Restless Night

Ya de noche cerrada, en casa de los Lecarde, Luis miraba intranquilo el mapa con las líneas trazadas; había cumplido su cometido, pero no dejaba de decirse a sí mismo que el resultado no tenía sentido alguno.

Mientras tanto François acunaba a un René ya dormido, Elisabeth miraba la televisión con interés y Simon lo miraba de reojo cada dos o tres minutos, mientras leía distraídamente el periódico del día.

- ¿En la île de la Cité? – preguntó el Lecarde tras rebajar su voz a un tono leve pero audible – Queda un poco raro ¿no? Ahí está…

- Sí, lo sé – lo cortó el Fernández – ahí está la catedral, por eso todo esto no me cuadra, o me he precipitado al trazar los recorridos o…

- ¿La magia era emitida o recibida? – lo interrogó a su vez Elise, sin apartar los ojos de la pantalla.

- Era… - el español sacudió la cabeza – era bidireccional ¡pero es que eso tiene aún menos sentido! La energía iba y venía a la vez, pero el rastro acababa perdiéndose siempre en el mismo punto, como si algo… lo bloqueara.

Se pasó la mano por la cara, exhalando con fuerza al terminar. La pareja había quedado en silencio tras el pequeño cambio de ideas, tal vez pensando de la misma forma que él.

- ¿Y si sencillamente te metes en Nôtre Dame y buscas la fuente? – propuso el menor de los Belmont - Si se supone que viene de allí…

- Sí, claro, con los feligreses echándome a patadas y los monjes suspendiéndome a divinis y a tortazos, no te jode – sonrió irónicamente, pensando que, a pesar de la respuesta que había dado a Simon, la idea le seducía – Al menos por ahora nos vamos a estar quietos, tal vez mañana vuelva a alguno de los puntos señalados.

- ¿Quieres decir que vamos a quedarnos aquí, quietos, sin más? – respondió Simon con cierta indignación mal disimulada.

Mientras se levantaba del sillón para dirigirse a la habitación de invitados, se detuvo y dispuso a replicar a su cuñado, pero la Kischine intervino en su lugar.

- No tenéis más remedio – repuso ella con firmeza – Luis ya ha cumplido con su parte, y no conviene hacer ningún otro movimiento hasta que Erik vuelva de su viaje con algún resultado.

- ¡Pero…!

La conversación continuó ajena al español, que alcanzó el cuarto y se dejó caer a oscuras en una de las camas, llevándose la mano al rostro mientras respiraba profundamente, cediendo al cansancio.

- Erik…

¿Cómo le estaría yendo?

Desvió la vista hacia la ventana, a través de la cual se podía vislumbrar claramente la luna en un cielo completamente despejado, sonrió con aquella visión, pensando en un hipotético paseo junto a Esther en una noche de aquellas características mientras, en su bolsillo, buscaba su teléfono móvil.

Una vez lo tuvo en la mano marcó con parsimonia cada una de las cifras, realmente lo hacía porque se pensaba si llamar antes a su novia que a su compañero, pero necesitaba saber cómo iba la búsqueda del Belmont.

Un tono, dos tonos…

“Es bastante raro que tarde más de un tono en descolgar”

Tres tonos, cuatro tonos…

“¿Estará cenando?”

Cinco tonos, seis tonos…

- ¡Joder! Mira que si le ha pasado alg-

*click*

- ¡¡¡MANDE!!!

- ¡Coño!

El sobresalto casi le hizo incorporarse, Erik estaba al otro lado del teléfono y había contestado con una mezcla de premura y mala leche impresionante.

- ¿Luis? ¿¡Eres tú!?

- ¡No! – respondió el español, disgustado por susto – Soy una impregnación sonora de un poblado maldito, no te jode… ¡Pues claro que soy yo! ¿Qué hacías para tardar tanto en cogerlo?

Erik bufó.

- ¡Pues ducharme, coño! Por fin encuentro una masía en mitad de la nada y tendré que quitarme el sudor y el polvo de alguna forma ¿no?

- ¿En mitad de…? Pero oye ¿No se supone que hay como dos pueblecitos antes de llegar a Morimond? O eso me ha contado Fran, vamos.

- Sí… pero ninguno tenía hostal, pensiones ni nada por el estilo, y los pueblerinos ya sabes cómo son: O encantadores o de un desconfiado que da asco. He pasado como hora y media andando hasta que he encontrado algo, lo bueno es que las vías del tren están cerca de aquí.

- Em… ya, ya veo.

- ¡En fin! – concluyó Erik con resignación - ¿Qué querías?

- Pues… básicamente saber cómo te iba. Esperaba recibir alguna noticia tuya, pero nos tienes abandonados.

El Belmont chasqueó la lengua.

- Hombre… podría decir que no he tenido tiempo, pero sabiendo que he pasado una y media hablando en solitario pues la verdad es que estaría mintiéndote – admitió, avergonzado – dejémoslo en que no me he acordado de vosotros.

- Ya ¿Y eso? Muy bonitos esos parajes ¿no?

- Sí, pero ese no es el motivo, he tenido un díita que… ya te contaré, ya.

- En todo caso – prosiguió Luis, con el gesto torcido - ¿Has conseguido algo?

- Bueno… - por un momento, el pelirrojo pareció dudar – no es que haya encontrado mucho, pero desde luego más de lo que François profetizaba.

- Bueno… por poco que sea siempre es algo – articuló con cierta decepción - ¿de qué se trata?

- El códice – respondió Erik casi inmediatamente – tengo parte de él.

El español, esta vez sí, se incorporó a todo correr.

- ¡¡No jodas!! – exclamó casi eufórico.

Al otro lado del teléfono, Erik exhaló aire con fuerza.

- No te emociones tan deprisa, ya te he dicho que no es gran cosa, solamente los números del cero al nueve.

- Hmmmm ya.

- Pero además – añadió el Belmont – tengo cierta información, y ya que me has llamado necesitaré que me eches una mano con ella aquí y ahora.

- ¡Claro! – aceptó Luis sin ningún problema - ¿De qué se trata?

- Voy a necesitar que consultes la localización de un monasterio por mí ¿Tienes a mano mi portátil?

- Eeeeeh… - a tientas, el español buscó el interruptor de la luz y lo accionó, rebuscando después entre las sábanas hasta dar con el ordenador portátil de su amigo – Sí, claro, aquí está.

- Vale, pues enciéndelo…

- Eso es de pura lógica.

- …y entra en ese programa de localización geográfica que instalé el otro día.

Con paciencia, encendió el portátil, escribió la clave y le dio tiempo a que se iniciase para poder ejecutar el programa.

- Vale ¿Y ahora?

- Mírame los monasterios que puedas encontrar en el lado este de Francia, por favor.

- Ahá

Para no perder el tiempo ni gastar teléfono tontamente, el español decidió continuar hablando.

- ¿Por qué necesitas consultar la localización de un monasterio, si no es mucho preguntar? – lo interrogó - ¿No te hiciste ya la lista?

- Sí – contestó el pelirrojo distraídamente – Pero en la lista sólo apunté los nombres – calló durante un par de segundos, parecía estar consultándola – Pensaba visitarlos uno por uno, pero eso va a ser una locura.

- ¿Y por qué los del este precisamente?

- Según la información que conseguí en Morimond, el libro (y por tanto, su códice) fue escrito mediante la colaboración de dos congregaciones diferentes, pero dedicadas a la actividad común de controlar el flujo de cierto tipo de literatura hacia el oeste de Europa. Supongo que las dos abadías deben encontrarse en la frontera este del país.

- Ya…

- ¿Tienes algo?

- Sí, pero no me parece muy satisfactorio – comentó Luis sin mucha seguridad – Hay algunas en la frontera, pero de esas queda todavía menos que de Morimond

- Entonces…

- ¿Te suena “Saint-Guilhem-le-Dèsert”? – preguntó mientras trasteaba el programa.

- Claro, la tengo en la lista.

- Es la más entera que hay en varios kilómetros a la redonda, el problema es la distancia.

- ¿Dónde está?

- Hablando en términos que podamos entender los dos, a tomar por culo de donde te encuentras ahora.

- La distancia me importa un carajo. Dime la provincia.

- ¿La provincia? – el español entornó los ojos, como si estuviera cegato, mientras se preguntaba cómo pronunciar aquello - Pues es… (putos franceses, qué complicado lo escriben todo) La… Lan… Lague…¿doc? Rousi (¡Me cago en sus muelas!) Rousillon.

- ¿¡Languedoc-Rousillon!? – Exclamó Erik, sorprendido - ¡Joder, pero si eso es fronterizo con los pirineos! ¿No había una más cercana?

- ¿Y qué más da, si ya te has ido al quinto carajo?

- Sí, pero eso es ir al quinto conejo del quinto carajo – protestó – Voy a pasar un día entero de viaje ¡Y eso contando con que haga bien las combinaciones de bus y tren!

- Vamos, que sí que te importa la distancia.

- No, Luis, el problema es el tiempo. Llegaré allí como poco en dos días.

- Bueno, pues redúcelo a un día y medio.

- ¿Qué lo reduz…? ¿Cómo demonios se supone que voy a hacer eso?

El español sonrió maliciosamente.

- ¿No decías que ibas a echarte a dormir? Hazlo en el tren.

- ¿¡Eh!? – aquellas palabras sentaron a Erik como una patada en sus partes - ¿¡Estás de coña!?

- ¡En absoluto! Dices que tienes cerca unas vías ¿no? Pregunta en la masía por la parada de tren más cercana, infórmate sobre cómo llegar a Languedoc-como-se-llame y a correr.

- Dime la verdad, tío: Me odias ¿verdad?

Luis rió entre dientes.

- Yo he pasado todo el día tragando humo de tubos de escape y revisando sietes quemados en las aceras como un gilipollas. Tú tienes que pringar también.

Gimiendo de puro enfado, el pelirrojo se dejó caer sobra la cama, sentado.

- Y ni se te ocurra quedarte ahí y empezar mañana – lo avisó el español – eres muy malo mintiendo y se te pilla enseguida. Vamos a contrarreloj, y eso lo sabes.

- Ya, ya lo sé – aceptó finalmente con resignación – y hablando de los sietes ¿Qué tal?

- Pues… - suspiró – he revisado los flujos de energía y, aunque todavía tengo que hablarlo con mis padres por si hay algo que se me escapa, diría que no te imaginas donde parece que se cruzan.

- En un antro de vicio y perversión ¿A que sí?

- En la catedral, so idiota.

- Pues eso, lo que yo te decía.

Luis se llevó la mano al entrecejo y suspiró. Empezaba a dolerle la cabeza.

- Mira… será mejor que termines de asearte y te pongas en marcha, a mí también me espera una noche larga.

- Bueno, mientras sirva de algo… Saluda a mi hermano y a la parejita de mi parte ¿vale?

- Por supuesto tío, que te sea leve.

- Idem.

Una vez terminada la conversación, Luis cortó la comunicación y cerró el portátil, con los dedos aún en el entrecejo y los ojos cerrados. Le alegraba el optimismo que se desprendía de la voz y la actitud de su amigo, pero al mismo tiempo le fastidiaba el hecho de que su ausencia hubiera de prolongarse por, al menos, otro día más. Sin mucho ánimo se dejó caer sobre la cama con los brazos en cruz, sujetando el móvil en su mano derecha.

- Necesito aire fresco – resolvió mientras se tapaba los ojos con el antebrazo izquierdo.

Por su parte, Erik permaneció con el móvil descolgado, aún comunicando en su oreja durante unos dos largos minutos después de la despedida. Le frustraba tener que salir ahora a todo correr a por un tren que seguramente pararía en mitad de ninguna parte a una hora intempestiva incluso para él.

Pero aparte de eso había otra cosa que le había dejado pensando: Los números. Luis no era malo mintiendo, pero jamás hablaría en falso o bromearía sobre algo tan importante como lo que podía ser una pista vital sobre la situación de su enemigo.

¿De verdad las energías convergían en la catedral? ¿En Nôtre Dame? Cierto es que había bromeado con ello pero… No tenía sentido alguno, Nôtre Dame era un lugar sagrado ¿Cómo podría un vampiro acogerse bajo su techo y lo que es más, cometer crímenes impunemente?

Pensativo, finalmente pulsó la tecla de fin de llamada y dejó el teléfono sobre la cama mientras corría a por sus ropas. Cenaría algo rápido mientras pedía información a la dueña y después saldría en busca de la parada más próxima. Le fastidiara o no, Luis tenía razón en una cosa: Se estaban moviendo a contrarreloj.

Afortunadamente el suave aroma de la ternera asada y las patatas al más puro estilo francés ya ascendía por las escaleras y se colaba en la habitación. Como una exhalación se vistió y bajó a sentarse a la mesa para, eso sí, degustar la comida mientras de vez en cuando hacía a la señora alguna que otra pregunta, obteniendo así la información deseada.

De esta forma acabó enterándose de que la parada de tres más próxima estaba casi a una hora de camino, que éste se dirigía hacia el Noroeste y que si quería llegar a su destino antes de medio día tendría que hacer una combinación de líneas que dependía más de la suerte que de otra cosa. Conocer esto le agrió un poco la, hasta aquel momento, deliciosa cena, pero debía apresurarse en alcanzar Languedoc.

Finalmente dio buena cuenta de su filete con patatas, aceptó de buen grado un buen trozo de tarta de queso de cabra como postre y se marchó, no sin antes pagar por la ducha y la cena, pensando en alcanzar rápidamente la parada del tren.

De vuelta a París el español había subido a la ya familiar azotea, la noche se presentaba calurosa y resultaba difícil relajarse sin la más mínima brisa soplando para refrescar las incipientes gotas de sudor que nacían en su frente. En aquellas condiciones, claro estaba, no podía llamar a Esther, por lo que comenzó a llevar a cabo lo único que en aquel momento le podía ayudar a desfogarse: Entrenar.

Vestido como iba aún con los pantalones de pinza y la camisa que lo habían acompañado desde que visitó al comisario Rousseau en la comisaría, se desnudó de cintura para arriba e inició todo un ritual previo consistente en tensar todos sus músculos adoptando una postura firme, saludar al aire alzando la mano derecha abierta a la altura de su pecho y conteniendo su puño izquierdo en la palma mientras hacía una reverencia y pasar a una posición de guardia estándar, preparado ya para ejecutar la práctica.

Comenzó suavemente, golpeando de forma suave y acompasada al aire con pies y manos, avanzando y retrocediendo, ejecutando pasos de guardia… Pero al poco su ritmo cambió, y se encontró combatiendo contra un enemigo invisible, ejecutando a ritmo improvisado una cadena de movimientos preparada desde hacía años, un “Kata” que aún no había llegado a dominar del todo.

Con su torso sudado y recubierto de cicatrices, casi brillando bajo la luminosidad de la ciudad de la luz, la energética y marcial ejecución de todos aquellos pasos parecía devolverle poco a poco la claridad mental. Nunca lo había reconocido, pero luchar lo relajaba, desde muy pequeño cuando quería liberar tensión recurría a cualquiera con quien pudiera entrenar, ya fuera su madre, su padre – que pese a ser hechicero no era para nada mal luchador – o Erik, que gracias a aquella manía suya aprendió muchísimo de él.

En un momento dado saltó verticalmente, esquivando una invisible patada a la que respondió con otra giratoria desde el aire, al aterrizar se aseguró de hacerlo cara a su adversario, ejecutó un movimiento de parada con su antebrazo en vertical, lo bajó para desviar el hipotético golpe bloqueado y contraatacó con un puñetazo en el que puso todo su peso, flexionando la pierna adelantada junto al brazo e inclinándose todo lo que podía sin llegar a perder el equilibrio. Desde aquella posición se detuvo, exhaló aire y regresó a una posición tensa pero de relax, de pie con los brazos levemente flexionados frente al torso.

Un aura extraña lo había interrumpido. No quería interrupciones mientras entrenaba, le resultaban molestas.

- No estoy de humor como para que me jodan el relax – espetó al aire – tienes suerte de ser tú, o ya te habría reventado con una descarga.

- ¿Detectaste mi aura aún cuando estabas concentrado en tu Kata? – respondió una voz demasiado familiar desde su espalda – no pensaba que habrías mejorado tanto, Luis.

En aquel momento una sombra apareció a toda velocidad frente a él y lo atacó, obligándolo a repetir el bloqueo, desvío y contraataque que había realizado justo antes de ser interrumpido. Naturalmente, el puñetazo no alcanzó objetivo, desvaneciéndose su adversario al instante.

- Elisabeth… - Articuló entre dientes – no podrías haber escogido peor momento para venir a jugar.

- No quiero jugar – respondió la Kischine desde atrás, al mismo tiempo que con su mano agarraba firmemente la muñeca de Luis – vine a ver qué hacías, ya que al contrario que Simon, no sueles necesitar despejarte muy a menudo.

- Soy un adulto con las ideas claras – contestó, irritado – pero también paso por malos momentos de vez en cuando.

- ¿Y te relajas… practicando?

- ¿Algún problema?

Aunque no veía su rostro por encontrarse fuera de su campo de visión, el Fernández pudo sentir que Elise sonreía.

- No has dejado de estar alerta desde que llegaste a esta casa – comentó la mujer – me parece normal, estás bajo el mismo techo que una antigua enemiga… pero veo que no has logrado mejorar tu técnica tanto como tu sensibilidad espiritual.

- ¿Eh?

- ¡Vamos! Seguro que te acuerdas… fue precisamente el ejecutar mal estos movimientos la razón – comenzó a retorcer el brazo del joven -  ¡De que te derrotara hace tres años!

Con clara intención de derribarlo, tiró del brazo hacia atrás, como si fuera una palanca, lo zancadilleó para hacerle perder pie y con una certera patada en la espalda, en el mismo movimiento en que había separado sus pies del suelo, lo hizo caer duramente boca abajo, sin soltar su muñeca en ningún momento y forzando la articulación del hombro hasta el límite.

- ¿¡Qué cojones se supone que estás haciendo, Elisabeth!? – Exclamó desde su posición en el suelo - ¡Se supone que somos aliados, joder!

- ¡Claro! Y es por eso por lo que estoy haciendo esto – respondió ella - ¿no quieres que te ayude a mejorar esa parte del kata?

- ¡Menos bromas, Elisabeth! ¡Suéltame YA!

Pareció pensárselo, pero finalmente, con una sonrisa amable en el rostro, liberó su presa dejando caer la extremidad del español como un peso muerto, no pudiendo éste – tal era la presión a la que Elise había sometido sus articulaciones – moverlo ni siquiera minutos después de volverse a levantar.

- ¿Y bien? ¿Me vas a decir a santo de qué ha venido esto? – la interrogó, claramente molesto - ¡No me irás a decir que sólo estabas jugando!

Para su sorpresa, la amable sonrisa de la mujer adquirió un tinte entre triste y nostálgico mientras alzaba la vista al cielo.

- ¿Jugando? No - articuló – más bien… recordando.

Luis continuó observándola, con la mano sobre el hombro dañado  y sin dejar de fruncir el ceño.

- Es verdad que éste es un buen lugar para relajarse – continuó ella – las estrellas se ven bien desde aquí, París ofrece unas vistas preciosas… al igual que vosotros, yo también suelo subir aquí a espantar fantasmas – volvió a mirarlo a los ojos – verte practicar precisamente esos movimientos hizo que el fantasma de aquella noche cobrara fuerza, Luis.

- Aquella noche… Quieres decir…

- La noche en que os derroté, y cuando decidí abandonar la vida de cazarrecompensas. Daría lo que fuera por olvidarla…

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¡Lo siento! ¡De verdad que lo siento! Estoy escribiendo y de repente se me ocurre introducir "algo más" en el Episodio ¡Y sin comerlo ni beberlo me acerco a un número de páginas insano y lo que iba a ser un breve inciso sobre "la noche anterior a" Se convierte en un capítulo entero!

Episodio de transición pero descarao, vamos, y los que tengais algo de memoria podeis remitiros al Episodio 32, que terminaba de un modo similar y ya sabeis lo que significa: ¡Flashback al canto!

En efecto, el próximo es un Flashback sobre Elise y espero tardar poco en terminarlo, ya que lo tengo en mente desde hace mucho tiempo y me da que este cabezón mío me la ha jugado y ha metido ésto para poder introducirlo (no, no es coña, os juro que cuando he releído el capítulo en una pausa he alucinado pepinillos y ya... pues tenía que acabarlo de alguna forma)

En fin manitos, que aquí os lo dejo. Contad dos episodios más contando el Flashback para finalizar este arco y meternos en el final de la saga de una puñetera vez

www.vandal.net/noticia/46085/creen-que-los-contenidos-de-modern-warfare-2-han-sido-demasiado-baratos/

www.vandal.net/noticia/46100/square-enix-podria-apostar-por-los-juegos-episodicos/

www.vandal.net/noticia/45591/los-capitulos-de-sonic-4-podrian-ser-pequenos/

Contenidos descargables ridículos a precios abusivos, títulos retail incompletos, juegos a cachos (o lo que, para que suene menos malo, se llama "episódicos")...

Lo que antes era algo anecdótico, curioso o incluso admirable está adquiriendo en esta generación de videojuegos un tinte comercial que da asco, nos ofrecen juegos de la talla de Sonic 4 (que se supone que es a Sonic lo que New Super Mario Bros es a Mario) divididos en 4 "episodios" (JUAS), por otro lado, te venden packs de mapas a precios desorbitados (y encima la compañia cree que son baratos) y una de las grandes se está pensando el unirse al cotarro. Y esto, ojo, sólo por comentar 3 noticias al azar, y dos de ellas casi recién salidas del horno.

El tema del contenido descargable está llegando ya a unas cotas de descaro comercial inquietante, ya no se trata sólo de ofrecer "Lost Levels" por una pequeña cantidad adicional, ni siquiera de ofertar juegos "pequeños" que no podrían publicarse en formato físico sopena de quedar condenados al ostracismo (brillante ejemplo: World of Goo. No quiero ni imaginar cómo le iría a este juego de haber sido lanzado en DVD Wii), se trata de que le han visto las tetas a la vaca y quieren estrujarlas hasta que el bicho sangre.

Se han visto casos burrísimos, como los famosos Darth Vader y Yoda de Soul Calibur IV, donde los personajes se encuentran dentro del propio disco, se sabe que es una usurada, se sabe que es para correrlos a hostias, y aún así se compra ¿Por qué? Lo desconozco por completo, es un misterio que va más allá de mi imaginación. No gusta, pero se hace.

A causa de que los usuarios aceptan y pagan este tipo de cosas (y algunos hasta las defienden a muerte) en la próxima gen nos sangrarán más que nunca, y caeremos como borregos encima porque así somos: Masoquistas. Masoquistas o gilipollas, una de dos, porque ambos colectivos se dejarían y se dejan encular sin vaselina.

Y lo peor es que mientras les sablean vivos, los jugadores lloriquean porque existen el Wiimote, Move y Natal.

Esperad a que os cobren 100 € totales por un juego gracias al DLC de los cojones, ya llorareis entonces, ya, pero en ese momento ya será demasiado tarde y estareis atrapados en la burbuja.

Aparte de lo dicho en mi último mensaje (gracias a Dios no es mi primer DMC, de lo contrario odiaría a Dante A MUERTE), resulta que el puñetero juego no me reconoce el Dual Shock con Adaptoid USB, y el control con teclado apesta de lo lioso que es.

Joder... con lo que me molan los Devil May Cry

PD: Es sin contar cuando el juego no se ejecuta porque no le da la santa gana

...Dante ya me parece un puto adolescente chuleta y flipado que no se parece en nada al Dante del primer juego.

¿Es así de repelente durante TODO el juego?

¿Os mola Pikachu? ¿Llenaríais vuestro cuerto con peluches suyos? ¿Capturariais cientos y cientos sólo para llenar las cajas de vuestros PC hasta rebosar? ¡Ah! Pero son escurridizos, y cientos y cientos de Pokeballs son mucho dinero ¿Qué tal intercambiar esos cientos y cientos de pokéballs por miles y miles de pasos? ¡Podeis! Aquellos que hayais comprado HeartGold o Soulsilver porque desde hoy y hasta el 5 de mayo está descargable una nueva ruta para el Pokewalker: ¡El bosque Amarillo!



Se trata de una ruta donde solamente hay Pikachus, pero en la que se pueden capturar unos muy especiales. Estas son las seis variantes que aparecen:

Por 0 pasos, Pikachus normales con Impactrueno, Gruñido y Látigo equipados con Baya Aranja y Miniseta

Por 2000 pasos, Pikachus con los ataques extra Azote, Refuerzo y Onda Voltio equipados con Baya Zanama

Por 5000 pasos, Pikachus con los ataques extra Placaje Electrico y Sorpresa equipados con Baya Zidra

Por 9500 pasos, Pikachus con los ataques extra Surf y Rayo equipados con Baya Ziuela

Y por la módica cantidad de 10000 pasos, Pikachus con los ataques extra Vuelo y Trueno equipados con la baya Acardo.

Así que ¿A qué estais esperando? ¡Descargad el mapa si no lo habeis hecho ya y comenzad a capturar escurridizas ratas amarillas!