Prelude of Twilight

Publicado: 17:11 27/12/2011 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Not over yet

Cuando Simon, Claire y Luis alcanzaron la puerta principal de Nôtre Dame casi no podían creérselo, había sido un escape accidentado y, especialmente en el último tramo, demasiado peligroso al desprotegerse para llevar Luis en brazos a René  y servir Simon de apoyo a la muchacha. Cuando al fin pisaron suelo firme y la fría brisa de la noche parisina acarició sus rostros el agotado Belmont devolvió su aura a su estado normal y se dejó caer de rodillas, mientras Claire se deshacía de su apoyo y se movía hasta quedar tumbada boca arriba sobre el firme.

- Er... ¿Estáis bien? - Preguntó el español casi burlándose del deplorable estado de sus compañeros.

- Que... te... jodan... - Respondió el chico casi sin aliento.

- Lo... logramos - Claire, también jadeante, empezó a sonreír poco a poco a poco - Lo... ¡Lo logramos! - Repentinamente empezó a reír, era una risa aliviada y eufórica - ¡Lo logramos! ¡Lo logramos! ¡Ahahahahahahah!

El español no pudo hacer otra cosa que sonreír también, el durmiente René era una prueba de su victoria, aunque...

Dejaron pasar un par de minutos en silencio mientras la respiración del Belmont se normalizaba y ella apagaba su risa poco a poco, de repente parecieron compartir el mismo pensamiento: "Erik sigue ahí abajo"

La joven británica empezó a moverse lentamente hasta quedar sentada, su rostro estaba constreñido por el dolor, pero ello no parecía detenerla.

- Alguien tiene que bajar a ayudarle - Lanzó al aire mientras miraba a la puerta abierta de la catedral.

Simon, que parecía haber recuperado un poco sus fuerzas, asintió y se incorporó hasta quedar en pie, sin decir nada llevó la mano a la empuñadura de su látigo y la cerró sobre ella con decisión.

- Supongo que no estaréis hablando en serio - Los interrumpió el español - Claire, tú nunca has combatido junto a Erik, así que no puedes saber cómo piensa, pero... - Clavó sus ojos en el Belmont - Simon, sabes que si bajas ahí te volverá a mandar para arriba de una patada en culo.

- No te... entiendo - Articuló Claire mientras miraba al Fernández a su vez.

- El plan de Erik era librar este combate en solitario desde el principio - Explicó - Por eso preparó una ruta de escape - Se llevó la mano a la barbilla y bajó la cabeza, pensativo y hablando para sí mismo - Lo hace siempre que piensa que puede poner en peligro a sus compañeros, eso significa que de verdad...

Un temblor detuvo sus cavilaciones, los tres cazadores sintieron un potente estallido de energía mágica procedente de las profundidades del lugar.

- ¿¡Qué ha sido eso!? - Exclamó ella, alarmada, mirando al suelo.

- ¡Una explosión! Ese aura... ¿¡Mi hermano!?

- Era el poder mágico de Erik, no cabe duda - Observó el español - Pero también había energía espiritual - Suspiró - Era lo que yo pensaba, planeaba usar el Sekishiki Kisouen.

- ¿Un... conjuro Sekishiki? - Preguntó la muchacha sin terminar de creerlo - Eso es nigromancia ¿Él puede...?

- No expresamente - Respondió al instante - Pero hace unos días las hermanas Lecarde lo llamaron para quedarse con ellas un día entero. Al parecer lo prepararon para esta batalla - Añadió torciendo el gesto.

En lo más profundo de la Catedral del dolor, en el salón del trono donde había tenido lugar la deflagración, el polvo se asentaba lentamente en el suelo, ahora cubierto de lo que antes eran los millares de restos óseos que recubrían paredes y techo. Una única figura se mantenía en pie en mitad de los escombros, avanzando lentamente hacia el fondo de la habitación.

- Así que has sobrevivido... - El pelirrojo caminaba lentamente abriéndose paso a través del polvo - ¡Desde luego eres duro de pelar! Supongo que por algo eres un Lord.

Esperó pacientemente donde antes se encontraba el trono, destruido por Simon hace un rato, mientras la visibilidad regresaba poco a poco, no contuvo la sonrisa al darse cuenta de que sus palabras recibieron como respuesta un gorjeo, casi como un débil gruñido que pretendía resultar agresivo o intimidante.

Cuando la polvareda se disipó encontró ni más ni menos que lo que esperaba ver: Un cuerpo calcinado casi incrustado en la pared frente a él, le faltaba medio brazo derecho y su carne se había convertido en una supurante masa requemada. Por otro lado él mismo tampoco presentaba un aspecto muy alentador: Su cabello se había chamuscado en algunos puntos y presentaba quemaduras de aspecto doloroso en ambos brazos y la mejilla derecha, aunque no parecía darles la más mínima importancia.

- ¿Qué... has... hecho? - Preguntó el cuerpo, que no era otra cosa que lo que quedaba de Guilles De Rais, con voz ronca y débil.

Erik se cruzó de brazos, mirando al vampiro con una mezcla de severidad y suficiencia.

- A grandes rasgos, he vuelto tus armas contra ti usando un viejo conjuro oriental que permite convertir los espíritus en un potente explosivo. Es uno de los muchos conjuros "Sekishiki" - Agregó - Como buen Lord vampírico que eres supongo que lo conocerás.

De Rais emitió una risa débil.

- ¡Nigromancia! - Articuló - Qué... ironía ver a... un Belmont... hacer uso de ella.

El Belmont dejó pasar unos segundos mientras lo miraba en silencio, observando los efectos de su técnica.

- El combate ha terminado - Sentenció - Te he abrasado de dentro a fuera y, como dije antes, he usado mi propio fuego, así que no te regenerarás - Endureció la mirada, sus ojos turquesa resultaban particularmente amenazantes - Ahora vas a responder a mis preguntas, De Rais.

Ahora el Lord rió con fuerza, pero sus carcajadas quedaron inmediatamente ahogadas por una repentina tos y el más insoportable de los dolores.

- Tú... ¿¡Tú!? Tú vas... ¿a interrogarme? - Trató de reír de nuevo, en esta ocasión forzadamente - ¿Por qué iba... a contestar a nada?

- Por esto - Mirándolo con frialdad e incluso con cierto odio, Erik apuntó con su mano derecha al vampiro y le lanzó una lengua de fuego débil, pero lo bastante caliente como para hacerle gritar de dolor - No eres muy amigo de sentir dolor ¿Verdad? ¡Te haré pasar las de Caín como no me respondas!

Guilles quedó jadeando pesadamente una vez disipada la corrosión del fuego, mirando al cazador con odio.

- Así que... vas a conseguir tu... información... torturándome... - Habló entre jadeos - Eso no te... hace diferente... de mí... chico - Terminó la frase con una carcajada sarcástica.

- Es posible - Replicó el Belmont mientras le lanzaba una mirada de desprecio - Aunque desde luego tengo mis razones ¿Cuales son las tuyas, De Rais?

- Haaaaaa... Haaaaaa... - Cerró los ojos con una indescifrable sonrisa - Placer...

Erik sonrió a su vez, soltó una débil risita y se dirigió lentamente hacia su enemigo para, cuando lo alcanzó, agarrarlo del cuello y desincrustarlo del muro.

- No dudo que eres un sádico desviado de la peor calaña - Le espetó mientras lo levantaba hasta dejarlo por encima de su cabeza - Pero dijiste a mi hermano que esos niños formaban parte de un plan. Repetiré la pregunta, De Rais: ¿Por qué los torturaste?

El Lord volvió a reír débilmente a pesar de la presa del cazador sobre su cuello.

- Si te lo... contara... te cagarías de miedo... muchacho...

La respuesta a esto no se hizo esperar, y llegó en forma de un poderoso puñetazo que lo lanzó volando unos cuantos metros.

- No me importa manchar los calzoncillos - Contestó el Belmont - ¡Habla!

De vuelta a la superficie, Simon se había cansado de escuchar la palabra Sekishiki y había exigido una explicación clara y concisa a Luis ¿Qué era? ¿Y por qué era malo?

- A veces me olvido que no has aprendido igual que nosotros - Suspiró el Fernández - Para ser exactos ¿Sabes lo que es el Pesebre? Y por favor, ahórrate chistes sobre belenes - Simon negó con la cabeza - El Pesebre - continuó - es la puerta por la que entran las almas al más allá según algunas culturas, dicha puerta se encuentra en la constelación de Cáncer, y en Asia se la conoce como Sekishiki.

El muchacho asintió, era interesante y, sobre todo, sospechosamente similar a un manga que había leído con su hermano meses atrás.

- Los... conjuros Sekishiki - Continuó Claire - Suelen consistir en la apertura del Pesebre para invocar almas.

- Como por ejemplo el Tetra Spirit - Añadió el español - Pero la verdadera definición es la de todo conjuro que permita utilizar espíritus como armas. El kisouen... es perfecto para Erik - suspiró - Sekishiki Kisouen puede traducirse aproximadamente como "Crematorio de almas" y permite usar los espíritus como material inflamable e incluso explosivo.

- Entonces... - Simon abrió los ojos de par en par - ¿¡Erik ha usado los brazos de De Rais como...!?

- Sí, como bombas - Completó la joven.

El Belmont quedó atónito, dejando de lado el aspecto macabro de aquella técnica mágica ahora le resultaba obvio por qué su hermano había querido luchar sólo. Únicamente le quedaba una duda, y su cuñado ya se ocupó de plantearla por él.

- Es un conjuro muy peligroso - Comentó - A menos que se domine es necesario entrar en contacto con los espíritus para contaminarlos y hacerlos estallar... Espero que haya medido bien la potencia de la explosión.

Los tres se quedaron en silencio, pensativos y con el desasosiego de pensar que aquel conjuro convertía al pelirrojo prácticamente en un Kamikaze. Erik era un luchador sensato, pero seguramente no escatimaría esfuerzos a la hora de acabar con Guilles De Rais.

En esta tesitura algo los interrumpió, eran unos pasos apresurados y un aura potente pero pacífica que se aproximaba desde el acceso principal a la Île de la Cité, los tres miraron en dirección al lugar para encontrar una figura corriendo hacia ellos.

- ¡EEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEHHHH! ¿¡ESTÁIS BIEN!?

Era François, la luz lunar permitía distinguirlo bien a pesar de la noche cerrada e iba convenientemente preparado para la batalla con unas botas altas reforzadas, unos vaqueros de aspecto sólido y una camiseta rematada por dos hombreras articuladas de metal y dos brazales acorazados con sus correspondientes mitones, sujetando en la mano la lanza Alcarde.

- ¡François! - Exclamaron Luis y Simon casi al unísono.

Permanecieron en su lugar hasta que el Lecarde los alcanzó - Claire, aunque no podía moverse mucho, se desplazó hasta quedar relativamente oculta tras el español - y lo primero que Luis hizo fue señalar al pequeño René, aún en sus brazos, mientras exclamaba con alegría "¡Mira quién está aquí!"

- ¡René! - Fran apretó el paso hasta llegar al Fernández y, con alegría, tomó y abrazó a su hijo, riendo y dejando la lanza en el suelo - ¡Lo habéis rescatado! ¡Gracias, tíos! ¡Gracias!

Simon sonrió y miró a su compañero, que sonrió a su vez.

- Si tienes que agradecer a alguien, desde luego no es nosotros - Repuso el español - Si no - Se echó a un lado para descubrir a la joven británica - A ella.

El gesto de François cambió de repente al verla, pero no adoptó expresión de asco, odio o rechazo, si no de sorpresa.

- ¿¡C-Claire Simons!? - Exclamó.

Claire, sin articular palabra, miró alternativamente a ambos cazadores.

- De no ser por ella - prosiguió Luis - Jamás habríamos liberado a tu hijo de la ilusión en la que De Rais lo había atrapado, ni habríamos podido sacarlo de allí, en última instancia yo diría que le debes la vida de tu hijo... y nosotros las nuestras, por supuesto.

La muchacha lo miró con los ojos como platos mientras Fran la observaba detenidamente, estaba herida y cubierta de sangre, y aquella perforación de su brazo tenía un aspecto bastante feo ¿De verdad la peligrosa asesina buscada por la hermandad y la iglesia había arriesgado tanto por un bebé al que no conocía de nada?

- Es... ¿Es verdad eso? - Alcanzó a articular finalmente.

- ¿¡Ah!? - Se sorprendió, no esperaba que le dirigiera la palabra - Yo... bueno... sólo hice lo que debía hacer...

El Lecarde sonrió ampliamente.

- Ya veo... entonces no eres tan mala como te pintan - Repentinamente agachó la cabeza, casi haciendo una reverencia - Te debo la vida de mi hijo ¡Muchas gracias!

Claire dejó caer la testa a su vez mientras buscaba las palabras.

- No... yo no... - Alcanzó a articular con un hilo de voz, abrumada - Yo sólo...

No sabía qué decir, no tenía forma de encontrar las palabras adecuadas, después de dos años de huídas, luchas y traiciones de repente recibía un agradecimiento sincero, su vista se nubló mientras sentía dos cálidas mejillas nacer de sus ojos.

- O... ¡Oye! - François, alarmado, se dispuso a arrodillarse para ver qué le pasaba, pero Luis lo detuvo con un gesto de su mano.

- Está bien, tío - Le dijo mientras miraba a la muchacha - Creo que hemos tocado en alguna fibra sensible. Oye - Volvió la cabeza hacia él - René está vivo y dormido mediante magia, será mejor que compruebes que está del todo bien, eres su padre, conoces sus entresijos mejor que nosotros.

- Vale - Asintió el aludido - Ya lo había pensado de todas formas, me retiro unos metros, ça va?

Luis asintió y lo observó apartarse mientras se sentaba al lado de Claire.

- ¿Estás bien? - Preguntó.

- Por... ¿Por qué has hecho... eso? - Preguntó ella a su vez mientras se secaba las lágrimas con el dorso de la mano.

- Porque mi lema es "Al César lo que es del César" - Respondió - Los agradecimientos a quien los merece.

- ¡Pero...!

Para su sorpresa, Luis le dio una palmada amistosa en el hombro.

- Tengo que pedirte disculpas - Reconoció - Te había prejuzgado como una asesina sanguinaria y sin escrúpulos y resulta que lo que he visto es todo lo contrario. Jamás pensé que arriesgarías tanto por alguien que no conoces ¡Incluso poniendo tu cuerpo en la cuerda floja al detener el tiempo!

La expresión de sorpresa de la joven creció.

- ¿¡Cómo lo has sabido!?

- ¡Obvio! - Rió él - La primera vez podía pasar por otra cosa, pero la segunda... Ahora que estamos tranquilos he podido recapitular y darme cuenta de lo que pasaba - Su rostro se tornó serio - No era el stopwatch, si no cronomancia ¿Verdad? Por eso el sangrado de tu nariz.

- Agoté mi poder mágico - Reconoció ella - pero tenía que hacerlo.

- Deberías tener cuidado con eso - Advirtió, más serio - Moverse fuera de la corriente temporal puede provocar daños irreparables en un cuerpo mal preparado.

- Soy cronomante, así que conozco los riesgos - Replicó - Aún así ¿Por qué la advertencia?

- Porque - La sonrisa regresó al rostro de Luis - Eres de los nuestros, y yo siempre cuido de mis compañeros.

De vuelta a la sala del trono, Erik contemplaba los despojos de su adversario empuñando su Salamander envainada, sabía de sobra que no estaba ni de lejos en condición de atacarlo, pero aún así estaba listo para cualquier cosa.

- ¿Un ritual has dicho? - Preguntó con el ceño fruncido - ¿Con las almas de los niños?

- E...xacto - Corroboró De Rais - El ritual de las... siete almas...

- ¿Para qué es ese ritual? - Incendió su aura, como amenazándolo con abrasarlo de nuevo.

El Lord rió débilmente.

- ¡Responde! - Lo apremió el cazador mientras desenfundaba ligeramente su espada, dejando escapar una pequeña llamarada.

- ¡Poder!

Erik arqueó las cejas.

- ¿Po... der?

- Tú lo has... vivido - Articuló con un hilo de voz - El... poder que generan los... sentimientos negativos... O... ¡Odio! ¡Tristeza! ¡Incompren... sión! Las almas puras de unos... niños... retorcidas para sentir eso por... primera vez ¡Nada genera más... poder que eso!

- ¿Con qué objetivo? ¿Quién recibiría ese poder? - El vampiro rió maliciosamente ante la pregunta - ¿¡Qué pasa, quieres sentir más dolor!?

Guilles seguía riendo con algún ocasional ataque de tos por lo que el pelirrojo, harto, desenvainó y frotó la punta de su espada contra el suelo, enviando una llamarada a aquella extraña parodia de humano, que nuevamente se deshizo en alaridos de dolor.

- Te haré otra pregunta, y más te vale responder - Concedió, asumiendo que no obtendría respuesta a la cuestión anterior - ¿Cuántos Lores han regresado?

Cuando el fuego se disipó De Rais estaba sin aliento, aún así entre jadeos alcanzó a acrecentar su sonrisa.

- Cuántos... hemos... vuelto... - Intentó reír, pero un ataque de tos lo sofocó rápidamente - ¿Te... preocupa?

- Orlox, Barthory - Empezó a enumerar el pelirrojo - Brauner y tú, sin contar a la Muerte ¿Cuántos habéis vuelto? ¿Qué significa esta reunión? - Apretó los dientes - ¿Qué os traéis entre manos, De Rais?

- Ni siquiera puedo... decirte cuántos somos... ahora - Su respiración se normalizaba, aunque el daño pulmonar había convertido su voz en una ronquera cavernosa - Cuando parecía que... estábamos... todos... trajeron a... Brauner...

Erik frunció el ceño ¿Brauner era la última incorporación entonces?

- No... somos los únicos... - Prosiguió - Habemos más... y todos tenemos... el mismo objetivo...

- ¿Cuántos? - Insistió el cazador, obteniendo como respuesta un silencio únicamente roto por la respiración del Lord - ¿¡Cuántos!?

Nuevamente sin respuesta, Erik se dirigió hacia él a paso ligero y una vez a su altura, lo alzó de nuevo agarrándolo del cuello para, en esta ocasión, clavarle su Salamander en sentido ascendente partiendo del estómago y liberar una débil llamarada, una vez hubo terminado extrajo la espada y lo estampó contra el suelo.

- Cuántos... no... puedo... decir... - Balbuceó el vampiro, a quien el último ataque parecía haber dañado gravemente la lengua - Vosotros... no... oportunidad...

Entonces había más... El Belmont se detuvo a reflexionar por un momento ¿Debía continuar con el interrogatorio? En esta ocasión se había excedido y el vampiro no podía ni hablar ¿Merecía la pena continuar?

La siguiente pregunta pugnaba por salir, y llevaba ahí desde que habían entrado en la catedral.

- ¡Alicia Fernández! - Dijo finalmente - ¿¡Qué intenciones tenéis con ella!?

- Esa... chica... - Articuló sin esperar siquiera un segundo - Sangre... Belnades... pu... pura... ¡Poder! - El énfasis en la última palabra sorprendió al Belmont, tanto los niños como su hermanastra parecían tener el mismo papel en aquel "plan" - ¡Poder! Re... Retorno... ¡Oscuridad!

El pelirrojo sacudió la cabeza mientras el vampiro se deshacía en una risa histérica, era imposible entender sus frases, que ahora no parecían ser más que palabras inconexas.

Poder... Oscuridad... ¿Retorno? La sangre de los Belnades ¿Qué tenía que ver con todo aquello?

En la superficie, François, con su hijo dormido en brazos, regresaba junto a Luis, que mantenía su mano derecha sobre la cabeza de Claire, cuyo cuerpo emitía un tímido resplandor blanco mientras sus heridas sanaban poco a poco, Simon se encontraba cerca de ellos, sentado y mirando a las estrellas.

- ¿Qué tal el niño, Fran? - Preguntó el Fernández, desviando momentáneamente su atención hacia su amigo.

- Bien, a Dios gracias - Respondió él - ¿Transferencia de poder mágico? - Observó en relación a lo que hacía Luis.

- Ajá - Afirmó él - Claire conoce algo de magia sanadora y está herida, pero agotó su poder ayudándonos, así que pensamos en esto.

El francés asintió sonriendo mientras contemplaba cómo las laceraciones se cerraban poco a poco, su sonrisa no tardó en disolverse mientras pensaba en lo bien que le hubiera venido a él saber algo de magia blanca.

- ¿Cómo está Elisabeth, por cierto? - Preguntó por su lado Simon, sin bajar la vista aunque con un notable tinte de preocupación en su voz.

- Bien... más o menos - Alcanzó a responder Fran tras unos segundos meditabundo - Las heridas que dejó el atacante eran terribles, se ha estabilizado gracias a los cuidados de mis abuelas.

- ¿Y quién es, si puede saberse? - Intervino Luis - Parecíais conocerla los dos, hablasteis de "ella"

François torció el gesto.

- Es una historia larga y no muy agradable de contar - Repuso - Casi prefiero esperar a que todo esto termine para explicároslo - Dejó pasar unos segundos después de estas palabras, todos pensaron incluso que ya había terminado cuando de repente añadió algo más - Pero tened bien clara una cosa: No descansaré hasta encontrarla y devolverle cada golpe que propinó a Eli.

La conversación parecía continuar cuando de repente algo lo interrumpió, era algo así como una risa leve y burlona que resonó casi en el interior de sus cabezas y los sobresaltó, haciéndolos buscar la fuente.

- Me parece que te voy a ahorrar el trabajo de buscarme - Dijo una voz grave y femenina, aparentemente la misma que se había reído segundos antes - Aquí me tienes, François, si deseas vengar a tu esposa.

Los cuatro cazadores movieron la cabeza a vez, encontrando una figura femenina encapuchada que caminaba tranquilamente hacia ellos, portando en su espalda una extraña lanza negra, cuyas considerables dimensiones eran similares a las del asta del Lecarde.

Claire, que hasta el momento había continuado con la autocuración, se incorporó rápidamente y miró a la figura recién llegada con una mezcla de odio y temor.

- T-tú... ¿¡Qué haces tú aquí!?

En el salón del trono Erik desenvainaba su Salamander, dispuesto a dar fin definitivamente a la existencia de lo que antes era Guilles de Rais y ahora, después de haber sido preguntado por Alicia, sólo escupía un batiburrillo de palabras sin sentido intercaladas con risotadas histéricas.

- Bien, Guilles, se terminó - Dijo el pelirrojo mientras contemplaba el filo de su espada - Creo que ya tienes una ligera idea de lo que sufrieron esos niños antes de que los ejecutaras.

- Tú... ¿matarme? - El vampiro rió de nuevo, aunque esta vez sus palabras parecían guardar cierta coherencia - Idiota... tú... sabes... ¡Nada! Tú... ¡Morirás!

Lo compadeció por un momento pensando que había perdido definitivamente la cabeza, pero entonces algo cambió.

Aún sin el ojo de la verdad empezó a sentir el aura de De Rais, un aura oscura y que transmitía una sensación de pavor que tuvo que esforzarse por controlar. ¿Qué estaba pasando? ¡Aquella presencia era aplastante!

Su instinto le llevó a protegerse con el brazalete de Leon Belmont justo antes de salir despedido hacia atrás, volando unos cuantos metros y sintiendo como si le hubiera caído un árbol encima, lo mejor era que encima la reliquia había absorbido gran parte de la violencia del golpe, pero sobre todo se sorprendió cuando miró hacia donde se hallaba De Rais y contempló algo que lo dejó atónito:

El Lord estaba de nuevo en pié, y su cuerpo parecía crecer mientras sus huesos y músculos desnudos crecían, se regeneraban y reordenaban a una velocidad pasmosa, recuperando su mano y antebrazo y dando lugar a una criatura realmente grotesca.

- ¿Pero qué coño...?

Lo que se alzaba ante sus ojos estaba bien lejos de ser humano, a ojo de buen cubero podía medir dos metros y medio y su cuerpo había pasado de ser el de un elegante hombre joven a una monstruosidad con piernas y brazos anormalmente largos y delgados y un torso huesudo en cuya silueta se dejaban ver las costillas, clavículas y cadera, el rostro, levemente oculto entre las sombras, dejaba entrever unos colmillos sobredimensionados y unos ojos que habían perdido sus pupilas.

De repente el ser rió con una estruendosa carcajada.

- ¿¡Creías que esto había acabado!? - Exclamó con una voz sobrenatural que parecía contener las voces de mil almas torturadas - ¿¡Pensabas que ibas a acabar conmigo!? ¡¡IDIOTA!! ¡¡¡No es tan fácil librarse de un Lord!!!

De vuelta a las puertas de Nôtre Dame, el cuarteto contemplaba a la figura encapuchada, a la cual Simon y Luis trataban de identificar escudriñando entre las sombras, pero François y, sobre todo, Claire, reconocían a la perfección.

- ¿¡Oh!? - Exclamó la mujer con un deje de malévola alegría - ¡Pero si Claire Simons también está aquí! Parece que esta noche mataré muchos pájaros con muy pocos tiros.

El Lecarde miró a la aludida, desconcertado.

- La... ¿La conoces? - Preguntó.

- ¿Que si la conozco? - Respondió ella - Es uno de los cazarrecompensas que lleva dos años haciéndome la vida imposible.

- ¿Quién... diablos es? - Articuló el español por su parte.

Simon no hablaba, pero sí apretó los dientes cuando la recién llegada desplegó su aura, pesada, extraña y poderosa, que hizo hervir su sangre como ya ocurrió con la Muerte y el vampiro que se llevó a Alicia.

- N-Nadie la conoce - Explicó la muchacha, mientras contemplaba a la encapuchada acercarse lentamente - Es una cazarrecompensas que actúa en la sombra... ¡Pero yo la conozco bien! Me dijo su nombre la primera vez que luchamos, es - tomó aire, como si la mera idea de pronunciarlo la atemorizara - ¡Sapphire LaForeze!

La lancera sonrió bajo la capucha mientras los ojos del Lecarde se abrían de par en par, incapaz de creer lo que acababa de escuchar.

- ¿Qué... has dicho? - Miraba alternativamente a ambas, estupefacto - ¿¡Sapphire LaForeze!? ¡¡Tienes que haberlo pronunciado mal!!

Claire negó con la cabeza, agarrando la empuñadura de la No Name mientras la recién llegada alcanzaba un punto donde todos podían observarla bien, evidenciando que portaba un uniforme de batalla con grebas de cuero y brazaletes de plata oscurecidos por la falta de bruñido. Desde aquella posición su sonrisa se acrecentó y, para sorpresa de todos y estupefacción de François, descubrió su cabeza revelando un rostro enmarcado por una cabellera corta, lisa y rubia con leves destellos verdosos, mentón afilado y boca ancha con labios ligeramente carnosos, nariz chata y ojos alargados y oscuros de color indescifrable.

- No se ha equivocado en absoluto, François, soy yo, tal y como puedes ver.

El Francés quedó paralizado, era exactamente el mismo rostro - Algo más envejecido, eso sí - que había visto en las pocas fotos que sus abuelas conservaban en la mansión, la misma mujer que se abrazaba a un hombre de increíble parecido con él y cuyos ojos, color de cabello y constitución atlética compartía.

La misma a quien siempre creyó caída en combate hasta que Loretta le reveló la horrible verdad.

- Ma... ¿¡Madre!?

----------------------------------------------------

Bueeeno... voy algo justito de tiempo, pero aún así no quiero cerrar el Episodio sin dejar un comentario, y es que, sielosanto ¡100 Episodios! Ni yo mismo me lo creo, cierto es que hace ya años que debería haber llegado a esta marca, pero los contínuos vaivenes de humor y ganas de escribir en general me hicieron apartarme del fic hasta que, antes de darme cuenta, no tenía maldita gana de seguir escribiendo.

Pero me pegué un empujoncito y seguí, quería llegar hasta el 100 al menos para demostrarme que podía seguir con ello, aunque todo parón tiene un precio (Debo recuperar calidad de escritura, cojones ¬¬U) ¡Y aquí estamos! Ahora a seguir.

En cuanto al capi en sí, pues creo que el título lo dice todo: La batalla aún no ha terminado, justo cuando Erik se creía victorioso va De Rais y se saca ese pequeño as de la manga, y Sapphire aparece por fin, metiéndose en la boca del lobo con cuatro cazadores dispuestos a repartir camorra ¿O acaso es ELLA la boca del lobo? Habrá que ver.

En todo caso espero que os guste a pesar del atropellado final (Sí, lo escribí anoche muerto de sueño xD, quería terminar para hoy) y a ver si me pongo pronto con el siguiente. Gracias por leer, manitos ¡Au revoir!
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Comentarios: (del primero al último)
01:34 12/02/2012
Felicitaciones mano =I

Me ha gustado el capitulo, solo que habia pasado mucho tiempo desde que lei el 99. :P
23:41 12/02/2012
Pues espero que no pase mucho más hasta que lea el 101, estoy bloqueado otra vez ^^U
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