Prelude of Twilight

Publicado: 21:14 25/01/2009 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Teus Deus Meus (In manibus tuus)

Sin darse la vuelta, Simon pudo sentir una temible presencia apoderarse del ambiente, un aura pacífica pero llena de odio y soberbia.

- ¿Obligarte? – dijo la voz del recién llegado - ¡Ja! ¡Haré que me supliques clemencia por tu osadía!

El joven Belmont sintió unas violentas corrientes de aire pasar a su izquierda y derecha, logró ver dos formas translucidas que a su paso abrieron sendos surcos en el suelo asfaltado, retirándose con rapidez para después golpear con fuerza el firme frente suya así como a su espalda, agrietándolo y hundiéndolo.

Simon ni se inmutó.

- ¿Paralizado por el miedo, chico? – preguntó la voz con aires de superioridad - ¿Qué se siente al saberse a punto de ser chafado y no poder ver qué es lo que te va a aplastar?

De nuevo, sin respuesta del muchacho, que se limitó a caminar tranquilamente a una esquina en la que dejar tumbado al pequeño Cecil.

- Siento decepcionarte – articuló al fin el Belmont – pero ni me he quedado paralizado ni tengo miedo, y por supuesto puedo ver esas manos enormes con las que dices poder aplastarme.

Y es que en efecto así era; aunque muy levemente, Simon podía vislumbrar las dos gigantescas manos fantasmales con las que su adversario lo amenazaba.

- ¿Qué no tienes miedo? – lo cuestionó el recién llegado - ¿Qué puedes ver mis apéndices? ¡Eso está por demostrar!

Fue automático, Simon se dio la vuelta con rapidez al sentirse en peligro y lanzó un latigazo horizontal con el que golpeó directamente la mano translucida con la que su adversario, al que en ese momento pudo ver, intentó atacarle.

Era un vampiro joven de rostro andrógino y expresión altiva, su piel mortalmente pálida parecía refulgir bajo la luz de luna, contrastando con su cabello negro, lacio hasta las puntas, que caían onduladas sobre sus hombros; vestía un traje negro de época, con una insignia plateada aparentemente bordada en la solapa de la chaqueta, sobre su pecho; de su espalda emergían las dos enormes manos, unidas a el por una suerte de brazos desarticulados y flexibles, blanquecinos y translucidos.

- ¿Quién eres tú? – preguntó el muchacho a su recién descubierto enemigo.

- Esa es la pregunta que yo debería hacerte – contestó este con una media sonrisa, dejando al descubierto sus colmillos - ¿no te parece? Tu presencia me resulta molesta.

Simon sonrió, divertido.

- ¿Molesta?

- Apareces de la nada, dificultas una de mis capturas y cuando estoy a punto de lograr otra ¡Te interpones y destruyes a mi criatura! – llevó su mano derecha a la muñeca de la izquierda y viceversa, al parecer desabrochaba sus gemelos – No te voy a negar que estoy impresionado – sacudió ambos brazos con fuerza, antes de dejarlos caer en pose relajada - ¡Pero tu mera existencia me irrita!

Terminada la parrafada del vampiro se produjo el silencio, éste tardó en darse cuenta de que Simon lo miraba con odio, de hecho la mano en la que sujetaba el látigo temblaba.

- ¿Has dicho TU captura? – preguntó este con los dientes apretados.

- En efecto – contestó el chupasangres como si la cosa no fuera con él – ese chico es mi presa.

- ¿¡Has dicho TU criatura!?

La segunda pregunta estaba imbuida de pura ira, el vampiro arqueó una ceja al observar que el aura de Simon crepitaba como una furiosa llama.

- Entonces… ¡tú eres el autor de los secuestros!

El recién llegado comprendió enseguida, y sonrió con malicia.

- Puede que sí, puede que no – respondió - ¿Qué pasaría si así fuera?

El joven Belmont estalló enseguida, corriendo hacia él.

- ¡¡¡Que esta sería la última noche de tu existencia!!!

El aura de Simon se tornó arco iris, envolviendo el látigo, que brilló intensamente mientras el muchacho se acercaba al vampiro y lanzaba su primer golpe.

- Pobre niñato iluso…

Inmediatamente se vio rechazado por una de esas gigantescas manos; Simon se acordó de ellas demasiado tarde, tras caer al suelo derribado.

Se levantó mientras escuchaba la risa burlona del vampiro.

- ¡Pero vamos a ver! ¿Quién te crees que soy? – exclamó este - ¿Me crees tan estúpido como para quedarme quieto mientras vienes a por mí? ¿O es que piensas que estas dos – golpeó el suelo con los apéndices fantasmales – están de adorno?

El muchacho alzó la cabeza, sintiendo un desprecio y asco tremendos al mirarlo.

- Dime ¿Quieres jugar un rato? – le preguntó con altivez.

Tras eso, el Belmont tuvo el tiempo justo para reaccionar, rodando a un lado para no ser aplastado y justo después al otro, por la misma razón; intentó levantarse en un par de ocasiones infructuosas, ya que inmediatamente se veía empujado hacia el suelo de nuevo.

- ¡Joder! – exclamó en voz alta bajo la despectiva mirada del vampiro.

Tras forcejear inútilmente durante unos minutos, Simon logró liberarse gracias a una difícil maniobra, lanzando un latigazo a las manos fantasmales mientras rodaba; cuando al fin se incorporó no se lo pensó dos veces y lanzó una lighting ball al vampiro, que se limitó a hacerse a un lado para evitarla.

- ¿Sacando las uñas, cachorrito? – articuló socarronamente.

- ¡Y mucho más que las uñas! – respondió el joven mientras se abalanzaba de nuevo - ¡Te voy a mostrar de qué estoy hecho!

Saltó en el momento justo en el que uno de los apéndices intentaba detenerlo y golpeó al otro con un sonoro latigazo, dejándose el camino libre para atacar al chupasangres con un Holy Punch, pero se llevó una desagradable sorpresa cuando todos y cada uno de sus golpes impactaron contra una sólida barrera invisible.

Cayó al suelo con el tiempo justo de dar una voltereta para evitar el contraataque de su adversario, que llegó en forma de un gigantesco puñetazo.

“Una barrera” pensó “Que típico…”

Saltó atléticamente hacia atrás para esquivar un segundo golpe, y en mitad de la voltereta aérea se dio la vuelta, dispuesto a atacar de nuevo con su látigo, pero se vio empujado hacia el suelo por una potente fuerza que lo aplastó por un segundo.

- ¿No tienes otra forma de atacar que intentar aplastarme contra el suelo? – preguntó mientras se levantaba, desafiante – espero que esto no sea todo lo que tienes que ofrecer, porque – embistió de nuevo - ¡resulta bastante ridículo!

Sintió de nuevo las dos manos echársele encima, las esquivó dando un salto primero a un lado y después a otro y saltó para colocarse a la altura del vampiro, al que se dispuso a fustigar con su arma.

- No vayas a creer que esto es lo único que tengo – respondió este, sonriendo con confianza.

Sin responder, el joven Belmont atacó de nuevo, pero una vez más el látigo no encontró a su objetivo, en lugar de eso chocó con algo que Simon no pudo identificar y se produjo una pequeña pero potente explosión que lo derribó de nuevo, tomando tierra de pie con dificultad.

- ¿¡Qué diantres…!?

Apenas reaccionó a tiempo para esquivar tres certeros proyectiles, similares a flechas, que se estrellaron y desintegraron contra el ya maltratado asfalto. Ante su sorpresa el vampiro soltó una risotada.

- ¿¡Sorprendido!? – exclamó con satisfacción - ¡No deberías! ¿Acaso no recuerdas que fui yo quien creó a esa enorme sombra? Con todo lo que te ha enfurecido… ¿Ya se te olvidado?

Sin responder, el joven se puso en guardia de nuevo, recordaba haber oído hablar vagamente de aquello en los entrenamientos colectivos a los que Juanjo y Adela los sometían de vez en cuando, gente capaz de manipular la oscuridad a placer…

“Oscuros”

Recordaba que Juanjo pasó más de una hora hablando de aquello, pero él no prestó atención, por aquel entonces estaba más centrado en poder perfeccionar su dominio del látigo.

Pero, hablando con él y con Erik sobre Kasa, Luis mencionó que éste utilizaba su sombra para atacar, y que esto era imposible.

Sombra… oscuridad… ¿Dónde estaba la diferencia?

Estaba en estas cavilaciones cuando se dio cuenta de que su adversario esperaba algún gesto suyo, tal vez sorpresa o pavor pero, pensó, se iba a quedar con las ganas.

No había lugar para la sorpresa cuando había una vida en juego, y el miedo nunca era bienvenido.

Se preparó para recibir el siguiente embate, lo evitó de nuevo y echó a correr hacia el vampiro que, como había hecho durante todo el rato, lo esperaba en su sitio sonriendo con soberbia, levitando a un par de metros del suelo.

Para el joven Belmont aquello resultaba particularmente irritante e incluso insultante, ya que era evidente que lo menospreciaba.

“Veremos si sigues igual después de esto” pensó mientras, en carrera, se ponía en guardia, afinando al máximo sus sentidos.

El nosferatu reaccionó como él esperaba, lanzando una de sus gigantescas manos para detenerlo, en respuesta Simon saltó y – sin saber cómo, sencillamente lo hizo – la usó como apoyo para impulsarse un poco más alto y encontrarse una segunda respuesta a la que contraatacó golpeando con un latigazo descendente. Ahora, con ambos apéndices fantasmales en el suelo, lejos de su posición, podía lanzar su golpe.

En menos de un segundo elevó su aura todo lo que pudo e invocó en su cuerpo el fuego de la purificación para, justo después, concentrar toda la energía reunida en el látigo.

Todo había de suceder en un instante.

- ¡¡¡FLAMING WHIP!!!

El arma tomó una longitud insondable y, envuelta en llamas, se convirtió en una enorme estela anaranjada que embistió a la criatura de la noche bajo el mando de Simon; éste esperaba que su adversario hiciera el más mínimo amago de esquivarlo, pero se limitó a cruzarse de brazos y sonreír. Instantes después, con un ensordecedor estruendo, el ataque chocaba directamente con la barrera que antes había detenido el Holy Punch, intentando traspasarla por unos instantes antes de que el joven cayera al suelo, atónito.

Esta vez la sorpresa había sido mayúscula, había puesto toda su alma en aquel potentísimo latigazo llameante ¿Por qué había fallado entonces?

No pudo pensar en ello por mucho más tiempo, ya que antes de tocar el suelo se vio golpeado por un tremebundo puñetazo de aquellas temibles manos, dando su espalda contra los muros del desvencijado solar.

Cayó al suelo boca abajo, resoplando y tragando polvo al incorporarse de nuevo, mientras la mirada del vampiro se clavaba en su ser.

- ¿Te das cuenta ahora de lo estúpida que resulta tu intención, muchacho? Todos tus esfuerzos son – golpeó el suelo con sus fantasmagóricos puños - ¡Inútiles!

Sin darle tiempo a levantarse, lanzó contra el Belmont otra serie de proyectiles oscuros que éste no pudo evitar, sin embargo no emitió quejido alguno, ahogando un grito de dolor entre sus dientes.

- ¿¡Estúpida!? – exclamó Simon mientras se levantaba con dificultad – ¡Prefiero llevar a cabo actos estúpidos que no dejar que todo pase sin hacer nada al respecto!

Se alzó de golpe y encaró de nuevo a su enemigo, las heridas de su espalda sangraban y sus piernas temblaban ligeramente.

- Puede que mi intención sea estúpida – continuó - ¡Pero igualmente te venceré!

A la carga otra vez; en esta ocasión decidió actuar de un modo más reflexivo e intentar averiguar cómo echar abajo esa barrera.

“Si los cazadores usáramos sólo nuestros músculos ya nos habríamos extinguido” solía decirle Erik cuando cometía alguna estupidez en los entrenamientos “La evolución nos ha proporcionado un cerebro complejo ¡Aprende a utilizarlo!”

Con el látigo enrollado en su mano derecha, preparó en la izquierda una lighting ball que contuvo en ella cerrando el puño para retener la energía, no se había acercado demasiado cuando vio que su adversario ya preparaba su contraataque, una serie de flechas oscuras  que evitó fácilmente sin dejar de avanzar, sonrió al ver que el siguiente envite era otro puñetazo, que esquivó haciéndose a un lado e iniciando una carrera lateral, sin perderlo de vista.

- Por mis cojones – se dijo – que te vas a mover de ahí.

Esquivado el primer golpe, vio venir el segundo, que sencillamente no tuvo ni que esquivar, y un tercero que rechazó de un latigazo.

Por su parte el nosferatu parecía extrañado, aparentemente esperaba que Simon embistiera de nuevo como en las ocasiones anteriores, y aquello lo había descolocado.

Pero la sorpresa no le impidió tomar represalias, buscando frenar lo que fuera que se trajera el Belmont entre manos, volvió a realizar una invocación de gravedad sobre él que, ésta vez, no tuvo el efecto deseado, ya que las rodillas del muchacho sólo se doblaron un poco, frenándolo apenas unos momentos antes de lanzar contra él otra andanada de proyectiles. Simon empezaba a preguntarse si acaso no tenía otras tácticas.

Tal vez, pensó, su mayor poder fueran esas manos y esa barrera, o puede que precisamente por estos dos elementos no sintiera la necesidad de realizar más movimientos. Como fuera, quería descubrirlo cuanto antes.

Empezó a avanzar mientras aún corría en círculos, describiendo así una trayectoria espiral; cuando finalmente se encontraba a una distancia en la que el ataque resultaba viable lanzó al vampiro la lighting ball que tenía preparada y esperó resultados, encontrándose con lo mismo que había sucedido en la ocasión anterior: se vio obligado a moverse para evitarla.

Le resultó raro, ya que había apuntado exactamente al mismo lugar donde golpeó con el Flaming Whip. El que se viera obligado a evitar una técnica tan sencilla como su bola de luz debía significar algo…

Se detuvo con un frenazo al tiempo que recibía otra descarga de flechas oscuras, rápidamente levantó una Deffensive Cross para detenerlas y decidió probar de nuevo, respondiendo con una nueva Lighting Ball.

El mismo efecto otra vez.

“Hora de lanzarse a la piscina” pensó mientras la cruz defensiva se desvanecía.

Vio venir un nuevo directo, saltó sobre él y lo usó para impulsarse, siendo el siguiente golpe un manotazo con la única intención de aplastarlo; lo rechazó con su látigo y saltó de nuevo, con toda la potencia de sus piernas, hacia el chupasangres; habida cuenta de que, en apariencia, sus latigazos no podían traspasar la barrera mientras que las lighting balls sí, decidió ser creativo y arriesgar, conjurando una de ellas en su mano derecha y envolviendo el arma con ella en pleno salto; su siguiente movimiento, por descontado, fue atacar con un poderoso golpe que, otra vez, dio de lleno contra la dichosa barrera, pero en lugar de darse el efecto esperado – rechazo inmediato – pareció penetrarla levemente, haciendo el impacto moverse un poco a su adversario.

Al caer de nuevo en el suelo Simon se hallaba sorprendido, pero gratamente en esta ocasión; creía haber encontrado la debilidad de aquella barrera, y tal vez conociera el modo de romperla.

Por su parte, su enemigo había perdido la sonrisa y ahora lo miraba con algo de odio; se pudo ver algo de sangre fluir desde la comisura de sus labios cuando apretó los dientes.

- Tú… niñato… - masculló.

El chico se apercibió de que, de repente, el tono pacífico de su presencia desapareció, pasando ahora a estar cargada de ira.

- ¿¡COMO TE HAS ATREVIDO A TOCAR MI ROSTRO!? – Gritó al tiempo que, de él, surgía una poderosa corriente de energía oscura que obligó al Belmont a cubrirse el rostro con los brazos.

- Así que nos ha salido narcisista el julai… - se dijo mientras luchaba contra el pequeño vendaval – Ahora veremos de qué es capaz.

Apenas había terminado de hablar cuando sintió un extraño peligro, y retiró los brazos justo a tiempo para ver cómo una suerte de “ola” oscura se abalanzaba contra él sin darle tiempo a esquivarla, y al ser tragado por ella sintió como si le golpearan por mil sitios, perdiendo momentáneamente las fuerzas y viéndose obligado a hincar la rodilla en el suelo por un momento.

Al volver a alzar la vista encontró que el vampiro lucía ahora una sonrisa sardónica que coronaba una estampa macabra, con su cuerpo rodeado por un aura negra como la noche; además las gigantescas manos habían adoptado una tonalidad diferente y eran completamente visibles.

“Esto se pone serio…” Acertó a pensar el muchacho antes de verse obligado a esquivar, con un salto hacia atrás, el primer golpe de aquellos titánicos puños.

El segundo lo rechazó con un latigazo de gran potencia, daba la sensación que con la solidez aquellos apéndices habían ganado también una fuerza tremenda.

Se concentró; no le costó mucho mentalizarse de que el combate iba a ser mucho más duro desde ese mismo instante, y probablemente tuviera que dar el 110% en él.

Rápidamente echó a correr de nuevo hacia el vampiro, debía comprobar si su idea tendría efecto de nuevo y, de ser así, hacer uso de ella hasta echar abajo por completo aquella barrera antes de hacer nada más, de modo que convocó en su látigo el poder de varias lighting balls y se preparó para lo que estaba por venir que no era, desde luego, halagüeño.

Para detener su avance el chupasangres lo acosó con ambas manos y lanzó contra él verdaderas lluvias de flechas oscuras que el joven Belmont tuvo la suerte de evitar por escasos milímetros; cuando al fin se encontró cerca suya tomó impulso y saltó con todas sus ganas dispuesto a repetir la hazaña anterior, pero esta vez su adversario no se quedó quieto, si no que contrarrestaba cada golpe con sus propias manos, protegidas por una fina capa sombría, de modo que Simon vio desvanecerse, choque a choque, el poder que había puesto en su arma y se vio obligado a retirarse cuando ésta perdió toda la energía con la que había sido imbuida.

Al dar de nuevo con sus pies en el suelo retrocedió y se puso en guardia, esperando ser atacado por otra ola de oscuridad, pero en lugar de eso vio como el vampiro alzaba los brazos y, en diversos puntos a lo largo de todo el solar, la oscuridad se concentraba en crecientes jirones que tomaban densidad y cuerpo paulatinamente.

No le costó nada reconocer a las invocaciones: eran sombras como las que había derrotado hace un rato.

- No pienso mancharme las manos con tu asquerosa sangre humana, niñato – articuló el vampiro mientras cada una de las sombras se posaba en el suelo - ¡Mis secuaces se ocuparán de ti!

Tras esto chasqueó los dedos y, a la pronunciación de la palabra “muere”, la vorágine comenzó.

Centenares de pequeñas sombras se abalanzaron sobre el rodeado joven, que la primera medida que tomó fue invocar un sello sagrado a su alrededor para paralizar a las más cercanas y derrotarlas con un latigazo circular, a lo que siguió abriéndose paso golpes, buscando una posición desde la que pudiera tener las espaldas cubiertas y hacer frente a todas cara a cara.

Sin embargo no resultaba tarea fácil, las de antes eran solo siete y éstas se contaban por docenas, en apenas unos minutos había recibido gran cantidad de impactos e incluso habían logrado retenerlo un par de veces, pero la luz que era capaz de generar con su aura lo salvó de ser atrapado en varias ocasiones.

Eventualmente lanzaba una furtiva mirada a su adversario, su intuición le decía que por alguna razón buscaba verlo ejecutar el Holy Cross, pero Simon conocía sus límites y sabía – o al menos creía – que, si lo usaba de nuevo, caería agotado y sin posibilidad de recuperación, siendo derrotado de nuevo.

No, las soluciones fáciles no servían de nada esta vez, debía usar la cabeza.

Finalmente logró alcanzar una de las esquinas del solar, precisamente donde había situado al pequeño Cecil, y desde allí empezó a repeler como buenamente podía a los espectros, que poco a poco iban cayendo bajo la potencia de sus golpes.

¿Pero cuanto tiempo podría aguantar así?

Comenzó a realizar movimientos más amplios con el fin de golpear a más objetivos, su látigo emitía un pequeño destello cada vez que entraba en contacto con aquellas criaturas oscuras y su aura, al principio blanquecina y tranquila, se agitaba adquiriendo, una vez más, los diferentes colores del arco iris.

Algo le sucedía, algo nacía en su interior, pero no podía imaginar qué.

Lo único que sabía era que había una vida que proteger.

La situación era demasiado similar al rapto de Alicia, y no podía permitir que terminara de la misma forma.

Obnubilado por el continuo acoso, las estrategias se le agotaban – tampoco era capaz de pensar demasiado – y cada vez tenía más presente la idea de recurrir de nuevo al Holy Cross, por más que conociera los riesgos.

Estaba a punto de darse por vencido y llevarse a cuantos enemigos pudiera por delante antes de morir bajo aquella avalancha de sombras cuando tuvo otra ocurrencia, tan loca como aquella con la que descubrió la debilidad de la barrera del vampiro, pero precisamente porque aquella había funcionado algo en su corazón le decía que esta no podía fallar.

Como pudo, realizó un latigazo circular y plantó su mano izquierda en el suelo.

- ¡¡¡HOLY SEAL!!!

El sello sagrado apareció en el suelo, de varios metros de diámetro, atrapando en él a todas las sombras que en aquel momento tocaban el suelo, pero su plan no terminaba ahí, con gran esfuerzo concentró una gran cantidad de energía en su interior y la proyectó a través de la mano hacia el firme, emergiendo por toda la superficie del sello como un Geiser de luz y volatilizando a todos los espectros que quedaron atrapados en él.

El vampiro había contemplado todo esto atónito, viendo como aquel ridículo adolescente se llevaba de un plumazo casi una cincuentena de esbirros.

¿Dónde estaba el límite de aquel muchacho? ¿Sería verdad que, tal y como había manifestado Orlox en más de una ocasión, era un miembro del supuestamente desaparecido clan Belmont?

Por su parte Simon comenzaba a flaquear, más desahogado ahora viendo la escasa cantidad de sombras que habían logrado escapar a su improvisada combinación de técnicas, pero el desgaste comenzaba a ser notable.

Su adversario se dio cuenta de esto y pasó de la sorpresa a la satisfacción.

- ¿Te das cuenta? – preguntó desde su posición, sonriendo de nuevo con altivez – ¡Mira como estás por oponerte a mi poder! ¡Todo habría sido más fácil si te hubieras limitado a entregarme a ese niño y largarte!

Al oír esto, el Belmont alzó lentamente la cabeza, los recuerdos comenzaban a aflorar.

- ¿No salvarías tu vida a cambio de esa muchacha?

- ¡Reconozco tu valor, chico, por supuesto! ¡Es enorme! ¡Tanto como tu estupidez! ¡Porque ya hay que ser imbécil para dar tu vida por un simple niño al que ni siquiera conoces!

Simon permaneció callado; al mismo tiempo que lo escuchaba resonaban en su cabeza las palabras del joven vampiro que se llevó a su amada.

- habrías hecho mejor entregándomela y salvando la vida.

- Pues bien – continuó – se cumplirá tu deseo ¡Vas a dar la vida por ese niño! ¡Te mataré yo mismo! ¡Siéntete honrado por ello!

Al tiempo que terminaba de hablar daba una potente palmada con sus manos reales, y las fantasmales se disponían a hacer lo mismo, intentando aplastar al joven entre ellas; el chupasangres sonrió con satisfacción cuando éstas chocaron la una contra la otra en un estruendo, dando el combate por terminado, pero inmediatamente se dio cuenta de que algo había fallado.

De entre ambos apéndices emergió una luz, tan blanca y pura que parecía venir del mismo sol, y el ardiente aura de Simon comenzó a inundar el lugar, luchando contra la oscura presencia del vampiro que, asombrado, vio como de repente algo comenzaba a luchar contra la presión ejercida por ambas manos, tomando la forma de una esfera en la que cabía perfectamente un cuerpo humano.

- ¿Q-qué demonios…?

- ¡¡¡CROSS BARRIER!!!

La luz blanca se volvió azulada y los fantasmagóricos apéndices fueron violentamente repelidos, dejando visible a un Simon rodeado por una ardiente aura blanca y protegido por una esfera conformada por pequeñas cruces de una brillante luz color azul intenso; tenía la cabeza gacha, de modo que su corta melena impedía ver su rostro.

- ¿De verdad crees… que voy a dejar que te salgas con la tuya? – preguntó el joven a su adversario en voz baja pero audible.

- ¿Cómo..?

- De verdad crees… ¿¡QUE VOY A DEJAR QUE ME MATES!?

El joven alzó la cabeza y expandió su aura al máximo, la cross barrier se disipó, estallando y actuando las pequeñas cruces luminosas como metralla, impactando con una pequeña explosión en cada una de las pocas sombras que quedaban y eliminándolas.

- ¡Me da igual quién sea este niño y me importa una mierda quién cojones seas tú! ¡Pienso luchar por él y ya puedes arrancarme los brazos, las piernas o incluso la cabeza! ¡VOY A SEGUIR LUCHANDO! – agarró con fuerza el extremo de su látigo con la mano izquierda y tiró de él, tensándolo entre ambos brazos - ¡Así que lanza lo que quieras contra mí!

El vampiro apretó los dientes, no esperaba tan repentino cambio por parte de alguien a quien ya daba por muerto.

- Está bien ¡Si tan seguro estás ven y ataca! – lo desafió.

Dicho y hecho, el muchacho embistió directamente, desviando con su látigo las flechas oscuras y esquivando con dificultad las olas y pulsos sombríos que le azuzaba.

Parecía otra persona completamente distinta.

Cuando se hallaba a la distancia necesaria para atacar el vampiro trató de detenerlo con sus manos fantasmales, produciéndose un escarceo en el que en principio el Belmont pareció verse superado, pero al poco rato le dio la vuelta a la situación y las enfrentó poder a poder, igualando su fuerza mediante sus latigazos.

Cuando finalmente lo superó lanzó dos lighting balls seguidas que su adversario evitó por muy poco, rechazó de nuevo las manos y saltó para golpearlo directamente; su arma dio de nuevo contra la barrera, pero esta vez la potencia de sus envites era tal que cada latigazo lograba hacerlo tambalearse en el aire, hasta que lo rechazó haciendo explotar una masa de oscuridad frente a él.

Simon cayó al suelo de pie, apoyado sobre ambos y sobre su mano izquierda, para justo después volver a la carga, evitando ser tragado por una serie de pequeños géiseres oscuros y escapando de los ataques de aquellos enormes apéndices. Alcanzó de nuevo a su adversario y lo atacó con un Holy Punch, sólo para volver al suelo de nuevo y encontrarse de frente con otra ola oscura de la que se defendió invocando de nuevo la Cross Barrier.

- ¡Maldito criajo! – exclamó el vampiro mientras invocaba otra andanada de flechas, exasperado ante la resistencia del muchacho - ¿¡Por qué no te limitas a dejarte morir y ya!?

- ¡No pienso dejar que me mates – contestó el Belmont, embistiendo de nuevo – porque hay una promesa que debo cumplir! ¡Hay una persona que necesita mi ayuda! – saltó sobre las manos gigantes, que intentaron aplastarlo de una palmada - ¡Y YA PODEIS VENIR TÚ, ORLOX O EL MISMÍSIMO DEMONIO – Preparó una lighting ball en su mano izquierda, al menos tres veces más grande de lo normal – QUE NO ME BORRAREIS DE LA FAZ DE LA TIERRA HASTA QUE HAYA LIBERADO A ALICIA!

Lanzó la bola de luz con todas sus fuerzas, impactando ésta contra un proyectil similar – aunque, por supuesto, oscuro – lanzado por el vampiro en respuesta. Éste sonreía de un modo extraño.

- ¿Has dicho Alicia? – preguntó - ¿Alicia Fernández?

Simon se detuvo.

- ¿La conoces?

La sonrisa del chupasangres se acentuó.

- Entonces tú debes ser “ese” Simon…

- ¿¡La conoces!? – repitió el aludido.

- Esa pequeña velita blanca se pasa el día abrazada a su cruz, siempre rezando por ti y esos otros dos… Erik y Luis…

- ¡Si la conoces quiere decir que sabes donde se encuentra ahora! ¿¡No!? – lo interrogó el muchacho, ignorando la más que evidente provocación.

- Si, en efecto – contestó – la conozco, “nosotros” la custodiamos.

- ¿”Nosotros”? ¿Qué quieres decir con “Nosotros”?

El vampiro lanzó al aire una pequeña y elegante carcajada.

- ¡Vamos! ¿Me vas a decir que piensas que todo esto es cosa de tres o cuatro vampiros? ¿Que crees que sólo Erzhabeth, Orlox, yo y “él” estamos metidos en esto? – su sonrisa se acentuó aún más, adquiriendo su expresión un marcado tinte maléfico - ¡Vosotros tres, enanos de tres al cuarto, jamás podríais hacernos frente a todos! ¡Ni con la ayuda de los Belnades y los Lecarde!

Esperaba un gesto de pavor o sorpresa en Simon, pero éste no se inmutó lo más mínimo, sólo tensó su látigo con ambas manos y le lanzó una mirada llena de decisión.

- Que seáis cuatro o cuarenta me la trae floja – le espetó – Acabaré con todos uno a uno hasta dar con Alicia ¡Y tú serás el primero!

Su adversario contestó a esto con una risotada.

- ¡No me vengas con bravuconerías! – exclamó - ¿Ya has olvidado que ni con todas tus fuerzas has sido capaz de echar abajo – alzó los brazos hasta ponerlos en cruz, y la barrera que lo rodeaba brilló por un instante – esto? ¡Tú ya empiezas a estar desgastado por el combate, pero yo apenas he recibido tres o cuatro impactos!

- Bueno, – replicó el muchacho, sin que se produjera el más mínimo cambio en su expresión – pues cambiemos eso…

- ¿Cómo?

Ahora fue Simon el que sonrió, los recuerdos se apelotonaban en su mente de nuevo.

Con decisión, echó a correr de nuevo hacia su enemigo, sabiendo exactamente lo que tenía que hacer.

- ¡Simon! ¿¡Qué haces aquí!?

Erik, un poco más joven, lo miraba sorprendido; se hallaban en el sótano de la casa de los Fernández, y el pelirrojo tenía frente a sí una suerte de barrera energética, completamente negra, junto a la que se encontraba Juanjo.

- ¡Déjalo estar! – le dijo el Fernández – Prefiero que se quede.

- P-pero… a Adela nunca le ha gustado que bajemos aquí hasta no poseer el grado de Vampire Slayer… - protestó el mayor, sin estar demasiado seguro de lo que decía – Si se entera de que Simon ha estado aquí abajo…

- Mira, hijo – respondió Juanjo – adoro a Adela con toda mi alma, pero esa regla en concreto me parece una estupidez. Además – se dirigió a Simon, que los observaba atentamente – estamos a punto de continuar con un entrenamiento muy importante – sonrió – obsérvalo todo bien, puede que en un futuro te sirva.


Ante la amenaza de ver su defensa superada, el vampiro comenzó a intentar detener a Simon con toda suerte de ataques, incluyendo una serie de explosiones de fuego negro, que parecía surgir de la mismísima oscuridad, pero la Cross Barrier del muchacho era lo suficientemente sólida para resistir cualquier embate.

Erik se dejó caer de culo sobre el tatami, frente a él la barrera permanecía intacta, y Juanjo lo miraba con severidad.

- Llevamos un mes con esto y – suspiró – aún no has podido hacerle un mísero rasguño… a un Belmont de tu nivel, por la  propia naturaleza de tu aura, no debería costarle mucho esfuerzo.

El pelirrojo se alzó de nuevo, serio, y se sacudió los pantalones de entrenamiento mientras miraba a su hermano.

- Si es por Simon, tú actúa como si no estuviera aquí – le indicó el hombre – vamos a repetir de nuevo los pasos ¿de acuerdo?

Erik asintió y cerró los ojos, su ígnea aura escarlata emergió, para poco a poco ir tranquilizándose y pasar a un calmado azul intenso.

- Bien, ahora ya sabes lo que te queda por hacer.


Rechazó con relativa facilidad las dos manos fantasmagóricas y esquivó una nueva acometida de flechas oscuras, mientras su aura tomaba un tono azulado similar al de las cruces del Cross Barrier.

Para sorpresa del chico, su hermano abrió los ojos y se colocó en Posición de ataque, al tiempo que toda aquella energía azul se concentraba en uno de sus puños.

- Simon – lo llamó de repente el Fernández - ¿Sabes cual es la diferencia entre sombra y oscuridad?

El aludido negó con la cabeza.

- Cuando coges una linterna, la enciendes en un lugar totalmente oscuro y apuntas con ella a un objeto, éste proyecta una sombra, cuya negrura será mayor en proporción directa a la intensidad emitida por la luz, por el contrario – giró la cabeza y lo miró directamente a los ojos – la oscuridad que hubiera allí donde ahora se halla el haz de luz ya no existe, y cuanto más poderosa sea esa fuente de luz, menos oscuridad habrá cerca de todos aquellos seres y objetos que lo rodean.


La ola oscura del vampiro logró alejarlo unos pocos metros, ya que lo cogió distraído mientras se enfrentaba con unos pocos espectros invocados, la potencia del ataque fue tal que la Cross Barrier cayó con él; sin embargo la intensidad de su aura continuaba aumentando.

El impacto fue brutal a los ojos a los ojos del menor de los Belmont, pero el gesto de decepción de su padrastro lo decía todo.

- Insuficiente – se limitó a articular con severidad.

- ¿¡Bromea!?- respondió Erik, exaltado, mientras se apoyaba en sus rodillas - ¡Mire la barrera! ¡Le he hecho una grieta enorme!

- Cierto - reconoció Juanjo – pero es insuficiente – insistió – ésta es una técnica que utiliza aura sagrada en su estado más puro ¡Debes ser capaz, con tu propio puño, de erradicar la oscuridad!

- ¡Pues entonces lo repetiré más veces hasta destrozarla! – exclamó, encendiendo de nuevo aquella aura azul antes de alzar la cabeza y encontrarse con que la barrera estaba de nuevo intacta - ¿¡Pero qué…!?

- Esto tiene que ver con la explicación que le he dado a Simon – lo volvió a mirar a los ojos – Cuando apagas la linterna, sin importar lo potente que fuera la luz la oscuridad se reagrupa, como cazador y como Belmont debes brillar lo suficiente como para evitar que la oscuridad engulla a todos los que se encuentran a tu alrededor, y esta técnica que acabas de presenciar es tan demoledora que, bien ejecutada, puede hacer añicos una barrera tan potente como ésta.


Derribado pero no vencido, el joven Belmont volvió a la carga sin el más mínimo atisbo de duda, si bien era cierto que su objetivo no era otro que ganar tiempo hasta que su técnica estuviera lista. Finalmente logró abrirse camino y saltar una vez más.

“Esta vez sí” pensó “Esta vez sí me abriré paso entre la oscuridad”

- Simon, vamos a subir a descansar un poco – le indicó Juanjo mientras ascendía las escaleras del sótano detrás de Erik – si quieres quédate aquí hasta que volvamos, pero ten cuidado ¿eh?

El joven Belmont asintió y, tras escuchar cerrarse el umbral, miró con interés la barrera.

¿Sería él capaz de lograrlo?

Adoptó posición de ataque y se concentró; había aprendido a alcanzar rápidamente aquella aura azulada en sus entrenamientos por dominar el Holy Cross.

“Por probar no pasará nada” pensó despreocupadamente.


Ya a la altura del vampiro, todo sucedió a cámara lenta; concentró todo el aura reunida en su puño izquierdo y tensó al máximo todos sus músculos.

Debía ser un solo golpe, y debía derribar esa barrera.

Una única y última oportunidad.

- ¡¡¡HOLY FIST!!!

Con un gran estruendo y un cegador resplandor azul, el puño de Simon impactó contra la barrera, que inmediatamente se hizo mil pedazos, disolviéndose en el aire como si fuera humo, pero la cosa no quedó ahí, ya que el golpe del Belmont continuó su trayectoria y golpeó directamente en la andrógina cara de su adversario, mandándolo a volar y estrellándolo contra la pared del descampado, que se derrumbó sobre él.

- ¿¡Qué ha sido eso!?

Simon miraba asombrado la barrera, en la que había un agujero que la abarcaba casi por completo, con los rebordes quemados, impidiendo su regeneración.

Los pasos apresurados de Juanjo escaleras abajo lo sacaron de su ensimismamiento, éste, al llegar, profirió un atónito “¡¡¡Dios mío!!!”

- S-simon… ¿Tú has hecho esto? – le preguntó, sin dejar de mirar lo que antes era el espeso muro negro.

- Si…

- ¿¡Cómo!?

El chico sonrió levemente.

- Con la técnica que le está enseñando a mi hermano.


El puño sagrado que perfora y disipa la oscuridad.

Y él, Simon Belmont, había sido capaz de dominarlo por completo.

Ahora además conocía la técnica de su enemigo, aquella explicación que Juanjo Fernández le dio en su momento – algo ingenua para su gusto – le había ayudado a discernir entre sombra y oscuridad, y a comprender que existe un modo distinto de combatir a cada una de ellas.

Y ahora lucharía contra la oscuridad sin estúpidos impedimentos de por medio.

Sonrió al ver al vampiro emerger de entre los escombros, éste tenía la nariz hundida y sangraba tanto por ésta como por la boca, además su elegante traje se había rasgado por el impacto.

- ¿Dejarás ahora de esconderte tras una protección y luchar contra mí con todo lo que hay que tener? Porque ya tiene huevos que un “criajo” como yo esté demostrando tener más valor del que tú hasta ahora has manifestado.

El aludido sonrió a su vez.

- Te vas a arrepentir de haberme hecho esto, mocoso.

Repentinamente desapareció y Simon fue golpeado desde el lado derecho por lo que él identificó como una de aquellas gigantescas manos, cayendo al suelo con los reflejos suficientes para levantarse de una voltereta. Al levantarse vio como su enemigo se aproximaba a él andando lentamente, con una sonrisa demente en los labios.

- ¡Lamentarás haber nacido!

El joven Belmont se echó instintivamente a un lado antes de que se abriera un tremendo boquete en la pared, unos metros a su espalda, y saltó poco antes de ver formarse un surco enorme donde él se encontraba.

- Parece que ahora está liberando más poder… – se dijo – lo dicho, de videojuego – comentó en alusión al comentario que hizo cuando aún perseguía a la sombra.

Se disponía a atacar cuando una tremenda corriente de aire lo desequilibró en el aire y un golpe ascendente lo mandó a volar, antes de que una invocación de gravedad lo aplastara contra el suelo durante un par de segundos.

Sin duda todos aquellos ataques – salvo el último – provenían de aquellas manos gigantescas pero… ¿Por qué no podía verlas?

No tenía tiempo para pensar en ello ahora, se levantó justo antes de que unas estalagmitas negras surgieran del firme con la intención de atravesarlo y tuvo que echarse a un lado para evitar una andanada de flechas. Harto de ataques embistió, dejando las esquivas a su intuición, e hizo chocar una bola oscura con su lighting ball antes de posicionarse frente a él y propinarle un Holy Punch, que recibió de lleno.

- Qué… ¿Duele? – preguntó con sorna antes de detener unas cuantas flechas a bocajarro con su Deffensive cross – Te lo dije… ¡Te voy a derrotar! – le espetó tumbándolo con una lighting ball – Pero antes te sonsacaré el paradero de Alicia.

El vampiro se levantó con cierta dificultad, Simon se sorprendió ligeramente al ver que, pese a su situación, aún sonreía.

- ¿Sigues con esto? – preguntó con Sorna – Si lo que deseas es el paradero de esa muchacha te vas a quedar con las ganas.

Simon desenrolló su látigo y, mientras avanzaba, dio un fustigazo al suelo.

- Ah ¿sí?...

- Y ninguno de nuestros vampiros o secuaces dirá nada nunca – continuó – Esa chica es demasiado importante para nuestro plan…

Sin variar un ápice su expresión y velocidad de movimiento, el Belmont propinó un fuerte latigazo al vampiro y, antes de que se estabilizara, lo agarró del cuello de la camisa.

- ¿Qué plan? – le preguntó, cara a cara, entre dientes.

El chupasangres no contestó nada, sólo sonrió con malicia.

- ¿¡Qué plan!? – insistió Simon.

Antes de que se diera cuenta, su adversario le había plantado la mano en el estómago, y el muchacho salió volando víctima de una explosión oscura.

Pero no iba a quedar ahí la cosa, el joven Belmont, en pleno vuelo, lanzó su látigo contra el vampiro y lo enganchó por el cuello, acto seguido tiró de él con tanta fuerza que lo atrajo hacia sí.

Cuando el hijo de la noche se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, ya estaba pegado de nuevo al Belmont.

- ¡¡¡HOLY PUUUUUUUUUNCH!!!

La lluvia de golpes a bocajarro no le dejó respiro alguno, y justo cuando había terminado y se disponía a contraatacar, Simon contrajo su puño de nuevo.

- ¡¡¡HOLY FIST!!!

El vampiro salió despedido tras la explosión azulada, volando unos metros antes de caer patéticamente al suelo y levantarse con esfuerzo.

- Esto se puede prologar aún más, si quieres – le espetó el muchacho con frialdad – ¡sólo tienes que seguir callado sin decirme donde tenéis cautiva a Alicia y a los seis niños!

Ante el silencio de su adversario Simon apretó los dientes, su aura creció hasta el punto de volverse flamígera.

Empuñó su látigo con rabia y lo envolvió con el fuego de la purificación. Si no imprimía en él toda su fuerza era porque no quería matarlo, no hasta saber donde estaban los desdichados.

- ¡¡FLAMING WHIP!!

Nuevamente, el arma se estiró adquiriendo una longitud infinita y el Belmont la azuzó contra él, pero en esta ocasión el ataque no llegó a su destino, si no que fue detenido por algo.

Cubierto en la más absoluta oscuridad, una suerte de espectro cubierto con una capa negra raída apareció frente a él, rechazando el látigo con un golpe tan rápido que no pudo alcanzar a ver el arma que portaba, desde su espalda emergieron dos gigantescas alas negras, y a la luz de las llamas el muchacho pudo ver que portaba a los hombros una suerte de estola ceremonial con símbolos demoníacos bordados y que en el único hueco abierto, el de su cabeza, había un cráneo blanquecino.

No sabía por qué, pero su sangre ardió como cuando tuvo delante por primera vez al vampiro que se llevó a Alicia.

- ¿¡Quién eres!? – preguntó al recién llegado mientras su aura regresaba a su estado normal.

No obtuvo respuesta, el espectro sólo permanecía ahí, batiendo sus gigantescas alas; ahora que sus manos estaban quietas pudo observar que estas también eran puros huesos, y que entre ellas sujetaba una gran guadaña.

Aquellos rasgos eran inconfundibles, pero no… no podía ser…

Finalmente, tras un minuto sin que nadie dijera nada, éste se giró de medio cuerpo, dirigiéndose al vampiro.

- Eres un bocazas – le dijo con una voz sobrenatural.

- ¡Muerte! – exclamó éste, sobresaltado - ¿¡Qué haces aquí!? ¡Debías estar con…!

Aquello se lo confirmó ¡Aquel espectro era la mismísima muerte, una de las tres parcas y la deidad más cercana a Drácula! ¿¡Qué hacía pululando de cuerpo presente por el mundo de los vivos!?

- ¡¡¡SILENCIO!!! – bramó la parca - ¡Con esa lengua tan suelta que tienes habrías acabado diciéndole hasta la hora a este cazador! ¡Si sabes lo que te conviene retírate ahora mismo y recupérate de tus heridas!

- De todos… tenías que venir tú – protestó el chupasangres - ¿Qué ha pasado con Barthory?

- Lo mismo contigo, idiota, sólo que ella sabe cuando retirarse y mantener la boca cerrada ¡Ahora largo!

Receloso y sin rechistar, el vampiro comenzó a disolverse en la oscuridad, no sin antes dirigir una mirada de odio al Belmont por encima de aquellas alas negras.

No fue hasta que se hubo desvanecido cuando la parca volvió a mover sus mandíbulas.

- El color de vuestras almas no engaña – dijo al muchacho – Orlox tenía razón… sois Belmonts… tú y ese pelirrojo.

- ¿Mi hermano?

La Muerte asintió.

- Os he observado luchar… sois mucho más peligrosos de lo que pensábamos en un principio.

- ¡Otra vez con esa tontería de si somos o no somos Belmonts! – suspiró - ¿Tanto cuesta creer que mi padre haya tenido descendencia?

- La cuestión no es esa ahora, Simon – lo interrumpió – Creíamos que no erais un peligro, pero esta noche he visto como derrotabais a dos de los mas poderosos antiguos secuaces de Lord Drácula.

- ¿Y?

- Y antes de que os volváis aún más peligrosos – comenzó a fundirse con la oscuridad – Voy a segar vuestras vidas – Simon sintió que, repentinamente, una poderosísima presencia se manifestaba detrás de él - ¡Empezando por la tuya!

Saltó hacia delante la distancia y altura justa para evitar la hoja de la guadaña que estuvo a punto de cercenar su cabeza, cayó al suelo con una voltereta y, arrodillado, giró su cuerpo y contestó con un latigazo imbuido con el poder de una lighting ball, la Muerte desapareció para esquivarlo y reapareció sobre su cabeza lanzando con una de sus huesudas manos una enorme llama verdosa.

- ¡Arde en el infierno!

- ¡DEFFENSIVE CROSS!

La cruz defensiva recibió y reflectó la gran bola de fuego, desapareciendo justo a tiempo para que Simon contestara con una lighting ball, la parca lo esquivó para aparecerse esta vez al lado de Simon, pero éste la esperaba y la recibió con un potente Flaming Whip que la mando a volar unos metros, antes de que usara sus alas para frenarse.

Tras este pequeño escarceo, los dos contendientes se miraron fijamente.

“Es fuerte” pensó la parca “Mucho más de lo que esperaba. No puedo arriesgar”

- Si tú estás aquí significa que desde luego os traéis algo gordo entre manos – comentó el joven - ¿De qué se trata? ¿Y qué tienen que ver Alicia y esos niños en todo esto?

Aunque no tenía piel ni músculos, Simon sintió como si la Muerte sonriera.

- Me quedaría con gusto a contártelo, pero sea como sea no poseéis poder alguno para evitarlo, de modo que no es realmente de tu incumbencia… en todo caso recuerda esto: – lo señaló con el extremo superior del mando de la guadaña – Segaré personalmente tu vida, la de tu hermano y la de Luis Belnades.

- ¡No si acabo contigo aquí mismo! – contestó el muchacho mientras la Muerte se desvanecía poco a poco - ¡¡¡LIGHTING WHIP!!!

Lanzó la técnica, pero desgraciadamente ésta sólo encontró el vacío, recibiendo una escalofriante risotada como respuesta.

- Algún día nos volveremos a encontrar, Simon Belmont… ¡Y estaré reservando un hueco en el infierno para cada uno de vosotros!

Simon enrolló su látigo y chasqueó la lengua; por un momento se sintió frustrado ya que ni el captor ni la recién aparecida Muerte habían caído ante sus golpes, pero dicha frustración desapareció cuando se acercó al niño y, tras comprobar que no había recibido daño alguno, lo cogió en volandas.

Había cumplido su misión.

Una hora más tarde, los grupos conformados por Luis y Erik y Elisabeth y François, acompañados respectivamente por el comisario Jacques Rousseau y Stella Lecarde, se reunían en la Catedral de Nôtre Dame; al verse suspiraron aliviados y se dedicaron a bromear sobre sus lamentables estados, aunque Stella estaba disgustada con su nieto por la cabezonería de este de no ir a ver a Loretta hasta estar todos a salvo, y al comisario se le notaba una notable preocupación por su pequeño Cecil.

Pasaron unos minutos hasta que observaron que, por fin, el alba comenzaba a despuntar; todos se preguntaban donde estaba Simon – François no podía sentir auras debido a su deplorable estado – y ya estaban decidiendo ir a buscarlo cuando una silueta apareció por las calles cercanas a l`île de la cité.

Era Simon y, sonriendo de satisfacción, traía a Cecil en brazos.

Sin esperar un segundo más, salieron todos corriendo a su encuentro; los primeros rayos del amanecer iluminaban un semblante cansado, unos ropajes destrozados por el combate y unas heridas cerradas por la sangre seca, pero contrariamente a todo eso su sonrisa y expresión de victoria eran radiantes.

Cuando por fin se encontraron entregó a Cecil al comisario que, llorando de alivio y alegría, dio las gracias a todos, uno a uno todos lo felicitaron, incluso por primera vez Erik lo abrazó, henchido de orgullo y con una sonrisa de oreja a oreja, en estas el pequeño Belmont dejó escapar unas lágrimas.

Ya de camino a casa Erik y Stella quedaron detrás, observando como caminaba lo más erguido posible, tratando no desfallecer por el cansancio.

- Tú también lo has notado ¿verdad? – preguntó la Lecarde al pelirrojo.

- Sí – contestó este – algo ha cambiado en él.

Guardaron silencio durante unos cuantos metros, entonces la sonrisa orgullosa de Erik afloró una vez más.

- Esta noche ha nacido un nuevo Belmont.
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Comentarios: (del primero al último)
00:42 26/01/2009
Wo, Capitulo 72! Sabia que volverias! :D
Juego un poco mas el Apollo Justice y lo leo :$
15:36 26/01/2009
¡¡¡YEAAAAAH ;)!!! ¡¡¡CAPÍTULO 72!!! ¡¡¡APARECE LA MUERTE!!! ¡¡¡SIMON SE HACE MÁS FUERTE!!! ¡¡¡HAY UN SINNAY GRITANDO DE JÚBILO XD!!!

Fantástico como siempre, me alegro de que hayas vuelto completamente.

PD: Estaría genial que Simon, Erik y Luis (junto a Schneider, Selene, etc) aparecieran en el Jugdment :D
19:53 07/02/2009
Uff, capitulazo
La fuerza que le das a la batallas es insuperable, aunque ya me jode algo que todos los villanos escapen.

Ahora ire por el 73, que estoy leyendo con atraso XD
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