Prelude of Twilight

Publicado: 23:11 19/05/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Moonlit Wilderness

Erik hizo un ovillo con la tela y se dio la vuelta triunfante, frente a él se encontraba, mirándole desafiante, una chica más o menos de su altura, con una abundante y voluminosa melena rubia que le caía hasta mitad de la espalda cuyo flequillo, en una graciosa curvatura, caía sobre el lado izquierdo de su cara, tapándolo parcialmente; sus ojos, de un extraño azul acuoso, eran grandes y redondeados; la nariz pequeña, los labios tímidamente gruesos y la tez pálida completaban un rostro joven y hermoso que no era otra cosa que una versión más perfilada el que aparecía retratado en la foto de hacía cuatro años. La muchacha podía presumir también de un cuerpo escultural, caderas anchas y pechos medianos resaltaban en una figura fina cubierta por una camiseta de tirantas negra de licra y unos pantalones vaqueros ajados y descoloridos sobre los que descansaban dos holgados cinturones cruzados que sujetaban sendas espadas, una a cada lado, a la altura justa como para ser empuñadas y desenvainadas en un solo movimiento; su piel pálida, brillante bajo la tenue luz de la luna por el sudor producto de haber luchado con aquella capa sobre sí bajo aquel asfixiante calor, completaban una visión espectacularmente bella.

El joven pelirrojo, que no esperaba algo así, se quedó anonadado mirándola, con la boca ligeramente abierta, impresionado.

- Vaya, felicidades – dijo la muchacha de repente, mesándose el cabello – eres el único de los catorce enviados de la hermandad que llega tan lejos.

Ahora que no disimulaba la voz, se pudo distinguir que era bastante suave, si bien investida con un ligero toque de rudeza, tal vez por la situación en que se hallaban.

Erik cerró la boca, cayendo en la cuenta de que debía tener cara de tonto.

- ¿El primero? – Sonrió él – vaya, imaginaba que eran todos unos mantas, pero no hasta ese punto.

Claire sonrió a su vez.

- Eres mucho mejor que todos los cazadores, cazarrecompensas y agentes que me han azuzado, ahora ya conoces mi identidad así que dime ¿Quién eres? ¿O tengo que derrotarte para saberlo?

- Me llamo Erik – contestó el chico – Erik Belmont.

La joven se llevó la mano a la barbilla, mirándolo con interés.

- Erik Belmont… ¿El Dragón Escarlata? – Sonrió – he oído hablar de ti… eres bastante famoso.

- Por desgracia… – le lanzó el la tela a su rival, que la cogió al vuelo – de todas formas eso carece de relevancia ahora, ya sabes cual es mi objetivo…

Claire tiró la capa al suelo y lo miró con una sonrisa orgullosa.

- No te lo pienso poner fácil, y lo sabes ¿verdad?

- Me decepcionaría – replicó él mientras adoptaba una postura de ataque con los puños cerrados – si fuera fácil…

Para su sorpresa, su adversaria no varió su postura, simplemente se cruzó de brazos sin moverse de allí.

- ¿Qué haces? – Le preguntó el pelirrojo, molesto - ¡no pienso atacar si no te pones en guardia!

- Ni yo – respondió ella – si no te equipas tu arma.

Erik arqueó una ceja, ya había olvidado su Salamander, que se encontraba dentro de la bolsa de deporte junto al brazalete de su antepasado Leon.

- Me subestimas – le espetó – no la necesito para luchar.

- En todo caso – replicó ella ofendida – eres tú quien me subestima… tengo dos espadas ¿no lo ves? – Dijo mientras las agarraba por las empuñaduras – tus manos no van a bastar para derrotarme, ni mucho menos.

Viendo que no tenía elección, el muchacho se dirigió a la bolsa, tirada unos metros detrás suya, la abrió, sacó su espada y su doble cinturón y se lo ajustó.

- ¿No te colocas lo otro?

- Si lo hiciera – respondió él – te llevaría ventaja, no me gustan los combates trucados.

- ¿Sabías que esa actitud – preguntó la muchacha en tono impertinente – podría costarte la vida?

- Una sola navaja puede bastar para detener dos espadas – tiró la bolsa cerrada al suelo y se dio la vuelta – pero ni cien espadas romperían ese brazalete – se dio la vuelta, encarándola – créeme, mis puños y mi salamander bastarán para vencerte.

Claire se encogió de hombros.

- As you wish… - se ladeó, flexionando ligeramente las rodillas - Go!

La joven embistió a Erik a gran velocidad y lo golpeó con un puñetazo en el estómago apenas estuvo a su altura, éste tensó el abdomen y aguantó el impacto, rechazándola con un empujón en los hombros con ambas manos y, recogiendo todos los dedos de la mano, un zarpazo en la cara que ella esquivó agachándose, golpeándole en el plexo solar con ambas manos, lo que hizo retroceder unos pasos al pelirrojo, si bien el golpe no había sido lo suficientemente fuerte como para cortarle la respiración.

Estaba sorprendido, no sólo era rápida si no que sus reflejos eran excelentes.

- ¡Bravo! – La aclamó mientras se frotaba la parte baja del tórax - ¡buen comienzo! Empiezo a discernir por qué te llaman “genio”

- Si eso es cierto – le espetó ella con una sonrisa – siempre puedes abandonar el combate y largarte ahora que sigues entero.

El gesto del pelirrojo se endureció.

- Un Belmont nunca huye – se limitó a contestar.

Clavó su mirada en la de Claire, conectando con aquellos ojos acuosos, y empezó a preparar su posición de combate, con un brazo hacia delante, relajadamente extendido, y el otro recogido hacia atrás, tenso, con el nudillo del dedo corazón sobresaliendo, también había flexionado levemente las piernas, con el pie izquierdo atrasado y ligeramente levantado, preparado para empezar a moverse.

Ella sonrió confiada y, sosteniendo la mirada turquesa de su adversario, se preparó también, juntando ambos pies y flexionando las rodillas, arqueó ligeramente la espalda y adelantó el antebrazo derecho, situándolo delante de su torso, con todos los dedos de la mano tensos, mientras que el brazo izquierdo permanecía atrás, con la mano relajada palma arriba.

Erik tomó la iniciativa ésta vez, lanzando su brazo izquierdo en un directo, Claire le esquivó con un ligero movimiento de cuello y, separando las piernas para mantener el equilibrio, atacó extendiendo el brazo derecho antes de que él terminara de recoger su golpe, pero para sorpresa de ella el pelirrojo logró evitarla sin mucha dificultad y contraatacó con un cabezazo que encadenó con una palmetada de su brazo derecho y un directo de izquierda, con el nudillo corazón sobresaliente, acabando con un golpe seco que no llegó a impactar, ya que su adversaria le agarró el brazo derecho atacante y le propinó un fuerte rodillazo, lo que obligó a Erik a retirar el brazo, dolorido, y responder con un golpe circular en la cara, impactando con el dorso de su puño en la mejilla de la muchacha.

Ambos retrocedieron de un salto, ella adoptó entonces una posición diferente, ladeada, con el brazo izquierdo alzado delante suya y el derecho detrás, con el codo flexionado a la altura de la cintura, protegiéndose el estómago, en ambas manos había recogido el dedo pulgar y mantenía los otros cuatro juntos, aparentando ser una hoja de espada.

Era la posición Tegatana, básica pero poderosa en manos expertas.

Él por su parte se colocó frontalmente, adelantando ambos brazos, levemente flexionados y con poco espacio entre sí, las manos relajadas, las piernas separadas y apuntaladas y respiración suave.

El dragón en Kenpo Karate, una de sus especialidades.

Tras unos segundos, Claire se abalanzó sobre él, Erik se adelantó un paso, lanzando una de sus manos, obligándola a detenerse, tras lo cual ella atacó en arco con su mano adelantada y el muchacho separó los brazos, pretendiendo cerrarlos después y atraparla sin llegar a conseguirlo, ya que ésta atacaba asombrosamente rápido; ella enlazó su fallido golpe con una “estocada” de su mano atrasada a nivel del abdomen, a lo que el Belmont respondió bajando rápidamente su mano derecha, deteniéndola de un manotazo, y la golpeó tres veces en el pecho, una encima de cada seno y otra entre ellos, contraatacando la muchacha con un puñetazo corto, un codazo y un intento de patada frontal, que él detuvo con su rodilla.

Tras eso ambos lanzaron una palmetada, él con la izquierda y ella con la derecha, golpeándose en la cara y retrocediendo de nuevo.

Volvieron a clavarse las miradas, sonriendo.

Estaban entusiasmados por el combate.

Entonces, en aquel momento, Erik cayó en la cuenta de algo; mirándola a los ojos, tuvo la misma sensación que le vino a la cabeza cuando Rose le encargó la misión.

Por algún motivo, algo en su interior le decía que aquella joven no era una asesina.

Apretó los dientes, si lo pensaba detenidamente, apenas tenía información suficiente como para llevar a cabo la misión y, ni mucho menos, para juzgarla.

Todo aquello era una inoportuna casualidad.

Entonces observó que ésta empuñaba la espada que le colgaba a la derecha, cuya empuñadura era de un inquietante color negro metálico, y relajaba el brazo izquierdo.

- ¿Y si pasamos a asuntos más serios? – preguntó Claire mientras forzaba un poco el arma, desencajándola de la vaina.

Erik tragó saliva.

- ¿Quieres que nos enfrentemos a espada? – preguntó inquieto.

- A este paso alguno de los dos iba a desenvainar tarde o temprano, así que… ¿Por qué no hacerlo de mutuo acuerdo?

- De acuerdo – aceptó el pelirrojo echando mano de su Salamander – pero a derrota ¿vale?

La joven guardó silencio durante unos segundos.

- Ya veremos – contestó finalmente.

Avanzaron lentamente el uno hacia el otro y cuando estuvieron a pocos pasos, ceremonialmente, desenvainaron; la espada de Erik encendió una tímida llama roja que permaneció envolviendo la hoja, y la de Claire brilló tímidamente con un antinatural color verde, ambos cruzaron sus espadas en un gesto solemne, siguiendo las normas de los duelos, escritas años ha, lo que agradó al Belmont.

- Curiosa espada – comentó mientras separaban las hojas – no es común ¿verdad? ¿Cuál es su nombre?

- No tiene – respondió ella – yo la llamo simplemente “No name”, es un viejo tesoro de mi clan.

- Reliquia contra reliquia entonces – dedujo el pelirrojo empuñando con ambas manos, al igual que su rival, la espada – eso lo hará más interesante.

Sin dejar de mirarse a los ojos, empezaron a moverse lateralmente uno frente al otro, en círculo, mientras esperaban el momento para atacar; en aquel momento la duda empezaba a aflorar en la mente de Erik, a quien había algo que no terminaba de cuadrarle en los ojos de aquella muchacha.

Se hallaba inmerso en éstos pensamientos cuando ésta atacó con un fuerte tajo diagonal, el chico la rechazó con su propia espada y ella volvió a la carga con otro ataque en sentido contrario, a lo que él respondió de la misma manera, situando su espada en el punto justo para detener la de su contrincante. Sin embargo, era lo único que podía hacer, ya que Claire se había acercado demasiado y, a base de golpes rápidos, le impedía blandir su propia arma, por lo que no tuvo más remedio que dar un paso lateral, esquivando un peligroso tajo vertical de la muchacha, y retroceder otro paso, tras lo que tomó la iniciativa con una estocada dirigida al costado de su adversaria que ésta esquivó hábilmente, arqueando su espalda y dando un golpe ciego con su No Name a la Salamander de Erik, retirándola lo justo para volver a adaptar su posición y encararlo.

Ambos se enzarzaron entonces en una escaramuza de ataques consecutivos que se rechazaban entre sí, aquello fue intencionado, ya que el pelirrojo decidió poner a prueba su corazonada, bajando su guardia y dejando al descubierto sus puntos vitales, pero Claire Simons actuaba como si de un espejo se tratara, repitiendo sus golpes para impactar contra su espada en lugar de atacar de forma independiente.

Aquello era muy extraño, y más en alguien de la destreza de la muchacha, de modo que, tras un minuto sin moverse ninguno de los dos de su posición, Erik realizó un tajo ascendente de gran fuerza, desviando la espada de la muchacha y obligándola a retroceder un paso por precaución.

Quería saber qué demonios pasaba allí.

- ¿Por qué no me atacas? – preguntó súbitamente.

- ¿Estás de coña? – Respondió ella - ¿Qué te crees? ¿Qué estoy jugando a los caballeros medievales o algo?

- Te he dejado huecos defensivos a saco y no has aprovechado ninguno ¿Por qué?

Claire tragó saliva.

- Me preocupo más de detener tu espada, francamente.

Erik frunció el ceño y la miró severamente.

- ¿Pretendes que me crea que la genio del clan Simons es incapaz de moverse más rápido que mi espada y atacar ahí donde debe?

Ella apretó los puños.

- ¿Insinúas que soy una mal espadachina?

- Visto lo visto… sí.

Falso. Sencillamente no se quitaba de la cabeza el hecho de que todos sus demás perseguidores habían salido casi indemnes y a él, que aparentemente la estaba poniendo en apuros hasta el punto de obligarla a desenvainar, no parecía tener intención de neutralizarle.

- Si vas a seguir en ese plan – continuó – será mejor que te rindas y vengas conmigo a la hermandad para que puedas ser juzgada.

Aquello pareció hacerla reaccionar, la chica le embistió con celeridad, lanzando una estocada que Erik rechazó con dificultad, para después verse envuelto en un frenesí de tajos encadenados de los que se llevó más de una herida.

- ¡NO PIENSO IR A NINGÚN LADO! – Gritó ella mientras atacaba - ¡NO VOY A PISAR LA HERMANDAD! ¡¡¡NO HE HECHO NADA!!!

El pelirrojo se vio obligado a rechazarla de una patada para tener un momento de respiro, algunos de los cortes sangraban con relativa abundancia y, francamente, escocían.

- Pues si no quieres venir conmigo – la desafió – no tienes ninguna opción, salvo matarme.

La espada tembló en la mano de la joven, que volvió a acometer, con rabia; cada uno de sus tajos tenían una fuerza increíble, asombrosa hasta el punto de rivalizar con la de Erik, que se vio en una situación comprometida hasta que, finalmente, su espada salió volando, cayendo un par de metros a su derecha, y se vio indefenso antes la hoja del arma de la muchacha, que ahora se dirigía directa a atravesar su corazón.

Apretó los dientes, había forzado la nota.

Era el fin.

Pero milagrosamente la No Name, cuya energía crepitaba menos de un segundo antes, se detuvo bruscamente, y no por un agente externo.

La propia Claire había detenido su arma, y lo miraba a los ojos, jadeando furiosamente.

Entonces él se dio cuenta de que en la mirada de la muchacha había miedo.

No quería clavarle la espada, tenía miedo de matarle.

Miedo de matar a un desconocido que podía acabar con su huída, con su historia y hasta con su vida.

¿Por qué una asesina no acababa con la vida de su posible ejecutor?

Incapaz de comprenderlo, cogió fuertemente la hoja de la No Name con todas sus fuerzas.

- Q… ¿¡Qué haces!? – preguntó ella alarmada.

- ¡Por qué!

- ¿¡Eh!?

- ¿Por qué no me matas cuando te doy la oportunidad?

Claire tiró con fuerza de la espada, la mano de Erik sangraba abundantemente.

- ¡No digas gilipolleces y suelta la espada! – le ordenó ella.

- ¿¡Por qué una asesina teme matar a un hombre!?

- ¡¡No seas imbécil y suelta la espada!!

Del interior del puño del muchacho salía un extraño humo, empezaba a oler a carne quemada.

- ¿¡Por qué alguien que se supone que ha segado diez vidas se niega a acabar con una que amenaza la suya propia!?

- ¡¡¡TE VAS A QUEDAR SIN MANO!!! ¡¡¡SUELTA!!!

No se había apercibido de ello, Erik soltó la hoja – Claire, que tiraba con todas sus fuerzas de ella, salió despedida hacia atrás y no cayó de culo por poco – y miró su mano, ahora herida y quemada.

No quería continuar con aquel combate.

Con calma, se dirigió hacia su Salamander y la cogió, dubitativo, cuando, al levantar la vista, vio algo que le heló la sangre.

Una figura.

Alguien venía saltando por los tejados del casco antiguo, igual que ellos dos habían hecho antes en la persecución. No reconocía los movimientos, así que no podía ser Luis.

Pero podía ser uno de los Belnades, que habría sentido la energía que ambos desprendieron en la virulencia del combate.

Alarmado, envainó su Salamander e, impulsado por un temor que no podía justificar, se dirigió a su rival.

- ¡Tienes que irte de aquí! – le sugirió de repente.

Claire se quedó a cuadros.

- ¿¡Qué!?

- Viene alguien ¡Si decide ayudarme a derrotarte no tendrás oportunidad!

- Si tu misión es capturarme ¿¡Por qué me dices que…!?

- ¡¡¡Porque no quiero capturarte ahora!!! – respondió tajantemente.

La muchacha lo miraba como si acabara de ver a un demonio transformarse en un dios o algo; lo cierto es que aquella respuesta le había salido del alma, sin saber muy bien por qué.

- ¿Pero qué más da cuando me captures? Tienes una misión que cumplir ¿no?

- Escucha, no… no puedo explicártelo ahora… tengo dudas… muchas dudas… no… - de repente la miró, con el rostro desencajado - ¿¡Por qué demonios me preguntas razones!? ¡Te estoy ofreciendo escaparte! ¡Vete ya y punto! ¡Eres tú quien corre peligro!

Obedeciendo, aunque sin comprenderle demasiado bien, Claire se dirigió finalmente hacia el borde del terrado, con su capa a hombros.

- Sabes que, haciendo esto, serás tú quien corra peligro – le dijo mientras miraba a la calle.

- Me arriesgaré.

- ¿Por unas simples dudas? – Preguntó ella – los cazadores deben dejar de un lado la ética cuando se trata de cumplir misiones, es algo que nos enseñan desde niños.

- No se trata de una cuestión ética – desvió la vista hacia la sombra, que estaba bastante más cerca - ¡Vete ya!

Ella sonrió levemente.

- De acuerdo, pero antes… - apuntó con sus dedos índice y corazón a las piernas de Erik, que sintió cómo éstas se le congelaban poco a poco – por si es una trampa, ya sabes – se justificó.

- No importa – la disculpó él.

La joven hizo un amago de saltar, pero se detuvo y se dio la vuelta una vez más, mirándolo directamente a los ojos.

- Por cierto… buen combate, espero – se volteó de nuevo, mirando otra vez a la calle – que lo terminemos algún día.

Tras aquellas palabras, saltó hacia abajo, desapareciendo de su vista y a su espalda, un par de minutos después, una conocida voz le sobresaltó.

- ¿Qué estaba pasando aquí?

Alarmado, miró hacia atrás para encontrarse, a su espalda, a su hermano Simon, con cara de no tener ni idea de lo que sucedía.
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