Categoría: CastleVania: Twilight Rhapsodia Publicado: 11:25 17/10/2015 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
¿Recordáis mis largos hiatus entre capítulos a veces? ¿Cuanto llegó a durar el más largo? ¿Un año? ¿Año y medio quizá? ¡Pues han pasado casi 4 años desde el capítulo 100! ¡Toma ya!
En realidad este y el siguiente llevan un tiempete escritos, pero había decidido abandonar el blog, no obstante en realidad no me motiva escribir si no tengo donde publicarlos, y los foros donde lo hacía desaparecieron hace ya mucho tiempo así que... volvamos por estos lares. Así en plan resúmen, la batalla de Nôtre Dame está en su punto álgido, el aparentemente derrotado De Rais se ha alzado con una nueva forma y poderes renovados, y la misteriosa lancera ha resultado ser no otra que uno de los dos cazarrecompensas perseguidores de Claire así como la madre de François: Sapphire LaForeze. A pesar del largo tiempo transcurrido, espero que lo disfrutéis ----------------------------------------------------------------------------- Trezier di Spirit Las miradas de todos los presentes se centraron en François, incluso Claire dejó por un momento de mirar con odio a la lancera cuando escuchó la relación que había entre ambos. - ¿¡Madre!? - Tu... ¿Madre? Simon y Luis estaban a su espalda, de modo que no podían ver el rostro de su compañero, pero su sorpresa se habría acentuado al contemplar el creciente gesto de odio del Lecarde. Naturalmente, ellos no conocían la historia. - Entonces es verdad - Articuló, cerrando su mano sobre el asta de la lanza Alcarde - ¡TÚ has atacado a Elisabeth! - Así es - Asintió Sapphire con algo de orgullo en su voz. - Por... ¿Por qué? - Estorbaba - Respondió inmediatamente - Ni más ni menos. - ¡No me lo creo! - El aura de François se incendió - Eres... - Dudó un segundo, hasta que finalmente recordó su conversación con Luis y Erik - Forjadora de demonios ¿Verdad? Si querías llevarte a René podrías haberlo hecho sin atacar a mi esposa. Sapphire rió con suavidad. - No, hijo, no lo comprendes, ella no me estorbaba para raptar a René, estorbaba - ralentizó su voz, casi como si quisiera grabar a fuego cada palabra en el cerebro de su hijo - como estorbaba tu padre... Miradas de nuevo centradas en Fran, cuyo odio parecía crecer exponencialmente. Ante la incomprensión de sus tres compañeros, el Lecarde no tuvo más remedio que dar una escueta explicación. - Ella mató a mi padre - Articuló - cuando yo era sólo un bebé. Mis abuelas me rescataron. - ¡Otro estorbo más! - Exclamó ella mientras su labio superior se arqueaba en un acentuado gesto de asco. - ¡Estorbos! ¡Estorbos! - Clamó él, harto - ¿¡Por qué todos te estorban!? Nadie hablaba, nadie decía nada, Simon y Luis escuchaban atentamente en busca de la explicación que sus mentes demandaban casi a gritos mientras Claire permanecía alerta, atenta a cualquier señal para iniciar el ataque. - Nadie te dijo nada ¿verdad? Las viejas Lecarde no querían que supieras... - Mientras la observaban el Belmont se dio cuenta de algo: Las expresiones faciales de Sapphire LaForeze eran exageradas, recordándole a cierto payaso de los cómics DC que coleccionaba su hermano. En sus ojos podía adivinarse cierto destello de locura - Todos son obstáculos: Tu padre, tu mujer, tu hijo, tus abuelas... Todos están ahí para impedir que tú y yo nos reunamos y estemos juntos. - ¿¡Estar juntos!? - El francés estalló - ¿¡Y para qué iba a querer estar yo contigo!? ¡ASESINA! - ¿Para qué? - Sonrió de nuevo, esta vez con una expresión extraña que mezclaba ambición y ternura, mientras extendía los brazos al frente - Para poseer esto, hijo mío. Entre sus manos empezó a generarse una extraña esfera energética que brillaba con una poderosa luz negra, lo más raro de todo es que aquella energía no provenía de su interior, si no que la estaba extrayendo del propio ambiente. Aquella exhibición hizo que la sangre de Simon comenzara a bullir, Claire por su parte empezó a temblar, mientras intentaba contener el temor incipiente. - E-ese poder... - Articuló ella. - ¿Qué es eso? - Alcanzó a preguntar François, arrancando una pequeña carcajada a su madre. - Esto, tesoro, es sólo una pequeña muestra del poder de un forjador de demonios - Empezó a mover sus manos, manipulando la esfera - Podemos moldear cualquier energía que esté a nuestro alcance, no sólo la nuestra propia - Finalmente la contuvo en una sola mano, mientras giraba sobre sí misma - El propio odio que veo en tus ojos está alimentando esta masa de energía. Te... ¿Interesa? - Me estás ofreciendo que me una a ti... para poseer ese poder. - Eres mi hijo - Agregó ella - Por tus venas también corre la sangre de Isaac LaForeze, lo llevas grabado en tu propia alma, François. Si te unes a mí - De nuevo ralentizó su voz, definitivamente parecía querer taladrar la mente del muchacho - nadie nos separará esta vez... El aura de François cambió y, al igual que ocurre con la de Erik, se transformó en una intensa llama verde, si las miradas matasen Sapphire habría quedado reducida a pulpa en menos de un segundo. - Mataste a mi padre - Comenzó a enumerar mientras adoptaba una posición de combate adelantada, empuñando la lanza - Has dejado medio muerta a Elisabeth y has raptado a mi hijo para que sea torturado y asesinado por Guilles De Rais... ¿¡Y QUIERES QUE ME UNA A TÍ!? - El ardor de su aura se intensificó tal y como si hubieran echado gasolina a una hoguera - ¿¡CREES QUE VOY A PASARTE POR ALTO ALGUNA DE LAS COSAS QUE HAS HECHO!? ¡¡¡ERES ESCORIA!!! Aquellas palabras cambiaron el rostro de su madre, cuya expresión se volvió seria de repente. - ¿No quieres? - Preguntó con un deje de severidad en la voz- Vaya... entonces parece que tendré que convencerte yo misma... Sin variar un ápice su mirada pareció aplastar y absorber la masa energética con la misma mano que la sostenía para, acto seguido, lanzarla en un poderoso movimiento similar al del lanzamiento de una pelota de baseball. François se preparó para recibirla, pero en ese momento una mano tiró de su espalda y, antes de que se diera cuenta, Simon se había situado delante suya, deteniendo el impacto con una cruz defensiva, no obstante la sorpresa llegó cuando la impenetrable barrera sagrada del Belmont estalló en mil pedazos y éste, por la pura fuerza del impacto, fue empujado hacia François, que lo sujetó a pique de caer al suelo él también. - ¡Simon! ¿¡Estás bien!? - ¡Simon! - Simon ¡Aguanta! El muchacho se levantó como pudo - con ayuda de su cuñado - y encaró a la forjadora, jadeando de dolor y agarrándose el pecho con la mano, levantando con ello los temores del Fernández de que su herida se hubiera vuelto a abrir. - ¿Qué... era... eso? - Preguntó - Nunca he visto... algo así... - Ha usado la energía que flota en el ambiente para atacarnos - Explicó Claire, lívida - Este lugar está cargado... Si ha podido hacer eso con algo tan pequeño ¿Qué podrá hacer cuando luche en serio? François estaba atónito, nunca vio nada parecido cuando se enfrentó a ella en el umbral del estudio de Brauner ¿Es que entonces no luchó en serio o qué? - Ese es... ¿El poder de un forjador de demonios? - Aunque era una pregunta lanzada al aire, sus ojos estaban clavados en Sapphire. - Sólo una fracción minúscula, hijo - Respondió ella - ¿Qué te ha parecido? ¿Lo quieres? Aún no es tarde para que aprendas a usarlo. - ¿Usarlo? - Volvió a empuñar su lanza con ambas manos, recuperando la posición de ataque con la pica adelantada a la altura del pecho, sus ojos se habían llenado de determinación - ¡Lo que voy a hacer es destruirlo! Entre tanto, mientras en la superficie un combate estaba por comenzar, en las profundidades de la Catedral del Dolor otro ya había visto sus primeros compases, y Erik se hallaba en el suelo después de haber encajado algunos impactos de aquel monstruoso De Rais. - ¿¡Y bien!? ¿¡Qué ha pasado con toda esa fuerza y arrogancia de antes!? El Belmont, que había caído boca abajo, se incorporaba poco a poco mientras Guilles lo miraba con aquellos altivos ojos sin pupila, la estancia había recuperado su iluminación mortecina, por lo que ahora podía contemplarlo bien. La nueva forma del Lord estaba demasiado lejos de lo que pudo haber sido minutos antes un cuerpo humano, la piel blanquecina había dado paso a un pellejo apenas hidratado y con una coloración más cercana a la podredumbre que cubría un cuerpo extremadamente alargado y raquítico, casi arácnido, sostenido por unos músculos atrofiados sólo notables en piernas y brazos, ya que todo lo demás era puro hueso. Pero no era el cuerpo lo único que había cambiado, el hermoso y andrógino rostro era ahora una cabeza desprovista de cualquier rastro de pelo, ojos sin pupila hundidos en las cuencas y colmillos sobredimensionados que casi parecían no caber en su boca. Una ver erguido, con la mano derecha en el estómago y un hilo de sangre cayéndole por la comisura de los labios, el pelirrojo clavó sus ojos en los de De Rais. - ¡Así que éste era el as que tenías bajo la manga! - Resolvió con una sonrisa mientras frotaba su abdomen, donde antes había sufrido el envite de la huesuda mano del vampiro - Tu verdadera forma... Claro, eres un Lord, debí haberlo previsto. Teóricamente todo vampiro tenía una forma verdadera escondida bajo su apariencia de humano, pero hasta donde recogían las crónicas sólo los llamados "Lores vampíricos" eran capaces de recurrir a ella y así emplear sus capacidades al 100%. De todas, la de Drácula era siempre la más poderosa, así lo registraron sus antepasados. Lo que tenía delante era, por otra parte, bastante decepcionante, aquello era poco menos el retorcimiento de una forma humana, un hombre consumido convertido en poco menos que una araña erguida con tan sólo 4 patas aunque claro, debía reconocer que pegaba duro. En su observación no olvidó emplear el ojo de la verdad, tenía la impresión de que el cuerpo de De Rais no era lo único que se había regenerado, y tenía razón: De su espalda ahora emergían no dos, si no cuatro brazos espirituales que completaban la impresión de encontrarse frente a una desproporcionada araña humana; aquella visión bastó para hacerle tragar saliva, y el vampiro lo notó. - ¿Preocupado, chico? - Preguntó con altivez - No - contestó el muchacho, volviendo a ponerse en guardia - más bien es que me dan asco las arañas - Envolvió su puño derecho en energía y llamas, mientras lo adelantaba un poco más - Voy a espachurrarte contra el suelo y acabar con esto de una vez. De vuelta a la superficie, las puntas de las lanzas de François y su madre forcejeaban entre sí, haciendo saltar chispas por la fricción del metal, el Lecarde había dado orden a Simon, Luis y Claire de mantenerse al margen del combate pero, dado el desarrollo de los acontecimientos, les resultaba particularmente difícil. Pasaron unos pocos segundos hasta que Sapphire levantó su asta con violencia, acabando con el encontronazo y desequilibrando a su hijo que, viéndose desprovisto de guardia, saltó hacia atrás la distancia justa para no acabar ensartado en la pica negra, respondiendo a esto balanceando la suya en horizontal y dando un paso adelante, mientras en su mano libre empezaba a nacer una débil llama verdosa. - ¿¡La llama celestial!? ¡Ni tu padre podía usarla! - Espetó la invocadora - ¿¡Crees que tú sí!? - ¡Ponme a prueba! Las picas chocaron de nuevo en una estocada lanzada por François que su madre desvió hábilmente, adelantándose de nuevo y, en un inesperado movimiento, alcanzando al joven con un puñetazo certero en el rostro que lo desequilibró, continuando su embate con una estocada que falló, dejando una herida leve en el torso del Lecarde. - Os subestimé aquella noche - dijo la mujer mientras adoptaba una pose de guardia - y dejé que me aplastarais. Hoy no pasará, te romperé todos los huesos y - dibujó en su rostro una momentánea sonrisa demente - te llevaré conmigo. - En... tus sueños - Con la lanza empuñada y oprimiendo la leve pero dolorosa herida, el joven se forzó a recuperar el equilibrio - ¡No pienso ir a ninguna parte! - ¡No me desobedezcas! François se preparó, esperaba un nuevo lanzazo pero, en su lugar, la vio alzar el brazo y sintió condensarse una poderosísima masa de energía que reconoció enseguida como la misma que encajó Simon con anterioridad, intentó localizarla para esquivarla pero, para su terror, la sentía en todas partes. Qué demonios... - ¿¡Desde donde iba a atacar!? Apenas había decidido qué hacer cuando algo, una deflagración potentísima e invisible, lo golpeó desde el costado izquierdo, derribándolo mientras sentía crujir las articulaciones de su brazo y alguna que otra costilla. Cuando dio con sus huesos en el suelo estaba aturdido, tanto como Simon y Luis - No así Claire, que ya parecía conocer aquello. - ¿Y bien? - preguntó Sapphire desde su lugar, mirándolo con superioridad - ¿Qué me dices? La respuesta de su hijo no se hizo esperar: Silencio, acompañado por un escupitajo de desprecio al suelo, lo que endureció el gesto de la mujer. - ¿¡Estás viendo el alcance de este poder y aún te niegas!? ¡Estúpido! Sintió de nuevo cómo la energía ambiental se condensaba en un punto indeterminado y sencillamente se preparó para recibir el impacto, pero éste nunca llegó, lo que sí llegó a ver fue una extraña ondulación en el aire, contenida por una extraña burbuja que, al reventar, liberó una ráfaga de aire helado. - Q... ¿Qué? - Se preguntó el francés, atónito. - ¿Oh? - La forjadora sonrió súbitamente y desvió la mirada de François, subiéndola hasta centrarse en el trío de cazadores que observaban el combate desde la relativa lejanía, clavándose especialmente en Claire, cuyos ojos habían cambiado el temor por el desafío - Qué habrá sido eso? - añadió distraídamente. Una nueva concentración de energía los puso a todos en guardia, y tres pares de ojos se abrieron como platos cuando, de repente, la joven británica tiró con fuerza de Luis y se colocó justo donde se encontraba él, cruzando los brazos en posición defensiva justo cuando un nuevo estallido invisible se producía en aquel lugar, casi haciéndola caer de bruces. - ¡Claire! ¿¡Estás bien!? - Simon y Luis reaccionaron al instante, la fuerza del ataque había sido tal que había reabierto la brecha que la joven se había hecho en la cabeza minutos atrás, sangrando de nuevo; antes de que llegaran a dar un paso para atenderla, ella los detuvo con un gesto de su mano. - Puedes sentirlos... - Observó Sapphire, sin retirar sus ojos de la cazadora. - No, Sapphire: puedo verlos, - corrigió la Simons - alguna ventaja tenía que tener llevar dos años huyendo de ti. - ¿Y hoy no huyes? ¿Esta noche, que no voy a por ti, quieres combatir? Claire se llevó la mano derecha al rostro y limpió la sangre que se vertía perezosamente de la herida, después la miró en su mano y reflexionó, no hacía mucho que había interrumpido un combate con Erik para escapar de Drake y Sapphire, pero ahora sentía que quería abatirla a toda costa. Progresivamente, mientras pensaba, el aire a su alrededor se enfriaba más y más, hasta que la propia cazarrecompensas acabó exhalando vaho. François, que ya se había erguido de nuevo, la miraba con una mezcla de desconcierto e interés. Cerró el puño manchado con su propia sangre y exteriorizó su aura, de un blanco azulado casi cegador. - Te ayudaremos - Decidió el Fernández - Esta tía ha podido con la cruz defensiva de Simon, no puede ser normal. El Belmont asintió a las palabras de su cuñado y empuñó el látigo, pero ella los detuvo rápidamente. - ¿Y quién va a cuidar del niño? - Respondió la joven al instante - Gracias, pero prefiero que os quedéis fuera de esto. No olvidéis a qué hemos venido. - ¡Pero si has acabado hecha polvo mientras escapábamos de la catedral! - Protestó Simon - ¡No estás en condiciones! - Mejor que tú sí que estoy - replicó ella, dirigiéndole una sonrisa burlona - Vosotros haceos cargo de René - Añadió mientras echaba a andar - Ahora me toca a mí combatir. Claire llegó a la altura de François con parsimonia - pero decisión - y se colocó unos pasos por delante de él, no sin darle antes una palmada amistosa en el hombro. - Entiendo las razones por las que querrías enfrentarte a ella tú sólo - Dijo al Lecarde desde su posición - Pero yo también tengo las mías, y entre los dos tendremos más posibilidades. - Tranquila - Respondió él - No suelo monopolizar a mis rivales, eres bienvenida. La muchacha esbozó una sonrisa mientras Sapphire, lanza en ristre, adoptaba una pose de combate, con la lanza firmemente sujeta apuntado a los dos cazadores, las piernas flexionadas y apuntaladas en el suelo y la espalda recta. - ¿Dos contra uno? ¿No contradice eso las normas de la hermandad? - Espetó la invocadora, burlona - Bueno... Tampoco es que sea un gran problema - añadió, encogiéndose de hombros. Con el combate a punto de dar comienzo, Claire comenzó a alzar ambos brazos mientras el frío a su alrededor se intensificaba y pequeños cristales de hielo comenzaban a materializarse en el aire junto a una niebla cada vez más espesa; desde aquella posición nadie más que Sapphire podía ver sus ojos, cargados de decisión y afán combativo. "Needle Spike" Cuando la niebla había alcanzado tal densidad que los cazadores habían quedado ocultos a los ojos de la forjadora, una lluvia de flechas heladas emergió de ésta con tal rapidez que Sapphire se vio obligada a hacer girar su lanza a gran velocidad para protegerse, no había terminado aún su maniobra defensiva cuando François apareció ante sus ojos lanzando una estocada que evitó desplazándose ligeramente hacia la izquierda, momento en el que una pierna helada la golpeó en pleno rostro, en la mejilla derecha, mandándola a volar, y habría dado con sus huesos en el suelo de no haber dispuesto de su asta para equilibrarse al caer. Al alzar la vista al frente encontró a sus dos adversarios avanzando hacia ella. Los ojos de Claire no se parecían en nada a los de la chica asustadiza a la que había dado caza hasta aquel día. - ¡Por fin veo a la guerrera a la que todos temen! - Exclamó la mujer mientras recuperaba la posición de guardia - ¡Vamos, ven! ¡Te voy a bajar los humos, zorrita! En la catedral del Dolor, Erik contenía con cierta dificultad uno de los puñetazos del renovado Guilles de Rais; la criatura, alta como era, podía generar presión suficiente como para ponerle en apuros, pero eso estaba lejos de bastar. - ¿¡Qué pasa!? ¡Creí que ibas a espachurrarme contra el suelo! - El aspecto de la sala, ya de por sí destrozada, evidenciaba que el combate que había tenido lugar había sido virulento, el Belmont lucía de nuevo el ojo de la verdad y había podido contrarrestar sin problemas los envites de los cuatro brazos espirituales - Si esto es lo mejor que puedes hacer... - Pasó de contener el puño de De Rais a engarfiarlo con sus dedos, empezando a tirar de él - ¡YA HE GANADO ESTE COMBATE! Devolvió su largo brazo al engendro, lanzándolo con todas sus fuerzas y mandándolo a volar, el Lord cayó al suelo con un gran estruendo y se levantó con rapidez. Su resistencia no tenía nada que ver con la de su forma humana. - No tienes nada que ver con los cazadores a los que me he enfrentado en todos estos siglos - Admitió De Rais - Ni siquiera Cornell tendría nada que hacer contra ti - Apretó sus puños, tanto los físicos como los espirituales - ¡Eres un monstruo! El pelirrojo echó a correr hacia su adversario, cargando su puño derecho con energía escarlata, pero se vio rápidamente frenado por uno de los brazos espirituales, que se vio obligado a desviar con su mano izquierda antes de evitar otro que le atacó por el costado derecho. - ¡Tú llamándome monstruo! - respondió mientras corría - ¡Ironía en estado puro! Evitó otro ataque más y alcanzó al Lord, lanzando el puño directamente a su estómago - o donde se supone que este debía estar - sólo para encontrar la férrea resistencia de su propia piel. Se retiró de un salto, todos los intentos que había llevado a cabo habían tenido el mismo resultado, De Rais podía poseer una fuerza física cuestionable, pero su resistencia, en aquella forma, estaba fuera de toda duda. ¿Dónde estaba el truco? Rechazó con sendos puñetazos dos brazos espirituales que se lanzaron a aplastarlo y giró para evitar una tercera mano mientras seguía pensando, el fuego tampoco había tenido mucho éxito, y si eso no funcionaba ¿Con qué podría dañarlo? - ¿Eso es todo lo que tienes? - Preguntó el Lord tras una leve risita - Porque estoy empezando a cansarme de jugar. - ¡Anda, qué casualidad! - Contestó el pelirrojo - ¡Yo también! Erik se vio obligado a protegerse de una súbita corriente de aire proveniente de su adversario, si bien no le sirvió de gran cosa, ya que cubierto o no aquella brisa le hizo sentir una sensación parecida al Tartaros Phobia de Erzabeth Barthory, aunque sin el frío mortal invadiendo su cuerpo, sencillamente tuvo la sensación de recibir una paliza en tan sólo unos segundos. Manteniendo la pose como pudo, respondió de un modo similar, proyectando una ola de aire calentado con su propia aura que golpeó a De Rais. Este no se cubrió, recibiendo estoico el ataque. Pero aquel intercambio fue sólo una provocación del Belmont, una burla a su intento de intimidación, no había terminado el vampiro de recibir el aire hirviente cuando Erik se abalanzó contra él, exteriorizando su aura escarlata mientras preparaba un ataque real, aún sin tener ni idea de cómo podía dañarlo. Lo primero a lo que tuvo que enfrentarse en su carrera fue, una vez más, aquellos malditos brazos espirituales tan molestos, los evitó con soltura y rechazó el contraataque de uno de ellos con un solitario puñetazo, apenas había llegado a la altura del vampiro cuando sintió que una extraña neblina negra lo envolvía, por lo que se detuvo en seco. - ¿¡Qué...!? - Te dije que se acabaron los juegos, chico - Lo interrumpió De Rais - Debiste haber acabado conmigo en lugar de torturarme - Dibujó una sonrisa sádica en su rostro - Creo que es hora de devolverte la humillación... Erik se puso a la defensiva mientras sentía una extraña presión cernirse sobre él, no era algo físico, ni siquiera un ataque, sólo... "Increíble" pensó "¿Esto es un Lord?" La presencia de De Rais había llenado toda la sala, aquella neblina había cegado por completo su visión y el vampiro parecía crecerse en la oscuridad. No era una repugnante araña gigante, ya no. Y entonces, llegó. La bruma se condensó sobre él, paralizándole y, de algún modo, arrebatándole la sensibilidad. El pelirrojo tardó en reaccionar a aquello, en sus años de servicio como cazador no se había enfrentando nunca a algo así, no obstante, no era suficiente; en respuesta a aquello hizo arder su aura desde su estómago, como un implacable fuego que expulsaba la oscuridad y le devolvía el calor. La potencia de su aura era tal que no sólo expulsó la neblina de su cuerpo, si no que también la disipó, pudiendo ver uno de los puños fantasmales abalanzándose sobre él. Respondió a ello con un Dragon Punch en prevención de la potencia de aquella nueva forma y no se equivocó, una respuesta inferior le habría hecho perder en el intercambio, pero su ataque estrella mandó aquel golpe a volar. "Vale, ha conseguido intimidarme ¿Ahora qué?" Más arriba la lucha entre Claire y François contra Sapphire continuaba bajo la atenta mirada de Simon y Luis. El lugar de la contienda ahora estaba atestado de placas de hielo, quemazones y roturas, la forjadora había logrado mantener la compostura frente a los ataques combinados de los dos cazadores, por lo que el combate parecía estar ahora en un estado de empate. - ¿Estás bien? - preguntó la joven, en posición adelantada, al Lecarde. - S-¡Sí! - El francés, unos pasos detrás de su compañera, empezaba a jadear - ¡Puedo seguir! - Quién me iba a decir que podrías plantar cara, niña - Sapphire, totalmente relajada, apoyó el asta de su lanza en el suelo - Aunque... estás un poco lejos de poder hacer algo contra mí ¿No crees? El frío empezó a condensarse una vez más alrededor de Claire. - Haz algo tú contra mí, pues - Respondió la joven con sequedad. - ¡Ja! - La madre de François extendió la mano y, una vez más, sintieron la magia ambiental condensarse en un punto indeterminado, el cual no se esclareció hasta que fue demasiada tarde, y la muchacha sintió una explosión a sus espaldas, metros más atrás. - ¡Simon! ¡Luis! Cuando se dio la vuelta encontró a los dos cazadores, tan sorprendidos como ella, con sus mejores defensas en alto, el Belmont de hecho se había adelantado y absorbido gran parte el daño con su Deffensive Cross, agrietada y apenas brillante tras el estallido. ¡Y pensar en todo lo que había soportar a esa defensa desde que entraron en Nôtre Dame! Claire no se contuvo tras aquello, con un grave y ronco grito de rabia inimaginable en ella alzó ambos brazos invocando con ello un torrente de estalagmitas metálicas que emergieron del suelo en dirección a Sapphire, la cual solamente clavó su pica en el suelo, deteniendo el ataque al instante sólo para encontrarse, al desvanecerse la última cuchilla, a Claire embistiéndole a toda velocidad. - ¡Qué osada! - Exclamó lanzando su mano libre hacia delante y provocando una pequeña explosión mágica frente a la cazadora, que la ignoró recibiendo el daño por completo. - ¡Yo también sé hacer eso, Sapphire! - Con estas palabras lanzó un cuchillo a la forjadora, la cual lo recibió sin inmutarse siquiera, pero la atacante añadió algo al final - ¡FORCE CANNON! Aquello la cogió de improviso, Sapphire no tuvo tiempo de protegerse y recibió de lleno el envite de la daga, que al impactar estalló en una pequeña explosión azul con una fuerza tremenda. - ¡HAIL CRYSTAL! - Sin dejar recuperarse a su adversaria, la muchacha lanzó otra técnica mientras seguía avanzando, en esta ocasión la forjadora vio cómo la humedad a su alrededor se condensaba, formando cristales de diferentes tamaños que se pegaron a su cuerpo hasta cubrirla por completo - ¡¡BLAST!!! - Con sólo una orden, las formaciones gélidas explotaron. - Aún no... - Al ver que su adversaria reaccionaba tras el Hail Crystal, Claire añadió otro ataque a su ofensiva - ¡¡¡BLADE SERPENT!!! - Lanzó una simple daga, pero según esta avanzaba en el aire multitud de ellas se generaban en su cola, adoptando la formación un aspecto similar al de una serpiente acuática que se movía implacable hacia su objetivo. Pero este último ataque no impactó, Sapphire lo disipó con un sólo estoque de su lanza, sin embargo, para cuando eso hubo ocurrido, la cazadora ya estaba allí, y le propinó un puñetazo en la cara que la hizo retroceder unos cuantos pasos. - ¿¡Atacas a alguien que se ha quedado fuera del combate!? - preguntó, furiosa - Y lo que es más ¡Sabiendo que tu nieto está con ellos! ¿¡ES QUE QUERÍAS MATAR AL CRÍO!? - ¡Querida! - La aludida dejó escapar una risilla - Ese crío morirá de todas formas, lo he traído aquí para eso. - ¡ES TU NIETO! - ¿Crees que me importa...? No dio tiempo a hablar más, una estela metálica pasó al lado de la muchacha como una centella y, de hecho, la forjadora tuvo que hacerse a un lado para esquivarla, viendo como se clavaba en el suelo con una fuerza abrumadora lo que resultó ser la lanza Alcarde. Apenas un segundo después François aparecía a su lado, empuñándola y derrapando para detenerse y adoptar una posición de ataque. - ¿Oh...? - Sapphire mostró interés, especialmente después de ver el rostro de su hijo. Rayaba la furia homicida. - Así que ahora vais con todo ¿Verdad? Claire se hizo a un lado para esquivar el ataque que sobrevino a esas palabras, pero contra lo que esperaba resultó ser François quien atacó con un lanzazo largo, sujetando el asta por la punta en un movimiento largo y potente que su madre también esquivó pivotando sobre su lanza y esgrimiendo esta en un balanceo horizontal que el hijo detuvo creando una llama celestial en su mano libre que empleó como escudo. La muchacha aprovechó esto para agarrarla del hombro, tirar de ella y sacudirle un puñetazo, poniendo acto seguido su otra mano en el abdomen de la mujer e intentando provocar una congelación antes de que esta la alejara de una patada. Abajo, Erik embestía a De Rais con todo tu ser, hasta ahora el Lord había sido capaz de mantenerlo a distancia y los golpes del Belmont no habían funcionado sin importar que los acompañara de energía, fuego o aura, incluso el Holy Punch no parecía tener efecto. Aparentemente, De Rais se había acorazado. Llevaba un rato observándole, su ojo de la verdad había agotado sus pequeñas reservas de poder mágico tres veces ya contando la batalla anterior, no había podido ver nada extraordinario con él, pero sí había aprendido los patrones de ataque del Conde, de modo que ahora era sólo cuestión de reventar aquella "armadura" Durante la embestida rodó un par de veces para evitar ataques súbitos de las cuatro manos espectrales, en más de una ocasión se había visto ya frenado por ellas, eran una molestia capaz de detener sus embates, pero no podía anularlas sin poner en peligro la estructura de la catedral y a sí mismo, y no podía arriesgar sin tener segura la caída del Lord. Cuando llegó hasta él desenvainó su Salamander y, en un movimiento Iai, le propinó un espadazo en el vientre con todas sus fuerzas. De nuevo, nada, y la espada expelió una llamarada al estar expuesta al aire. - ¿¡Y ya está!? - De Rais intentó sacudirle un puñetazo que evitó con facilidad - ¡Soy un hijo de la noche, idiota! - profirió - ¡La oscuridad me protege! "La oscuridad ¿Eh?" Erik miró su espada, la luz de las llamas era tan potente que iluminaba el espacio en que se encontraban los dos contrincantes. Lejos de eso, dominaba la iluminación mortecina que decoraba la Catedral del Dolor. Vio venir otro golpe, esta vez con dos de las cuatro manos espirituales, las rechazó y atacó con un tajo y un puñetazo que, una vez más, no tuvieron efecto. Sólo por experimentar decidió probar algo más: Preparó un Dragon Punch y lo hizo pasar por el fuego de su espada antes de lanzarlo, no esperaba nada, pero para su sorpresa el gesto de De Rais cambió, sólo levemente, y retrocedió un paso. Un paso. El Belmont abrió los ojos como platos antes de ser mandado a volar por un golpe de tal potencia que lo hizo dar una vuelta en el aire y caer sobre su rostro. Cuando alzó la testa esperaba ver una mueca burlona por parte de la criatura, pero en lugar de eso encontró unos ojos llenos de odio. Le había dolido, era obvio. ¿Qué había hecho? Había combinado su Dragon Punch con el fuego de la Salamander y... - ¡Ah! El fuego no produce luz suficiente, su aura y su energía tampoco, y su Holy Punch estaba lejos de ser perfecto, pero tenía algo que combinaba todo eso, o casi todo. Sí, aquello casi le da la victoria - y casi mata a Claire - en su combate contra Luis, merecía la pena intentarlo. Rápidamente adelantó su pierna derecha e inclinó el cuerpo hacia delante, tensó los músculos y sintió crecer sus fuerzas. La Forma Ofensiva había tenido éxito. Vio a De Rais reaccionar, una andanada de flechas oscuras se precipitó hacia él con una velocidad vertiginosa, pero era demasiado tarde, había empezado a concentrarse, su propia aura había formado una fina capa protectora, como una segunda piel, pegada a su cuerpo. Finalmente, esa capa de resplandor difuso se convirtió en una brillante llama que lo envolvía, la luz invadía la estancia al punto de dar la sensación de estar en pleno amanecer, iluminada por un brillante sol rojo. Erik no esperó más y cargó de nuevo, con el Lord recurriendo a todos los medios posibles para detenerlo sin el más mínimo éxito. Finalmente alcanzó su destino, embistiendo con todo su cuerpo. - ¡¡¡FLYING DRAGON!!! No había invertido mucho en el ataque, pero sí lo había modificado un poco, añadiendo la recientemente dominada energía sagrada a la mezcla de aura, energía y fuego, los resultaron saltaron a la vista cuando su envite no sólo hizo gritar de dolor a De Rais, si no que además lo estampó contra la pared que tenía a sus espaldas luciendo una horrible quemadura en el torso. - ¡Dije que ya había ganado este combate, De Rais! - Profirió mientras intensificaba su aura - ¡Esta batalla ACABA AQUÍ! De vuelta a las puertas de Nôtre Dame, François caía intentando esquivar una estocada de la lanza de su madre, mientras Claire se abalanzaba contra ella evitando nuevos ataques de manipulación mágica. Estaba claro que el francés no terminaba de ser rival para ella, pero a cambio la muchacha, aún acusando el cansancio provocado por la batalla contra De Rais y el uso de la cronomancia, podía sostener el combate; aún así, Sapphire aún se sorprendió al recibir un rodillazo en pleno rostro. - Aún siendo tú, no esperaba que ofrecieras tanta resistencia - Reconoció con tapándose los orificios nasales con la mano ante una incipiente hemorragia - Maldita perra ¡Eres dura! Claire no respondió, seguía furiosa por el ataque a traición a Simon, Luis y René. - No me extraña que te quieran tanto en nuestras fil- ¿¡Ah!? Repentinamente la muchacha desapareció a ojos de todos y volvió a aparecer justo delante de la forjadora, a la que golpeó al grito de "SILENCIO" Sapphire, ofendida, respondió haciéndola retroceder a base de estocadas con su lanza para, cuando la tuvo bien posicionada, atacar una vez más con su moldeo mágico. Ambas jadeaban, aunque la respiración de la hechicera era mucho menos pesada. - Me estoy empezando a cansar - murmuró, casi hablando para sí misma - TE VOY A ENSEÑAR EL VERDADERO PODER DE LOS FORJADORES DE DEMONIOS ¡ME LAMERÁS LAS BOTAS, ZORRA! Repentinamente el aire empezó a pesar, una presencia equiparable, si no mayor a la de De Rais, inundó el lugar poniéndolos a todos en guardia menos a las dos contendientes, no obstante y pese al perfecto timing de la situación nadie pensó por un instante que aquello podía ser cosa de Sapphire quien, de hecho, se puso inmediatamente firme. - ¿¡Qué ocurre aquí, Sapphire!? - Profirió una voz femenina que parecía provenir de todas partes - ¿¡Por qué estás luchando todavía!? ¿¡Donde están las 7 almas!? ¿¡Donde está De Rais!? Instintivamente, Luis cubrió a René con sus brazos intentando protegerlo. Por un momento pensó que podía tratarse de Barthory, pero lo descartó al ser esta voz una más aguda, elegante y femenina, así como muy severa. - ¡¡¡Ama!!! - Sapphire pareció cambiar su mueca casi asesina por una a medio camino entre la reverencia y el terror - ¡Lo lamento señora! ¡Me está costando más de lo previsto, pero iba a darles el golpe de gracia! - ¡¡ESTÁS TARDANDO DEMASIADO!! ¿¡ES ESTE EL LEGENDARIO PODER DE LOS FORJADORES QUE SERVÍAN A LORD DRÁCULA!? - La forjadora respingó ante esto - ¡¡ME HAS OBLIGADO A PRESENTARME AQUÍ!! - ¡Tan presente estás que no te vemos! - Exclamó Simon - ¡Muéstrate! Las palabras del Belmont fueron seguidas por una risa y la ya familiar condensación de niebla en una figura reconocible, todo esto acompañado de un aumento de la intensidad y el peso de aquella presencia. Cuando finalmente la figura se materializó ninguno de ellos pudo negar que parecía tener algo diferente, vestía una falda fucsia de seda con vuelo, la tela tenía un corte tras el que podía verse una larga bota de cuero carmesí hasta el mismísimo nacimiento del muslo, la parte superior del vestido era así mismo un corsé de cuero carmesí rematado en un encaje blanco el cual también actuaba de tiranta, alargándose hasta el cuello, el cual rodeaba formando así mismo una gargantilla textil. Los brazos, delgados y gráciles, lucían guantes del mismo color y material con un remate de encaje en el nacimiento de la axila y otro en las muñecas. El cabello era castaño recogido en un complejo peinado y tras las orejas descansaban dos adornos similares a alas de murciélago del mismo color de la falda, probablemente sujetos gracias a una diadema. El rostro estaba cubierto por una sólida máscara de color gris pétreo que no dejaba ver más que los ojos. - Parece que me voy a ver obligada a intervenir... Publicado: 17:11 27/12/2011 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Not over yet
Cuando Simon, Claire y Luis alcanzaron la puerta principal de Nôtre Dame casi no podían creérselo, había sido un escape accidentado y, especialmente en el último tramo, demasiado peligroso al desprotegerse para llevar Luis en brazos a René y servir Simon de apoyo a la muchacha. Cuando al fin pisaron suelo firme y la fría brisa de la noche parisina acarició sus rostros el agotado Belmont devolvió su aura a su estado normal y se dejó caer de rodillas, mientras Claire se deshacía de su apoyo y se movía hasta quedar tumbada boca arriba sobre el firme. - Er... ¿Estáis bien? - Preguntó el español casi burlándose del deplorable estado de sus compañeros. - Que... te... jodan... - Respondió el chico casi sin aliento. - Lo... logramos - Claire, también jadeante, empezó a sonreír poco a poco a poco - Lo... ¡Lo logramos! - Repentinamente empezó a reír, era una risa aliviada y eufórica - ¡Lo logramos! ¡Lo logramos! ¡Ahahahahahahah! El español no pudo hacer otra cosa que sonreír también, el durmiente René era una prueba de su victoria, aunque... Dejaron pasar un par de minutos en silencio mientras la respiración del Belmont se normalizaba y ella apagaba su risa poco a poco, de repente parecieron compartir el mismo pensamiento: "Erik sigue ahí abajo" La joven británica empezó a moverse lentamente hasta quedar sentada, su rostro estaba constreñido por el dolor, pero ello no parecía detenerla. - Alguien tiene que bajar a ayudarle - Lanzó al aire mientras miraba a la puerta abierta de la catedral. Simon, que parecía haber recuperado un poco sus fuerzas, asintió y se incorporó hasta quedar en pie, sin decir nada llevó la mano a la empuñadura de su látigo y la cerró sobre ella con decisión. - Supongo que no estaréis hablando en serio - Los interrumpió el español - Claire, tú nunca has combatido junto a Erik, así que no puedes saber cómo piensa, pero... - Clavó sus ojos en el Belmont - Simon, sabes que si bajas ahí te volverá a mandar para arriba de una patada en culo. - No te... entiendo - Articuló Claire mientras miraba al Fernández a su vez. - El plan de Erik era librar este combate en solitario desde el principio - Explicó - Por eso preparó una ruta de escape - Se llevó la mano a la barbilla y bajó la cabeza, pensativo y hablando para sí mismo - Lo hace siempre que piensa que puede poner en peligro a sus compañeros, eso significa que de verdad... Un temblor detuvo sus cavilaciones, los tres cazadores sintieron un potente estallido de energía mágica procedente de las profundidades del lugar. - ¿¡Qué ha sido eso!? - Exclamó ella, alarmada, mirando al suelo. - ¡Una explosión! Ese aura... ¿¡Mi hermano!? - Era el poder mágico de Erik, no cabe duda - Observó el español - Pero también había energía espiritual - Suspiró - Era lo que yo pensaba, planeaba usar el Sekishiki Kisouen. - ¿Un... conjuro Sekishiki? - Preguntó la muchacha sin terminar de creerlo - Eso es nigromancia ¿Él puede...? - No expresamente - Respondió al instante - Pero hace unos días las hermanas Lecarde lo llamaron para quedarse con ellas un día entero. Al parecer lo prepararon para esta batalla - Añadió torciendo el gesto. En lo más profundo de la Catedral del dolor, en el salón del trono donde había tenido lugar la deflagración, el polvo se asentaba lentamente en el suelo, ahora cubierto de lo que antes eran los millares de restos óseos que recubrían paredes y techo. Una única figura se mantenía en pie en mitad de los escombros, avanzando lentamente hacia el fondo de la habitación. - Así que has sobrevivido... - El pelirrojo caminaba lentamente abriéndose paso a través del polvo - ¡Desde luego eres duro de pelar! Supongo que por algo eres un Lord. Esperó pacientemente donde antes se encontraba el trono, destruido por Simon hace un rato, mientras la visibilidad regresaba poco a poco, no contuvo la sonrisa al darse cuenta de que sus palabras recibieron como respuesta un gorjeo, casi como un débil gruñido que pretendía resultar agresivo o intimidante. Cuando la polvareda se disipó encontró ni más ni menos que lo que esperaba ver: Un cuerpo calcinado casi incrustado en la pared frente a él, le faltaba medio brazo derecho y su carne se había convertido en una supurante masa requemada. Por otro lado él mismo tampoco presentaba un aspecto muy alentador: Su cabello se había chamuscado en algunos puntos y presentaba quemaduras de aspecto doloroso en ambos brazos y la mejilla derecha, aunque no parecía darles la más mínima importancia. - ¿Qué... has... hecho? - Preguntó el cuerpo, que no era otra cosa que lo que quedaba de Guilles De Rais, con voz ronca y débil. Erik se cruzó de brazos, mirando al vampiro con una mezcla de severidad y suficiencia. - A grandes rasgos, he vuelto tus armas contra ti usando un viejo conjuro oriental que permite convertir los espíritus en un potente explosivo. Es uno de los muchos conjuros "Sekishiki" - Agregó - Como buen Lord vampírico que eres supongo que lo conocerás. De Rais emitió una risa débil. - ¡Nigromancia! - Articuló - Qué... ironía ver a... un Belmont... hacer uso de ella. El Belmont dejó pasar unos segundos mientras lo miraba en silencio, observando los efectos de su técnica. - El combate ha terminado - Sentenció - Te he abrasado de dentro a fuera y, como dije antes, he usado mi propio fuego, así que no te regenerarás - Endureció la mirada, sus ojos turquesa resultaban particularmente amenazantes - Ahora vas a responder a mis preguntas, De Rais. Ahora el Lord rió con fuerza, pero sus carcajadas quedaron inmediatamente ahogadas por una repentina tos y el más insoportable de los dolores. - Tú... ¿¡Tú!? Tú vas... ¿a interrogarme? - Trató de reír de nuevo, en esta ocasión forzadamente - ¿Por qué iba... a contestar a nada? - Por esto - Mirándolo con frialdad e incluso con cierto odio, Erik apuntó con su mano derecha al vampiro y le lanzó una lengua de fuego débil, pero lo bastante caliente como para hacerle gritar de dolor - No eres muy amigo de sentir dolor ¿Verdad? ¡Te haré pasar las de Caín como no me respondas! Guilles quedó jadeando pesadamente una vez disipada la corrosión del fuego, mirando al cazador con odio. - Así que... vas a conseguir tu... información... torturándome... - Habló entre jadeos - Eso no te... hace diferente... de mí... chico - Terminó la frase con una carcajada sarcástica. - Es posible - Replicó el Belmont mientras le lanzaba una mirada de desprecio - Aunque desde luego tengo mis razones ¿Cuales son las tuyas, De Rais? - Haaaaaa... Haaaaaa... - Cerró los ojos con una indescifrable sonrisa - Placer... Erik sonrió a su vez, soltó una débil risita y se dirigió lentamente hacia su enemigo para, cuando lo alcanzó, agarrarlo del cuello y desincrustarlo del muro. - No dudo que eres un sádico desviado de la peor calaña - Le espetó mientras lo levantaba hasta dejarlo por encima de su cabeza - Pero dijiste a mi hermano que esos niños formaban parte de un plan. Repetiré la pregunta, De Rais: ¿Por qué los torturaste? El Lord volvió a reír débilmente a pesar de la presa del cazador sobre su cuello. - Si te lo... contara... te cagarías de miedo... muchacho... La respuesta a esto no se hizo esperar, y llegó en forma de un poderoso puñetazo que lo lanzó volando unos cuantos metros. - No me importa manchar los calzoncillos - Contestó el Belmont - ¡Habla! De vuelta a la superficie, Simon se había cansado de escuchar la palabra Sekishiki y había exigido una explicación clara y concisa a Luis ¿Qué era? ¿Y por qué era malo? - A veces me olvido que no has aprendido igual que nosotros - Suspiró el Fernández - Para ser exactos ¿Sabes lo que es el Pesebre? Y por favor, ahórrate chistes sobre belenes - Simon negó con la cabeza - El Pesebre - continuó - es la puerta por la que entran las almas al más allá según algunas culturas, dicha puerta se encuentra en la constelación de Cáncer, y en Asia se la conoce como Sekishiki. El muchacho asintió, era interesante y, sobre todo, sospechosamente similar a un manga que había leído con su hermano meses atrás. - Los... conjuros Sekishiki - Continuó Claire - Suelen consistir en la apertura del Pesebre para invocar almas. - Como por ejemplo el Tetra Spirit - Añadió el español - Pero la verdadera definición es la de todo conjuro que permita utilizar espíritus como armas. El kisouen... es perfecto para Erik - suspiró - Sekishiki Kisouen puede traducirse aproximadamente como "Crematorio de almas" y permite usar los espíritus como material inflamable e incluso explosivo. - Entonces... - Simon abrió los ojos de par en par - ¿¡Erik ha usado los brazos de De Rais como...!? - Sí, como bombas - Completó la joven. El Belmont quedó atónito, dejando de lado el aspecto macabro de aquella técnica mágica ahora le resultaba obvio por qué su hermano había querido luchar sólo. Únicamente le quedaba una duda, y su cuñado ya se ocupó de plantearla por él. - Es un conjuro muy peligroso - Comentó - A menos que se domine es necesario entrar en contacto con los espíritus para contaminarlos y hacerlos estallar... Espero que haya medido bien la potencia de la explosión. Los tres se quedaron en silencio, pensativos y con el desasosiego de pensar que aquel conjuro convertía al pelirrojo prácticamente en un Kamikaze. Erik era un luchador sensato, pero seguramente no escatimaría esfuerzos a la hora de acabar con Guilles De Rais. En esta tesitura algo los interrumpió, eran unos pasos apresurados y un aura potente pero pacífica que se aproximaba desde el acceso principal a la Île de la Cité, los tres miraron en dirección al lugar para encontrar una figura corriendo hacia ellos. - ¡EEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEHHHH! ¿¡ESTÁIS BIEN!? Era François, la luz lunar permitía distinguirlo bien a pesar de la noche cerrada e iba convenientemente preparado para la batalla con unas botas altas reforzadas, unos vaqueros de aspecto sólido y una camiseta rematada por dos hombreras articuladas de metal y dos brazales acorazados con sus correspondientes mitones, sujetando en la mano la lanza Alcarde. - ¡François! - Exclamaron Luis y Simon casi al unísono. Permanecieron en su lugar hasta que el Lecarde los alcanzó - Claire, aunque no podía moverse mucho, se desplazó hasta quedar relativamente oculta tras el español - y lo primero que Luis hizo fue señalar al pequeño René, aún en sus brazos, mientras exclamaba con alegría "¡Mira quién está aquí!" - ¡René! - Fran apretó el paso hasta llegar al Fernández y, con alegría, tomó y abrazó a su hijo, riendo y dejando la lanza en el suelo - ¡Lo habéis rescatado! ¡Gracias, tíos! ¡Gracias! Simon sonrió y miró a su compañero, que sonrió a su vez. - Si tienes que agradecer a alguien, desde luego no es nosotros - Repuso el español - Si no - Se echó a un lado para descubrir a la joven británica - A ella. El gesto de François cambió de repente al verla, pero no adoptó expresión de asco, odio o rechazo, si no de sorpresa. - ¿¡C-Claire Simons!? - Exclamó. Claire, sin articular palabra, miró alternativamente a ambos cazadores. - De no ser por ella - prosiguió Luis - Jamás habríamos liberado a tu hijo de la ilusión en la que De Rais lo había atrapado, ni habríamos podido sacarlo de allí, en última instancia yo diría que le debes la vida de tu hijo... y nosotros las nuestras, por supuesto. La muchacha lo miró con los ojos como platos mientras Fran la observaba detenidamente, estaba herida y cubierta de sangre, y aquella perforación de su brazo tenía un aspecto bastante feo ¿De verdad la peligrosa asesina buscada por la hermandad y la iglesia había arriesgado tanto por un bebé al que no conocía de nada? - Es... ¿Es verdad eso? - Alcanzó a articular finalmente. - ¿¡Ah!? - Se sorprendió, no esperaba que le dirigiera la palabra - Yo... bueno... sólo hice lo que debía hacer... El Lecarde sonrió ampliamente. - Ya veo... entonces no eres tan mala como te pintan - Repentinamente agachó la cabeza, casi haciendo una reverencia - Te debo la vida de mi hijo ¡Muchas gracias! Claire dejó caer la testa a su vez mientras buscaba las palabras. - No... yo no... - Alcanzó a articular con un hilo de voz, abrumada - Yo sólo... No sabía qué decir, no tenía forma de encontrar las palabras adecuadas, después de dos años de huídas, luchas y traiciones de repente recibía un agradecimiento sincero, su vista se nubló mientras sentía dos cálidas mejillas nacer de sus ojos. - O... ¡Oye! - François, alarmado, se dispuso a arrodillarse para ver qué le pasaba, pero Luis lo detuvo con un gesto de su mano. - Está bien, tío - Le dijo mientras miraba a la muchacha - Creo que hemos tocado en alguna fibra sensible. Oye - Volvió la cabeza hacia él - René está vivo y dormido mediante magia, será mejor que compruebes que está del todo bien, eres su padre, conoces sus entresijos mejor que nosotros. - Vale - Asintió el aludido - Ya lo había pensado de todas formas, me retiro unos metros, ça va? Luis asintió y lo observó apartarse mientras se sentaba al lado de Claire. - ¿Estás bien? - Preguntó. - Por... ¿Por qué has hecho... eso? - Preguntó ella a su vez mientras se secaba las lágrimas con el dorso de la mano. - Porque mi lema es "Al César lo que es del César" - Respondió - Los agradecimientos a quien los merece. - ¡Pero...! Para su sorpresa, Luis le dio una palmada amistosa en el hombro. - Tengo que pedirte disculpas - Reconoció - Te había prejuzgado como una asesina sanguinaria y sin escrúpulos y resulta que lo que he visto es todo lo contrario. Jamás pensé que arriesgarías tanto por alguien que no conoces ¡Incluso poniendo tu cuerpo en la cuerda floja al detener el tiempo! La expresión de sorpresa de la joven creció. - ¿¡Cómo lo has sabido!? - ¡Obvio! - Rió él - La primera vez podía pasar por otra cosa, pero la segunda... Ahora que estamos tranquilos he podido recapitular y darme cuenta de lo que pasaba - Su rostro se tornó serio - No era el stopwatch, si no cronomancia ¿Verdad? Por eso el sangrado de tu nariz. - Agoté mi poder mágico - Reconoció ella - pero tenía que hacerlo. - Deberías tener cuidado con eso - Advirtió, más serio - Moverse fuera de la corriente temporal puede provocar daños irreparables en un cuerpo mal preparado. - Soy cronomante, así que conozco los riesgos - Replicó - Aún así ¿Por qué la advertencia? - Porque - La sonrisa regresó al rostro de Luis - Eres de los nuestros, y yo siempre cuido de mis compañeros. De vuelta a la sala del trono, Erik contemplaba los despojos de su adversario empuñando su Salamander envainada, sabía de sobra que no estaba ni de lejos en condición de atacarlo, pero aún así estaba listo para cualquier cosa. - ¿Un ritual has dicho? - Preguntó con el ceño fruncido - ¿Con las almas de los niños? - E...xacto - Corroboró De Rais - El ritual de las... siete almas... - ¿Para qué es ese ritual? - Incendió su aura, como amenazándolo con abrasarlo de nuevo. El Lord rió débilmente. - ¡Responde! - Lo apremió el cazador mientras desenfundaba ligeramente su espada, dejando escapar una pequeña llamarada. - ¡Poder! Erik arqueó las cejas. - ¿Po... der? - Tú lo has... vivido - Articuló con un hilo de voz - El... poder que generan los... sentimientos negativos... O... ¡Odio! ¡Tristeza! ¡Incompren... sión! Las almas puras de unos... niños... retorcidas para sentir eso por... primera vez ¡Nada genera más... poder que eso! - ¿Con qué objetivo? ¿Quién recibiría ese poder? - El vampiro rió maliciosamente ante la pregunta - ¿¡Qué pasa, quieres sentir más dolor!? Guilles seguía riendo con algún ocasional ataque de tos por lo que el pelirrojo, harto, desenvainó y frotó la punta de su espada contra el suelo, enviando una llamarada a aquella extraña parodia de humano, que nuevamente se deshizo en alaridos de dolor. - Te haré otra pregunta, y más te vale responder - Concedió, asumiendo que no obtendría respuesta a la cuestión anterior - ¿Cuántos Lores han regresado? Cuando el fuego se disipó De Rais estaba sin aliento, aún así entre jadeos alcanzó a acrecentar su sonrisa. - Cuántos... hemos... vuelto... - Intentó reír, pero un ataque de tos lo sofocó rápidamente - ¿Te... preocupa? - Orlox, Barthory - Empezó a enumerar el pelirrojo - Brauner y tú, sin contar a la Muerte ¿Cuántos habéis vuelto? ¿Qué significa esta reunión? - Apretó los dientes - ¿Qué os traéis entre manos, De Rais? - Ni siquiera puedo... decirte cuántos somos... ahora - Su respiración se normalizaba, aunque el daño pulmonar había convertido su voz en una ronquera cavernosa - Cuando parecía que... estábamos... todos... trajeron a... Brauner... Erik frunció el ceño ¿Brauner era la última incorporación entonces? - No... somos los únicos... - Prosiguió - Habemos más... y todos tenemos... el mismo objetivo... - ¿Cuántos? - Insistió el cazador, obteniendo como respuesta un silencio únicamente roto por la respiración del Lord - ¿¡Cuántos!? Nuevamente sin respuesta, Erik se dirigió hacia él a paso ligero y una vez a su altura, lo alzó de nuevo agarrándolo del cuello para, en esta ocasión, clavarle su Salamander en sentido ascendente partiendo del estómago y liberar una débil llamarada, una vez hubo terminado extrajo la espada y lo estampó contra el suelo. - Cuántos... no... puedo... decir... - Balbuceó el vampiro, a quien el último ataque parecía haber dañado gravemente la lengua - Vosotros... no... oportunidad... Entonces había más... El Belmont se detuvo a reflexionar por un momento ¿Debía continuar con el interrogatorio? En esta ocasión se había excedido y el vampiro no podía ni hablar ¿Merecía la pena continuar? La siguiente pregunta pugnaba por salir, y llevaba ahí desde que habían entrado en la catedral. - ¡Alicia Fernández! - Dijo finalmente - ¿¡Qué intenciones tenéis con ella!? - Esa... chica... - Articuló sin esperar siquiera un segundo - Sangre... Belnades... pu... pura... ¡Poder! - El énfasis en la última palabra sorprendió al Belmont, tanto los niños como su hermanastra parecían tener el mismo papel en aquel "plan" - ¡Poder! Re... Retorno... ¡Oscuridad! El pelirrojo sacudió la cabeza mientras el vampiro se deshacía en una risa histérica, era imposible entender sus frases, que ahora no parecían ser más que palabras inconexas. Poder... Oscuridad... ¿Retorno? La sangre de los Belnades ¿Qué tenía que ver con todo aquello? En la superficie, François, con su hijo dormido en brazos, regresaba junto a Luis, que mantenía su mano derecha sobre la cabeza de Claire, cuyo cuerpo emitía un tímido resplandor blanco mientras sus heridas sanaban poco a poco, Simon se encontraba cerca de ellos, sentado y mirando a las estrellas. - ¿Qué tal el niño, Fran? - Preguntó el Fernández, desviando momentáneamente su atención hacia su amigo. - Bien, a Dios gracias - Respondió él - ¿Transferencia de poder mágico? - Observó en relación a lo que hacía Luis. - Ajá - Afirmó él - Claire conoce algo de magia sanadora y está herida, pero agotó su poder ayudándonos, así que pensamos en esto. El francés asintió sonriendo mientras contemplaba cómo las laceraciones se cerraban poco a poco, su sonrisa no tardó en disolverse mientras pensaba en lo bien que le hubiera venido a él saber algo de magia blanca. - ¿Cómo está Elisabeth, por cierto? - Preguntó por su lado Simon, sin bajar la vista aunque con un notable tinte de preocupación en su voz. - Bien... más o menos - Alcanzó a responder Fran tras unos segundos meditabundo - Las heridas que dejó el atacante eran terribles, se ha estabilizado gracias a los cuidados de mis abuelas. - ¿Y quién es, si puede saberse? - Intervino Luis - Parecíais conocerla los dos, hablasteis de "ella" François torció el gesto. - Es una historia larga y no muy agradable de contar - Repuso - Casi prefiero esperar a que todo esto termine para explicároslo - Dejó pasar unos segundos después de estas palabras, todos pensaron incluso que ya había terminado cuando de repente añadió algo más - Pero tened bien clara una cosa: No descansaré hasta encontrarla y devolverle cada golpe que propinó a Eli. La conversación parecía continuar cuando de repente algo lo interrumpió, era algo así como una risa leve y burlona que resonó casi en el interior de sus cabezas y los sobresaltó, haciéndolos buscar la fuente. - Me parece que te voy a ahorrar el trabajo de buscarme - Dijo una voz grave y femenina, aparentemente la misma que se había reído segundos antes - Aquí me tienes, François, si deseas vengar a tu esposa. Los cuatro cazadores movieron la cabeza a vez, encontrando una figura femenina encapuchada que caminaba tranquilamente hacia ellos, portando en su espalda una extraña lanza negra, cuyas considerables dimensiones eran similares a las del asta del Lecarde. Claire, que hasta el momento había continuado con la autocuración, se incorporó rápidamente y miró a la figura recién llegada con una mezcla de odio y temor. - T-tú... ¿¡Qué haces tú aquí!? En el salón del trono Erik desenvainaba su Salamander, dispuesto a dar fin definitivamente a la existencia de lo que antes era Guilles de Rais y ahora, después de haber sido preguntado por Alicia, sólo escupía un batiburrillo de palabras sin sentido intercaladas con risotadas histéricas. - Bien, Guilles, se terminó - Dijo el pelirrojo mientras contemplaba el filo de su espada - Creo que ya tienes una ligera idea de lo que sufrieron esos niños antes de que los ejecutaras. - Tú... ¿matarme? - El vampiro rió de nuevo, aunque esta vez sus palabras parecían guardar cierta coherencia - Idiota... tú... sabes... ¡Nada! Tú... ¡Morirás! Lo compadeció por un momento pensando que había perdido definitivamente la cabeza, pero entonces algo cambió. Aún sin el ojo de la verdad empezó a sentir el aura de De Rais, un aura oscura y que transmitía una sensación de pavor que tuvo que esforzarse por controlar. ¿Qué estaba pasando? ¡Aquella presencia era aplastante! Su instinto le llevó a protegerse con el brazalete de Leon Belmont justo antes de salir despedido hacia atrás, volando unos cuantos metros y sintiendo como si le hubiera caído un árbol encima, lo mejor era que encima la reliquia había absorbido gran parte de la violencia del golpe, pero sobre todo se sorprendió cuando miró hacia donde se hallaba De Rais y contempló algo que lo dejó atónito: El Lord estaba de nuevo en pié, y su cuerpo parecía crecer mientras sus huesos y músculos desnudos crecían, se regeneraban y reordenaban a una velocidad pasmosa, recuperando su mano y antebrazo y dando lugar a una criatura realmente grotesca. - ¿Pero qué coño...? Lo que se alzaba ante sus ojos estaba bien lejos de ser humano, a ojo de buen cubero podía medir dos metros y medio y su cuerpo había pasado de ser el de un elegante hombre joven a una monstruosidad con piernas y brazos anormalmente largos y delgados y un torso huesudo en cuya silueta se dejaban ver las costillas, clavículas y cadera, el rostro, levemente oculto entre las sombras, dejaba entrever unos colmillos sobredimensionados y unos ojos que habían perdido sus pupilas. De repente el ser rió con una estruendosa carcajada. - ¿¡Creías que esto había acabado!? - Exclamó con una voz sobrenatural que parecía contener las voces de mil almas torturadas - ¿¡Pensabas que ibas a acabar conmigo!? ¡¡IDIOTA!! ¡¡¡No es tan fácil librarse de un Lord!!! De vuelta a las puertas de Nôtre Dame, el cuarteto contemplaba a la figura encapuchada, a la cual Simon y Luis trataban de identificar escudriñando entre las sombras, pero François y, sobre todo, Claire, reconocían a la perfección. - ¿¡Oh!? - Exclamó la mujer con un deje de malévola alegría - ¡Pero si Claire Simons también está aquí! Parece que esta noche mataré muchos pájaros con muy pocos tiros. El Lecarde miró a la aludida, desconcertado. - La... ¿La conoces? - Preguntó. - ¿Que si la conozco? - Respondió ella - Es uno de los cazarrecompensas que lleva dos años haciéndome la vida imposible. - ¿Quién... diablos es? - Articuló el español por su parte. Simon no hablaba, pero sí apretó los dientes cuando la recién llegada desplegó su aura, pesada, extraña y poderosa, que hizo hervir su sangre como ya ocurrió con la Muerte y el vampiro que se llevó a Alicia. - N-Nadie la conoce - Explicó la muchacha, mientras contemplaba a la encapuchada acercarse lentamente - Es una cazarrecompensas que actúa en la sombra... ¡Pero yo la conozco bien! Me dijo su nombre la primera vez que luchamos, es - tomó aire, como si la mera idea de pronunciarlo la atemorizara - ¡Sapphire LaForeze! La lancera sonrió bajo la capucha mientras los ojos del Lecarde se abrían de par en par, incapaz de creer lo que acababa de escuchar. - ¿Qué... has dicho? - Miraba alternativamente a ambas, estupefacto - ¿¡Sapphire LaForeze!? ¡¡Tienes que haberlo pronunciado mal!! Claire negó con la cabeza, agarrando la empuñadura de la No Name mientras la recién llegada alcanzaba un punto donde todos podían observarla bien, evidenciando que portaba un uniforme de batalla con grebas de cuero y brazaletes de plata oscurecidos por la falta de bruñido. Desde aquella posición su sonrisa se acrecentó y, para sorpresa de todos y estupefacción de François, descubrió su cabeza revelando un rostro enmarcado por una cabellera corta, lisa y rubia con leves destellos verdosos, mentón afilado y boca ancha con labios ligeramente carnosos, nariz chata y ojos alargados y oscuros de color indescifrable. - No se ha equivocado en absoluto, François, soy yo, tal y como puedes ver. El Francés quedó paralizado, era exactamente el mismo rostro - Algo más envejecido, eso sí - que había visto en las pocas fotos que sus abuelas conservaban en la mansión, la misma mujer que se abrazaba a un hombre de increíble parecido con él y cuyos ojos, color de cabello y constitución atlética compartía. La misma a quien siempre creyó caída en combate hasta que Loretta le reveló la horrible verdad. - Ma... ¿¡Madre!? ---------------------------------------------------- Bueeeno... voy algo justito de tiempo, pero aún así no quiero cerrar el Episodio sin dejar un comentario, y es que, sielosanto ¡100 Episodios! Ni yo mismo me lo creo, cierto es que hace ya años que debería haber llegado a esta marca, pero los contínuos vaivenes de humor y ganas de escribir en general me hicieron apartarme del fic hasta que, antes de darme cuenta, no tenía maldita gana de seguir escribiendo. Pero me pegué un empujoncito y seguí, quería llegar hasta el 100 al menos para demostrarme que podía seguir con ello, aunque todo parón tiene un precio (Debo recuperar calidad de escritura, cojones ¬¬U) ¡Y aquí estamos! Ahora a seguir. En cuanto al capi en sí, pues creo que el título lo dice todo: La batalla aún no ha terminado, justo cuando Erik se creía victorioso va De Rais y se saca ese pequeño as de la manga, y Sapphire aparece por fin, metiéndose en la boca del lobo con cuatro cazadores dispuestos a repartir camorra ¿O acaso es ELLA la boca del lobo? Habrá que ver. En todo caso espero que os guste a pesar del atropellado final (Sí, lo escribí anoche muerto de sueño xD, quería terminar para hoy) y a ver si me pongo pronto con el siguiente. Gracias por leer, manitos ¡Au revoir! Publicado: 17:54 13/12/2011 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Big Battle (parte 2)
- ¿Estará bien? Claire, con René en brazos, se unía a Luis y Simon, que apenas empezaban a revisar el mapa, entre todos los garabatos y rallajos ininteligibles para ellos dos había una ruta de escape perfectamente explicada y marcada, casi como si el pelirrojo ya tuviera en mente lo que acababa de ocurrir. - Despreocúpate - Respondió el Fernández levantando apenas la vista del legajo - Erik es mayorcito y nunca se mete en una batalla que no sepa que va a ganar. - Sí, pero... - La muchacha, que ya se había unido a los dos cazadores para memorizar el mapa, desvió su mirada de nuevo al portón, a través de él podían sentir el aura del Belmont, ardiente pero cansada al mismo tiempo. - Pero nada - Interrumpió inmediatamente Luis - Llevo con él toda la vida, es menos inconsciente de lo que parece y además - Desvió la vista de nuevo, mirando esta vez al bebé - Lo creas o no los niños pueden sentir y absorber nuestros sentimientos, aunque esté durmiendo tu intranquilidad no le hará ningún bien. Volvieron a quedarse en silencio para regresar a la trazada, debían memorizarla bien para no tener que detenerse a consultarla en plena carrera. Iban a escapar de la guarida de un vampiro superior, sabían que no sería tarea fácil. - Corregidme si me equivoco - Comentó el Belmont unos segundos más tarde - pero ésta ruta es completamente diferente a la que hemos tomado para entrar ¿No? - Sí - Confirmó la muchacha - Parece que este sitio tiene muchos caminos, habrá que andar con cuidado. - Toda una madriguera - Completó Luis - Me recuerda a la sede de los Belnades, pero a lo bestia. Entre tanto, al otro lado del portón Erik y De Rais se sostenían la mirada el uno al otro, de hecho era lo único que habían hecho en los últimos segundos, esperando a que cualquiera de los dos hiciera el menor movimiento. Permanecieron así hasta que, repentinamente, el Lord sonrió. - A lo mejor crees que has hecho un buen movimiento dejándolos escapar con el niño y quedándote tú aquí para retenerme - Dijo de repente - ¡Iluso! Si no se pierden acabarán pudriéndose en alguna de mis trampas. - No me malentiendas - El pelirrojo hablaba con cierto desdén - ¿Retenerte? - Cerró su puño derecho con fuerza - ¡Voy a aplastarte! En respuesta a estas palabras el vampiro envió de nuevo sus manos fantasmales, Erik evitó un intento de aplastamiento, un puñetazo y con una poderosa patada rechazó un nuevo golpe. - Me pregunto cuándo se acabará tu suerte - Articuló De Rais - Os he observado, durante el combate siempre han tenido que protegerte de mis golpes ya que no puedes verlos, y en un momento dado has dicho que la suerte era uno de tus poderes - Acrecentó su sonrisa, adquiriendo cierto aire de superioridad - Me pregunto cuándo se te agotará ¡Será divertido! Con estas últimas palabras lanzó un desgarro oscuro del que el pelirrojo se protegió usando su brazalete, al descubrir su vista encontró uno de los puños espirituales a punto de golpearle, pensó en saltar, pero en lugar de eso lo detuvo con ambas manos. - Suerte... - Masculló el Belmont - Sí, podríamos decir que el hecho de que ahora pueda detener tus golpes es cuestión de suerte, pero te equivocas otra vez, sólo... - preparó un Dragon Punch - ...di... - concentró su energía de tal forma que su brazo pareció llamear por un instante - ¡...Con las personas adecuadas! Rechazó el apéndice con tal fuerza que dio la sensación de que al Lord le costó recuperar su control, al volver a concentrarse en el pelirrojo vio que éste se señalaba la frente. - Esto no es cuestión de suerte, De Rais. Erik apuntaba con su dedo a un extraño símbolo que había aparecido en su frente, un ojo alargado abierto de par en par que parecía mirar más allá del mundo material. - ¿Un tercer ojo? ¡Interesante! - Exclamó el nosferatu - Se puede sentir algo de magia en él ¿Un sortilegio para poder ver el mundo espiritual? El pelirrojo sonrió ¿Sortilegio? Sí, en cierto modo sí que podría llamársele así, sea como fuere el tiempo de charla se había terminado, de modo que sin previo aviso se lanzó hacia el vampiro desenvainando, por primera vez desde que empezó la batalla, su llameante Salamander. La respuesta de De Rais no se hizo esperar, cuando Erik se encontraba a medio camino entre ambos lanzó de nuevo uno de los puños fantasmales que el Belmont evitó sin ningún problema, luego el otro con el mismo éxito y, finalmente, tuvo que recurrir a sus propias garras para detener la espada flamígera, si bien fue un encuentro breve, ya que en el momento en que chocaron la hoja refulgió, estando a pique de calcinarle el brazo. Guilles se retiró alarmado ante esto, escapando además de una lengua de fuego que el joven generó al realizar un tajo ascendente. - ¿¡No sabía usted que tenía una espada como ésta, señor sabelotodo!? - Se burló el muchacho mientras lo perseguía en su embestida. - ¡JA! - De Rais se protegió con una explosión oscura que hizo retroceder a Erik un par de metros, distancia suficiente como para poder recuperar el equilibrio, aunque aprovechó la coyuntura para provocar un desgarro del que el chico no se pudo proteger, recibiendo una herida leve en el pectoral derecho. El contraataque no quedó ahí, por supuesto, apenas había sentido el cazador el desgarro cuando tuvo que voltearse para golpear con su espada uno de los dos apéndices espirituales y rodó hacia delante en previsión de ser golpeado por el otro y también para volver a pegarse a su adversario. Estaba a punto de lanzar un nuevo golpe cuando una sensación inesperada lo alcanzó: Dolor. Dolor de cabeza. Lanzó el puño como iba a hacer en un principio, pero la desconcentración le hizo disolver la energía con la que había envuelto el ataque y su puño desnudo encontró la inmediata oposición de la fría mano de De Rais, lo que le hizo retroceder de un salto. Había algo que debía comprobar. El dolor era intenso, demasiado, y para rematar el Lord no se lo puso nada fácil y trazó un garrazo en el aire del que se defendió como pudo, un segundo después comprobó que ya no veía las manos fantasmales. Sintió una punzada de pánico durante una fracción de segundo, pero inmediatamente pensó que el vampiro no se había equivocado al clasificar su tercer ojo - el cual ya no adornaba su frente - Era en efecto un sortilegio, un hechizo que las hermanas Lecarde le enseñaron aquel día - junto a otras tantas cosas - con el fin de darle las armas necesarias para hacer frente a Guilles De Rais: El ojo de la verdad, que permitía ver y sentir el mundo espiritual. Por supuesto el ojo de la verdad tenía un defecto, y es que se alimentaba constantemente de sus reservas de poder mágico, el cual no le sobraba precisamente ¿Era eso lo que se sentía al agotarlo? ¿Un tremendo dolor de cabeza? Tampoco era tan raro, razonó, considerando que el poder mágico se generaba en el cerebro. Mientras tanto Simon, Claire y Luis ya habían avanzado bastante en su escape de la catedral, finalmente el español había decidido adoptar la formación ideada por Erik pero no porque llevara razón, si no porque Simon, con los sentidos sobreexcitados gracias al fuego de la purificación, tenía la agudeza auditiva y visual suficiente como para detectar posibles trampas aún en el frenetismo de la carrera, y había funcionado hasta el momento, con el joven haciendo saltar mecanismos con el látigo y avisándolos de aquellas en las que no bastara con eso. En un momento determinado Claire redujo ligeramente el ritmo de su carrera, algo que Luis notó al instante. - ¡Te veo venir! - La avisó el Fernández desde atrás - Ya te he dicho que Erik sabe cuidarse sólo ¡Nada de volver atrás! - ¡Lo sé perfectamente! - Respondió ella con irritación - ¡No se trata de eso, joder! Mi cuerpo se está... resintiendo. Era una verdad a medias, la joven británica había sentido algo que la había preocupado: El aura de Erik parecía haberse descompensado, le llegaba con levedad, por lo que no podía determinar cuál era la causa del desequilibrio, pero... Luis lo había sentido también, y conociendo mejor que nadie los entresijos del aura de su amigo sí que sabía lo que fallaba: El poder mágico se había agotado por completo "¿Es eso mínimamente posible?" Se preguntó a sabiendas de que Erik jamás había sido capaz de realizar un conjuro correctamente más allá de la 7ª puerta infernal. Sin embargo no era lo único que le preocupaba, el agotamiento de Claire también era alarmante contando sobre todo el hecho de que ella había combatido tan poco como él ¿Tendría algo que ver con la "Mirada de la Emperatriz" o con la forma en la que había rescatado a René? Un chasquido y el grito de "¡CUIDADO!" de Simon lo sacaron de sus cavilaciones, de repente se encontró con que el suelo se abría a sus pies, estiró la mano para agarrarse a algo, pero quedando el borde lejos de su alcance no pudo más que respirar aliviado cuando el látigo del Belmont lo atrapó por la muñeca. - ¡Era una puta trampa retardada! - Oyó quejarse a Simon mientras lo izaba - ¿¡Estás bien!? - ¡Sin problema! - Contestó es español mientras que, para facilitar la faena, apoyaba sus pies en la pared y se disponía a escalar - Justo a tiempo ¡Gracias! Mientras Luis se recuperaba de la caída, Erik mordía el polvo víctima de uno de aquellos - ahora invisibles - gigantescos golpes, el pelirrojo había perdido su factor equilibrante y el dolor de cabeza, que se calmaba poco a poco, no ayudaba demasiado. - Creía que podías ver mis puños - Se burló De Rais desde su posición - ¿Qué pasa? ¿¡Te has quedado ciego de repente!? Antes de que pudiera reaccionar el Belmont sintió como si le cayera encima un gigantesco bloque de hormigón, aplastándolo. - ¿Qué... tiene de bueno un combate ganado? - Rió con debilidad - Si te dejo pegarme un poco todo será más divertido. - ¡¡No te lo crees ni tú!! Erik sintió como la presión sobre su cuerpo se elevaba y, previendo que el vampiro se disponía a aplastarlo de nuevo, rodó a un lado mientras sentía un fuerte golpe donde él se encontraba hacía unos instantes. Una vez de pie no se dio tiempo ni a respirar, inmediatamente describió un arco con su brazo derecho creando una cortina llameante desde la que embistió, recuperando en la carrera su Salamander, que ahora yacía en el suelo. Durante la carrera se echó a un lado por puro instinto, y al momento una fuerte corriente de aire pasó a su lado indicándole que acababa de esquivar - por muy poco y de pura suerte - un nuevo ataque fantasmal de su adversario, que viendo su fallo continuó con un desgarro oscuro del que el muchacho no alcanzó a protegerse del todo, viendo abrirse en su pectoral izquierdo un garrazo de tamaño considerable. - ¡No te rindes nunca! ¿¡Verdad!? - Exclamó mientras saltaba hacia De Rais espada en mano. Salamander se inflamó con rapidez y Erik cayó blandiéndola con el fin de asestar un tajo directo, su ataque se vio sin embargo frenado por una andanada de flechas oscuras que le obligaron a encogerse para minimizar el daño todo lo posible. Al caer el Belmont se encontró dolorido, los proyectiles habían dejado heridas en sus muslos, antebrazo derecho y hombros, y no pudo aterrizar en condiciones, al alzar la vista encontró además que había quedado justo frente a Guilles De Rais, que lanzó directamente su mano engarfiada contra él, dispuesto a clavar sus uñas negras en su cuello. Pero Erik reaccionó, en un momento dejó caer su espada y, al mismo tiempo que la mano del Lord se enganchaba su cuello, él hacía lo propio con el antebrazo del vampiro. - Qu... ¡¡¡Suelta!!! El cazador sonrió. - ¿Por qué? - ¿Crees que por sujetar mi brazo evitarás que te arranque la cabeza? - Preguntó De Rais con nerviosismo. - Depende - Respondió el Belmont - ¿Quién crees que le arrancará antes lo suyo al otro? El Lord apretó los dientes, mirando a su enemigo con odio. - Tengo una teoría - Continuó - Tienes un repertorio enorme de ataques a distancia porque en el cuerpo a cuerpo eres un tirillas, no es que sea algo malo, pero considerando que los vampiros no chupáis sangre por ciencia infusa yo diría que es un fallo bastante gordo - el vampiro respingó, la mano de Erik empezaba a calentarse peligrosamente, quemaba. Los dos contendientes se miraban el uno al otro, Erik sonreía, Guilles se debatía entre el odio y el nerviosismo, y empezaba a oler a carne quemada... - ¿Vas a cortarme la cabeza de una vez? Tengo prisa... La mano del vampiro se asía con fuerza al cuello de su contendiente, pero éste ni reaccionaba, por el contrario Erik había desplazado su mano hacia el codo de De Rais y empezaba a humear peligrosamente. - Parece - resolvió finalmente - que así no puedes matarme ¿Verdad? Al término de estas palabras el pelirrojo tensó su brazo y cerró la tenaza de su mano sobre el codo del nosferatu, la carne se calcinó y los huesos cedieron como si fueran una simple cáscara de huevo, inmediatamente De Rais se retiró gritando inhumanamente de dolor mientras se sujetaba el muñón quemado y veía incrédulo como la otra mitad de su brazo quedaba colgando del cuello del joven. - ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!! ¡¡¡AAAAAAAARG!!! ¡MALDITO SEAS! ¡¡¡MALDITO SEAS, ERIK BELMONT!!! ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAGH!!! El mentado lo observaba mientras, con tranquilidad, retiraba los restos de la extremidad de su cuello. - ¿Duele? - preguntó tras esperar unos segundos. - ¿¡QUE SI DUELE!? ¿¡QUE SI DUELE!? - Respondió Guilles con el rostro constreñido de dolor y odio - ¡¡¡MALDITO CERDO HUMANO, CLARO QUE DUELE!!! ¿¡CÓMO TE ATREVES A BURLARTE!? - ¿Duele tanto - Erik redujo el ritmo de su habla, asegurándose de arrastrar cada palabra - como las torturas que infligiste a esos niños...? Aquello calló instantáneamente al Lord, que alzó la vista sólo para encontrar el puño del cazador dirigiéndose directamente a su cara, dos segundos después se encontraba estampado en la pared de la sala. - ¡¡MI CARA!! ¡¡MI CARA!! - Gritaba de nuevo desde los escombros - ¡¡DUELE!! ¡¡¡TE MATARÉ!!! Los gritos no eran para menos, cuando emergió de entre los restos el Belmont pudo comprobar que donde antes había un hermoso rostro andrógino ahora quedaban los restos socarrados de una nariz y un labio superior partido y sangrante. - Seguramente confíes en recuperarte de estas heridas con el tiempo - Dijo al vampiro una vez contemplados los efectos de su ataque - Déjame decirte que eso no va a pasar, te he golpeado con mi propio fuego. - ¡¡¡CÁLLATE!!! Erik, que no cayó en la cuenta de que ahora se encontraba a distancia de De Rais, se vio sorprendido por un ataque por la retaguardia de una de aquellas manos fantasmales propinado con verdadera furia, el impulso lo lanzó contra el propio Lord pero, previendo que remataría el impacto de alguna forma puso todo su empeño en frenarse hasta quedar a una distancia prudencial, aunque se vio sorprendido cuando un estallido oscuro estuvo a punto de engullirlo, obligándolo a saltar hacia atrás y entrar de nuevo en el rango de los apéndices espirituales. Apretó los dientes, de seguir así se vería obligado a recurrir de nuevo al ojo de la verdad. Miró a su adversario, cuyos elegantes ropajes de época estaban rasgados, su hermoso rostro había quedado destrozado y uno de sus brazos era ahora un muñón, su expresión de irritante altivez había dado paso también a la furia y el odio más puros; aquella estampa le arrancó una leve sonrisa, era exactamente lo que quería ver. De Rais había hecho mucho daño, había convertido al comisario Rousseau en aliado suyo a la fuerza, aterrorizado a toda la ciudad de París y abierto las puertas a la destrucción de ésta, matado a innumerables personas en la masacre del Louvre y destrozado las vidas de 6 familias que esperaban, con el corazón en un puño, el regreso de sus pequeños. Y ahora, como remate, la imagen de una Elisabeth derrotada y un François estupefacto invadía su mente. Una oleada de repentino odio lo invadió, para su suerte nunca había tenido que asistir al mal que provocaban los Lord vampíricos, él no era más que un niño cuando Drácula resurgió para sembrar el caos una vez más, si esto era lo que había provocado De Rais ¿Qué no habría hecho el príncipe de las tinieblas? De repente sintió el aire presionar desde arriba, alzó ambos brazos y, justo en el momento en que el ojo de la verdad volvía a aparecer en su frente, contenía con ellos la palmada de una de las manos fantasmales y veía llegar la otra por el flanco, sin bajar los brazos lanzó su pierna izquierda contra el otro puño y lo rechazó en esa patada para después proyectar la otra mano contra el vampiro. La respuesta de Guilles no se hizo esperar, éste le azuzó una nueva andanada de flechas oscuras e inmediatamente después lo embistió, Erik no se movió del sitio, solamente cubrió su cara con el brazalete alquímico y dejó que los demás proyectiles llegaran hasta él, al bajar su protección encontró al Lord frente a él, y su reacción fue inmediata. - ¡¡DRAGON PUNCH!! El poderoso puño escarlata chocó directamente contra el garrazo oscuro y se vio atrapado por la engarfiada garra del Lord, no obstante, él tenía dos manos. - ¡¡HOLY FIST!! El golpe sagrado sí que encontró objetivo en el plexo solar del nosferatu, y al mismo tiempo que lo hacía su otro puño se incendiaba, liberándose de la presa oscura de De Rais, que retrocedió doblado de dolor, sin resuello y con su otra mano inutilizada gracias al fuego del Belmont, su última reacción fue lanzar ambos apéndices espirituales para aplastarlo de una palmada, pero Erik rechazó ambos lanzado sus puños contra ellos. Las miradas de cazador y criatura se cruzaron de nuevo. - ¿De dónde sacáis ese sentimiento de impunidad? - Preguntó Erik tras unos segundos en silencio - ¡Es asqueante! El rostro de De Rais, contraído en una expresión de dolor y odio, de repente se transformó en una sonrisa burlona perlada por una débil y socarrona risilla. - Sabes muy poco de nosotros, chico - Respondió - Los vampiros tenemos nuestra propia ética, moral y normas, y te aseguro que no tienen nada que ver con las vuestras. - Eso es una gilipollez - Contestó el Belmont - Sois como nosotros los cazadores: Otra raza entre los humanos. Mientras hablaba, Erik se sentía confuso, no terminaba de comprender por qué estaba haciendo aquellas preguntas, tal vez sólo trataba de apaciguar su odio antes de permitir que éste lo nublara... - O... ¡Otra raza entre los humanos! - Guilles se mostraba ahora entre sorprendido y divertido - ¡Imbécil! ¡Los vampiros somos el siguiente escalón evolutivo! ¡Así como los humanos se alimentan de animales nosotros depredamos a los humanos! ¡Somos superiores! ¡Podemos hacer lo que nos dé la gana con ellos! ...Aunque la actitud de De Rais, por desgracia, no ayudaba mucho, sentía su aura incendiarse mientras lo escuchaba. - ¡Y como hacen los humanos, nosotros también torturamos y matamos por diversión! ¡No te imaginas lo increíbles que eran los grititos y llantos de esos niños! ¡Como de otro mundo! ¡Jamás había disfrutado tanto! Era lo que faltaba, el aura de Erik se convirtió en puro fuego mientras sus músculos se tensaban al máximo. - ¡¡¡CÁLLATEEEEE!!! Más allá, Simon, Luis y Claire se detenían al sentir un aura estallar furiosamente, era la de Erik, y los tres se preguntaron qué podría haber pasado para desencadenar aquella reacción. Aprovecharon aquel momento para comprobar mutuamente su estado, habían superado multitud de trampas (más de las esperadas) y comenzaban a acusar un desgaste serio, Luis lucía diversos arañazos menores y una herida en el hombro fruto de una flecha perdida que ninguno llegó a ver y Claire, que aún protegía a René en sus brazos, lucía algunas heridas leves a excepción de la de su cabeza, que había vuelto a abrirse en una caída en la que se dobló hacia delante para evitar dañar al niño, quedando ahora su cabello rubio aplastado contra su cara y pegado a ella por la sangre. Simon por su parte no había sufrido apenas algún que otro rasguño, pero el desgaste provocado por el fuego de la purificación empezaba a agotarlo, y el sangrado de su nariz partida había llegado a su barbilla y aún goteaba un poco. - ¿Alguien... sabe qué ha... sido eso? - Preguntó el Belmont entre jadeos. - No sé - dijo ella - Es Erik, pero no puedo imaginar qué... - No era una técnica - Intervino el español - Parecía una explosión de puro cabreo, jamás pensé que sería capaz. A saber qué ha pasado... Quedaron en silencio de nuevo, debían continuar y salir cuanto antes, estaban reemprendiendo la marcha cuando Luis los detuvo. - Espera, Simon - lo llamó - Será mejor que dejes de usar el fuego de la purificación durante un rato, a este paso no durarás mucho más, estás hecho polvo. - Estoy... bien - Respondió el aludido, aún jadeando - Lo primero es... salir de aquí. Los otros dos lo miraron escépticos, realmente tenía mal aspecto. - Bien, si es lo que crees - Pareció aceptar finalmente Luis - ¡Vamos! Con esta indicación prosiguieron, y tras un minuto de carrera más o menos el Belmont localizó otra trampa, en principio se trataba del mismo mecanismo de lanzamiento de flechas desde las paredes, por lo que Simon se adelantó y lanzó una cruz que activó el resorte a mitad del pasillo, se detuvieron y dejaron que la trampa cumplieron su función antes de seguir corriendo, lo que nadie se esperaba es que apenas unos pasos más adelante una losa se hundiera ligeramente bajo los pies del joven, activando un nuevo mecanismo que los dejó helados. Frente a ellos emergió del suelo un nuevo muro cerrándoles el paso idéntico al que tenían a su derecha, completamente lleno de agujeros en los que se podían apreciar leves brillos metálicos, empezaban a reducir el ritmo cuando un familiar chasquido penetró en sus oídos, y lo que ocurrió a partir de ese momento se desarrolló casi a cámara lenta. Claire se dio la vuelta y, casi a la fuerza, colocó a René en los brazos del español mientras Simon, aterrorizado, alzaba una Cross Barrier rezando para que pudiera detener la mortal andanada, tanto él como Luis cerraron los ojos viéndose ya muertos, y cuando los abrieron todo había cambiado a su alrededor, ya no estaban frente al mecanismo, si no que éste yacía hecho pedazos a sus espaldas como si hubiera sido congelado y cortado, se encontraban el uno al lado del otro y se miraron con confusión antes de que unos dolorosos jadeos los alarmaran. La joven británica se encontraba apoyada en la pared unos metros más adelante, tenía en su mano izquierda una flecha ensangrentada más allá de la punta y una fea herida decoraba su brazo derecho con un reguero de sangre, así mismo el brillante líquido rojo también había brotado de una de sus fosas nasales y jadeaba de puro agotamiento. - ¡Claire! - ¡Joder! Al verla en tan deplorable estado no pudieron hacer otra cosa que asustarse, corriendo hacia ella alarmados y confusos. - Es... estáis bien... - Articuló ella entre jadeos, mirándolos con alivio - ¡Menos... mal! - Sí, estamos bien - Respondió Luis - pero ¿Y tú qué? ¿¡Qué coño te ha pasado!? O más bien ¿Qué coño había pasado? ¿Cómo habían sorteado la trampa? Los destrozos evidentemente había sido cosa de la muchacha pero... ¿Y el resto? Simon por su parte cogía la flecha y la examinaba, obviamente había causado la herida de su brazo derecho, y había sido una laceración bien profunda. - No tenemos... tiempo para eso - Repuso en respuesta a la pregunta del español - Tenemos que... salir... de aquí... - Se separó de la pared, pero inmediatamente perdió el equilibrio y tuvo que ser sujetada por el Belmont, que sintió inmediatamente la debilidad de la joven. - ¿"Tenemos"? ¡Joder, Claire, si estás para que te lleven! Luis, para quien tampoco había pasado desapercibido su estado, quiso decir algo, pero se vio interrumpido por un estruendo proveniente de las entrañas del lugar. Abajo, Erik sostenía su espada llameante entre las manos mientras contemplaba a un Guilles De Rais empotrado en la pared, con sus ropas chamuscadas y el delgado pecho, ahora a la vista, completamente hundido. El Belmont temblaba y jadeaba, se había dejado cegar por la ira y asestado un poderoso golpe al vampiro con la Salamander, pero no lo había cortado, si no aplastado con ella. - Qué... ¿Qué pasa, cazador? - Articuló el Lord entre toses, con una débil risita - Me tienes a tu merced ¿Por qué no acabas conmigo? Erik negó con la cabeza. - No... así no es como quiero acabar contigo - La espada temblaba en sus manos, como si aún se dejara llevar por la explosión de violencia que el pelirrojo acababa de aplacar, los recuerdos de su estancia en Saint-Guilhem se apelotonaban en su mente - Te destruiré como el cazador Erik Belmont, no como un demonio cegado por el odio - Agregó con determinación, siendo seguidas sus palabras por una nueva risa de De Rais. - ¿Qué es... esto? - Preguntó divertido - ¿Una rebelión a tu propia naturaleza? Eso te puede costar la vida, "hermano maldito" Erik sonrió, había recuperado de nuevo el control sobre sus impulsos. - ¿Pretendes alterarme o algo así? Sé perfectamente acerca de la naturaleza de los hermanos Belmont desde la corrupción de Richter, soy consciente de lo que soy. Otra risa más. - En todo caso, da igual - Resolvió de Rais - La cuestión es que no has acabado conmigo, y te va a pesar. Terminadas estas palabras, las manos fantasmales del Lord emergieron de nuevo de su espalda y embistieron al cazador, que se echó a un lado para evitarlas. - ¡Puedes cortarme las manos! ¡Las piernas! ¡Puedes destrozar todo mi cuerpo! ¡¡PERO SIGO PUDIENDO DESTROZARTE!! Tenía razón, pensó el Belmont mientras usaba su Salamander para rechazar uno de los apéndices, De Rais no era un vampiro que se sirviera de ninguna fuerza física para atacar, realmente destrozar su cuerpo era inútil... a menos que fuera completamente destruido, aunque antes necesitaba obtener algunas respuestas. No le quedaba más remedio, debía usarlo. Guilles no podía mover su cuerpo, no le quedaba ningún tipo de ataque salvo los brazos espirituales, debía obligarlo a atacarle con ambos a la vez, o no podría atraparlo. Evitó una mano, después otra y aplastó un tercer envite con una contundente patada hacha, sentía su poder mágico agotarse de nuevo, por lo que sabía que debía darse prisa. - ¿Qué pasa? ¿Estás tan hecho polvo que ni siquiera puedes usar las dos a la vez? - Se burló, obteniendo como respuesta el envite de ambos apéndices. "Ha sido más fácil de lo que pensaba" Pensó mientras usaba su brazalete alquímico, única defensa de la que disponía, para evitar que una de las manos cerraran completamente su presa sobre él - ¡Te tengo! - Exclamó al sentirse atrapado por las garras fantasmales mientras cerraba el ojo de la verdad para ahorrar magia. - ¡JA! - De Rais dejó escapar una carcajada de triunfo - ¿¡Me tienes!? ¿¡Te ha vuelto loco la proximidad de la muerte, niñato!? - Su voz adquirió un irritante tono desquiciado - ¡¡¡SOY YO QUIÉN TE TIENE!!! Erik sonrió, aunque no podía negar que al Lord no le faltaba razón no menos cierto era que no tenía ni idea de lo que pasaba por la cabeza del pelirrojo. - Sekishiki Kisouen: Gunpowder trail - Recitó incendiando levemente su aura. El efecto fue progresivo, pero imparable, los invisibles brazos comenzaron a teñirse de rojo sin pausa pero sin prisa, volviéndose visibles a los ojos del Belmont, que aún mantenía su sonrisa. No pasó mucho rato hasta que el efecto llegó hasta el propio De Rais. - Que demo... ¿Qué has hecho? - El vampiro se sobresaltó, alarmado e incapaz de moverse - ¿¡Qué has hecho!? ¡Quema! ¡¡Quema!! - Si hubiera podido mover un músculo seguramente se estaría retorciendo de dolor, pero sólo podía sacudirse patéticamente mientras clavaba sus ojos confusos y aterrorizados en el cazador - ¡Me quema el cuerpo por dentro! ¿¡¡Qué has hecho, hijo de perra!!? - ¿Qué he hecho, preguntas? - Respondió - Acabo de terminar este combate. Si sobrevives a esto, De Rais, seré yo quien haga las preguntas a partir de ahora. Guilles no contestó a eso, sólo continuaba agitándose y mirándolo con una mezcla de pánico y odio, no podía creer que él, ÉL, el Lord vampírico francés, el que todo lo controlaba y sabía, se hubiera visto burlado por un grupo de chiquillos y reducido a aquel estado por un simple cazador. - N...No sé qué preparas - Logró articular finalmente - ¡Pero no te dejaré! ¡TE APLASTARÉ ANTES! Erik sintió cómo los apéndices trataban de moverse, reaccionando exactamente igual que dos brazos humanos paralizados, pero era demasiado tarde, el espíritu de De Rais ya había sido contaminado lo que, por supuesto, incluía las armas fantasmales. El reguero de pólvora ya había sido extendido. - Aunque te aseguro que me encanta ver cómo te retuerces de miedo y dolor, creo que ya va siendo hora de acabar con esto - Decidió finalmente - ¡Sekishiki Kisouen: SOUL PYRE! ------------------------------------------------ No comento mucho porque voy sin tiempo ¡Pero el siguiente es el Episodio 100! (AAAALELUYA) Publicado: 17:47 21/11/2011 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Pues sí, lo que son las cosas ¡Sigo vivo! Y Twilight Rhapsodia también, of course. Lo de este Episodio ha tenido miga, empecé a escribirlo con toda la ilusión del mundo pero la falta de tiempo y alguna que otra circunstancia personal me dejaron sin inspiración hasta que hace dos semanas ¡Hop! Me quedé sin internet y el aburrimiento hizo el resto xD
Así que allá vamos, os dejo con el Episodio 98 arrancando ya por fin la batalla contra Guilles de Rais. A disfrutar Big Battle (1ª parte) - ¿Nuestra tumba? ¡No nos hagas reír! – Respondió Luis mientras avanzaba con paso veloz hacia De Rais junto a los demás - ¡¡¡Entréganos a René!!! Guilles, sin moverse un palmo en su trono, sonrió. - ¿René, dices? Es un nombre muy común en este país – Se burló - ¿Cuántos Renés pueden haber pasado por esta catedral, Fernández? - ¡El hijo de los Lecarde, idiota! – Contestó el español, alterado - ¡¡¡MAXIMUM DISCHARGE!!! La descarga, aún mayor que la que empleó días atrás para anular el Dragon Breath de su amigo, pareció alcanzar de lleno al vampiro, pero al disiparse la luz lo encontraron tal cual estaba, intacto. - ¡Violencia! – Exclamó – Sin duda el reclamo de aquellos que han llegado al límite de lo que su intelecto puede dar. Hace tiempo que vosotros ya llegasteis al del vuestro de todas formas. - ¿De qué cojones estás hablando, De Rais? – Lo interrogó el pelirrojo. - ¡Vamos, Erik Belmont! – Respondió éste, levantando ligeramente los antebrazos en un movimiento pesado - ¿Te me vas a hacer el tonto ahora? ¡Habéis caído una por una en todas mis trampas y os ha llevado demasiado tiempo descifrar las únicas pistas que dejé atrás! Muy inteligentes no creo que seáis, la verdad. - ¿Pistas? El no muerto se echó a reír. - ¿Creéis que iba a dejar a una de mis sombras pululando por las calles de París a pleno día? ¿Y los sietes, alimentados constantemente por mi propia magia? ¿Y a Brauner dejando entradas a su estudio libremente por mis dominios? ¿Y el libro que encierra todos los secretos de ésta catedral expuesto al público? – Rió de nuevo - ¡Por el infierno! ¡No soy tan estúpido como para dejar de controlar todo eso! Callaron mientras Erik recordaba y encajaba todo. Entonces... ¿¡Aquello quería decir que había estado jugando con ellos todo el tiempo!? - ¡Habéis conseguido algunas victorias, lo admito! – Continuó el vampiro, algo más serio – Incapacitasteis a Barthory y liberasteis al comisario, expulsasteis a Brauner y destruisteis su cuadro ¡Incluso impedisteis el rapto del séptimo niño! – Su sonrisa volvió – Pero ¿Lo demás? ¡JA! ¡Fuisteis exasperantemente lentos y torpes! Aunque lo disimulaba, Simon parecía ahora impresionado pero no por De Rais, la mayoría de aquellos sucesos habían ocurrido la noche en que Orlox “sacudió” la ciudad. Indudablemente los había ayudado pero… ¿Por qué? - Sí, lo del séptimo niño fue una victoria importante – Intervino de repente el menor de los Belmont – Me acuerdo bien de ese combate ¡Creo que aquella noche el estúpido y torpe fuiste tú, De Rais! De Rais rechinó los dientes al recordar aquella humillación, no obstante se mantuvo firme, aparentando conservar la calma. - Te subestimé, muchacho, lo sé – Admitió mientras Simon fingía un estornudo en el que coló la palabra “excusas” – Pero sólo retrasaste lo inevitable. Lo que sí me gustaría saber – Los miró uno a uno, estudiándolos - ¿Quién de vosotros, cazadores, pudo destruir el cuadro de Brauner? - Fui yo – Contestó Claire con una sonrisa orgullosa - ¡Y estamos aquí para hacer lo mismo contigo! Aquella confesión dibujó una sonrisa enigmática en el Lord, que la miró de reojo. - Vaya… tenías que ser tú precisamente, Claire Simons – Articuló – Por alguna razón lo esperaba, puede que fueras la única persona en todo el mundo capaz de lograrlo. Por alguna razón, la chica se sintió intimidada. Jamás había visto a ese vampiro ¿Cómo podía saber lo más mínimo sobre ella? Su expresión desconcertada acrecentó la sonrisa de De Rais. - Tú jamás nos has visto, pero nosotros lo sabemos todo sobre ti – Sentenció. - ¡Vale, Monsieur je-sais-tout! – Lo interrumpió Erik – No hemos venido aquí a hablar, si no a recuperar a René Lecarde – Echó a correr hacia el vampiro - ¡Y a hacerte pagar por todo de camino! Repentinamente sintió un tirón y cómo una mano lo desviaba de su camino y hacía caer mientras sentía una poderosa corriente de aire pasar a su lado. Era Claire, que se lanzó tras él y lo apartó justo antes de que recibiera el contraataque de su enemigo. No tuvo tiempo ni de preguntar qué había ocurrido, frente a él pasaron Luis y Simon, corriendo y con sus armas empuñadas, listos para desencadenar un ataque en cualquier momento. - ¡¡¡MEGA DISCHARGE!!! - ¡LIGHTING BALL! Las técnicas combinadas del Belmont y El Fernández vieron el mismo destino que el Maximum Discharge que Luis lanzó al principio, éste se detuvo desconcertado, pero Simon continuó su carrera. Él sabía qué era y cómo derribar aquella defensa. En su avance evitó las ya familiares flechas oscuras que en su momento no pudo contrarrestar, le extrañó no encontrar más resistencia, ni siquiera los gigantescos brazos que tantos problemas le dieron en su día, pero no podía pararse a pensar en eso, lo único que podía hacer en aquel momento era… - ¡¡¡HOLY FIST!!! Arribó a su enemigo a gran velocidad y lo golpeó con aquel explosivo puñetazo azul, sin embargo esta vez no se rompió nada, ni su puño encontró el rostro del vampiro, sólo una barrera a la vez sólida y etérea que había contenido su golpe y le dejaba ver el sonriente rostro de De Rais al otro lado. - ¿Crees que no he aprendido de mis errores, muchacho? – Preguntó, arrastrando cada palabra – No voy a caer en lo mismo dos veces. Y ahora mira a tu espalda. Obedeciendo, Simon giró la cabeza hasta ver la escena que se levantaba tras de sí: Luis forcejeaba contra una de las gigantescas manos, y Claire esquivaba continuamente la otra mientras cuidaba de que Erik, incapaz de verla, no fuera golpeado también. - Os habéis equivocado otra vez. Definitivamente sois idiotas – Se burló otra vez. El Belmont se retiró previendo un contraataque, pero no fue lo suficientemente rápido y la onda expansiva de una explosión oscura le envió junto a sus compañeros. ¿Qué pasaba? ¿¡Por qué era tan débil esta vez!? En el momento en que se levantó, De Rais detuvo sus ataques y sonrió de oreja a oreja, evidentemente disfrutando mientras los humillaba. - ¡Este combate acaba de empezar y ya lo habíais perdido de antemano! – Profirió – La primera vez que nos encontramos dije que yo sabía todo lo que pasaba en esta ciudad ¡Y no fanfarroneaba! ¡Os he observado! ¡He visto cómo vivís, cómo pensáis! ¡Cómo lucháis! – Lanzó una carcajada al aire - ¡Vuestros combates por evitar la tragedia de esos niños me han vuelto indestructible para vosotros! – Movió las dos gigantescas manos fantasmales hasta formar un cuenco con ellas, como si sujetara una esfera – El conocimiento es poder, cazadores ¡Y yo lo tengo! Dicho esto y sin previo aviso lanzó uno de aquellos tremebundos puños contra Erik, el único que no podía verlos, los demás se dispusieron a reaccionar pero, para su sorpresa, el pelirrojo saltó limpiamente sobre el apéndice y aterrizó de forma elegante, sonriendo. - "El Conocimiento es poder" - Parafraseó - Me gusta, coincide con mi corriente de pensamiento, y luego está lo de "Aprender de los errores del pasado" Son mis dos máximas, pero he aprendido que por sí solas no sirven para ganar. En esta ocasión saltó hacia atrás justo antes de que, según pudieron ver los otros tres cazadores, las dos manos fantasmagóricas chocaran la una contra la otra intentando aplastarlo. - Todo este rollo de la guerra psicológica que nos llevas aplicando desde que empezó la noche ha estado bien: Derrota de una antigua rival más poderosa que nosotros, recibirnos en la oscuridad, enfrentarnos a nuestras vivas imágenes y ahora menospreciarnos... Es algo que funciona con mentes débiles, pero lo que es nosotros - Volteó levemente para encarar a Simon, Luis y Claire - ¿Alguno tiene la más mínima impresión de que va a perder este combate? - No - ¡No! - ¿Estás de coña? Las respuestas, llenas de convicción, dibujaron una sonrisa que el Belmont dedicó a un Guilles De Rais cuyo ceño empezaba a fruncirse. - Las palabras están bien - contraatacó éste - Pero habéis fracasado dos intentos de alcanzarme De verdad creéis que - Recogió uno de los brazos gigantescos y lo lanzó de nuevo en forma de puñetazo - ¿¡Podéis hacerme nada!? Simon saltó sobre la cabeza de su hermano y rechazó el golpe de un único y preciso latigazo, aterrizando delante de él. - Conocimiento es poder, Guilles-como-te-llames - Respondió - Y ya te he vencido una vez - Embistió una vez más al vampiro - ¡¡PUEDO HACERLO DE NUEVO!! Convencido, el vampiro respondió a Simon tratando de aplastarlo con el otro brazo, pero encontró la rápida oposición de Luis y Clare, ante lo que volvió a intentarlo convocando un estallido oscuro que el muchacho atravesó protegiéndose con una Deffensive Cross y, antes de que se diera cuenta, lo tenía enfrente de nuevo. - ¡¡¡HOLY FIST!!! Mismo resultado. Más allá de una explosión de luz azul no hubo ningún cambio en la posición de De Rais, ni su barrera había mostrado el más mínimo signo de flaqueza. - Esperaba un contraataque feroz, Belmont - Masculló Guilles - ¿¡Y me vienes con esto otra vez!? Lo rechazó con una nueva explosión de oscuridad no sin antes reparar en que el muchacho sonreía extrañamente, no comprendió la razón hasta que la deflagración fue engullida por una poderosa luminiscencia blanca. - Pe... ¿¡Pero qué diablos!? Simon, que ya había caído al suelo, plantó su mano en el suelo y, con ojos desafiantes, gritó lo que parecía el final de un aria: - ¡¡¡GOBBLING LIGHT TRAP!!! La luminiscencia creció y comenzó a rodear peligrosamente al lord, que miraba a un lado a otro entre furioso y confuso. - ¿¡Cuando demonios has hecho esto!? - Exclamó mientras, alarmado, abandonaba el trono que ahora se desvanecía. No recibió respuesta, pero de entre todos los presentes a Luis en particular no le costó entender lo que Simon había hecho: Improvisar. Nunca tuvo la intención de usar el Holy Fist, tan sólo lo había simulado para plantar infinidad de pequeños residuos energéticos a su alrededor, a los que alimentó enviándoles su propia aura a través del suelo para convertirlos en pequeñas lighting balls que destruirían cualquier cosa que tocaran. - Simon - Lo llamó el Fernández - ¿Qué buscabas exactamente? - Hay algo que se nos escapa - Explicó el joven mientras se erguía - Pero la base sigue siendo la misma: La energía sagrada es su punto débil, de lo contrario no se habría levantado del trono. - ¿Entonces...? - Claire comenzó a hablar, pero se vio interrumpida por una lluvia de flechas oscuras que se vieron obligados a esquivar. - ¡Mi hermano lo ha vencido una vez y puede volver a hacerlo! - Dijo el pelirrojo a los demás - Si da alguna instrucción o pista ¡Sigámosla! Otra andanada de flechas, en esta ocasión el menor de los Belmont levantó una Deffensive Cross mientras se lanzaba de nuevo al combate, plenamente consciente de que ese mismo ataque lo contaminó en la batalla anterior. - ¿¡No sabes hacer otra cosa!? - Le espetó mientras continuaba su embestida. - No me desafíes - Contestó De Rais mientras simulaba un garrazo con su mano derecha - ¡O te saldrá caro! Su instinto le salvó y se detuvo a tiempo, pero aún así sintió algo parecido a unas garras que trataron de hendir en su carne. De alguna forma mientras se apartaba pudo ver cómo en el aire se dibujaba una especie de desgarro múltiple de color negro. - ¿¡Estás bien!? - La pregunta de los tres cazadores, que lo alcanzaron enseguida gracias al parón, fue casi simultánea, y no le había dado tiempo a abrir la boca cuando vio ambas manos fantasmales abalanzarse contra ellos. - Mierda... ¡CROSS BARRIER! - El cuarteto se vio rodeado por la esfera de cruces convocada por Simon, que detuvo el ataque de su enemigo en seco. Rechinó los dientes al darse cuenta de que no podía hacer otra cosa que defenderse ¿Iba a ser así siempre? - ¡Luis! ¡Claire! - Los llamó - Necesito ayuda ¿Podéis abrirnos paso? Los aludidos asintieron y, con una descarga y un Needle Spike, rechazaron los apéndices y abrieron paso a los hermanos, cuyo avance intentó detener el vampiro con el empuje invisible que el captor de Alicia empleó contra el menor en el pasado, y funcionó, pero mientras Simon se vio repelido - que no derribado - Erik acusó el golpe sin dejar de avanzar y, tras protegerse de un nuevo garrazo con su Salamander, lanzó un puro ataque de fuerza bruta en forma de su mejor puñetazo imbuido de lo que en principio De Rais pensó que sería la energía del puño de dragón, pero que resultó ser un demoledor Holy Fist. - ¡Idiota! - Espetó mientras, pese a no haber visto su seguridad comprometida, se veía obligado a rechazar el empuje del pelirrojo - No importa cómo de poderoso sea ¡¡¡NI EL PUÑO SAGRADO MÁS PODEROSO ME ALCANZARÁ JAMÁS!!! - ¿Y los dos puños más poderosos? - Respondió Erik - ¿¡Cómo!? De repente sintió un nuevo empuje acompañado de la explosión azulada del Holy Fist de Simon, que había golpeado justo al lado de su hermano. El no-muerto apretó los dientes mientras su defensa empezaba a flaquear. Aún así, seguían sin ser capaces de romper la barrera. No obstante... - ¡¡¡HOLY FIST!!! - Los hermanos complementaron sus ataques con un nuevo puño sagrado usando cada uno su brazo libre, en ese momento la protección invisible estalló, haciéndose añicos y permitiendo a los nuevos ataques alcanzar el plexo solar del Lord, que salió volando irremisiblemente a causa de la potencia de los impactos. Luis y Claire reposaron, momentáneamente liberados del ataque de las manos espirituales, mientras Simon y Erik retrocedían de un salto para tomar posiciones. El menor chasqueó la lengua. - Sólo había invocado una barrera más fuerte - Masculló con un deje de decepción - ¡Eh, Guilles! ¿¡Qué clase de estrategia es esa!? - No sabía que habías completado el Holy Fist - Observó el Fernández desde atrás, mientras se acercaba a los hermanos. - Yo tampoco - Reconoció el pelirrojo - Pero me pareció buena idea intentarlo. - Ha salido bien, pero... - Intervino Claire - ¿No es un poco irresponsable dejar a la suerte el funcionamiento de un ataque? - La suerte sólo es otro poder personal - Respondió él, sonriendo confiadamente - Llevo toda mi vida dependiendo de ella. No tuvieron tiempo de decir una palabra más, repentinamente Claire y Luis levantaron simultáneamente dos barreras frente a los hermanos que resistieron por muy poco otro de aquellos etéreos garrazos oscuros, los cuatro cazadores se pusieron en guardia frente a aquello, contemplando cómo los escombros bajo los que había quedado sepultado De Rais salían volando en un estallido, revelando al vampiro recién alzado, sucio y con el odio marcado en su rostro, sus manos fantasmales se crispaban, amenazantes. - Bien... os he subestimado - Articuló con fingida tranquilidad mientras sacudía el polvo de los hombros de su traje azul noche - No pensaba que podríais llegar tan lejos. - Sí ¿¡Quién iba a pensar que derribaríamos una barrera más fuerte con un ataque más fuerte!? - Se burló el menor de los Belmont - ¡Somos unos putos genios! - ¡¡¡SILENCIO!!! - Los cazadores prestaron atención, aunque sólo fuera por saber qué les respondería el Lord - Hasta ahora me he limitado a jugar con vosotros ¡Ahora os mataré! Lanzó sus dos manos espirituales contra los jóvenes, pero antes incluso de que hubieran recorrido la mitad del camino que los separaba ambas fueron rechazadas por sendas descargas eléctricas. - O sea, que ya podemos dejar de contenernos ¿Verdad? - El Fernández, que había emitido las descargas, se adelantó a los hermanos - Perfecto - Adelantó su puño enguantado - ¡Mi Agnea lleva vibrando toda la noche! De Rais no respondió, con un grito furioso lanzó una andanada de flechas oscuras mucho más abundante que las anteriores, Simon respondió a esto levantando una Cross Barrier al tiempo que la Simons contraatacaba con un poderoso Needle Spike que el vampiro se vio obligado a esquivar mientras, con otro garrazo, atacaba y destruía la barrera y obligaba a Erik a adelantarse con su brazalete alquímico para protegerlos a todos. - ¡Erik! - Claire acertó a sostener al pelirrojo, que estuvo a punto de dar con sus huesos en el suelo por la potencia del ataque. - Estoy bien - La tranquilizó - Ese era potente ¡Me parece que lo hemos cabreado! - No podemos convertir esto en una guerra de proyectiles - Observó ella - Llevamos las de perder. - ¡Coincido! - Simon, que había quedado detrás según sus compañeros se había ido adelantando, emergió de entre ellos y se lanzó a recorrer el espacio que los separaba de De Rais evitando las explosiones oscuras que éste convocó para protegerse. - ¡Son aleatorias! - Exclamó el español - ¿Cómo puede verlas y esquivarlas? No sólo los estallidos, el joven Belmont también se vio obligado a rechazar y evitar in extremis los dos apéndices que, fallado su objetivo, atacaron a los otros tres guerreros, respondiendo Luis y Claire con un certero tajo de sus Yasutsuna y No Name. Entre tanto, Simon alcanzaba a De Rais atacando instantáneamente con una Lighting Ball que el Lord, como ya hiciera en su primer encuentro, contrarrestó con una bola oscura, anulándose ambas mutuamente. - ¿Nos dirás donde está el crío? - Preguntó Simon, llevando su mano a la empuñadura del látigo. El Lord no respondió, sólo le mostró sus colmillos con una amplia sonrisa. - Vale - Pareció a punto de desenrollar el arma, pero en lugar de ello fintó y lanzó un Holy Punch con su otro brazo - ¡Te arrancaré esos colmillos uno a uno hasta que me lo digas! De algún modo De Rais logró deslizarse entre la tormenta de puñetazos y alcanzó al Belmont clavando sus afiladas uñas negras en su pectoral izquierdo, a lo que el muchacho respondió rechazándolo con un codazo y, ésta vez sí, lanzando un latigazo que por muy poco no alcanzó su objetivo. Simon se llevó brevemente la mano a la herida, sangraba y dolía, pero no era nada que no pudiera soportar, de hecho era consciente de que recibiría más en aquel combate. El dolor no lo detendría. No fallaría. Al igual que Luis él también decidió dejar de contenerse, rápidamente empezó a concentrar y moldear su aura en su interior hasta que adoptó un estado similar a la de su hermano. - What the... - Claire, que sentía por primera vez aquella intensidad proveniente de Simon, se detuvo por un instante - ¿¡Qué coño es eso!? - El fuego de la purificación - Aclaró Erik, que esperaba a tener un hueco para acudir al combate junto a su hermano - Un estado superior de aura - Sonrió - ¡Sí que lo ha dominado rápido! De regreso al combate, Guilles no sólo no se había sentido intimidado si no que además había comenzado una verdadera tormenta de ataques contra el muchacho, que apenas podía reaccionar, después de verse obligado a levantar dos cruces defensivas consecutivas finalmente decidió arriesgar y atacar con un latigazo flamígero que el Lord no logró evitar del todo, chamuscándose ligeramente el hombro. - Eres peligroso... - Observó. - ¿Ahora te das cuenta? - Replicó el Belmont mientras adoptaba una posición de combate adelantada. Simon procedió a contraatacar atrapando al vampiro en un sello sagrado pero éste, que lo había observado en su anterior enfrentamiento, se elevó y abalanzó contra el muchacho, éste retrocedió de un salto y evitó la embestida saltando y, en el aire, dando una voltereta trasera para golpear a Guilles con una patada en el pecho en pleno vuelo que impactó de lleno, elevándolo unos metros por el impacto, seguida de un nuevo latigazo que lo alcanzó en el costado. Visto el éxito de sus dos últimos ataques intentó realizar otro más, pero en esta ocasión el Lord lo evitó transformándose en niebla y reapareció a la espalda de Simon, estaba listo para iniciar un contraataque cuando, de repente, sintió una potente patada en su propia espalda que lo devolvió a donde antes se encontraba su trono. - ¿Llego tarde a la fiesta? Era Erik, que finalmente había logrado abrirse paso entre los dos apéndices gracias a los otros dos cazadores y ahora permanecía de pie, con su pierna derecha recogida sin posarla en el suelo después de atacar a Guilles con una poderosa patada lateral. El derribo, por otra parte, permitió tomarse un respiro a Luis y Claire, que bajaron por un momento sus armas. - Mierda... ¡Así no hay manera! - Masculló ella con fastidio. - No te entiendo - Respondió el español - No estamos teniendo ningún problema, yo al menos ni siquiera estoy cansado. - No me refiero a eso - Chasqueó la lengua - Luis ¿Podrías cubrirme por unos minutos? El joven la interrogó con la mirada. - Sé donde está René - Aclaró ella - Puedo sentirlo, pero si no me concentro no podré localizarlo y sacarlo de aquí. Se miraron por unos segundos, Luis la miraba entre impresionado e incrédulo, pero finalmente se decidió. - Esas estúpidas manos no son un problema - Resolvió finalmente - Yo las contendré, tú concéntrate tanto como necesites. - ¡Gracias! Claire retrocedió de un salto para colocarse detrás del español mientras al mismo tiempo éste retenía un nuevo ataque y Simon y Erik contenían una nueva embestida de De Rais. El objetivo sin embargo era distinto ahora, si bien el menor no había estado atento el hermano mayor había escuchado atentamente la conversación a su retaguardia y decidió facilitarles la labor lo máximo posible, rápidamente acumuló fuerzas y las liberó rechazando al vampiro de un empujón para evitar que continuara atacando a Luis y Claire, pero sorprendentemente resistió el envite y respondió atacando al pelirrojo con un orbe oscuro a bocajarro que lo traspasó, haciéndolo caer de rodillas, dolorido. La respuesta de su hermano a esto no se hizo esperar, inmediatamente lanzó una cruz que hirió al nosferatu y, antes de que pudiera responder, le propinó un latigazo vertical descendente que lo desequilibró, apenas se había recuperado cuando Erik se alzó de nuevo y contraatacó con todas sus fuerzas. - RISING DRAGON!!! De Rais se vio inevitablemente arrastrado por la corriente de energía ascendente liberada en el gancho que el Belmont le propinó, sin embargo en mitad de la ascensión aún pudo lanzar otro garrazo al aire que golpeó directamente a Simon, abriendo una sangrante herida en su hombro derecho, justo el brazo con el que manejaba su látigo. - ¡Mierda! - El joven retrocedió un par de pasos con la mano en la laceración y los dientes apretados, se dispuso a lanzar un latigazo en respuesta, pero el dolor lo frenó. El pelirrojo se despistó un momento con esto, el tiempo suficiente como para que De Rais empezara a caer de nuevo preparando otro ataque tras esfumarse el impulso del Dragón Ascendente, los dos hermanos saltaron hacia atrás justo a tiempo para escapar de una columna de luz oscura que se generó al llegar el Lord al suelo. - ¡¡¡OS TENGO!!! Antes de que los hermanos se dieran cuenta Guilles se había posicionado justo frente a ellos y los atacaba a bocajarro con una especie de onda expansiva, Erik acertó una vez más a cubrirse con su brazalete para absorber el impacto, pero Simon no resistió y salió volando hacia atrás recibiendo como doloroso remate un puñetazo en la espalda de una de las dos manos espirituales, estampándose contra el suelo a causa del ángulo y quedado justo al lado de De Rais, que le lanzó una mirada triunfante. - No te veo tan gallito ahora, enano. El muchacho despegó la cara del polvoriento firme, sacudió la cabeza y se llevó la mano a la nariz, que sangraba. Estaba rota, y dolía. - Mira al frente - respondió él, entre dientes - gilipollas. Cuando lo hizo encontró frente a sí al pelirrojo atacándole, pero no se trataba de un Dragon Punch o un Holy Punch, sencillamente un poderoso puñetazo flamígero que el vampiro tuvo a bien esquivar para clavar su garra derecha en el vientre de Erik, que no mostró reacción alguna. - Os tengo... ¡¡A los dos!! - Exclamó triunfante el nosferatu. - Joder... - Luis, que contemplaba el combate desde su posición mientras mantenía a raya los apéndices, apretaba los dientes con preocupación - ¡Claire! ¿¡Te queda mucho!? ¡La cosa no pinta nada bi... - No pudo continuar, una ensordecedora ignición lo calló al instante e incluso hizo abrir levemente los ojos a la muchacha, la situación parecía haberse invertido otra vez. Guilles de Rais había retrocedido de nuevo más allá de donde se encontraba su trono, sus ropajes se habían calcinado en un buen grado e incluso él mismo parecía sufrir quemaduras, frente a él las manos de Erik llameaban y las de Simon, que aún se incorporaba, emitían un poderoso fulgor blanco, en el aire aún flotaban algunas llamas que se apagaban poco a poco. - ¡Te tenía atrapado! - Articuló el Lord casi en un grito - ¿¡Cómo has podido hacerme tanto daño!? ¿¡Cómo!? - Ha sido una casualidad - Contestó el mayor mientras miraba a su hermano - Si Simon no te hubiera pillado con el sello sagrado tal vez no me habría atrevido, pero... - Sonrió burlonamente - Dime ¿Te ha gustado? ¡Creo que lo llamaré Petit Enfer! Aquello no hizo maldita gracia al vampiro que, enloquecido de rabia, embistió a los hermanos, los cuales se echaron cada uno a un lado para evitarlo y, antes de que se le ocurriera atacar a Luis y Claire, Simon lo contuvo con su látigo. - ¡Estamos aquí, Guilles! - Espetó mientras daba un tirón con su arma. El vampiro lanzó su garra al tiempo que se volteaba, pero en ésta ocasión el chico si reaccionó en el momento adecuado y levantó una cruz defensiva que lo protegió del impacto mientras Erik embestía preparándose para aplastar a De Rais con su puño, siendo rechazado por un estallido oscuro que lo tiró al suelo, se dispuso a levantarse para contraatacar, y en ese momento algo los detuvo a todos. - ¡¡¡LO TENGO!!! Era Claire, la joven británica había abierto por fin los ojos y miraba a un punto vacío de la habitación, a la izquierda de donde antes se encontraba el trono, sus ojos redondos estaban completamente abiertos y presentaban una expresión distinta a todas las que había mostrado hasta aquel momento. - Lo... ¿Tiene? - Murmuró Simon, confuso, mientras Erik y Luis sonreían al mismo tiempo. Después de aquello ninguno de los tres cazadores pudo discernir qué ocurrió exactamente, por un momento la energía que llenaba la estancia se agitó y la imagen que éstos percibían vibró como lo hace en la lejanía durante los días calurosos, durante aquel breve tiempo sintieron como si unos enormes ojos lo escrutaran todo. Entonces, se produjo el cambio. Una sexta aura se unió a la de los cuatro cazadores y el vampiro, era un aura durmiente y pura, como si nada hubiera podido mancharla aún, la siguieron con la mirada hasta donde provenía, exactamente desde el punto al que Claire miraba desde que levantó los párpados. Una extraña burbuja flotaba en el aire, dentro de ella se encontraba René, aún con su pijamita de diario y dormitando en posición fetal, su aura de color blanco verdoso brillaba por primera vez desde que lo conocieron, como si le hubieran forzado a manifestarla. - El... crío... - Articuló Simon, casi sin palabras. - ¡René! - Exclamó Erik, casi llamando al niño. - ¡¡René!! - Luis apartó la mano fantasmal de un golpe de espada, envainó su Katana y cargó sus piernas de electricidad dispuesto a echar a correr para rescatar al bebé, pero apenas había dado tres zancadas cuando tuvo que detenerse para protegerse de un desgarro oscuro que lo cogió desprevenido. Guilles De Rais, por su parte, reía. - Increíble - Alcanzó a decir tras reducir un poco la fuerza de sus carcajadas - ¡Increíble! ¿¡Quién me lo iba a decir!? ¡Así que la famosa chica con la Mirada de la Emperatriz se encuentra aquí! ¡Y tenías que ser - Señaló a Claire - TÚ! - ¿Y qué si soy "yo"? - La aludida recuperó su expresión normal y echó a andar hacia los tres cazadores y el vampiro - Ya no puedes esconder más al niño ¡Así que entréganoslo! Su mirada ahora era dura, poderosa, dominante y se clavaba en los ojos del Lord como dos cuchillos, pero él no parecía sentirse afectado lo más mínimo por ésta. - A mí no puedes ordenarme - Replicó - Ni siquiera eres un vampiro y, aún si lo fueras, no puedes dominar a un siervo. - ¿Quién ha dicho que esté usando la Mirada ahora? - Claire levantó su mano izquierda y apuntó con ella directamente a De Rais mientras una serie de pequeños cristales empezaba a flotar en el aire rodeando su muñeca - Quiero que nos des al crío, y lo vas a hacer ahora. Los tres cazadores la miraban, confusos, el cambio en su actitud y sus ojos eran más que notables y no sólo eso ¿Qué era la Mirada de la Emperatriz? ¿Por qué De Rais hablaba de órdenes? ¿Era un poder de dominación? - Así que quieres que os lo de... - Frente al vampiro habían empezado a generarse una serie de flechas oscuras, mucho más abundantes que los cristales, ya convertidos en Needle Spikes más grandes que el antebrazo de la muchacha, que Claire había invocado - ¿¡Y pretendes que os lo entregue por la fuerza!? ¡Qué divertido! - No me he expresado bien - Respondió ella, sonriendo - No te estoy ordenando o pidiendo que nos lo des, te estoy diciendo que vas a hacerlo. El vampiro, al grito de "NO ME HAGAS REÍR" lanzó su andanada de flechas oscuras mientras Claire proyectaba su Needle Spike, en ese momento sintieron una nueva alteración, algo completamente diferente a lo de antes, y cuando se quisieron dar cuenta la muchacha había desaparecido literalmente de donde se encontraba, perdiéndose los proyectiles en la profundidad de la sala. - Qué... - Qué demonios... - ¿Dónde está? - El pelirrojo empezó a buscarla frenéticamente con la vista, hasta que giró la cabeza y encontró algo que no esperaba: Claire se encontraba donde estaba René, y la burbuja había desaparecido, medio segundo más tarde se dio cuenta de que la joven, que se encontraba arrodillada y doblada, de espaldas a ellos, abrazaba al bebé en sus brazos y respiraba muy pesadamente - ¡Claire! ¿¡Estás bien!? - La llamó, alarmado por su estado. - Tengo... tengo al niño... - Alcanzó ella a decir entre jadeos mientras alzaba el brazo derecho formando el símbolo de la victoria con sus dedos. - Qué... ¿Qué cojones ha pasado? - Preguntó Luis al aire, visiblemente confuso. - ¡YO LO SÉ! - Gritó de repente De Rais, sobresaltándolos a todos - ¡¡YO SÉ QUÉ HA PASADO!! Repentinamente el vampiro lanzó sus dos brazos espirituales contra el techo sobre la joven y lo golpeó con tal fuerza que hizo temblar la habitación y provocó que comenzaran a desprenderse pequeños escombros; Claire, aparentemente demasiado cansada para huir sólo se dobló más para proteger al niño a toda costa mientras los cazadores, horrorizados, contemplaron cómo el polvo y los restos dieron paso a pequeños cascotes, de los cuales uno llegó a golpear la cabeza de la muchacha, que ni siquiera se movió, esto levantó las alarmas de Erik que, siendo el más cercano, echó a correr hacia ella con el objetivo de sacarla de allí, pero sus piernas fallaron a mitad de carrera ¡Buen momento para acusar el cansancio acumulado! Alzó la cabeza justo para ver cómo Luis con su Agnea y Simon con sus cruces destruían como podían - aún resistiendo los ataques de De Rais - los escombros que se precipitaban sobre ella, por lo que inmediatamente echó a correr de nuevo y la alcanzó en dos zancadas. - ¿¡Estáis bien!? - Le preguntó inmediatamente la agarraba del brazo y la alzaba - ¡Joder! Sintieron otro golpe sobre sus cabezas y ambos alzaron la mirada para ver de qué se trataba - En ese momento el pelirrojo pudo ver la sangre que había brotado por la herida abierta en la cabeza de Claire a causa del pedrusco - De Rais había vuelto a golpear el techo y los escombros que se desprendían en esta ocasión eran mucho mayores, Erik la agarró y sacó del área, y en pocos segundos se habían vuelto a reunir los cuatro, pero en esta ocasión con René protegido en los brazos de Claire. - ¡Claire! - Exclamó inmediatamente Simon apenas estuvo a su altura. - ¿¡Estás bien!? - Preguntó el Fernández al momento de reunirse. - ¿¡¡DONDE DEMONIOS CREEIS QUE VAIS!!? De Rais, naturalmente no dispuesto a permitir que se llevaran al niño, se abalanzó contra ellos furioso, pero mientras Simon y Luis asistían a la muchacha Erik se lanzó al contraataque, interceptándolo con un Holy Fist que lo mandó a volar, dándoles algo de tiempo. Tras esto llegó hasta ellos y los observó por unos momentos, la sangre vertida por la herida en la cabeza de la muchacha había caído hasta su cuello y apenas empezaba a secarse, Luis, que sostenía y revisaba a René, había sufrido al igual que Simon algunas heridas y contusiones nuevas mientras se afanaban en evitar que tanto ella como el infante no sufrieran ningún daño de gravedad. - ¿Está bien René? - Preguntó finalmente a su compañero. - Está dormido profundamente - Informó él - Magia. No parece haber sufrido ningún daño. - Bien... - El cuarteto sonrió con alivio - Claire - La aludida volteó para mirarle - Lo siento, no reaccionamos del todo bien, fue todo muy... rápido. - No importa - Respondió ella, sonriendo - Lo importante era que el bebé saliera sano y salvo, y hemos cumplido. El pelirrojo negó con la cabeza, serio. - No, no era lo único importante... Se sobresaltaron al ser interrumpidos por un bramido ensordecedor, De Rais se había levantado de nuevo y estaba furioso, las manos fantasmales, que habían vuelto a reaparecer desde su espalda, se mostraban crispadas, capaces de aplastar a cualquiera que se pusiera en su camino. - ¿¿¡¡A DONDE CREÉIS QUE VAIS!!?? - Gritó con una voz podría oírse en todo París - ¡¡¡OS MATARÉ!!! Terminado el bramido lanzó uno de los brazos con una velocidad y potencia inusitadas, Simon, Luis y Claire se prepararon para invocar sus mejores protecciones, pero antes de que pudieran hacerlo ocurrió algo que los sorprendió: El ataque había sido detenido, pero no por una barrera o por acción del propio De Rais. Erik acababa de contenerlo con su propia mano derecha. - Qué demo... ¡¡¡Erik!!! - Exclamó el español, sorprendido y asustado, mientras se dirigía hacia él. - Ahora que tenemos a René va siendo hora de ponernos serios - Dijo éste - Yo me encargo de esto, vosotros salid de aquí. Ninguno de los tres pudo ocultar su sorpresa. - Pero... - ¡Tío! ¿Estás loco? Claire, con un evidente gesto de preocupación marcado en el rostro, se adelantó. - No, no podemos dejarte aquí sólo - Respondió con decisión. El pelirrojo tardó en responder, por su respiración y la tensión de sus músculos se notaba que luchaba por contener el empuje del apéndice espiritual. - Ya... tenemos a René - Contestó finalmente - Ahora todo lo que hay que hacer es sacarlo de aquí... - Gruñó - ...Mientras alguien se hace cargo - Miró hacia atrás, a su hermano y su colega - Simon... tiene largo alcance con su látigo, vendrá bien para abrir camino, y Luis - Guardó silencio durante un par de segundos, todavía forcejeando - Es un buen guardaespaldas - Gruñó de nuevo, intentando empujar con todos los músculos de su torso - Él se hará cargo de la... retaguardia. - Todo eso está muy bien, tío - Lo interrumpió el español - Pero tú te sabes de memoria el mapa, eres el único que tiene una ruta de escape. - Esto... - El hermano menor, dubitativo, finalmente sacó un papel doblado - Erik me dio un mapa antes de entrar - Lo sacó y sacudió - Podremos usarlo para salir de aquí. Luis miró alternativamente a ambos hermanos. - ¿Estás seguro de esto? - preguntó finalmente al pelirrojo, que giró la cabeza hasta que pudiera ver su perfil. - Tranquilo - Dijo con una sonrisa confiada - ¡Puedo ganar! El Fernández permaneció en silencio, mirándolos a todos, finalmente pareció tomar una decisión y se encaminó a la puerta de la sala. - Si está sellada, abrirla será un juego de niños - Se detuvo un instante e hizo señas a Claire y Simon con la cabeza para que lo siguieran - ¡Vamos! Simon fue inmediatamente detrás de él con paso veloz, pero ella se retrasó un poco más, con René en brazos y mirando al pelirrojo con preocupación, éste, al sentir aquellos ojos, sencillamente alzó su pulgar izquierdo, el cual tuvo que recoger al momento para detener el segundo puño, que lo empujó varios metros hacia atrás. - SALID DE AQUÍ - Gritó mientras contenía el doble ataque - ¡¡¡VAMOS!!! A su espalda escuchó los pasos apresurados de la muchacha y el portón abrirse gracias a la magia de Luis, apenas la estancia volvió a cerrarse y sellarse concentró todas sus fuerzas en ambos brazos y, con un bramido, rechazó los puños fantasmales de un único empujón potenciado gracias a su aura escarlata. A lo lejos se encontraba De Rais, furioso y al mismo tiempo sorprendido por ver a alguien competir de tú a tú con la titánica fuerza de sus brazos. Pese a la distancia sintió los ojos turquesa del cazador clavarse en los suyos, desafiantes. - ¡Ahora, Guilles De Rais, esto es sólo entre tú y yo! ----------------------------------------------------------- Un par de cosas para cerrar el capítulo: Hace 3 meses que no escribo, así que he perdido algo de soltura y me parece que notaréis cuando hice el parón ^_^U Para rematar he perdido algo de vocabulario, me faltan sinónimos, manitos ¡Sinónimos! D: Casi me da un pasmo cuando empecé a notarlo. En cuanto al capítulo en sí, digamos que he querido darle algo de protagonismo a los hermanitos para que peleen juntos alguna vez dejando a Luis y Claire un poco en segundo plano, aún así la rubita ha tenido su buen momento de gloria ^w^ Publicado: 02:15 07/08/2011 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Clockwork
Claire y Simon se sobresaltaron al sentir abrirse la puerta contigua a la que ellos habían atravesado para salir de la cueva, por ella aparecieron Erik y Luis, cansados y heridos, con sus fuerzas notablemente mermadas. - ¡La hostia! ¿¡Qué os ha pasado!? – Preguntó alarmado el menor de los Belmont mientras se acercaba a ellos junto a la muchacha. - ¡Eh! Vosotros no tenéis mucha mejor pinta que digamos – Respondió el español con una semisonrisa. No se equivocaba, ambos estaban llenos de cortes y habían sufrido algunas quemaduras a causa de las deflagraciones de los esqueletos bomba, aunque sin duda sus auras brillaban más que la de los dos cazadores. - Parece que os ha tocado el camino fácil – Intervino el pelirrojo – Nosotros las hemos pasado putas. - Bueno, no nos podemos quejar – Respondió Claire mientras revisaba sus contusiones – Cielo santo… ¿A qué os habéis enfrentado? - Nuestro último enemigo ha sido el fósil de un tiranosaurio – Contestó Erik – Supongo que con eso te puedes hacer una idea. Mientras conversaban Simon se dedicaba a observar el lugar, una vez salidos de la cripta sólo había pensado en relajarse y descansar mientras esperaba a su hermano y su cuñado, por lo que no le había prestado demasiada atención. Nuevamente se encontraban en una sala enorme, no tan grande como la primera planta pero de una altura que fácilmente doblaba la de ésta, su forma parecía la de una bóveda partida por la mitad, y todo el lugar estaba recubierto por siniestros bajorrelieves tallados en bronce. Frente a ellos se alzaba un titánico portón que parecía dar acceso a la siguiente estancia. - ¡No hace falta! – La voz de Luis lo sacó de sus observaciones - ¡No deberías gastar tu poder mágico! - ¿Qué nos va a ayudar más? – Respondía Claire con autoridad, como una profesora que trata de hacer en razón a un niño rebelde - ¿Una espadachina con poco poder mágico o dos luchadores que apenas pueden con su alma? - ¡Pero si estoy bien! – Rápidamente buscó el apoyo de su compañero - ¡Erik! ¿Tenemos fuerzas para seguir o no? El aludido no respondía, en lugar de eso desviaba la vista tratando de evitar a Claire, ligeramente ruborizado. - ¿Erik? ¿Pasa algo? – Preguntó ella extrañada. - Tu tiranta - Eeeh… ¿Qué? El pelirrojo, aún sin mirarla, hizo un gesto con su pulgar, recorriendo de arriba abajo su propio hombro izquierdo, la joven miró el suyo, y encontró que la tiranta de su camiseta negra se había rasgado – probablemente en su combate contra el maestro esqueleto – y revelaba su hombro desnudo y parte de su pecho. Ante esto no pudo hacer otra cosa que soltar una carcajada y anudar divertida los dos extremos “Qué mono” No pudo evitar pensar. - Mojigato – Murmuró por su parte el español entre dientes. - ¡Repite eso! - Erik – Interrumpió Claire, mientras colocaba sus manos en el pecho de cada uno para curarlos - ¿Nunca has visto a una mujer desnuda o qué? - Salvo a mi madre, ninguna tridimensional – Se adelantó Luis a responder. - Ca… ¡Cállate! La muchacha volvió a reír ¡Estaba más verde de lo que creía! - Er… no es que no me divierta viendo a mi hermano ponerse más colorado que su pelo viendo un hombro desnudo – Los interrumpió Simon – Pero no estaría de más saber dónde estamos y cómo salimos de aquí. Este sitio no parece tener salida. Claire pidió paciencia al Belmont mientras terminaba su curación, que finalizó en el momento en que los últimos cardenales desaparecieron del cuerpo de los cazadores. - ¡Listo! – Dijo una vez retiradas las manos – Creo que con esto podéis ir tirando. La verdad es que tampoco me conviene gastar mucha magia – Añadió. - ¿Dónde estamos, dices? – Articuló el pelirrojo mientras comprobaba sus articulaciones – Sólo mirad el portón: Éste es el bastión final antes de llegar a De Rais. Todos se dieron la vuelta y centraron sus miradas en él con extrema seriedad ¿Había llegado el momento? - ¿Estás diciendo la verdad? – Preguntó Luis, que no terminaba de creérselo - ¿Tan rápido? - ¿Entonces por qué un tocho tan gordo para traducir y tantas noches en vela? – Agregó Simon – No podemos tenerlo ya delante de nuestras narices. - Calmaos – Ordenó el aludido – He traducido todo el libro y me lo he estudiado a conciencia precisamente para llegar por el camino más rápido. No os podéis hacer una idea del entramado de salas que tiene este sitio. - Entonces… - Articuló la joven. - También he trazado un mapa de ruta de escape que os mostraré más tarde, ahora tenemos que preocuparnos de llegar hasta De Rais. - Y si sólo tenemos que cruzar esta puerta – Dijo Luis desde la lejanía, que se había separado del grupo para contemplar el umbral - ¿A qué esperamos? En un segundo adoptó un estado similar al que había tomado para luchar contra el tiranosaurio, potenciando su musculatura mediante electricidad. - ¡Luis! - ¡¡¡PASEMOS Y YA ESTÁ!!! Con aquel grito Luis propinó un tremendo puñetazo a la puerta chapada en bronce y acero, probablemente aquel golpe hubiera bastado para derribar el muro más sólido, pero lo único que se escuchó fue un crujido… óseo. - ¿¡Eres imbécil!? – Lo regañó el Belmont mientras lo alcanzaba - ¿¡Desde cuándo la puerta que protege a un lord vampiro ha sido derribable con un mísero puñetazo!? El Fernández sacudía su mano dolorida mientras lo veía llegar hasta él junto a Simon y Claire, afortunadamente el crujido había provenido de sus falanges ¡Pero aún así dolía! - Tal vez no le… - ¡Como se te ocurra golpearla de nuevo o proponerme a mí que lo haga TE CAPO! – Lo interrumpió Erik, tajante. - ¡Vale, Einstein! ¿Y cómo pasamos? Erik suspiró y se encaminó a la puerta, tanteándola cerca de la división entre las dos hojas. - Os lo advierto: No va a ser fácil Los demás se encogieron de hombros. Ninguno esperaba que lo fuera. Finalmente su mano pareció encontrar lo que buscaba, el Belmont agarró un tirador, o lo que parecía serlo, y lo giró con bastante dificultad. El mecanismo parecía requerir mucha fuerza para ser activado. La fuerza, como mínimo, de un vampiro. En aquel momento la estancia empezó a temblar, el ensordecedor estruendo de un gigantesco mecanismo se apoderó de lugar y tres puertas camufladas de tamaño normal, dos a un lado del portón y una en el otro, se abrieron. - ¿Qué demo…? – Preguntó Claire una vez el estruendo se apaciguó hasta convertirse en un sencillo runrún – Erik ¿Qué es esto? - Este lugar es especial – indicó – identifica a los presentes por sus auras y si no están autorizados o relacionados con el señor de la guarida lo someten a una prueba – se dio una pequeña pausa antes de continuar – Cuatro mecanismos, uno aquí y otros tres repartidos en tres habitaciones en lo más alto de esas torres – Señaló a las puertas – Tenemos 10 minutos para activarlas todas, o no podremos entrar ni salir. - ¿10 minutos a partir de cuándo? – Lo interrogó el Fernández. - Desde que los engranajes han terminado de ajustarse – Contestó Erik – Escojamos quién va a cada torre y quién se queda aquí. No tenemos tiempo. Los otros tres cazadores se miraron y asintieron. - Tú te quedas, Erik – decidió instantáneamente la muchacha. - Estás cansado – continuó Luis – Aunque sean 10 minutos al menos podrás reponer fuerzas. - Por nosotros no te preocupes – completó Simon – Somos rápidos, con 10 minutos nos sobra. - Está bien – aceptó él – Pero sobre todo id con cuidado. Ésta es la última barrera, habrá de todo ahí dentro. - ¡Nos vamos! – se despidió finalmente el español mientras cada uno se dirigía a una puerta. Luis y Claire entraron en las dos torres contiguas, quedando la otra para Simon; ninguno de los tres se sorprendió cuando, tras poner ambos pies en el interior, las puertas se cerraron a sus espaldas. - “No podremos entrar ni salir” - Recordó la joven – Más vale que esta puerta se abra si llegamos a tiempo a los mecanismos… Andaban algo justos, pero aún así los cazadores dedicaron unos segundos a mirar los escenarios que les habían tocado en suerte: El Belmont se encontró a sí mismo sólo en lo que parecía ser un torreón semi derruído, la muchacha podía ver desde su posición lo que parecían ser algunas trampas basadas en picas y guillotinas y el Fernández… ¿Un pasillo vacío que ascendía a lo largo del cilindro? No importaba realmente, los tres echaron a correr casi a la vez mientras dedicaban sus cinco sentidos a su entorno; Simon no tardó en apercibirse de que los escalones de piedra parecían crujir bajo sus pies y la débil argamasa había quedado reducida a arena, el muchacho se dio cuenta de que tendría que hacer su camino de una sola vez y sin detenerse para nada, ya que aquello parecía derrumbarse bajo sus pies. Claire se encontró rápidamente echando mano de toda su agilidad, la joven y atlética cazadora tardó cero coma en verse obligada a rodar inesperadamente para evitar una losa mecánica que cayó sobre su cabeza tratando de aplastarla e inmediatamente después a evitar una trampa de picas retráctiles con un salto limpio, todo ello reduciendo su velocidad lo mínimo posible para realizar cualquier acción. El tiempo apremiaba. Luis por su parte echó a correr, desconfiado. Estaba acostumbrado a que los lugares vacíos nunca aparentaban ser lo que parecían y antes de darse cuenta estaba usando la vaina de su katana para detener y pulverizar un pesado azulejo de piedra que se desprendió de la pared para abalanzarse contra él, segundos después pisó un suelo que desapareció bajo sus pies y tuvo que clavar sus dedos electrificados en la pared del foso sin fondo al que iba a ir a parar. No iban a acobardarse, eso estaba claro; el Belmont continuó avanzando mientras trataba de observar cuidadosamente todo lo que le rodeaba, aquel lugar parecía venirse abajo y algún que otro tramo de piedra ya cedía bajo sus pies, tuvo el acierto de saltar justo después de pisar una baldosa precedente a otra que literalmente se pulverizó delante suya, aterrizó y se vio obligado a frenar para detener una bola de fuego que llegó desde el rellano superior de las escaleras que estaba a punto de tomar, alarmado, miró hacia arriba. Dos cabezas de reptil, parecidas a los cráneos de dragón que había visto en los bestiarios de casa de los Fernández, le esperaban desafiantes, generando fuego en el interior de sus esqueléticas bocas para seguir atacándole mientras el suelo que pisaba cedía peligrosamente bajo su peso. - ¡A tomar por culo! – Echó a correr hacia las calaveras como ya hizo contra los esqueletos bomba y generó una botella de agua bendita que les estampó directamente en el morro. No era precisamente su especialidad, su agua bendita era de hecho muy débil, pero aquello las distraería mientras ascendía. Claire se dobló hacia delante para evitar una las tres sierras circulares que gobernaban horizontalmente aquella sección, saltó sobre la más baja y tuvo que estirar su cuerpo todo lo posible en pleno vuelo para la más alta, que por poco la parte en dos, al caer rodó y dio contra un muro paralelo a otro ¿Representaba que tendría que saltar de uno a otro para llegar al siguiente piso de la torre? Suerte que decidió que Erik descansara, no sobreviviría allí ¡Y menos en su estado! Alternativamente, con ritmo y agarrándose de los poquísimos salientes saltó entre ambas paredes hasta finalmente poder agarrarse al borde del próximo piso, donde fue recibida por el ataque de dos armaduras a las que detuvo con su No Name antes de seguir corriendo. Le hubiera gustado quedarse a derrotarlas, pero el tiempo apremiaba. Por su lado Luis había comprendido rápidamente el sentido de aquella torre. Tal y como él suponía nada era lo que parecía, suelos falsos, paredes que ocultaban trampas y decoraciones poltergeist poblaban el lugar dificultando su avance más de lo que le hubiera gustado, de hecho incluso estuvo a punto de caer en una trampa bastante estúpida consistente en un muro que estaba en un lugar ilógico – lo que lo hacía parecer falso a todas luces – siendo en realidad real, obligando al Fernández a buscar unas escaleras invisibles para seguir ascendiendo. Lo más autentico que encontró en su camino hasta el momento fueron dos imponentes armaduras que, como a Claire, lo atacaron con sus alabardas, pero el español saltó entre sus estocadas a la cintura, cogió sus cabezas en mitad del vuelo y las estampó contra el suelo con una descarga eléctrica de propina, destruyéndolas. Aquel lugar estaba DEMASIADO bien protegido, tanto que les estaba obligando a centrarse en su supervivencia, olvidándose del límite de tiempo que sólo podían recordar gracias al runrún de los engranajes. Tres pisos, cuatro pisos, cinco pisos… habían olvidado preguntar a Erik la altura de aquellos tortuosos torreones ¿¡Cuánto más iban a tardar!? Entonces llegaron, al final del séptimo piso esperaba a cada uno una escalera que llevaba a una trampilla que daba acceso al octavo y último piso - ¡¡¡El mecanismo!!! Ahí estaba, redondo y pulido, similar al que el pelirrojo había activado en la sala principal, las salas que los contenían eran cuadradas y estaban completamente vacías salvo por la pared donde se hallaba el ingenio giratorio, que era metálica y dejaba ver unos enormes engranajes que giraban en el sentido de las agujas del reloj. Corrieron a activarlo, cada uno poniendo más o menos esfuerzo en función de su fuerza física, y los engranajes invirtieron la dirección de sus movimientos. ¿Lo habían logrado? Sea como fuere tenían que salir de allí, así que se dieron la vuelta y encontraron a sus espaldas a alguien que no debía estar ahí: Ellos mismos. Erik, que se sentía un poco más descansado a pesar del poco tiempo transcurrido, volteó a su vez al escuchar pasos a su espalda, encontrando frente a sí a una copia exacta de sí mismo clavándole unos inexpresivos ojos turquesa. - Sabía que habría un último guardián – dijo mientras adoptaba una pose de combate relajada con la mano agarrando la empuñadura de su Salamander – Aunque no esperaba que fuera un Doppel. Simon, Luis y Claire se pusieron en guardia inmediatamente mientras veían cómo su inexpresivo doble hacía exactamente lo mismo que ellos. - Un Doppelganger – Se dijo Claire – Algo me dice que esto no va a ser fácil… - Un fantasma gigante, un tiranosaurio, un Doppel… - Enumeraba Luis con una semisonrisa – ¡Este tío sabe montar sus defensas! - Así que queda uno más… Me da igual que me copies, te voy a machacar de todas formas – Espetó Simon al doble mientras restallaba su látigo contra el suelo. La joven se puso en guardia instantáneamente lista para recibir el ataque de su recién aparecido doble, pero éste no llegaba, por el contrario tuvo que ser ella la que finalmente tomó la iniciativa. Abrió el combate atacando con su siempre precisa tegatana, debía terminar rápidamente con el Doppelganger antes de que éste le diera la oportunidad de saber cuán poderoso era, pero vio su intento frustrado cuando éste detuvo el golpe con su propia muñeca y, para sorpresa de ella, lanzó un golpe que le dejó un triple arañazo demasiado cerca del cuello. Claire lo reconoció enseguida, pero no por ello pudo evitar sorprenderse ¡Neko! En los últimos meses Erik era el único que se había enfrentado a los sinuosos movimientos de aquel estilo en sus manos ¿Cómo podía el Doppel conocer el puño de gato? No era una cuestión baladí, la chica discurría aceleradamente mientras se forzaba a sí misma a leer los veloces movimientos de su copia ¿No era verdad que los Doppelgangers sólo sabían de sus adversarios aquello que habían podido observar? Ninguna presencia estaba cerca cuando se enfrento al pelirrojo ¿Por qué entonces…? Retiró de un zarpazo propio la mano de su adversaria y pasó al contraataque, el Doppel poseía por ahora la misma velocidad y fuerza que la Simons, convirtiendo aquello en una batalla equilibrada en la que golpes y defensas chocaban en el aire gracias a un tiempo de reacción y celeridad idénticos, de hecho pronto encontró que su Neko, del que estaba tan orgullosa, topó con el rival perfecto en los antebrazos del Doppel, aquello no le dejó más opción que jugar al despiste: Fintas, golpes blandos, desvíos y otras tácticas que finalmente le permitieron asestar un puñetazo directo al engendro en pleno rostro; lo más escalofriante era que no mostraba expresión alguna, no manifestó dolor ante el golpe, parecía – y más tratándose del doble de una muchacha de cabello rubio y piel lechosa – una muñeca de porcelana sin alma. Simon se hallaba enfrascado en aquel momento en un duelo singular, con el fin de poder asestar una tormenta de puñetazos a su doble lo había atrapado con su látigo por la muñeca, pero él mismo se encontró exactamente en la misma situación y aquello había pasado a convertirse en una competición de fuerza: El ganador apalizaría al otro, y él sabía que sería así porque minutos antes había evitado una especie de Holy Punch por muy poco, tan rápido y potente como el suyo pero… diferente, “falso” Y es que lo había observado, al igual que él el Doppel exteriorizaba su aura con bastante frecuencia y eso le permitió observar la mayor diferencia entre el falso y el real, el doble evidentemente no podía duplicar su aura, pero se acercaba bastante e incluso compartía el elemento de la misma, dando lugar a una corriente energética corrupta de un color blanco sucio, también pudo sentirlo en el látigo, a través del cual ambos se enviaban mutuamente energía con el fin de debilitarse el uno al otro y que finalmente uno de los dos acabara cediendo. Aquel apuntaba a ser un combate largo, más de lo que necesitaba. Erik y su clon se observaban mutuamente, como en el caso de Claire el Doppel no tenía la más mínima intención de atacar y esperaba al pelirrojo para responder a la agresión. Los dos giraban trazando un círculo en un ring no marcado, con el Belmont al menos calculando cuándo y cómo atacar ya que, al contrario que el Doppelganger, sus fuerzas seguían mermadas. Tampoco podía trazar una estrategia ante aquel rostro inexpresivo. Recordaba sus lecciones, recordaba las largas tardes en la academia de la hermandad y bajo la tutela de los Fernández donde fue instruido acerca de las criaturas más peligrosas, el Doppelganger estaba entre ellas y había aprendido que cuando se encontraba con su objetivo no se detenía hasta matarlo y quedarse con su alma, momento en que aquella expresión “de cera” tomaba vida y se convertía en una réplica perfecta. Los Doppel, además, absorbían y mimetizaban todas las acciones que habían visto realizar a su presa de un modo prácticamente perfecto, esto incluía técnicas y estilos de combate en el caso de los cazadores. ¿Durante cuánto tiempo había estado siendo vigilado por un Doppel? ¿Cuánto hacía que De Rais sabía de su existencia y el peligro potencial que ellos entrañaban para el vampiro y sus planes? ¿Qué cartas le quedaban por jugar, sabiendo que todas las ya empleadas estaban prohibidas de antemano? Mientras su compañero reflexionaba, Luis evitaba cubrirse los ojos para no ser sorprendido tras el fogonazo producido por el choque de dos Maximum Discharge, ya había cometido antes ese error y ahora una herida de espada abría parcialmente su chaleco antibalas modificado y decoraba su pecho. Aunque ya los conocía, jamás se había enfrentado a uno de ellos y encontró que los Doppelganger estaban plagados de sorpresas ¿Cómo podía esa criatura tener una copia exacta de su Yasutsuna? ¿Y emular sus movimientos y estrategias tan fielmente? ¿Y dominar el rayo con semejante eficiencia? Concentró energía en su arma y la proyectó con un tajo vertical logrando que el doble lo detuviera con la espada, cosa que sin duda esperaba ya que después de aquellos minutos de lucha había comprendido que aquellas criaturas emulaban tan fielmente a la persona duplicada que incluso mimetizaban sus reacciones, aunque fueran ilógicas, lo que le llevó a la conclusión de que debía luchar ignorando su lógica ¿Cómo enfrentarse a una copia de sí mismo si no dejando de ser quien era? Después de lanzar una segunda onda de energía – horizontal en este caso – se abalanzó sobre el Doppel esperando una respuesta que, dada la cercanía, llegó en forma de estocada, una estocada bastante bien colocada se atrevió a juzgar, ya que le resultó terriblemente difícil de esquivar y le obligó a cambiar leventemente su idea original, golpeando con el mango de la Yasutsuna en toda la nariz del clon. Volviendo a Simon, el joven Belmont resolvió la situación de un modo poco ortodoxo, agitando su látigo para dar el antebrazo de su adversario y que éste se viera obligado a soltar su presa, aquello le permitió de camino comprobar que incluso compartían la misma resistencia física, ya que sabía que él no hubiera resistido una sacudida de semejante calibre. Gracias a eso pudo entender más o menos el camino a seguir, nunca hubiera tomado ese camino para resolver aquella papeleta, razón por la cual el Doppelganger no actuó de la misma forma o incluso sería justo decir que se adelantó, ya que aquel clon era ligeramente más rápido que el muchacho y siempre atacaba antes de que él hubiera decidido qué hacer, de hecho se vio obligado a evitar un latigazo que el doble lanzó como contraataque y contrarrestar otro que llegó justo después, las armas impactaron en el aire con una precisión impecable y pareciera que ambos hubieran tomado la misma decisión, ya que el aire se tiñó por un momento con la luz provocada por el choque entre el aura blanca de Simon y el aura sucia de la criatura. - No te rindes ¿Eh? Las dos No Name forcejeaban una contra otra asidas por Claire y su doble, que luchaban en un terreno ya congelado por las auras de la guerrera y la criatura; nuevamente era observable el fenómeno de la impureza del aura del Doppel, cuyo hielo era más oscuro que el de la muchacha y las llamas de su No Name lucían azuladas frente al verdoso de la original; Claire abandonó el choque cuando vio al clon pronunciar un aria con aquella boca sin voz y retrocedió para protegerse con una barrera de hielo de un Needle Spike que se hizo añicos al impactar contra la pared helada. El poder mágico de aquel Doppelganger, o al menos su moldeo de la magia, era inferior al de la Simons, de lo contrario ambos conjuros se hubieran anulado mutuamente. Sonrió. Acababa de calarla, ya sabía cuál era su punto débil. - ¡Te tengo! – Celebró mientras preparaba su cuerpo para iniciar un combate mágico. Entre tanto, Erik había entrado al fin en combate con su doble; el pelirrojo había analizado sus movimientos desde su llegada a Francia y ahora, gracias a eso, no libraba una batalla contra sí mismo si no contra una criatura que había adoptado todo aquello que ya había visto, que no era poco, pero su pasión por la lucha y el férreo entrenamiento de Adela le habían llevado a disponer de un amplio abanico de movimientos fruto de varias artes marciales conocidas. Con una poderosa patada giratoria apoyada por el peso de sus grebas se preparó para combatir con uno de sus estilos favoritos: Taekwondo. La batalla ahora había pasado a ser un combate de igual a igual, de poder a poder, el Doppel atacaba al Belmont con todo lo que había absorbido, usando sus puños como arma principal y luciendo un aura de color sanguinolento que difería del rojo fuego del original. La patada llegó justo en el momento en que el clon se lanzaba hacia Erik con un Dragon Punch preparado, éste lo golpeó en el pecho y una vez terminado el movimiento lo embistió con celeridad intentando un gancho que su adversario bloqueó y aprovechó para intentar derribarle, pero él utilizó la cercanía para contraatacar con un rodillazo, alejarse de un salto y concatenar tres patadas a diferentes alturas de las cuales la criatura detuvo la última a nivel del pecho sujetando su pié para después empujarlo proyectando energía con ambas manos. “¿Esto es lo que se siente combatiendo contra el estilo del Dragón?” – Pensó el pelirrojo, sonriente – “¡Interesante!” El otro hermano Belmont también parecía estar tomando poco a poco control de la situación, habida cuenta que el Doppelganger no era otra cosa que una imitación sus latigazos acabaron volviéndose predecibles y fáciles de esquivar, ya había logrado colarse entre sus ataques y golpearlo en varias ocasiones, pero el único Holy Punch que había intentado ejecutar se topó con una sólida Cruz Defensiva que absorbió hasta el último impacto. Obviamente a base de ataques individuales no iba a lograr nada ¡Debía encontrar el modo de terminar con él de forma fulgurante! No era el único que estaba perdiendo la paciencia de todas formas, repentinamente el Doppel empezó a atacar de un modo más acelerado, casi a la desesperada, obligando Simon a esforzarse más para evitarlo hasta que, sin darse cuenta, quedó arrinconado. Aún con aquellos rasgos vacíos y muertos el joven pudo sentir la sonrisa de la criatura, había vencido e iba a suplantarlo, y se dispuso a terminar la faena con el movimiento que dio fin al maestro esqueleto en la cripta. Simon se cubrió apenas vio llegar el primer latigazo, no tenía a donde escapar y reconoció la técnica de inmediato, siendo como era el Doppel levemente más rápido que él probablemente ni siquiera vería por donde llegan los golpes. Sintió el primero, y el segundo, y el tercero, y todos los que llegaban en tan sólo fracciones de segundo, sus ropas se rasgaban y la piel sangraba por la potencia de los ataques, en un momento dado decidió abrir los ojos y pudo ver claramente el látigo falso antes de alcanzarle. ¡Un momento! Lo había… ¡Lo había visto! Había visto claramente la trayectoria, velocidad y potencia del latigazo ¡Había visto incluso el error a la hora de lanzar ese golpe! ¡Y vio también el del siguiente! ¡Y el de todos los que llegaban! Él no tenía un ojo tan veloz como los de Erik y Luis ¿¡Cómo podía verlos!? No importaba realmente. Era hora de terminar con aquella pantomima. El español había conseguido inclinar por fin el combate a su favor, el Doppel estaba ahora a meced de sus golpes, Luis se desplazaba rápida pero sosegadamente, empleando casi exclusivamente sus brazos en movimientos certeros y ondulantes, con las manos alargadas y todos los dedos unidos salvo el pulgar semirecogido, siempre pegado a su doble sin darle oportunidad de contraatacar y leyendo sus movimientos para evitarlo cuando lo lograba. Hacía tiempo que no recurría a ella, ya era hora de volver a usar la mano de serpiente. No quedaba mucho ya para dar fin a aquel combate, habiendo comprobado que el Doppelganger había imitado a la perfección el cuerpo humano ya tenía muy claro cómo deshacerse de él. Después de golpearlo cuatro veces seguidas con las puntas de sus dedos en el pecho, lanzando cada mano en un potente mordisco de serpiente, giró sobre sí mismo para golpearlo con la espalda flexionando las rodillas y, desde esa posición, lanzó su mano hacia arriba levantando la barbilla del clon con el dorso y girando la muñeca para atrapar la nuez. No tuvo que hacer mucho después de eso, sólo apretar hasta sentir algo quebrarse entre sus dedos, se dio la vuelta para verlo brevemente ahogarse y lanzó el golpe de gracia: Un tajo diagonal con la Yasutsuna que lo partió en dos desde el cuello al costado derecho. Simon había dado la vuelta a la tortilla y ahora devolvía la pelota a su Doppel. El muchacho había encontrado un hueco perfecto para contraatacar y lanzado un latigazo que desequilibró a la criatura, tras lo que comenzó su propia lluvia de latigazos aplicando sobre la marcha corrección a todos los errores que había visto reflejados en el clon, pero queriendo terminar con él concentró cada vez más y más aura en el arma sin contar ni siquiera el número de golpes: 20, 40, 55, 80… El centésimo impacto provocó una explosión en el cuerpo del Doppelganger que lo dejó paralizado y malherido, a lo que el muchacho respondió con un poderoso Holy Fist con el que sintió las entrañas del engendro deshacerse casi literalmente para después caer al suelo como un muñeco roto. Claire abandonaba la sala, ya convertida en un frigorífico, dejando detrás una estalagmita de cristal donde habían quedado atrapadas unas piernas femeninas embutidas en unos vaqueros y unas zapatillas rotas alrededor de la cual sólo quedaban unos pedazos de hielo sanguinolentos. Cuando los tres cazadores regresaron a la sala central encontraron a Erik sentado sobre lo que parecía ser el cuerpo de un hombre completamente abrasado. Sonrieron al verse unos a otros y se acercaron a encontrarse, pero cuando ya se hallaban a una distancia más o menos prudencial Luis los detuvo y ordenó que exteriorizaran sus auras. Todas eran puras. Ya sólo quedaba el umbral, que el pelirrojo abrió pateando con todas sus fuerzas. La siguiente sala estaba también en penumbras, pero Erik SABÍA que no había más terreno por recorrer. Antes de seguir avanzando tendió a su hermano un papel cuidadosamente doblado añadiendo “Eres el único que no lo dañará con su aura, así que cuídalo bien” para después adentrarse seguido de los otros tres. En aquel lugar no podía sentirse nada a excepción de la opresiva oscuridad que los envolvía, pero no estaban dispuestos a resolver más acertijos ni superar más pruebas, su objetivo estaba más que claro. - DE RAAAAAIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIS – Gritó finalmente el pelirrojo, exasperado – YA NO TIENES DONDE ESCONDERTE ¡¡¡MUÉSTRATE!!! Una risa burlona y macabra respondió a éstas palabras, la sensación de opresión fue sustituida por un aura, o más bien una presencia, que inundó el lugar, inmediatamente a su alrededor comenzaron a prenderse con una siniestra llama verdosa decenas de candelabros y algunas lámparas araña permitiéndoles contemplar el lugar en el que se encontraban: Una estancia alargada, poco menos que un pasillo, cuyas paredes y techo estaban recubiertos por huesos humanos de color amarfilado, todos intactos y aparentemente sólidos, los mismos huesos de hecho que componían la decoración e incluso las lámparas del lugar. Con los últimos candelabros se reveló un trono de más de dos metros de alto igualmente construido con huesos humanos y coronado por una calavera, en su mullido asiento descansaba un hombre vestido con un traje de época color azul noche con chorreras blancas, su cabello ondulado hacia las puntas enmarcaba un rostro joven y andrógino que les sonreía socarronamente. - Habéis tardado en llegar – Espetó de forma burlesca a los invitados, mostrando claramente los colmillos – Sed bienvenidos a vuestra tumba… ------------------------------------------------- Bueno... uno que me ha dado problemillas ^^U quería sumergirme más en el tema de las tres "torres" y las batallas contra los Doppelgangers, así que originalmente estaba preparando tres Addendo que acompañarían al Episodio, donde originalmente narraba la batalla de Erik contra su doble, mucho más larga, pero es que eso iba a hacer de este un Episodio kilométrico y como que no toca ¿no? xD Para los doppels me he vuelto a meter con la narración simultánea intentando ser un poco más ágil, además de haber hecho pensar un poco a los protas para resolver las batallas a pura fuerza bruta (Aunque a lo mejor me he pasado un poco con Claire ¿Cómo habrá podido una chica tan dulce asestar semejante fatality? Aaaaaaahhh....) Con ésto ya se abre la puerta al FINAL de la saga ¡Que ganas tengo ya! º(^.^)º Publicado: 21:29 31/07/2011 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Skeleton Den
La trampilla descubierta bajo el altar daba acceso a un pasadizo vertical con escalera de mano que los cuatro cazadores descendieron con precaución, se trataba de un pasaje oscuro, estrecho y húmedo, incómodo en general. - ¿No había otra salida? – Preguntó Luis con fingida curiosidad, incapaz de disimular su tono de protesta. - La hay – informó el pelirrojo, que miraba hacia abajo tratando de no posar la vista en el trasero de Claire, que bajaba tras él – pero tenemos una buena razón para no usarla. Lo entenderás más tarde – añadió. La escalera finalizaba junto al pasadizo a una altura de unos cuatro metros sobre el suelo, uno a uno se fueron descolgando empleando el látigo de Simon, que descendía el primero, como cuerda a fin de acortar la caída todo lo posible. Cualquier precaución era poca. El pasaje había dado a una sala excavada en la roca, a sus espaldas se alzaba un portón de madera reforzado que podía abrirse de un simple empujón, y al frente dos puertas algo más pequeñas. - Una bifurcación… - Observó la muchacha mientras miraba los dos accesos. - ¿Ideas? – El Fernández había lanzado la pregunta al aire, pero era evidente quién era el destinatario. - Hay dos puertas, somos cuatro – Respondió inmediatamente el aludido – Yo diría que la solución está clara. - Tenemos que separarnos – Completó Luis. - ¿De verdad os parece buena idea? – Intervino Simon – Eso también dividirá nuestras fuerzas. - La teoría y la práctica convergen, hermanito – Contestó Erik – Si los cuatro tomamos el mismo pasadizo es muy probable que al salir seamos atacados por los monstruos del otro camino. No nos conviene arriesgar. - Entonces decidamos parejas – Propuso Claire. - Ya están decididas – La interrumpió el español – Erik vendrá conmigo, y tú acompañarás a Simon. - ¡Pero…! – Por la protesta, era evidente que ella no estaba muy satisfecha. - Seremos dos equipos de guerreros veloces capaces de usar magia junto a Belmonts – La interrumpió Luis, tajante – Y yo llevo toda mi vida luchando junto a Erik, nos compenetramos mejor que nadie. Calló de inmediato. El argumento del español era incontestable. Sólo faltó decidir el pasadizo que tomaría cada pareja, cosa que decidieron los Belmont jugándolo a una partida de Piedra, Papel, Tijeras. El perdedor tomaría el camino de la izquierda, a bien que a ninguno le gustaba aquel lado por algo tan estúpido como el significado de ésta en latín: Sinistra. Por supuesto, Simon perdió, Erik tenía más que aprendidas las pautas de su hermano en este juego. Una vez decididos los emparejamientos y destinos cada par tomó su camino correspondiente. No fue ninguna sorpresa para Simon y Claire encontrar su pasadizo parcamente iluminado por una serie de antorchas y, por supuesto, las paredes forradas de cráneos. Avanzaron unos cuantos metros hasta que la Simons se detuvo de repente, miraba al muchacho con seriedad e incluso cierto nerviosismo, como ansiosa de decir algo. - Simon… - ¿Sí? - El Belmont se mostró extrañado, Claire no tenía razón para estar tan tensa ¿O sí? - Sin contar la batalla del Louvre, tú y yo no nos conocemos y nunca hemos luchado juntos… - Ajá - Quería decirte que… bueno… Aquí hemos de compenetrarnos – Parecía insegura. Mucho – Haré todo lo posible por adaptarme a tu forma de combatir. Simon, que esperaba algo más grave o importante, se echó a reír. - ¡Oye! – protestó ella. - Lo… lo siento – se disculpó él, recuperando paulatinamente la seriedad – Es sólo que esta es la primera vez que oigo algo así ¡Eso debería decirlo yo, que soy el novato! - Bueno… es nuestra primera batalla en equipo, en ese sentido yo también soy novata. - ¡Tonterías! – Le tendió la mano - ¡Cada vez que mi hermano habla de ti recalca que eres una genio! ¡Vamos juntos y pateemos unos cuantos culos! La joven británica miró sorprendida la mano tendida por Simon y encontró en aquel gesto una gran similitud entre los hermanos: los dos eran amistosos y amables, y no dudaban en ofrecerle su simpatía. Sonrió y apretó aquella mano ¿Compañerismo? Aquello empezaba a gustarle… - ¡Agáchate! El grito de alerta avisó al Belmont, que observó de refilón cómo Claire lanzaba sobre su cabeza tres puñales, al mirar al punto de impacto contempló atónito cómo dos fantasmas se disolvían en el aire mientras unos cuantos esqueletos emergían de las paredes. - Parece que hemos perdido demasiado tiempo – murmuró ella mientras preparaba más dagas en ambas manos. - Sólo nos hemos distraído – la corrigió él – Pero ¿Perdido? ¡JA! – En su mano izquierda Simon preparó una cruz, mientras que la derecha estaba lista para desenrollar el látigo en cualquier momento - ¡Empecemos a colaborar! Los dos jóvenes se lanzaron contra las criaturas, asaltándolas antes de que pudieran reaccionar incluso. Tomando cada uno un lado del pasadizo, las rápidas piernas y manos de Claire daban fácilmente cuenta de las osamentas de los muertos vivientes mientras que Simon, más lento y consciente de que su látigo podría traer problemas en un espacio tan reducido, realizaba movimientos amplios para terminar con varios esqueletos a la vez. Había sido fácil, unos muertos vivientes tan básicos y débiles no eran una amenaza para ellos. Por su parte Erik y Luis, que habían tomado el camino de la derecha, avanzaban silenciosa y relajadamente, el pasadizo contaba con un buen número de antorchas que les daba una iluminación más que decente y les permitía observar su entorno con atención. Al igual que el camino tomado por los otros dos, el que ellos recorrían también estaba forrado de osamentas, pero en este caso no eran humanas. El silencio entre los dos compañeros se debía sobre todo a la curiosidad del pelirrojo por aquellos esqueletos, algunos de ellos semienterrados en el muro terroso como si hubieran sido descubiertos en la excavación del túnel, otros eran animales que iban desde gatos a caballos y los demás… eran indescriptibles, porque no eran humanos, pero tampoco animales. - Nada de esto venía en el libro… - Articuló el Belmont tras unos minutos de observación. - ¿Qué? – Reaccionó Luis con extrañeza - ¿No venían todos los detalles sobre la construcción de este sitio? - Sí y no. Se detallaba la construcción de una cripta-depósito para los animales, pero esto… Se detuvo al sentir un leve bufido de su compañero a su espalda. - ¿Qué pasa? - Erik, ven aquí un momento. - ¿Eh? ¿Para qué? - Tú solo ven. Confuso, el pelirrojo obedeció y se acercó a su colega, que apenas lo tuvo cerca fijó la vista en su rostro. - Tío… ¿Tengo monos en la cara o qué? – Preguntó entre extrañado y molesto - ¡No tenemos tiempo para esto! - No, tanto como monos no – Respondió el Fernández con voz entre severa y tranquila – pero sí unas ojeras que te llegan al suelo, y se te caen los párpados. Ahora entiendo por qué no esquivaste el ataque del fantasma. Ahora fue Erik el que resopló. - Estoy bien – Torció el gesto, molesto – Tengo algo de sueño atrasado, pero ya está – Presuroso, se adelantó a su compañero – Hemos de darnos prisa. - Definitivamente he hecho bien al no emparejarte con Claire – Continuó Luis mientras o seguía a unos pasos por detrás – Parecía preocupada y ya veo que con razón. Ella te ha visto de cerca en el primer piso. Tras escuchar estas palabras Erik se detuvo y suspiró con resignación. - Sí, mira, es cierto – Reconoció volteándose parcialmente para mirar a su amigo a la cara – Me extralimité esforzándome para traducir el libro y ahora mi cuerpo lo está pagando, pero – Recalcó el pero con mucha fuerza – gracias a eso vamos a poder movernos por aquí con relativa seguridad, e incluso me estoy asegurando de que luego tengamos una vía de escape, así que… - Que sí, que sí – Luis se apresuró a interrumpirlo, le irritaba cuando se ponía soberbio – Mientras no te pase factura a la hora de luchar, guay. - ¡Ja! No creo que… Los dos se detuvieron, la conversación los había distraído y ahora, unos pocos metros más allá, les esperaban una serie de esqueletos de las formas y tamaños más variados, pero algunos de ellos llamaron especialmente la atención de la pareja de cazadores: Parecían humanos, o al menos eran humanoides, pero su cuello estaba anormalmente adelantado o su espalda demasiado abultada, como si estuviera jorobado, además sus brazos estaban atrofiados y recogidos de un modo similar al de las alas de las aves, sus piernas eran demasiado largas y su costillar… era ancho, demasiado ancho y abultado. - ¿Qué cojones…? El ejército de no muertos pareció detectar que ahora los cazadores centraban su atención en ellos y empezó a atacar, embistiendo primero lo que parecían ser restos de gatos e incluso, por tamaño y movimiento, Erik llego a suponer que dos o tres panteras; la respuesta de ambos fue rápida y precisa, en una estrategia similar a la llevada a cabo en el piso superior Luis permaneció en su lugar destrozando con su Yasutsuna a toda criatura que lo embistiera mientras Erik aplastaba con sus puños cualquier esqueleto que se interpusiera en su avance con el fin de acortar distancias y, en el momento justo, abrir una brecha en aquella barrera ósea animada. Sin embargo no contaba con un par de cosas, apenas el pelirrojo alcanzó la posición que él creía idónea para situarse y lanzar un ataque tentativo a distancia apareció de la nada un esqueleto alado portando pica y escudo, su cabeza era la de un macho cabrío y lo embestía volando erráticamente. El Belmont, incapaz de reaccionar con la suficiente ligereza como para evitarlo, destrozó la oxidada protección con su puño destruyendo así mismo a su portador, teniendo que hacer frente de igual manera a otra gárgola que lo embistió. El segundo problema fue aún si cabe más sorpresivo, una vez destruido el segundo adversario volador algo – su instinto – le hizo cubrirse la cara con su brazalete alquímico, sintiendo un fuerte golpe en el antebrazo que por poco le hizo tambalearse. - ¡Erik! – Desde su perspectiva el Fernández no pudo ver nada de esto último, pero sí escuchó el tremendo golpe y abandonó su posición para ir a asistir a su amigo, momento en el que ambos hubieron de echarse a un lado ante un segundo ataque que identificaron in extremis. Era la cabeza de aquel extraño esqueleto humanoide, su espina dorsal… ¿Se estiraba? En todo caso era retráctil, y el ataque era impredecible, y muy rápido. - ¿Qué coño es esa cosa? – preguntó Luis mientras rechazaba con su puño una pequeña rata que se había abalanzado sobre él. - No lo sé – Respondió Erik mientras se afanaba en evitar los cabezazos de la criatura, que se había empecinado en atacarle – Pero no es humano ¡Dudo incluso que sea natural! El pelirrojo se mantuvo frente al esqueleto tanteando su velocidad para encontrar el momento justo para atacar, mientras su amigo había de hacer frente a otro de ellos, que lo atacó abriendo su costillar y lanzando un verdadero chorro de huesos a modo de proyectiles con una fuerza tal que sólo una pistola podía equiparársele, afortunadamente el español tuvo el acierto de proteger cabeza y torso encorvándose y cruzando ambos brazos a modo de escudo. El Belmont, que no esperaba aquello, pasó un mal rato cuando su contrincante se cansó de fallar sus ataques y realizó el mismo movimiento; el brazalete de Leon Belmont sirvió para absorber gran parte del daño, pero aún así algunos de los impactos dolieron de verdad; de hecho los cazadores no tardaron en darse cuenta de que los esqueletos animales, fácilmente rechazables con sus puños, no eran nada comparados con aquellas alimañas. Y en ese momento tenían a cinco delante. Pero no tenían por costumbre rendirse o verse superados, de hecho y tal y como supuso, tras el cañonazo óseo Erik encontró frente a sí el cráneo del esqueleto que lo enfrentaba, atacando de nuevo, por lo que en un momento de lucidez tan inesperado como extremo la agarró y sujetó durante un segundo mientras la pulverizaba con su propia cabeza, entre tanto Luis agarraba la del otro esqueleto, que también la había emprendido a cabezazos, y la sujetaba con una mano mientras con la otra partía literalmente su columna vertebral para, acto seguido, usar la propia calavera como proyectil. - ¡Buena esa! – exclamó el pelirrojo antes de fallar un puñetazo con el que contrarrestar el ataque del siguiente, recibiendo un fuerte golpe en todo el pecho. - No estás muy fino hoy, definitivamente – Observó por su parte Luis al contemplar el impacto, mientras esquivaba el envite simultáneo de los otros dos engendros. El Belmont contempló la pauta de ataque de su nuevo adversario, era la misma que la del anterior así que, tras evitar otros dos cabezazos finalmente contrarrestó el último con un puñetazo que redujo a añicos el sólido cráneo mientras Luis asía los cráneos de sus contrincantes y los reventaba uno contra otro, acabando así con aquel grupo de enemigos. - ¿Estás bien? – Preguntó el Fernández a su compañero tras darse cinco segundos de silencio y reposo. - Me han dado un par de veces – Respondió éste – pero estoy bien. - Tendremos que andar con cuidado – Comentó el español – Esto tenía pinta de ser sólo el comité de bienvenida, y eran bastante efusivos… Erik torció el gesto. - Espero que Simon y Claire no estén teniendo muchos problemas… Tenemos que llegar en el mejor estado posible hasta De Rais. Afortunadamente los otros dos cazadores habían tenido hasta el momento mejor suerte, los únicos esqueletos con los que se habían topado eran los más básicos y ni siquiera se habían visto obligados a desenfundar sus armas. - ¿Simon? - Dime Claire se había habituado rápidamente a luchar junto al Belmont y no hacían mal equipo juntos, Simon estaba impresionado y no podía evitar sentir cierta admiración. - Puedo preguntarte… ¿Qué le ocurre a tu hermano? - ¿A Erik? – El muchacho arqueó una ceja, extrañado - ¿Es que notaste algo? - Sí – el gesto de la joven denotaba cierta preocupación – Tiene una cara de cansancio tremenda desde que nos encontramos, y sólo pude curar sus heridas. El Belmont torció el gesto, no estaba seguro de si debía contárselo o no – Su hermano lo omitió en su momento – pero tras mirarla a la cara una vez más se decidió, le habló del libro, de los viajes a las abadías y la traducción a contrarreloj durante la que apenas comió a pesar de que, por el tremendo gasto de energía provocado por su fuerza, solía necesitar grandes raciones. - ¿¡Y aún así ha venido a combatir!? – Exclamó escandalizada. - Los Lecarde son viejos amigos para él, creo – contestó – No se iba a quedar… - SHH La súbita interrupción de la Simons lo puso en guardia, se había detenido y retirado su cabello para descubrir la oreja izquierda, Simon la imitó e inmediatamente escuchó algo: Un siseo. Era un siseo extraño, no como el de una serpiente o algún tipo de escape de gas, era un siseo violento, furioso e incluso crepitante. ¿Pólvora? La oscuridad no daba para mucho, aún con los ojos acostumbrados era difícil para ellos distinguir bajo aquella luz tan tenue, lo que fuera que emitía aquel sonido sonaba cada vez más cercano y las paredes ampliaban el siseo, por lo que era imposible detectarlo, hasta que al Belmont se le ocurrió darse la vuelta, y ahí estaba. Era un espectáculo bastante extraño, un esqueleto corría hacia ellos a la desesperada, la coloración de sus huesos parecía diferente y su calavera, o más bien el interior de la misma, echaba chispas… literalmente. Se preparó para recibir la embestida, pero antes de que se encontrara a menos de cinco metros sintió a Claire contraatacar con un trío de cuchillas, provocando la explosión inmediata de la criatura. - ¿¡Esqueletos bomba!? – Exclamó ella - ¿¡Qué puta broma es esta!? La fuerza de la explosión parecía haber dañado levemente el lugar donde había reventado, aquello era malo, se encontraban bajo tierra y no sabían hasta qué puto resistiría esa estructura ¿Era una trampa? Si no andaban con cuidado podían acabar enterrados allí. Más siseos. Desoyendo los consejos de Erik y Luis el Belmont decidió invertir energía en crear una bola de luz lo suficientemente potente como para poder vislumbrar sus alrededores, encontrándose algo que heló la sangre a ambos: Esqueletos. A decenas. Corrían hacia ellos frenéticamente y en apenas unos segundos les estallarían encima, Claire colocó ambas manos frente a su pecho y comenzó a recitar un aria, pero casi inmediatamente Simon la agarró de una muñeca y echó a correr con ella, arrastrándola. - Mierda… ¡No me enterrarán aquí! – Profirió entre dientes el Belmont mientras corría hacia el grupo de esqueletos bomba que tenían delante. - Simon… ¡Espera! ¡¡Estaba a punto de-!! La joven contempló horrorizada cómo estaban cada vez más y más cerca de los no-muertos suicidas. En apenas unas décimas de segundo quedarían reducidos a pulpa. - DEFFENSIVE CROSS Las explosiones abrumaron sus oídos, las llamas le hicieron cerrar los ojos y el calor extremo la hizo sentir asarse viva, pero todo pasaba a su alrededor, como si se encontrara dentro de algún túnel; no comprendió hasta que frenaron bruscamente, cuando todo había pasado. Para Simon era normal, pero era la primera vez que ella veía aquella cruz, un poco más grande que el muchacho, brillante y delicadamente decorada, de una apariencia increíblemente sólida. - ¿Estás bien? – Le preguntó él – Lo siento, sólo conozco dos barreras y ninguna protege demasiado de estas cosas, ésta es la más sólida de las dos. A Claire no le preocupaba eso en absoluto, acababa de quedar impresionada, aquella cruz los había protegido de ¿Cuántas explosiones simultáneas? ¿6? ¿7? Rememorando la batalla del Louvre no se había llevado mala imagen de Simon, pero no esperaba aquello. El estruendo tampoco le dejó escuchar lo ocurrido a sus espaldas, la carga/huída del joven no sólo les había permitido pasar a través del grupo de esqueletos bomba sin un rasguño, si no que además había evitado que quedaran sepultados por los escombros de la covacha, que había quedado cerrada tras ellos. Su plan era congelarlos, el aria que recitaba era la de un conjuro de congelación masiva que le hubiera llevado un segundo completar, segundo y medio como mucho. En medio segundo aquel novato había concebido un plan más loco y efectivo. No tuvo tiempo de pensar en ello mucho más, su instinto le hizo desenvainar su No Name y adelantarse al Belmont para detener el ataque de un extraño enemigo demasiado rápido como para ser visto en aquella oscuridad, dicho individuo se retiró inmediatamente, y Claire pudo observar que la respiración de su compañero se había vuelto un poco más pesada. - Al final has gastado un poco de energía – Le reprochó. - Eso no importa – Respondió él - ¿Qué era esa cosa? - Creo que lo sé, pero se ha escondido demasiado rápido – Admitió ella mientras sostenía su espada en alto – Mantente en guardia. Sin la cruz defensiva ni la bola de luz para iluminarlos – Simon había disipado ambas para no empezar a agotar su aura – aquello volvía a ser un antro húmedo y oscuro, y lo peor es que en aquella oscuridad había algo acechándoles armado con armas blancas y lo bastante rápido como para escapar a la mirada de la joven. - ¿Alguna idea? – preguntó el Belmont sujetando la empuñadura de su látigo, listo para el combate. - Sólo sigamos avanzando – Le ordenó – pero no dejes de concentrarte en el enemigo que quiere rebanarte el pescuezo. Obedeciendo empezó a avanzar por el túnel al mismo tiempo que Claire, espalda con espalda y listo para contraatacar a cualquier agresión, centrado en la oscuridad que les rodeaba, ahora más espesa a causa de los escombros que bloqueaban el camino. De repente un sonido, y el joven sintió un corte abrirse en su hombro derecho. - ¡Simon! - Estoy bien – La tranquilizó rápidamente – Ten cuidado, ahora está en tu lado. Claire reforzó su concentración y alzó su espada de nuevo, aparentemente aquello, fuera lo que fuera, tenía que atacarlos desde arriba si quería pasar de una pared a otro. - Erik… - Pensó mientras afianzaba su delicada mano en la empuñadura - ¿Qué estará haciendo? En la fuertemente iluminada cripta animal un puñado de vértebras del tamaño del torso de Luis caían al suelo, el español envainaba su Yasutsuna después de su batalla mientras su compañero, con algunas quemaduras superficiales y haciendo uso de sus hachas para golpear a distancia, se batía en combate contra un dragón esquelético compuesto únicamente por el cráneo y una larga espina dorsal anclada al muro. - ¿Necesitas ayuda? – Preguntó el español desde la lejanía, preparado para ir a socorrerle. - ¡Es evidente que NO! – Respondió Erik de inmediato mientras, con un gancho certero, estampaba contra el techo al Dragón que se había lanzado a morderle. Teniéndolo ya donde quería, el Belmont preparó un hacha en cada mano y las lanzó verticalmente contra la calavera del monstruo, destrozándola y destruyéndolo con ello tras lo que su cuerpo lo traicionó, cayendo sobre sus rodillas. - ¡¡Erik!! - ¡Cálmate! – Reaccionó instantáneamente el pelirrojo – He perdido el equilibrio, es todo… Luis fingió tranquilizarse pero no, él sabía que no había manera de que su compañero perdiera el equilibrio por algo tan sencillo. A este paso caería antes de llegar a De Rais. - ¿Cuánto nos queda? – Le preguntó finalmente, tratando de disimular su impaciencia. - Si no me equivoco – respondió Erik irguiéndose lentamente – ya casi hemos llegado al final del túnel. Sólo nos queda un poco más. - Bien, pues sigamos. - Sí. Continuaron avanzando sin prisa pero sin pausa, el Fernández pretendía ir despacio para que su compañero pudiera recuperarse mejor, pero éste no parecía dispuesto a darse tregua. Prosiguieron durante unos metros, se hizo muy extraño para ambos que, no habiendo dejado de luchar durante todo el camino, aquel área estuviera completamente vacía. Aquello les hizo relajarse, lo que sin duda dio lugar a su sorpresa cuando el suelo tembló bajo sus pies. Tembló una vez, un tremor corto e intenso, aunque lejano. Luego otro, y otro, y otro… Eran pequeños, como si alguien golpeara el suelo rítmicamente. Pasos. Luis desenvainó su Yasutsuna mientras Erik preparaba sus puños. Estaba cerca… - ¿Qué cojones es eso? – Preguntó el español en voz alta. - No lo sé… Pero lo tenemos cerca, y es grande. De repente y cuando los temblores eran tan intensos que casi los hacían tambalearse un rugido los ensordeció, y apareció frente a ellos un esqueleto enorme, apenas un poco más pequeño que el Silverback al que habían hecho frente y de aspecto feroz, apoyado sobre dos gruesas patas, con garras pequeñas, cuerpo robusto y compacto y cráneo alaergado con dientes puntiagudos, enormes y afilados. - No jodas… ¿¡Eso es un tiranosaurio!? – Exclamó Luis, que por poco deja caer su katana. - ¡Anda! ¡Así que este es el punto donde se espawnean los enemigos de este nivel! – Comentó jocoso el Belmont. - ¿¡Te parece este el mejor momento para hacer bromas frikis!? Erik cerró los puños, hasta ahora relajados, mientras sonreía, parecía haber dejado su cansancio a un lado. - Siempre es buen momento, tío. Por su parte, Simon y Claire continuaban avanzando a tientas por el túnel, el joven Belmont había recibido ya algunos cortes y apenas había rechazado un par de ataques, mientras que la No Name de la muchacha había bloqueado ya varios tajos rápidos, no obstante por la velocidad de su adversario y la falta de iluminación les era imposible contraatacar, y ella empezaba a hartarse. Afinó el oído y sintió llegar otro ataque, instintivamente alzó la guardia hasta su frente y sintió un potente golpe que la derribó junto a Simon. Aquello podría haberle atravesado la cabeza, de no haberse fiado de su intuición ahora estaría muerta. - AAAAAAAAAAAAAAAARG – Gritó con rabia - ¡¡¡SE ACABÓ!!! Se irguió con rapidez y el Belmont, que aún estaba preguntándose qué había pasado, sintió una explosión sorda generada en el cuerpo de su compañera, un segundo después la cueva estaba completamente iluminada por una suave y fría luz celeste. - ¿Eh? ¿Qué…? A su alrededor las paredes habían quedado salpicadas de diminutos cristales que brillaban como pequeños luceros, la luz era de un color azul tenue y, en lugar de emitir calor, había inundado el lugar con una tímida sensación de helor que le permitía ver el vaho siendo expelido de su boca. Claire por su parte no se fijaba en esto en absoluto, si no que se encontraba de pie, en posición de guardia, frente a dos esqueletos vestidos con brillantes grebas y corazas verdes, sus propios huesos parecían blanqueados o pulidos, estaban intactos, y empuñaban en cada mano lo que parecía ser una espada kunoichi. - ¿Son… dos? – preguntó el muchacho mientras se incorporaba. - Sí – respondió ella – por eso no podía seguir bien sus movimientos en la oscuridad. Sin previo aviso los esqueletos se abalanzaron contra ellos blandiendo sus armas, pero sus movimientos no eran como los del resto de su especie, eran precisos, cuidados y rápidos y sujetaban sus espadas con decisión. - ¡Aquí vienen! – Advirtió Claire mientras se preparaba a rechazar el ataque. Simon, que seguía sin querer desenfundar su látigo por la estrechez del lugar, adelantó sus manos mientras relajaba sus músculos en previsión de una maniobra evasiva, lo que no esperaba es que su adversario saltara limpiamente sobre su cabeza, pero aquello hizo saltar sus alarmas y se dobló hacia atrás siguiendo su movimiento, esquivando así una estocada voladora que probablemente le habría perforado el cuello. Claire, armada con su No Name, había detenido el envite de su rival y hecho retroceder de un solo espadazo para proceder a contraatacar con un tajo diagonal que el esqueleto evitó con limpieza antes de responder con un tajo horizontal desde su derecha, pero la Simons fue rápida y lo rechazó con una patada lo bastante potente como para destrozar la huesuda mano y clavar el arma en el techo; quiso lanzar un puñetazo para aturdirlo, pero el esqueleto se escurrió por debajo y propinó un corte en el costado que ella logró detener con el mango de su otra espada. Desde su posición doblada el Belmont trató de improvisar un movimiento, haciendo la vertical aprovechó la inercia provocada por el peso de sus perneras para patear al esqueleto, pero perdió el equilibrio y se encontró cayendo boca arriba, con la criatura corriendo a acuchillarlo, cosa que él evitó rechazándolo de una patada en las costillas que no lo dañó gracias a la armadura que lo protegía. Se levantó de un salto mientras que el no muerto aterrizaba de pie, lo embistió directamente y dejó que le atacara para sujetar primero uno de los esqueléticos brazos, y luego otro. - ¿¡Cómo demonios luchan tan bien!? – Preguntó a Claire mientras forcejeaba - ¡Son sacos de huesos! - ¡No los subestimes por ser esqueletos! – Respondió ella mientras rechazaba al suyo con un tajo vertical ascendente - ¡Cada uno de ellos es lo que fue en vida! ¡Estos fueron guerreros expertos en vida y lo son después de muertos! Con la defensa de su enemigo abierta, la chica concentró una potente masa de frío en su mano libre y dio una palmada en la coraza del esqueleto, congelándola. - ¡Lo único que cambia – continuó – es que ya no tienen cerebro con el que pensar! ¡Actúan según los recuerdos de su propio cuerpo! Mientras la escuchaba, el Belmont aprovechaba su posición para patear el peto de su adversario y mandarlo a volar a lo largo de un par de metros. Lejos de Claire y de la posibilidad de estorbarle al fin podría emplear su látigo. Ella por su parte reventó la coraza congelada de un solo puñetazo, abriendo un boquete en el que, tras sacar la mano, hundió su espada en una impecable estocada y la retorció antes de sacarla quedando el esqueleto paralizado, gracias a lo que pudo descabezarlo de una patada giratoria, disolviéndose así entre llamas. Simon, ya libre, corrió hacia su rival y le lanzó un latigazo horizontal justo en el momento en que éste preparaba sus espadas, el golpe iba destinado a golpear sus manos y, tal y como el muchacho había previsto, las destrozó, desarmándolo y dejándole vía libre para probar otra cosa. Repentinamente concentró parte de su aura en el látigo, que quedó recubierto por ella, y lanzó un latigazo, y luego otro, y otro, y otro más y cada vez más y más rápido, tal y como había practicado en la azotea del edificio de los Lecarde. Los golpes eran tan rápidos y potentes que aún cuando el esqueleto empezaba a desaparecer sus huesos iban quedando reducidos a polvo. Detuvo la técnica cuando ya no quedaba absolutamente nada de la criatura, y se sintió satisfecho al haber podido ejecutarla con éxito. - Parece que ya hemos terminado por aquí – Comentó Claire a su espalda. Por su parte, Erik y Luis se encontraban en mitad del combate contra el prehistórico esqueleto, éste comenzaba a agrietarse y la dureza y solidez de sus huesos, mucho mayor que la de cualquier otro no muerto al que se hubieran enfrentado en su vida, les había obligado a tomar medidas drásticas. Erik había empleado la forma ofensiva otra vez, otorgándose un empuje extra de fuerza y vigor, mientras que Luis había devuelto la Yasutsuna a su vaina y estimulado su musculatura con su propia energía eléctrica, potenciándola y endureciéndola para alcanzar una mayor potencia de ataque, algo a lo que sólo se había visto obligado a recurrir en muy contadas ocasiones. El dinosaurio los encaraba encorvado, sin ojos pero con una mirada realmente feroz. Los dos cazadores habían logrado escapar de sus lentos mordiscos, pero los coletazos, propinados con aquellas vértebras desnudas, eran lo bastante dolorosos como para obligarlos a mantener una distancia prudencial. - Tenemos que terminar con esto cuanto antes – Dijo el español sin quitar la vista del esqueleto – Ha pillado más palos que una estera pero sigue sin caer… - Habrá que pasar al plan B entonces – Respondió su compañero mientras incendiaba su aura rojiza. - ¡Espera! ¡No gastes energía! - Luis, mírate los puños - ¿Eh? - Sólo míratelos. El Fernández hizo caso a su colega y miró sus nudillos, estaban ensangrentados y tenía astillas rotas clavadas en ambas manos. No se había dado cuenta hasta ese momento. - No podemos estar zurrándole hasta que le atravesemos algún hueso – prosiguió – El Silverback Skeleton era una cáscara de huevo a su lado. Voy a ir directo hacia su cráneo, si lo destrozo estoy seguro de que caerá. Dicho esto inflamó aún más su aura, ésta crepitaba como una hoguera en su punto más álgido y Luis pudo sentirla moldearse alrededor del cuerpo del pelirrojo, inmediatamente supo qué era lo que preparaba y se alarmó. - No voy a ir a full, tranquilo – Lo tranquilizó Erik, que había sentido la preocupación de su compañero – Creo que con esta potencia bastará. De repente el aura de Erik dejó de crepitar y se afianzó sobre él como una especie de armadura al rojo vivo, en efecto era la técnica que el Fernández había identificado como el Fliying Dragon, pero a un nivel mucho menor. - Si fallo, échame una mano ¿vale? Luis asintió, e inmediatamente vio a su amigo salir disparado, dejando una estela de fuego tras de sí, su destino como ya había dicho era el cráneo del dinosaurio, que había empezado a embestir a su vez. El impacto se produjo en un instante, el estruendo acompañado de la polvareda y la metralla ósea de la que el español se tuvo que proteger significaron sin lugar a dudas que todo había ido bien, y así se lo confirmó un Erik apareció cubierto de polvo en el lugar del choque cuando éste se hubo asentado, estaba de rodillas, y su cuerpo absorbía poco a poco la coraza llameante que lo había protegido y potenciado. - Podemos continuar – Sentenció después de erguirse – Ya estamos muy cerca. -------------------------------------- Hala, Episodio 96 terminado ¿Qué os ha parecido el doble paseo por la ya clásica cueva de los esqueletos? Normalmente en la saga estos lugares engloban ambos tipos de no-muertos, pero he querido hacer una división en base a las parejas de personajes: Simon y Claire son más de batallas ligeras, mientras que Erik - y en menor medida Luis - son pura fuerza bruta. Espero llegar el finde que viene con el 97, estoy apurando contenido y juntando episodios para llegar en el momento justo al nº 100. Espero que me salga ^.^ Publicado: 21:10 24/07/2011 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Anti-Chapel (part 2)
- Perdona… ¿Qué? Simon, Luis y Claire se habían volteado para mirar a Erik que, no esperando tanta expectación, abrió los ojos como platos de pura sorpresa. - Ese es el nombre de este lugar – respondió pasados unos segundos – Según el libro, claro. Empezó siendo un monumento erigido en honor al dolor de las víctimas de la pandemia. - Es… un tanto siniestro – articuló la muchacha. - Lo es – corroboró el Belmont – Aunque estoy seguro de que la idea inicial no era ésta. - Por el pasillo inicial… casi parece que lo que pretendían al principio era construir una cripta ¿no? – preguntó Luis mientras, seguido de los demás, avanzaba lentamente, escudriñando el lugar con atención. Erik negó con la cabeza. - Puede, pero eso es algo de lo que no se hablaba en el libro, todo iba orientado a construir… “esto” Sin separarse demasiado, cada uno empezó a explorar por su cuenta encontrando detalles que, definitivamente, convertían aquel lugar en un antro grotesco y desagradable. Todas las tallas que pudieran encontrarse en Notre Dame estaban también representadas allí, pero con una diferencia importante: En lugar de tratarse de estatuas lo que se hallaba expuesto no eran otra cosa que esqueletos que habían sido vestidos con carcomidos ropajes tallados en madera, igualmente cada bajorrelieve y ornamento que pudiera tener cabeza humana había visto ésta sustituida por un cráneo cuya mandíbula inferior estaba abierta en un grado determinado, como si hubiera mantenido durante siglos una burlona carcajada dedicada a los asistentes, y los que lo habían perdido encontraban los restos del mismo, ya en algunos casos reducido a polvo, a su lado. Así mismo el techo estaba, una vez más, revestido por millares de costillas, húmeros, cúbitos y fémures, y el detalle final se encontraba en el altar del fondo, construido enteramente a base de huesos y presidido por una cruz invertida en la que se hallaba colgado un esqueleto sin cabeza. - ¿Qué diablos es todo esto…? – murmuró Simon horrorizado mientras escudriñaba el altar - ¿Qué clase de lunático puede concebir algo así? - El mismo al que te enfrentaste hace unos días, hermanito – contestó el pelirrojo un poco más allá – Él ideó todo esto. - De Rais… - suspiró Luis - ¿En qué punto la mente de un hombre puede llegar a retorcerse tanto? Un súbito golpe los interrumpió, era fuerte, lo suficiente como para sobresaltarlos y buscar la fuente, que resultó ser la puerta de entrada a la estancia. - No creo que tengamos tiempo de pensar mucho en ello – intervino Claire, sujetando la empuñadura de su No Name. Los hermanos Belmont se pusieron en guardia igualmente mientras el Fernández desenvainaba su Yasutsuna; el portón vibraba con violencia, y ya no era un solo sólo individuo el que lo golpeaba, parecían ser decenas. BUM BUM BUM Aún con la leve y mortecina luz verdosa pudieron ver que los goznes empezaban a ceder. - Esperad… Esperad… - Luis había adoptado una pose de combate desde la cintura, con la katana sujeta a nivel de ésta y las piernas flexionadas y tensas. BUM BUM BUM Los golpes originales se habían alzado sobre el alboroto hasta convertirse en un poderoso estruendo. Simon, Claire y Erik se habían puesto en guardia también, cada uno a su manera: El hermano mayor mantenía la Salamander dentro de su vaina, esperando relajadamente para desenfundar en el primer ataque, el menor agarraba su látigo enrollado mientras la otra mano permanecía inquieta, expectante para realizar cualquier movimiento inesperado mientras la muchacha, en una pose similar a la de Erik, comenzaba a emanar un leve aire frío de su cuerpo. - ¡¡¡AQUÍ VIENEN!!! La puerta cedió con un último estruendo y un ejército de esqueletos y fantasmas calavera tomó la planta; Claire y Erik, más retrasados, usaron los respaldos de las filas de bancos para adelantarse y atacar antes de que los esqueletos lo hicieran, Simon frenó a la jauría de fantasmas con una cruz oportunamente lanzada y Luis, que no se movió de su lugar, golpeó a los esqueletos que llegaron hasta él de tal forma con su espada que la onda expansiva del tajo destruyó literalmente a los más cercanos. La batalla había comenzado. Luis, desde la zona central entre las dos filas de bancos, mantuvo su posición mientras su espada daba cuenta de los muertos vivientes y la Agnea, empleada con mesura, volatilizaba los fantasmas, podía parecer una táctica cobarde, pero el espacio era reducido y en aquellas condiciones era fácil estorbar a sus compañeros, y es que a pesar del tamaño del lugar la movilidad era extremadamente reducida a causa de la gran cantidad de muertos vivientes que había tomado el lugar. El pelirrojo y su compañera se hicieron cargo del espacio abierto más allá de los bancos, por todos lados volaban huesos pertenecientes a no muertos reventados por los explosivos puños del Belmont mientras al lado de Claire los fantasmas se congelaban y estallaban y los esqueletos se volatilizaban antes de caer al suelo, víctimas de sus rápidos golpes. Simon dominaba el espacio aéreo, saltando de banco en banco y ornamento en ornamento su látigo y cruces acababan con aquello que acechaba a sus compañeros mientras cuidaba sus propias espaldas con una Cross Barrier invocada para evitar problemas. Era un combate fácil para los cuatro, incluso para el hermano menor, mucho menos experimentado, aquellos muertos vivientes eran poco menos que una molestia. El número era su fuerza, y éste se reducía poco a poco con cada restallar de látigo o puñetazo lanzado. Sólo les guiaba una máxima, una norma no escrita ni pactada que les obligaba a gastar la menor cantidad de energía posible, y a pesar de ello no les costó más de quince minutos despejar el lugar. - ¿¡Estáis todos bien!? – A pesar de que aún quedaban esqueletos combatiendo, el Fernández envainó su Yasutsuna relajadamente mientras contemplaba cómo sus tres compañeros terminaban el poco trabajo que quedaba. - ¡Sin problema! – Respondió Claire mientras reventaba el cráneo de un adversario con una patada alta frontal. - ¡Vivito y coleando! – Dijo por su parte el pelirrojo, usando su brazalete alquímico para destrozar el costillar de un esqueleto. - Todo bien por aquí – Informó Simon quitándose de encima los restos de un no muerto al que acababa de destrozar de un latigazo. - Bien… - Aunque aparentaba seriedad, Luis no pudo evitar sentir cierto alivio. Era cierto que sus enemigos habían sido únicamente esqueletos, pero nunca en sus más de 20 años había visto semejante ejército – Parece que ya hemos terminado por aquí, deberíamos avanzar. Apenas había terminado de pronunciar la última palabra cuando la débil luminiscencia verdosa cambió a un tono azulado muy similar al de los fuegos fatuos, un vistazo más atento permitió al grupo observar que ésta luz se concentraba especialmente en todos los cráneos diseminados por la planta. - No parece que tengan la intención de dejarnos llegar más lejos – Comentó la muchacha – Esto no me gusta… - ¡Erik! – Llamó Luis - ¿Recuerdas algo de esto en el libro? - No – Negó el aludido – De todas formas el libro de lo que hablaba era de la construcción de la Catedral, nada más. A lo largo de aquel pequeño intercambio de información el menor de los Belmont se había acercado al crucifijo invertido que presidía la zona, la mayor parte de la intensidad lumínica procedía de éste, y sintió que no era algo que debiera pasar desapercibido. - ¡Eh! – Los llamó sin voltearse, mientras escuchaba a sus espaldas la conversación - ¡EH! Los tres se dieron la vuelta para atenderle, observando el fenómeno con la misma sorpresa que él. - ¿Puede alguien darle una explicación a esto? – Solicitó. Mientras tanto, se producía un cambio en el equilibrio de la iluminación, la luminiscencia del esqueleto se distribuía hasta dar la impresión de que sus huesos estaban siendo afectados por una leve cantidad de radiación al tiempo que la irradiación de las calaveras se apagaba lentamente. Y entonces, un bramido. Se produjo antes incluso de que el emisor empezara a formarse, un cráneo gigantesco de más de tres metros con las vacías cuencas iluminadas por una siniestra luz rojiza, un agujero justo en mitad de la frente y colmillos sobredimensionados; era translúcida, y la luminiscencia azul que la rodeaba estalló para convertirse en una furiosa llamarada. Los cazadores se dieron la vuelta alarmados para encontrar a sus espaldas al titánico fantasma. Ninguno de ellos se acobardó, pero era evidente que no lo esperaban. - ¡Claire! La joven comprendió inmediatamente la llamada de Luis. - ¡Es un Lord Calavera! – Respondió al instante - ¡Seguramente fuera el que controlara a todos los esqueletos que hemos derrotado antes! Detuvo su explicación para esquivar una embestida de la criatura y contraatacar, insegura de que su arma pudiera tener algún efecto decidió experimentar con un chorro de aire helado que detuvo el avance del espectro, pero poco más. - ¿¡Alguna idea de cómo cargárnoslo!? La pregunta de Simon atrajo al enemigo, que inmediatamente volteó y lo embistió, afortunadamente era lo suficientemente lento como para permitir al chico probar dos contraataques diferentes: Un latigazo que fue inmediatamente rechazado y una lighting ball que tuvo el mismo efecto que la corriente helada de Claire. - ¡No tendríamos que necesitar ninguna estrategia! – Contestó ella desde la lejanía - ¡Es sólo un fantasma! – El relampagueante ataque de la Agnea de Luis la interrumpió, con la misma consecuencia que los ataques anteriores – Pero hay algo… ¡Raro! Erik no intervenía, mantenía la guardia pero, en lugar de luchar, sólo observaba la planta con interés. Nadie se había fijado en él, y fue toda una sorpresa cuando, de repente, alzó la voz para dar una orden. - ¡BUSCAD EL CRÁNEO! Claire y Simon se quedaron mirándolo, confusos, mientras que el Fernández, que en aquel momento batallaba con el espectro, sonreía comprendiéndolo a la perfección: El pelirrojo se había mantenido al margen, analizando mentalmente la escena y buscando una respuesta que Claire, el bestiario viviente, parecía no tener. - ¡Yo me hago cargo! – Se ofreció repentinamente el menor - ¿¡Pero qué tengo que buscar!? - ¡Uno idéntico al del fantasma! – Erik desenvainaba su Salamander, llameando ya desde antes de ser desenvainada - ¡¡DATE PRISA!! El menor se lanzó a la búsqueda con premura mientras los otros tres continuaban una batalla que era a todas luces de desgaste; incapaces de golpear al fantasma con sus espadas y puños el único medio de defensa y ataque del que disponían era la magia, que debían mesurar en previsión de encuentros futuros, incluyendo el combate contra el propio De Rais. Claire y Luis no tardaron en manifestar curiosidad por la estrategia del pelirrojo y así se lo hicieron saber ¿Buscar el cráneo original? ¿Para qué? ¿Tenía algo que ver con que no pudieran dañar al espectro? Entre golpes y desplazamientos lo explicó: Había observado todo el proceso de formación del fantasma desde el primer bramido, los fuegos fatuos que habían iluminado la estancia eran tales, probablemente los espíritus de los propietarios de aquellas osamentas, y todos se habían unido tomando como base la energía del único esqueleto que estaba completo casi al 100%. No podían golpearlo porque no tenía una base física, y sospechaba que ésta, la calavera que replicaba a gran escala, aún se hallaba en algún lugar de la habitación. Mientras tanto Simon buscaba frenéticamente con una bola de luz condensada en su mano izquierda, cada cráneo que recogía lo comparaba inmediatamente con el titánico espectro, pero a decir verdad era una tarea tremenda ¡Había cientos allí! Continuó afanándose en su labor mientras sus tres compañeros seguían luchando, manteniendo una formación triangular para contenerlo y que no pudiera atacar a ninguno en concreto, si se le ocurría hacerlo cualquiera de los otros dos lo atraía con una leve ráfaga de su especialidad elemental, todo iba bien, pero el fantasma perdió repentinamente la paciencia y, en un momento dado, ignoró las llamadas y se decidió a atacar ¿Su objetivo? Erik. Claire y Luis no reaccionaron al principio pensando que éste lo evitaría, pero en lugar de eso vieron cómo tropezaba con su propio pie y el espíritu lo atrapaba en su embestida, el pelirrojo se lo quitó de encima usando su brazalete alquímico, pero aún así el golpe había sido lo suficientemente potente como para tumbarlo, y el Fernández lo atacó directamente con su Maximum Discharge. - ¡Erik! ¿¡Estás bien!? – Repitió su ataque de nuevo, atrayendo definitivamente a la criatura, que ahora cargaba contra él - ¡Espabila! – insistió mientras lo veía levantarse gracias a la ayuda de Claire. - ¿Qué te ha pasado? – Le preguntó ella mientras lo ayudaba a equilibrarse. - Nada, nada, sólo he… tropezado – Respondió él mientras le daba una palmada en el hombro – gracias… ¡Estoy bien, Luis! Pero la joven no pudo evitar sentir una punzada de preocupación, su magia curativa estaba lejos de ser perfecta y, ahora que lo veía de cerca, el Belmont lucía un marcado gesto de cansancio y unas terribles ojeras. No tenía heridas externas, pero estaba agotado ¿¡Cómo había llegado a ese estado!? No tuvo tiempo para pensarlo, los dos se lanzaron a recuperar la formación mientras se daban cuenta de que ahora era más difícil de controlar, de hecho el español sufría otra embestida mientras lo alcanzaban, y acto seguido enfiló a la muchacha antes incluso de que ésta decidiera llamar de nuevo su atención, provocando la reacción inmediata de Erik, que se colocó frente a ella para protegerla, preparando el brazalete para rechazar al espectro, y entonces… CRAC Un ruido seco resonó por toda la habitación, amplificándose hasta el punto de sentirlo todos como si hubiera sonado a su lado e incluso el espíritu miró al lugar de donde había provenido: Simon. El joven Belmont estaba de pie, con su puño cerrado justo en el lugar donde antes estaba el cráneo que coronaba un ornamento, su mirada desafiante se cruzaba con las brillantes luminarias rojizas que servían de ojos al tremebundo cráneo. Sin mediar palabra lanzó un latigazo contra la pared, destrozando otras cinco cabezas con un extraño estruendo seco, aquello arrancó un rugido al espectro, que se abalanzó contra el muchacho mientras el pelirrojo, perspicaz, observaba que la intensidad del fuego que lo rodeaba había variado levemente. Por su parte, Simon no se detuvo un instante y continuó destruyendo cráneos con su látigo y, para los más lejanos, cruces, sin moverse del sitio, a cada puñado de cabezas destrozadas la intensidad, virulencia y tamaño del fantasma se veían reducidas, pero éste no detenía su carga contra el joven, de hecho estaba a punto de alcanzarlo cuando éste repentinamente se agachó y, al erguirse de nuevo, el fantasma se detuvo en seco. Tenía algo en la mano, Claire, Erik y Luis se acercaron poco a poco y, gracias a la luminiscencia emitida por el espectro, pudieron ver de qué se trataba: El cráneo. Era clavado a su contrapartida fantasmal, con colmillos parecidos a los de un vampiro, un agujero – aparentemente de bala – en la frente y las cuencas deformadas, dando la impresión de lanzar una mirada de odio a todo el que entrase en contacto visual con él. No pudieron mirarlo mucho más, ya que pasados unos segundos el muchacho tensó su mano, y la cabeza se hizo añicos entre sus dedos. El espectro, que hizo un último movimiento antes de que esto ocurriera, comenzó a desmoronarse mientras los fuegos fatuos lo abandonaban, el cuarteto se quedó observándolo entre tanto, y por un momento Erik sonrió preguntándose cómo no se le había ocurrido aquello a él. Con el desvanecimiento del fantasma regresó la luminiscencia verdosa, y Luis y compañía no tuvieron más remedio que felicitar y dar las gracias a Simon, que respondió sonriendo y, tras recuperar la seriedad, preguntando a su hermano el próximo paso a seguir, éste no se lo pensó y enfiló al satánico altar, derribó la mesa y levantó una trampilla escondida bajo ésta. - Después de vosotros. ------------------------------ ¿Cómo? ¿El 95 ya? Pues sí, no iba a tirarme otros dos meses sin escribir, digo yo xd. Sigo con mi proceso de desoxidación y para ello he querido cambiar un poco el chip y he trastocado lo que vendría a ser la habitual Boss Battle, de camino he querido mostrar un poco de trabajo en equipo entre el cuarteto, lo cual creo que no me ha quedado nada mal ^_^ Me ha costado un poco escribirlo y la verdad es que aún me chirrían el cerebro y los dedos, pero pese a que me falta no estoy insatisfecho con el resultado. Espero que vosotros lo disfrutéis también. ¿Qué les espera en el próximo piso? ;D Publicado: 23:48 17/07/2011 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Invitation of a Crazed Moon
La noticia de la desaparición de su hijo apenas cinco minutos después de encontrar a su esposa yaciendo gravemente herida en el centro de su piso destrozado fue demasiado para François, su rostro perdió toda expresión y su cuerpo cedió, quedando apoyado sobre sus manos y rodillas en el frío suelo, manchado por la sangre de Elisabeth. Luis, afligido y sintiéndose culpable por comunicarle la noticia, se sentó a su lado y trató de animarlo mientras Erik volvía a desaparecer en el interior del cuarto de invitados, no teniendo noticia de él hasta unos minutos después. - ¡Eh! ¡Que alguien me ayude con esto! Simon acudió al cuarto y se escuchó arrastrar de muebles, algunos quejidos y al poco los dos hermanos salieron, portando el somier de una de las camas. - Qué… ¿Se puede saber qué hacéis? – los interrogó el Fernández, levantándose - ¡No es momento de liarse a mover muebles! - De mover muebles no – respondió Erik – pero sí de buscar un sitio decente donde acostar a Elise ¿no te parece? Como por encanto, Fran reaccionó inmediatamente a estas palabras, tomó a su esposa en brazos y la alzó, yéndose junto a los restos del destrozado sofá mientras los Belmont terminaban con el somier y pasaban a trasladar el colchón. Mientras tumbaba a Elise con mucho cuidado, recuperó al fin el habla. - Se ha salvado… ¿El cuarto de invitados? – preguntó, poniendo cuidado en la posición de la espalda de su mujer. - En su mayor parte – informó el pelirrojo – las puertas del armario están destrozadas y una de las camas está partida en dos, pero ésta – señaló al lecho de la Kischine – y nuestras cosas están intactas. - Venían buscando algo… - dedujo Simon. - Sí – respondió el francés mientras la rabia comenzaba a dibujarse en su rostro – y caímos en su trampa como idiotas. Les dejamos el camino libre. - ¿Trampa? – Simon levantó una ceja, confuso. - ¡Vamos! ¡No me digáis que nadie lo notó! – saltó repentinamente François, alzando la voz - ¡Nos esperaban! ¡Estaban ahí sin hacer nada! ¡Y además…! - …El ataque ocurrió muy lejos – completó el español. - El ataque podría haber sido en cualquier parte – se apresuró a añadir Erik – eso es irrelevante, lo que sí es verdad es que podían haber continuado, eran suficientes como para dejar una larga estela de destrucción, y solo… - su voz se ralentizó, mientras hablaba se daba cuenta de lo que suponía su deducción – se quedaron… ahí… esperando… Miró a Luis, que a su vez miró a Simon, y éste se adentró corriendo en el cuarto de invitados y salió de él con una gran caja en las manos y los ropajes de combate de Luis sobre ella. Entregó las prendas al español y literalmente arrancó la parte superior de la caja de cartón, dejando al descubierto las mallas negra y azul que recibieron de los Fernández, así como lo que parecían ser varias piezas metálicas, unas de un brillante acero pulido y otras de color plúmbeo. - Nuestras ropas de combate… - articuló el pelirrojo al verlas. - Has dado en el clavo – se dirigió Luis al chico – vestíos inmediatamente, no volveremos sin dar caza a esos hijos de puta. Los dos hermanos asintieron y comenzaron a desvestirse con gesto decidido al tiempo que Luis ya lucía sus botas militares, pantalones anchos, chaleco antibalas modificado y guante Agnea. François, sin separarse del lado de su mujer, los contemplaba con gesto indescifrable. Al poco rato ya estaban listos, Erik lucía sobre la malla negra unas grebas plúmbeas de diseño sencillo con la parte delantera de los muslos protegida por una placa trapezoidal, sobre su cintura descansaba el doble cinturón cruzado que sujetaba la Salamander y, en el brazo derecho, una pieza que aún no había visto la necesidad de emplear: El brazalete alquímico de su antepasado Leon Belmont. Simon por su parte vestía sobre la malla azul marino unas grebas de puro metal pulido decoradas con placas de elaborados diseños tanto bajo la rodillera como proteginedo el muslo y el empeine, el cinturón negro de hebilla dorada tenía una abrazadera metálica desabrochable que permitía sujetar el látigo enrollado y cubría sus manos con dos mitones negros de puro cuero. - Perfecto – juzgó el Fernández – Nos vamos. Se dieron la vuelta y encaminaron al umbral de la casa cuando François, con un serio “Yo también voy” se les unió inesperadamente. - ¿¡Cómo!? – Luis se había volteado y lo enfrentaba directamente. - He dicho que yo también voy – repitió el Lecarde, decidido – no esperarás que vaya a permitir que esto quede así ¿Verdad? - Deberías – respondió escuetamente Luis. - ¿Qué… has dicho? - He dicho que deberías. - ¡Tienes que estar de broma! - En absoluto. La paciencia de François no duró mucho más; furioso, avanzó para abrirse paso entre los hermanos y, cuando llegó hasta Luis, lo agarró del brazo izquierdo y tiró de él. - ¡Mira! ¡Mira ahí! – exclamó, señalándole a Elisabeth - ¡La casa me da igual! ¡Puedo volver a comprar los muebles! ¡Pero dime si puedo quedarme quieto sabiendo que lo que le han hecho! ¡¡TEN LOS COJONES DE DECÍRMELO, LUIS!! ¡¡Y MI HIJO!! ¡¡SE HAN LLEVADO A MI HIJO, JODER!! Luis no respondió, miraba fijamente a Elisabeth, aquella poderosa cazarrecompensas que había sido destrozada por quien quiera que fuera el hijo de puta que había atacado el hogar, y sus ojos viraron hasta toparse con lo que quedaba de la cuna de René. - Eres gilipollas – se limitó a contestar finalmente. - ¿Qué? - He dicho – con un poderoso movimiento, se liberó de la presa del Lecarde y le propinó en la cara un puñetazo que lo estampó contra el suelo - ¡¡¡QUE ERES GILIPOLLAS!!! Simon y Erik, cada uno a un lado, miraban la escena impasibles, con la severidad impresa en sus rostros, mientras François se levantaba con dificultad. - Pero… ¿¡Qué mierda estás diciendo!? – respondió, con la nariz sangrando a causa del golpe - ¿¡Me estás llamando gilipollas por querer vengar lo que han hecho a mi mujer y recuperar a mi hijo!? - ¡¡Exactamente!! – aunque sin gritar, el español mantenía su dureza – Antes me has dicho que la mire ¡Mírala tú, mejor! ¡Sabes quién era! ¿¡Verdad!? ¡Yo hasta he luchado contra ella en el pasado! ¡Y sé que tú, con tu nivel actual, no podrías ni tocar a quien la haya dejado así! ¡Harás mucho mejor quedándote aquí y cuidando sus heridas! - ¿Sí? ¿¡Y cómo voy a hacerlo!? ¡La casa está destrozada! ¡No tengo nada con qué aten…! Antes de que llegara siquiera a terminar, el español lo alcanzó de una zancada, lo agarró del cuello y, in apretar su mano, lo levantó hasta ponerlo a su altura. - ¡Escúchame bien, IDIOTA! ¿¡Te has despertado alguna vez herido y derrotado encontrándote sólo porque la persona a la que amas no está!? ¿¡Has necesitado alguna vez una atención que Elisabeth no te haya prestado!? ¡¡CONTESTA!! – pegó su cara a la del Lecarde, hablándole entre dientes – Yo sí que he experimentado eso y no se lo deseo ni a mi peor enemigo, te lo aseguro. Se miraron en silencio, François no hacía el menor gesto de resistencia pero no dejó de desafiar a Luis con la mirada aún cuando éste lo hubo dejado de nuevo en el suelo. - Yo he dejado a mi novia en España para ir a rescatar a mi hermana – añadió finalmente el español – y cada mañana me levanto preguntándome cómo estaré al día siguiente porque por más que nos llamemos no sé cuando volveré a verla – su gesto era increíblemente severo, pero sus ojos ahora reflejaban una fuerte tristeza – Podría morir dentro de un mes, la semana que viene o esta misma noche intentando rescatar a René, y dejarla sola sin darle la oportunidad de saberlo siquiera – clavó sus ojos en los del Lecarde – Déjate de honores y mierdas y dedícate a tu verdadero deber como marido, suertudo de los cojones. Dicho esto se dirigió a Simon y Erik con un “vamos” y el trío se encaminó hacia la puerta bajo la mirada del francés. Justo en ese momento, un débil gemido de dolor hizo que los cuatro se dieran la vuelta. - ¡¡Elisabeth!! François corrió a su lado, seguido de Luis y los Belmont, y sujetó su mano sin moverla. - ¿Fran… çois? – la voz de Elise era muy débil, y por su tono parecía abrumada por el dolor – Cariño… estás aquí… Esbozó una débil sonrisa mientras sentía las manos de su esposo cerrarse sobre la suya y abrió los ojos para mirarlo. - ¡Si! – respondió él - ¡La batalla salió bien! ¡Vencimos y salimos vivos y con fuerzas! - Vencisteis… - la tierna sonrisa que había mantenido hasta ese momento se transformó en una mueca de amargura y rabia – Yo… François… no pude… ¡Me superó! - Está bien, Elisabeth – la interrumpió el Fernández – nosotros nos haremos cargo. Pero la mujer no lo escuchaba, dolorosamente se inclinó hacia su marido y se ubicó hasta poder apoyar su frente en sus manos. - No pude… hacer… ¡Nada! – sollozó – La vi llevarse a René… La… ¡La vi! Cuando me ganó… - Erik miró a su compañero y le hizo una seña con la cabeza, el tono de voz de la Kischine denotaba que empezaba a desvariar. Tal vez tenía fiebre – Era… ella… ¡Ella, Fran! - Tranquila, cielo – nadie pudo verlo, pero la palabra “ella” cambió el rostro del Lecarde – todo estará bien, nos haremos cargo. - Lo… ¡Lo siento! – Rompió en un llanto amargo - ¡Lo siento! ¡Lo…! Elisabeth había caído en un bucle de llanto y disculpas, su voz estaba deformada y reafirmó la impresión de Luis y Erik de que estaba febril, quizá por alguna herida que había comenzado a infectarse. - Suficiente – El español se adelantó y colocó junto a François, apenas pudo colocó su mano desnuda sobre la frente de Elise y realizó un hechizo de sueño que la acalló y durmió – Mi magia blanca es pésima – se dirigió a François – pero esto la dormirá y calmará su dolor durante unas horas, el resto depende de ti. El francés no dijo palabra, sólo se quedó al lado de Elisabeth, mirándola en silencio. - Luis, ya no podemos esperar más – lo llamó el pelirrojo – tenemos que irnos. El aludido asintió y se dirigió de nuevo hacia la puerta, seguido de los hermanos; hubieron de detenerse de nuevo, pero en esta ocasión fue François quien los llamó. - ¿Qué pasa? ¿Sigues pensando en venir con nosotros? – espetó el español, harto de interrupciones. - Iré – decidió Fran – pero cuando mis abuelas lleguen y me aseguren que Eli se recuperará, mientras tanto… – se adentró en lo que quedaba de la cocina y lo oyeron rebuscar, quejarse y maldecir un par de veces hasta que finalmente salió con una botella de cristal llena de un extraño líquido translúcido y anaranjado – Pensaba daros una de estas a cada uno, pero “ella” también ha atacado la cocina, y ésta es la única que queda. Lanzó la botella a Simon, que la atrapó al vuelo y miró al trasluz con curiosidad. - ¿Esto no es una…? - Poción, exacto – completó el Lecarde – hemos quedado bastante tocados. A mí me curará mi abuela Loretta, pero vosotros no esperaréis a que llegue ¿me equivoco? Los tres asintieron a la vez. - ¿Con una bastará para los tres? – lo interrogó el menor de los Belmont sin apartar la vista del mejunje. - No, pero ayudará. Se miraron los unos a los otros, la única opción era dividirla en tres tercios, pero no restauraría todas sus fuerzas ni mucho menos curaría sus heridas. Erik aceptó sin problema pero Luis, conociendo el estado de su compañero, se negó en rotundo. - ¡Llevas dos días casi sin pegar ojo! – objetó - ¡Y has pillado hasta en el carné de identidad! - Luis – El Belmont, que ya tenía la botella abierta, respondió irritado - ¡No estoy tan mal! ¡Y no soy yo quien tiene un garrazo de hombre lobo en plena espalda! - Si hace falta bebeos mi parte – sugirió el menor – yo estoy fresco. - ¡Tú pareces un arañadero de gatos, Simon! - ¡¡¡BEBED UN TERCIO CADA UNO Y YA, JODER!!! – los interrumpió el Lecarde a voz en grito. Se callaron al instante, no por el grito de François si no porque llevaba razón: Lo más primordial era ir a por René y los detalles importaban poco, de modo que cada uno tomó un tercio del contenido y, mientras sentían que apenas comenzaba a hacer efecto la poción en sus cuerpos, se echaron a la carrera. Simon y Luis, pese a su decisión, se mostraron rápidamente desorientados, pero Erik mantuvo su seguridad y desde el primer momento corría en una dirección concreta. Finalmente, su compañero se decidió a preguntar. - Parece que sabes más que nosotros, así que dime ¿Cuál es nuestro destino? - ¿Recuerdas tus indagaciones con el rastro mágico de los sietes? – preguntó el pelirrojo a modo de respuesta – no ibas precisamente desencaminado. - ¿A qué te refieres? ¿Al punto en que convergían los rastros mágicos? - Exacto – confirmó – Si De Rais ha seguido lo que él mismo dictó para ese libro – apretó los dientes – el muy hijo de puta se ha estado riendo de nosotros todo este tiempo desde NOTRE DAME. - ¿¡Notre Dame!? ¿¡Estás seguro!? – preguntó su hermano. - Entonces no me equivocaba… - masculló el español a su vez. - ¡Os lo explicaré todo cuando lleguemos! – indicó Erik, tajante - ¡Tenemos que darnos prisa! Asintieron y continuaron. Por sus ropajes y estado – tal y como anticiparon, la poción de François no hizo gran cosa con sus heridas – no podían dejarse ver, de modo que callejeaban para evitar a la muchedumbre, lo que suponía un gasto de tiempo extra. Al pasar por al lado de una callejuela, una voz femenina los hizo detenerse con la pregunta “¿A dónde vais tan deprisa?” Erik fue el primero en frenar, y por poco se ve envuelto en un triple impacto con su hermano y con Luis. En todo caso, los tres habían reconocido aquella voz. - C… ¿¡Claire!? – exclamó el pelirrojo, recuperando la estabilidad. No se equivocaba, del mismo callejón del que había surgido la voz ahora emergía de entre la oscuridad la propia muchacha, ataviada con la misma ropa que vistió en la batalla del Louvre, aunque en bastante mejor estado. - ¡Oh, me habéis reconocido! – sonrió mientras se acercaba al trío. - Mira, Claire – Luis tomó la palabra, en su rostro se marcaba la impaciencia – no quiero ser antipático, pero vamos con bastante prisa y no de buen humor… - De caza ¿verdad? – preguntó ella, observándolos con detenimiento – Esas son ropas de batalla… - Es… - Erik suspiró – una larga historia, vamos a algo más importante que a cazar. - Bueno ¿Tenéis tiempo para contármela a grandes rasgos aunque sea? – solicitó la inglesa. No perdían nada por ello, de modo que, tal y como ella había pedido, le explicaron lo sucedido añadiendo los detalles necesarios para hacer comprensible su actitud. No les llevó más de tres minutos, y cuando terminaron la muchacha los miraba pensativa, apoyada en la pared. - Voy con vosotros – decidió tras unos segundos de reflexión. Esperaba algún tipo de reacción adversa, un “¿¡Qué!?” por parte del impaciente Luis o algo por estilo, pero la reacción del trío le sorprendió. - Por mí vale – respondió Simon. - Ninguna objeción – añadió el pelirrojo. - Nos vendrá bien alguien con tu poder – dijo por su parte Luis – siempre que nos ayudes, por supuesto. - A eso voy – respondió ella – de hecho, voy a empezar con ello ahora mismo - Sin mediar palabra, puso su mano derecha sobre el tórax de Luis y, acto seguido, en el de Simon – Estáis tocados ¿Eh? – sonrió – creo que puedo solucionar eso. Les hizo colocarse el uno al lado del otro y puso cada mano sobre el torso de cada uno de ellos, realizando un hechizo curativo con el que, esta vez sí, sintieron recuperar sus fuerzas y cesar el dolor de sus heridas. - No puedo hacer mucho – admitió mientras se separaba de ellos – pero con esto debería bastar. Ahora – se dirigió hacia Erik, con quien cruzó una mirada cargada de complicidad – te toca a ti. Al contrario que con los otros dos, gastó en el pelirrojo un total de diez segundos, tras lo que retiró la mano y lo miró asustada. - Pero… ¿¡Qué te ha pasado!? – preguntó alarmada - ¡Estás mucho peor que ellos! - Esa historia es mucho más larga que la otra – resolvió el Belmont - ¿Puedes hacer algo conmigo? - Algo, pero no mucho – respondió mientras usaba ambas manos para sanarlo a él también – yo no puedo hacer milagros, Erik. Igual que con la comprobación, tardó sus buenos segundos en terminar con él antes de partir, durante el camino el pelirrojo se hizo cargo de explicarle también su destino y cómo lo había averiguado. - Vi lo de los niños en los periódicos – comentó ella una vez terminado el relato – Hacía tiempo que no sentía tanta rabia. - Y si no es mucho preguntar – la interrumpió el español - ¿Por qué te nos has unido en esto? No tienes ninguna relación con los Lecarde ¿no? - Os acabo de decir por qué lo hago – contestó Claire – Yo también quiero vengar a esos niños ¡Y me parece despreciable lo que han hecho con el hijo de vuestro amigo! Erik sonrió ante estas palabras, mientras que Simon y Luis guardaban silencio. Tras unos diez minutos de carrera el ambiente cambió, la malignidad que se había hecho presa del ambiente a lo largo del día ahora parecía amenazar con aplastarlos a los cuatro. - ¡Ya estamos cerca! – Indicó la joven, acelerando el ritmo de su carrera junto a los hermanos Belmont y Luis. Y en efecto así era, apenas dos minutos después la última de las callejuelas se abría y sólo un puente de piedra los separaba de la Île de la cité y, con ella, de Notre Dame; lo cruzaron y Simon fue el primero en observar que la habitual iluminación del monumento no estaba encendida aquella noche, como si el anfitrión quisiera darles la bienvenida con un festival de oscuridad en plena ciudad de la luz. Ya caminando avanzaron hasta situarse frente a la puerta central de entre las tres que daban acceso a la construcción, y un decidido Luis avanzó hasta ella encontrándosela abierta. - Acabas de poner una alfombra roja a los pies de tu verdugo, gilipollas. Antichapel (part 1) Luis abrió la puerta con decisión mientras hacía a los demás una seña de espera y se adentró para encontrar que la ausencia de iluminación en el exterior no era una simple casualidad. - ¿Qué demonios…? Como en el exterior, todas las luces estaban apagadas con una salvedad: Los candelabros, en los que descansaban velas encendidas que parecían recién puestas, dando al lugar un ambiente remarcadamente lúgubre. Esperó unos segundos, se adentró unos pasos y, tras comprobar que efectivamente no les esperaba ninguna sorpresa, regresó al portón para permitir la entrada al trío. - Qué apropiado… - masculló Simon mientras retomaban el camino. - ¿Qué ocurre? – preguntó Claire, intrigada. - La puerta central – se adelantó el pelirrojo – es conocida como “El portal del juicio final” Supongo que Simon se refiere a entrar justo por esta puerta para acabar con De Rais. El menor asintió mientras la joven esbozaba una momentánea sonrisa que se desvaneció apenas pusieron los pies dentro de la catedral. - ¡Nos reciben con velas y todo! ¿No es romántico? – exclamó con sorna el español mientras se adentraban aún más. - Como guerra psicológica no es mala táctica – opinó el mayor de los Belmont – pero… - desenvainó su Salamander y puso la funda boca abajo, dejando caer un papel cuidadosamente doblado – poco daño nos va a hacer un poco de oscuridad. - El caso es que ya estamos aquí – resolvió la inglesa con las manos en la cintura - ¿Qué buscamos exactamente, chicos? - A eso voy – El pelirrojo recogió el papel y lo desdobló - ¡Venid todos! Claire, Simon y Luis se reunieron a su alrededor para descubrir lo que Erik había traído escondido en su arma: Un mapa, si bien no era un mapa muy común ya que, del tamaño de 4 folios unidos, tenía dibujados lo que parecían ser varios planos unidos entre sí por líneas, así como diversos bocetos y garabatos en general. - ¿De dónde has sacado esto? – le preguntó su hermano tratando de guiarse entre las líneas - Lo tracé mientras descifraba – explicó – estaba todo escrito, sin ninguna ilustración, así que lo guarree bastante ¿Os vais quedando con él? Claire asintió sin pronunciar palabra, mientras que su colega sonrió y murmuró un “¡ahora me lo explico!” - Bueno… es un mapa, sí – articuló la joven cuando deshicieron el corro – pero ¿de dónde? - Precisamente del lugar a donde vamos ahora – respondió el pelirrojo volviendo a doblar el papel – seguidme y preparad vuestras armas. El grupo se movió siguiendo a Erik hasta una losa anormalmente grande, del tamaño de dos lápidas unidas aproximadamente, y se detuvo ante ella. - Tenemos que levantarla – indicó el Belmont – es la entrada. - ¿Y cómo…? - Por eso dije que prepararais vuestras armas – dijo mientras desenvainaba su Salamander para, acto seguido, insertarla en la junta de la baldosa – Tendremos que desencajar esto de algún modo ¿no? Luis, que se colocó en el lado perpendicular al de su colega, lo imitó sin ponerlo en duda ni por un momento; Claire tardó un poco más, preguntándose para qué era todo aquello hasta que al final se encogió de hombros y, colocándose frente al pelirrojo, lo imitó también. - Bien – articuló este - ¡Tirad! El Belmont comenzó a tirar hacia atrás con su espada haciendo gala con todas sus fuerzas, Luis y la joven lo siguieron y, luchando contra la flexibilidad de sus propias armas y el peso de la lápida, finalmente lograron hacer que ésta comenzara a levantarse. - ¡Simon, ve preparando el látigo! – indicó el español mientras se agachaba para meter los dedos en la abertura creada y tratar de levantarla a peso - ¡Y vosotros echadme una mano! Erik y Claire se agacharon a su vez y sujetaron la losa, alzándola en peso entre los tres hasta dejarla lo suficientemente inclinada como para dejar pasar a un adulto agachado. A toda prisa el pelirrojo pidió el látigo a su hermano, lo desenrolló y rodeó la piedra con él, dándole los dos extremos a Simon. - Sujeta hasta que yo te diga – indicó – vamos a ir bajando. El muchacho obedeció y sostuvo con todas sus fuerzas mientras uno a uno se iban adentrando en el pasadizo: Primero Claire, después Luis y por último, siguiendo las indicaciones del pelirrojo, el propio Simon, mientras su hermano sostenía la piedra con todas sus fuerzas antes de acabar descendiendo él también, quedando el camino sellado sobre su cabeza. Con la caída de la gigantesca lápida se cerró también la entrada de la única fuente de iluminación del pasaje, una especie de covacha excavada en la roca cuyos escalones parecían tallados sobre la misma, ninguno se movió hasta que se hubieron reunido los 4 y, una vez juntos, iniciaron el descenso en completa oscuridad. - Debería sacar algo de luz – propuso Simon en los primeros minutos. - Reservad vuestras energías – respondió Erik a eso – lo único que necesitáis saber es que esta escalera es de caracol y los escalones pueden ser un poco irregulares. - Te lo has estudiado bien ¿eh? – comentó el español. - A conciencia – se limitó a responder el Belmont. - Es una batalla que hay que ganar sí o sí, así que Erik tiene razón – coincidió Claire – mejor reservemos todas las energías posibles. Se hizo el silencio mientras continuaban descendiendo en la más completa oscuridad, la bajada se estaba haciendo eterna y la ya anunciada irregularidad de los escalones junto a la humedad ambiental provocaba más de un resbalón que obligaba a los cazadores a sostenerse unos con otros. Finalmente acabaron divisando una luz que se reflejaba en las pulidas paredes del pasadizo, era una luz verdosa, casi mortecina, y casi al tiempo que la vislumbraban el ambiente parecía cargarse de un extraño olor. - Se ha hecho más largo de lo que esperaba – comentó Simon, deseoso de terminar con las escaleras de una vez. - Si interpreté bien los mapas – le respondió su hermano, que se colocó a la cabeza del grupo – vas a desear volver a las escaleras. Al final alcanzaron un rellano franqueado por una puerta de madera completamente desvencijada, raída y carcomida a través de la cual se filtraba la luz, Erik la empujó y al atravesarla salieron a lo que parecía una gigantesca estancia muy tenuemente iluminada por unas teas en las paredes cuyo fuego era de color… verde. Se detuvieron de inmediato, los cuatro sabían que se encontraban en un espacio donde cualquier enemigo podría atacarles y sus ojos aún habían de acostumbrarse a aquel escaso nivel de iluminación. Cada uno empuñó su arma mientras dejaban trabajar su vista y afinaban el oído. No pasó ni un minuto hasta que uno de ellos hizo el primer movimiento: Claire, que lanzó 3 puñales a la oscuridad, escuchándose casi enseguida tres grititos agudos. - ¿Murciélagos? – preguntó Erik sin moverse un milímetro. - Sí, los escuché moverse – respondió ella - ¿Cómo lleváis lo de adaptaros a esta luz? - Deberíamos ponernos en marcha – sugirió Simon – quedarnos aquí parados no nos va a servir mucho que digamos. Se miraron unos a otros y asintieron, el pelirrojo se puso delante como portador del mapa que él mismo había trazado, pero su colega no tardó en ponerse a la par suya. - En fila somos más vulnerables - comentó mientras se colocaba al lado de Erik – así podremos protegernos mejor. Caminaban despacio pero con paso seguro mientras sus ojos terminaban al fin de hacerse a aquella mortecina luz verdosa. Con los ojos puestos en su alrededor Luis fue el primero en notar la extraña superficie de parecía conformar las paredes y comentarlo al grupo, a lo que el mayor de los Belmont se limitó a reaccionar torciendo el gesto. Él sabía de qué estaban revestidas las paredes y el techo. - ¿Hu…esos? – preguntó Claire repentinamente tras unos pocos minutos de andadura, llamando la atención de Simon y Luis. - ¿Qué? – preguntó éste último, extrañado. - Las paredes, parecen recubiertas de… huesos. Una vez empezaban a acostumbrarse a la luz se iban dando poco a poco cuenta de las cosas: Se hallaban en un pasillo de gran envergadura iluminado por antorchas cuyo fuego casi no emitía luz y el lugar era anormalmente húmedo, no obstante la oscuridad era demasiado espesa como para vislumbrar gran cosa y Claire, que por alguna razón tenía menos problemas que ellos para adaptarse a aquel ambiente, era la que veía con más claridad, y no le gustaba lo que percibían sus ojos. La muchacha se detuvo y empezó a mirar a su alrededor con detenimiento; en efecto y tal y cómo había vislumbrado las paredes y el techo estaban revestidas de huesos, concretamente de cráneos humanos en el caso de las primeras y una amalgama de cúbitos, radios, húmeros, fémures y otros componentes alargados del esqueleto recubriendo el segundo. Se quedó lívida por un segundo, horrorizada mientras miraba a su alrededor, preguntándose de donde podrían haber salido tantos esqueletos. - Mientras no os acerquéis a las paredes podremos pasar esta parte sin sobresaltos – informó el pelirrojo, aparentemente impasible pero también mirando el pasillo con cierta aprehensión. - Vale, vale – respondió el menor, que ya había acostumbrado sus ojos a la escasa iluminación – Pero ¿Qué es todo esto? - Restos humanos – comenzó a explicar Erik – restos de personas que murieron durante la pandemia de peste bubónica en el siglo XIV. Este lugar comenzó a construirse durante aquello y De Rais lo retomó y amplió en su momento. - ¿¡ESTO está bajo Nôtre Dame!? – Exclamó Luis, sorprendido y asqueado. - Cuesta creerlo – aceptó el pelirrojo torciendo el gesto – pero en su momento esto empezó como una especie de homenaje, de hecho… - se detuvo por un momento mientras, con ojos desorbitados, miraba por encima del hombro de su amigo - ¡Claire! ¿¡Qué haces!? La chica había desobedecido el consejo de no acercarse a las paredes y se hallaba en aquel momento palpando uno de las calaveras engarzadas en el muro, la chica se sobresalto y lo miró extrañada. - ¿¡Qué!? – preguntó – No va a pasar nada ¡Son cadáveres! Erik se llevó la mano a la cara mientras cientos de cuencas vacías se encendían con fulgurantes ojos rojos, estuvo a punto de gritar a Claire que se apartara de ahí inmediatamente cuando la pared frente a ella estalló y el cráneo que estaba tocando empezó a flotar en el aire, rodeado por una llama azulada. El grupo desenvainó sus armas de inmediato, la propia Claire se deshizo al instante del cráneo flotante con su No Name mientras que a su alrededor cada vez más y más cabezas volaban lenta pero directamente hacia ellos. - ¡Fantasmas Calavera! – los informó dándose la vuelta antes de prepararse para repeler a los que la embestían. - ¡Por esto dije que no os acercarais a las paredes! ¡Las almas de algunos de los muertos siguen aquí! ¡Y están al servicio de De Rais! – Erik, con su espada llameante encendida, hablaba mientras batallaba con los fantasmas que iban a por él - ¡Este lugar lleva 600 años siendo la guarida de Guilles De Rais! - ¿¡Estas cosas llevan seis siglos inactivas aquí abajo!? – Luis, al igual que Erik y Claire, eliminaba de un solo tajo a cada uno de los fantasmas, Simon por su parte requería varios golpes con su látigo, que agrietaba poco a poco sus cráneos. - ¡¡Vámonos de aquí – Indicó el pelirrojo – antes de que esto empeore aún más!! El grupo echó a correr con Erik a la cabeza y los fantasmas persiguiéndoles, no eran adversarios realmente peligrosos por sí solos, pero su número y el hecho de que no dejaran de salir uno tras otro los convertían en una trampa mortal. Sin embargo aquello no era todo, mientras escapaban pudieron observar cómo varios esqueletos completos se desincrustaban de las paredes para lanzarse al ataque, la mayoría fallaban en su intento o eran dejados atrás, pero se vieron obligados a deshacerse a puñetazos de unos cuantos que emergieron frente a ellos. Finalmente alcanzaron el final del camino, franqueado por un pesado portón de hierro chapado en madera que Erik y Luis abrieron rápidamente para después cerrar y asegurar a sus espaldas una vez Simon y Claire hubieron cruzado también. - ¡Mierda, que pasillo más largo! – se quejó el Fernández mientras apoyaba la espalda contra la puerta – Claire ¿¡Se puede saber en qué estabas pensando!? - ¡Yo no tenía ni idea de que iba a pasar eso! – contestó ella - ¡Yo sólo…! - Ya vale – los interrumpió inmediatamente el mayor de los Belmont – Claire – la miró directamente – dije explícitamente que no os acercarais a las paredes y Luis – ahora se dirigió a su colega – si el ser humano pusiera la prudencia por delante de la curiosidad aún estaríamos comiendo carne cruda y vistiendo pieles secadas al sol. El español torció el gesto al verse reñido por su colega mientras Claire expelía aire por la nariz en un claro gesto de fastidio. - Escuchad, así no vamos a ninguna parte – intervino Simon – si vais a discutir hacedlo cuando hayamos terminado. No olvidéis – enfatizó el tono de sus palabras – que hemos venido a por René. - Es cierto – reconoció Luis – ya tendremos tiempo de hablar cuando hayamos salido de ésta, lo primero es lo primero – se dirigió al pelirrojo, que ahora parecía pensativo - ¿Hacemos algún movimiento en particular, Erik? Éste abandonó su abstracción y miró al resto del grupo. - ¿Pasa algo, tío? – le preguntó su hermano menor, preocupado. - Erik… El Belmont frunció el ceño, separó su espalda del portón y miró a su alrededor. - Luis, antes dijiste que el pasillo te pareció largo ¿verdad? – preguntó de inmediato. - Eh… sí - No lo era – lo contradijo al instante – según el libro ese pasillo no era más que una entrada que no debía medir más de 50 metros, siendo generosos. - ¿Y eso qué significa? – Se interesó la muchacha. - Significa que tenemos que andar con cuidado – informó – algo está alterando nuestra percepción espacial aquí – chasqueó la lengua – En el libro no venía nada de esto… - Debe tratarse de algún tipo de hechizo protector – dedujo el español – siendo lo que es este lugar me extrañaría mucho que no lo tuviera. - ¿Y no se puede saber de cual se trata? – Preguntó Simon – así veríamos si podemos quitárnoslo de encima o protegernos de alguna forma. - Imposible – respondió Claire al instante – este sitio está cargado de magia ambiental, no puede distinguirse nada, ya lo he intentado. Los cuatro quedaron pensativos mientras, sin que se hubieran dado cuenta, a su alrededor la estancia se había iluminado la misma leve iridiscencia verde que iluminaba el pasillo recién superado, eso les permitió comprobar el aspecto y dimensiones del lugar, que asombraron a todos salvo al propio Erik. De hecho los cuatro abandonaron sus pensamientos para contemplarla, el lugar era grande, más incluso que la planta de la propia Notre Dame e imitaba la distribución de elementos de ésta, de hecho parecía una copia a escala, pero todo estaba anegado por el polvo y las telarañas, la decoración parecía tallada en una piedra negra y porosa - probablemente la propia roca subterránea – incluyendo los propios bancos y un pesado olor a humedad inundaba el ambiente. - Bueno… - articuló Erik desde las espaldas de sus compañeros - ¡Bienvenidos a la Catedral del Dolor! ----------------------------------------------- ¡Hala! ¡Últimos dos episodios escritos! El 94 me ha tenido bloqueado muuuuuuucho tiempo porque por cojones quería alargarlo más allá de donde llegaba mi planificación. Es sólo una introducción a la Catedral del Dolor (a ver si alguien recuerda de donde ha salido ese nombre xd) por lo que tampoco tiene mucha chicha más allá de mostrar más o menos lo que les espera. ¡Oh! Y la concepción de la Catedral del Dolor no tiene nada que ver con CastleVania. Buscad Kostnice Sedlec en gúguel. Os dejo una fotico del lugar ;D Publicado: 22:50 16/07/2011 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Cierto, recuerdo que hace no mucho dije que pasaba Twilight Rhapsodia a otro blog alojado en wordpress, pero eso ha tenido un curioso efecto en mi forma de afrontr el fanfic.
Para empezar, empecé a publicar los episodios allí desde el principio con sus correcciones pertinentes y el 94 casi terminado, pero esto hizo que me diera pereza abrir el Word para seguir con el 94 ya que no lo publicaría hasta pasados, como poco, 46 días (a un ritmo de dos capis por día, cosa que dejé de hacer al poco) para rematar mi vida se ha pueto un poco más difícil y entre el podcast y los blogs que manejo no doy abasto... total, un jaleo ^^U Así que después de pensarlo lo he mandado todo a tomar por saco y vuelvo a publicar por aquí. Total, en ningún sitio como en casa xD Tengo acumulados del 91 al 94 - ambos incluidos - por publicar, así que hoy voy con el 91 y el 92 y mañana con los otros ¡A disfrutar! No place to Rest El regreso de Erik a París fue casi triunfal. Al escuchar el mensaje del pelirrojo en su teléfono, Luis le devolvió inmediatamente la llamada y, tras estudiar los horarios, decidieron una hora en la que el Fernández lo recogería en la estación de tren de la ciudad de la luz, desde donde enfilaron al piso de los Lecarde para disfrutar de una opípara y merecida cena. Las preguntas se sucedían una tras otra mientras daban cuenta de los platos preparados por Elisabeth y François, Simon no ocultó su entusiasmo ante lo ocurrido en Morimond ni Luis su sorpresa, sobre lo ocurrido en Gellome el Belmont les contó acerca de aquel Abad de poder defensivo casi milagroso, pero se calló todo lo referente al pasado de Maréchal, incluyendo su nombre. Aquel hombre, pensó Erik, se había retirado a aquel lugar para no ser encontrado, era justo dejarlo en paz. Terminado el pequeño banquete, Erik se ofreció a quitar la mesa y pidió ayuda a su hermano menor, una vez en la cocina decidió preguntarle sobre lo único que el reconcomía en aquel instante: - ¿Les has hablado de los agentes de la iglesia? – lo interrogó inmediatamente, mientras organizaba los platos sucios en el fregadero. - ¿¡Lo sabes!? – Simon no ocultó su sorpresa - ¿Quién te lo ha…? - Arikado – respondió el pelirrojo sin dejarle acabar – Vino a verme después de que te atacaran, por lo visto. El chico guardó silencio por unos instantes, no esperaba que su hermano lo supiera, es más, pretendía avisarle de ello apenas tuviera la ocasión. - ¿Por qué no les has dicho nada? – inquirió el pelirrojo, más curioso que inquisitivo – Pueden ir a por ellos también. - No… no me pareció que fuera necesario. Lo siento. Erik torció el gesto, pero no dio ninguna muestra de disgusto a su hermano, era un asunto suyo a fin de cuentas. Pero debían saberlo, y con esta idea salió apresuradamente de la cocina y se apoyó en el marco de la puerta, un serio y escueto “Tengo que hablar con vosotros” bastó para llamar la atención de todos los presentes. - Voy a ser breve – articuló cuando vió que Luis, Elise y Fran le prestaban la atención adecuada – Cuando nos embarcamos en este viaje Rose Morris me cogió por banda y me encomendó una misión proveniente de la iglesia, les he desobedecido y ahora mismo tengo a tres agentes detrás de mi cabeza. Las reacciones fueron muy diversas, La Kischine sonrió con aparente orgullo sin apartar su mirada del pelirrojo, Luis se llevó la mano al rostro y suspiró y François casi tuvo que recoger su mandíbula inferior del suelo. - Así que al final hiciste caso de tu instinto ¿eh? – comentó Elise sin perder aquella sonrisa que parecía gritar “¡Bien hecho!” - ¿Sabes? Creo que era más feliz antes de saber esto – dijo el Fernández a su vez, descubriendo el rostro - ¿Hay alguna razón en particular por la que nos lo hayas contado? - Sí – contestó Erik automáticamente – os lo cuento para que estéis en guardia porque yo todavía no me los he encontrado, pero según parece atacaron a Simon para interrogarlo. Ojos como platos y miradas centradas en el adolescente, Elisabeth boqueó y Luis pareció súbitamente invadido por una ola de ira que contuvo, dejándose notar solamente en el temblor de sus puños. - ¿Cuándo…? ¿Cuándo cojones ha ocurrido eso? – en énfasis en el taco evidenció su enfado más de lo que el mismo español habría deseado. - El día que me fui a Morimond – aclaró Erik – Arikado me avisó de ello. - También me ayudó – intervino Simon – Los mandó a otra parte y me curó, por eso pude volver sin problemas. - Los… ¿mandó? – preguntó François, que hasta ese momento parecía estar tratando de asimilar la información - ¿Él los comanda? - Según me dijo, sí – aclaró el menor. - Sí, a mí también me lo dijo – confirmó el mayor, mirándolo – Pueden ir perfectamente a por cualquiera que esté relacionado conmigo – continuó, devolviendo su mirada al matrimonio y Luis – así que deberíais estar en guardia. Elisabeth asintió rápidamente con la cabeza ante esto al igual que su atónito marido, al tiempo que el español suspiraba con la boca chica. - Lo sé, tío – añadió Erik, sabiendo que aquel solía ser un gesto de fastidio de su amigo – he jodido la noche a base de bien, pero necesitabais saberlo. - No, si no es eso lo que me jode – respondió – es simplemente que estaba esperando que pasara esto, y lo ha hecho antes de lo que creía. Es… una dificultad extra. - ¡Eh! ¡Un momento! – saltó de repente François – ¿Puede alguien explicarme que ha hecho Erik exactamente? ¡Tengo la impresión de ser el único que no tiene puta idea de lo que está pasando! - Es que lo eres, Fran – le contestó Luis mientras lo miraba de soslayo – Qué, Erik ¿Se lo explicamos? - Lo estoy deseando – concedió el pelirrojo. La siguiente media hora transcurrió con el grupo aclarando a François todo lo que ocurría y explicándole la progresión de los hechos. Al Lecarde parecía mucho costarle asimilar que su amigo se hubiera pasado tantas normas y estamentos por donde la espalda pierde su digno nombre. - Entonces, a ver si lo he entendido bien – articuló una vez que la narración de los hechos llegó a la batalla del Louvre – Te encargan capturar a una asesina y tú –señaló al pelirrojo - en lugar de obedecer te dedicas a ayudarla y apoyarla sin disimular un ápice – dejó pasar unos segundos – Erik ¿¡Te has vuelto loco!? El aludido soltó una carcajada - ¡Cuantas veces habré escuchado eso ya! – exclamó mientras daba una palmada en el hombro del Francés. Fran quiso contestar pero no tuvo tiempo de hacerlo, ya que Erik cogió el códice y se encaminó inmediatamente a la habitación de invitados. - ¿A dónde vas? – preguntó el Lecarde, visiblemente molesto por la falta de respeto del pelirrojo. - A ponerme inmediatamente con esto – Erik le mostró el libro – como mínimo quiero descifrar el alfabeto antes de echarme a dormir – Dicho esto abandonó el salón y se encerró en el cuarto acompañado por Luis, dejando solos a François, Elisabeth, Simon y un René dulcemente dormido. Por supuesto el disgusto de François seguía patente e incluso se acrecentó con el rápido abandono del Belmont de lo que apuntaba a ser una discusión, como mínimo, considerable; afortunadamente Elise no estaba dispuesta a permitir que una noche ya estropeada se agriara todavía más. - Fran ¿Se puede saber qué pasa? – lo interrogó con un remarcable tono de severidad. - Está más que claro ¿No te parece? – bufó el muchacho. - No, no lo está, y te agradecería una explicación ¿Es porque eras el único que no sabía nada? El tono de su esposa era firme y severo, más propio de una madre que regaña a su hijo que el de una mujer pidiendo explicaciones a su marido. - Pues mira, no es eso – contestó él – pero la verdad es que también me mosquea bastante que ni siquiera TÚ me hayas dicho nada. Elise frunció los labios por un instante. No podía negar que ahí François estaba en lo cierto. - Es por lo de Claire, entonces. - Más bien – aclaró finalmente – es por lo de la iglesia. Elisabeth, que se había inclinado hacia delante para confrontar a su esposo, se reclinó sobre el respaldo del sofá para escucharlo. - ¡Joder, Elise! – exclamó en voz baja - ¡Míranos! ¡Mira – señaló la cuna donde dormitaba su hijo – ahí! ¡No estamos lo bastante preocupados por René como para que de remate nos echen encima a los agentes de la iglesia! ¡Por algo en lo que no tenemos nada que ver! ¡Y encima vaya luces las de ayudar ni más ni menos que a Claire Simons! Simon, que maldisimulaba la atención que prestaba a la discusión, no pudo evitar fijarse en que Elisabeth arqueaba exageradamente las cejas en gesto de sorpresa. - ¿Qué… tiene de malo que ayude a Claire Simons? – preguntó la mujer, atónita. - Elise… - exhaló aire en una mezcla de suspiro y bufido – Has leído la correspondencia, has escuchado las llamadas, has visto los e-mails ¡Esa tipa es una fugitiva! ¡La misma iglesia anda tras ella! ¡Y no son pocos los asesinatos que lleva a cuestas! La mueca de su esposa pasó entonces de sorpresa a disgusto. - Cariño… ¿Ya has olvidado con quién estás casada? ¿O es que ahora mi pasado sí que te parece reprobable? - Yo no he dicho… - François, te recuerdo que soy – lo había interrumpido sin alzar el tono lo más mínimo, su voz era incluso dulce, tal vez para disimular su enervamiento – una ex-cazarrecompensas, he matado a más personas de las que le han cargado a esa pobre chica, y no sé quien decidió que eso no importaba, me defendió de todos los dedos acusadores y me integró en la hermandad - A estas alturas, el Lecarde estaba sin palabras – Consideraste injusto el trato que se me dio, cielo – aunque seguía manteniendo aquella dulzura forzada, sus ojos adoptaron una tierna expresión de cariño – y decidiste defenderme. Es obvio que a Erik le pasa algo parecido ¿no te parece? - Pues… - François quedó sencillamente sin saber qué responder, era cierto lo que su mujer estaba diciendo, se reveló contra el odio que los cazadores sentían hacia los cazarrecompensas en lugar de mantener su relación en la sombra, aunque a su juicio tuvo mucho menos mérito del que ella hacía aparentar – Mira, mejor me voy a la cama. Apresuradamente se levantó del sillón y encaminó a la habitación de matrimonio, esperaba algún tipo de reproche por parte de su esposa, pero ella se limitó a soltar una risita y articular un “¡ahora te sigo!” Entre tanto, Erik y Luis llevaban ya unos minutos en la habitación de invitados, el pelirrojo se había enfrascado sin preámbulos en el descifrado del libro mientras su amigo se afanaba en su sesión de abdominales diaria. - Parece… que… Fran… se ha… cabreado… bastante… - comentó el español en un momento dado, a ritmo de palabra por abdominal. Erik se encogió de hombros. - Bueno… - hizo un par de apuntes en una libreta que tenía sobre las piernas cruzadas y escribió algo en su portátil – si le molesto o se ve en peligro estoy a un par de clicks de reservarme una semana de noches de hotel y mantenerlo a salvo. La estampa que ofrecía en aquel particular entorno de trabajo era, cuando menos, curiosa. Estaba sentado en la cama con las piernas cruzadas, sobre las que descansaban una libreta y, encima de ésta, el códice, a su derecha el libro cifrado abierto y frente a él su ordenador portátil, cuya pantalla se reflejaba en los cristalinos ojos turquesa del Belmont. - ¡No seas exagerado! – exclamó el español en respuesta a los planes de su colega, deteniendo su ejercicio – no hay necesidad de salir por patas. - No es exageración – Erik hablaba sin desviar su vista un ápice de la pantalla – Te puedo asegurar que entiendo perfectamente la reacción de Fran. No se trata sólo de él, también tiene una mujer y un hijo. - Una mujer que a día de hoy sigue pudiendo hacérnoslas pasar canutas – puntualizó Luis, recordando su pequeña escaramuza con Elisabeth en la azotea. - Ya, no me dices nada nuevo, pero aún así… Jodeeeeeer - ¿¡Y ahora qué pasa!? – preguntó el Fernández, alarmado por la exclamación de fastidio de su amigo - ¡No me irás a decir que el códice no sirve! - Servir, sirve – contestó el pelirrojo – Pero el libro está en un idioma que no domino. - Adelante, impresióname. Erik suspiró. - Es Vampiria – respondió – Vampiria antigua, no hace mucho que empecé a estudiar la moderna, y sé lo básico entre lo básico. - ¡Puta madre! – profirió Luis - ¿¡Entonces estamos igual que al principio!? - No… - El Belmont escribió un poco más en el ordenador – Tenemos el nombre que firma el libro. Hasta eso estaba codificado. Aquello abrió las orejas del español. - Y ese nombre es… - De Rais. Guilles De Rais. De vuelta al salón, Elisabeth veía tranquilamente la televisión a bajo volumen mientras Simon vigilaba al pequeño, que continuaba en el séptimo sueño; su sorpresa fue mayúscula al mirar a la TV y ver que Elise miraba una película porno, lo que le hizo pensar que no sólo mantenía el volumen bajo por su pequeño. - ¿¡Pero cómo tienes redaños de ver esto en la misma sala que el crío!? – Preguntó escandalizado. La Kischine rió entre dientes y miró al Belmont. - ¡Oh, vamos, hablas como si nunca hubieras roto un plato! ¡Seguro que has pasado alguna que otra noche viendo una sesión golfa! - Con el pantallazo que tenemos en el salón se ven de vicio – repentinamente se dio cuenta de lo poco acertado de su respuesta y volvió al tema - ¡Pero esa no es la cuestión! Ahora sí, la mujer dejó escapar una carcajada que sofocó rápidamente. - Además – continuó aún más serio – con la discusión que acabáis de tener y el mosqueo que lleva François no entiendo cómo puedes estar tan tranquila. - Oh, eso es porque – apagó la TV y se puso a hacer ejercicios de calentamiento – François es un hombre muy apacible y reflexivo, nunca le duran mucho los enfados. Además – sonrió picaronamente – cuando se enfada le encanta desahogarse follando ¿Has oído alguna vez eso de que Francia es el país del erotismo? – Simon, que estaba atónito, se limitó a asentir con la cabeza - ¡Pues sólo con conocerlo a él te puedo decir que es verdad! Tras unos segundos tratando de asimilar lo que acababa de oír, finalmente reaccionó. - Er… vale, es la primera vez que hablas tan claramente sobre sexo. - Querías una explicación y te la he dado – terminó sus ejercicios y se acuclilló justo frente al Belmont, quedando a su altura – cuando rescatéis a tu novia pasaos por aquí, me encantará enseñarle algunos truquitos. Y tras decir eso, dejando a Simon con la cara de Póker más caricatuzable del mundo, se dirigió al cuarto en el que su marido había entrado hacía ya rato. La voz que la recibió allí dentro, la de François, denotó en su “has tardado en seguirme” un claro disgusto, era evidente que su enfado no había remitido e incluso daba la impresión de que seguía molesto con ella. - ¡Venga, Fran! ¿Por qué sigues estando así? Erik tiene el códice ¡Ya queda poco para que todo esto acabe! Mientras ella se despojaba de su camiseta el francés, que estaba tumbado en la cama con una revista que presumiblemente había estado leyendo hasta hace poco, se recostó. - Estoy preocupado, Elisabeth – respondió – por si no teníamos bastante con las desapariciones de los niños ahora Erik nos echa a la iglesia directamente encima. Lo veo un precio demasiado alto por su ayuda y qué quieres que te diga – añadió – lo creía más inteligente, oponerse a la iglesia no es buena idea. La mujer, ya vestida solamente con un sencillo conjunto de ropa interior color crema, se sentó en su lado y acarició suavemente el brazo de su marido. - Está siguiendo su instinto, nada más – lo defendió – Le pega más ser cazarrecompensas freelance que pertenecer a la Hermandad. François dejó escapar una risita sarcástica. Ya en su momento, durante la misión que compartió con Luis, su mujer y el pelirrojo, pudo ver la tendencia rebelde de éste, y algo le decía que de ser cazarrecompensas su primer objetivo sería ir contra todo el gremio. Apenas había regresado a su semblante ceñudo cuando la voz susurrante de Elise llegó a su oído. - Oye… ¿Quieres que sigamos nuestro instinto nosotros también? Se puso tan colorado como la pantalla de su lamparita. Sentía en su espalda los pechos, aún cubiertos por el sostén, de su esposa, y la mano de esta se había deslizado hasta acariciar suavemente su tórax. El viejo truco ¡Y lo bien que le funcionaba a la maldita! - ¿Sabes ese dicho Hippy que dice haz el amor y no la guerra? – continuó ella, con la misma melosidad insinuante – Pues a mí no me gusta. Aprovecha ese enfado y hazme el amor… y la guerra. Lo que vino después podría resumirse en la necesidad de un Simon que no sabía dónde esconderse de subir el volumen del televisor hasta disimular el escándalo procedente de la habitación de matrimonio. A la mañana siguiente todo había vuelto a la normalidad y François habló tranquilamente con Erik sobre el asunto. Naturalmente la idea del Belmont de separarse del grupo lo escandalizó y sirvió para acabar con el último resquicio enfado que le quedaba. Por supuesto no dejaba de parecerle mal que el pelirrojo hubiera desafiado a la Iglesia, pero los terrenos quedaron perfectamente delimitados en aquella conversación. Aquella mañana fue, además, el comienzo de un periodo de tres días sorprendentemente tranquilos. Erik solventó el escollo del idioma de las páginas descifradas entrando en continuas videoconferencias con Juanjo; el Fernández no sólo fue quien le metió el gusanillo de los idiomas, si no también quien supervisó su aprendizaje de los mismos y lo ayudó a llegar al nivel nativo y también quien pensó que sería buena idea que Erik aprendiera Vampiria, habiéndose visto el español obligado en su momento a aprenderla casi a la fuerza para algunas de las misiones de infiltración a las que fue enviado. Por supuesto Juanjo Fernández no estaba siempre disponible, así que era Adela quien ayudaba al pelirrojo en ocasiones. La madre de Luis no estaba tan versada como su marido en lenguas como la Vampiria, pero poseía una lógica de traducción mucho mayor y siempre encontraba un sinónimo o expresión para las palabras que había de sacar por contexto. Mientras el proceso continuaba el nombre de De Rais salía cada vez más y más, aunque Erik y Luis decidieron evitar que saliera de entre ellos y los padres del español para evitar alarmar aún más a François y Elisabeth. Y es que si Guilles De Rais era quien andaba detrás de los raptos no les faltarían razones para preocuparse. Ese hombre, si es que alguna vez pudo ser considerado como tal, era una de las vergüenzas míticas de la historia Francesa, un noble que, como todos, de cara a la galería era un ser intachable, pero la realidad era bien distinta ya que fue condenado por los crímenes más repugnantes de torturas y abusos contra jóvenes muchachos y jamás mostró arrepentimiento. Para Erik y Luis la aparición de su nombre fue motivo suficiente para apurar todo el tiempo que fuera posible en la traducción, y Juanjo y Adela llegaron a faltar a sus deberes, incluyendo varias noches de patrulla por parte del Fernández, para resolver el misterio lo antes posible. Y entonces, sucedió. Tras una tarde especialmente dura en la que el pelirrojo acabó desmayándose de puro cansancio, el tono del móvil de Luis despertó a todo el mundo a las 3:50 de la madrugada, el español descolgó con un “¿Sí?” quedó el silencio apenas unos segundos y después palideció, vistiéndose apresuradamente con su ropa de agente de paisano y saliendo del piso a todo correr ignorando las preguntas de la pareja y los hermanos, incapaces desde ese momento de conciliar el sueño, esperando cualquier noticia que llegó en forma de una llamada al teléfono de Erik, el pelirrojo respondió y, antes de poder articular siquiera un “¿Diga?” la voz quebrada de su amigo lo sobresaltó. - ¡Pon la televisión, Erik! ¡Por lo que más quieras, ponla! ¡No importa qué canal! ¡Están todos aquí! - Pero tío – lo interrumpió el Belmont, preocupado - ¿Se puede saber qué…? - ¡¡¡NO PREGUNTES Y ENCIENDE LA PUTA TELE!!! Y colgó. Corriendo todo lo que pudo y luchando contra su agotado cuerpo y cerebro, Erik obedeció y encendió la televisión en un canal cualquiera. Estaban dando un informativo, por la hora debía ser un especial sin ninguna duda, y todo lo que se veía en pantalla era caos: Agentes de policía de acá para allá, periodistas y cámaras de todas las cadenas, movimientos rápidos de la propia cámara del canal que parecía seguir corriendo a la reportera, un grupo de gente afligida y… sábanas. 6 sábanas, cubriendo unos extraños bultos. La reportera hablaba atropelladamente y su voz se mezclaba con las de los policías dando voces y las de otros periodistas, al fondo les pareció ver, iluminados por el alumbrado artificial, a Luis y al comisario Rousseau cruzar corriendo la pantalla. La información era confusa y la voz de la reportera apenas se escuchaba bien, pero fue suficiente para que un lívido Erik Belmont pronunciara un deseo que rogaba como nunca que se cumpliera. - Por favor, decidme que he perdido todo mi nivel de comprensión auditiva en francés. Estaba de pie frente a la televisión, formando una fila junto a un petrificado François, una Elisabeth que lloraba silenciosamente y un pálido Simon al que le temblaba la mandíbula inferior. Entre todo el caos habían logrado entender claramente una única cosa: Habían sido encontrados, en unas condiciones deplorables y con signos de haber sufrido torturas prolongadas, seis niños de edades comprendidas entre los 5 y los 10 años. Los cuerpos descansaban bajo aquellas sábanas blancas. Habían sido identificados por sus padres. Eran los 6 niños desaparecidos. War El tiempo transcurrido desde el momento en que escucharon la noticia hasta que Luis llegó de nuevo al piso fue eterno, agónico; el matrimonio, junto a los dos hermanos, se sentó en el sofá, agarrando sus manos el uno a otro y mirando las noticias con una expresión de total incredulidad, Simon y Erik por su parte ocuparon cada uno un sillón, dejándose caer pesadamente en ellos y, mientras que el menor adoptaba una actitud similar a la del matrimonio, el mayor tan sólo dejó caer la barbilla sobre el pecho con expresión sombría. Erik maldijo su conocimiento del Francés porque, al igual que Elise y Fran, estaba entendiendo absolutamente todo lo que se decía: Los lamentos de los padres, comentarios de testigos y curiosos, las palabras de Rousseau… todo. Tan sólo abandonó el asiento cuando el Fernández, pálido y con una desgarradora expresión en el rostro, arribó a la vivienda, momento en que el pelirrojo le cedió su lugar, en el que Luis se dejó caer, lanzando sobre la mesita del centro una carpeta amarilla. Nadie dijo nada, porque nadie sabía qué decir, tan sólo el propio Luis aportó algo de sonido a aquel silencio incómodo respirando pesadamente, encorvado y con el rostro hundido en las manos; nadie podía ver su expresión, pero sus manos crispadas daban una pista bastante certera acerca de su estado anímico. Rabia. - Luis ¿estás…? – articuló François tras algunos momentos de duda. - ¿Tengo pinta de encontrarme bien? – Lo cortó el español con un hilo de voz – Habéis visto las noticias, supongo. - La televisión estuvo puesta hasta hace apenas media hora – respondió Simon con voz falsamente firme. - Entonces no necesito contaros nada – celebró arrastrando pesadamente las palabras – Si queréis algún dato más, está en esa carpeta. Yo me niego a volver a abrirla. Erik, más movido por aquel instinto investigador que despertaban en él ese tipo de cosas que por una curiosidad real, asió la carpeta y la abrió. Inmediatamente comprendió a su amigo, el contenido de ésta era increíblemente doloroso: Informes pre-autopsia, declaraciones transcritas y… fotos, muchas fotos, todas a tamaño Din A-4 y a una resolución excelente. Una a una las observó con todo el detalle que le permitía su estómago, eran imágenes en detalle de las laceraciones, quemaduras, infecciones y otras erosiones que los cadáveres tenían a lo largo de su cuerpo. No es que no estuviera acostumbrado a ese tipo de cosas, pero… ¿Qué clase de sádico podía hacer algo así a unas pobres criaturas? Aquello estaba por encima de las leyendas de De Rais. Estaba a punto de cerrar el archivo de puro asco cuando una fotografía llamó su atención: Era el torso de uno de los niños, y había algo grabado en él con algún tipo de objeto cortante. - Luis, esto… Fue a mostrarle la fotografía, pero el Fernández lo detuvo con un gesto. - Los grabados ¿verdad? - Sí - Eso no se ha permitido que trascienda a la prensa – Explicó, sin elevar el tono de su voz por encima del que ya había usado antes – En el informe consta como señal de sacrificio ritual – descubrió su rostro y golpeó los brazos del sillón con los puños cerrados - ¡¡Panda de gilipollas!! - No tiene nada que ver con la ritualidad – las siguientes fotos, haciendo un total de 6, contenían un grabado por torso – Esto es… Calló antes de revelar nada más. Podía traducirlos todos, estaban escritos exactamente igual que el libro sustraído de la biblioteca: En Vampiria antigua codificada, que a estas alturas no encerraba ningún secreto para él. - ¿Qué “es”? – Lo interrogó Elise, acuciante. Erik se mordió el labio inferior, al tiempo que traducía mentalmente y se sentía invadido por una creciente ira. “REY Y REINA SALEN DE ENTRE LOS PEONES” “ALFIL Y TORRE ACORRALAN A REY Y REINA” “CABALLO Y TORRES PROTEGEN A REY Y REINA” “CABALLO Y TORRES SON DISTRAÍDOS POR PEONES” “REINA CAE. EL REY ES ACORRALADO” “JAQUE MATE” Eran pasos de una partida de ajedrez que no terminaba de comprender, seguramente estaban ahí tan sólo para acompañar a ese último y burlón mensaje, esa proclamación de victoria, ese “JAQUE MATE” Una violenta llama se encendió en el interior del joven, la ira y el deseo de venganza se apoderaron de él, esa proclamación de victoria fue un claro desafío al que respondería ¡Vaya si lo haría! Cerró la carpeta y la lanzó a la mesa antes de encaminarse hacia la habitación de invitados a toda prisa, sólo la voz de Luis, que se había dado la vuelta para llamarlo, lo detuvo. - ¿¡A dónde vas!? - A seguir – respondió – Tengo un libro que traducir. - No se te ocurra entrar ahí si no es para dormir, Erik. Aquello arrancó una exagerada expresión de sorpresa al pelirrojo, que no podía creer lo que estaba oyendo. - ¿¡Estás en tus cabales!? – reaccionó, alterado - ¡Seis niños han aparecido muertos hace apenas unas horas! ¿¡Y quieres que me eche un sueñecito!? - ¿¡Qué crees que podrás hacer en tu estado!? – contestó Luis, elevando el tono de su voz - ¡Te recuerdo que estos días has estado trabajando en ese mamotreto hasta desmayarte! ¿¡Qué harás si tienes que combatir!? Erik apretó los dientes, no era una buena idea discutir con él cuando se encontraba tan alterado. - ¡¡¡Pero tenemos que encontrar a ese hijo de puta!!! – replicó casi a voz en grito - ¡¡¡No pienso echarme a dormir por una nimiedad como esa!!! ¡Necesitamos resultados, Luis! ¡Y la policía también! El gesto del Fernández se ensombreció aún más al escuchar aquello último. - Olvídate de la policía, tío. Estamos fuera del caso. - Qu… - Aquellas palabras bastaron para que el pelirrojo abandonara su iracundo estado de ánimo, dejando paso a un tremendo gesto de incredulidad – Luis… ¿Qué COÑO estás diciendo? Aunque no dijeron nada, la reacción de los demás presentes fue exactamente la misma. - Estoy diciendo exactamente lo que has oído: Tanto nosotros, como los Lecarde, Rousseau y los hombres designados por él hemos sido apartados oficialmente del caso. Consideran que sólo nos hemos dedicado a perder el tiempo y competir entre países. - ¡Eso es estúpido! – saltó Elisabeth. - ¡Malditos imbéciles! – exclamó François a su vez - ¡A nosotros también nos pusieron impedimentos y no venimos de España! Los hermanos Belmont por su parte endurecieron el gesto, Simon incluso parecía albergar cierta satisfacción. - Yo no veo ningún problema – comentó el menor – ahora podemos ir a nuestra bola. - Exacto – corroboró el mayor – Ya no tenemos normas que seguir – tras estas palabras, dirigió la mirada a su amigo – NO pienso descansar un segundo, para mí ahora mismo es más importante dar con ese hijo de puta que tumbarme a dormir la mona. Esto es la guerra, Luis. Dicho esto, entró en la habitación y cerró la puerta a sus espaldas, con la intención de no volver a abrirla hasta finalizar su cometido. No pasó mucho rato hasta que Simon asintió con mirada decidida y abandonó también su lugar. - ¿Y tú a dónde vas? – lo interrogó el español sin abandonar su tono de desánimo. Simon, que estaba a las puertas de la habitación de invitados, donde descansaba su látigo, se detuvo y miró a su cuñado. - Yo no soy una lumbrera como mi hermano – respondió – pero él lleva razón, esto es una guerra, y voy a prepararme para lo que puedo hacer mejor: Luchar. Entró, dejando la puerta abierta, y salió con la misma celeridad, látigo en mano y cerrando la habitación de nuevo. - Si alguien me busca, estoy en la azotea. Una vez hubo salido por la puerta principal, Luis frunció los labios y cerró los ojos por un momento, él no sentía la misma animosidad que los hermanos Belmont. Sí, cierto, quería vengar a esos niños, pero… después de tantos combates, que habían desembocado en semejante fracaso, le pesaban demasiado los ánimos. - Cariño ¿Te importa si me voy yo también? Relajó el gesto y abrió los ojos, François se levantaba y entraba en la despensa para sacar de ella su lanza Alcarde. No sabía qué pretendía hacer, pero tenía cierta curiosidad. - Luis ¿Tú que vas a hacer? ¿Te vas a quedar ahí? Elisabeth, que sujetaba cariñosamente a su pequeño – ni se había dado cuenta de que René había despertado ya – lo miraba expectante, casi inquisitoriamente. - Yo… François salió por la puerta principal, pocos segundos después la voz y el rostro de la Kischine adoptaron un cálido matiz maternal. - Tal vez – dijo mientras, sentando al niño en su rodilla, mantenía sus ojos clavados en él – quieras hablar de ello. Entre tanto, Simon entrenaba bajo el naciente sol de la mañana, practicando movimientos con su látigo que solían ser demasiado difíciles para él y, de hecho, era raro cuando no acababa recibiendo un auto-latigazo, pero precisamente por ello sabía que había de mejorarlos. Recientemente había estado pensando en uno, una forma de combinar su Holy Punch con el arma, pero su práctica sólia conllevar la necesidad posterior de acabar vendado hasta los bíceps. Aún así… Cargó su brazo derecho y lanzó un latigazo, después otro, otro, y otro… “Rápido, rápido ¡Más rápido!” Se repetía a sí mismo mientras su cabeza se cargaba de cálculos. No era cosa fácil manejar un arma como esa, debía tener bien claro cómo reaccionaría cada centímetro del cuerpo del látigo, la flexibilidad de cada sección, el peso del material… Era capaz de hacerlo porque podía pensar rápido, pero… - ¡AGH! – Un latigazo en pleno costado, sintió la brisa pasar a través de su ropa rasgada y el escozor de la herida recién abierta. Había perdido el control del arma, y la velocidad de su ataque aún era apenas un tercio de la que sus puños eran capaces de desarrollar. No importaba, debía recuperar el control y continuar. Debía mejorar, y continuó mientras su mente se agotaba; demasiados golpes seguidos como para controlarlos todos, y ya sentía escozor en su cuello, hombro derecho, espalda y ambas piernas. Fue a dar un latigazo más, pero entonces se detuvo bruscamente, aparentemente se había enganchado con algo. - Suficiente – dijo una voz a su espalda - ¿Estás entrenando o flagelándote? Sorprendido, se dio la vuelta para encontrar allí a François Lecarde acompañado de su lanza, en la que el látigo se había enrollado. - ¿Fran? – preguntó extrañado - ¿Qué haces aquí? - No tengo nada que hacer – respondió éste mientras liberaba el asta – y no me apetece quedarme de brazos cruzados, así que pensé en subir a acompañarte ¿Te apetece un combate de entrenamiento? El Belmont sonrió, era justo lo que necesitaba. - Por mí – se puso en guardia – vale. El día transcurrió lento y pesado mientras el ambiente se teñía de una extraña aura de malignidad opresiva, nadie en casa de los Lecarde probó bocado, Simon y François incluso bajaron pasada la sobremesa, satisfechos y decaídos y, por parte del Belmont, anormalmente en guardia, respondiendo a la curiosidad de su cuñado respecto a ello con un simple “tengo un mal presentimiento” Erik por su parte no había abandonado el cuarto más que para salir al baño, ni siquiera él comió nada aún cuando su expresión evidenciaba un hambre atroz, todos se preguntaban por qué esa dedicación enfermiza, pero ninguno sabía nada acerca de lo escrito en el torso de los niños. El crepúsculo sucedió a la tarde y, tras éste, llegó la noche con la que Elise, harta del pesado silencio reinante en la casa, encendió la televisión a pesar de saber que a esa hora sólo encontraría noticiarios, y que en todos se estaría hablando de lo mismo. Por supuesto aquello sólo logró arrancar expresiones malhumoradas a los presentes, pero el matrimonio dibujó una idéntica expresión de asco cuando, en un debate, empezaron a mezclar los asesinatos con la política, Elisabeth llegó incluso a tirar el mando contra la televisión, pero Simon estuvo al quite y lo cogió antes de que la mujer provocara una desgracia. Entonces las transmisiones se interrumpieron a causa de un informativo de última hora, otro de tantos que se habían visto en aquellos días pero, de nuevo, logró hacer palidecer a todos los presentes. Luis, que tenía en la mano una lata de cerveza, se contuvo para no estrujarla mientras llamaba a voces a su amigo que, de gesto agotado y con los ojos casi inyectados en sangre por la cantidad de horas forzándolos, salió corriendo al salón sin preguntar siquiera qué ocurría, no necesitaba hacerlo de hecho, las caras de los presentes hablaban por ellos. Un reportero se dirigía aceleradamente a la cámara, estaba en una calle en la que, al fondo, se podía observar un tumulto acompañado de lo que parecían ser gritos de horror. La descripción del periodista NO podía ser falsa. - ¡Todo estaba tan tranquilo hasta que unas extrañas criaturas han salido de la nada y han empezado a atacar a la gente! ¡Estábamos entrevistando allí y nos hemos salvado de pura suerte! ¡Nadie sabe lo que está pasado! ¡Es todo muy confuso! En una ventana situada en la esquina superior derecha de la pantalla la presentadora del programa de debate le hablaba a su vez. Desde la seguridad del plató no parecía solidarizarse en absoluto con la situación de su compañero. - ¿Pero habéis avisado a la policía? ¿Qué es lo que ha atacado a la gente? - ¡No lo sabemos con seguridad! – respondió el locutor casi con desesperación - Esqueletos que se movían solos, lobos caminando a dos patas… ¡Ni siquiera sabemos si estamos a salvo aquí! La cámara se movió por un momento hasta enfocar por encima de la cabeza del periodista, se oyeron gritos de horror a su espalda y el que parecía ser el propio cameraman gritó “¡Dios mío Claude! ¡¡¡MIRA ESO!!!” François y Elisabeth se levantaron del sofá, Erik dio un paso hacia la televisión y Simon apretó los puños, por su parte, Luis se quedó lívido antes de adoptar un gesto de total seriedad en el rostro. Y es que a lo que el cámara había enfocado era ni más ni menos que un gigantesco esqueleto homínido que se movía como un simio. Aún con todo el movimiento y la borrosidad de la cámara levemente desenfocada se podía distinguir un resplandor rojo en sus cuencas vacías. En tan sólo un segundo el Fernández había desaparecido del salón para reaparecer empuñando las armas del trío. - ¡Simon, Erik! ¡Cogedlas! - Lanzó al menor su látigo y al mayor la espada Salamander para después dirigir su mirada a la pareja – Y vosotros dos, decidid cual se queda con René, porque nos vamos YA. El matrimonio se miró el uno al otro mientras Luis ajustaba su Yasutsuna al cinto, se movía con prisa y decisión, y finalmente fue él quien habló por los dos. - Elise, deberías quedarte tú. - ¿¡Eh!? ¿¡Por qué yo!? – protestó ella - ¡Soy tan capaz como tú o más, incluso! - Lo sé, no hace falta que me lo recuerdes – admitió – pero si hay alguien a proteger ahora mismo es a – señaló al infante – René. Tú podrías hacerlo mejor que cualquiera de nosotros, y eres su madre. - ¡Pero…! Para su sorpresa, su marido se adentró en la despensa y salió de ella con las dos armas, Espada Estelar y Lanza Alcarde, en la mano, entregando la primera a su esposa. - Lo siento Eli, pero creo que llevan razón – admitió mientras le tendía el arma – y si he de dejar a René en las manos de alguien, que sea en las tuyas. No dejaron de mirarse mientras la Kischine tomaba la espada, la cogía y la desenvainaba para comprobar su brillante filo antes de echar una mirada a su retoño. La televisión seguía encendida, y el ruido de fondo seguía siendo el de la emisión especial. Envainó y encajó la hoja en su vaina y miró a François con ojos suplicantes. La idea preconcebida que tenía acerca de su debilidad y de que no fuera a ningún enfrentamiento sin ella le podía, pasó unos interminables segundos pensando en qué decir hasta que, alta como era, se abalanzó sobre él para abrazarlo y besarlo como si no lo fuera a soltar nunca. - Por favor – le dijo tras separar sus labios de los de él – Ten muchísimo cuidado, no me gusta lo que se ve ahí. - Lo tendré – respondió el francés – pero tenlo tú también ¿de acuerdo? Se asintieron el uno al otro y, con premura, el cuarteto abandonó el piso; cuando se disponían a encaminarse escaleras abajo el Lecarde les sugirió subir y alcanzar su objetivo a través de los tejados. - Hay que rodear mucho para llegar – avisó - ¡Por arriba llegaremos antes! Nadie le discutió, siguiendo sus órdenes los tres jóvenes se dirigieron al punto donde se estaba llevando a cabo la masacre que tampoco tenía mucha pérdida, ya que fueran quienes fueran las criaturas atacantes habían hecho los suficientes destrozos como para que el fuego de los incendios provocados marcase el lugar con un inquietante resplandor anaranjado que teñía la ciudad de la luz con un aura sanguinolenta. Al tiempo que avanzaban se alegraban cada vez más de haber hecho caso al Lecarde; aún en línea recta y abandonando los terrados sólo para usar farolas y otro mobiliario urbano como improvisadas plataformas allí donde no había apoyo disponible el tiempo que les restaba para alcanzar su objetivo era considerable, al menos 15 minutos a su velocidad, y no pudieron evitar ponerse nerviosos. - Hay decenas de plazas y lugares de descanso en todo París - Comentó François en un momento dado - ¿¡Por qué tan lejos!? Cuando finalmente llegaron a su destino contemplaron el lugar desde el más bajo de todos los edificios, encontrando un panorama desolador: Escaparates destrozados, cadáveres repartidos por todo el lugar, coches en llamas que, en algunos casos, habían comunicado su fuego con algún establecimiento o edificio que también ardía y por supuesto, dominando el lugar, las criaturas que lo habían tomado y se habían atrincherado en él, jugando con los agonizantes supervivientes, amenazando desde la lejanía a quienes se encontraban en las calles cercanas o simplemente ahí quietas, esperando, pero… ¿Esperando a qué? François tardó en reaccionar ante la visión de la masacre, su mano se cerró con fuerza sobre la lanza Alcarde y empezó a hiperventilar con fuerza, no relajándose hasta que Luis puso la mano en su hombro. - No pierdas los nervios – le dijo – en lugar de eso enséñales lo que pasa cuando atacan a tu gente. Simon estaba preparado para entrar en acción, casi impaciente podría decirse, mientras que el cansado Erik observaba con atención el que sería el campo de batalla. - ¿Qué puedes decirnos, tío? – le preguntó su colega al poco - ¿Cómo lo ves? - Una manada de hombres lobo – informó – vampiros, esqueletos y – clavó su mirada en el gigantesco esqueleto simiesco, que reinaba en el lugar – el Silverback Skeleton. Creo que podremos con ellos. - ¿Alguna estrategia? – preguntó a su vez el francés, más calmado. - Nos distribuiremos – explicó el pelirrojo – Si los atacamos según nuestras capacidades no serán rivales para nosotros. Abajo, mientras el centro de la plaza aparentaba estar totalmente tranquilo, las calles colindantes eran un hervidero de curiosos, gente asustada y cuerpos de policía impotentes que, tras perder ya a unos cuantos hombres, eran increpados por la gente a causa de su “cobardía” Estaban todos tan ocupados que nadie pareció ver la explosión lumínica que se produjo en el mismo centro del lugar, donde una figura humana se alzaba entre los esqueletos, un poco más allá una llamarada verdosa hacía a los vampiros retirarse amedrentados y un rayo caía justo delante de la manada de hombres lobo, como colofón, un fuerte golpe detuvo el patrullar triunfante del esqueleto gigante, y poco después una potente llama se roja se encendía a sus pies. Las criaturas tardaron en reaccionar y los esqueletos, animados con magia y carentes de emociones, se abalanzaron sobre el joven, que los repelió con un latigazo circular, logrando colarse uno de ellos al que Simon reventó literalmente el cráneo de un Holy Fist. Los siguientes fueron los hombres lobo, movidos por su instinto salvaje, que atacaron a su recién aparecido adversario con sonoros gruñidos; Luis no vaciló un instante y recibió al primero de ellos con un rápido tajo desde la cintura en el que devolvió la Yasutsuna a su vaina inmediatamente para recibir a los dos siguientes cerrando sus alargados morros con ambas manos y haciendo chocar brutalmente sus cabezas para, acto seguido, lanzar una descarga eléctrica que, sin el filtro de la Agnea, no se lo puso muy difícil para tumbar a cinco o seis de ellos. Los vampiros prosiguieron, siendo ensartados dos de ellos en una afilada asta mientras que otros tantos eran golpeados por el mango metálico de esta, los heridos se deshicieron en cenizas y François, antes de verse rodeado, empleó su lanza para impulsarse y saltar sobre sus cabezas, teniendo así una visión perfecta de su próximo movimiento: Crear una botella de agua bendita que destapó y derramó, teniendo efecto inmediato las gotas sobre los chupasangres que fueron bañadas por ellas. Silverback Skeleton, como el pelirrojo lo había llamado, atacó a su adversario con el hueso que empuñaba a modo de maza, pero vio su embate rechazado por un puñetazo de la misma potencia del que había recibido en la cabeza, retrocediendo y casi elevándose hasta una pose erguida mientras Erik corría, puño derecho preparado, directo hacia su mano con el fin no de desarmarlo, si no de reducir su arma a pulpa. Los cuatro luchadores lucían una mirada escalofriante en el rostro, mezcla de odio, concentración y sed de venganza. Fueran quienes fueran esos monstruos, y sin importar la razón por la que habían tomado la plaza, no existirían para ver la luz de un nuevo día. Simon miró a su alrededor mientras las esqueletos se reagrupaban tras el primer ataque, sabía que no eran muy duros por separado, pero podían suponer un problema todos juntos, así que plantó su mano libre en el suelo y convocó un Holy Seal que paralizó a los más próximos y se lanzó contra ellos; por supuesto aún podían atacar, pero no podían escapar de los latigazos del joven que, cada vez con más celeridad, iba dando cuenta de ellos. Naturalmente el sello sagrado no había bastado para atraparlos a todos, no sólo eran demasiados si no que además el muchacho decidió no gastar más energías ya que, una vez terminada su parte, se lanzaría a asistir a alguno de sus compañeros, es por ello que, mientras sostenía la batalla contra los esqueletos paralizados, los que no se habían visto atrapados saltaban por encima de sus compañeros y corrían a atacar al Belmont que, inevitablemente, acabó recibiendo algunas heridas y cardenales antes de recuperar el control de la situación. François por su parte cayó de nuevo al suelo, exactamente en el mismo lugar del que había despegado. La mayoría de vampiros alcanzados por el agua bendita se habían retirado del cerco o fueron reducidos a cenizas, pero habían sido sustituidos por otros sedientos de sangre que miraban amenazadoramente al francés. En vista de esto, François apuntó con su lanza al suelo, apoyó los pies en la parte posterior de la punta y, al caer, liberó una pequeña explosión turquesa que se llevó por delante a unos cuantos, extrajo la pica enseguida y, usando su cintura como eje, la hizo girar con un violento movimiento para terminar empuñándola con ambas manos y embestir hacia delante, eliminando a unos cuantos vampiros y escapando del cerco para adoptar una nueva estrategia. Erik evitó otro huesazo y, en carrera, saltó y golpeó la rudimentaria arma con una patada descendente que abrió una pequeña grieta, subiendo acto seguido en ella y echando a correr mientras pisaba con todas sus fuerzas hasta llegar a la mano, que atacó con su espada llameante abriendo una fisura chamuscada que, si bien parecía insignificante, bastó para que Silverback Skeleton respondiera con un manotazo que el pelirrojo, a causa del cansancio acumulado, no pudo evitar, cayendo al suelo con una voltereta gracias a la que terminó de pie, listo para volver a la carga. Entre tanto, Luis continuaba su batalla sin duda ni piedad alguna, golpeaba a los licántropos en sus órganos vitales y usaba su espada contra los más fuertes. En un momento dado se despistó, habiendo visto por el rabillo del ojo el ataque sufrido por su colega, y se vio rodeado por tres bestias mientras que las demás empezaban a formar corro a su alrededor; de reacción rápida, el español no se dejó sorprender y atacó las gargantas de los que se situaron a sus respectivos lados con la mano de serpiente, rompiendo su nuez, se dobló hacia atrás para evitar un mordisco y sintió una garra clavarse y retorcerse en su espalda, a lo que respondió sujetando el peludo brazo, dándose la vuelta para retorcerlo y propinarle una poderosa descarga eléctrica mientras rechazaba a los que le atacaban por detrás a base de patadas. Finalmente, agobiado y viéndose superado por la numerosa manada, desenvainó su Yasutsuna y, partiendo de una estocada, se quitó de encima a unos diez hombres lobos en apenas un par de segundos. - ¡¡¡HOLY PUUUUUUNCH!!! Apenas volvía a envainar su katana cuando los licántropos situados a su espalda eran empujados hacia delante; reconoció la técnica y la voz, era Simon, y se permitió medio segundo para mirar a su espalda y comprobar que no quedaba ni rastro de los esqueletos. - ¡Vi cómo te rodeaban! – explicó el muchacho mientras se colocaba a su lado - ¿¡Estás bien!? - ¡Eso es lo de menos! – respondió, ignorando la herida de su espalda - ¡Me vienes de perlas! Rechazaron a golpes a dos hombres bestia que se lanzaban sobre ellos, y Simon aprovechó para preguntar. - ¿¡Cual es tu plan!? - ¡¡¡Ataca – desenvainó su Yasutsuna y atravesó el corazón de dos hombres lobo – con todo lo que tengas!!! El Lecarde ensartó en su pica a los últimos tres vampiros, que se deshicieron en cenizas, y miró a su alrededor; la gente se había acercado más a la plaza y los miraba, no le importaba, pero vio a Simon enzarzado junto a Luis en batalla contra los hombres lobo y a Erik contener el gigantesco hueso de Silverback Skeleton, que a lo largo de su cuerpo tenía diversas muescas chamuscadas y algunas grietas, con sus manos desnudas. El mayor de los Belmont, esforzándose por repeler aquel ataque que le había cogido por sorpresa, se alegró al ver una serie de llamas turquesas engullir algunas de las articulaciones del gigantesco homínido, debilitándolo y permitiendo al pelirrojo rechazar la gigantesca maza ósea a pulso y con sus propias manos. - ¿¡Cómo vas, Erik!? El Belmont no tenía demasiada buena pinta, no había sufrido demasiadas heridas pero sus ropas estaban rasgadas y sucias de haber caído varias veces al suelo y jadeaba de puro cansancio. - Mas… o menos… - respondió Erik mientras trataba de recuperar el aliento – Gra… gracias… Saltaron cada uno a un lado para esquivar un nuevo garrotazo, un vistazo cercano permitió a François comprobar que el arma estaba a punto de hacerse astillas, no pudo observar mucho más ya que el grito de “¡¡¡SALTA!!!” del pelirrojo lo advirtió de lo que seguía: Silverback Skeleton iba ahora a por él con un huesazo horizontal, y tuvo la suerte de saltar justo sobre el ataque y aterrizar desequilibrado, cayendo sobre los destrozados adoquines. Fallido su nuevo embate, el esqueleto alzó su hueso y apuntó al francés, que apenas se estaba levantando, a lo que Erik respondió lanzando una llamarada al homínido con el fin de llamar su atención. - ¡EH, MONO DE MIERDA! ¡TU ADVERSARIO SOY YO! Tal y como esperaba, el esqueleto volvió a mirarlo y preparar su ataque, Erik se preparó para recibirlo pero, justo cuando el monstruo empezaba a lanzar su ataque, pareció darse cuenta de algo y se obligó a moverse. Sin embargo, el ataque nunca llegó. - ¡¡¡LO TENGO, ERIK!!! La voz de Simon llegaba desde atrás y, tal y como esas palabras indicaban, el muchacho sujetaba muy acertadamente el hueso con su látigo, pero no fue la única sorpresa, ya que Luis apareció de la nada por detrás de la criatura y cayó justo frente a ella, atacando verticalmente la calavera con su Yasutsuna que, contra todo pronóstico, no sufrió más daño que un corte limpio sin apenas profundidad. - ¿¡ESTÁIS BIEN!? – preguntó el español mientras corría desde su posición hacia ellos. Tanto François como el Belmont sintieron la tentación de devolverle la pregunta, el Fernández estaba casi cubierto de sangre y lucía una serie de zarpazos de aspecto preocupante. - ¡Sí, tranquilo! – contestó finalmente el Lecarde. - No… puedo… - la voz de Simon seguía sonando desde la espalda del homínido – sujetarlo… ¡MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS! El grito del muchacho precedió al ataque, Erik tomó posición y lanzó un puñetazo ascendente que se encontró con el hueso en un punto exacto, el golpe sonó vacío, hueco, casi de juguete, y el arma se hizo astillas sobre la cabeza del pelirrojo; la criatura tardó en darse cuenta de que había quedado desprovisto de su maza ósea y, cuando lo hizo, lanzó un bramido gutural y cacofónico que fácilmente podrían escuchar en media ciudad. Apenas preparaba un nuevo ataque, esta vez con sus manos, cuando una cruz de abedul sesgaba el brazo, armado hasta hacía apenas unos segundos. Era Simon de nuevo, el muchacho corría hacia ellos presentando un aspecto similar al de Luis pero con energías suficientes como para seguir combatiendo toda la noche. - ¡Eso ha sido muy oportuno! – comentó François, aliviado, mientras el chico se les unía. - Esta cosa es lo único que queda – informó Luis. - Tranquilo, lo he dejado bastante tocado – contestó el pelirrojo – y habéis hecho justo lo que necesitaba – echó a correr, embistiendo directamente al esqueleto - ¡¡¡DEJÁDMELO A MÍ!!! Atónitos, vieron cómo Erik corría hacia la criatura y evitaba dos ataques que ésta le lanzaba con la mano que le quedaba mientras se veía rodeado por su aura, que empezaba a concentrarse en su brazo derecho. - El punto débil de los Silverback es – saltó hacia el esqueleto, encontrándose demasiado cerca como para que éste pudiera rechazarlo - ¡¡¡LA 7ª VÉRTEBRA!!! Un resplandor rojizo precedió a la paralización total del gigantesco homínido que un segundo después empezó a desmoronarse, derrumbándose hasta quedar sólo un montón de huesos gigantes coronados por un enorme cráneo mientras que un par de metros más allá Erik abandonaba la posición arrodillada a duras penas y regresaba con sus tres compañeros de batalla, apenas había llegado con ellos cuando explotó una estruendosa ovación, y poco a poco la gente empezaba a entrar en la plaza, apenas controlados por la policía. Podía ser una victoria celebrable, al propio Luis le pareció que no estaría de más disfrutar de un poco de gloria, pero cuando fue a dirigirse a François se dio cuenta de que éste estaba pálido, temblaba y miraba a la dirección de la que habían llegado. - ¿Fran? – lo llamó el español, extrañado, alertando con ello a los hermanos Belmont. - Fran ¿pasa algo? – preguntó Erik, posando su mano sobre el hombro del francés. - François ¿estás bien? - Tengo un mal presentimiento – respondió el aludido a los tres muchachos. - ¿C-cómo ¿ - Erik sacudió la cabeza – Un… ¿mal presentimiento? - Ha pasado algo – dijo entre dientes - ¡¡Ha pasado algo!! Sin mediar palabra escapó de la multitud que se estaba formando a su alrededor hacia una callejuela desde la que sabía que podría escalar uno de los edificios más bajos a través del que acceder a los tejados, Simon, Erik y Luis lograron seguirlo a duras penas y se pusieron en camino. - ¡Fran! ¡FRAN! – lo llamó Luis nada más alcanzarlo - ¿¡Qué sientes!? ¿¡Qué ha ocurrido!? - ¡No lo sé, Luis! – se limitó a responder el Lecarde - ¡NO LO SÉ! A pesar de su estado tras el combate, fue tal la velocidad de la carrera que hicieron el camino en apenas diez minutos, y apenas arribaron al tejado del edificio la preocupación del trío se sumó a la de François al encontrar algo que no debía estar así. La puerta de la azotea había sido reventada, y la pared estaba seriamente dañada. Ya asustados, bajaron los escalones de dos en dos encontrando diversos daños en el camino hasta llegar al piso, cuya puerta había sido literalmente arrancada y, una vez dentro, se les heló la sangre. No quedaba nada intacto en el pequeño piso, absolutamente todo había quedado destrozado y el cuarteto se separó, yendo los hermanos a la habitación de invitados, Luis a la de matrimonio y François directamente al salón, en cuyo centro yacía Elisabeth, rodeada por los restos del mobiliario y tirada de cualquier manera en el suelo. François se volvió loco, se arrodilló al lado de su esposa y la movió con cuidado, dejándola boca arriba y llamándola a voz en grito, ni siquiera se dio cuenta cuando Luis y los hermanos, tensos y jadeando, se reunieron con él y trataron de llamar su atención, de hecho Luis tuvo que arrodillarse tras él, agarrarlo del hombro y darle la vuelta de un tirón. Al ver la expresión de su cara, el francés se puso blanco como el papel. - Fran… - el Fernández respiró hondamente antes de continuar - …No hay ni rastro de René. ------------------------------------ ¡Hala! Abrimos el arco final. En su momento, recién empezada la saga, una vieja amiga mía y yo estuvimos hablando de cual era la utilidad de René en esta saga. Sí, vale, es el hijo de Elise y Fran, pero para algo más tenía que servir ¿no? en efecto, para terminar de tocarle los cojones a los tres protas xD Mañana vengo con el 93 y 94 y como poco espero dejar el 95 a mitad (desgraciadamente mi vida actual sólo me permite escribir los fines de semana ^^U) En cuando a los Episodios, en su momento quedé satisfecho con ellos y lo sigo estando, quizá me habría gustado narrar la batalla de Erik contra el Silverback Skeleton de otra forma pero no, el pelirrojo todavía no es tan cheto. ¡Tamañana! Publicado: 12:29 02/05/2011 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Pues eso, que si bien aún no estoy cerca de terminar el siguiente episodio (falta de tiempo e inspiración, you know) parece que ultimamente hay un imán en mi cuenta que atrae el siempre implaable banhammer, y como no se puede postear en el blog estando baneado pues esto ha acelerado algo que llevaba tiempo queriendo hacer.
Sip, llevo tiempo queriendo mudar Twilight Rhapsodia a un blog de Wordpress, este finde me dió el punto, lo hice y aquí está el nuevo blog Twilight Rhapsodia: Una historia de CastleVania Estoy volviendo a publicar los episodios a ritmo de dos por día o así (anteayer puse 3, por ejemplo) e iré abriendo secciones para explicar un poco más sus personajes, universo y otras cosillas (no os molestéis en entrar en la de los personajes, aún no me he puesto con ella) Sobre los capítulos en sí, estoy arreglando la puntuación entre otras cosillas así que a lo mejor a los que los hayáis leído os merece la pena echarles un vistazo a ver si algunas cosas mal expresadas han cambiado. También publicaré ahí los nuevos episodios cuando caigan, así que Thomas y otros manitos que me estuvieran leyendo tendrán que acudir a él en busca de nuevo material Pues ya está, podría hablar de mi vida y todo eso pero meh, hoy no tengo ganas y total, para lo que hay que contar... A lo mejor luego me curro una entrada con mis pajas mentales sobre el Proyecto Café, que estoy hypeadillo xd |
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