminaba hacia ellos, sus movimientos parecían erráticos.

- ¿Quién anda ahí? – Preguntó al aire el chico del pelo pajizo mientras agarraba la empuñadura de la katana - ¿Quién eres?

- ¡Volved a meterlas en el almacén si no queréis que os despedace, bastardos!

- ¡Oblíganos! – Le desafió Erik sin darse la vuelta.

Ante aquel reto el hombre echó a correr hacia ellos tomando una postura peculiar, había arqueado la espalda y dejado los brazos muertos mientras abría la boca, emitiendo un silbido similar al de una serpiente pero a un volumen mucho mayor, unos largos y afilados colmillos relucían a la luz de la luna. Cuando se encontraba a unos pocos metros saltó hacia ellos, poniendo su boca delante a fin de morder al que se pusiera delante, de improviso, Erik se dio rápidamente la vuelta y propinó un certero puñetazo a la boca abierta del ser, que inmediatamente explotó en una nube de cenizas de la cual cayó solamente un cráneo rojizo y chamuscado, Erik, sacudiéndose la camisa, lo pisó, haciéndolo pedazos, las chicas se quedaron atónitas.

- ¡Vampiros! – Exclamó pisoteando los restos de la calavera - ¡Que asco joder!

- Si nos ha visto uno habrá más – aseveró Luis – tenemos que tomar precauciones.

Dicho esto, se acercó a las muchachas y, mientras trazaba un círculo alrededor de ellas con su espada, se disculpó por “el penoso espectáculo ofrecido” y, tras acabar de trazarlo, plantó la palma de su mano izquierda en el suelo, creando con ello una cúpula semitransparente de color azul eléctrico que las cubrió por completo.

- Ni se os ocurra salir de ahí hasta que yo os lo indique, esa barrera os protegerá de cualquier cosa – explicó – nadie salvo yo o mi colega podrá traspasarla.

Sin decir una palabra, todas asintieron, Luis se volvió a colocar al lado de Erik, que observaba cómo un grupo variado de vampiros masculinos y femeninos se dirigían hacia ellos, haciendo los mismos movimientos erráticos que el anterior.

- ¿No te cansas de acertar siempre? – preguntó Erik.

- Me temo que no – contestó Luis desenvainando su Katana.

El grupo de vampiros no tardó mucho en alcanzarlos y cerrarles el paso, atrapándolos entre el almacén y ellos, eran muchos, más de 50, cuando los dos muchachos se dispusieron a atacar, una potente voz femenina llenó el lugar.

- ¿Quiénes os creéis que sois para entrar en mis dominios y robar lo que nos pertenece? – preguntó aquella atronadora voz.

- ¿Y tú quien te crees que eres – le contestó Erik tranquilamente – para privar a la gente de su libertad?

- ¿Acaso eso os importa?

- Por norma general – intervino Luis – nos gusta saber a quien vamos a convertir en un montón de polvo humeante.

La misteriosa mujer se rió.

- Dudo mucho que podáis hacerme nada ¿Quiénes sois para creer que podéis tocarme siquiera?

Erik sonrió

- ¡Mi nombre – dijo con orgullo – es Erik Belmont! Primogénito de Schneider Belmont y Selene Serenitee.

- Y yo soy – continuó Luis – Luis Fernández, hijo mayor de Adela y Juan José Fernández.

- Entonces – respondió la voz – sois esos dos cazadores que cada noche salen a exterminar a los míos, aquellos de los que se dice que son capaces e pasar noches enteras luchando.

- Las habladurías son sólo eso – comentó Erik – los rumores siempre exageran, no obstante si es cierto que salimos a cazar todas las noches.

- Y ya que sabes nuestros nombres – completó Luis – no estaría de más que te presentaras y te mostraras, no nos gusta hablar con el aire.

Instantes después una fuerte presencia apareció en el lugar, ambos cazadores, sorprendidos, recorrieron la zona con la mirada, aquella increíble presencia estaba en todo el lugar, finalmente miraron al tejado del almacén justo para ver a aquella vampiresa materializándose.

Era increíblemente bella, su ondulado cabello negro tenía cierta tonalidad verdosa, un vestido de seda color carmín revestía su escultural cuerpo, mostrando un generoso escote, sus labios estaban pintados con un color negro azulado y su piel tenía una palidez mortal, tras terminar de aparecerse dio un paso al frente y sonrió ligeramente, revelando unos colmillos que terminaban de identificarla como una vampiresa.

- Me llamo Erzhabeth Barthory – reveló finalmente – bienvenidos a vuestra tumba.

- ¿Barthory? ¿la condesa sangrienta? – Preguntó Erik atónito – Jhon Morris y Eric Lecarde os eliminaron a ti y a Drolta Tzuenzes en el sigo XIX ¿Qué haces en éste mundo otra vez?

Erzhabeth sonrió

- He sido llamada porque se me necesita aquí ¡y basta de cháchara!, muchachos – dijo llamando a los demás vampiros – encargaos del musculitos, el pelirrojo es mío.

Los vampiros comenzaron a avanzar hacia ellos, Erik desenvainó su espada pero Luis le detuvo, le cogió el brazo y diciendo simplemente “estos son míos” lo empujó hacia donde se encontraba Barthory y, espada en mano, se dejó atrapar por la marabunta vampiresca, Erik, en lugar de intentar ayudar, se encaró con la condesa

- ¿Tanto miedo tienes a mis muchachos que prefieres venir a por mi?

- No – contestó el Belmont envainando la espada – lo que pasa es que Luis con eso no tiene ni para empezar, yo ahí no soy necesario - La condesa sonrió con escepticismo – y dime… ¿Por qué quieres encargarte exclusivamente de mí?

- Creo recordar que Jhon Morris tenía lazos con la familia Belmont, así que a falta de poder acabar con alguno de sus descendientes – su rostro se transformó, ahora reflejaba odio y maldad – serás tú quien se convierta en, como tu amigo dijo, un montón de polvo humeante.

Alrededor de Erzhabeth Barthory aparecieron cuatro llamas de color azulado que no emitían luz alguna, ésta extendió los brazos con una sonrisa macabra dibujada en el rostro; Erik dio un paso atrás, no le gustaba cómo pintaba aquello.

- ¿Fuegos fatuos? – preguntó

- Sí muchacho, almas en pena que no han podido subir al cielo o bajar al infierno y que he llamado para servirme, si te tocan te carbonizarán – de repente señaló a Erik, su cara se contorsionaba en un gesto de locura - ¡A por él! ¡Que no quede nada!

Las cuatro luminarias salieron disparadas directamente hacia el cazador, Erik corrió intentando no dejarse tocar por ellas, Erzhabeth le seguía con la mirada, con gesto disgustado al ver que sus llamas no podían alcanzar al Belmont, finalmente y tras dos minutos de carrera, Erik se dio la vuelta y extendió su mano derecha, de la que salió una enorme llamarada rojiza que engulló los cuatro fuegos fatuos, anulándolos.

- ¿CÓMO? – Gritó la condesa enfadada.

- A grandes males, grandes remedios – comentó Erik – no me suele gustar usar éste poder a menos que sea indispensable…

- Así que dominas el fuego – dedujo Erzhabeth.

- Un pequeño regalito de los Fernández, fueron ellos quienes me ayudaron a despertar ésta habilidad – contestó Erik mientras se aproximaba de nuevo a la condesa Barthory – y adivina con qué te voy a devolver al infierno.

Barthory bajó del tejado del almacén y se posó en el suelo, se le notaba enfadada, sin embargo aún mantenía la sonrisa, en un momento dado miró más allá de Erik, donde Luis continuaba luchando contra sus vampiros, probablemente esperaba ver al Fernández despedazado, porque su confiada sonrisa cambió a una exagerada expresión de sorpresa.

Alrededor de Luis no quedaban más que cenizas esparcidas por todo el suelo y algunos cráneos chamuscados, el joven sujetaba por el cuello a un vampiro de aspecto anciano, que se debatía furiosamente por escapar de su presa hasta que finalmente Luis, con gesto indiferente, le cogió la cara con la mano izquierda y le propinó una descarga eléctrica que recorrió todo el cuerpo del chupasangres durante un segundo hasta que éste acabó reducido a cenizas, cráneo incluido.

- ¿Recuerdas lo que te dije sobre mi colega? – preguntó Erik con una relajada sonrisa dibujada en la cara.

Erzhabeth apretaba los dientes de pura rabia, le costaba creer que aquel muchacho hubiera eliminado a más de 50 vampiros él sólo y que el otro hubiera sido capaz de anular sus fuegos fatuos.

- ¡¡¡OS MATARÉ A LOS DOS!!! – Gritó mientras un centenar de dagas luminosas se generaban a su alrededor - ¡¡¡OS DESPEDAZARÉ!!!

Ambos cazadores desenvainaron sus espadas, los cuchillos salieron volando hacia ellos con una velocidad inusitada, algunos pasaron volando a su lado, otros les provocaron heridas de diversa consideración y el resto, los más peligrosos, consiguieron desviarlos usando sus armas, cuando creyeron que todo había pasado y encararon a la condesa para contraatacar, vieron que ésta sonreía, escamados se dieron la vuelta y comprobaron que todas las dagas que no habían desviado volvían hacia ellos; ésta vez Luis se puso delante y, extendiendo el brazo izquierdo con la mano abierta apuntando con los dedos hacia delante, empezó a lanzar enormes descargas eléctricas que, uno por uno, destruían los brillantes cuchillos, sin embargo uno se le escapó y se le clavó en el hombro derecho, inutilizándole el brazo.

- ¿Estás bien? – preguntó Erik alarmado

Con gesto de dolor, Luis se arrancó el cuchillo y lo arrojó lejos, intentó mover su brazo derecho pero no podía, no lo sentía en absoluto.

- Mierda – murmuró.

Erzhabeth Barthory sonreía de satisfacción, ésta vez a su alrededor se generaban pequeñas picas de hielo que apuntaban directamente a ellos, Erik se plantó delante de Luis, con ambos brazos estirados uniendo las palmas, formando con ambas manos lo que parecía la boca de un reptil, cuando la condesa lanzó hacia ellos su ataque Erik abrió las manos, liberando un intenso fulgor seguido de una intensa llamarada al grito de “DRAGON BREATH”, el ataque volatilizó al instante las picas heladas, y cuando el fuego se hubo disipado, se encontró a la propia vampiresa embistiendo, intentando atacarle con sus garras.

Erik la bloqueó con la funda de su espada y la rechazó dándole una palmetada en la cara, para acto seguido atacar, ambos se cruzaron en un intercambio de golpes hasta que finalmente el Belmont desenvainó, rozando a Erzhabeth con su espada y provocándole una herida superficial, ésta se retiró alarmada.

Aquella espada quemaba como el fuego.

- ¿Pero qué demonios es esa espada? – preguntó la condesa

- En nuestro gremio, cada uno de los miembros más notables tiene un apodo que, generalmente, es elegido por nuestras capacidades, Luis por ejemplo es conocido como Rycuda – explicó Erik – y yo… bueno, a mí me llaman Crimson Dragon… El Dragón Escarlata.

- ¿Y a qué viene esa sarta de tonterías?

- Viene – contestó él – a que ya que nos conocías, deberías haberlo sabido, la espada que he usado para atacarte es uno de los motivos por los que se me conoce con ese nombre – Erik jugueteó un poco con su espada, tras agitarla tres o cuatro veces en el aire ésta se incendió, envolviéndose en llamas – ésta portentosa espada es la Laeviathan, más conocida como Salamander y también como Lengua de Dragón – en ese estado, Erik la clavó en el suelo, momento en el que la espada emitió una llamarada que ascendió como una pequeña columna de fuego – no ha vampiro que pueda resistir un solo tajo de de ésta espada y tú no eres la excepción.

- ¡Bah! ¡Sandeces! – Exclamó la condesa con desprecio - ¡Os mataré a los dos y usaré vuestras cabezas para adornar mis aposentos!

Erik desclavó la espada del suelo

- Eso está por ver

Ambos estaban preparados cuando de repente Erzhabeth Barthory desvió su mirada a la luna y sonrió.

- Habéis tenido suerte – espetó – mi misión ya está cumplida, me marcho - El cuerpo de la condesa empezó a desvanecerse entre llamas azules ante los ojos atónitos de Luis y Erik - ¡La próxima vez que nos veamos, si es que seguís vivos para entonces, acabaremos lo de ésta noche!

Y tras una risotada, desapareció.

Cuando la condesa se hubo desvanecido por completo, Luis comprobó que podía mover de nuevo su brazo, y ambos miraron a la luna preguntándose qué tenía que ver con que Erzhabeth Barthory se marchara, y cual era su misión.

Pero lo que más preocupaba a Erik era qué hacía Erzhabeth de nuevo entre los vivos.

Y, sobre todo, un extraño presentimiento que, de repente, encogía su corazón.

Publicado: 16:35 04/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
The Den

Erik se sorprendió por la espesa oscuridad que inundaba el lugar, apenas había avanzado unos pasos y la luz de la luna llena era incapaz de entrar más allá, tras avanzar un poco más, harto, sacó del bolsillo de su camisa un bolígrafo-linterna que siempre llevaba encima.

Afortunadamente éste era lo suficientemente potente como para penetrar en aquella negrura, según avanzaba y alumbraba a diferentes sitios comprobó lo diferente que era aquel lugar de lo que debía ser un almacén de pesca, a decir verdad no le sorprendía, cuando se trataba de aquellas criaturas nada era lo que parecía, nunca lo era.

A pesar de que sabía que no había – o al menos no debería haber - nadie allí mantenía sus cinco sentidos alerta y su mano derecha asiendo la empuñadura de su espada, iba avanzando de esta forma cuando tropezó con algo.

Algo blando.

Sobresaltado, apuntó la luz hacia sus pies, ahí reposaba una pierna de suaves líneas, fue subiendo poco a poco siguiendo la extremidad hasta llegar al torso y así recorrer el cuerpo entero.

Era una chica, probablemente una de las jóvenes desaparecidas a las que iban a rescatar, estaba sentada en el suelo de cualquier manera.

Rápidamente se agachó frente a ella y comprobó si respiraba y si tenía pulso, afortunadamente la respuesta a ambas incógnitas era si, la chica estaba viva.

Rápidamente se llevó la mano derecha al comunicador y presionó el botón que activaba el micro.

- Luis, soy yo ¿me escuchas?

Luis contestó al instante.

- Sí, dime

- He localizado a una, parece sedada y está viva.

- Bien – Luis respiró aliviado – Sigue explorando el lugar y busca a las demás antes de hacer cualquier otra cosa, recuerda que son seis.

- De acuerdo, cambio y corto.

Erik se levantó y siguió buscando, no tardó mucho en dar con la siguiente, estaban todas colocadas más o menos de la misma forma, con cuatro o cinco metros de separación entre cada una, todas estaban en el mismo estado, cuando hubo localizado a la última se apresuró a volver a contactar con Luis.

- ¿Ya? Perfecto, dales el antídoto para el sedante y arreando.

- No, espera – contestó Erik – aún queda parte del local por explorar.

- No creo que haga falta – respondió Luis - ¿Qué te hace pensar que haya algo más allí?

Durante unos segundos Erik se mantuvo en silencio.

- Un fortísimo olor a hierro y a carne podrida – informó finalmente el muchacho – ahí hay algo más, y no creo que sea una nadería, voy a seguir adelante.

- De acuerdo – aceptó Luis con fastidio – pero cuidado ¿eh?, recuerda que nuestro objetivo aquí se limita al rescate.

- Si, lo sé, del resto se ocupará la sección correspondiente… ¡Corto!

Tras volver a romper la comunicación, Erik continuó avanzando hacia el olor, que cada vez era más fuerte y nauseabundo, pasó un par de minutos más escudriñando con su linterna hasta alumbró a algo que lo dejó perplejo.

Una bañera de bronce, de aspecto muy antiguo e increíblemente bien tallada, estaba ahí colocada, en sus bordes había manchas secas de algún líquido que había rebosado en ella, Erik no necesitó acercarse mucho más para comprobar que el pestilente olor a hierro emanaba de aquella bañera, y sólo conocía un líquido capaz de emana aquel herrumbroso olor.

Para confirmar sus temores, se acercó un poco más y comprobó que la bañera rebosaba hasta los topes de un líquido ligeramente espeso de un brillante color carmesí oscuro.

Sangre.

Litros y litros de sangre llenando aquella lujosa bañera, retrocedió unos pasos para no dañar la escena y volvió a activar el comunicador.

- Una bañera… - balbuceó conteniendo las nauseas – Sangre hasta el borde… ¡litros!

- ¿Cómo? – Preguntó Luis sobresaltado - ¿Qué demonios estás diciendo? ¿Te has vuelto loco?

- Luis… a esas chicas no las usan como alimento tío… ¡Las ordeñan!

- ¿Has comprobado sus cuellos?

Erik retrocedió y, una a una, fue comprobando el cuello de las chicas, cuando hubo concluido comprobando que no tenían ni una marca en esa zona, reparó en el brazo derecho de una de ellas, del que salía una especie de tubo de goma sujeto al brazo por una tira de esparadrapo, siguiendo su trayectoria dio con un pequeño tanque que parecía almacenar la sangre que extraían a las muchachas.

Erik se llevó la mano al comunicador una vez más.

- Las ordeñan Luis… como a vacas…

- ¿Qué?

- Les extraen la sangre del brazo, me pregunto cuanta habrán perdido para haber podido llenar esa puta bañera – de nuevo guardó silencio, estaba cavilando, intentado calcular cuanta sangre se le habría extraído a cada una de ellas – aún me queda averiguar a qué se debe el olor a carne podrida, tardaré un poco más.

- De acuerdo, pero no muevas ni toques nada, eso ya le toca a homicidios.

- Lo se… ¡Corto!

Con sumo cuidado, Erik rodeó la bañera y avanzó hasta el final del almacén sin encontrar nada, se dio la vuelta desconcertado y estaba ya sacando la botellita de antídoto de su bolsillo cuando tropezó con algo duro.

Alumbró de nuevo a sus pies y encontró un tirador que abría una trampilla ubicada justo ahí, la puerta tenía el tamaño suficiente como para que pudieran entrar con holgura dos personas, cuando la abrió sintió una bofetada del ya familiar y ahora sumamente agobiante olor a carne podrida.

Unos escalones bajaban poco a poco a lo que parecía una habitación mediana, en aquella espesa oscuridad aquello parecía la boca del infierno, Erik alumbró la escalera y bajó, el olor se volvía más intenso y mareante por momentos, cuando por fin llegó abajo deseó no haberlo hecho.

Lo primero que su linterna alumbró era un cuerpo en avanzado estado de descomposición, por las ropas parecía que era una mujer, alarmado recorrió el resto de la habitación con la linterna y el haz de luz reveló otro cuerpo, sólo que éste no había empezado a descomponerse, o tal vez…

Fue hasta él y, haciendo una comprobación mas exhaustiva que con las anteriores, se aseguró de que tenía pulso, respiraba y le latía el corazón, acelerado por el descubrimiento volvió al comunicador.

- ¡Luis! ¡Llama a homicidios! ¡Y a una ambulancia por dios!

- ¿Qué has encontrado? – preguntó alarmado por la forma en la que Erik hablaba

- ¡Tengo aquí un cadáver descomponiéndose y a otra chica muy grave que – se detuvo un momento, cuando alumbró la cara de la joven que aún vivía sintió cómo cada una de las células de su cuerpo se llenaban de ira - ¡¡¡HOSTIA PUTA!!!

- ¿Qué? ¿Qué pasa? ¡Erik!

- Oye Luis ¿recuerdas que te comenté a principios de curso que una amiga mía, Yolanda, había desaparecido sin dejar rastro

- Si

- Pues – Erik apretaba los puños hasta el punto de abrirse heridas en las palmas con sus propias uñas – acabo de encontrarla.

- No jodas…

- ¡SI!

- Bien… - Luis se llevó una mano a la frente – Lo primero es calmarte, piensa que al menos está viva y se le podrá salvar, después sácala de ahí, dale el antídoto a las demás y todas fuera, el cadáver en descomposición no lo muevas ¿ok?

Erik asintió y cortó la comunicación, cerró los ojos un momento y cogió a la chica en volandas, cuando llegó a la altura de las demás la dejó en el suelo, se sacó la botellita del bolsillo y le dio de beber un traguito a la primera, que no tardó en despertar más de 10 segundos.

Cuando abrió los ojos y vio el rostro de Erik retrocedió horrorizada, él se vio obligada a tranquilizarla y, acto seguido, sacó una tarjetera de su bolsillo trasero y la alumbró con la linterna.

- ¿Ves? Tranquilízate de una vez, soy un colaborador de la policía.

- Entonces… ¿no eres uno de ellos? – preguntó ella relajándose

Erik negó con la cabeza

- He venido a sacaros de aquí – señaló a la puerta – mi compañero está fuera vigilando por si aparece alguien.

Tras decir aquello se levantó y dio de beber a las demás, de las cuales tuvo que tranquilizar a tres más, cuando hubo terminado volvió a coger a Yolanda y se dirigió a las otras seis

- ¿Podéis caminar?

Algunas se levantaron sin más y otras lo consiguieron tras un par de intentos, cuando todas estaban ya de pie una de ellas preguntó

- Oiga… Cuando me trajeron aquí habían dos chicas más ¿Qué ha pasado con ellas?

- Una de ellas la llevo en brazos – contestó él sin darse la vuelta – la otra…

Tras aquella respuesta se oyeron algunos sollozos y un par de cuchicheos, Erik miró un momento para atrás y las apremió para salir de allí.

El camino hasta la puerta, que debió haber sido alegre por el rescate, resultó ser penosamente silencioso, como una comitiva funeraria, cuando finalmente salieron y la brisa marina les dio en el rostro algunas de ellas sonrieron, otras se abrazaron, y Erik dejó a Yolanda apoyada en unas cajas que Luis había preparado como improvisados asientos.

- ¿Todo bien Erik?

- Sí, supongo que sí – contestó él con la cabeza gacha - ¿Avisaste a las ambulancias y a homicidios?

Luis rió sarcásticamente.

- Unos tardarán por que no hay suficientes vehículos y otros porque estamos de operación salida y las carreteras están imposibles.

- Patético – protestó Erik.

- Lo secundo

Tras unos segundos de silencio, Luis se dio la vuelta y se dirigió a las muchachas.

- ¡Atención todas! He avisado a una pequeña flota de ambulancias para que venga a por vosotras – avisó – tardarán un poco, de todas formas nosotros permaneceremos aquí hasta que lleguen ¿entendido? – todas asintieron – Bien – Luis sonrió – pronto volveréis a estar con vuestras familias.

Las chicas sonreían y comentaban emocionadas, Erik se aproximó a Luis sonriendo también, éste último miró a su joven compañero y le preguntó

- La satisfacción del trabajo bien hecho ¿eh?

Erik asintió, todo había salido casi como estaba previsto, ni siquiera habían tenido que desenvainar las espadas, y cuando por fin estaban todos relajados un grito ronco desgarró el aire.

- ¡EH VOSOTROS! ¿QUÉ COÑO ESTAIS HACIENDO?

Publicado: 14:39 03/02/2007 · Etiquetas: · Categorías:
Pequeña prueba para probar mi recién devuelto blog a ver si todo marcha como dios manda ^^

Si tira bien tocará megaactualización de Twilight Rhapsodia, con bocetos, dibujos y unos cuantos capítulos para conmemorar el anuncio de Dracula X Chronicles

Prelude of Twilight

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