Publicado: 13:46 06/05/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Crownless
La puerta se abrió como por arte de magia cuando Juanjo fue a empujarla, no le sorprendía en absoluto, más bien al contrario. Aquello le confirmaba que su objetivo se encontraba allí. Lentamente cruzó el umbral, serio; delante de él, sentado en su sillón, detrás de su mesa, se hallaba su padre, Malaquías. Aunque ciego, aquel anciano seguía mostrando una expresión orgullosa y altiva hacia él. - Así que… finalmente has venido. Juanjo apretó los puños. - Sabías que me personaría aquí tarde o temprano ¿verdad? El viejo sonrió. - Naturalmente… tengo asuntos que tratar contigo, hijo. - No me llames hijo – respondió inmediatamente – yo no tengo nada que tratar contigo. - ¿Estás seguro? El hombre dudó, se lo pensó durante uno segundos hasta que, finalmente, decidió escuchar a su padre. - Mi propuesta – continuó Malaquías – es simple… verás Juan José, me hago viejo… ya no soy el que era, y apenas puedo con el peso del clan… El Fernández arqueó una ceja, si aquello era lo que se imaginaba… - ¿Y qué pasa con Rafa y los demás? – preguntó. - Ellos no dan la talla, tú sí. Juanjo volvió a duda. - ¿Y para qué exactamente? – preguntó desconfiado. - Para sustituirme al mando de los Belnades. Aquello, si bien era lo que esperaba, era un shock para él igualmente. ¿Convertirse en el patriarca de los Belnades? Jamás lo habría pensado, aunque sin duda era una oferta que le seducía. Pero… - Naturalmente hay una condición ¿Verdad? La sonrisa de Malaquías se acentuó. - Debo – continuó – ser el único de mi familia que adopte el apellido Belnades… dicho de otra forma, debo abandonarles. - No se te escapa una ¿eh? – comentó el anciano con un acentuado gesto de satisfacción. Juanjo pasó de la serenidad al enfado, alterado, se recogió la manga izquierda de la camisa y le mostró su antebrazo a su padre. - ¿Ves esto? – Le dijo alzando el brazo - ¡Cuando me hice esta cicatriz de forma voluntaria me separé de lo único que me unía a los Belnades con el único fin de poder cuidar de mi familia! ¿¡Y ahora me pides que los deje atrás!? - ¿Acaso no te atrae la idea de manejar uno de los clanes más influyentes de la Hermandad de la Luz y la Iglesia Católica? El Fernández apretó los puños, en las palabras de su padre había veneno, malicia; le tentaba con poder y renombre cuando él renuncio a ello años ha. - No has cambiado nada – le espetó - ¡Nada! ¡Después de casi 25 años tu única obsesión sigue siendo la posición de los Belnades por encima de cualquier otra cosa! ¡Eres tan cínico que tras lo de ésta tarde aún tienes los cojones de pedirme que te sustituya al mando de los Belnades! - ¿Lo de ésta tarde? – Preguntó el viejo haciéndose el inocente – No recuerdo haber hecho nada malo ésta tarde. - ¿¡Te parece bien intentar hacer sentir culpable a Adela de mi marcha del clan!? ¿¡Crees que era de recibo hacer eso!? Malaquías se recostó en la silla y sonrió ampliamente con altivez. - ¿Acaso me… equivoco? Sabes que de no haberla conocido ahora serías el hechicero más grande de la comunidad cristiana, respetado y temido por todos. Juanjo apretó los dientes… estaba perdiendo cualquier atisbo de respeto que le quedara hacia su padre. - De no haberla conocido – replicó – me hubiera perdido el placer de tener una esposa… unos hijos… ¡una familia a la que cuidar y amar! ¿¡Tú sabes lo que es eso!? El anciano Belnades frunció los labios. - ¡Cuando acepté venir a Barcelona – continuó – pensé en mejorar la relación entre mi familia y los Belnades! ¡Intentar un acercamiento! Pero no pienso perdonarte que hayas intentado resucitar en Adela los fantasmas del pasado… ¡su sufrimiento por lo sucedido hace 24 años va mucho más allá del dolor físico! El aura de Juanjo brillaba con fuerza, agitada por su indignación y su ira. - Al fin se revelan tu verdaderas intenciones – comentó Malaquías – tu alma no miente… debajo de ese mar en calma hace años que se mueven violentas corrientes… - Esta vez no está Adela para detenerme – respondió a su padre mientras el fulgor de su aura se incrementaba especialmente en el brazo izquierdo - ¡Malaquías Belnades! ¡TE DESAFÍO A UN DUELO A MUERTE! El anciano se levantó, mostrando la túnica azul que llevaba puesta. - ¡Sea! – Aceptó mientras su aura brillaba también - ¡Te voy a enseñar a no levantarte contra el clan Belnades, muchacho! 0 comentarios :: Enlace permanente
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