Prelude of Twilight

Publicado: 14:35 29/05/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Herd of Wolves

- Perdona… has dicho que nos hemos metido en ¿¡donde!?

Erik tragó saliva mientras contemplaba a su alrededor como, por las callejuelas y las cornisas de los edificios, aparecían formas robustas y peludas, además, los gruñidos y el olor a bestia salvaje empezaban a inundar el lugar.

- ¿Sabes? Empiezo a pensar en la posibilidad de que seas gafe – le espetó Simon.

- Ya, ya… últimamente yo también tengo esa sensación.

Los dos hermanos se colocaron espalda con espalda sin quitar la vista de los edificios, entonces, a Erik se le ocurrió una idea que, en otras ocasiones, le había funcionado.

- Voy a intentar parlamentar con ellos – propuso.

- ¡Ya! ¿Quieres que vaya a por el té y las pastitas? – Replicó su hermano menor con sorna – Puede ser una charla interesante… creo que los gruñidos será el próximo idioma oficial del parlamento Europeo.

Sin escucharlo, Erik tomó aire y empezó a hablar con voz alta, dirigiéndose a todos los presentes.

- ¡Escuchad! – Exclamó - ¡No somos de ésta ciudad! ¡Nos hemos confundido de camino y hemos acabado aquí por error! ¡Si nos permitís pasar sin atacarnos nos haríais un gran favor!

Se produjo el silencio, ambos permanecieron paralizados esperando una respuesta que llegó en forma de decenas de ensordecedores aullidos.

- E… eso no suena demasiado bien – opinó el menor.

- No… más bien no.

Varias de las formas peludas saltaron de los edificios para caer delante de ellos, rodeándolos; entonces pudieron observarlos bien, tenían un cuerpo humano sobre desarrollado, excesivamente cargado de espaldas, cubierto de pelo medio y gris, sus cabezas eran las de un lobo de morro afilado, y les gruñían mostrando los dientes. Parecían dispuestos a despedazarlos.

- Parece que vamos a tener que luchar – resolvió Simon.

- ¡No seas loco! – le respondió Erik.

El hermano mayor desenvainó entonces su salamander y la clavó en el suelo, quedando instantáneamente protegidos por una emergente columna llameante que hizo a los licántropos retroceder asustados.

- ¿Crees que no tenemos posibilidades? – preguntó con curiosidad el muchacho.

- ¿Tienes idea de la fuerza que tiene un Hombre Lobo común? – cuestionó el pelirrojo en respuesta.

Simon negó con la cabeza.

- Un hombre lobo – continuó – tiene la fuerza física de más de 30 hombres, la resistencia y la agilidad de un cánido salvaje y su piel es durísima… y ya no hablemos de la presión que son capaces de ejercer con sus mandíbulas.

- O sea…

- En mi estado normal puedo encargarme de dos o tres a lo sumo – concluyó – pero tal y como me ha dejado Claire, será un milagro si puedo derrotar a uno o dos.

No era ninguna broma o exageración, pese a que una batalla de aquellas características no le habría agotado apenas, tras iniciar el combate armado contra la muchacha y haber empezado a recibir heridas su estado había empeorado y se sentía exhausto, para más INRI, sentía sus piernas ateridas por la congelación.

- Ya ¿Algún plan?

Erik bajó la cabeza y pensó por unos instantes, delante de ellos la calle se bifurcaba rodeando otro edificio y si sus cálculos no fallaban era tras esa construcción tras la que terminaba el territorio de las criaturas.

Era allí donde debían llegar para salir de aquella trampa.

- Correr – respondió tras unos segundos de reflexión.

- ¿Correr?

- Tenemos que superar el edificio de enfrente ¿entiendes?

- Si, claro, pero…

- Apenas levante mi espada – indicó – el escudo de fuego desaparecerá, en ese momento tenemos que salir cagando leches ¿estamos?

Simon asintió nerviosamente.

- ¡Pues vamos!

Erik desclavó la salamander, haciendo desaparecer la columna llameante, con alivio observaron por un segundo que los licántropos habían abierto ligeramente el cerco, lo que aprovecharon para arrancar a correr, superándolos, pero comprobando – Simon, ligeramente horrorizado – que empezaban a salir criaturas por todas partes intentando cerrarles el paso.

- ¡ABRETE PASO A HOSTIAS! – Indicó el pelirrojo a su hermano - ¡¡¡NO DEJES DE AVANZAR!!!

Obedeciendo, Simon usaba sus puños para apartar a todo aquel que se le pusiera por delante, mientras Erik hacía lo propio con su espada hasta que, finalmente, llegaron a la bifurcación.

- ¡IZQUIERDA! – le gritó el muchacho a su hermano mayor indicándole que tomaba esa dirección.

Así, cada uno tomó un camino; Simon no encontró demasiada dificultad en principio hasta que un grupo de hombres lobo les cerró el paso, obligando al joven a usar una lighting ball para disolver la barrera, no sin llevarse un serio garrazo en el brazo derecho.

Erik por su parte se vio obligado a echar el resto, usando sus piernas por encima de sus posibilidades actuales, maldijo su suerte al comprobar que la calle estaba cortada por una zanja – “¡Esta no es mi noche joder!” – que tuvo que saltar in extremis, usando a uno de los licántropos que le cerraban el paso como trampolín.

Finalmente, ambos hermanos se reunieron en el otro extremo, y el pelirrojo no pudo evitar reparar en la laceración del brazo de su hermano.

- ¡Está bien! – Le respondió éste quitándole hierro al asunto - ¡Es sólo una herida!

- ¿De garra?

- Si…

Erik respiró aliviado, tras lo que dio una palmada en el hombro a su hermano y echaron a andar, deseando de regresar al hotel y descansar de una vez por todas.

Pero apenas había dado un par de pasos cuando una enorme mole cayó delante suya, haciendo temblar el suelo y obligándolos a detenerse y retroceder.

- Ay madre… - murmuró el pelirrojo.

Asustados, observaron detenidamente al recién llegado; era otro hombre lobo, pero éste era una verdadera masa de músculos, con cicatrices distribuidas por todo el cuerpo y casi 2’20 metros de altura, los miraba amenazante.

- ¡La hostia! – Exclamó Simon con un hilo de voz - ¿El jefe de la manada?

Entonces la bestia emitió un sonoro rugido, aullando después, y los miró mientras gruñía.

- Me… me temo que sí…

No les dio tiempo a comentar nada más, inmediatamente el licántropo les lanzó un zarpazo que ambos esquivaron por poco, procediendo Simon a contraatacar con su Holy Punch y una patada – irremediablemente con salto – en el cuello que el monstruo apenas aparentó sentir, rechazando al chaval de un solo golpe.

El hermano menor cayó de pie con dificultad sólo para ver cómo Erik se abalanzaba sobre la bestia, con la espada envainada, y le daba un puñetazo en el abdomen con todas sus fuerzas, a lo que el hombre lobo respondió intentando morderle, sin éxito, ya que el pelirrojo lo esquivó agachándose y contraatacando con un barrido que, sin embargo, no tuvo efecto alguno; la bestia se movió para agarrarlo pero Simon, oportunamente, lo hizo retroceder con una patada voladora.

Erik ni siquiera tuvo tiempo de agradecer el detalle, la criatura se levantó y embistió al hermano menor con una carga de hombro para después agarrarlo de su brazo herido y estamparlo contra el suelo; el pelirrojo, al ver esto, acudió en su ayuda al momento blandiendo su salamander, golpeando en la cabeza al licántropo con la empuñadura e hiriéndolo en el pecho con la espada, para acto seguido intentar tumbarlo con su Dragon Fist.

Mal movimiento sin duda, ya que éste le agarró del brazo y lo boleó, estampándolo contra la pared del edificio, tras lo cual corrió hacia él, lo cogió de la cabeza y lo golpeó contra la acera, se disponía a aplastarlo cuando algo sujetó su garra peluda y tiró de ella, obligándole a volverse.

Era Simon, con su látigo, sangrando por la nariz, el brazo y una brecha que se le había abierto en la cabeza.

El muchacho echó una rápida mirada al cuerpo inerte de su hermano mayor, que yacía inconsciente, y lo llamó sin resultados, tras lo que, sin soltar su presa, se lanzó a por la bestia, golpeándola repetidamente con pies y manos, sin embargo era evidente que no conseguiría resultado alguno de esa forma, por lo que tomó la decisión de cambiar de estrategia, atacando ésta vez con su látigo, que comprobó que dejaba unas marcas aparentemente dolorosas en el cuerpo del licántropo.

Sonrió e intensificó su blanca aura hasta el punto de hacerla brillar sobre su cuerpo, ahora tenía una mínima idea de lo que debía hacer, y como, de modo que se abalanzó sobre la bestia, que a su vez, corriendo a cuatro patas, le embestía; Simon le lanzó una lighting ball antes de apartarse y la golpeó con su látigo, cuyo cuero ahora emitía un brillo blanco fulgurante, el monstruo gimió de dolor ante los golpes y se volteó, intentando coger al muchacho por la cabeza, sin embargo éste se apartó con rápidez, por lo que su garra simplemente se hundió en el asfalto, y volvió a restallar su arma dos veces más.

Pero ésta vez el licántropo no se quejó, si no que lo encaró y lo golpeó, tumbándolo, tras lo que saltó sobre el joven que, al verse atrapado, invocó una cruz defensiva y se escabulló dando una voltereta hacia atrás.

El látigo no parecía afectarle casi nada, o tal vez, simplemente, le faltaba la habilidad suficiente para extraer su poder.

Entonces recordó que los hombres lobos que los rodearon minutos atrás se asustaron por la columna de fuego que su hermano invocó…

Sí, eso haría, lo obligaría a huir.

De modo que, rezando para que saliera bien, intensificó aún más su aura, el objetivo era invocar uno de los poderes latentes en su cuerpo y que pasaba de generación en generación por todos y cada uno de los Belmont.

El mismo que su hermano dominaba, el fuego de la purificación.

Rápidamente, hizo llegar su aura hasta un punto superior, lo que hizo que su cuerpo se doblara por la presión a la que comenzaba a someterlo, entonces tensó todos sus músculos, se irguió con los dientes apretados y su aura se tornó rojiza, al tiempo que su piel expelía una pequeña llamarada.

Miró sus manos sorprendido, se sentía distinto, su sangre ardía, su corazón y su cerebro latían de forma ensordecedora; incluso todo lo que veía parecía diferente a sus ojos.

Miró al hombre lobo, que aún se recuperaba de la impresión de haber recibido en su rostro la luminosa cruz defensiva y, con curiosidad, restalló su látigo, que provocó una pequeña explosión en el suelo al golpear y reposaba ahora envuelto en llamas.

La bestia, que vio aquello, aulló y le atacó, sin embargo retrocedió cuando el muchacho contraatacó con su arma.

Funcionaba.

Simon decidió entonces mantenerlo a raya hasta que se cansara y se marchara, pero no tardó mucho en comprobar que algo iba mal, la criatura no sólo no retrocedía si no que cada vez estaba más cerca. Viendo que su plan no obtenía el más mínimo resultado no tuvo más remedio que recurrir a la alternativa: Atacar.

Rápidamente lanzó un latigazo al licántropo, dejándole una quemadura en el hombro, éste se quejó y, en respuesta, contraatacó con un zarpazo que el muchacho esquivó sin problemas – su capacidad sensorial había aumentado, así como sus reflejos – contestando con un potente puñetazo.

No pudo evitar sorprenderse de sí mismo cuando vio que el golpe, que en principio había lanzado con la misma intensidad que cualquiera de los impactos de su holy punch, hizo retroceder al hombre lobo. Se miró el puño sorprendido, con una ilusionada sonrisa en la cara, cuando la enorme mano peluda de la bestia lo agarró y lo proyectó hacia donde su hermano había caído.

El joven se estabilizó y cayó de pie, maldiciéndose por haber hecho el gilipollas de esa forma, alzando la vista para encontrarse con el monstruo abalanzándose sobre él, inmediatamente se preparó para contestar de un latigazo, pero su cuerpo, agarrotado, no respondió.

Apretó los dientes intentando mover si quiera el brazo derecho, en el que empuñaba su látigo, mientras la bestia saltaba hacia él, con las fauces abiertas; viendo su cadáver despedazado por una horda de lobos salvajes, hizo un esfuerzo y logró moverse en el último momento, atrapando las mandíbulas de su salvaje adversario con las manos, y aprovechando la fuerza extra recién adquirida para tratar de mantenerlo a raya.

Sin embargo era imposible, aquella bestia era mucho más fuerte que 30 hombres y poco a poco se acercaba más a su cabeza, la cual cabía entera en aquella enorme y dentada boca; intentó empujar, pero pese a obligarle a retroceder unos milímetros el resultado acababa siendo el mismo.

Permanecieron así cerca de un minuto, y ya se estaba agotando cuando un calambre hizo fallar su brazo herido, el derecho.

Entonces cedió irremisiblemente, y se vio muerto cuando un impacto tremendo sonó entre él y el licántropo, e hizo detenerse a la criatura.

Entre ambos se encontraba Erik, con el rostro ensangrentado y acuclillado, hundiendo su puño con firmeza en el vientre de la bestia, que retrocedió doblada, gimiendo de dolor.

- ¿Estás bien? – le preguntó con voz severa el pelirrojo.

- Mas o menos… - Simon no pudo evitar sonreír, aliviado tanto por haber sido salvado como por ver a su hermano vivito y coleando.

- No ha sido mala idea lo del fuego – le espetó Erik de repente – pero nunca olvides que los hombres lobo son medio humanos, y que el más humano es siempre el jefe, ya que domina los miedos de los lobos.

- Ya, aún así – respondió el joven masajeándose el brazo paralizado – tenía que intentarlo… - de repente se dio cuenta de algo que fallaba - ¿¡Cómo sabes tú lo del fuego!?

El pelirrojo sonrió.

- No llegué a perder la consciencia, pero decidí observarte a ver qué tal lo hacías.

Mientras hablaban, el licántropo se recuperaba del golpe y cuando estuvo bien del todo los volvió a encarar, ambos hermanos se pusieron en guardia, pero la criatura no les embistió, si no que para su sorpresa echó a correr hacia los edificios.

- ¡Huye! – exclamó Simon aliviado.

- No… ¡Vamos!

Erik echó a correr seguido de su hermano, y ambos vieron como el hombre lobo empezaba a subir ágilmente por el edificio de la derecha aprovechando toldos y balcones.

- ¡Sigámoslo! – Ordenó el pelirrojo – ¡tú por el de la izquierda y yo por el de la derecha! ¡Tenemos que acorralarlo!

Simon asintió y, forzando al máximo su cuerpo ya resentido por la potenciación, empezó a subir tan rápido como pudo, lo mismo hizo Erik, herido; ambos intentaban igualar la agilidad natural de un animal.

Tras una intensa y agotadora escalada por edificios de 9 plantas, los dos hermanos alcanzaron a la bestia arriba, Erik logró atraparla y proyectarla hacia arriba, al espacio entre las dos construcciones, de un golpe ascendente, entonces Simon, comprendiendo la estrategia de su hermano mayor, saltó hacia la criatura y la sujetó de un brazo, preparando el otro para golpearla, haciendo el pelirrojo lo propio, y mientras caían los hermanos, en conjunto, empezaron a golpearla con contundencia en el estómago, coincidiendo el impacto más fuerte con la llegada al suelo, que se agrietó y hundió por la potencia de los impactos unidos.

Agotados, Simon y Erik se levantaron, dejando al hombre lobo en el suelo, con el morro abierto y la lengua ligeramente sacada.

- ¿Está…?

El mayor negó con la cabeza

- No, sólo lo hemos dejado inconsciente, pero lo hemos vencido…

- Ya podemos ir saliendo de aquí ¿no?

- ¡Bingo!

Tras ésta pequeña charla continuaron andando hasta alcanzar la rambla de Barcelona, desde donde se orientaron para dirigirse al hotel, deseosos más que nunca de tumbarse en la cama y dormir hasta las tantas.

- Por cierto, no te lo había dicho, pero… - intervino de repente Erik, rompiendo el pesado silencio – me has impresionado.

Simon sonrió.

- Formaba parte del entrenamiento – explicó.

- ¿Dominar el fuego?

- No, pero sí llevar el aura hasta el punto límite, el fuego purificador lo aprendí observándote.

Erik sonrió a su vez.

- Cuando vea que estás preparado… te enseñaré a dominar el verdadero poder oculto de los Belmont.

Después volvieron a guardar silencio, pensando en llegar y hablar con los Fernández sobre la cruz, llegaron lentamente al hotel y arribaron al piso donde se encontraban sus habitaciones en el ascensor para, al salir, encontrar algo que de ninguna manera hubieran esperado.

Luis se encontraba en el pasillo, blanco como el papel, y detrás suya Adela llevaba a hombros a un Juan José Fernández más muerto que vivo, cubierto de sangre con la que manchaba también a su esposa y de supurantes heridas de horrible aspecto.
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Comentarios: (del primero al último)
15:07 29/05/2007
Jurl, yo quiero el Castlevania de PSP pronto :_(
15:49 29/05/2007
Ya, yo también :___(
23:33 29/05/2007
Mano, como sabes de Castlevania, quería preguntarte una duda que tengo sobre la fase III del Super Castlevania IV de SNES. Al final, en la fase 3-3 hay un momento que no sé como subir unas plataformas, estan demasiado elevadas. Hay un gancho en el que balancearte, pero ni de coña se llega a la última plataforma. Y aunque llegase a la más alta, más arriba hay otra a la que saltando tampoco puedo llegar. No sé qué hacer (por cierto hay también una serpiente esquelética, te lo digo para que te sitúes)

Siento ponerlo aquí, pero no he encontrado ninguna guia de este juego :(

Gracias tanto si sabes la solución como si no. Me da una rabia quedarme ahi...con lo fácil que es el juego y el buen ritmo que tiene...
08:44 30/05/2007
Fase 3-3?

Imagino que a las plataformas iniciales podrás llegar estirando el látigo al máximo mientras te balanceas (abajo en el D-Pad), Simon se eleva un poco más al soltarse.

En cuanto a la otra, deberías llegar sin problemas :S
15:40 30/05/2007
gracias, ya lo he conseguido.

Por cierto, qué pasada de juego.
15:48 30/05/2007
Ya te digo, es de los mejores de la saga, por no decir el mejor... ^^
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