Prelude of Twilight

Publicado: 13:22 30/06/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Hope

- Venga… ¡Arriba!

Erik abrió los ojos apremiado por una voz que le ordenaba apresuradamente que se levantara, somnoliento y aún sin tener ni idea de lo que pasaba, oyó el crujido de una bolsa de papel a sus pies, y la luz que entró por la ventana, cuya persiana había sido abierta con brusquedad, lo cegó momentáneamente, terminando de espabilarlo.

- ¡Venga hombre, que son las once de la mañana! ¡Ya no son horas de estar despierto!

El pelirrojo se tapó los ojos con el antebrazo mientras identificaba la voz.

- Luis, hijoputa – balbuceó – ¡Déjame dormir un poco más!

El Fernández cogió la bolsa de papel y la dejo sobre la cama.

- Los Belnades vendrán a medio día, tengo que hablar con ellos y sabes que te voy a necesitar, así que espabila.

Refunfuñando, el Belmont se irguió y se desperezó, reparando en la bolsa que Luis había dejado a su lado.

- ¿Y esto? – preguntó con curiosidad.

- Ropa – le contestó – ya he visto como ha acabado tu camisa, de modo que he ido a buscarte algo… no vas a ir a pecho descubierto por ahí ¿no?

Erik miró dentro de la bolsa y abrió ampliamente los ojos; una camiseta elástica azul oscuro de manga corta y unos vaqueros esperaban a que se los pusiera.

- ¡Tío, con esto voy a parecer un Cani o algo!

- Bueno, el no llevar el pelo a lo búho te salva.

Molesto por lo poco que le gustaba la ropa – algo le decía que Luis lo había hecho para fastidiarle – y por haberse despertado tan bruscamente, se levantó y se metió en el cuarto de baño, cerrando la puerta con brusquedad.

- Oye ¿Es que no has dormido esta noche o qué? – le preguntó su colega desde el umbral, abriendo la puerta.

- Sí que he dormido… ¡Tres horas! – Respondió el Belmont desde el otro lado de la mampara, con el agua ya fluyendo en la ducha - ¡Entre el calor y los botelloneros no he pegado ojo, mierda!

Luis suspiró.

- Está claro que necesitamos descansar los tres. – concluyó.

- ¿Los tres? – Preguntó Erik en respuesta - ¿Ni tú ni Simon habéis…?

- Yo no he pegado ojo – dijo una voz que entraba en la habitación – y a Luis lo he despertado a las 10.

El pelirrojo salió de la ducha secándose compulsivamente la cabeza y observó a su hermano, el recién llegado, que lucía unos sencillos pantalones de chándal azules, una camiseta blanca de tirantes, su correspondiente cruz gemela y unas inmensas ojeras.

- ¡Ah, dios! – Exclamó el hermano mayor - ¡llevas sin dormir desde que volviste del hospital! ¡Deberías haberte obligado un poco, joder!

Simon torció el gesto y cogió la bolsa de papel donde se encontraba la ropa, entregándosela a su hermano cuando se hubo secado.

- También van unos calzoncillos – le informó.

Erik le agradeció y sacó las prendas, entre la que se encontraban unos discretos Boxers negros que se puso con rapidez, acto seguido se calzó los pantalones y, con cierto disgusto, la camiseta.

- Dios… me siento como un chulo de playa…

- Vamos mejorando – comentó Luis tras una risotada – antes te sentías como un calorro.

El hermano mayor torció el gesto y, ya vestido a falta de calzarse los zapatos – “Bonita ropa para llevar con éstos zapatos… manda cojones” – salió del baño.

- ¿Qué quería Adela anoche? – preguntó Simon con curiosidad.

- ¡Nah! Hacerme un par de preguntas – mintió Erik – nada importante.

- ¿Le hablaste de aquello?

- Le dije que lo dejaríamos para hoy, no quería distraerla, lo primero era sanar a Juanjo.

La expresión de Luis se ensombreció ligeramente, había pasado toda la noche luchando contra el impulso de tomarse la justicia por su mano y hacer frente a Malaquías en venganza por el estado de su padre, venciéndole el sueño al despunte del alba.

- Yo voy a subir ahora ¿Venís? – propuso.

Los hermanos accedieron sin problemas y salieron de la habitación con el Fernández a la cabeza; éste, a mitad de camino, volteó ligeramente la cabeza y les preguntó que qué era “aquello”

- Es algo bastante importante – respondió el pelirrojo – que nos concierne a los cinco, lo hablaremos ahora si tu padre se encuentra en condiciones.

Luis los miró suspicaz antes de seguir avanzando, Erik por su parte se alegraba de que no les hubiera preguntado por la aventura de la noche anterior – “un problema menos” – y no veía llegar el momento de contárselo a Adela de una vez para liberarse.

Llegaron arriba con cierta lentitud, aunque impacientes; una vez a la altura de la habitación, Luis dio tres toques, que fueron respondidos con un “¡Adelante!” bastante animado de su padre.

Los muchachos cruzaron el umbral con una ligera sonrisa aflorando en sus rostros, allí estaba Juanjo, recostado sobre la cama, – bastante revuelta, por cierto – en calzoncillos, y sin rastro alguno de sus heridas, Adela por su parte salió del baño, ataviada con un albornoz blanco con el logo del hotel bordado a la altura del pecho y el pelo aún húmedo.

- ¡Buenos días! – Saludó ésta, sonriente – No os había oído, me estaba secando.

Rápidamente dio un beso en la mejilla a cada uno y se retiró, aún sonriendo.

- Pensaba que dormiríais más rato – comentó - ¿Qué hacéis levantados?

- Hombre, los Belnades vendrán en un par de horas ¿no? – Respondió Luis – además, veníamos a ver que tal está papá.

- Pues aquí me veis – intervino éste desde la cama - ¡Fresco como una lechuga!

- ¿Puede levantarse? – preguntó Simon.

Los dos padres se miraron con cierta complicidad.

- Hombre… no – admitió él – creo que anoche se nos fue la mano.

- La… ¿Mano?

La confusa intervención de Erik hizo proferir una disimulada risita a la mujer, mientras Luis por su parte sonreía ampliamente con satisfacción.

- Sus músculos están aún algo débiles – informó la madre – y hay ciertas heridas que se tendrán que recuperar solas… no estará en condiciones hasta pasados unos días…

- Pero está fuera de peligro… - concluyó el pelirrojo.

- Así es.

Adela se separó de los muchachos y se encaminó hacia la cama, sentándose frente a su marido.

- Por cierto… - comentó ésta tras un par de minutos de silencio – había algo que querías contarnos ¿no, Erik?

El aludido asintió.

- Puedo hacerlo ahora que tenemos tiempo, no será muy largo, aunque tal vez pasemos un rato discutiendo el tema.

- Los Belnades pueden esperar – dijo Juanjo – Alicia no, si esto puede ayudarnos de alguna forma, adelante.

Los hermanos se miraron un momento y procedieron; Erik empezó, narrando cómo consiguieron las cruces en el último viaje de entrenamiento que hicieron y la leyenda que les contaron sobre ellas – que Juanjo y Adela ya conocían - , Simon prosiguió contando que le regaló una de las dos a Alicia – cosa que también sabían – y acto seguido les contó lo acontecido la noche anterior en su habitación, completando el relato el hermano mayor, explicándoles su teoría.

- Entonces podría servirnos para localizar a Alicia… - Dedujo Luis, sonriendo, con el rostro iluminado.

El hermano menor asintió sin decir palabra, pero igualmente contento.

- Sólo necesitamos saber como usarla para volver a conectar las mentes de Simon y Alicia – explicó el pelirrojo – y todo será más fácil, además, podremos conocer su estado siempre que queramos.

- Por eso les contamos esto – concluyó el hermano menor – tal vez ustedes sepan algo.

Los tres jóvenes miraban expectantes a la pareja, sin embargo el gesto de éstos era más bien triste.

- No, me temo que no… - respondió Juanjo apesumbrado.

La sonrisa de Simon se esfumó.

- Ignoro cómo habrá conseguido Alicia utilizar la cruz para entrar en contacto con Simon – continuó - pero si existe algún modo conocido de hacerlo me temo que no entra dentro de mis conocimientos.

- La leyenda de las cruces lo dice por sí misma – intervino Adela – nadie ha logrado saber nunca cómo establecer el nexo de unión entre los portadores, y hasta donde sabemos no ha quedado registrado en ningún manual mántico.

- Ya veo…

Los hermanos bajaron la cabeza, ligeramente desmoralizados, viendo como sus esperanzas – especialmente las de Simon – se desvanecían, sin embargo, Luis parecía más optimista.

- Has dicho “hasta donde sabéis” ¿No? – preguntó éste a sus padres.

- Hombre… – respondió Juanjo – ya has visto a lo que se limita nuestra biblioteca, y se han escrito cientos de miles de manuscritos a lo largo de la historia… siempre existe la posibilidad de que esté registrado en alguno, claro.

- Pues entonces ya está ¿no? – Replicó Luis – ¡sólo tenemos que buscar!

Erik soltó una sarcástica risotada fingida.

- ¡Hay manuales escritos en idiomas que no se hablan desde hace milenios! – Le espetó - ¿Qué pasa si lo encontramos en un libro escrito en Esperanto? ¿Y en hebreo antiguo? ¿Y en latín?

- Bueno, tú sabes latín ¿no?

- Tío, si me sacas del Rosa rosae, la evolución fonética y el análisis sintáctico de oraciones no sé una mierda.

El Fernández suspiró, iba a decir algo cuando Simon habló.

- De todas formas la vamos a encontrar ¿no? – Preguntó a ambos – vamos a emprender éste viaje para buscarla así que… ¿Qué más da? Si vuelve a ponerse en contacto conmigo intentaré hablarle de nuevo…

- ¡Ese es el espíritu! – aprobó Adela con una sonrisa.

- Igualmente no perdéis nada por intentarlo – los animó el padre – podéis empezar en Francia, allí hay buenas librerías y otras tiendas de antigüedades donde podéis ojear.

El pelirrojo respiró largamente y alzó la cabeza.

- Tiene razón – dijo volviendo a mostrar una sutil sonrisa – si nos organizamos bien no nos robará tiempo… yo mismo podría encargarme.

Juanjo sonrió con aprobación.

- Cambiando un poco de tema… - interrumpió Adela – Luis ¿Has pensado ya qué vas a hacer?

- Aceptar, por supuesto – respondió éste – pero con matices.

- ¿Matices?

- Os lo explicaré luego pero, a grandes rasgos, no pienso matar a Kasa.

Sus padres abrieron ampliamente los ojos, sorprendidos.

- ¿Cómo? – preguntó la madre.

Luis suspiró.

- Es un poco largo así que os lo explicaré más adelante, primero tengo que pedirle algo a los Belnades.

Adela se puso blanca y a Juanjo casi le dio una bajada de tensión.

- ¿¡Después de lo de anoche…!? – exclamó ella.

- Madre mía – murmuró el padre – Y dime… ¿De qué se trata?

Su hijo pareció dudar, se quedó en blanco unos momentos y bajó la cabeza, Erik intervino por él.

- Del opuesto al Necronomicón.

Simon, que había permanecido al margen, reaccionó al oír esas palabras, e intervino en la discusión.

- ¿Tiene un opuesto? – preguntó por curiosidad.

- Todo en éste mundo tiene un opuesto – explicó Adela – un Némesis si preferís llamarlo así – se levantó y se dirigió a la ventana, que estaba abierta – incluso el mal más absoluto…

- Pero se suponía que aquel libro llevaba siglos desaparecido, en teoría se perdió en el siglo XIX entre los archivos de la iglesia ¿Cómo lo iba a tener el clan Belnades?

El pelirrojo sonrió.

- El Al-Azif es un libro demasiado peligroso como para viajar sólo, nos lo explicó hace años.

Tras las palabras del hermano mayor, quedaron en silencio, cada uno inmerso en sus propios pensamientos, fue un tremendo gruñido del estómago de Luis lo que les recordó que se habían saltado algo muy importante.

- Essstooooooo ¿Desayunamos? – preguntó éste.

Los dos hermanos asintieron nerviosamente, hambrientos también. Se despidieron – no sin pedir algo de dinero a Adela, ya que estaban sin blanca – y bajaron con celeridad, dejando sóla a la pareja, que permaneció en silencio un rato más.

- Así que quiere… ese libro – comentó Juanjo de repente.

- Está loco – opinó su esposa – ya para empezar no es ni de lejos tan accesible como el Necronomicón, si no es digno de leerlo…

- No entiendo cómo quiere correr semejante riesgo para salvar la vida de alguien como Kasa…

Adela se volvió a sentar junto a él, suspiró y se quitó el albornoz, quedando en ropa interior.

- Perdona por lo de anoche – le dijo mientras sonreía – hoy ya podrías estar andando.

- Meh, lo pasamos bien ¿no? – la excusó – tal y como están las cosas ahora nos vino bien desahogarnos, yo al menos me siento un poco más optimista.

La mujer se rió.

- ¿Cómo crees que saldrá todo? – preguntó a su esposo.

- Saldrá bien – respondió éste – tengo confianza en ellos.

- ¿Incluso en… Simon?

Daba la sensación de que Adela se avergonzaba de dudar del joven Belmont, pero la inexperiencia y juventud de éste le hacían desconfiar.

- Va acompañado por dos maestros estupendos, y tiene un poder latente que muchos en la hermandad apenas podrían soñar… ya sabes quién es, de hecho – miró al techo y suspiró – lástima que se haya tomado los entrenamientos tan a la ligera.

La mujer se levantó y fue al cuarto de baño, de donde cogió su ropa.

- Si, ahora tendrá que desarrollarse deprisa y corriendo si quiere estar a la altura… a menos que tenga la capacidad de adaptación de su hermano, lo veo difícil.

Regresó a la cama y se recostó junto a Juanjo, pasaron un buen rato hablando y opinando sobre los tres muchachos; de vez en cuando regresaban los buenos recuerdos, que tan buena falta les hacían ahora, los planes de futuro y otras tantas ilusiones e ideas para cuando todo volviera a estar “en su sitio”

El tiempo se les pasó volando, y los dos pegaron un respingo cuando oyeron que alguien tocaba a la puerta. Juanjo lo invitó a pasar.

Era Rafael Belnades, vestido con un pantalón corto y una sencilla camiseta; se había recortado e igualado la barba y parecía más descansado.

- ¡Hola pareja! – saludó jovialmente.

- ¡Hola!

- ¿Cómo es que has venido tú? – le preguntó Adela sorprendida – creía que vendrían Marta o Malaquías.

- Bueno… nuestro padre no está en condiciones, así que me ha dicho que venga.

Juanjo sonrió con orgullo.

- Así que… no se encuentra bien… anímicamente, supongo.

El barbudo bufó.

- Mamá me ha contado lo de anoche, Juan – dijo a su hermano – comprendo tus motivos, pero no elegiste un buen momento…

- Nunca es un buen momento – respondió éste – pero tampoco es malo, sencillamente sucedió cuando y donde tenía que suceder, no hay más.

Rafael suspiró.

- En fin… tampoco tengo la intención de discutir… ¿Está Luis por ahí?

Se sacó del bolsillo un papel doblado que el matrimonio supuso que sería el contrato de misión.

- Bajó a desayunar con Simon y Erik hace un rato – contestó Adela – ya no debería tardar…

En efecto, justo en ese momento alguien tocó a la puerta antes de abrirla, entrando los tres jóvenes en la habitación.

Luis se detuvo al instante apenas vio a su tío, y ambos adoptaron una posición seria.

- La misión ¿no? – preguntó el muchacho con sequedad.

- Así es – respondió el hombre extendiéndole el papel – léelo y, si aceptas las condiciones, firma, por favor.

El semblante del barbudo se había tornado triste, y no parecía querer soltar el papel que Luis, por otra parte, no tenía la más mínima intención de coger.

Aún no podía hacerlo, no sin hablar con Malaquías.

- No voy a firmar – respondió con seguridad.

La reacción de sorpresa fue generalizada, si bien Rafael parecía mostrar cierto alivio.

- En qué quedamos ¿No decías que sí ibas a hacerlo? – le cuestionó Simon, confuso.

- Antes – replicó el Fernández – tengo que hablar con el patriarca de los Belnades.

- No creo que sea el mejor momento, no se encuentra bien después de lo de anoche – se disculpó el Belnades – sólo tienes que firmar, y cuanto antes mejor…

Juanjo notó en su hermano cierto tono de súplica, pero decidió dejar que su hijo hablara.

- ¿Qué prefiere? – respondió éste - ¿Sermonear y castigar a Kasa cuando vuelva a verlo o enterrar su cadáver?

Publicado: 11:31 28/06/2007 · Etiquetas: · Categorías: Reflexiones de un friki : Delirios y Cabreos Pikmin
Recientemente, ahora que ha salido el juego en América, están saliendo cada vez más y más reviews dándole al juego una nota más bien baja (5 en IGN)

Ésto será, desde luego, la excusa perfecta para que los de siempre vayan soltando su verborrea y bilis, y raro es que no los tengamos ya dando por kilo (mejor si no aparecen, la verdad), pero es que, aunque suene mánido y tópico, TODO tiene una explicación.

Pokémon Battle Revolution es uno de esos juegos, digamos, especiales, y es que el título que nos ocupa sigue la senda de sus predecesores, los Stadium.

Así es, Pokémon Battle Revolution se limita a las batallas, una simple prueba de fuego para nuestros fieles pokémon, entrenados con dedicación y esfuerzo antes de echarlos a combatir en el online o contra cualquier cafroso que encontremos en la calle con una DS y sopotocientos legendarios clonados y subidos a Nv. 100 con caramelos raros.

Es cierto que Battle Revolution carece de ciertas opciones, no son pocos los que echan en falta un Storage, y nos contamos por miles los que maldeciremos eternamente a Nintendo por no incluir una biblioteca como la de excelso Stadium 2, pero fuera de eso Battle Revo es un calco de lo que nos ofrecían las entregas de N64:

- Apartado gráfico destacable
- Campo de pruebas para nuestros pokémon entrenados
- Posibilidad de enfrentarnos a otros entrenadores en un buen entorno gráfico.

Pocos comprenden (e IGN no está entre ellos) que la presencia de los gruñidos gameboyescos en un juego que funciona sobre un DVD (ya no hablamos de un cartucho de limitada capacidad) se debe a simple fidelidad al juego original, a la esencia del pokémon portátil que, a fin de cuentas, es al que complementa; los minijuegos estorbaban en el primer Stadium y el segundo tenían como única utilidad real aumentar la felicidad del pokémon en caso de victoria, lo que ya no es necesario dada la cantidad de elementos que permiten hacer ésto en el juego portátil.

Con ésto, Battle Revolution se queda como lo que debe ser: un ring, un estadio en el que poner a prueba nuestros retoños en combate con lo que, a falta de una gran biblioteca como la de Stadium 2, tenemos un título más que notable, y me queda por decir que a IGN le ha faltado incluir un "Agregad 3 puntos a la nota final si sois fans de pokémon y poseeis el juego de DS", porque realmente Battle Revolution no tiene sentido de otro modo.

Publicado: 20:30 21/06/2007 · Etiquetas: · Categorías:
Hoy (al fin) he podido ver mi nota de Geografía (Remember: 1º Bach Ciencias Sociales) despues de pasar toda la semana yendo día sí día también a ver si el profesor se dignaba a colocarla (Siendo hoy la suficiencia a las 21 h., tócate los huevos).

Pues bien, la nota en cuestión ha sido un 6 (Podría haber sido más, pero me llevo fatal con los mapas políticos), con lo que me libro de la suficiencia y paso de curso, ya que Lengua y Matemáticas me han quedado irremisiblemente ^^U

En fin, ahora toca un merecido descanso de aproximadamente tres meses, muchas chorradas que hacer, mucho rascado de huevos y la inevitable preparación para el siguiente curso.

Así que hala, voy a seguir con el fanfic.

¡Nos vemos en el foro!

Publicado: 13:34 14/06/2007 · Etiquetas: · Categorías:


Imponente, brutal, espectacular, maravillosa, imprecibe

No tengo palabras suficientes para describir este enorme figurón de Morrigan, regalo de una amiga común de mi hermana, su novio y yo.

En mi caso ha sido la versión repainted con los colores de Lylith, igualmente magnífica.

Si la veis, os pilla con pelas y sois fans de CAPCOM, es pecado capital no poseerla.



Mi buscado Appendix de Radamantis, de una pasmosa facilidad de montaje y una realización sublime, sólo su cabeza ya basta para hacer que la Myth del Wyvern parezca nueva.

Regalo del novio de mi hermana y su novio, dando en el clavo como siempre ^^



Una apuesta arriesgada, siendo HM una saga a la que estoy acostumbrado en sobremesa (iniciado con el fabuloso HM64) no me imaginaba qué tal lo llevaría en portátil, pero me ha convencido, y de qué forma ^^

Todo el espíritu de los Harvest en mi DS, ya he elegido una chica para cortejar y, lento pero seguro, estoy levantando la granja, a ver si mañana cuando coja el juego después del examen compro alguna gallina

También regalo de mi hermana y su novio, conocedores de mi afición por HM, y bien que se los agradezco ;D

Publicado: 09:26 13/06/2007 · Etiquetas: · Categorías:
Pues sí, hoy es San Antonio de Padua, mi santo, y también el de muchos otros.

En mi familia hay costumbre de, si bien no celebrarlo (no somos amigos de celebraciones), sí de comprar regalos y una bandeja de pastelitos, somos mu raros para todo ésto.

Así que eso, mis felicitaciones a todos los Antonios/as, y a ver qué cae

Publicado: 20:50 10/06/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Honor

- ¡Joder! ¿¡Pero qué ha pasado!?

- ¡Juanjo! ¿¡Quien le ha hecho esto!?

Los dos hermanos olvidaron momentáneamente su agotamiento y corrieron hacia los Fernández, aterrorizados por el estado de Juan José.

- ¡Os lo contaré arriba, primero hay que dejarlo en la cama! – respondió Adela con premura mientras continuaba corriendo hacia la escalera, seguida de su hijo.

Preocupados y deseosos de conocer lo sucedido, Simon y Erik los siguieron hasta el piso siguiente, donde se encontraba la habitación de los padres, la 333; Luis se adelantó para abrir la puerta y, enseguida, la mujer comenzó a ordenar, apremiándoles.

- ¡Coged todas las toallas del baño y traedlas aquí! ¡Extendedlas sobre la cama! ¡VAMOS!

Sin ni tan siquiera pararse a rechistar, los tres jóvenes obedecieron, y a los pocos minutos la cama de matrimonio estaba cubierta por casi una decena de toallas, sobre las que Adela, con extremo cuidado, dejó a su marido.

- Bueno, ahora nos lo puede decir, supongo – intervino Erik - ¿Qué ha pasado?

Adela cogió una de las toallas que no se habían manchado y empezó a limpiar la cara de su marido con una mano mientras que, con la otra, le desabrochaba la camisa.

- Se ha enfrentado a Malaquías – respondió escuetamente.

- ¿¡Qué!? – preguntó Simon casi en un grito.

Erik, por su parte, interrogó a Luis con la mirada, que cerró los ojos y negó con la cabeza con gesto apesumbrado.

- Lo hizo sin decirnos nada – explicó el muchacho a los Belmont – cuando llegamos no pudimos pasar de la puerta del restaurante, y… - se detuvo y respiró un momento, aparentemente intentando mantener la compostura – al salir, estaba en éste estado.

- Pero… ¿Cuál fue el resultado del combate? – insistió el pelirrojo.

- Según él, ganó – respondió Adela mientras limpiaba ahora el torso de Juanjo.

La victoria de Juan José alegraba a los hermanos, pero un sentimiento de odio hacia el patriarca de los Belnades empezaba a crecer en sus corazones, viendo el estado en que había quedado su padre adoptivo.

Para ambos, el precio pagado por la victoria era demasiado alto.

Tras unos segundos de meditación se miraron, asintieron e hicieron el amago de salir por la puerta de la habitación, con un único objetivo en mente, pero la voz de Luis, autoritaria, los retuvo.

- ¿¡A donde creeis que vais!? – les preguntó el joven Fernández con voz potente.

- ¿A dónde crees tú? ¡Vamos a tomarle la revancha a ese mamonazo! – replicó Simon dándose impulsivamente la vuelta.

- No podemos dejar pasar algo así – explicó Erik a su colega – Ese vejestorio va a saber quienes somos los Belmont.

- ¡Ni se os ocurra! – Les interrumpió Adela, con la mano aún apoyada en el torso de Juanjo, mirándolos directamente, con severidad - ¡No tenéis ni idea de lo que es capaz ese hombre! Si le ha hecho esto a uno de los hechiceros más reputados de la hermandad… ¿¡Qué hará con vosotros, que no dejáis de ser simples luchadores!?

- ¡Lo único que sabemos es que ha dejado hecho un eccehomo a su propio hijo! – Le respondió Erik - ¿Qué clase de padre haría eso?

- ¡Como mínimo tenemos que intentarlo! ¡Esto no puede quedar así!

De nuevo se miraron y echaron a andar hacia la puerta, ya casi la habían cruzado cuando una voz ronca y débil, casi imperceptible, les hizo detenerse de nuevo.

- Ni se os… ocurra

Los Belmont, así como Luis, se dieron la vuelta, mirando a la cama, lugar de donde provenían aquellas palabras, allí una Adela entre sorprendida y preocupada observaba como su marido, hasta hace unos segundos inconsciente, se recostaba, con el rostro constreñido en un gesto de dolor y el cuerpo temblando de debilidad.

- No pienso per… no pienso permitir que crucéis esa… esa puerta.

- ¡Juanjo! – Adela se abalanzó sobre él y lo empujó para que se tumbara, pero éste no se dejó - ¡Túmbate, no hables! ¡Tienes que guardar fuerzas!

- Estoy bien… - dijo el hombre a su esposa intentando tranquilizarla – Y vosotros… escuchadme… no tenéis ningún… ningún derecho… a meteros en esto…

- ¿¡Pero por qué no!? – Cuestionó el hermano menor, cada vez más nervioso - ¡Mire como le ha dejado! ¡Apenas puede hablar!

- He vencido a mi padre en un… en un combate… justo… - replicó el hombre, levantando la voz para intentar resultar audible – sujeto… a las normas de la hermandad… uno contra uno…

- ¡Pero…!

- No puedo impedir que… que tengáis vuestros propios métodos y… y sentimientos, pero… - su respiración empezaba a entrecortarse, necesitando efectuarla por la boca – no pienso permitir que… os inmiscuyáis en… en un asunto… personal, ni tampoco que… que quebrantéis las normas… impuestas por la hermandad…

Erik apretó los puños.

- ¡A LA MIERDA LAS NORMAS! – Gritó perdiendo la compostura - ¡Si mi padre estuviera vivo y yo le desafiara ni de lejos se hubiera atrevido a dejar en ese estado! ¡Ni él ni ningún padre en todo este puto planeta!

Juanjo bajó la cabeza jadeando, tomando aire mientras parecía meditar, después miró directamente a los ojos del hermano mayor.

- Sois los hijos de… de mi mejor… mi mejor amigo, no… no unos matones… He ganado el combate… limpiamente… sabía a lo que me… exponía… enfrentándome a él… no hay revancha que… que valga… - Volvió a bajar la cabeza, agotado, sentía que las fuerzas le fallaban y no había un solo músculo que no le doliera – hacer lo que pretendéis, sería… sería deshonroso.

Simon y Erik se debatían ahora en la duda, ciertamente aquello no estaba bien, pero cada vez que veían el estado del Fernández se visualizaban dejando a Malaquías en el suelo, vomitando sangre.

- Si lo habéis entendido… no crucéis… esa puerta… salvo para ir a… a vuestras habitaciones – concluyó Juanjo.

- Eso es… - respondió Erik - ¿Una petición?

El hombre apretó los dientes y alzó la mirada una vez más, con una severidad extrema.

- Eso es… una ÓRDEN… de vuestro… vuestro superior… Juan José… Fernández Fer… Fernández… tercer maestro hechicero… de la hermandad… de la luz…

Parecía querer continuar, pero en ese momento se dobló y vomitó otro chorreón de sangre sobre la cama, ante lo que Adela, aterrorizada, lo sujetó y, una vez hubo terminado, lo tumbó de nuevo, mientras sollozaba.

Simon y Erik sólo podían observar la escena, con lágrimas de rabia e impotencia en los ojos.

- ¡Ya basta! – le ordenó con la voz quebrada - ¡No hables! ¡No hables más! ¡Reserva fuerzas por Dios! ¡Y vosotros! – Exclamó mientras se dirigía a ellos - ¿¡Lo habéis comprendido!?

Ambos asintieron, sintiéndose obligados a obedecer la voluntad de Juanjo, aunque fuera en contra de sus deseos.

La mujer sonrió levemente, conforme, conociendo la irrompibilidad de la palabra de los hermanos – tal vez uno de los pocos rasgos que compartían – y después se inclinó sobre su marido para comprobar que aún respiraba.

- Te preocupas… demasiado… - le dijo éste con los ojos cerrados, respirando con dificultad.

Ella negó con la cabeza, él se rió entre débiles toses.

- Escucha, voy a dormirte – le indicó Adela – tengo que reparar los daños internos más importantes, y así será más fácil ¿De acuerdo?

Juanjo asintió y cerró los ojos, con una semisonrisa, ella colocó su mano suavemente sobre la cara de su marido, la hizo brillar un momento y enseguida su marido estaba totalmente roque, respirando relajadamente, con la boca abierta.

La mujer lo miró con ternura y después se levantó.

- En cuanto a vosotros… deberíais echaros a dormir de una vez – dijo a los tres – todos hemos tenido una noche ajetreada y necesitamos descansar… en vuestro caso creo que con ésta ya van tres noches sin pegar ojo.

Lentamente se encaminó hacia Simon, fijándose en la herida de su brazo.

- Hombres lobo – se excusó él con rapidez – Nos metimos por donde no era…

- Ya veo – comentó ésta mientras retiraba los jirones de lo que quedaba de la manga de la camisa – afortunadamente es sólo un zarpazo, los mordiscos de licántropo son imposibles de curar.

Dicho esto colocó su mano sobre la laceración y, con un suave destello turquesa, la curó, haciendo lo propio con la brecha de su cabeza, ya cerrada por la sangre seca.

Al terminar miró a Erik, al que lanzó una mirada suspicaz, haciéndose evidente que había notado la naturaleza de sus heridas, muy diferentes a lo que deberían ser las secuelas de un combate contra un grupo de licántropos.

El muchacho tragó saliva mientras Adela, en dos zancadas, se dirigía a él con mirada seria para, acto seguido, agarrarlo con fuerza de la clavícula y el hombro izquierdo y hacerlos crujir con un brusco movimiento.

- ¡AY! – Se quejó el pelirrojo - ¡Joder! ¡Más cuidado coño!

- Me pregunto como demonios lo has hecho para dislocarte un hombro TU precisamente – comentó ésta con gesto divertido mientras, uno por uno, recorría todos los cortes que poblaban el cuerpo de Erik, curándolos.

Ahora que lo decía, tenía razón, desde la táctica suicida de derrotar al jefe de la manada en caída libre había notado que el brazo con el que había golpeado le molestaba. Ni se había dado cuenta de que la articulación estaba dislocada…

- ¡Venga! ¡A dormir! – Ordenó a los tres jóvenes, que tras un cansado “buenas noches” se encaminaron hacia la puerta – Un momento… - Cogió a Erik del hombro, reteniéndolo, con lo que Simon y Luis se detuvieron – Erik ¿Puedo hablar contigo?

El pelirrojo la miró durante unos segundos y después se dirigió a los otros dos.

- Yo iré ahora – les indicó – Tirad delante.

- Está bien – aceptó su compañero de armas – abajo te esperamos.

Y salieron tras despedirse con la mano, Adela esperó a que estuvieran en las escaleras, lo que corroboró gracias a un sonoro bostezo del hermano menor.

- Bueeno… ¿De qué se trata? – preguntó el joven curiosidad.

La mujer se cruzó de brazos y lo miró inquisitivamente.

- Dime… ¿Qué ha sucedido ésta noche?

- Puessss… - El muchacho buscó una respuesta verosímil mientras se rascaba la nuca – Simon y yo salimos a dar una vuelta por ahí y nos despistamos…

Adela sonrió incrédula, su mirada tomaba un ligero cariz de mala leche.

- Y a Juanjo lo han pillado por sorpresa en la calle y le han dado una paliza de muerte un grupo de borrachos… No soy tonta ¿Sabes? Ningún hombre bestia sería capaz de hacer semejantes heridas.

El pelirrojo resopló.

- Bueno va – replicó – está bien… nos cruzamos con un grupo de vampiros, algunos llevaban armas blancas y hemos tenido algunos problemas.

- Y Simon sale sin un rasguño mientras que a ti casi te arrancan la piel a tiras ¿no?

Erik torció el gesto, contrariado, y dio una vuelta sobre sí mismo mientras volvía a resoplar; Adela por su parte continuaba mirándolo, con un deje de decepción.

- Esas heridas – continuó – no son normales ni para un arma blanca, probablemente no te hayas dado cuenta pero… estaban cauterizadas, y eso sólo se puede hacer de una forma… - De repente su mirada se desvió a la mano izquierda del muchacho - ¿Me enseñas tu mano?

El pelirrojo suspiró resignado y se la mostró, ella abrió ampliamente los ojos en un gesto de sorpresa ante aquella visión, después lo miró con gesto de preocupación.

- Mira Erik… tú nunca me has mentido, ni yo a ti tampoco… y no quiero que ésta sea la primera vez… tienes que decirme con quien te has enfrentado ésta noche.

- Es una historia demasiado larga – respondió él – y lo primero es – desvió la vista hacia Juanjo, que yacía en la cama, respirando con la boca abierta – lo primero, mañana se lo contaré con tranquilidad, pero sólo a cambio de que nadie más lo sepa ¿De acuerdo?

La mujer asintió y enseguida colocó su mano sobre la palma de la de Erik.

- Acepto – frunció el ceño mientras cerraba los ojos, explorando la quemadura – Aquí hay daño espiritual – observó – puedo curarte la quemadura, pero eso se tendrá que reponer sólo, poco a poco.

De nuevo hizo brillar su mano, ésta vez con un tenue fulgor rojo, y los restos físicos de la quemadura desaparecieron.

- Ahora ve y descansa – le indicó – Si no me equivoco Luis le dirá mañana su decisión al clan Belnades y después iréis a donde teníais planeado ¿no?

El muchacho asintió con la cabeza y retiró la mano.

- De todas formas – comentó – mañana habría tenido que hablar con vosotros sobre algo importante.

Adela arqueó una ceja.

- ¿Sobre qué? – preguntó con curiosidad.

- Es algo relacionado con Alicia… y el regalo que mi hermano le hizo la noche que la secuestraron.

- ¿Las cruces gemelas?

Erik asintió de nuevo y se dio la vuelta, echando a andar hacia la puerta, cuando casi había salido la mujer lo retuvo de nuevo.

- Oye… ¿Has vuelto a sentir aquella energía?

El pelirrojo negó con la cabeza y suspiró.

- No, pero francamente, me gustaría volver a sentirla.

Se sonrieron, y el muchacho salió definitivamente de la habitación, para ir a la suya propia.

Cuando hubo bajado ya por las escaleras, Adela volvió a la cama con su marido y reanudó la tarea de quitarle la camisa, rasgada y ensangrentada, limpiando cuidadosamente las heridas en el proceso, y acto seguido el pantalón, dejándolo semidesnudo.

La mujer tiró las ropas – ya inservibles – al suelo y lo miró una vez más – aún en aquella situación, no podía dejar de resultarle atractivo, robusto pero no excesivamente musculado, con un gesto serio que no desaparecía ni durmiendo – antes de cerrar los ojos y comenzar a explorar minuciosamente los órganos.

Mientras tanto, abajo, Erik llegaba a su habitación y se despojaba de su querida camisa negra, ahora destrozada, tirándola al suelo con desgana para después sentarse en la cama, aún pensativo y, al mismo tiempo, muerto de sueño.

Y es que, si antes no podía quitarse de la cabeza aquella simple foto, ahora era la actitud de la muchacha la que le llenaba de dudas; irritado consigo mismo - ¡Déjate de polladas y duerme, coño! – se quitó los pantalones en un rápido movimiento y se tumbó, tapándose la cabeza con la almohada para aislarse de toda distracción externa.

Estaba cogiendo ya el sueño cuando, de repente, alguien – o algo – le tocó el pie, lo que le sobresaltó, poniéndose en guardia antes de darse cuenta que, al los pies de su cama, Luis esperaba a que se despabilase, apoyándose en la pared.

- Amh, eres tú – resolvió sin disimular el tono de fastidio de su voz - ¿Qué hay?

- Venía a ver como estabas – contestó Luis con una semi sonrisa.

- Hoy por ti y mañana por mí ¿eh?

La sonrisa del Fernández se acentuó.

- La verdad es que… necesito hablar – confesó el chico del pelo pajizo.

- Bueno, pues… hablemos – aceptó Erik - ¿De qué se trata?

Luis desvió la vista por un momento, y después clavó sus ojos en los de su compañero.

- Voy a hacerte una pregunta, y sé sincero – le espetó - ¿Tú que harías?

- Si se trata de una cita contigo, no aceptaría ni por todo el oro del mundo – bromeó el Belmont que, confuso, no podía imaginarse de qué hablaba Luis.

- ¡No, hombre! ¡Hablo de Kasa! ¿Aceptarías la misión de matarle?

Erik bajó la cabeza, meditabundo, y sin alzarla, rascándose la nuca, contestó.

- Puessssss… sí, supongo que sí… es decir – miró de reojo a su colega – es más peligroso de lo que nos imaginábamos ¿no? Siendo así lo mejor para todos es acabar con él.

- ¿Aún sabiendo… – suspiró – aún sabiendo que lleva tu propia sangre?

El Belmont dejó de rascarse y miró más directamente a Luis, extrañado.

- Tenía entendido que odiabas a los Belnades…

Luis suspiró de nuevo.

- Pero no puedo dejar pasar el hecho de que… sea mi primo.

Erik torció el gesto, deduciendo que tendría que esperar, al menos, otra hora para poder dormir.

¿Por qué demonios Luis, cada vez que se encontraba en una encrucijada ética, tenía que echar mano de él?

- Un piso más arriba – le replicó – tienes la prueba de que los lazos biológicos no significan gran cosa, y en ésta habitación tienes otra… No es que pretenda darle la razón a los Belnades, pero creo que todos tenemos claro que Kasa es un peligro público.

- Ya, si eso lo sé – respondió Luis – pero también es cierto que Kasa no es el culpable de su estado actual.

- Hombre… – el pelirrojo se mesó el cabello – puestos a buscar culpables podemos empezar por el Árabe loco que escribió el Al Azif y acabar por Malaquías, que no tomó las precauciones necesarias para poner el libro a buen recaudo, si por gilipollas que no quede, hombre.

El Fernández chasqueó la lengua y negó con la cabeza.

- ¡No hablo de ese tipo de culpables! Quiero decir… me refiero a que tal vez Kasa no sea consciente de todo lo que está haciendo.

El pelirrojo arqueó una ceja.

- ¿Quieres decir que actúa contra su voluntad?

Luis asintió.

- No hablamos de un libro de nigromancia común, si no del que contiene las enseñanzas directas de los primigenios… no sería el primer caso de alguien que es controlado por él.

Erik se llevó la mano a la barbilla, pensativo.

- Ya veo… comprendo a donde quieres llegar…

- La magia del Necronomicón no es absoluta – sentenció Luis – hay una forma de revertirla, pero necesitaré tu ayuda para ello, tienes que responderme a una pregunta.

El joven Belmont sonrió.

- Soy todo boca y oídos.

Por otro lado, arriba, Adela ya había terminado de sanar las heridas internas más graves de su marido, y se encontraba soldando los huesos, en concreto los de las piernas, cuyas tibias, dañadas por la presión extrema a la que se sometió en dos ocasiones a lo largo del combate contra Malaquías, se habían astillado y amenazaban con romperse.

A lo largo de todo el proceso había rememorado, con cierta nostalgia, los momentos que más feliz la habían hecho desde su llegada a Almería: El nacimiento de Luis, su boda, determinados aniversarios, el nacimiento de la pequeña Alicia, cuando Erik y Luis completaron sus entrenamientos y aprobaron el examen de ascenso a Slayers…

Todo aquello lo habían vivido juntos.

Y ahora, sentía su familia, su mundo, desmoronarse como un castillo de naipes a merced de la brisa.

No pudo evitar que las lágrimas afloraran de nuevo, sensible como se encontraba en aquellos últimos días, se maldecía a sí misma por dejarse llevar tanto por las emociones.

Pero es que, sencillamente, no podía evitarlo, y los sucesos recientes habían colmado el vaso.

Antes de terminar con la pierna derecha se secó las lágrimas y volvió al trabajo, cuando la voz de su marido la sobresaltó.

- No paras ¿eh?

Sonrió, la voz sonaba más limpia y clara, sin signos de deficiencia respiratoria.

- No debo parar hasta que acabe, ya lo sabes – respondió ella – deberías volver a dormir.

Juanjo sonrió.

- Te esfuerzas demasiado.

Ella no respondió, ni siquiera se dio la vuelta, sencillamente continuó curándolo en medio de un pesado silencio.

- Eres un imbécil – articuló ella al poco rato.

- ¿Cómo? – respondió el hombre, esperando que sus oídos le hubieran jugado una mala pasada.

- He dicho – insistió la mujer - que eres un imbécil…

- ¿Pero se puede saber a qué…?

Sin darle tiempo a acabar, se sentó a horcajadas sobre su cadera, apoyándose con los puños cerrados sobre el tórax de su marido.

- ¡Imbécil, imbécil, imbécil, imbécil, imbécil, imbécil! ¡IMBÉCIL!

Acto seguido le dio una sonora y dolorosa bofetada y se dejó caer sobre él, quedando sus rostros a pocos centímetros.

Juanjo, enfadado, quiso responder, pero se calmó al ver que Adela lloraba desconsolada.

- Imbécil… - le increpó una vez más, entre sollozos - ¡IMBECIIIL!

- Pero oye… - ahora se encontraba confuso, incapaz de comprender la actitud de su esposa – Adela… ¿Qué ocurre? ¿Qué he hecho?

Ella continuaba llorando, con los puños apretados, temblando.

- ¿Que qué has hecho? – Se levantó ligeramente, mirándolo a los ojos - ¿¡Que qué has hecho!? ¿¡Te parece bien lo que has hecho!? ¿¡Te parece bonito!? ¡Mira como has acabado! ¡Mira cómo te han dejado! ¡Eres estúpido!

Juanjo comprendió; con esfuerzo, levantó un brazo y lo colocó sobre el hombro de Adela, apretándolo con las pocas fuerzas que tenía en ese momento, intentando consolarla.

- ¿¡Qué crees que hubiera sido de mí si hubieras muerto!? ¡Si te hubiera matado! – Continuó - ¡Eres mi vida! ¡Mi mundo! ¡Si me quitan a mi Alicia y Luis, Simon y Erik se van…! ¡Sólo me quedas tú! – Se encogió sobre él, llorando a voz en grito – Y si te matan ¡Me quedo sóla! ¿¡Por qué has hecho algo así!? ¿¡POR QUÉ!?

Un acuciante sentimiento de culpabilidad empezaba a invadirle, pensando ahora, en efecto, en la posibilidad de haber muerto a manos de su padre, pero por otro lado…

- Lo he hecho porque tenía que hacerlo, Adela…

- ¡No digas tonterías! – respondió ella entre sollozos.

- ¿Te parece una tontería lo que pasó hace 25 años? – Le preguntó su marido, serio - ¿Cuánto tiempo crees que iba a permitir que aquello continuara impune?

Ella se irguió, sentándose sobre él de nuevo, algo más calmada, mirándolo a los ojos.

- ¿Crees que he olvidado aquellos dos meses de convalecencia? ¿El riesgo que corriste? ¿Las complicaciones durante el embarazo a causa de aquello? ¿¡El trauma que todavía arrastras!? – tragó saliva, le picaba la garganta y su voz parecía volver a fallarle - ¡Cada vez que miro tu espalda y veo esa cicatriz odio a mi padre más que a nada en éste mundo!

Se detuvo de nuevo, tenía un nudo en la garganta y los ojos húmedos, ambos se miraban.

- Jamás podré perdonarme el haber llegado apenas unos segundos tarde – continuó, intentando contener el llanto de rabia que pugnaba por salir – para mí fue como si ese hijo de puta te hubiera violado.

Hizo un esfuerzo que se le antojó sobrehumano y se levantó ligeramente, acariciando el rostro de Adela, secándole una de las lágrimas.

- Eres lo que más aprecio en éste mundo… él mancilló tu honor… ésta noche por fin he hecho justicia.

Tras aquellas palabras se dejó caer, jadeando de cansancio; pese a que ningún órgano le dolía ya, su cuerpo le pesaba una tonelada. Cuando volvió a mirar a Adela, ésta le sonreía, y no tardó mucho en inclinarse sobre él, y darle un largo y dulce beso.

- Aún no debes hacer esfuerzos – le susurró – sigues estando débil.

Se sonrieron sin hablar, a apenas unos milímetros el uno del otro.

- He perdido la cabeza – dijo ella de repente – lo siento.

- No te preocupes – la disculpó él – no importa.

Adela se dio la vuelta y volvió a su pierna, no sin antes dedicarle otra sonrisa.

- Sigues siendo la hermana mayor… no tienes remedio – comentó Juanjo tras un rato de silencio, cuando Adela terminaba ya con sus piernas – siempre cuidando de mí.

Su esposa no pudo evitar reírse.

- Si no cuido yo de ti ¿Quién lo hará? – Preguntó con una sonrisa – tú sigues siendo el niño travieso que siempre vuelve cubierto de tierra y moratones.

- Creía recordar que nos conocimos de adolescentes – respondió Juanjo, divertido.

- Para mí, siempre has sido un niño…

Dio un par de palmadas en las piernas de su marido y se dio la vuelta, sonriente, para inclinarse sobre él y volver a besarlo.

- Se supone que estás herido y no deberías tener mucho ajetreo, pero… si lo hacemos con cuidado, no pasará nada… - le dijo con voz traviesa.

Juanjo se rió.

- ¿Y luego el revoltoso soy yo?

- ¡Ah! ¡Cállate! – le ordenó la mujer antes de volver a besarlo.

Fuera, a las puertas de la habitación, un muchacho de pelo pajizo, ataviado sólo con sus pantalones, que había acudido alertado por el llanto de Adela, sonreía satisfecho y aliviado.

- Mientras haya alegría… habrá esperanza – se dijo a sí mismo mientras reemprendía el camino al piso inferior.

Publicado: 11:31 10/06/2007 · Etiquetas: · Categorías: Delirios y Cabreos Pikmin






Nuestra blanquita también está muy contenta


Publicado: 21:20 07/06/2007 · Etiquetas: · Categorías:
Estaba deseando que llegara el día de hoy como agua de Mayo, después de una horrible temporada de exámenes tengo AL FIN una agradable semana de descanso, casi sin clase además, porque los profesores de Historia y Geografía se van de viaje y no vuelven hasta el 14 ^^

Que sí, que tengo un examen el 15 y tengo que estudiármelo, y lo haré, pero al menos tengo una semana y no dos días entre examen y examen (el de Inglés del 12 ni lo cuento xD, 2º idioma lo cuento más como divertimento que como asignatura), por lo que me lo puedo tomar con un poquito de calma ^_^

Prelude of Twilight

Osaka_no_Kotatsu
Blog de Osaka_no_Kotatsu
Blog de Osaka no Kotatsu

Posts destacados por el autor:
· Script para el Mando Clásico normal de Wii en GlovePie
· Análisis Xenoblade Chronicles
· Mi baremo de calidad con 3DS
· Paso Twilight Rhapsodia a otro blog
· Tengamos la fiesta en paz
· ¡Al rico Pikachu oiga!
· Descarga Directa: Pokémon Stadium 2: Gold and Silver Original Soundtrack
· GREATEST-REMIX-EVER
· (Re-subida) [CastleVania: Twilight Rhapsodia <El juego>] Prueba de efectos V1
· [Pikmin] Ai no uta (Canción de amor)
· Petición online: Winter
· Avance Castlevania Judgment
· De vuelta al online (Todos mis Codigos Hamijo aquí)
· 10 años de Twilight Rhapsodia
· Impresiones de Smash Bros Brawl [FC Incluido]
· [Indice] La Muerte del Toro Dorado
· Avance CastleVania: Portrait of Ruin
· [CastleVania: Twilight Rhapsodia (El juego)] Schneider Beta: Control Test
· Mi primer articulo en Vandal
· Por qué Osaka?
· ¿Quien sooy?






Blogs amigos:
AHG
AlberKomatsu
alw
ASTURmatr
Baharroth
Bronco
Buitrako
D4RK0
De-mon
Dmonk
EASMO
Eikichi Onizuka
Gel-chan
GenG
hannibal smith
HeinzCube
Ikkitousen-Hideki
In the Flesh
Isnard
Jimmytrius
Jirachi
jma21
JoseDek
Kanevsky
Keiishi Viciat
Kurayami
MaNrAy
MiwE
MuteCity
Nahar
NeoYoshimitsu
Nosferatum
Nosgoroth
Peluchonazo
pgrandio
pirucho
Quistis Trepe
rma_rafagas
Rod Aran
RojoRedRouge
santimz
Sargon
shikamaru252
ShintaKun
Shoot Gunner
Sinnay_Sanolym
sojiro seta
Sonny Chiba
Space_Pirate Ridley
THE UDAMASTER
Thomas Light
Toshiro Mifune
Vikutoru
Wyxan
Xoalde
Yunita
Zebes
Zeroshcr
ZZGRST
[EklipticO]
_-Sheik-_


Categorías:
CastleVania: Twilight Rhapsodia
Delirios y Cabreos Pikmin
Otras obras
PC Gaming
Reflexiones de un friki
Saga CastleVania
Twilight Rhapsodia: The Game
Índices


Archivo:
Octubre 2018
Septiembre 2018
Enero 2016
Diciembre 2015
Octubre 2015
Febrero 2013
Diciembre 2012
Septiembre 2012
Agosto 2012
Julio 2012
Junio 2012
Mayo 2012
Abril 2012
Marzo 2012
Febrero 2012
Diciembre 2011
Noviembre 2011
Octubre 2011
Septiembre 2011
Agosto 2011
Julio 2011
Junio 2011
Mayo 2011
Marzo 2011
Enero 2011
Diciembre 2010
Noviembre 2010
Octubre 2010
Septiembre 2010
Agosto 2010
Julio 2010
Junio 2010
Mayo 2010
Abril 2010
Marzo 2010
Febrero 2010
Enero 2010
Diciembre 2009
Noviembre 2009
Octubre 2009
Septiembre 2009
Agosto 2009
Julio 2009
Junio 2009
Mayo 2009
Abril 2009
Marzo 2009
Febrero 2009
Enero 2009
Diciembre 2008
Noviembre 2008
Octubre 2008
Septiembre 2008
Agosto 2008
Julio 2008
Junio 2008
Mayo 2008
Abril 2008
Marzo 2008
Febrero 2008
Enero 2008
Diciembre 2007
Noviembre 2007
Octubre 2007
Septiembre 2007
Agosto 2007
Julio 2007
Junio 2007
Mayo 2007
Abril 2007
Marzo 2007
Febrero 2007
Enero 2007
Diciembre 2006
Noviembre 2006
Octubre 2006
Septiembre 2006
Agosto 2006
Julio 2006
Junio 2006
Mayo 2006


Vandal Online:
Portada
Blogs
Foro

Blogs en Vandal · Contacto · Denunciar Contenido