Prelude of Twilight

Publicado: 14:48 17/04/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Those who i protect

Esther se despertó sumida en un dulce sopor, estaba tumbada de costado, en la misma posición en la que había quedado al dormirse tras aquella noche de pasión desenfrenada, aún adormilada, los recuerdos asaltaron su mente y, con una sonrisa, buscó con su mano el rostro de Luis, sin encontrarlo.

Aquello la espabiló, sobresaltada, peinó la habitación con la mirada sin encontrarlo, a cambio, a los pies de su lado de la cama reposaba un albornoz blanco, pulcramente doblado, con una nota encima que rezaba “Tu ropa está en la lavadora, póntelo mientras termina. Estoy en el sótano. Besos”

Haciendo caso de ello, cubrió su cuerpo desnudo con la prenda y salió de la habitación, la casa estaba aparentemente solitaria, silenciosamente – por si aún dormía alguien – bajó las escaleras y se fijó en que la puerta de la cocina estaba entreabierta, entró para encontrar a Adela, ya vestida y despejada, ojeando un libro mientras una enorme cafetera recién puesta reposaba sobre la lumbre.

- Bu… buenos días – saludó tímidamente la muchacha.

- ¡Ah…! ¡Hola! – Respondió la mujer animadamente – Buenos días Esther ¿Quieres sentarte?

Ella aceptó y se acomodó en una de las sillas de madera, el agua de la cafetera empezaba a borbotear y el agradable olor del café inundaba acogedoramente la sala.

- Que ¿Qué tal anoche? ¿Lo pasasteis bien? – Preguntó inmediatamente la madre cerrando el libro - ¿Cómo se portó mi hijo?

- Oh… lo… lo pasamos muy bien… la verdad – contestó roja como un tomate.

Adela se rió discretamente.

- ¡Suéltate un poco mujer! – La animó – Tampoco estás pasando ningún examen ni nada de eso.

Esther sonrió y suspiró, después se recostó relajada en la silla y se quedó mirando al techo.

- Hicimos el amor – confesó – lo hicimos como nunca… fue maravilloso.

Adela dibujó en su rostro una amplia sonrisa, mezcla de satisfacción y orgullo.

- La inhibición desaparece cuando desaparecen los secretos – concluyó la mujer – me alegro de que todo saliera bien anoche.

La joven quiso hablar cuando el sonido de la cafetera las interrumpió, Adela se levantó deprisa a apartarla del fuego, cogiendo el cuerpo de metal de ésta con las manos desnudas, lo cual dejó bastante impresionada a la joven.

- ¿Quieres café? – Preguntó la mujer tranquilamente mientras sacaba vasos de tubo del mueble – he hecho suficiente por si acaso.

- Claro – aceptó Esther – así ya de paso me despejo.

- ¿Con hielo?

- Sí por favor.

Adela vertió café en dos de los vasos, abrió la puerta inferior del frigorífico y sacó una bandeja cubitera, de la que extrajo cuatro grandes cubitos, dos para cada vaso, acto seguido ofreció uno de ellos a la muchacha y se sentó.

- Habría que decirles a esos dos que subieran a desayunar – comentó refiriéndose tal vez a Luis y a Erik.

Esther miró el reloj de pared que había colgado allí, eran casi las nueve de la mañana.

- ¿Desde qué hora está Luis despierto? – preguntó con curiosidad.

Adela dio un pequeño sorbo a su café.

- Desde las cinco de la mañana – contestó con despreocupación.

A la muchacha casi se le atraganta su trago.

- ¿¡Tan temprano!? – preguntó sorprendida.

Adela asintió mirando el reloj.

- Normalmente se levanta a las seis, cuando yo ya he terminado de calentar, pero hoy ha madrugado – sonrió – francamente ¡me cuesta que tenga energías con la debisteis montar anoche! – exclamó divertida, haciendo que Esther se sonrojase.

- Se esforzó mucho – comentó ella con la mirada fija en su infusión – terminó agotado…

La madre bufó de repente, parecía impaciente.

- No quiero parecer comodona pero… ¿Podrías bajar al sótano y decirles que suban, por favor?

La chica asintió y se levantó con su café en la mano, pero antes de cruzar la puerta se detuvo y miró a la madre de Luis, vacilante.

- Hay algo que quiero preguntarle desde hace un rato – confesó - ¿Cuándo es… el viaje?

Adela bajó la cabeza con el semblante sombrío.

- Parten poco después de medio día a Sicilia… a la sede de la hermandad… allí deben obtener el permiso, después iniciarán la investigación.

Medio día… apenas les quedaban unas horas juntos…

Quiso sonreír… aparentar que no pasaba nada… que se había hecho a la idea.

Pero a decir verdad, sencillamente, no podía.

Se dirigió a sótano triste, apática, pero empezó a animarse apenas oyó la voz de su novio, o más bien sus gritos, aparentemente en combate con alguien.

Pasaría con él las últimas horas, al menos ya era algo.

Cuando llegó abajo lo encontró en mitad de un combate de entrenamiento con Erik, ambos vestían unos pantalones blancos de Kárate y unas espinilleras y guantes de aspecto pesado, a juzgar por su aspecto cansado debían llevar un buen rato.

- Hola – saludó despreocupadamente.

Los dos jóvenes, que en ese momento habían cruzados sus manos y se empujaban mutuamente, enfrentando sus fuerzas, se detuvieron, Erik la saludó elevando una mano, y Luis cogió una toalla que había tirada cerca y se dirigió hacia ella secándose el sudor.

- ¡Buenos días cari! – Saludó alegre - ¿Qué tal has dormido?

- Ah, pero… ¿habéis dormido? – bromeó Erik mientras se quitaba los guantes.

Ignorándolo, la pareja se besó, Luis se disculpó por estar todo sudado, se secó la mano derecha y le acarició la mejilla sonriendo.

- ¿Qué te dices cariño?

Ella sonrió a su vez.

- Gracias por el albornoz – le dijo levantando una mano con la manga agarrada - ¡Por un momento pensé que tendría que andar desnuda por la casa!

- ¿Es cómodo? – le preguntó él mientras acababa de secarse.

- Me queda bastante grande – reconoció la joven – pero… huele a ti.

Luis soltó una carcajada.

- ¡Vaya, no sabría decir si eso es bueno o malo!

- Bueno… - interrumpió Erik quitándole la toalla a su compañero para secarse – dime… ¿Cómo es que has bajado?

- ¡Ah! – Recordó ella – Adela me dijo que subierais a desayunar, parece impaciente.

- ¿¡Desayunar!? – Preguntó Erik entusiasmado antes de desaparecer corriendo por la escalera - ¡Genial!

Cuando ya apenas se oían los pasos del Belmont, el rostro de Esther se ensombreció.

- Tu madre me ha dicho la hora a la que os vais – comentó con tristeza.

- Lo sé… - contestó Luis con un suspiro – demasiado pronto, por desgracia.

Quedaron en silencio por unos segundos en los que ella le cogió la mano.

- Bueno, al menos… - suspiró de nuevo – tenemos tiempo ¿Subimos a desayunar? Tengo hambre.

Esther sonrió ligeramente y asintió, acto seguido, aún agarrados el uno al otro, se encaminaron a las escaleras.

- ¿Dónde está Simon? – preguntó ella con curiosidad - ¿Durmiendo?

- ¿Durmiendo? – Luis se rió – ese pequeño mamoncete lleva haciendo footing desde las siete de la mañana.

- Bueno… eso es bueno ¿no?

- Hoy da igual, la verdad – admitió con el gesto torcido – pero habitualmente llega demasiado cansado para entrenar…

- ¿Y tu padre?

- Ese sí que está durmiendo – llegaron al salón finalmente, Luis entornó la puerta del sótano y continuaron hasta la cocina – hoy tiene la mañana libre a cambio de patrullar esta noche.

Cuando llegaron a la cocina las sillas estaban colocadas de un modo similar a la noche anterior, en cada lugar había, además un tubo con café con hielo, un tazón de cereales y un vaso de zumo, de diferente fruta según el gusto de cada uno; divertido, Luis observó que su compañero iba ya por el segundo tazón.

Apenas se habían sentado cuando oyeron un sonoro bostezo de lo alto de la escalera, era Juanjo, que bajaba ya vestido y aún desperezándose a desayunar.

- ¿Tú no ibas a pasar la mañana durmiendo? – Preguntó su esposa extrañada.

- Sí, pero… ¡este olor levanta a un muerto! – respondió el hombre con una sonrisa mientras se sentaba – a todo esto ¿Y Simon?

El timbre sonó justo cuando terminaba la pregunta, Erik protestó – “¿Nunca va a aprender a llevarse las llaves?” – y corrió a abrir la puerta, dejando su segundo bol de cereales a medias; el hermano menor entró en la cocina, vestido de pantalón corto y camiseta de tirantas, totalmente sudado, miró el desayuno y sonrió, pero parecía anormalmente serio.

- Ya empezaba a tener hambre – admitió mientras se sentaba y atacaba zumo fresco de piña – estoy hecho gravilla.

- ¿Has hecho tu maleta? – preguntó el hermano mayor mientras rellenaba por tercera vez su tazón.

Simon, que había dejado el vaso en la mesa después de darle un largo trago, suspiró.

- Si – respondió escuetamente.

- Relájate – le sugirió Luis – que vaya a ser tu primera misión en el extranjero no implica que tengas que llevar un palo en el culo todo el día.

El muchacho se rió un poco al con la frase del Fernández, después lo miró, recuperando la seriedad.

- Lo que me tiene nervioso es otra cosa… cosas mías, nada más.

Mientras tanto, Erik apuraba su café y se levantaba, con aspecto de haber quedado totalmente satisfecho.

- Voy a ducharme – avisó mientras desaparecía por la puerta de la cocina.

Luis apuró su tazón y se estiró con cara de felicidad.

- Me voy a la ducha – indicó antes de darle un beso en la mejilla a Esther y salir corriendo a la escalera.

- ¿A la ducha? – preguntó ella confusa – Pero Erik…

Interrumpió la frase cuando oyó a los dos colegas bromear sobre a quien le debía tocar primero y después la puerta del baño cerrándose.

- Tío no jodas ¡Que apenas queda champú! – protestó Erik.

- Para lavarte esa mata de pelo – le contestó Luis desde el otro lado de la puerta – no ibas a tener de todas formas, así que te jodes…

Juanjo se tuvo que tapar la boca y la nariz para no escupir el café de la risa.

- ¿Es así todas las mañanas? – preguntó la chica.

- ¡Nah! Sólo los fines de semana, dejarse el pelo tal largo es lo que tiene – respondió Adela con tranquilidad.

Mientras tanto se oía a Erik aporrear la puerta y a Luis canturreando entre risas, con el sonido de la ducha al fondo.

Poco a poco la cocina se fue vaciando y uno a uno – salvo Juanjo, que ya había pasado por el grifo – todos fueron cogiendo su turno para entrar a la ducha, las dos mujeres, que terminaron de desayunar relajadamente, quedaron para las últimas, y entraron juntas al baño.

El cuarto de baño de la casa de los Fernández era tal vez la sala más normal de la casa, de gres y azulejo blanco, el lavabo descansaba sobre una lámina de mármol a su vez situada encima de un pequeño armario, el Bidé y el Váter, ambos blancos y con tapa, estaban situados juntos y la bañera, de un tamaño considerable, se ocultaba detrás de una cortina blanca semitransparente.

- ¿Te duchaste después de lo de anoche? – preguntó Adela a la muchacha mientras se desnudaba.

- No – reconoció ella – nos quedamos dormidos al poco de terminar.

- Entonces debes estar incómoda – resolvió la mujer con una sonrisa – entra tú primero, no tengo prisa.

Esther se quitó el albornoz de su novio y, en un momento en que Adela se dio la vuelta, reparó en una gran cicatriz que cruzaba su espalda, quiso preguntar, pero que Luis le contara sus intimidades no significaba que sus padres quisieran hacer lo mismo…

Entró en la ducha dubitativa, en una esquina, sobre una estantería, habían diferentes tipos de gel y algunas esponjas.

- Eh…

- Puedes usar la esponja naranja – le indicó Adela antes de que pudiera decir nada – es la mía.

- ¡Gracias!

Sintió a Adela sentarse sobre la tapa del bidé, mentalmente calculó los años que podría tener la madre de Luis… ¿treinta y cinco? ¡No, demonios! ¡lo habría parido con doce años! ¿Cuarenta? Algo más razonable… más o menos ¿Más de cuarenta? Entonces se cuidaba demasiado bien.

La cortina se abrió de repente, sacándola de sus pensamientos, tras ella apareció Adela, completamente desnuda y con el pelo suelto, con una melena ondulada castaña cayendo sobre sus hombros hasta casi tapar su pecho.

Era bastante guapa, de una belleza rústica pero armónica a la vez.

- ¿Te parece si nos duchamos juntas? – preguntó con una sonrisa.

- ¡Claro! – Aceptó Esther sin problemas – entre dos será más fácil.

Ambas se lavaron al principio individualmente, tras enjuagarse, Adela se ofreció para lavarle la espalda a Esther.

- Hija, menudo cuerpo – le dijo mientras le pasaba la esponja – no me extraña que mi hijo se enamorara tan locamente de ti.

La muchacha sonrió con tristeza.

- Le he traído muchos problemas.

- ¡Naah! Los problemas se los ha traído él sólo, no quiso elegir a qué ser totalmente fiel, pensó que podría llevarlo todo sin problemas… y falló.

- Es un buen chico – opinó Esther mientras Adela le enjuagaba.

- Demasiado leal.

- ¿Usted cree?

Adela asintió y retiró el chorro de agua.

- Bueno… ¡lista! Te toca

La mujer se dio la vuelta y le entregó la esponja a Esther, que empezó a frotar con suavidad.

No se había dado cuenta antes, pero aquella mujer era robusta, enorme, casi tanto como su hijo.

- ¿Es cierto que usted ha entrenado a Luis? – le preguntó con curiosidad.

- Ahá – respondió ella – cinco horas diarias, técnica, musculación y resistencia, de la preparación psicológica y el dominio de su poder mágico se encargó mi marido.

Esther silbó impresionada.

- Al principio nos daba miedo – reconoció – pero él siempre ha puesto mucho empeño.

- Le gusta…

- No, no lo creo, pero se lo toma como un deber, desde muy pequeño siempre ha sido muy auto disciplinado.

La chica se rió.

- Yo sólo conocía su lado juerguista… al verlo tan cachas pensaba que simplemente era un animal de gimnasio que se metió a policía para chulear.

Adela se rió a carcajadas.

- ¡Coño! – Exclamó - ¡Pues desde fuera sí que es verdad que lo parece!

Sonriendo, cogió la alcachofa y enjuagó la espalda de la mujer, revelando de nuevo la cicatriz, quiso contenerse, pero la curiosidad le pudo y preguntó.

- Oh, eso… - el tono de voz de Adela se volvió sombrío – es una vieja herida, a veces olvido que la tengo. Aún me duele… sobre todo en el alma.

La muchacha se disculpó, tal vez había ido demasiado lejos preguntando, y es que era un tema que en realidad no le incumbía. Adela le quitó hierro enseguida.

- ¡Bah! ¡Hay mucha gente que me pregunta por ella! – Comentó mientras se secaba – no has dicho nada que no debieras… bueno – se puso con rapidez un albornoz Beige que había colgado en una de las paredes – tu ropa ya debe haberse secado ¡voy a por ella!

La muchacha se sentó en la tapa del váter mientras esperaba a Adela, el cambio de humor de la mujer respecto al tema de la cicatriz la entristecía y la intrigaba al mismo tiempo, pero decidió quitárselo de la cabeza y se levantó, en ese momento la puerta del baño se abrió con rapidez.

- Oye cariño he pensado que podríamos ir a dar un pas… ¡COÑO!

Era Luis, que con la misma que abrió la puerta volvió a salir del baño y a cerrarla como un loco, sorprendido por encontrarla aún desnuda.

- ¡Ah, venga! – Exclamó risueña la muchacha - ¿Es que no me viste desnuda anoche lo suficiente como para acostumbrarte – abrió la puerta y sacó el brazo, agarrando a su novio de la manga de la camisa para después meterlo en la habitación y abrazarse a él.

- O… oye…

- Bueno… así no me ves desnuda ¿no? – Resolvió la muchacha con picardía – dime amor ¿Qué querías?

- Puesssss – El muchacho desvió la vista, rojo como un tomate – he pensado que como apenas nos quedan unas horas… si nos dábamos una vuelta por ahí.

Esther se separó de él con una amplia sonrisa.

- ¡Vale! – exclamó antes de mirarlo de arriba a abajo - ¡Oye! ¿Esa no es tu ropa de policía de paisano? – observó disgustada.

En efecto, Luis llevaba unos pantalones de pinza marrones con una camisa Beige de manga larga, la que habitualmente se ponía en patrullas y redadas.

- ¡Ah! Voy con ella porque me resulta cómoda – se justificó – además, hacía tiempo que no me la ponía sólo para pasear.

La chica sonrió conforme.

- Bueno, va, tu madre viene ahora con mi ropa, cuando me vista nos vamos.

Se sonrieron y se dieron un pequeño besito en los labios.

- Te espero en el salón ¿vale? – le dijo Luis mientras desaparecía por la puerta.

- ¡Vale!

Luis bajó y se sentó, nervioso por la proximidad de su marcha, aunque la idea de poder dar un paseo tranquilo – y cuando decía tranquilo quería decir sin discusiones, malos rollos ni desconfianzas – le relajaba sobremanera; sonriente, cerró los ojos, y pudo oír a su madre subiendo las escaleras, darle la ropa a su novia y conversar con ella, también a Erik haciendo las camas y a Simon abrir la puerta de la habitación de Alicia y suspirar melancólico, Juanjo, por su parte, veía las noticias en la habitación de la pareja. Inevitablemente remontó sus recuerdos a sólo dos semanas antes, con Simon molestando a su hermana para que dejase de estudiar y salieran a dar una vuelta, Erik entrenando en el sótano y su madre hablando con su padre por teléfono, justo a esa misma hora…

- Luis, ya estoy.

El chico abrió los ojos, saliendo de su ensoñamiento, y se levantó, su novia le esperaba sonriente, él le devolvió la sonrisa y con un sonoro “¡Voy a dar una vuelta!” se despidió, abrió la puerta y salieron los dos.

Una vez fuera se congratularon por el excelente día que hacía – especialmente para un verano tan caluroso como el de esa provincia – aproximadamente a unos treinta grados centígrados, con el cielo despejado y una brisa fresca soplando a pequeñas rachas.

- ¿A dónde vamos? – preguntó él, cogiéndola de la mano.

- A donde tú quieras – respondió la muchacha.

Sin prisa alguna, la pareja emprendió el rumbo bajando la avenida, en silencio, cogidos de la mano y sonrientes, llegaron a un pequeño parque que recorrieron deteniéndose de vez en cuando para mirar flores o alguna planta, escultura o fuente especialmente bella, la vista de Luis solía irse a grupos de niños jugando o a parejas que paseaban a sus bebés en un carrito, después salieron a la carretera de Ronda y de ahí a la Rambla, que disfrutaron especialmente, sentándose un par de veces al lado de las fuentes para tomar un refresco, la subieron al completo y después la volvieron a bajar, encontrándose con un par de parejas de conocidos y algún compañero de Luis de servicio.

Llegaron hasta la costa, a una estatua de una ballena semihundida en el cemento, y se detuvieron allí.

- Que serenidad… - comentó Esther mirando al mar – está siendo un buen paseo.

Luis sonrió.

- Hacía tiempo que no teníamos uno así ¿eh?

La muchacha asintió y se apoyó en su hombro, lo que hizo que la sonrisa de él se acentuara, pasaron así un rato.

- ¿Sabes? – Comentó él rompiendo el silencio – Siempre hago esto cuando tengo una misión fuera de la provincia.

- ¿Pasear?

- Si…

- Y… ¿Por qué?

- Porque antes de irme, quiero recordarme cuales son los motivos que tengo para sobrevivir… y volver.

Esther apretó la mano de su novio.

- Desde muy pequeño – continuó – siempre he tenido claro que si sientes cariño por algo o si amas a alguien debes protegerlo a toda costa, debes luchar por ello… acepté el duro entrenamiento al que me sometían mis padres porque quería proteger a mi familia en un futuro.

- Tu familia…

- Mi padre, mi madre, mi hermana… y más adelante Simon y Erik.

Luis apoyó su cabeza sobre la de su novia.

- Y desde hace tres años… a ti…

A Esther se le hizo un pequeño nudo en la garganta.

- Por eso salgo todas las noches a cazar, para minimizar el riesgo que podáis correr… y aún así… fallé.

De nuevo se hizo el silencio, Esther levantó la cabeza y se colocó frente a él para mirarlo a los ojos.

- Eso no es cierto – le espetó – nunca has fallado.

- Te puse en peligro – respondió – y no pude evitar el secuestro de mi hermana.

Ella apoyó la cabeza en el pecho de él, y después lo abrazó.

- Estoy viva… y contigo… y sé que rescatarás a Alicia.

El le acarició el pelo con ternura, la chica sollozó.

- Volverás… sé que lo harás… y vendréis con ella de la mano… y la protegerás… protegerás a tu familia, a tus amigos… ¡A tu mundo! Seguirás luchando por todos nosotros…

Luis, con un nudo en la garganta, no reprimió la solitaria lágrima que se deslizó por una mejilla, ella apretó los brazos, queriendo retenerlo.

- Volverás… tienes que volver… - rompió a llorar, liberando el llanto contenido desde la noche anterior – vuelve por mí por favor…
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Comentarios: (del primero al último)
17:09 17/04/2007
escenas cotidianas como dice hustep en el post del foro XD  me tengo que releer capitulos pasados, desde que me echaron no miro vandal casi casi nada, salvo algun momento puntual para los blogs. 25 capitulos ya cavrom, y yo con mi serie solo voy por el 10 T_T
11:15 20/04/2007
Hey, sigo tu peaso historia en vilo desde el primer episodio. Veras. Estoy escribiendo un juego de rol sobre el mundo de Castlevania y  me gustaría que entre sus paginas figurara tu Castlevania Twilight Rhapsodia. No lo haré sin tu consentimiento claro, pero cuando haya terminado serás el primero en recibir una copia. Si estas interesado mandame un emilio a samurayx18@hotmail.com. Un saludo y buen trabajo!!
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