Prelude of Twilight

Publicado: 21:21 22/09/2006 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Echoes of Darkness

Tras separarse y mirarse fijamente por unos momentos, bajaron a la playa, Alicia quería andar por la orilla y Simon no se negó, mientras andaban se dedicaban algunas miradas cargadas de cariño.

Entre ellos flotaba la sensación de que jamás se separarían.

Pero algo iba mal.

Simon se detuvo y miró a su alrededor, de repente la playa resultaba extraña, la quietud que se respiraba no era en absoluto normal, aún en un día de diario.

No se oía nada.

Absolutamente nada.

Ella también lo había notado, se había detenido un par de metros por delante de su amado y miraba inquieta a un lado y a otro, asustada.

Para Simon aquello ya era bastante anormal, pero Alicia podía sentir cosas de las que él no se apercibía, podía sentir la malignidad que se apoderaba del ambiente.

El muchacho se acercó a ella y le abrazó por detrás.

- Yo estoy aquí – le susurró.

Aquello pareció tranquilizarla, sin embargo él se ponía cada vez más nervioso, no se oía ningún ruido, absolutamente ninguno.

Ni siquiera el mar que, aunque tranquilo, iba y venía en un vaivén de pequeñas olas.

Y de repente se escuchó algo.

Miró a un punto en el que algo parecía revolverse bajo la arena, se colocó delante de Alicia y cerró los puños, preparándose para combatir contra lo que fuera aquello, se sobresaltó cuando la muchacha le tocó el hombro y, sin poder hablar de puro miedo, señaló un punto donde la arena también se removía.

Suponiendo que habría más de dos, el chico recorrió con la mirada la zona que les circundaba, y vio otro punto más.

Y otro.

Y otro.

Y otro.

Y…

- ¡Mierda! – Alcanzó a exclamar.

Y de repente lo oculto se reveló, decenas de masas blanquecinas saltaron de debajo de la arena, rodeándolos.

No eran difíciles de reconocer, y tampoco preocupantes.

- Esqueletos… - resolvió con una sonrisa.

En efecto, más de 20 esqueletos, con sus blanqueados huesos iluminados por la tenue luz de la luna, los rodeaban sujetando en sus manos un hueso grande a modo de garrote – tal vez un fémur – y mirándolos con sus cuencas vacías de modo amenazante.

Simon chasqueó la lengua mientras se crujía los huesos de las manos.

- Lo siento pero no me vais a joder una cita que llevo planeando desde hace un par de meses – Tras separar las manos, sus puños y sus antebrazos despedían una tenue luz blanca - ¡Venid de una vez!

Los esqueletos se abalanzaron sobre la pareja y Simon, sin separarse de su amada, los eliminaba uno a uno, reventando sus cráneos y partiendo sus columnas a puñetazos y patadas, llegó a recibir algunos impactos relativamente fuertes, pero nada importante. Cuando finalmente acabó con ellos los restos de los huesos desaparecieron entre llamas.

- ¿Te… encuentras bien? – preguntó Alicia vacilante una vez hubo acabado la batalla.

Simon sonrió.

- Hace falta más que eso para acabar conmigo – contestó mientras se arreglaba la camisa.

Pero la alegría no duró mucho, enseguida se dieron cuenta de que la zona no había vuelto a la normalidad, y la oscuridad se hacía más pesada y densa.

Avanzaron con la intención de llegar de nuevo al paseo marítimo, donde el joven guerrero tendría ventaja – no se desenvolvía bien en la arena de la playa – pero no les dio tiempo, ahora unos pasos sobre la arena se acercaban a ellos, a pesar de que no veían nada en las proximidades.

De repente esos pasos se multiplicaron, ya no eran dos piernas sino 40.

Alicia empezó a temblar.

- ¿Qué cojones está pasando? – preguntó Simon en voz alta apretando los dientes.

Miró a la muchacha, que estaba atemorizada, y la volvió a abrazar con el fin de tranquilizarla, ella se relajó, pero cuando devolvieron la vista a la playa se encontraron con una pesadilla.

Más de 30 esqueletos los rodeaban, pero éstos no eran como los anteriores, sino que estaban ataviados con una coraza que cubría sus costillas y un casco antiguo, e iban armados con espadas y escudos.

Alicia pegó un grito al verlos y Simon empezó a sudar, no estaba preparado para aquello, no se sentía con la habilidad suficiente para luchar contra espadas y escudos con sus manos desnudas.

Pero lo primero era lo primero, Alicia estaba aterrorizada, y debía sacarla de allí.

Se puso en guardia, ésta vez no hizo falta provocación, uno de los esqueletos hizo un gesto con la espada – su armadura y su escudo eran de un color diferente, así que el muchacho supuso que era el jefe – y todo el ejercito de soldados se abalanzó sobre ellos, viendo el panorama Simon cogió a Alicia en volandas y saltó por encima de ellos, usando sus cabezas como apoyo para avanzar y salir de en medio de la muchedumbre.

“Será mucho más fácil si me vienen sólo de frente” pensó mientras alcanzaba la orilla de la playa otra vez.

Por experiencia sabía que pocas criaturas de la oscuridad resistían el agua, muy pocas, sólo las acuáticas, y lo confirmó una vez más al ver como algunos de los esqueletos se pasaron corriendo y entraron en contacto con el mar, disolviéndose al instante.

- ¡Quédate detrás mía! – Le indicó a Alicia - ¡No te separes de mí!

Y en esa situación empezó a eliminar, uno por uno, a los esqueletos soldado.

Para su alivio comprobó que escudos y corazas eran demasiado débiles para resistir sus golpes, pero al mismo tiempo la lucha cuerpo a cuerpo le volvía vulnerable, ya que los esqueletos también le podían alcanzar, y ya le habían hecho unos cuantos cortes con sus anticuadas gladius, el muchacho se dio cuenta de que tenía que acabar con todos de una sola vez.

Así, para conseguir algo de tiempo, agarró al siguiente soldado y lo proyectó contra los demás, que se desequilibraron y cayeron al suelo en efecto dominó, Simon se puso en guardia y su cuerpo se rodeó de una extraña aura luminosa, de un blanco puro.

Sus puños cerrados empezaron a brillar.

- HOLY PUUUUUUUUUNCH!!!

Simon empezó a lanzar puñetazos al frente, de cada golpe salía una versión luminosa de su puño que avanzaba un par de metros antes de desaparecer, llevándose por delante a todo esqueleto que entrara en contacto con él, no tardó mucho en acabar así con todos los soldados, pero el que había dado la orden había resistido el envite.

- ¡Mierda! – exclamó Simon jadeando.

El superviviente le atacó espada en mano, el muchacho dio una patada a la mano del esqueleto, rompiéndosela, y acto seguido lo agarró del cuello.

- De ésta no te escapas.

Y volvió a repetir el Holy Punch que, recibido en primera fila, a toda potencia y con especial mala leche, fue suficiente para hacerlo desaparecer con un par de impactos.

Tras esto Simon cayó de rodillas al suelo, jadeando, era agotador lanzar cientos de puñetazos en un segundo.

Cuando recuperó el aliento se dio cuenta de que Alicia, callada y con lágrimas en los ojos, miraba silenciosamente sus heridas.

- Estoy bien… - habló antes de que ella preguntara nada – pican un poco pero nada más.

Alicia sonrió, pero volvió a su semblante triste en unos segundos.

- ¿Por qué pasa esto? – Preguntó ella - ¿por qué a nosotros?

- Ni idea – contestó él – llevamos dos años así – se tocó el brazo derecho, se dio cuenta de que le dolía – pero nunca de ésta forma y nunca tan persistentes – se levantó – vamos al paseo, aquí no puedo moverme bien.

La muchacha asintió y se encaminaron otra vez, casi habían llegado cuando, de ningún lugar, oyeron una risa estruendosa.

- ¡Muy bien hecho chaval! ¡Todo un guerrero!

La pareja se miró, Simon le preguntó a Alicia que si lo oía ella también, la chica asintió, a lo que Simon bromeó diciendo que por lo menos no se estaba volviendo esquizofrénico.

- Ni se os ocurra confiaros… - La voz era grave y adulta, con algo sobrenatural en su timbre - ¡La noche aún es joven!

- ¿Eres tú quien nos ha mandado todos esos esqueletos? – Preguntó Simon Furioso - ¿Sabes lo que voy a hacerte cuando te coja maldito hijo de puta?

La voz se rió a carcajadas otra vez.

- Jovencito ¡Tú no puedes hacerme nada! ¡Ni tú ni ninguno de los tuyos!

- ¡Deja de chulearte y sal de una vez!

- Lo haré si eres capaz de superar la próxima prueba

- ¿Quieres decir que aún no ha terminado? – preguntó Alicia en un alarde de valor.

- En absoluto señorita – contestó la voz – es más, acaba de empezar.

- ¿Cuál es tu objetivo? ¿Qué quieres? – volvió a preguntar ella.

La voz soltó una risilla

- ¡A vos! – contestó.

- ¿QUÉ? – intercedió Simon.

Pero la voz no contestó a eso, en lugar se rió y exclamó.

- ¡Ah, aquí llega tu próximo enemigo joven cazador! ¡Espero que las armaduras de mis soldados esqueleto te hayan servido para practicar, porque aquí no hay puntos débiles que golpear!

Unos pesados pasos se acercaban ellos, nuevamente no se veía a nadie, pero por el sonido de éstos fuera lo que fuera debía ser inmenso.

Alicia volvía a temblar de puro terror.

Simon también.

La oscuridad a su alrededor se disipó ligeramente y pudieron ver cual era “su próximo enemigo”

Delante de ellos se alzaba una armadura gigantesca, de al menos tres metros, que en cada mano sujetaba un hacha de mano de doble hoja, el muchacho miró a los lados buscando escapatoria, sólo para encontrar a izquierda y derecha otras dos armaduras idénticas.

Simon quedó paralizado de terror, quería gritar pero no podía, y sus pies no le obedecían en absoluto, a su lado Alicia se tapaba la boca y sollozaba de puro pánico.

Fueron aquellos sollozos los que le hicieron reaccionar y armarse de valor, miró a su alrededor buscando una vía de escape y se fijó en el espacio entre las piernas de la armadura que tenía en frente, sonrió, algo tan grande y aparatoso no podía tener ni la agilidad ni la velocidad necesaria como para atraparlos si intentaba pasar por ahí.

Súbitamente, cogió a Alicia de la mano.

- ¿Confías en mí? – preguntó.

La chica lo miró, las lágrimas aún corrían por sus mejillas.

- que… ¿Qué?

- ¿Te jugarás el todo por el todo para salir de éste infierno conmigo?

Una tímida sonrisa afloró en su rostro torcido por el miedo.

- Si es contigo… si.

- Entonces… ¡Vamos!

Simon tiró de la mano de su amada, corriendo hacia las piernas de la armadura que le encaraba, miró hacia arriba para ver lo que ésta hacía, y se fijó en que levantaba su brazo derecho, con el filo del hacha listo para atacar, pero era demasiado pronto para hacerlo, suponía que eran tontas, pero no tanto.

“Pero y si…”

De repente tiró con fuerza del brazo de Alicia y la cogió en volandas, la armadura ya había soltado su brazo, y el hacha cayó justo detrás de ellos dos, justo donde la mano de Simon se hallaba hace un momento.

Aprovechando que la armadura ya se había movido, aceleró con la muchacha en brazos y pasó por debajo de las piernas de aquel Golem de metal, cuando se hubo alejado lo suficiente encaró a las tres gigantescas figuras y dejó a Alicia en la arena.

- Simon ¿Qué pretendes? – preguntó con preocupación.

Simon no contestó, se limitó a ponerse delante de ella e indicarle.

- No te muevas de aquí, y si nos acercamos tú aléjate todo lo que puedas.

- ¿Vas a luchar?

El joven asintió con la cabeza.

No era momento de precipitarse, así que analizó la escena.

La arena de la playa podía meterse por las juntas de las armaduras y dificultarles el movimiento, al mismo tiempo a él no se le daba muy bien moverse en ese terreno, tampoco parecía que pudiera dañarlas sólo con sus puños, ya que era, aparentemente mucho más sólidas que las frágiles corazas de los esqueletos.

Viendo el panorama, sonrió, y una única frase salió de su boca.

- Joder… ¡Lo tengo todo en contra!

Tras lo cual embistió contra las tres moles, que empezaron a moverse contra él, una de ellas lanzó un hacha a ras de suelo que pasó a su lado levantando un pequeño vendaval, aquello le permitió darse cuenta del tamaño real de las armas, se movió a la izquierda y empezó a preparar un Holy Punch, que fue interrumpido por el grito de alarma de Alicia, Simon se dio la vuelta para comprobar de qué se trataba y se encontró con el hacha anteriormente lanzada por la armadura ¡volviendo!, Simon saltó a la derecha y rodó por la arena “Son como bumeranes” pensó mientras miraba a las enormes armaduras “Mejor ir con cuidado”

Se levantó y continuó con su plan inicial, mientras corría esquivó dos hachas más que volvieron a su lugar de origen, finalmente, cuando estuvo lo suficientemente cerca de la que le había ataco originalmente, saltó a la altura de la cintura de ésta y lanzó el ataque.

La armadura se desequilibró, cayendo al suelo, y Simon volvió a la arena con el puño dolorido de golpear el metal.

Pero había tumbado a una, faltaban las otras dos.

Se le ocurrió la posibilidad de que se hirieran entre sí, corrió hacia ellas y contempló que el espacio que había entre las dos era suficiente para maniobrar, así que mientras estas intentaban golpearle torpemente las usó de apoyo saltando de una a otra para subir a la cabeza de la de derecha, permaneció ahí un minuto y, de repente, la otra armadura levantó el brazo y le atacó directamente con el hacha, apartándose Simon en el momento justo y contemplando como la otra desafortunada caía, con un hacha partiendo su casco en dos.

- ¿Y a ti como te destruyo? – preguntó.

Gracias a la última táctica pudo apercibirse de que el casco era, paradójicamente, el punto más débil de la armadura, de modo que decidió aprovechar la primera malograda mole y saltar desde ella a la cima de la armadura superviviente y reventar el casco con un Holy Punch.

Sin embargo, ésta era (o se había vuelto) más rápida, y no le dio tiempo a usar a la primera como trampolín, fue a por la segunda y, ésta vez, si pudo, saltando a una altura mayor de la de armadura restante, pero cual fue su sorpresa al ver que ésta había lanzado un hacha hacia arriba, con una trayectoria parabólica, entonces, decidió improvisar.

El hacha pasó rozándole, abriendo su camisa y causándole una herida que iba desde el ombligo a justo el centro del esternón.

Una vez el arma hubo superado su cabeza, alzó los brazos y atrapó el mango de la titánica arma.

Y poniendo hasta la última de sus células en ello, tiró hacia delante, logrando invertir su trayectoria.

- ¡¡¡AHÍ LA LLEVAS!!!

Y con todas sus fuerzas la lanzó hacia su enemigo, que la recibió de lleno, seccionando verticalmente el casco y parte de la coraza antes de caer al suelo.

Tras lo cual Simon cayó al suelo, herido y agotado, oyó a Alicia corriendo hacia él, sintió se arrodillaba a su lado y lo incorporaba.

- ¡Simon! ¡SIMON! ¿Estás bien? ¡Habla! – gritaba ella con lágrimas en los ojos.

Simon abrió los ojos ligeramente y sonrió, estaba destrozado.

- Cierra el pico, quiero dormir – bromeo.

Ambos rieron.

- Oye Simon…

- Dime

- ¿Cómo DEMONIOS has hecho eso? – Preguntó Alicia con los ojos como platos - ¿Desde cuando eres tan… fuerte?

Simon se rió

- No lo soy – contestó – pero se trata de ti, por ti bajaría al infierno y sería capaz de acabar con el mismísimo diablo.

Alicia lo abrazó y volvió a sollozar.

- Ojalá no tuviéramos que pasar por esto.

- Bueno… puestos a desear, yo preferiría…- Pero cortó la frase, algo se había movido a su izquierda.

Alicia también lo había notado y se levantó, ayudando a Simon a levantarse a su vez, atónitos contemplaron cómo dos de las armaduras, la que Simon había tumbado con su propia hacha y la que había sido ataca por la anterior, se volvían a levantar.

- Otra vez no – protestó Simon hastiado.

Pero estaba claro que tendría que seguir luchando contra ellas.

- Mierda, voy a tener que usarlo

- ¿El qué? – preguntó Alicia, tal vez sin ganas de querer saberlo en realidad.

Pero él no respondió, en lugar de eso le indicó que se pegara a su espalda todo lo que pudiera y cerrara los ojos, antes de hacerle caso Alicia pudo notar como el cuerpo entero de Simon era rodeado por el mismo aura que envolvía sus brazos en el Holy Punch, y que unas pequeñas luces, cuyas formas le recordaban vagamente a cruces, flotaban a su alrededor.

Una vez el muchacho se hubo asegurado de que ella había seguido sus instrucciones, tensó todos los músculos de su cuerpo, el aura que le rodeaba se intensificó y las luces flotantes crecieron y se definieron, tomando la forma de grandes cruces.

- Se acabó para vosotras – le dijo a las armaduras.

Tensó su cuerpo en todo lo que le fue posible, una columna de luz los rodeó a el y a Alicia, y decenas de cruces luminosas se generaban a su alrededor.

- ¡¡¡HOLY CROSS!!!

La columna de luz se expandió a lo ancho infinitamente, las cruces aparecían y desaparecían, y el lugar, así como los alrededores, fueron envueltos por un resplandor blanco cegador.

Cuando acabó, en la playa no quedaban más que Simon y Alicia.

Ni rastro de las armaduras.

El lugar seguía en absoluto silencio…
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