Prelude of Twilight

Publicado: 10:50 25/08/2008 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
The Midnight Carnival (part 1)

Erik tiró al suelo con desprecio al comisario tras arrebatarle la camisa, su labio superior se había arqueado hacia arriba en una clara expresión de asco y empuñaba su Salamander, dispuesto a desenvainarla.

El hombre, que se apercibió de esto, se arrastró un poco en dirección al Fernández, encontrándose al mirarlo con un gesto de sorpresa absoluta que pasó a una profunda decepción.

- ¡Ahí tienes la explicación a todas las trabas que nos han puesto desde que llegamos! – dijo el pelirrojo a su compañero mientras señalaba el tatuaje de la nuca de Jacques - ¡Este cerdo sirve a quien quiera que sea que está detrás de todo esto y lo está ayudando a impedir que encontremos a los niños!

Luis no dijo nada, sólo miró a su amigo a los ojos con una expresión indescifrable.

- ¡Espero – continuó – que por muy policía que seas no te atrevas a defenderlo!

- No, no lo haré, es innegable que ha sido él quien ha hecho todo eso – admitió con voz triste pero firme.

Ante estas palabras, el Belmont desenvainó la espada y avanzó hacia el Comisario, con la ira dibujada en su rostro.

- Entonces – lo miró por un momento – ni se te ocurra detenerme, voy a ajusticiar a este cerdo.

Luis retiró la mirada y agachó la cabeza, girándola a un lado con tristeza; en principio parecía que iba a permitirle hacer, pero cuando Erik ya se preparaba para matar al asustado policía alzó la mano, parándolo en seco.

- Comprendo tu enfado, – espetó – pero no hables de ajusticiar cuando ni siquiera vas a escuchar la razón de sus actos.

El francés miró al joven, sorprendido.

- ¿¡Razón!? – Erik blandió su espada en el aire, dejando una estela llameante - ¡Ha traicionado a su especie y ha entregado a 6 niños a cambio de un poco de fuerza y resistencia físicas! ¡Tiene aterrorizada a toda una ciudad, Luis! ¡Dime qué razón puede haber para hacer algo así!

El Fernández calló por unos momentos, parecía dubitativo, entonces miró al cielo estrellado de París, suspiró y bajó la cabeza para mirar directamente al comisario Jacques Rousseau, que temblaba como una hoja.

- Le voy a dar una oportunidad, – se dirigió con severidad al francés – una oportunidad para que nos diga quien está detrás de todo esto y qué razón tuvo para entregarse a él, ese tatuaje lo convierte directamente en enemigo nuestro por si no lo sabía, y no mostraremos ningún escrúpulo en matarlo.

Los miró consecutivamente a ambos, aún temblando, y se encogió aún más.

- P-pero… ¡No puedo! Si lo hago se lo llevarán… ¡Será el séptimo!

Aquellas palabras hicieron arquear una ceja a ambos jóvenes.

- El… ¿séptimo? – preguntó Erik con curiosidad - ¿Se refiere al séptimo niño?

El comisario guardó silencio, encogido y temblando.

- ¿A quien se llevarán? – insistió el español - ¿Se metió en la servidumbre por proteger a un niño? ¿A qué niño?

- N-no p-p-puedo… n-no p-puedo decir n-nada – repetía una y otra vez Jacques sin dejar de temblar.

- ¡Oiga! – Luis se arrodilló para estar a su altura – Erik y yo somos cazadores de vampiros ¡No debe temer nada estando nosotros aquí! Además, hay tres más como nosotros recorriendo la ciudad – sonrió – no imagino a quien intenta proteger, pero puedo asegurarle que nos encargaremos sin el menor de problemas.

Giró lentamente la cabeza para mirarlo, seguía aterrorizado pero en sus ojos parecía haber un viso de esperanza.

- De… ¿de veras?

Sin articular palabra, el Fernández asintió y, acto seguido, miró a su compañero buscando apoyo. Éste bufó y se movió incómodo, finalmente suspiró y lo miró sin sonreír, pero adoptando una expresión severa, casi marcial, que marcaba la veracidad de sus palabras.

- Nos encargaremos de todo lo que haya que encargarse – aceptó – no deja de ser nuestra misión después de todo.

El comisario sonrió levemente en señal de agradecimiento y dejó de temblar, después los miró a ambos y, sin levantarse, se irguió para después sentarse en el suelo, fue a empezar a hablar cuando Erik lo detuvo.

- Si lo desea – intervino – no mencione el nombre de su amo, sólo dénos referencias y explíquenos el motivo de su decisión.

Luis lo miró sorprendido, pero acto seguido sonrió; Erik Belmont había vuelto.

Jacques Rouseau los miró y después suspiró, agachando la cabeza.

- Ocurrió… cuando fue secuestrado el segundo niño – comenzó – al igual que vosotros yo también encontré la curiosidad del número 7, no le di importancia en la primera escena pero me sorprendió que apareciera en la segunda, de modo que me interesé y empecé a trabajar sobre esos 7.

Erik se sentó junto a él mientras su colega permanecía arrodillado, se miraron el uno al otro y asintieron.

- No había avanzado mucho – continuó – pero… empecé a sentirme observado… de vez en cuando me veía rodeado de una niebla que parecía perseguirme… era todo extraño, muy extraño…

Se estremeció, pareció sentir miedo de continuar, ante lo que Luis le puso la mano en el hombro y asintió, dándole confianza para ello.

- Un día me perdí… - prosiguió – sentía como si sólo diera vueltas por el mismo punto una y otra vez, hasta que una voz me dijo que, si quería salir de allí, debía escucharla y seguir sus órdenes – torció el gesto – no me convenció mucho, pero acepté, fue entonces cuando… apareció – se estremeció – era como un sueño dentro de una pesadilla, alta, vestida de…

- Espere – lo interrumpió Erik de nuevo – piense bien en lo que va a decir, nos bastan sólo unas pocas referencias, tal vez así no piense que la ha traicionado.

- E-está bien – aceptó – llevaba un vestido color carmín y tenía el cabello negro… pero con reflejos… ¿verdes?

Luis alzó la mano para detenerlo.

- Suficiente – articuló mientras miraba a su compañero - ¿y tú?

- Más que de sobra – coincidió.

- ¿L-la conocéis? – les preguntó el comisario, sorprendido.

Erik profirió una carcajada sarcástica.

- ¿Si la conocemos? ¡Dios, debimos habérnosla cargado en Almería!

- A menos que sea una coincidencia, sí, la conocemos – corroboró Luis - pero con esto nos basta, no se de más datos o se delatará.

- B-bien… ¿Sigo?

- Adelante – lo invitó el Fernández.

- Hizo un movimiento muy raro con los brazos y todo cambió, de repente aparecimos en – se estremeció – los suburbios, al otro lado de la ciudad, estábamos en una callejuela con cuatro vagabundos que no parecían vernos… s-se deslizó hasta uno de ellos y… y… - repentinamente palideció horrorizado por el recuerdo y se quedó como ausente, los dos jóvenes tuvieron incluso que sacudirlo para que continuara - L-lo alzó por los aires… y ¡le arrancó los brazos! – su voz adaptó un escalofriante tono agudo de horror - ¡Vi cómo arrancaba de cuajo los brazos a ese pobre hombre CON SUS PROPIAS MANOS y lo dejaba ahí desangrándose! D-después fue a por los otros dos… a uno de ellos le… aplastó la – se estremeció de nuevo – cabeza contra la pared y al otro lo cogió de una pierna y lo golpeó contra el suelo hasta matarlo… ¡Ninguno de esos pobres infelices pudo ver quien les hacía eso! ¡No podían verla! ¡Ni a mí tampoco! Y… a esa joven… a esa pobre muchacha… - se encogió como un loco en su celda, agarrándose la cabeza y farfullando, el mismo recuerdo lo hizo temblar violentamente – esa pobre muchacha embarazada… la mendiga… hundió su horrible mano pálida en su vientre y… ¡Sacó el feto! ¡Se lo mostró y, cuando gritó horrorizada, rió satisfecha y hundió la otra mano en su pobre corazón¡ ¡La obligó a morir mientras veía como mataba lo que quedaba de ese bebé! Fue… ¡horrible! ¡Dantesco!

El relato dejó atónitos a los compañeros, que se miraban el uno al otro horrorizados; les pareció demasiado terrorífico para ser inventado, pero nunca habían sabido de tal crueldad de parte de un vampiro, ni siquiera del propio Drácula, según narraban las crónicas.

Devolvieron su atención al Comisario que, encogido y blanco como el papel, sollozaba como un niño asustado en el suelo, aquello inspiró lástima incluso a Erik, a quien le dolía ver a semejante hombre en ese estado.

- Vivimos en un mundo horrible – murmuró para sí mismo, entristecido – ningún ser humano debería vivir semejante pesadilla.

Se miraron de nuevo y se esmeraron en tranquilizar al pobre hombre, ahora preso de un ataque de nervios; tardaron un buen rato en conseguirlo, más de veinte minutos, y aún así decidieron que ya le habían hecho recordar suficiente, pero éste insistió.

- No es necesario – inquirió Luis una vez más – pero si lo desea, adelante.

Rousseau asintió, gracias a los dos muchachos se sentía más seguro y ya se había tranquilizado.

- Cuando acabó – tragó saliva – se limpió la sangre de las manos… lamiéndola – Luis y Erik hicieron un idéntico gesto de asco – y vino hacia mí… me preguntó si quería poseer semejante fuerza… lo hizo muy amablemente… y yo me… me negué.

- ¿Se negó? – preguntó el pelirrojo con cierta incredulidad.

- ¡¡¡SI!!! ¡No necesito para nada esto! – se miró las manos – Yo… Estoy bien como estoy, pero ella ¡Se puso furiosa! ¡Su rostro cambió por completo!

- Debió creer que la exhibición lo convencería de desear ese poder – comentó el Fernández.

- N-no lo sé… no sé qué le pasaría por la cabeza… me cogió por los hombros y me dijo que a cambio sólo tenía que abandonar la investigación del caso de los niños… al oír eso me volví a negar… esperaba que se alterara de nuevo, pero en lugar de eso… sonrió, extendió su mano e hizo aparecer en ella algo así como un… cristal, o un espejo… y me preguntó “Tú tenías un hijo ¿verdad?”

El Belmont no mostró ninguna reacción ante esto, pero Luis abrió los ojos de par en par.

- Y entonces… - continuó - ¡Me lo mostró! ¡Me mostró a mi Cécil en la escuela! ¡Y me dijo que él estaba en la lista de los niños que iban a desaparecer! – empezó a temblar de nuevo, pero de rabia – Y me dijo… ¡me dijo que la única manera de evitar que eso sucediera era ayudándoles! – golpeó el suelo - ¡Debía obstaculizar a François Lecarde y su esposa, que ya habían empezado por su cuenta! ¡Y también a Loretta y Stella Lecarde! ¡Y cuando corrió el rumor de que apareceríais vosotros me ordenó deteneros también! Si no lo hacía… si desobedecía… ¡También se llevarían a mi hijo!

- ¡Basta! – lo interrumpió el español, alterado – deténgase por favor, sabemos todo lo que tenemos que saber – miró a Erik - ¿Sigues pensando que es un traidor a la raza humana?

- No – admitió éste enseguida – y creo que estamos ante algo muy serio.

Luis colocó su mano en el hombro del comisario y le habló de nuevo.

- No tiene por qué preocuparse, su hijo está en buenas manos, no permitiremos que suceda nada.

El Belmont lo miró con curiosidad, discernió en los ojos de su amigo un brillo especial, y es que, aunque éste nunca hubiera dicho nada, él sabía cual era su mayor anhelo y que lo tocante a éste le afectaba especialmente, estuvo a punto de decir algo, pero en ese momento el teléfono de Luis sonó.

- ¿Diga? – preguntó tras sacarlo de lo más profundo de sus pantalones de batalla - ¿Simon? ¡Hola! ¿Por qué me llamas ahora? – esperó unos segundos - ¿¡Cómo!? ¿¡Otro siete!? – Erik y el comisario clavaron sus ojos en él - ¿En qué calle? ¿P-passage de la Flandre?

- ¿¡Le Passage de la Flandre!? – exclamó el Francés - ¡Yo vivo ahí!

- ¿Qué dices? – continuó tras lanzar una mirada furtiva al comisario – Genuino, ya veo… bien, escucha: Quiero que permanezcas allí de guardia y estés listo para entrar en combate en cualquier momento, intuyo que nosotros también tendremos gresca por aquí, pero acudiremos apenas podamos ¿de acuerdo? – se escuchó el asentimiento de Simon – bien, confiamos en ti, es tu misión para esta noche… Nos vemos ¿eh? Hasta luego… ¡Adiós!

Al colgar, el español había torcido el gesto en un claro signo de desconfianza, los sucesos del último secuestro aún estaban recientes en su memoria.

- ¿Ya hay alguien allí? – preguntó Rousseau con tono suplicante - ¿Estará bien mi hijo?

- Si – respondió Luis, aún mirando la pantalla – es Simon, mi cuñado.

- ¿S-Simon? – preguntó, y en su voz se notó una repentina pérdida de seguridad - ¿Ese no fue el que montó guardia en la casa del último niño? ¿No falló al final?

El Fernández se guardó el teléfono y, con las manos en la cintura, miró al cielo.

- En realidad… - articuló – en realidad Simon hizo todo lo que pudo… a él le tendieron una trampa y le enviaron un señuelo… fui yo quien fracasó a la hora de detener a la autentica sombra… - miró directamente a su colega – pero Simon acabó derrotado en aquel combate ¿Crees que hemos hecho bien confiándole esto?

Erik dibujó en su rostro una amplia sonrisa de orgullo.

- Si conozco bien a ese pequeño mamoncete (y puedo asegurar que sí) sé que lo hará bien – contestó – Habrá analizado la razón de su derrota y esta vez pondrá toda la carne en el asador – su sonrisa creció – no se dejará vencer por segunda vez consecutiva, ya lo verás.

La vista del español se clavó ahora en el suelo, aparentemente preocupado.

- El siete ha aparecido… en el momento en que el comisario terminaba de contarnos… ¿Puede ser que haya alguien vigilando?

- No – contestó Erik con rotundidad – lo había olvidado por completo, según la teoría un siervo está siempre en conexión continua con su amo – chasqueó la lengua – creo que la cagamos, Luis.

- ¿Entonces eso significa que…?

No llegó a terminar la frase, los dos se detuvieron al notar que Jacques Rousseau temblaba ahora desaforadamente, y en su rostro se dibujaba una marcada mueca de horror.

- ¡Comisario! – exclamaron los dos a la vez, arrodillándose a su lado.

- Y-ya v-v-v-viene… s-sabe que la he t-traicionado… v-viene a p-por mí…

Poco a poco, una presencia inmensa y opresiva empezó a llenar el ambiente, los dos cazadores se alzaron y pusieron en guardia enseguida, llevando sus manos a las empuñaduras de sus Yasutsuna y Salamander.

La niebla no tardó en inundar en lugar, y entonces una atronadora voz femenina habló.

- ¡JACQUES! INSIGNIFICANTE GUSANO… ¡ME HAS DESOBEDECIDO!

Luis y Erik se miraron el uno al otro.

Había reconocido la voz, era ella.

Mientras, el comisario sólo temblaba y balbuceaba.

- ¿¡ES ASÍ COMO AGRADECES EL GENEROSO REGALO QUE TE HICE!? ¿¡REBELÁNDOTE CONTRA MÍ!? ¡QUÉ POCO APRECIAS LA VIDA DE TU VÁSTAGO!

El hombre gritó de horror, ante lo que el Fernández giró la cabeza y se dirigió hacia él.

- No se deje intimidar – le dijo con voz tranquilizadora – uno de los nuestros vigila el lugar, ya lo sabe – sonrió – no sucederá nada.

- ¡¡¡TÚ!!! – le espetó la voz - ¡NO TE METAS EN ESTO, LUIS FERNÁNDEZ!

El aludido volvió a su posición y miró a un punto concreto de la niebla.

- Deja ya el teatro y muéstrate – ordenó, impertinente – Y me meteré donde me de la gana, por cierto, tú a mí no me das órdenes.

Se hizo el silencio, de repente la bruma empezó a condensarse exactamente en el lugar al que Luis y Erik dirigían sus ojos hasta que, tras unos segundos cobró forma definitivamente.

Era, en efecto, una mujer alta, de piel pavorosamente pálida, con los labios pintados de un profundo negro azulado y la larga melena elegantemente peinada de color negro con reflejos verdosos, su vestido carmesí tenía amplio vuelo y mostraba un generoso escote, junto a ella habían aparecido, rodeándola, cuatro llamas azuladas, los mortales fuegos fatuos.

Al verla aparecer el Comisario retrocedió espantado, Luis no mostró ningún cambio en su expresión y Erik dibujó en su rostro un claro gesto de fastidio.

- ¡¡¡B-Barthory!!! – exclamó el francés, aterrorizado.

- Joder… - articuló tras unos segundos en silencio - ¿¡Pero tú otra vez!? – su compañero lo miró - ¿Qué pasa? ¿Es que no había más vampiros que enviar? ¡Si esto fuera una novela diría que el autor tiene la imaginación de un mejillón tigre!

- Bueno – argumentó el español – a lo mejor sólo está reservando personajes, no es bueno desvelar a muchos en el primer tercio de una novela, se apelotonarían.

- ¡Pues se desvelan en un parrafillo o se les mete en una batalla de presentación o algo! Pero ¿¡Esto!? – señaló a la recién llegada - ¡Tres encuentros tenemos ya, dos de ellos casi seguidos! ¡Si yo fuera el autor me avergonzaría! ¡Demuestra una falta de inventiva tremenda!

- Bueno hombre, ya…

- ¡¡¡VOSOTROS DOS!!! – los interrumpió la condesa - ¡BASTA YA DE BROMAS!

Con un movimiento, Erzabeth Barthory les envió las cuatro luminarias que la acompañaban, ninguno de los dos hizo nada por evitarlas, limitándose a verlas venir, y un instante después estaban atrapados en una inmensa hoguera azul.

Erzabeth Barthory sonrió ante esto, y comenzó a descender, pero se detuvo cuando el color del fuego cambió a una intensa tonalidad escarlata y, acto seguido se sacudió, para después convertirse en una inmensa columna llameante que se perdió en el firmamento, llevándose tras de sí la llama original y revelando a los dos cazadores, que no tenían ni un solo rasguño.

- Si… tienes razón, Barthory – articuló Erik mientras llevaba la mano derecha a su Salamander.

- Ya basta – Luis desencajó su Yasutsuna, con funda y todo, de su espalda y la pasó a la cintura, bastó un solo chispazo y la vaina quedó adherida al cinturón – de bromas…

La expresión de ambos había cambiado, ahora reflejaba una seriedad – e incluso odio – que difícilmente podría verse en ellos, incluso para la condesa resultó intimidante.

- ¿Os vais a interponer? – les preguntó con un deje de desprecio.

- No se trata tanto de interponernos – el pelirrojo dio un paso al frente – como de darte tu merecido.

- Has puesto a un hombre inocente a tu servicio contra su voluntad – el español avanzó también, desenvainando muy levemente su katana – extorsionándole y cometiendo además crímenes innecesarios… - Apretó los dientes – No escaparás esta vez, Barthory.

- ¡Tonterías! – respondió la condesa - ¡Haced el favor de apartaros, voy a castigar la insolencia de ese repugnante insecto! – extendió los brazos y comenzó a supurar sangre por todos sus poros - ¡BLOODY EUPHORIA!

La sangre exudada se separó del cuerpo de la condesa y, como una entidad viva y pensante, se lanzó a por el Comisario que, paralizado por el terror, era incapaz de moverse.

Mientras, el Fernández daba un paso al frente y, al grito de “¡Apártanos tú!” desenvainaba su espada y desviaba con ella el macabro sortilegio, que se estrelló contra el suelo, destrozando las baldosas y desapareciendo en una nube de humo negro mientras se retorcía y resecaba.

La sorpresa fue casi general, el rostro de Erzabeth Barthory pareció desencajarse y Jacques no reaccionó en absoluto cuando Luis le lanzó y el libro y le dijo “Cuídelo usted, lucho mejor con dos manos”

- I-increíble… – repuso la vampiresa en un vano intento de ocultar su ira – has contrarrestado de un solo golpe de espada un conjuro del que a François Lecarde le costó varios minutos desembarazarse… te has vuelto poderoso, Fernández.

- ¿Poderoso? – contestó éste mientras adoptaba una posición de defensa – no…

- Simplemente – continuó Erik – esta noche vamos en serio.

Erzabeth sonrió.

- En serio ¿eh? Entonces estamos a la par… ¡Estoy deseando desembarazarme de vosotros!

Con estas palabras, la condesa encogió sus brazos, con los dedos crispados, e hizo aparecer en sus manos dos brillantes fuegos fatuos que lanzó a los dos jóvenes al mismo tiempo que se levitaba hacia atrás, alejándose de ellos; en respuesta a esto el Belmont tomó la iniciativa y se lanzó a por ella, recogiendo por el camino una de las luminarias y lanzándola contra la otra, chocando ambas y desapareciendo poco antes de alcanzar a Luis, que ya se había preparado para recibirla.

- ¡Desembarázate de mí si puedes! – espetó Erik aumentando la velocidad de su carrera mientras desenvainaba su espada - ¡DRAGON FANG!

Erik se abalanzó sobre la Condesa lanzando una estocada con su arma, que proyectó una lengua de fuego que la vampiresa esquivó si problemas, lanzándose contra él en un claro contraataque e propinándole un zarpazo que el Belmont evitó a duras penas dejándose caer hacia atrás, apoyándose sobre su mano libre y golpeando hacia el cielo con una certera patada con la que la mandó a volar, saltando inmediatamente para golpearla de nuevo, fallando y siendo rechazado por una suerte de barrera invisible que le hizo dar con sus huesos en el suelo.

Esto sorprendió a Erik, que no lo esperaba, cerró los ojos un momento y al abrirlos se dio cuenta de que Erzabeth lo estaba bombardeando con aún más fuegos fatuos, se armó con su espada y comenzó a rechazarlos con rapidez para, no mucho más tarde, apercibirse de que la única intención de la condesa era agotarlo, de modo que echó a correr, haciendo creer a la vampiresa que su intención era huir.

Pero la idea real era bien distinta, corrió más rápido de lo que ésta podía seguirlo y concentró todas sus fuerzas en sus piernas para dar un salto descomunal, alcanzándola en el aire y girando para darle un tajo con su salamander, que ésta detuvo con una espada que hizo aparecer de la nada.

En apenas un vistazo, pudo observarla bien, era una espada de hoja larga y fina, parecida a un estoque, con un guardamanos más típico de las armas toledanas y diamantes engarzados en los primeros 20 centímetros de la hoja, estaba hecha totalmente de oro.

Cayó al suelo tras dar una voltereta en el aire para equilibrarse y caer de pie.

“¿Una Joyeuse?” pensó “Creí que esa espada era sólo una leyenda”

Joyeuse, el arma más valiosa del mundo y, también uno de los filos más mortales que existen.

¿Qué hacía en poder de Erzabeth Barthory?

No tuvo tiempo para pensarlo mucho más, inmediatamente la vampiresa se abalanzó sobre él intentando golpearle con un mandoble que Erik detuvo con destresa, la empujó hacia arriba y convocó un Rising Dragon que ella esquivó, colocándose frente suya y atacando con un zarpazo que el pelirrojo, que aún no había levantado la guardia tras su técnica, recibió en pleno abdomen.

Retrocedió con la mano sobre la herida, sorprendido de que fuera tan doloroso, vio venir un nuevo golpe de espada y usó ambas manos sostener su Salamander y rechazarla con todas sus fuerzas, momento en el que se dio cuenta de algo que no esperaba.

Y es que la fuerza de Erzabeth Barthory era gigantesca, mucho mayor que la suya.

Inmediatamente afianzó la posición de sus piernas mientras buscaba la mejor forma posible de utilizar toda la fuerza de sus brazos y torso, la Condesa notó la sorpresa del muchacho, y no tardó en sonreír con malicia.

- ¿Qué pasa niño? – se burló - ¿No puedes – lo empujó con fuerza hacia atrás, tumbándolo – CONMIGO?

En su caída, Erik curvó la espalda y se volvió a incorporar con una voltereta hacia atrás para levantarse de nuevo en guardia, su sorpresa no había desaparecido pero no era momento para ello.

Se lanzó hacia la vampiresa e intentó alcanzarla dos veces con tajos firmes y certeros, el primero lo esquivó y el segundo lo rechazó con excesiva facilidad, pasando ella al ataque con algunas estocadas que, tras dos intentos infructuosos, el pelirrojo comprendió que era inútil intentar bloquear.

Dio un salto hacia atrás y quedó observando a su enemiga, jadeando.

Ciertamente era la primera vez que veía algo así, sin duda se había enfrentado en otras ocasiones a criaturas que poseían una fuerza física varias veces superior a la suya, pero no eran más que bestias que obedecían más a su instinto que a su cerebro.

Lo que tenía ahora frente a sí era distinto ¿De donde había sacado Barthory aquella fuerza tan descomunal?

Y tanto o más preocupante que eso era de donde había sacado la Joyeuse, una espada de leyenda que se supone no debía existir.

Tras un instante de vacilación sacudió la cabeza, no tenía tiempo de pensar en esas naderías, la Condesa Sangrienta era su adversaria, debía derrotarla y eso era lo único que necesitaba saber, de modo que, sin más dilación, se abalanzó contra ella.

Saltó a medio camino en su carrera concentrando el aura en su puño izquierdo, cayendo con un Dragon Punch que quería que la vampiresa evitara, así lo hizo y, invocando una llama rojiza en la misma mano, realizó un movimiento semicircular, levantando entre ambos una barrera ígnea que atravesó, alcanzando por sorpresa a la chupasangres con una patada que la hizo volar unos metros, esperó que ésta le embistiera como contraataque, pero en lugar de eso dio un golpe ascendente con su arma, y el suelo comenzó a abrirse bajo sus pies hasta que sintió en el muslo derecho un profundo corte que atravesó su malla negra y comenzó a sangrar.

- ¿¡Pero que demon…!?

La miró, de nuevo sorprendido, con un solo golpe de espada había abierto una profunda grieta en el asfalto y él casi corre la misma suerte.

¿Esa vampiresa era de verdad Erzabeth Barthory?

De nuevo corrió hacia ella, observó como ésta, grácilmente, hendía la hoja de su arma en el aire obligándolo al principio a detenerse, pero no tardó demasiado en cogerle el ritmo y avanzar de nuevo hacia su objetivo, agachándose hasta el punto de dar una voltereta en ocasiones, saltando o ladeándose para alcanzarla sin detenerse mientras envolvía su salamander en las poderosas llamas escarlatas invocadas por su mano derecha. Cuando finalmente llegó hacia ella saltó para burlar un último ataque al que contestó con un poderoso mandoble que la vampiresa por poco no pudo detener.

De este modo sus espadas se cruzaron de nuevo y se enzarzaron en un forcejeo en el que la condesa tenía una vez más las de ganar; Erik se sintió frustrado por ello, con los dientes apretados puso toda su fuerza en sus brazos e intentó empujar, pero de nuevo ella comenzaba a ganar la partida, estaba a punto de ceder cuando un sonido metálico y un estruendo eléctrico resonaron a su lado, y Barthory salió volando, rechazada.

Miró a su lado, encontrando a su colega con la Yasutsuna empuñada.

- ¡Luis!

Éste lo miró con una sonrisa.

- ¿Hasta cuando pensabas que iba a perderme la diversión?

- P-pero el comisario…

- Ese hombre puede cuidarse muy bien sólo – replicó con severidad – yo también soy un cazador ¿no? De hecho sabes que soy tu superior, y como tal – La hoja de su Katana emitió un destello de color azul eléctrico – no pienso permitir que libres la batalla tú sólo.

- Ya, todo eso es muy bonito – intervino la condesa, recuperándose del impacto - ¿Pero crees que vais a poder vencerme? Ya visteis lo que hice con François Lecarde.

El Fernández sonrió, sarcástico.

- Oh, sí, derrotar a François es una clara muestra del poder del que dispones – elevó su arma – mira, no es por despreciar a nuestro amigo, pero él nunca ha sido un lumbreras en el combate, huevos no le faltan, todo hay que decirlo, pero aunque ha mejorado bastante no me parece muy meritorio el haber podido derrotarlo… - colocó sus piernas en una pose adelantada, listo para atacar; su gesto se volvió extremadamente serio - ¿Quieres presumir de poder? ¡Derrótanos!

Sin mediar palabra, la vampiresa embistió apenas Luis terminó de hablar, intentando atacarlos a ambos con un tajo horizontal que Erik evitó agachándose y el español doblándose hacia atrás y clavando su arma en el suelo en completa verticalidad para, acto seguido, usarla de punto de apoyo y hacer la vertical sobre ella con el objetivo de caer de pie y extraerla mientras su amigo convocaba una columna de fuego con la que obligó a Erzabeth a moverse a un lado, colocándose a tiro para el movimiento que Luis tenía preparado.

- ¡RIDE THE LIGHTING!

Envuelto en una esfera eléctrica, el español la embistió a toda velocidad, golpeándola y dejándola aturdida para, acto seguido intentar estocar con su Katana.

- ¡¡¡FUERZA CRECIENTE!!!

Envolviéndola en una gran cantidad de energía eléctrica, Luis lanzó una brutal estocada con la Yasutsuna que la condesa esquivó por muy poco, contemplando no sin cierta sorpresa que de la hoja del arma nacía un potente rayo de energía que llegó hasta la torre sur de la biblioteca, agujereando limpiamente la entrada.

- ¡Mierda! – exclamó el joven con fastidio recuperando su posición de ataque un segundo antes de esquivar un zarpazo de su enemiga.

Erik aprovechó la oportunidad para entrar de nuevo en la refriega y atacar a la condesa con un espadazo, falló por poco pero continuó con un puñetazo con el que sí la impactó de lleno en la cara, desequilibrándola y permitiendo a su compañero volver a ponerse en guardia.

Los dos se miraron, respirando pesadamente.

- Esta no es la Erzabeth Barthory que yo recordaba – dijo el español a su colega.

- No ¿Verdad? – respondió éste – Se ha vuelto más poderosa.

Mientras hablaban, observaban cómo ella recuperaba la verticalidad, flotando en el aire; la condesa parecía irradiar una fuerza que no vieron en ella durante su anterior enfrentamiento. Pese al potente golpe propinado por el pelirrojo en pleno rostro, su nariz ni siquiera sangraba.

Repentinamente sonrió de nuevo, mirándolos con malicia.

- ¿Cansados, chicos?

- Je… - Erik intentó relajar su respiración – no más de lo que tú lo estarás en media hora, sanguijuela… esto acaba de comenzar.

La condesa rió suavemente, colocando su mano frente a la boca con elegancia.

- ¡Pobre! Ya os he demostrado que no podéis derrotarme ¿Y aún te crees capaz de ello?

Casi con desgana, blandió la Joyeuse diagonalmente cortando el aire de nuevo, los dos jóvenes se apartaron saltando cada uno a un lado, deteniéndose al evitar el ataque en lugar de contraatacar.

- No os veo tan dispuestos ahora… - comentó jocosa.

Ninguno de los dos contestó, la observaban atentamente buscando puntos débiles por los que colarse, para Erik su fuerza era un escollo con el que no esperaba tropezar, mientras que Luis consideraba que el verdadero problema era la espada de oro.

Entonces se dieron cuenta de algo, el comisario Jaques Rousseau ahora estaba desprotegido, a sólo unos cuantos metros de la condesa, y ésta podía matarlo en cualquier momento desde allí con su arma.

Echaron a correr apenas notaron que sus ojos brillaron maliciosamente, la vieron alzar el brazo justo cuando se unían de nuevo en el punto en el que se encontraban antes, pero repentinamente el Fernández empujó a su amigo y saltó hacia atrás, un milisegundo después una afilada estalagmita se alzaba entre los dos.

La Condesa rió.

- ¡Buenos reflejos, Fernández!

El aludido, que cayó sobre sus rodillas tras retroceder, envainó su espada y la miró.

- Intuí que estás más interesada en acabar con nuestras vidas que con la del Comisario… veo que no me equivocaba – guardó silencio por unos segundos - ¿Tan molestos te resultamos, Barthory?

La risa de la chupasangres se cortó de repente.

- También es casualidad que hayas aparecido tú en lugar de enviar a un vampiro menor o algún siervo – agregó Erik mientras se incorporaba – Sabías que estábamos aquí ¿verdad?

- ¿Acaso interferimos en tus planes? – concluyó el español – Eres tú quien está raptando a los niños ¿no es así?

El gesto relajado de la Condesa dio paso a una sonrisa demente.

- Podría decirse que sí – contestó casi con orgullo – pero no soy la única.

Los dos cazadores se quedaron quietos y en silencio, sus auras comenzaron a brillar intensamente.

Luis fue el primero en reaccionar.

- Ya veo – repuso con ira contenida – en ese caso… - su cuerpo se rodeó de innumerables chispas eléctricas – ¡ESTE RECINTO SERÁ TU TUMBA! – se alzó con celeridad y apuntó con su mano a Erzabeth - ¡¡¡MAXIMUM DISCHAAAAAAAARGE!!!

La descarga fue brutal, cargada de ira y odio; la Condesa hizo aparecer frente a sí una enorme estaca de piedra que quedó destrozada, viéndose alcanzada por el relámpago, que la hizo gritar de dolor.

Sin embargo, más allá de esto, la técnica de Luis no parecía afectarle lo más mínimo, ante lo que el pelirrojo echó a correr hacia ella y a medio camino entrecruzó sus dedos, formando con sus manos una suerte de boca de dragón con la que apuntó a su objetivo.

- ¡¡¡DRAGON BREATH!!!

Al separar las manos liberó una intensa lengua de fuego escarlata ante la que la vampiresa fue incapaz de protegerse, siendo absorbida por ella y atrapada en una burbuja ígnea.

Pasaron sólo unos segundos hasta que una potente onda expansiva volatilizó el orbe llameante e incluso desequilibró al Fernández, obligándolo a detener su ataque, disipado el humo apareció de nuevo la condesa pero en esta ocasión, lejos de estar intacta, presentaba algunas quemaduras y su vestido estaba chamuscado en algunos puntos.

La miraron sin un solo atisbo de sorpresa en sus rostros, simplemente recuperaron la posición de guardia y esperaron acontecimientos.

- ¿Esperabais aniquilarme con esto – preguntó entre dientes, iracunda – NIÑATOS?

Ninguno contestó, sólo esperaron el contraataque de la vampiresa que llegó en forma de un zarpazo al aire tras el que se materializó una llameante cortina azul que Erik esquivó por poco, esperaba que el fuego se apagara pero en lugar de eso se separó en doce luminarias que inmediatamente se dividieron, abalanzándose ocho de ellas a por el Belmont y el resto a por Luis, que inmediatamente echó a correr hacia ellas, dispuesto a apagarlas con la Yasutsuna justo antes de que su compañero lo avisara de un grito.

Y es que al Belmont también se le había ocurrido intentar hacer lo mismo, pero comprobó con cierta sorpresa que, en lugar de fundirse en el aire, cada luminaria de dividía en dos, y de repente se había visto rodeado por 16 pequeñas llamas que lo atosigaban.

Habiéndose dado cuenta de esto, Luis no tuvo más remedio que echar a correr perseguido por ellas mientras buscaba una solución, al igual que Erik hacía; ambos se dieron cuenta de que las flamas eran ágiles, pero no lo suficiente, y no seguían del todo bien sus movimientos, se reunieron y asintieron al cruzar las miradas, sabían perfectamente lo que debían hacer.

Inmediatamente igualaron su velocidad y se dirigieron los dos hacia Erzabeth, ésta adivinó rápidamente sus intenciones y comenzó a levitar hacia atrás, huyendo, siendo conducida hasta la torre sur donde, viéndose sin escapatoria, utilizó contra ellos un conjuro de rechazo que, además de tumbarlos, volatilizó los fuegos fatuos.

- No era esto lo que planeábamos – articuló el Fernández mientras se levantaba, jocoso – pero nos hemos desecho de esas llamas… ¡Gracias!

La vampiresa apretó los dientes, mostrando sus colmillos con gesto de odio, y blandió su espada de nuevo en el aire, Luis se dispuso a saltar a un lado para evitar el previsible impacto, pero Erik dio un paso adelante y balanceó la Salamander, dejando tras de sí una estela llameante que detuvo el ataque de la Condesa.

- Se acabó – dijo mientras avanzaba hacia ella – ¡Estoy harto de esa Joyeuse!

- ¿Vas a quitársela? – preguntó el español, mirándolo – Antes casi no te has podido ni acercar.

- No te preocupes – respondió – ya he logrado comprender su técnica… ¡Ahora me toca a mí atacar!

Sin mediar palabra, Barthory lanzó contra él otro ataque que, de nuevo, detuvo, y así uno tras otro hasta que finalmente se colocó a una distancia de cuerpo a cuerpo con ella.

- ¿Cómo eres capaz de detener mis ataques?

Los colmillos de Erzabeth Barthory refulgían, una tímida aura de color turquesa sucio la rodeó.

Sin responder, Erik lanzó un espadazo que la condesa contraatacó desviándolo y lanzando un zarpazo que el Belmont evitó.

- Simple – contestó al fin – basándome en el principio de que todo lo que no sea aire puede ser bloqueado.

- ¿¡Qué!?

El cazador atacó con un tajo vertical ascendente que la Condesa Sangrienta evitó a duras penas, seguido de una estocada que rechazó y un golpe horizontal que evitó transformándose momentáneamente en niebla para, al volver a su forma sólida, iniciar una serie de ataques con los que hizo retroceder al Belmont hasta que dejó de estar acorralada, finalmente lo golpeó lo suficientemente fuerte como para apartar su Salamander y le colocó la punta de la Joyeuse en la garganta.

- ¡Dime a qué te referías con eso! – exigió - ¡VAMOS!

Erik sonrió.

- Muy fácil… - articuló – de todos los elementos, el Aire es el único que fluye sin problemas por cualquier espacio y que tiene prioridad sobre todos los demás, incluyendo la propia aura.

“No en vano” – pensó Luis – “La magia de viento es la más poderosa y difícil de dominar”

- Cuando te vi utilizar la Joyeuse pensaba que cortabas el aire con ella – continuó – y así lo creí un buen rato hasta que me acordé de – se señaló la herida del muslo – esto.

La Condesa miró intrigada el corte.

- Si realmente hubieras estado cortando el aire con tu espada yo ya tendría una pierna menos, pero – Apartó la Joyeuse de su cuello golpeándola rápidamente con su Salamander – en lugar de eso lo que has hecho ha sido utilizarla para proyectar tu aura – rápidamente dio un salto hacia atrás y se puso en guardia, dispuesto a reanudar el combate - ¡La razón por la que no me rebanaste el muslo fue porque yo ya tenía la mía activa y me protegí involuntariamente de tu técnica!

Erzabeth lanzó una carcajada sarcástica.

- ¡JA! ¿¡Y qué!? ¡Es cierto lo que dices, pero también lo es – se abalanzó contra él – QUE ERES MUCHO MÁS DÉBIL QUE YO!

Las dos espadas chocaron de nuevo, esta vez fue Erik quien logró llevar el control, apalancándose y no dejándose desequilibrar, movía su Salamander a una velocidad cada vez mayor, inclinando la escaramuza a su favor un poco más a cada choque.

- Tengo una noticia para ti, Barthory ¡La fuerza no lo es todo!

Se ladeó para esquivar una estocada y se pegó a ella para darle un codazo en las costillas, la empujó y, cuando ésta fue contraatacar, el Belmont se adelantó con un certero tajo.

Desde su posición a Luis le pareció ver que la Joyeuse de la Condesa caía al suelo, sin embargo al poco se dio cuenta de que no fue el arma lo único que cayó.

Un grito de dolor e ira de la vampiresa de confirmó que lo que asía con firmeza el mango de la caída espada no era otra cosa que la mano izquierda de Erzabeth Barthory.

Más allá Erik envainaba su Salamander y retrocedía un par de pasos, mientras la Condesa se agarraba el muñón, cauterizado por la ardiente hoja de la espada del Belmont, y gritaba y maldecía.

- ¡Bastardo! – gritó - ¡BASTARDO! ¿¡COMO TE ATREVES!? ¿¡COMO TE HAS ATREVIDO!?

Erik miró al arma en el suelo y la pateó para alejarla, al tiempo que la mano se hacía cenizas.

- Y aquí… - articuló el pelirrojo llevando su mano al mango de la Salamander – acaba el problema.

Se dispuso a desenvainar y acabar con ella, pero no pudo, Erzabeth Barthory, furiosa, lo agarró del cuello y lo lanzó a lo lejos, siendo sujetado por su compañero, que estuvo al quite.

- ¡ESTA VEZ NO OS LIBRAREIS! – gritaba fuera de sí - ¡ACABARÉ CON TODOS! ¡ME LAS PAGAREIS! – alzó sus brazos en cruz y una especie de vórtice oscuro se creó a su espalda - ¡¡¡TARTAROS PHOBIA!!!

Como si de un ejército de las tinieblas se tratara, centenares de espectros, cabezas cadavéricas que reflejaban un enorme dolor e ira, surgieron del portal y se abalanzaron contra ellos, inmediatamente Luis levantó una barrera electromagnética con el objetivo de protegerlos a ambos, pero la traspasaron y los atacaron con saña, tumbándolos.

El español, ya en suelo, miró a su espalda y observó que el comisario intentaba huir a duras penas y sin éxito de la marabunta fantasmal.

Mientras a su lado Erik se alzaba de nuevo, usando sus llamas para atacar a los demonios, también sin éxito, sintió una punzada de impotencia al ver a su amigo derribado sin poder defenderse.

Cerró los ojos por un momento y sopesó la situación, mientras un frío mortal, provocado por los espectros que lo atacaban incesamente aún estando en el suelo, se apoderaba de su cuerpo.

- Tal vez sea demasiado pronto – se dijo a sí mismo – pero no tengo más remedio.

Se alzó con dificultad y sujetó a Erik, que caía una vez más, lo observó por un momento y lo encontró semi inconsciente.

“Realmente es un conjuro potente” – pensó.

Inmediatamente unió ambas manos con fuerza ante su pecho y entrecruzó los dedos, miró por un momento a la Condesa, que dentro de su ira se regocijaba viéndolos morir lentamente.

Lo irritaba.

Le borraría definitivamente esa sonrisa desquiciaba de la cara.

Se concentró, su aura brilló por un momento en un tono azul eléctrico antes de pasar a ser de un blanco puro, muy similar al de Simon; con toda la velocidad de la que era capaz comenzó a recitar un aria, al terminar, una inmensa cúpula blanquecina los protegió a los tres, volatilizando a todos los espectros que se hallaban en su interior, que desaparecieron con un aterrador chillido.

La protección ya estaba levantada.

- ¡EH, BARTHORY! – la llamó - ¡MÁS VALE QUE TE SIENTES, PORQUE TE VAS A CAER DE CULO!

- ¡¡¡CIERRA LA BOCA, NIÑATO!!! – replicó ésta - ¡¡¡NO SALDRÁS DE ESTA Y LO SABES!!!

El aura turquesa de la Condesa crepitó como una llama furiosa y el flujo de espíritus de multiplicó, éstos chocaban contra la cúpula y desaparecían, pero al poco la barrera comenzó a resquebrajarse como el cristal. Mientras, Luis recitaba otra aria, larguísima, a toda velocidad.

Apenas hubo terminado cuando un gran agujero se abrió en la cúpula y el ejercito espectral se abrió paso a través de él, atacándolos directamente, entonces el joven Fernández separó ambas manos, revelando una bola de luz que, al separar los brazos y colocarlos en cruz al igual que su adversaria había hecho, se expandió hasta el infinito, creando una esfera dentro de la cual quedaron dentro ellos dos y el comisario.

- ¡CÁNCELA DE LAS ALMAS! ¡APERTURA DE LAS VERJAS DEL PURGATORIO!

De repente el frontal de la esfera se abrió como una doble puerta, mostrando en su interior algo parecido a un universo a la vez vacío y lleno de pequeños luceros, inmediatamente los espectros conjurados por la vampiresa comenzaron a ser absorbidos por aquel espacio, que ahora se asemejaba a una jaula gigantesca.

Erzabeth adoptó una expresión de desaforado terror.

- ¿¡Qué significa esto!? – exclamó.

- ¡Esto, Barthory – contestó – es el lugar a donde van a parar no sólo todas esas almas pecadoras que estás liberando, sino allí a donde se dirigen todos los espíritus que en un futuro se reencarnarán! ¡EL PURGATORIO, DONDE SERÁN LIBERADOS DE SUS PECADOS Y PURIFICADOS!

El gesto de horror de la condesa creció aún más.

- ¿¡PUEDES ABRIR LAS PUERTAS DEL PURGATORIO!?

- De… de donde… - intervino Erik, que poco a poco recuperaba la consciencia - ¿De donde has sacado… semejante poder?

- Del angelium – contestó – es uno de los primero conjuros que vienen en el libro – su rostro se constriñó de repente en una mueca de dolor – Pero… creo que aún no tengo el poder suficiente para usarlo bien.

Mientras hablaba con su amigo, el español comenzó a manifestar muestras de cansancio, sabía que estaba ejecutando un hechizo tan terriblemente poderoso que vaciaría su cuerpo de fuerzas enseguida, así mismo sabía que la Condesa, por muy aterrorizada que estuviera, insistiría hasta que él cometiese algún fallo.

Tenía que obligarla a cerrar aquel portal.

No le quedó más remedio, extendió su guante Agnea aún a riesgo de, con ello, perder la concentración, y empezó a concentrar energía en él. La descarga tenía que ser potentísima.

- ¡MAXIMUM DISCHARGE!

Una explosión de energía eléctrica se liberó y fue directa hacia Erzabeth que, negándose a moverse, la recibió de lleno; con satisfacción Luis observó que el vórtice comenzaba a cerrarse y desaparecer hasta tener poco menos del tamaño de la cabeza de un alfiler y liberar el último espíritu, que fue capturado por su Cáncela de las almas, antes de cerrarse definitivamente.

Al cerrarse la esfera y desaparecer, el Fernández cayó sobre sus rodillas, agotado y jadeando, con todo el cuerpo dolorido; miró a su alrededor y vio que el Comisario se levantaba a duras penas y que Erik se arrodillaba para preguntarle cómo estaba.

- No muy bien… - admitió en su respuesta – hay que dominar las energías que permiten realizar este conjuro o el resultado es desastroso para el ejecutor… - respiró profundamente – al menos he logrado anular el Tartaros Phobia…

- Sí – coincidió el pelirrojo, que veía cómo la Condesa se alzaba de nuevo – pero esto no tiene visos de acabar…

Y ciertamente así era, aunque tambaleante la Condesa Sangrienta se levantaba de nuevo, con los ojos inyectados en sangre y una expresión de ira enloquecida coronando su rostro, su aura había pasado del turquesa sucio a un desagradable rojo sanguinolento.

- ¡Estáis acabados, bastardos! – profirió la vampiresa al tiempo que su aura se expandía.

- Je… - articuló el español – Esto no tiene buena pinta… ¿Crees que podrás con ella?

Erik se dirigió hacia su espada, que se hallaba en el suelo, y la empuñó.

- Pueda o no, no tengo otra opción, de modo que allá voy… - echó a correr en dirección a la Condesa - ¡NO SÉ QUE PREPARAS PERO NO TE DARÉ TIEMPO A ACABAR!

Puso toda su fuerza en las piernas para llegar rápido hasta ella y se le abalanzó, en ese momento la imagen de Erzabeth Barthory se multiplicó por cuatro y desapareció, la buscó con la mirada y, al darse la vuelta, vio una especie de llama encapsulada en un orbe de cristal, la golpeó y, como si del contenido de un globo de agua se tratara, el fuego se “derramó” sobre él, quemándole el puño y parte del antebrazo.

- ¿¡Pero qué demonios…!?

Retrocedió algunos pasos hasta que su espalda dio con algo, se volteó y ahí estaba la Condesa, con un gesto de desquiciada locura en el rostro, sintió como si un momentáneo vendaval lo derribara y se vio atacado por cuatro de estas esferas, las evitó e intentó golpearla pero ésta desapareció de nuevo para, acto seguido, reaparecer en su espalda y atraparlo entre sus brazos.

- ¡DISFRUTARÉ PRESENCIANDO CÓMO TU CARNE SE DERRITE! – le gritó al oído totalmente fuera de sí.

Incapaz de liberarse, el Belmont observó con horror como las cuatro esferas lo embestían de nuevo, en un acto desesperado echó su cabeza para atrás con fuerza, golpeándola, y se dobló hacia delante, escuchando cómo los orbes chocaban y estallaban contra el suelo, inmediatamente la Condesa se volatilizó en un banco de niebla y desde puntos indeterminados comenzó a azuzarle más de éstas esferas que Erik, con mucho cuidado, destruía una a una con su Salamander.

Tras el bombardeo, el pelirrojo dio con su rodilla en el suelo, no tanto por el esfuerzo hecho si no por los efectos del Tartaros Phobia, en ese momento Barthory reapareció de nuevo y, riendo como una loca, alzó el brazo izquierdo, ante esto algo le dijo al cazador que debía correr, y apenas dio la primera zancada una serie de afiladas estalagmitas pétreas empezaron a emerger del suelo a toda velocidad allí donde él pisaba, tras algunos minutos de carrera se sintió falto de aire y tuvo que reducir la velocidad, tropezó y se vio a sí mismo empalado, pero una potente descarga eléctrica destruyó la estaca de piedra con una pequeña explosión cuya onda expansiva lo desplazó unos centímetros en su caída. Apenas había levantado la vista cuando vio pasar las botas de su compañero a todo correr, destruyendo los picos de piedra a espadazos y embistiendo contra Erzabeth.

Ésta, al ver que el Fernández se le abalanzaba, invocó las dagas voladoras con las que una vez los atacó, lanzándolas todas a la vez contra el Fernández e invocando cada vez más que el español desviaba a toda velocidad con la Yasutsuna, cuando llego hasta ella saltó sobre su cabeza y la cogió por la nuca con su mano enguantada a fin de propinarle una descarga mortal, pero Erzabeth giró a toda velocidad y, con los dedos engarfiados, lo agarró del cuello intentando asfixiarlo, a lo que él respondió dándole una patada en el estómago y, en su caída, invocando tres orbes relampagueantes que la golpearon de lleno antes de que se teletransportara y cayera sobre él pisándole el estómago y mandándolo a volar con un conjuro de rechazo.

Fue sujetado por Erik antes de caer y, cuando volvieron a mirarla para regresar al ataque, se quedaron lívidos ante lo que se alzaba frente a ellos.

Erzabeth Barthory, con una aguda risa enloquecida, tenía los brazos alzados conteniendo sobre ellos lo que parecía ser un cúmulo de toda su aura sanguinolenta en forma de esfera, acto seguido ésta pasó a convertirse en un fuego fatuo de proporciones gigantescas.

- ¡Su puta madre! – exclamó Erik con los ojos desorbitados.

- Oh, dios mío, no…

- ¡¡¡DESAPARECED DE UNA MALDITA VEZ!!!

Con un movimiento de lanzamiento, la Condesa les azuzó la gigantesca llama que, inexorable, se dirigía hace ellos.

- Oye ¿Tú recuerdas si había algún modo de detener la Genki dama? – preguntó el pelirrojo a su compañero - ¡nos vendría de puta madre!

- Nunca nadie fue capaz de detener la Genki dama en toda la puta serie – respondió Luis mientras miraba el orbe llameante con cara de concentración – los malos eran todos unos negaos.

- Pues entonces – repuso el Belmont mientras echaba a correr hacia atrás - ¡Agarremos al comisario y larguémonos de aquí!

- ¡Ni hablar! – contestó el español mientras lo agarraba del brazo - ¡Más vale que no te muevas de aquí si no quieres salir herido!

- ¿¡Estás loco!? ¡Si no nos largamos no es que vayamos a salir heridos o no! ¡Es que no quedarán ni las cenizas!

El aura del Fernández comenzó a brillar.

- Tú – sonrió – confía en mí.

Para sorpresa de su compañero, Luis alzó su brazo derecho adoptando con su mano la forma de una espada, su aura comenzó a concentrarse justo en ese punto.

- ¿Qué haces?

El cazador sonrió.

- Puede que no te acuerdes, pero antes de mi viaje de entrenamiento a Asia había comenzado a trabajar en una técnica… creo que ya va siendo hora de probarla.

- ¿¡Una técnica!? – exclamó, confuso.

- Si… llevo cinco años desarrollándola… si sale bien mataremos dos pájaros de un tiro.

Sobre sus cabezas el gigantesco orbe llameante había recorrido ya la mitad del camino, Luis abrió sus piernas hasta que los pies, junto con la punta de sus dedos, formaron los vértices de un perfecto triángulo isósceles.

- ¡Ahí van mis últimas fuerzas! – exclamó - ¡¡¡EXCALIBUUUUUUR!!!

Al grito de la espada sagrada bajó la mano como si estuviera propinando un tajo descendente, de la punta de su dedo corazón surgió una pequeña estela dorada que se prolongó a lo largo, describiendo una trayectoria perfectamente recta y cortando por la mitad el fuego fatuo, cuyas dos partes estallaron antes de disolverse en el aire al tiempo que se oía el terrible grito de dolor de la Condesa Sangrienta, ante lo que ambos cazadores respiraron aliviados en señal de victoria, ya que además su presencia pareció haberse desvanecido.

Agotado, Luis cayó sobre sus rodillas, completamente vacío de fuerza y energías.

Ya no podía más.

Por su parte Erik se sacudió las manos y se dispuso a sentarse, los dos sonreían relajados, se sentían con la victoria en las manos hasta que algo los interrumpió.

Un potente grito de ira desgarradora, a medio camino entre el dolor y la locura, alarmados dirigieron la mirada al lugar de procedencia y, lo que allí vieron, les heló la sangre.

Erzabeth Barthory continuaba en pie, con la mano derecha sujetando el hombro izquierdo a partir del cual ya no había nada, encontrándose el brazo, que el Excalibur de Luis había cercenado, en el suelo convirtiéndose lentamente en cenizas. Se retorcía y gritaba de dolor y furia.

- ¡N-No puede ser! – exclamó aterrorizado el Belmont - ¡No se sentía su presencia! ¿¡Por qué está viva aún!?

Luis chasqueó la lengua.

- No la sentimos porque ha agotado toda su aura en ese fuego fatuo gigante – contestó antes de bajar la cabeza y chasquear la lengua – mi Excalibur aún no está lista.

- ¿Cómo?

Guardó silencio por unos instantes.

- La idea de mi técnica es no sólo cortar, si no también destruir. Erzabeth debió haber caído hecha cenizas, pero en lugar de eso sólo le he cortado el brazo… - chasqueó la lengua de nuevo - ¡Mierda!

- Pues tenemos que acabar con ella…

El español negó con la cabeza.

- Yo ahora sí que es verdad que no puedo más – admitió con fastidio – deberás encargarte tú.

Erik asintió y la miró, estaba tan destrozada que no merecía la pena, pensó, pero era demasiado peligrosa como para dejarla rondando por el mundo.

De modo que se abalanzó sobre ella de nuevo, ésta al verlo le apuntó con su mano intentando invocar algún fuego fatuo, pero sólo salió una sencilla que el pelirrojo apagó con una única mano.

Finalmente llegó hasta ella, con su brazo emitiendo un tímido fulgor blanquecino.

- ¡HOLY FIST!

Lanzó el golpe pero no llegó a impactar, ya que la vampiresa se transmutó como pudo en niebla, quedando del inmenso banco en el que se lograba transformar un simple jirón.

- No… - dijo ésta con debilidad – todavía no me vais a derrotar…

- ¿¡Aún quieres luchar!? – le preguntó Erik - ¿Es que no te das cuenta de que ya te hemos derrotado?

- No… - repuso la vampiresa – habéis ganado esta batalla, lo admito… pero en la próxima será muy diferente…

Comenzó a alejarse, pero el cazador echó a correr detrás suya, tras unos pocos metros la voz de Luis lo detuvo.

- ¡Déjalo! – le ordenó éste desde la lejanía - ¡No merece la pena! ¡Ni tú ni yo estamos en condiciones de seguir!

Se miraron el uno al otro en la distancia, la expresión de Luis era severa dentro del cansancio, para el Belmont eso significaba que no había discusión posible.

Se dirigió a él con paso cansino y se sentó a su lado, el Comisario Jacques Rousseau se reunió con ellos al poco, agradeciéndoles el esfuerzo realizado, y el Fernández se dejó caer, tumbándose en el suelo.

La brisa nocturna de París, fresca y agradable, les acariciaba el rostro.

- ¿Crees que deberíamos ir a ayudar a Simon? Tal vez tenga problemas – preguntó el pelirrojo al cabo de un rato.

- Puedo sentir su aura – contestó Luis tras unos segundos de silencio – Aún no ha decaído… dijiste que se las arreglaría ¿no?

Erik asintió.

- Pues que se las arregle, yo estoy hecho migas.

Dichas estas palabras, Erik se encogió de hombros y se tumbó también, contemplando la luna y las estrellas.

Entonces le pareció ver algo en el cielo, como una sombra que atravesaba el plateado círculo de la luna, algo así como un espectro de capa raída.

“Bah” pensó bostezando mientras cerraba los ojos “Habrá sido mi imaginación”

Publicado: 15:57 21/08/2008 · Etiquetas: · Categorías: Delirios y Cabreos Pikmin
La lluvia de novedades en la Games Convention ha sido constante, tanto que he dejado de ser capaz de seguir el hilo creado por De-mon y en lo que va de semana iré asimilando todo lo mostrado para 360, consola que estoy proximo a obtener.

Tras un E3 un tanto descafeinado en general me doy cuenta de que esta feria es su sucesora, ha sido realmente espectacular pero ¿Y nintendo?

Personalmente, no estoy descontento con la gran mayoría de cosas mostradas, no las listaré ahora porque aún estoy por ver todo el material (y sigo esperando el nuevo trailer de Judgment mencionado por IGN), pero creo que la gran ausente aquí ha sido Nintendo.

Una Nintendo que podría haber aprovechado para resarcirse de un E3 que dejó descontenta a la gran masa aficionada (no estoy entre ellos, gracias a dios, aunque me supo a poco), podrían haber traído siquiera concepts o teasers de ese Pikmin 3 mencionado por Miyamoto, más info y videos de Disaster (¡Que sale en nada señores!) o Project H.A.M.M.E.R. (si es que sigue en desarrollo), haber mostrado alguna sorpresita o aparecer siquiera como apoyo de algun juego Third como va a ser el caso de The Conduit en el PAX.

Pero no, se han mantenido al margen.

Lo dije antes de empezar la convención y lo mantengo, Nintendo ha desaprovechado una oportunidad de oro aquí, y esta vez sí que me siento decepcionado, me vale que no vayan a usar más el E3 para anunciarse a los jugadores Hardcore pero ¿por qué no la Games Convention?

Señores, por muy semanal que sea la Famitsu me toca un pelín los cojones depender de los scans, yo quiero vídeos e imágenes como dios manda.

Publicado: 15:55 20/08/2008 · Etiquetas: · Categorías: Saga CastleVania


Estuve por escribir este post en la E3, pero decidí esperar porque me pilló en plena época defendiendo-el-juego-contra-viento-y-marea y me iban a caer palos por todos lados (Vandal rulez, manos)

Ahora Judgment ha salido a la palestra de nuevo en la Games Convention, y creo que va siendo hora de escribir sobre él.

Antes que nada ¿Qué es CastleVania Judgment? Pues ni su propio responsable, IGA, tiene la más mínima idea, ya que lo comparó con Power Stone, pero viendo el trailer y los vídeos la jugabilidad encaja más con la de Saint Seiya Hades de PS2.

Bien ¿De qué tipo de jugabilidad hablamos? No hay más que ver el video para entenderlo, el juego no es un Vs al uso ni un Soul Calibur Wannabe, sencillamente coge los controles de un beat'em up y los pone en mitad de un campo de batalla para fostiarse con un adversario del mismo palo que tú ¿Raro? tal vez, ¿Malo? el concepto funciona de cojones y da como resultado una jugabilidad bastante ágil.

¿He jugado al juego? Nop, pero he viciado tanto a su hermano mayor en PS2 que sé que me voy a hacer con él al instante.

Gráficamente no hablaré, el juego puede dar un salto interesante (o no) aunque a mí ya me parece bueno a nivel de modelado y texturas (me parece, me parece), y sí, también me gustan los diseños.

Ahora bien, aquí ya nos metemos en eso que he puesto entre parentesis en el título, porque aquí nos metemos en una incongruencia bestial, y es que no deja de hacerme gracia los fans que ponen el grito en el cielo porque han cambiado los atuendos de Simon y Alucard y Maria parece una Gothic lolita (¿Y antes no?), a estos "fans" les pregunto: ¿Acaso Ayami Kojima no hizo ya los cambios que le dio la gana al pasar ella a ser la ilustradora? ¿Recordais a los Alucard y Simon originales? ¿Y a Drácula? No, amigos, a mí que vengo de la quinta de NES y soy un fan de la Old School de la saga no me vengais a hablar de cambios, que Ayami Kojima ya cambió radicalmente el estilo artístico de la saga y nadie lloró por ello (aunque a mí me supuso una patada en los huevos, todo hay que decirlo)

Y hablando de incongruencias ¿Por qué sentó/sienta tan mal que sea un Vs? ¿Acaso no fue Symphony of the Night un paso del plataformeo puro al errepegeo con scroll lateral, cargándose así tantos y tantos elementos típicos de CastleVania (trampas que matan de un toque, pozos sin fondo, enemigos estratégicamente colocados para joder, los "pisos", etc)? ¿Y qué me decís del concepto de los CastleVania 3D de IGA? ¿Acaso puede llamarse eso "CastleVania"?

Personalmente, a veces me pregunto qué se pensaría de este juego si estuviera en PS360 (ya sabes, GRAFICAZOS y tal)

Seguro que la actitud al respecto sería bastante diferente (casualmente, todos los que arremetieron contra este juego jodiendo el post oficial no querrian una Wii ni en pintura - salvo muy escasas excepciones -)

En fin... ahí queda mi opinión, pasada la GC abriré un nuevo Post Oficial, estoy bastante ilusionado con este juego y bueno, a ver si ahora haceis como con el Dead Rising y le meteis palos... en los posts de imágenes =3

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Mi niña, espero que te recuperes pronto, no te rindas, te quiero.

Publicado: 23:01 01/08/2008 · Etiquetas: · Categorías: Reflexiones de un friki : Delirios y Cabreos Pikmin


Hoy ha visto la luz en el servicio de descargas Wiiware el juego Defend your Castle de X-gen, un juego que desde el primer día ha tenido una pinta graciosa y ha resultado interesante para muchos... hasta que descubrieron la primigenia versión Flash.

Y es que Defend your Castle proviene del juego del mismo nombre realizado por la misma compañia, X-gen, desarrollado en Flash y totalmente gratuíto; esto, la verdad, dejó el interés de muchos por los suelos.



El juego por fin ha salido y ¿merece la pena? Bueno, yo, que soy uno de los que aún lo esperaba, me he dejado en él el equivalente al precio de un juego de NES en la Consola Virtual, 5 € ¿Es un juego simple? Sin duda ¿Es un juego poco trabajado? No, por dios.

La mecánica de Defend your Castle es bien sencilla, y el mismo nombre del juego lo dice, defender tu castillo, para ello, como si de una especie de dios se tratara, debes coger con tu onmipotente mano a tus enemigos y espanzurrarlos contra el suelo, en unos 15 días que llevo jugados he visto aparecer los siguientes energúmenos:

Invasor: Un hombrecillo que se acerca a las puertas del castillo y las golpea patéticamente con el objetivo de derribarlas.

Ariete: Pues eso, un invasor con un simpático ariete con forma de medio palo de helado, son más lentos pero pegan fuerte.

Talibán: Llevan una rueda roja que no es otra cosa que una bomba, estallan al tocarlo y son la clave para deshacerse de los...

GIGANTES: Bicharracos la hostia de grandes con una chapa de refresco por cabeza que echan abajo las puertas del castillo a patadas, pesan demasiado para levantarlos, de modo que sólo las flechas, hechizos y hombres bomba pueden sacudírtelos de encima.

Pero si aquí se acabara todo sería muy triste ¿cierto? para ayudar un poco a variar esa jugabilidad de agarra-levanta-suelta están las mejoras del castilo, que van desde la reparación y fortificación de las murallas hasta la compra de diversas ayudas, que no serán útiles si no compras el pozo de conversión, un simpático bote de pintura azul (tu color) en el que puedes lanzar soldados enemigos que acabaran peleando a tu lado desde cualquiera de las cuatro torres (mantenimiento, arquería, magia y artillería)

Huelga decir que día a día la dificultad aumenta de forma pasmosa, llegando al punto en que las oleadas de enemigos son tan continuas que no te dejan un momento de respiro, son cada vez más rápidos y te obligan a pensar muy deprisa.

¿Pensar? Pues sí, el pozo de conversión tiene un "defecto" que te obliga a plantearte muy bien tus estrategias: es lento, puede convertir a unos cuatro soldados al día como máximo y puede puede contener a unos 10 o 12 soldados convertidos, que estarán ahí hasta que los envíes a morir contra los gigantes o los asignes a cualquiera de las 4 torres. Por supuesto siempre es bueno tener alguno de reserva por si aparece uno (o dos) de esos colosos, por lo que cuando el ritmo empieza a crecer tienes que pensar muy bien el próximo paso a dar, cuanto más rápido mejor, y has de estar pendiente de cuando esté el pozo de conversión disponible, toda oportunidad es única.

Los gráficos son simples, pero graciosetes: trazos de cera, cartulinas recortadas, hilos, chapas, botones, palos de helado y otros elementos caseros hacen que cada partida sea un pequeño festín para la vista y en ocasiones te arranque una sonrisa; el sonido también tiene su aquel, y es que si poneis atención descubrireis que el 90% de los efectos están hechos con voz (las explosiones son muy buenas y al mismo tiempo canta que no veas, pero te partes el pecho)

El juego está en inglés, pero no es algo que se necesite especialmente una vez sabido lo básico.

En conclusión ¿5 €? es hasta barato, yo me lo ha bajado y cuando me he querido dar cuenta ya había pasado una hora, diversión constante y sonante por una cantidad irrisoria (y eso que aún no he probado el multiplayer), yo es que ni me lo pensaba, compra recomendadísima.

Prelude of Twilight

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