Prelude of Twilight

Publicado: 20:34 06/04/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
The goodbye of the Lovers

Tras dar por terminada la conversación, los dos jóvenes salieron de la cocina cogidos de la mano, ligeramente cabizbajos, tristes al saber que, apenas uno o dos días después de haberse recuperado de su crisis, tendrían que volver a separarse.

Intentado no aparentar demasiada intranquilidad, Luis alzó la cabeza sólo para encontrar una escena ligeramente diferente a la habían dejado cuando se separaron del grupo para hablar, ahora los hermanos estaban de pie y vestidos con ropa elegante.

- ¿A dónde vais con esas pintas? – preguntó extrañado.

- Nos vamos con tus padres – contestó Simon despreocupadamente mientras abrochaba su chaleco negro.

- ¿Qué?

- Habrá que comunicar nuestra decisión al pavo de la iglesia – aclaró Erik – Yo me encargo de ello, me llevo a Simon para que vea cómo va esto.

Luis y Esther se miraron, igual de confusos los dos.

- Tú no hace falta que vengas – le indicó Adela mientras se dirigía a la puerta principal y la abría.

- Aún queda mucha noche por delante – continuó Juanjo con una sonrisa – disfrutadla ¿eh?

Luis alucinaba

- ¡Bueno…! – concluyó Erik ajustándose la chaqueta – pues nosotros nos vamos… ¡Bonne nuit!

Y así, tal cual, se fueron – quien sabe si de verdad – a hablar con el tipo aquel, dejando sola a la pareja, que se quedó unos minutos parada allí mismo, sin pronunciar palabra durante unos minutos.

- Emmm… - reaccionó Esther al final – no quisiera ser una molestia pero… ¿Me enseñas tu casa?

Luis pegó un respingo

- Mi… ¿casa?

- Si, vamos… si no te molesta…

- No… ¡No, por supuesto! – el chico se rió nerviosamente - ¿Empezamos por el sótano?

Luis se adelantó y se dirigió a la puerta que, la noche antes, habían cruzado para prepararse para la batalla contra Kasa, Esther le seguía.

Ella estaba contenta por poder ser al fin partícipe de los secretos de su novio, él, nervioso por haberse quedado a solas con ella.

Y es que, a fin de cuentas, nunca habían tenido una relación “de verdad”

Cuando llegaron a la puerta el muchacho tecleó lentamente el código – “Contrólate Luis, venga ¡llevas tres años con ella por el amor de dios!” – sin molestarse en ocultarlo, al terminar se oyó el mecanismo de la cerradura y varios chasquidos, al terminar bastó con empujarla un poco para abrirla del todo.

- Siete cierres – indicó Luis con cierto orgullo – haría falta un tanque para entrar aquí.

- ¿Por qué tanta seguridad? – preguntó ella, curiosa.

- Lo verás cuando estemos abajo.

Apenas pusieron un pie en el rellano de la escalera, las luces halógenas se encendían por sí solas mientras se adentraban cada vez más, hasta que llegaron al enorme espacio iluminado.

Al verlo, Esther se quedó con la boca abierta, impresionada por la enormidad, la asepticidad y la rareza de la enorme sala.

- Esta es nuestra sala entrenamiento – comenzó a explicar Luis mientras avanzaba junto a ella hacia el armario del fondo – tú no puedes sentirlos, pero está cubierta de hechizos… paredes, techo y suelo repelerán cualquier impacto…

La chica no paraba de mirar de acá para allá, fijándose en los tatamis, lo extraños objetos de cristal, las armas de madera preparadas en los límites de algunos.

- …Aquí hay mucho material peligroso – continuó – según hemos ido alcanzando un rango mayor hemos podido bajar y usarlo… Simon no pudo hasta hace una semana, y sólo por necesidad.

Ella asintió

- Pero… las armas son de madera ¿no…? – detuvo la pregunta para pasar a otra enseguida – oye ¿y esas taquillas? – preguntó refiriéndose al armario del fondo.

- Ah… ¿eso? A ello vamos precisamente – contestó él.

Cuando llegaron Luis le pidió que cerrara los ojos mientras abría una a una las puertas.

- En realidad… - continuó explicando – esto es un armario empotrado… tenemos que cambiar las puertas… al principio sólo lo usábamos para nuestra ropa de combate… ahora… es… algo más… ¡Ya! Ya puedes abrirlos

La muchacha le hizo caso sólo para encontrarse un espectáculo más propio de las películas de corte medieval; hachas, espadas, mandobles, látigos, morningstars, látigos de cuero y cadenas, pergaminos y libros antiguos, protecciones de todo tipo y material…

- Dios… ¡Dios mío! ¿Todo esto es real? – preguntó impresionada mientras avanzaba hacia aquel improvisado almacén.

- Es nuestra armería – le aclaró él – todo esto es material que nos ha proporcionado la hermandad o hemos conseguido nosotros mismos, los pergaminos y los libros… - cogió uno del armario – son tomos de armas… literalmente

Con un gesto rápido, Luis dio un golpe frontal al aire con el libro que había cogido, abriéndolo, y haciendo salir de él varias mazas, espadas y puñales, que volvieron al interior del tomo al cerrarlo; volvió a mirar a su novia una vez acabada la demostración, y no hubiera podido determinar si tenía más abierta la boca o los ojos.

- Bueno… - continuó mientras cerraba una a una las portezuelas de las taquillas – el resto de las habitaciones son más normales, te lo aseguro.

Tras acabar, le pasó un brazo por los hombros y empezaron a andar de nuevo hacia la escalera.

- Ha sido… - repuso ella finalmente – impresionante… ¡alucinante!

Luis sonrió.

- Supongo que ya debes haber comprendido el motivo de los siete cerrojos.

Esther asintió.

Siguieron hablando – más bien ella contestaba y él respondía – hasta que volvieron por fin al salón, acto seguido y, dado que ella ya conocía la cocina, subieron al segundo piso, donde, Luis la guió al ala izquierda, con una sóla puerta.

- Este es el segundo lugar más interesante de la casa – le dijo mientras franqueaba la entrada – al menos para mí.

La pareja cruzó el umbral para entrar en una sala a oscuras, rápidamente el joven tiró de una pequeña cadena que había a su lado y una serie de bombillas que daban una tenue pero suficiente luz desveló el lugar en el que se encontraban.

Era una biblioteca de tamaño considerable y formas irregulares, Esther dedujo rápidamente que debía ser el resultado de la unión de tres o cuatro habitaciones. El lugar era, en efecto, interesante, lejos de haber libros de lectura comunes todo era tomos viejos, con los lomos grabados en leguas a cada vez más extrañas, desde el castellano antiguo al latín, por mencionar dos de la que la chica podía distinguir, las estanterías prácticamente forraban las paredes y en el centro había una mesa, similar a la mesa de comedor de la cocina, en la que reposaban en un extremo una pila de libros y, en el otro, un solitario libro alumbrado por dos velas con una llama cuyas tonalidades variaban entre el rojo y el verde.

- ¿El segundo lugar más interesante para ti? – Preguntó ella divertida pero sin salir de su asombro mientras se adentraba en la librería – no sabía que te gustaba tanto leer.

- ¡Nah!, leer me aburre – admitió el – pero el contenido de los libros sí que me es útil, aquí hay manuscritos de magia medicinal, magia ofensiva, tratados de anatomía y manuales de artes marciales por mencionar algunos.

- ¿Los estudias?

Luis, que le había echado la vista al libro franqueado por las dos velas, se adentró también en el lugar.

- A veces – contestó mientras hojeaba el libro - ¡Ey! Parece que mi padre ha destruido éste – exclamó alegre dándose cuenta de que era el libro que Simon y Erik habían encontrado en la gruta.

Ella acudió a donde se encontraba Luis y se fijó en las páginas del libro.

- ¿Destruido? – Preguntó extrañada – pero si está entero… hasta tiene texto.

- Sí, pero – el joven se detuvo en una página cualquiera – intenta leer una palabra.

Ella abrió la boca, parecía costarle muchísimo pronunciar el más mínimo sonido sacado de aquellas páginas.

- ¡Pero qué pasa! – exclamó rendida.

- La mejor forma de destruir un libro no es quemarlo o borrarlo – explicó – es destruir su espíritu… destruir aquello que crea un vínculo con el lector.

- ¿Lo mata? – preguntó Esther sin estar muy segura de entenderlo.

- Por decirlo de alguna forma – respondió él - ¿Hay algo que quieras mirar aquí?

Ella negó con la cabeza.

- Bueno, pues vamos a ver la parte “normal” de la casa.

Luis la llevó a ver las habitaciones una por una, la primera la de sus padres, todo un nidito de amor con una cama de matrimonio bien mullida, un armario, una mesita de noche a cada lado del lecho, una televisión plana – bastante grande, por no decir demasiado – y, como nota curiosa, un maniquí con una coraza azul de rebordes dorados y unas grebas que descansaban a su lado.

La segunda habitación era la de los hermanos Belmont, con dos camas separadas, una mesita de noche común y un armario empotrado de dos puertas – ella imaginó que una para cada hermano - , encima de la cama de Erik descansaba su doble cinturón junto a su espada y la ropa que había llevado, cuidadosamente doblada, con las grebas de color plúmbeo a los pies de la misma, mientras que en la cama de Simon solamente se hallaban el látigo, la cota de anillas y los guantes, dejados de cualquier manera, sin rastro de las botas – Luis supuso que se encontrarían bajo la cama -.

Al llegar a la habitación de Alicia el chico se derrumbó ligeramente, acostumbrado a entrar y encontrarse a su hermana escuchando música, recibir un zapatillazo por pillarla cambiándose o sencillamente contemplarla dulcemente dormida, entrar y encontrar la cama hecha, su ropa de diario pulcramente doblada y su escritorio con los libros aún abiertos después de su última sesión de estudio le resultaba desolador; dándose cuenta de esto, Esther le apretó la mano cálidamente, confortándole y dándole la entereza que, pasada una semana de su forzada ausencia, empezaba a flaquear.

Finalmente llegaron al último dormitorio, el suyo, con la puerta cerrada y más separado que el resto, parecía buscado a posta – y de hecho así era – para tener momentos de tranquilidad e intimidad. Esther sonrió nerviosa.

Al fin iba a entrar en la habitación de su novio, después de tres años.

Luis giró el pomo de color dorado y abrió la puerta, su habitación, más grande que la de los demás, era también diferente en decoración y composición, de paredes pintadas de color crema, con el armario al lado de la puerta y un maniquí – del mismo estilo del que sujetaba la coraza en la habitación de Juanjo y Adela – al lado izquierdo, pegado a la ventana, unas estanterías en la pared frente a la cama albergaban unas cuantas películas en DVD y un pequeño escritorio en la esquina alojaba una televisión de unas diecisiete pulgadas y un reproductor.

Esther se adentró unos pasos, fascinada; era mucho más sobria de lo que había imaginado.

- ¿Qué te parece? – preguntó él mientras bajaba la persiana.

- Preciosa – contestó ella con una sonrisa de oreja a oreja.

Hubo un momento de silencio que Luis rompió dirigiéndose de nuevo a ella sin darse la vuelta.

- Ahora que ya has visto mi casa… puedo enseñarte algo más.

Dicho esto se quitó el guante y se desabrochó el chaleco, despojándose de él y dejándolo en el maniquí para darse la vuelta y mostrarle a Esther, avergonzado, algo que llevaba tres años ocultándole.

Un torso lleno de cicatrices que iban desde pequeñas heridas a grandes laceraciones que cruzaban su abdomen.

Esther se llevó las manos a la boca, horrorizada.

- ¡Dios! Cariño… pero qué…

- Estas heridas – explicó él – me las he hecho en las misiones más peligrosas que he cumplido… las de los brazos no son muy profundas y desaparecen con facilidad, pero estas… - cerró los ojos, resignado a lo que estaba haciendo, en realidad era lo único que le quería seguir ocultando – algunas tienen ya hasta cuatro años.

- Dios… - articuló ella, asustada, mientras avanzaba hacia él – era por esto… nunca querías ir a la playa ni a cualquier sitio donde tuvieras que quitarte la camiseta…

- …Y cada vez que hacíamos el amor, tenía que ser a oscuras…

- Todo esto… en tus misiones… - Esther puso su mano sobre una de las cicatrices más grandes y la acarició – es horrible…

Luis le retiró la mano sonriendo, halagado por su preocupación, su escandalización… de alguna forma, gracias a ella se había olvidado de su vergüenza… esperaba que huyera horrorizada o algo.

- Por esto – dijo mientras se daba la vuelta, apoyándose en el escritorio – no quería decirte nada… sin duda también está el tema de las normas, pero… - suspiró – nos jugamos la vida en cada batalla, lo mismo nos topamos con criaturas menores que con verdaderos demonios… no quería decírtelo para que no te preocuparas.

Sin saber cuando darse la vuelta – no tenía ganas de ver la cara de preocupación de su novia, la verdad – echó un vistazo al escritorio, al entrar le había parecido ver algo raro en él, era una especie de forma amarilla de plástico, lo localizó, identificó la forma enseguida… pero no podía ser…

Un… preservativo… nuevecito.

Lo cogió disimuladamente y le dio la vuelta, había algo escrito con tinta indeleble:

“Iba a comprar una caja pero no quería cambiar el billete, ¡que lo pases teta!”

¿El firmante?

Erik Belmont

“Iban a acompañar a mis padres, ya…” – pensó mientras estrujaba el condón entre sus manos – “Su puta madre…”

Seguía maldiciendo a Erik, Simon y la madre que los parió cuando la mano suave y cálida de Esther le acarició la cintura, decidió esperar unos segundos y ésta le abrazó, primero apoyando sólo la cadera y después, subiendo su abrazo hasta el torso, todo el cuerpo.

- ¿Luis…?

- Er… dime…

La voz de la chica sonaba ahora melosa, con un tono dulce y cariñoso que le acariciaba dulcemente, envolviéndolo en un suave bienestar.

- Oye… ¿Cuánto hace que no… lo hacemos?

El muchacho tragó saliva, de repente se sentía a punto de estallar, si aquello fuera un dibujo animado fijo que le saldría vapor a presión por las orejas.

- Puesssss – se había embotado, ahora le costaba pensar – desde tu cumpleaños, más o menos…

- Casi seis meses… – concretó ella.

Si, seis meses, y él llevaba tiempo notándolo, en aquella época hacía poco que habían discutido por lo mismo de siempre e intentaban encauzar su relación, el día del cumpleaños de ella Luis consiguió escabullirse de hacer patrulla nocturna y lo celebraron juntos, finiquitándolo con una guinda deliciosa.

Después todo empeoró.

Pero todo aquello quedaba asombrosamente lejano ahora, el presente era muy distinto…

Suavemente, se irguió, y acarició las manos de su novia con las suyas.

- Me has cogido de sorpresa con esto – reconoció.

- El cazador cazado ¿eh? – le preguntó ella suavemente sin dejar de acariciarlo.

Luis se dio la vuelta, con el “regalito” de Erik en la mano. ¿Quién hubiera dicho que iba a acabar usándolo de verdad?

Lentamente acercaron sus caras el uno al otro, él le besó la frente, después juguetearon un poco con sus narices, sonrieron y cerraron los ojos, buscándose para darse un beso.

Un beso tierno, cálido.

Húmedo.

Sin darse cuenta ya se habían cogido de las manos, ella le arrebató suavemente el condón y acto seguido lo tiró al suelo.

- Lo quiero todo natural – le susurró al oído antes de besuquearle el cuello.

- Se hará como tú quieras – contestó el con una sonrisa.

Acto seguido volvieron a besarse.

Sus manos se desentrelazaron para pasar a abrazarse, y de ahí a acariciarse mutuamente, él no tardó mucho en desabrochar un botón de la blusa y hundir sus labios en el escote, haciéndola jadear de excitación, ella le puso la mano sobre la cabeza, acariciándole el cabello.

Poco a poco Luis fue subiendo besándola y acariciándole la piel con sus labios hasta llegar de nuevo a su boca, desabrochándole lentamente la prenda mientras le masajeaba el pecho y la besaba, cuando al fin la desnudó de cintura para arriba se separó de ella, jadeando los dos, y la miró directamente a los ojos.

- A estas alturas esta pregunta es una tontería – le dijo – pero, igualmente ¿quieres continuar?

Esther sonrió, pero su mirada tenía un aire triste.

- Lo más seguro es que mañana por la noche ya no estés aquí – respondió ella – quiero que sea inolvidable… darte algo en qué pensar cada vez que te acuestes.

- ¿A mí sólo?

La dulce sonrisa de la muchacha se volvió picarona.

Se sentaron juntos en la cama, besándose y acariciándose hasta que ella se dejó caer, arrastrándolo, y así mismo continuaron desvistiéndose, sin dejar un solo centímetro de piel por recorrer con sus manos y sus labios, desvelando su océano, y buceando en el del otro.

Sintiéndose hasta niveles que nunca habían experimentado, despertando sensaciones dormidas durante incontables días.

Hasta que el deseo superó a la razón, y se ofrecieron el uno al otro, haciendo físicos sus sentimientos.

Ardiendo de pasión, se fundieron en un solo ser, perdiendo la noción del tiempo en una noche eterna que duró apenas un segundo.
3 comentarios :: Enlace permanente
Compartir Compartir
FacebookCompartir
TuentiCompartir en Tuenti
MenéameMenéame Enviar
Comentarios: (del primero al último)
22:40 06/04/2007
La virgen,

No sabía que te gustaba escribir cabroncente, creo que me voy a poner a leérme todos los capitulillos y eso que yo jamás he jugado a un castlevania, pero confío en que lo que escribes está entretenido :D ¡ya te daré mi opinión! Hale, a leer.

Te remitiría a mi blog donde colgué cosas que escribí hace tiempo pero me lo tienen baneado también :D ¡¡qué dura es la vida del que habla sin tapujos!!
22:41 06/04/2007
Qué bestia soy, he puesto leérme :O merezco la muerte.
14:52 07/04/2007
Woot, Sepso!! :)_

Enhorabuena por el fanfic, Osaka ;)
Participa con tu Comentario:

No puedes poner comentarios. Necesitas estar registrado en Vandal Online. Regístrate aquí o Haz Login.

Prelude of Twilight

Osaka_no_Kotatsu
Blog de Osaka_no_Kotatsu
Blog de Osaka no Kotatsu

Posts destacados por el autor:
· Script para el Mando Clásico normal de Wii en GlovePie
· Análisis Xenoblade Chronicles
· Mi baremo de calidad con 3DS
· Paso Twilight Rhapsodia a otro blog
· Tengamos la fiesta en paz
· ¡Al rico Pikachu oiga!
· Descarga Directa: Pokémon Stadium 2: Gold and Silver Original Soundtrack
· GREATEST-REMIX-EVER
· (Re-subida) [CastleVania: Twilight Rhapsodia <El juego>] Prueba de efectos V1
· [Pikmin] Ai no uta (Canción de amor)
· Petición online: Winter
· Avance Castlevania Judgment
· De vuelta al online (Todos mis Codigos Hamijo aquí)
· 10 años de Twilight Rhapsodia
· Impresiones de Smash Bros Brawl [FC Incluido]
· [Indice] La Muerte del Toro Dorado
· Avance CastleVania: Portrait of Ruin
· [CastleVania: Twilight Rhapsodia (El juego)] Schneider Beta: Control Test
· Mi primer articulo en Vandal
· Por qué Osaka?
· ¿Quien sooy?






Blogs amigos:
AHG
AlberKomatsu
alw
ASTURmatr
Baharroth
Bronco
Buitrako
D4RK0
De-mon
Dmonk
EASMO
Eikichi Onizuka
Gel-chan
GenG
hannibal smith
HeinzCube
Ikkitousen-Hideki
In the Flesh
Isnard
Jimmytrius
Jirachi
jma21
JoseDek
Kanevsky
Keiishi Viciat
Kurayami
MaNrAy
MiwE
MuteCity
Nahar
NeoYoshimitsu
Nosferatum
Nosgoroth
Peluchonazo
pgrandio
pirucho
Quistis Trepe
rma_rafagas
Rod Aran
RojoRedRouge
santimz
Sargon
shikamaru252
ShintaKun
Shoot Gunner
Sinnay_Sanolym
sojiro seta
Sonny Chiba
Space_Pirate Ridley
THE UDAMASTER
Thomas Light
Toshiro Mifune
Vikutoru
Wyxan
Xoalde
Yunita
Zebes
Zeroshcr
ZZGRST
[EklipticO]
_-Sheik-_


Categorías:
CastleVania: Twilight Rhapsodia
Delirios y Cabreos Pikmin
Otras obras
PC Gaming
Reflexiones de un friki
Saga CastleVania
Twilight Rhapsodia: The Game
Índices


Archivo:
Octubre 2018
Septiembre 2018
Enero 2016
Diciembre 2015
Octubre 2015
Febrero 2013
Diciembre 2012
Septiembre 2012
Agosto 2012
Julio 2012
Junio 2012
Mayo 2012
Abril 2012
Marzo 2012
Febrero 2012
Diciembre 2011
Noviembre 2011
Octubre 2011
Septiembre 2011
Agosto 2011
Julio 2011
Junio 2011
Mayo 2011
Marzo 2011
Enero 2011
Diciembre 2010
Noviembre 2010
Octubre 2010
Septiembre 2010
Agosto 2010
Julio 2010
Junio 2010
Mayo 2010
Abril 2010
Marzo 2010
Febrero 2010
Enero 2010
Diciembre 2009
Noviembre 2009
Octubre 2009
Septiembre 2009
Agosto 2009
Julio 2009
Junio 2009
Mayo 2009
Abril 2009
Marzo 2009
Febrero 2009
Enero 2009
Diciembre 2008
Noviembre 2008
Octubre 2008
Septiembre 2008
Agosto 2008
Julio 2008
Junio 2008
Mayo 2008
Abril 2008
Marzo 2008
Febrero 2008
Enero 2008
Diciembre 2007
Noviembre 2007
Octubre 2007
Septiembre 2007
Agosto 2007
Julio 2007
Junio 2007
Mayo 2007
Abril 2007
Marzo 2007
Febrero 2007
Enero 2007
Diciembre 2006
Noviembre 2006
Octubre 2006
Septiembre 2006
Agosto 2006
Julio 2006
Junio 2006
Mayo 2006


Vandal Online:
Portada
Blogs
Foro

Blogs en Vandal · Contacto · Denunciar Contenido