Publicado: 16:35 04/02/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
The Den
Erik se sorprendió por la espesa oscuridad que inundaba el lugar, apenas había avanzado unos pasos y la luz de la luna llena era incapaz de entrar más allá, tras avanzar un poco más, harto, sacó del bolsillo de su camisa un bolígrafo-linterna que siempre llevaba encima. Afortunadamente éste era lo suficientemente potente como para penetrar en aquella negrura, según avanzaba y alumbraba a diferentes sitios comprobó lo diferente que era aquel lugar de lo que debía ser un almacén de pesca, a decir verdad no le sorprendía, cuando se trataba de aquellas criaturas nada era lo que parecía, nunca lo era. A pesar de que sabía que no había – o al menos no debería haber - nadie allí mantenía sus cinco sentidos alerta y su mano derecha asiendo la empuñadura de su espada, iba avanzando de esta forma cuando tropezó con algo. Algo blando. Sobresaltado, apuntó la luz hacia sus pies, ahí reposaba una pierna de suaves líneas, fue subiendo poco a poco siguiendo la extremidad hasta llegar al torso y así recorrer el cuerpo entero. Era una chica, probablemente una de las jóvenes desaparecidas a las que iban a rescatar, estaba sentada en el suelo de cualquier manera. Rápidamente se agachó frente a ella y comprobó si respiraba y si tenía pulso, afortunadamente la respuesta a ambas incógnitas era si, la chica estaba viva. Rápidamente se llevó la mano derecha al comunicador y presionó el botón que activaba el micro. - Luis, soy yo ¿me escuchas? Luis contestó al instante. - Sí, dime - He localizado a una, parece sedada y está viva. - Bien – Luis respiró aliviado – Sigue explorando el lugar y busca a las demás antes de hacer cualquier otra cosa, recuerda que son seis. - De acuerdo, cambio y corto. Erik se levantó y siguió buscando, no tardó mucho en dar con la siguiente, estaban todas colocadas más o menos de la misma forma, con cuatro o cinco metros de separación entre cada una, todas estaban en el mismo estado, cuando hubo localizado a la última se apresuró a volver a contactar con Luis. - ¿Ya? Perfecto, dales el antídoto para el sedante y arreando. - No, espera – contestó Erik – aún queda parte del local por explorar. - No creo que haga falta – respondió Luis - ¿Qué te hace pensar que haya algo más allí? Durante unos segundos Erik se mantuvo en silencio. - Un fortísimo olor a hierro y a carne podrida – informó finalmente el muchacho – ahí hay algo más, y no creo que sea una nadería, voy a seguir adelante. - De acuerdo – aceptó Luis con fastidio – pero cuidado ¿eh?, recuerda que nuestro objetivo aquí se limita al rescate. - Si, lo sé, del resto se ocupará la sección correspondiente… ¡Corto! Tras volver a romper la comunicación, Erik continuó avanzando hacia el olor, que cada vez era más fuerte y nauseabundo, pasó un par de minutos más escudriñando con su linterna hasta alumbró a algo que lo dejó perplejo. Una bañera de bronce, de aspecto muy antiguo e increíblemente bien tallada, estaba ahí colocada, en sus bordes había manchas secas de algún líquido que había rebosado en ella, Erik no necesitó acercarse mucho más para comprobar que el pestilente olor a hierro emanaba de aquella bañera, y sólo conocía un líquido capaz de emana aquel herrumbroso olor. Para confirmar sus temores, se acercó un poco más y comprobó que la bañera rebosaba hasta los topes de un líquido ligeramente espeso de un brillante color carmesí oscuro. Sangre. Litros y litros de sangre llenando aquella lujosa bañera, retrocedió unos pasos para no dañar la escena y volvió a activar el comunicador. - Una bañera… - balbuceó conteniendo las nauseas – Sangre hasta el borde… ¡litros! - ¿Cómo? – Preguntó Luis sobresaltado - ¿Qué demonios estás diciendo? ¿Te has vuelto loco? - Luis… a esas chicas no las usan como alimento tío… ¡Las ordeñan! - ¿Has comprobado sus cuellos? Erik retrocedió y, una a una, fue comprobando el cuello de las chicas, cuando hubo concluido comprobando que no tenían ni una marca en esa zona, reparó en el brazo derecho de una de ellas, del que salía una especie de tubo de goma sujeto al brazo por una tira de esparadrapo, siguiendo su trayectoria dio con un pequeño tanque que parecía almacenar la sangre que extraían a las muchachas. Erik se llevó la mano al comunicador una vez más. - Las ordeñan Luis… como a vacas… - ¿Qué? - Les extraen la sangre del brazo, me pregunto cuanta habrán perdido para haber podido llenar esa puta bañera – de nuevo guardó silencio, estaba cavilando, intentado calcular cuanta sangre se le habría extraído a cada una de ellas – aún me queda averiguar a qué se debe el olor a carne podrida, tardaré un poco más. - De acuerdo, pero no muevas ni toques nada, eso ya le toca a homicidios. - Lo se… ¡Corto! Con sumo cuidado, Erik rodeó la bañera y avanzó hasta el final del almacén sin encontrar nada, se dio la vuelta desconcertado y estaba ya sacando la botellita de antídoto de su bolsillo cuando tropezó con algo duro. Alumbró de nuevo a sus pies y encontró un tirador que abría una trampilla ubicada justo ahí, la puerta tenía el tamaño suficiente como para que pudieran entrar con holgura dos personas, cuando la abrió sintió una bofetada del ya familiar y ahora sumamente agobiante olor a carne podrida. Unos escalones bajaban poco a poco a lo que parecía una habitación mediana, en aquella espesa oscuridad aquello parecía la boca del infierno, Erik alumbró la escalera y bajó, el olor se volvía más intenso y mareante por momentos, cuando por fin llegó abajo deseó no haberlo hecho. Lo primero que su linterna alumbró era un cuerpo en avanzado estado de descomposición, por las ropas parecía que era una mujer, alarmado recorrió el resto de la habitación con la linterna y el haz de luz reveló otro cuerpo, sólo que éste no había empezado a descomponerse, o tal vez… Fue hasta él y, haciendo una comprobación mas exhaustiva que con las anteriores, se aseguró de que tenía pulso, respiraba y le latía el corazón, acelerado por el descubrimiento volvió al comunicador. - ¡Luis! ¡Llama a homicidios! ¡Y a una ambulancia por dios! - ¿Qué has encontrado? – preguntó alarmado por la forma en la que Erik hablaba - ¡Tengo aquí un cadáver descomponiéndose y a otra chica muy grave que – se detuvo un momento, cuando alumbró la cara de la joven que aún vivía sintió cómo cada una de las células de su cuerpo se llenaban de ira - ¡¡¡HOSTIA PUTA!!! - ¿Qué? ¿Qué pasa? ¡Erik! - Oye Luis ¿recuerdas que te comenté a principios de curso que una amiga mía, Yolanda, había desaparecido sin dejar rastro - Si - Pues – Erik apretaba los puños hasta el punto de abrirse heridas en las palmas con sus propias uñas – acabo de encontrarla. - No jodas… - ¡SI! - Bien… - Luis se llevó una mano a la frente – Lo primero es calmarte, piensa que al menos está viva y se le podrá salvar, después sácala de ahí, dale el antídoto a las demás y todas fuera, el cadáver en descomposición no lo muevas ¿ok? Erik asintió y cortó la comunicación, cerró los ojos un momento y cogió a la chica en volandas, cuando llegó a la altura de las demás la dejó en el suelo, se sacó la botellita del bolsillo y le dio de beber un traguito a la primera, que no tardó en despertar más de 10 segundos. Cuando abrió los ojos y vio el rostro de Erik retrocedió horrorizada, él se vio obligada a tranquilizarla y, acto seguido, sacó una tarjetera de su bolsillo trasero y la alumbró con la linterna. - ¿Ves? Tranquilízate de una vez, soy un colaborador de la policía. - Entonces… ¿no eres uno de ellos? – preguntó ella relajándose Erik negó con la cabeza - He venido a sacaros de aquí – señaló a la puerta – mi compañero está fuera vigilando por si aparece alguien. Tras decir aquello se levantó y dio de beber a las demás, de las cuales tuvo que tranquilizar a tres más, cuando hubo terminado volvió a coger a Yolanda y se dirigió a las otras seis - ¿Podéis caminar? Algunas se levantaron sin más y otras lo consiguieron tras un par de intentos, cuando todas estaban ya de pie una de ellas preguntó - Oiga… Cuando me trajeron aquí habían dos chicas más ¿Qué ha pasado con ellas? - Una de ellas la llevo en brazos – contestó él sin darse la vuelta – la otra… Tras aquella respuesta se oyeron algunos sollozos y un par de cuchicheos, Erik miró un momento para atrás y las apremió para salir de allí. El camino hasta la puerta, que debió haber sido alegre por el rescate, resultó ser penosamente silencioso, como una comitiva funeraria, cuando finalmente salieron y la brisa marina les dio en el rostro algunas de ellas sonrieron, otras se abrazaron, y Erik dejó a Yolanda apoyada en unas cajas que Luis había preparado como improvisados asientos. - ¿Todo bien Erik? - Sí, supongo que sí – contestó él con la cabeza gacha - ¿Avisaste a las ambulancias y a homicidios? Luis rió sarcásticamente. - Unos tardarán por que no hay suficientes vehículos y otros porque estamos de operación salida y las carreteras están imposibles. - Patético – protestó Erik. - Lo secundo Tras unos segundos de silencio, Luis se dio la vuelta y se dirigió a las muchachas. - ¡Atención todas! He avisado a una pequeña flota de ambulancias para que venga a por vosotras – avisó – tardarán un poco, de todas formas nosotros permaneceremos aquí hasta que lleguen ¿entendido? – todas asintieron – Bien – Luis sonrió – pronto volveréis a estar con vuestras familias. Las chicas sonreían y comentaban emocionadas, Erik se aproximó a Luis sonriendo también, éste último miró a su joven compañero y le preguntó - La satisfacción del trabajo bien hecho ¿eh? Erik asintió, todo había salido casi como estaba previsto, ni siquiera habían tenido que desenvainar las espadas, y cuando por fin estaban todos relajados un grito ronco desgarró el aire. - ¡EH VOSOTROS! ¿QUÉ COÑO ESTAIS HACIENDO? 0 comentarios :: Enlace permanente
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