Prelude of Twilight

Publicado: 17:29 06/07/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Episodio 1

- ¡Te queda perfecto!

La joven Alicia estaba ahí de pie, frente al espejo, ataviada con un elegante vestido de época de color Beige, mirando su propio reflejo con semblante sombrío mientras otra muchacha, que llevaba un elegante vestido fucsia y una diadema a juego la observaba y toqueteaba aquí y allá, ajustando diversos puntos del atuendo.

- ¿Tú crees? – preguntó con voz hueca.

Ni siquiera recordaba cuantos días habían pasado desde que llegó a ese lugar, sencillamente, tras quedar inconsciente en la playa en un intento por proteger a Simon, despertó en un frío, húmedo y oscuro calabozo, donde permaneció sola hasta que una elegante mujer, con el rostro cubierto con una inerte máscara gris, la sacó y la condujo hasta aquella habitación, donde la dejó con un único “pronto nos veremos de nuevo”, y cerró la puerta.

Desde aquel día lo único que se dedicó a hacer fue mirar por la ventana y comer un poco de la comida que le ofrecían, por algún motivo en aquel lugar la noche parecía perpetua, por lo que intentaba guiarse por las campanadas que de vez en cuando sonaban, pero dejó de hacerles caso al poco.

Sólo una cosa lograba animarla: La cruz que su amado le regaló aquella fatídica noche, pero sin embargo también la angustiaba, porque no podía dejar de preguntarse si seguía vivo, o por el contrario había muerto sobre la arena.

Sólo había tenido una compañía ocasional desde que pisó aquella lujosa habitación, era aquella muchacha de cabello oscuro y dulce expresión que solía sonreír y ser amable, la misma que ahora le ajustaba aquel hermoso vestido.

Se llamaba, o se hacía llamar, Laura.

- ¿Para qué me pones esto? – preguntó intentando sacar algo de conversación – no voy a salir de aquí de todas formas…

- Te equivocas – respondió ésta mientras le ajustaba el escote – hoy vamos a cenar en el salón central.

La Fernández intentó sonreír al ver que Laura también lo hacía, de hecho no podía evitar estar nerviosa, ya que era la primera vez en ¿una semana? que salía de aquellos aposentos que ya, de hecho, maldecía.

- ¿En el salón central? – volvió a preguntar, curiosa - ¿Con quien?

- ¡Mi señora ha vuelto de su viaje! – replicó Laura, feliz - ¡Y quiere que estemos las dos invitadas a la cena!

De repente, la muchacha sintió miedo ¿Iban a cenar con otros vampiros? ¿Iba a ser ella la única humana en el salón?

Su labio inferior tembló, ya de por sí no le gustaba nada la situación en la que se hallaba, pero es que aquello era peor que la soledad.

Y Laura pareció notarlo, porque enseguida le llamó la atención.

- ¡Despreocúpate! – exclamó - ¡Yo también soy humana, como tú! ¿No lo habías notado?

Alicia abrió los ojos, sorprendida, y por primera vez reaccionó con un gesto más enérgico, dándose la vuelta.

- ¿¡En serio!?

Su interlocutora se levantó el labio superior, mostrándole sus encías.

- Los vampiros tienen aquí – se señaló un punto encima de cada colmillo – y aquí dos colmillos retráctiles con los que chupan la sangre, si yo los tuviera los verías, además – se dio la vuelta y retiró su cabello, mostrando a Alicia una especie de tatuaje tribal, compuesto por una línea plagada de espinas, que descansaba sobre su nuca - ¿Ves? Esto es lo que me marca como humana en éste castillo, soy una sierva.

Instintivamente la Fernández se llevó la mano a su nuca, pero Laura intervino de nuevo.

- Oh, no, querida, tú no has corrido esa suerte, eres una invitada en éste castillo, no una sierva, no perteneces a nadie aquí.

¿Pertenecer? ¿Qué son los humanos para los vampiros?

- Por lo demás, no tienes que preocuparte – continuó – nosotras tendremos nuestra propia cena, con alimentos y bebida comunes para los humanos – se acercó a la cama Luis XVI y cogió una bonita diadema de un bonito blanco nacarado que colocó en la cabeza de la chica - ¡Ya! – se alejó unos pasos y la miró de arriba abajo - ¡Preciosa!

Alicia se volvió a mirar en el espejo y sonrió, le encantaría que Simon la viera así vestida.

Entonces sonó una campanada, una simple campanada que alertó a Laura.

- ¡El aviso! – exclamó sobresaltada mientras miraba a la ventana – ¡tenemos que irnos ya!

Cogió a Alicia de la mano y echó a correr junto a ella, tan rápida y alocadamente que no ambas chocaron contra alguien por no mirar por donde iban, cayendo al suelo; cuando se levantaron, tuvieron que alzar la vista para verle la cara.

- ¡AH! ¡Es usted! – Laura hizo una reverencia enseguida, con un gracioso movimiento – Buenas noches Señor Orlox… mis disculpas.

Alicia no se movió, si no que se quedó observando al recién llegado, que vestía un elegante traje púrpura rematado con unas chorreras y un broche de amatista, estaba completamente calvo y unas discretas gafas oscuras tapaban sus ojos; cuando sonrió, la muchacha pudo observar unos puntiagudos incisivos que destacaban sobre los demás dientes.

- Tan presurosa como siempre, Laura… no te preocupes, no importa en absoluto – dijo éste en respuesta – yo también voy tarde.

El Vampiro clavó sus ojos en las dos muchachas, mirándolas con detenimiento.

- ¿Qué le parece Señor Orlox? ¿Hemos escogido bien? – preguntó la vivaracha muchacha mientras daba una vuelta sobre sí misma con los brazos extendidos.

- Los colores cálidos te sientan de maravilla, Laura, y veo – desvió su mirada a Alicia, a la que saludó con una reverencia – que has hecho un gran trabajo con nuestra invitada.

La joven dobló la cerviz únicamente por cortesía, sintiéndose sucia al saludar educadamente a uno de sus captores.

- Llevamos el mismo camino, de modo que si lo deseáis, puedo acompañaros al salón – sugirió el vampiro.

- ¡Claro! – aceptó Laura, encantada.

- Está bien… - respondió Alicia con desgana.

Emprendieron el camino acompañadas por Orlox, atravesando pasillos, salas, escaleras y otras estancias penosamente iluminadas por unas pocas velas, el paseo sirvió a la joven Fernández para conocer un poco más el castillo, románico y parcamente decorado, pero también pudo sentir las almas torturadas que vagaban por él, y tuvo que luchar contra el miedo que pugnaba por invadir su corazón.

Caminaron por largo rato hasta llegar a una puerta franqueada por dos armaduras que impedían el paso por ésta, cruzando sus alabardas de modo drástico y amenazante, en ese punto, el Vampiro se detuvo y se dio la vuelta, mirando directamente a Alicia.

- Será mejor que ocultes ese crucifijo.

La muchacha tardó en reaccionar, pero cuando lo hizo, agarró instintivamente su colgante, protegiéndolo.

- Por… ¿Por qué?...

- A mí no me importa – explicó – pero a algunos de los reunidos en la sala puede ofenderles… Piénsalo, sería como meter un Ankh en una iglesia.

Obedeciendo, Alicia escondió la joya en el escote, quedando sólo visible la cadena, tras lo que Orlox sonrió satisfecho y dio un paso al frente, retirando los guardianes sus armas y abriéndoles el paso.

Al entrar la muchacha sintió en seguida un ambiente más “cálido” que en el resto de las estancias que había cruzado, todo estaba mucho más iluminado, la decoración era más generosa y la sala era enorme, en el centro había una gigantesca mesa rectangular rodeada de elegantes sillas con asiento y respaldo de terciopelo rojo, en algunas de ellas había sentados hombres y mujeres conversando, de piel pálida y gestos comedidos; la mesa estaba presidida por la mujer de la máscara, en la silla del fondo.

- Oh, veo que ya habéis llegado – comentó con elegancia mientras extendía una mano – tomad asiento por favor.

El resto de los presentes dejaron lo que estaban haciendo y miraron a los recién llegados; Alicia los observó con atención.

Al lado de una silla vacía se hallaba sentado un hombre vagamente parecido a Orlox, de uñas largas, mirada seria y porte solemne, frente a él la miraba con irritante fijeza; otro hombre, pelirrojo, de rostro afilado y gesto desagradable, vestía unos guantes de algo parecido a cuero e iba a pecho descubierto, con un extraño tatuaje pasando por encima de sus hombros; más allá otro hombre, de un sencillo traje negro, tenía el pelo negro lacio – aunque ondulado hacia las puntas – y un rostro increíblemente bello, casi andrógino, mirándola con desinterés; al fondo la mujer de la máscara y, a su lado, con otra silla vacía a su derecha, alguien cuyo rostro no había olvidado, aquel joven de cabello alborotado y mirada maliciosa con quien Simon se enfrentó en la playa, luchando desesperadamente por su protección.

- Es… es él – murmuró aterrorizada deteniéndose, presa del impulso de salir corriendo.

- No te preocupes – le dijo Orlox, poniéndole la mano en la espalda a fin de detenerla – no sucederá nada, no con la señora del castillo aquí.

- ¡Vamos a sentarnos! – sugirió Laura, impaciente.

Orlox se dirigió a sentarse junto a su joven compañero, mientras que las dos muchachas humanas se acomodaron juntas.

- Podemos empezar ya, supongo – comentó el joven pelirrojo, con gesto impaciente.

- Aún no – le contradijo el vampiro de uñas largas – Erzhabeth no ha venido.

- Cierto – corroboró Orlox – sin Erzhabeth aquí no podemos comenzar.

- ¿Tan importante es? – respondió de nuevo el pelirrojo - ¡Yo he tenido que acudir corriendo! ¿Por qué se le permite a ella tomarse tal retraso?

Se inició una violenta discusión en la que ni el vampiro de las uñas largas, ni la mujer de la máscara ni, por supuesto, ninguna de las dos muchachas, tomó parte, entonces la anfitriona chasqueó los dedos, y todos se callaron.

- El forgemaster tiene razón – sentenció – di un plazo y no se ha cumplido, además – Alicia tuvo la sensación de que la miraba, aunque aquella máscara gris, que no permitía ver nada más que los ojos, no daba espacio suficiente para saberlo – nuestra invitada debe de estar hambrienta…

Rápidamente dio una palmada, y en cada sitio aparecieron de repente un cuenco lleno de un líquido ligeramente rojizo y una copa hasta la mitad de algo rojo y espeso, salvo en el caso de Laura y Alicia, en cuyos lugares aparecieron una sopa de olor agradable y una copa llena hasta la mitad de vino. La joven no pudo evitar mirar los platos con desconfianza.

- ¡Tranquilízate! ¡Los cocineros de aquí son raros, pero muy buenos! – le dijo Laura – sólo espero que bebas Alcohol.

- De tarde en tarde – admitió la Fernández mientras cogía la copa y daba un pequeño sorbo.

Tras catar el vino, la muchacha sintió de golpe todo el apetito que no había tenido en más o menos una semana, así que cogió la cuchara y fue a atacar la sopa, pero se contuvo, como siempre, por cortesía, y no empezó hasta que su compañera también lo hizo.

Mientras comía, miraba de vez en cuando a los demás sin prestarles demasiada atención, pero no pudo evitar dar un respingo cuando escuchó un nombre familiar.

- …¿Y qué ha sido de ese mozo que se hacía pasar por un Belmont? Ese tal… Simon ¿no? – preguntaba el vampiro de las uñas largas.

- No tengo ni idea – respondió despreocupadamente el del pelo alborotado – Orlox quiso quedárselo, supongo que lo cortaría en dados.

Hubo una carcajada casi general – el aludido no reaccionó, y Laura seguía comiendo como si nada – mientras Alicia sentía una punzada de odio.

- Sigue vivo, supongo – respondió Orlox.

- ¿¡Cómo!? – Respondió su compañero, enfadado - ¡Se supone que ibas a matarlo!

Las risas cesaron al instante.

- No – puntualizó – te dije que me iba a divertir con él, no a matarlo.

- Entonces ¿Qué has hecho? – preguntó inquisitivamente el pelirrojo.

- Lo dejé medio muerto en la arena – la muchacha respiró aliviada al oírlo, por aquella playa siempre pasaba gente, alguien lo vería seguramente – tampoco es que sea importante, no era más que un niñatillo subido de humos.

Todos empezaron a murmurar y se escucharon un par de “tiene razón”, en estas llegó el segundo plato, y con él, una inesperada visita.

La puerta se abrió de un chasquido y por ella apareció un mayordomo encorvado, de piel verdosa, portando un candil, que anunció con voz gangosa que “La condesa Sangrienta ya está aquí”

Se oyó entonces el sonido como de una furiosa corriente de aire y, tras salir el mayordomo con total parsimonia del salón, se materializó allí Erzhabeth Barthory, con rostro iracundo, dio un par de pasos y se arrodilló.

- Pido perdón por el retraso – se excusó – he tenido que atender asuntos de última hora.

La anfitriona, que no había probado bocado, giró la cabeza y miró a la recién llegada bajo su máscara.

- ¡Erzhabeth! – exclamó con voz aterciopelada – Llevamos más de una semana sin saber de ti ¿Qué ha sucedido?

- Eso… eh… es una larga historia – respondió la recién llegada, titubeando.

- Bueno, no importa, – intervino Orlox – toma asiento, te estábamos esperando.

- Necesitamos tus informes de la región ibérica, que está bajo tu jurisdicción – le comentó el joven de pelo revuelto - ¿Qué tal va el nido de vampiros en el que estabas trabajando?

La mujer, de porte altivo y aristocrático, se encogió como un niño a punto de confesar una travesura, suspiró y habló.

- Eso… eh… ha fracasado… ha quedado completamente destruido.

Todas las miradas se centraron en ella.

- ¿¡COMO!? – gritó su interlocutor, dando un puñetazo a la mesa.

- Erzha, querida… - intervino la anfitriona - ¿Quiénes han sido los responsables de ello?

- Ese nido es muy importante para mantener el control de la región sur – comentó el vampiro de las uñas largas – aún en una fase temprana ya nos resultaba útil ¿Cómo lo has podido descuidar?

- Yo… ¡No me lo esperaba! – se excusó - ¡No lo esperaba en absoluto! ¡La noche de la caza aparecieron allí dos hombres y arrasaron con todo! ¡Casi me derrotan a mí también!

- Dos hombres… - el joven andrógino, que no había pronunciado una palabra hasta ese momento, se llevó la mano a la barbilla - ¿Y quienes son? ¿Te dieron sus nombres?

La condesa pareció dudar, pero finalmente respondió.

- Uno de ellos decía llamarse Luis Fernández, el otro… Erik Belmont.

Alicia casi se atraganta al escuchar aquellos dos nombres, el de su hermano y su cuñado, hermano mayor de Simon.

- ¿Otra vez… SALE EL APELLIDO BELMONT? – gritó el vampiro del cabello alborotado, cuya copa, que ahora sostenía en la mano, estalló - ¿PERO QUÉ DEMONIOS ESTÁ PASANDO?

- No pueden ser Belmonts reales – intervino la enmascarada – Schneider fue el último y se supone que no tuvo hijos, fue algo que ya se comprobó.

Empezaron de nuevo a murmurar, menos Orlox, que se mantuvo callado hasta que profirió un único y tajante “¿Seguro?”

- ¿Qué quieres decir? – le preguntó el pelirrojo.

- Siempre me he mostrado escéptico ante la extinción de los Belmont y ésta no es una excepción… los humanos no son estúpidos, no lo olvidéis, puede que Schneider Belmont y Selene Serenitee se nos adelantaran y protegieran a sus hijos de alguna forma.

De nuevo se produjo una discusión en la que, ésta vez, intervinieron todos – Laura y Alicia seguían manteniéndose al margen – y que duró hasta el final de la cena, cuando ya se hubieron retirado los platos, la enmascarada hizo una pregunta más a Erzhabeth.

- Por cierto… ¿Qué es lo que te ha retrasado tanto? ¿Qué ha llegado al punto de casi evitar que asistieras a ésta reunión?

- Ha sido un suceso – respondió la condesa – en la región Catalana… he tenido que ir de inmediato.

- ¿Algo más importante que ésta reunión? – preguntó el joven del pelo revuelto, suspicaz - ¿Y de qué se trata?

Dudó durante unos segundos, después, la vampiresa contestó.

- Se trata de los hombres lobo – explicó – como sabéis, allí se encuentra una de las principales manadas del continente ¿no? Pues bien, ha sido atacada esta misma noche, hace un par de horas.

Todos guardaron un silencio total, expectantes, no fue hasta que Orlox preguntó cuando éste se rompió.

- ¿Atacada? ¿Por quien?

- Por dos jóvenes cazadores – contestó – derrotaron al jefe de la manada en un intento por cruzar su territorio.

- ¿Y quienes eran? ¿Te lo han contado? – continuó interrogándola la anfitriona.

- Uno de ellos – suspiró – era Erik Belmont, el otro era más joven que él, no tenía mucha musculatura, era de pelo negro, ojos grises y blandía un látigo.

El corazón de Alicia dio un vuelco ¡Era Simon! ¡Acababa de describir a Simon! ¡Estaba vivo! ¡Vivo!

Incapaz de contener del todo su alegría, sonrió ampliamente mientras una tímida lágrima de felicidad recorría su mejilla, incluso Laura se inclinó sobre ella y le susurró al oído un “Felicidades” que le llegó al corazón.

Por el contrario, el vampiro del pelo revuelto estaba contrariado, él también había reconocido la descripción – salvo por lo del látigo – y gritaba enfurecido a Orlox, que aguantaba la tormenta sin variar su expresión siquiera, y no se calmó hasta que la enmascarada dio fin a la reunión.

Tras esto, uno a uno todos los Vampiros fueron desapareciendo por la puerta del salón, Orlox sin embargo se retrasó, y cuando no quedaban más que Alicia y Laura se acercó a ellas.

- Parece que tu novio es más duro de pelar de lo que pensaba.

Alicia sonrió orgullosa, en aquel momento profesaba una profunda gratitud al vampiro, pero sin embargo una pregunta no dejaba de rondar su mente.

- ¿Por qué lo dejó vivir?

- Porque tengo curiosidad – admitió – quiero ponerlo a prueba, quiero saber si es un Belmont.

- ES un Belmont – le interrumpió la Fernández.

- No lo dudo – replicó el vampiro – pero quiero cerciorarme, y ver si es capaz de dar con nosotros.

- ¿Y si es así? – Volvió a preguntar ella - ¿Qué hará? ¿Cuáles son sus intenciones?

Orlox se dio la vuelta y se encaminó hacia la puerta.

- Eso, pequeña, es asunto mío…

Laura y Alicia volvieron a los aposentos de ésta mientras Orlox alcanzaba a su colega, que caminaba sin rumbo por el castillo.

- ¿Qué opinas de esto? – le preguntó su compañero, mientras caminaban hacia una de las almenas.

- Bueno… - respondió mientras se colocaba sus características gafas oscuras – no creo que lo de la manada de Cataluña sea casualidad… si quieres mi punto de vista, acaban de desafiarnos a una partida de ajedrez… y juegan duro…

Arribaron a la almena y miraron a la luna, cuya luz se filtraba tímidamente entre las espesas nubes.

- Una partida de ajedrez ¿eh? – Preguntó maliciosamente el otro mientras jugueteaba con uno de sus mechones – bien… pues hagamos nosotros el próximo movimiento.

Más arriba, en su habitación, Alicia estaba tumbada en su cama, agarrando con fuerza su crucifijo, debatiéndose entre la alegría de saber que tanto su hermano como Erik y, sobre todo, Simon, estaban vivos y el cerval miedo a que cometieran un error, y los mataran.
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Comentarios: (del primero al último)
18:07 07/07/2007
Bastante bien como siempre.
Eso si... como usaras esta parte en el juego?
19:48 07/07/2007
¿Has jugado a Dracula X?

Secuencia animada :D, ya veré como me las arreglo xD
05:47 09/07/2007
Si, si lo he jugado. Pero como estoy jugando el RE4 lo primero que se me vinieron a la mente fueron las partes de Ashley (Leon, Help me leon! XD)
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